Sadomasoquismo es un
acrónimo de los términos sadismo y masoquismo.
El sadismo la obtención
de placer al realizar actos de crueldad o dominio. Este disfrute puede ser de
naturaleza sexual y consensuada, en cuyo caso se considera una de las
parafilias que se engloban en el DSM-4. En caso contrario, puede ser
indicativo de trastorno mental o el resultado de emociones humanas como el
odio, la venganza e incluso ciertas concepciones de la justicia. Estamos, pues,
ante una polisemia con matices de significado netamente diferenciados.
El término sadismo
viene del Marqués de Sade, escritor y filósofo francés autor de numerosas obras
donde el sadismo sexual ocupa un papel de gran importancia.
Su antónimo y
complemento potencial es el masoquismo. El masoquismo es la obtención de placer
al ser víctima de actos de crueldad o dominio. Este disfrute también puede ser
sexual o asexual. La característica fundamental del masoquismo que lo distingue
de otros tipos de sumisión es la algolagnia, esto es, la satisfacción obtenida
sufriendo dolor físico en distintos grados.
Freud
y el concepto de masoquismo
Freud extiende la
noción de masoquismo más allá de la perversión descrita por los sexólogos y
distingue tres formas de masoquismo: erógeno (la excitación erótica se encuentra
en el dolor), femenino (esencia misma de la perversión masoquista en todo ser
humano) y moral (agresividad feroz del superyó contra el yo; yo y superyó
forman entonces una verdadera pareja sadomasoquista, en la cual, por la
mediación del sentimiento inconsciente de culpa, la moral, observa Freud, se
encuentra «resexualizada», siendo que no había podido surgir como conciencia
moral más que una vez superado, es decir desexualizado, el complejo de Edipo).
Freud también hace una
distinción entre masoquismo primario (estado en el que la pulsión de muerte
todavía se dirige sobre el propio sujeto) y secundario (vuelta del sadismo
hacia la propia persona).
Freud
y el concepto de sadismo
Freud destaca que al
principio el sadismo busca la dominación del compañero, el control ejercido
sobre otro. El lazo entre dolor y excitación sexual aparece primero en el
masoquismo, que constituye una inversión del sadismo, con vuelta hacia la
propia persona. Sólo entonces infligir un dolor puede devenir una de las perspectivas
del sadismo: allí, paradójicamente, el sujeto goza de manera masoquista por
identificación con el objeto sufriente.
La hipótesis de la
pulsión de muerte, del mismo modo, viene más bien a contradecir la idea del
funcionamiento sádico primordial en el hombre. Si la pulsión de muerte es
pulsión de destrucción, es sólo en el sentido de que el hombre tiende hacia su
propia pérdida. El sadismo opera una intrincación de las pulsiones de muerte y
de las pulsiones sexuales.
En 1905 establecería
una hipótesis psicoanalítica sobre el sadismo y el masoquismo, en Drei
Abhandlungen zur Sexualtheorie (Tres escritos sobre la teoría sexual), donde
formula la tesis de que "la excitación sexual se genera como efecto
colateral, a raíz de una serie de procesos internos, para lo cual basta que la
intensidad rebase ciertos límites cuantitativos". Así, la excitación
propia del dolor producido en el cuerpo, en tanto cumple con tal condición,
equivaldría a una excitación sexual de este tipo, concebida como un mecanismo
fisiológico que tiene lugar en la infancia, y sólo ocasionalmente se prolonga
más allá de ésta. Más tarde, el psicoanalista Isidor Isaak Sadger usaría por
primera vez el término "sadomasoquismo", en 1913.
En el año 1924, Freud
publica un estudio sobre masoquismo «Das ökonomishe Problem des Masochismus»,
donde recopila su experiencia en el tratamiento psicoanalítico de personas
aquejadas del padecimiento vinculado al mismo. Menciona que le fueron hallables
tres formas de masoquismo que califica como masoquismo erógeno, masoquismo
femenino y masoquismo moral, siendo el primero de ellos, según él, el
fundamento de las otras dos formas.
En su estudio se
mencionan, en lo concerniente al masoquismo femenino, sólo unos casos en los
que se trató de pacientes varones. Dentro de esta forma distingue, por otra
parte, entre aquellos sujetos que llevaban a cabo «escenificaciones»
masoquistas y los que se contentaban obteniendo la satisfacción que les
procuraba el sólo fantasearlas. Según el estudio, ambas, las escenificaciones
reales y las fantaseadas, se correspondían punto por punto. Su contenido
«manifiesto» era idéntico: "ser amordazado, atado, golpeado dolorosamente,
azotado, maltratado de cualquier modo, sometido a obediencia incondicional,
ensuciado, denigrado".
Freud asegura que en
todos los casos puede hallarse que la persona es colocada en una
"situación característica de la feminidad, vale decir, ser castrado, ser
poseído sexualmente o parir". Si bien, aclara, ocasionalmente "la
castración o el dejar ciego, que lo subroga, ha impreso a menudo su huella
negativa en las fantasías: la condición de que a los genitales o los ojos,
justamente, no les pase nada".
Por otra parte, el
autor destaca que dicha forma de masoquismo se basa en el erógeno, que también
califica de primario, y lo vincula a la actividad de cierta pulsión que
denomina pulsión de muerte o pulsión de destrucción. Una parte de la cual sería
puesta al servicio de lo que se conoce como sadismo, quedando otro sector como
un remanente donde discierne el «masoquismo erógeno primario». De este modo, la
pulsión de destrucción se desdoblaría en un fragmento reconducido sobre los
objetos y otro que encuentra su objeto en el propio sujeto. De éste distingue,
a su vez, el masoquismo secundario, correspondiente a una reintroyección del
sadismo.
En cuanto a la tercera
forma, el masoquismo moral, allí no es tan evidente su vínculo con la
sexualidad. En particular, desaparece la condición que parecía general de todo
padecer masoquista de provenir de la persona amada. Lo que parece, más bien, es
que "el padecer es lo que importa, no interesa que lo inflija la persona
amada o una indiferente".
Destaca además algunos
casos en los que le fue dado encontrarse con una suerte de «sentimiento de
culpa inconsciente» que se exterioriza en una extraña satisfacción obtenida de
las resistencias hacia el restablecimiento, vinculada a la «reaccción
terapéutica negativa». En relación a este punto, manifiesta además que en
algunos casos de neurosis graves, refractarias al tratamiento psicoanalítico,
los síntomas desaparecen ante circunstancias tales como un matrimonio
desdichado, la pérdida de la fortuna económica, una grave enfermedad orgánica.
Aparentemente, un padecimiento ha venido en sustitución de otro, tomando su
relevo.
En cuanto a la
explicación de semejantes fenómenos clínicos, Freud vincula la «conciencia
inconsciente de culpa» a la tensión que puede darse entre el yo y el superyó en
el sujeto debido a que aquél "puede volverse duro, cruel, despiadado hacia
el yo a quien tutela. De este modo, el imperativo categórico de Kant es la
herencia directa del complejo de Edipo", ya que dicha instancia psíquica
surge, según sus teorías, de la desexualización de este complejo, en el que en
virtud del masoquismo primario el sujeto se hace castigar por un poder
parental. Luego, el mismo puede ser revivido mediante el proceso de regresión
que torna fallida su superación.
El Sadismo y el masoquismo
quedaron atrapados durante más de un siglo como "enfermedades
mentales" potencialmente peligrosas. No se establecía una distinción clara
entre el asesino sádico y el practicante de sadomasoquismo consensuado. Fueron
considerados locos y posibles criminales hasta 1994, cuando un siglo de
progreso científico borró finalmente el sadismo y el masoquismo del Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Con la publicación del
DSM-IV, los agresores y asesinos sexuales quedaron categorizados en los
trastornos que causan sus actos (normalmente, alguna forma de trastorno
antisocial de la personalidad), mientras que los practicantes del
sadomasoquismo pudieron reivindicarse como personas con una afectividad
diferente, que podría integrarse en una parafilia sexual.
El sadismo y el
masoquismo trasciende el ámbito de las perversiones y esa antítesis actividad
pasividad condiciona la vida sexual general.
Fred tenía razón ¿Es
amor o es sadomasoquismo?