lunes, 7 de junio de 2021

Grados de Autismo Infantil

Los trastornos del espectro autista, también conocidos como trastornos generalizados del desarrollo, son un grupo de alteraciones de comienzo temprano en la infancia que se caracterizan por una perturbación marcada en varias esferas.

Dentro de este grupo son comunes las alteraciones en la interacción social, en las habilidades comunicativas y en la esfera de los intereses, la conducta y la actividad. De todos los trastornos, probablemente el más conocido es el autismo infantil, que afecta a alrededor de 2 y 5 casos por cada 10.000 niños. Sin embargo, las manifestaciones del autismo no son siempre las mismas, existen diferentes tipos o grados de autismo infantil.

En este sentido, es importante puntualizar que existen diversas clasificaciones sobre el autismo infantil, pero la primera y más conocida en el área científica es la desarrollada por Ángel Riviere, que se sustentó en los estudios de Lorna Wing. Para realizar esta clasificación los autores se basaron en la descripción clínica de 12 áreas del desarrollo e identificaron los distintos tipos de autismo infantil según las manifestaciones de los síntomas y su intensidad.

Grados de autismo infantil

Grado 1. Trastorno autista

Este es el grado más profundo de los trastornos del espectro autista y el más conocido por la mayoría de las personas. Fue descrito desde el año 1941 por Leo Kanner, quien le dio el nombre de Autismo Infantil Precoz, convirtiéndose en el primer trastorno en englobar a todos los niños con características del espectro autista, sin realizar distinción de síntomas o gravedad. Hoy se conoce simplemente como trastorno autista e incluye a los niños con las manifestaciones más profundas.

Para diagnosticar a un niño con un trastorno autista de grado 1 es necesario que no haya desarrollado su lenguaje y tienda a evitar la mirada y aislarse del mundo. También debe presentar movimientos estereotipados que resultan raros y no tienen un objetivo definido. Además, debe manifestar una gran incapacidad para expresar las emociones y mantener una esfera de intereses y actividades muy reducida.

Grado 2. Autismo regresivo

También conocido como trastorno desintegrativo infantil, el autismo regresivo es una alteración del espectro autista que tarda un poco más en aparecer. Esto se debe a que al menos los primeros dos años del niño transcurren de manera normal pero en cierto punto del desarrollo, comienza a perder de manera paulatina las habilidades adquiridas. Este trastorno se debe manifestar antes de los 10 años de edad.

A partir de esta regresión, el niño comienza a manifestar los mismos síntomas que se aprecian en el trastorno autista pero con una intensidad menor. De esta manera, es frecuente que el niño pierda el lenguaje adquirido y su capacidad para comunicarse de forma adecuada con los demás niños y adultos de su entorno. Además, suelen aparecer también conductas repetitivas que incluyen estereotipias motoras y manierismos, a la vez que se comienzan a aislar del mundo que los rodea.

Grado 3. Autismo de alto funcionamiento

Se trata del tipo de autismo más ligero porque no suele manifestar síntomas agudos o profundos, al menos al inicio del trastorno. A diferencia de los otros dos tipos de autismo, en este caso el niño desarrolla un lenguaje aparentemente normal, sus procesos cognitivos también se mantienen dentro de la norma y si cuenta con ayuda, incluso puede matricularse en un colegio normal.

Por lo general, los niños diagnosticados con un autismo de alto funcionamiento se distinguen porque tienen una gran capacidad de memoria; sin embargo, también presentan una rigidez mental acentuada con ideas que rondan la obsesividad y una aguda torpeza motora. Estos síntomas denotan claramente la presencia de un trastorno del espectro autista. Asimismo, suelen manifestar una reducida esfera de intereses y actividades que se caracterizan por la presencia de rituales que resultan muy difíciles de eliminar.

Pero, ¿sabías que el TEA no es una condición homogénea y se puede presentar con diferentes síntomas? Esto hace que, además de entender que tiene diferentes tipos o grados como aquí te comentamos, también es necesario saber la clasificación de funcionamiento que tiene dependiendo de los síntomas o el grado de afección que tenga el niño.

Autismo leve y severo

Cada vez son más los niños que reciben un diagnóstico del espectro autista. Según apuntan las estadísticas, entre el 7 y 8% de los niños en edad escolar padecen este trastorno. En sentido general, se trata de un conjunto de alteraciones que afectan la esfera de los intereses y actividades del niño, así como su capacidad para comunicarse. Sin embargo, al contrario de la creencia popular, todos los niños con autismo no tienen el mismo nivel de funcionamiento cognitivo, psicológico y social.

De hecho, la comunidad científica ha realizado diferentes clasificaciones de los trastornos del espectro autista, que van desde los trastornos de funcionamiento leve y moderado, hasta las alteraciones más severas.

Por lo general, a los niños que padecen un autismo severo se les dificulta lograr cierto grado de independencia, incluso en la vida adulta. Al contrario, los niños que padecen un autismo leve son capaces de desarrollar su vida de forma independiente. Sin embargo, esta no es la única diferencia entre el autismo leve y el severo, existen muchas más.

Funcionamiento cognitivo

Generalmente, los niños con autismo suelen desarrollar destrezas cognitivas en un área particular, como puede ser el arte, la música o las matemáticas. Además, los niños que sufren un autismo leve conservan una inteligencia normal o incluso superior a la media. Por eso, suelen obtener buenas calificaciones en las pruebas de inteligencia, a pesar de que a veces pueden presentar dificultades para enfrentar tareas de la vida cotidiana, sobre todo las que demandan tomar decisiones rápidas o implican un cambio en sus rutinas.

En el autismo severo también se evidencian problemas para adaptarse a los cambios pero, a diferencia del autismo leve, estos niños presentan niveles muy bajos del funcionamiento cognitivo, que a veces limitan o coexisten con una disfunción intelectual. De hecho, no es extraño que obtengan puntuaciones por debajo de los 70 puntos en las pruebas de inteligencia, lo que indica que su coeficiente intelectual es bajo.

Habilidades comunicativas

Uno de los problemas más frecuentes en el autismo son las dificultades en la comunicación. No obstante, quienes padecen un autismo leve son capaces de desarrollar diferentes habilidades verbales, a pesar de que pueden tener algunos problemas en la comunicación funcional. Es decir, estos niños dominan el vocabulario, las conjugaciones y las estructuras gramaticales pero en determinadas situaciones pueden tener dificultades para expresar lo que quieren decir.

Al contrario, en el autismo severo se aprecian serios problemas para aprender las palabras y comprender su significado, así como para usar correctamente las estructuras gramaticales. De hecho, según los informes de Autism Speaks, cerca del 25% de los niños que sufren un autismo severo no logran comunicarse de forma verbal.

Relaciones sociales

Otra de las peculiaridades del trastorno autista son las dificultades para relacionarse con los demás. Sin embargo, en el autismo leve este problema muchas veces pasa desapercibido porque, en realidad, estos niños logran comunicarse, su principal dificultad radica en que no siempre son capaces de captar las sutilezas de la interacción social (como el tono de la voz, el contacto visual, el lenguaje corporal y la empatía).

Los niños con autismo severo no son capaces de relacionarse con los demás porque están sumidos en su propio mundo. De hecho, la mayoría de las veces no son conscientes de lo que dicen o hacen las personas que se encuentran a su alrededor, y a menudo es necesario un gran esfuerzo para llamar su atención.

Comportamiento y movimientos estereotipados

En el imaginario popular se ha extendido la creencia de que los niños con autismo se distinguen por sus conductas repetitivas. Sin embargo, la realidad es diferente ya que, aunque es cierto que en algunos casos aparecen manierismos y movimientos estereotipados muy marcados, en otras ocasiones apenas se notan. De hecho, en el autismo leve no suele haber una conducta repetitiva evidente.

Al contrario, en el autismo severo a los niños les resulta difícil controlar los movimientos estereotipados, aunque estos afecten sus actividades cotidianas o a las personas que lo rodean. De hecho, cuando se sienten frustrados ante un cambio de rutina o se sienten agobiados, pueden ser incapaces de regular su comportamiento e incluso pueden llegar a hacerse daño.

El diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden mejorar el pronóstico

El trastorno autista tiene una fuerte determinación genética que influye en el desarrollo de los síntomas y la gravedad de los mismos. No obstante, se ha demostrado que el nivel de funcionamiento del espectro autista puede variar cuando se aplica el tratamiento adecuado y si se implementa de forma temprana. De hecho, un estudio publicado en la revista Pediatrics afirma que una intervención temprana puede mejorar el coeficiente intelectual de las personas con autismo en un promedio de 17,6 puntos. Asimismo, es posible atenuar los problemas de adaptación, las dificultades sociales y los problemas del lenguaje.

Cuándo consultar al médico

Si te preocupa el desarrollo de tu hijo o sospechas que puede tener trastornos del espectro autista, coméntale tus inquietudes al médico. Los síntomas de estos trastornos también pueden estar vinculados con otros trastornos del desarrollo.


Red