Los trastornos del espectro autista, también conocidos como trastornos generalizados del desarrollo, son un grupo de alteraciones de comienzo temprano en la infancia que se caracterizan por una perturbación marcada en varias esferas.
Dentro de este grupo
son comunes las alteraciones en la interacción social, en las habilidades
comunicativas y en la esfera de los intereses, la conducta y la actividad. De
todos los trastornos, probablemente el más conocido es el autismo infantil, que
afecta a alrededor de 2 y 5 casos por cada 10.000 niños. Sin embargo, las manifestaciones
del autismo no son siempre las mismas, existen diferentes tipos o grados de
autismo infantil.
En este sentido, es
importante puntualizar que existen diversas clasificaciones sobre el autismo
infantil, pero la primera y más conocida en el área científica es la
desarrollada por Ángel Riviere, que se sustentó en los estudios de Lorna Wing.
Para realizar esta clasificación los autores se basaron en la descripción
clínica de 12 áreas del desarrollo e identificaron los distintos tipos de
autismo infantil según las manifestaciones de los síntomas y su intensidad.
Grados de autismo
infantil
Grado 1. Trastorno
autista
Este es el grado más
profundo de los trastornos del espectro autista y el más conocido por la
mayoría de las personas. Fue descrito desde el año 1941 por Leo Kanner, quien
le dio el nombre de Autismo Infantil Precoz, convirtiéndose en el primer
trastorno en englobar a todos los niños con características del espectro
autista, sin realizar distinción de síntomas o gravedad. Hoy se conoce
simplemente como trastorno autista e incluye a los niños con las
manifestaciones más profundas.
Para diagnosticar a un
niño con un trastorno autista de grado 1 es necesario que no haya desarrollado
su lenguaje y tienda a evitar la mirada y aislarse del mundo. También debe
presentar movimientos estereotipados que resultan raros y no tienen un objetivo
definido. Además, debe manifestar una gran incapacidad para expresar las
emociones y mantener una esfera de intereses y actividades muy reducida.
Grado 2. Autismo
regresivo
También conocido como
trastorno desintegrativo infantil, el autismo regresivo es una alteración del
espectro autista que tarda un poco más en aparecer. Esto se debe a que al menos
los primeros dos años del niño transcurren de manera normal pero en cierto
punto del desarrollo, comienza a perder de manera paulatina las habilidades
adquiridas. Este trastorno se debe manifestar antes de los 10 años de edad.
A partir de esta regresión, el niño comienza a manifestar los mismos síntomas que se aprecian en el trastorno autista pero con una intensidad menor. De esta manera, es frecuente que el niño pierda el lenguaje adquirido y su capacidad para comunicarse de forma adecuada con los demás niños y adultos de su entorno. Además, suelen aparecer también conductas repetitivas que incluyen estereotipias motoras y manierismos, a la vez que se comienzan a aislar del mundo que los rodea.
Grado 3. Autismo de
alto funcionamiento
Se trata del tipo de
autismo más ligero porque no suele manifestar síntomas agudos o profundos, al
menos al inicio del trastorno. A diferencia de los otros dos tipos de autismo,
en este caso el niño desarrolla un lenguaje aparentemente normal, sus procesos
cognitivos también se mantienen dentro de la norma y si cuenta con ayuda,
incluso puede matricularse en un colegio normal.
Por lo general, los
niños diagnosticados con un autismo de alto funcionamiento se distinguen porque
tienen una gran capacidad de memoria; sin embargo, también presentan una
rigidez mental acentuada con ideas que rondan la obsesividad y una aguda
torpeza motora. Estos síntomas denotan claramente la presencia de un trastorno
del espectro autista. Asimismo, suelen manifestar una reducida esfera de
intereses y actividades que se caracterizan por la presencia de rituales que
resultan muy difíciles de eliminar.
Pero, ¿sabías que el
TEA no es una condición homogénea y se puede presentar con diferentes síntomas?
Esto hace que, además de entender que tiene diferentes tipos o grados como aquí
te comentamos, también es necesario saber la clasificación de funcionamiento
que tiene dependiendo de los síntomas o el grado de afección que tenga el niño.
Autismo leve y severo
Cada vez son más los
niños que reciben un diagnóstico del espectro autista. Según apuntan las
estadísticas, entre el 7 y 8% de los niños en edad escolar padecen este
trastorno. En sentido general, se trata de un conjunto de alteraciones que
afectan la esfera de los intereses y actividades del niño, así como su
capacidad para comunicarse. Sin embargo, al contrario de la creencia popular,
todos los niños con autismo no tienen el mismo nivel de funcionamiento
cognitivo, psicológico y social.
De hecho, la comunidad
científica ha realizado diferentes clasificaciones de los trastornos del
espectro autista, que van desde los trastornos de funcionamiento leve y
moderado, hasta las alteraciones más severas.
Por lo general, a los
niños que padecen un autismo severo se les dificulta lograr cierto grado de
independencia, incluso en la vida adulta. Al contrario, los niños que padecen
un autismo leve son capaces de desarrollar su vida de forma independiente. Sin
embargo, esta no es la única diferencia entre el autismo leve y el severo,
existen muchas más.
Funcionamiento
cognitivo
Generalmente, los niños con autismo suelen desarrollar destrezas cognitivas en un área particular, como puede ser el arte, la música o las matemáticas. Además, los niños que sufren un autismo leve conservan una inteligencia normal o incluso superior a la media. Por eso, suelen obtener buenas calificaciones en las pruebas de inteligencia, a pesar de que a veces pueden presentar dificultades para enfrentar tareas de la vida cotidiana, sobre todo las que demandan tomar decisiones rápidas o implican un cambio en sus rutinas.
En el autismo severo
también se evidencian problemas para adaptarse a los cambios pero, a diferencia
del autismo leve, estos niños presentan niveles muy bajos del funcionamiento
cognitivo, que a veces limitan o coexisten con una disfunción intelectual. De
hecho, no es extraño que obtengan puntuaciones por debajo de los 70 puntos en
las pruebas de inteligencia, lo que indica que su coeficiente intelectual es
bajo.
Habilidades
comunicativas
Uno de los problemas más frecuentes en el autismo son las dificultades en la comunicación. No obstante, quienes padecen un autismo leve son capaces de desarrollar diferentes habilidades verbales, a pesar de que pueden tener algunos problemas en la comunicación funcional. Es decir, estos niños dominan el vocabulario, las conjugaciones y las estructuras gramaticales pero en determinadas situaciones pueden tener dificultades para expresar lo que quieren decir.
Al contrario, en el
autismo severo se aprecian serios problemas para aprender las palabras y
comprender su significado, así como para usar correctamente las estructuras
gramaticales. De hecho, según los informes de Autism Speaks, cerca del 25% de
los niños que sufren un autismo severo no logran comunicarse de forma verbal.
Relaciones sociales
Otra de las
peculiaridades del trastorno autista son las dificultades para relacionarse con
los demás. Sin embargo, en el autismo leve este problema muchas veces pasa
desapercibido porque, en realidad, estos niños logran comunicarse, su principal
dificultad radica en que no siempre son capaces de captar las sutilezas de la
interacción social (como el tono de la voz, el contacto visual, el lenguaje
corporal y la empatía).
Los niños con autismo
severo no son capaces de relacionarse con los demás porque están sumidos en su
propio mundo. De hecho, la mayoría de las veces no son conscientes de lo que
dicen o hacen las personas que se encuentran a su alrededor, y a menudo es
necesario un gran esfuerzo para llamar su atención.
Comportamiento y
movimientos estereotipados
En el imaginario
popular se ha extendido la creencia de que los niños con autismo se distinguen
por sus conductas repetitivas. Sin embargo, la realidad es diferente ya que,
aunque es cierto que en algunos casos aparecen manierismos y movimientos
estereotipados muy marcados, en otras ocasiones apenas se notan. De hecho, en
el autismo leve no suele haber una conducta repetitiva evidente.
Al contrario, en el
autismo severo a los niños les resulta difícil controlar los movimientos
estereotipados, aunque estos afecten sus actividades cotidianas o a las
personas que lo rodean. De hecho, cuando se sienten frustrados ante un cambio
de rutina o se sienten agobiados, pueden ser incapaces de regular su
comportamiento e incluso pueden llegar a hacerse daño.
El diagnóstico precoz y
el tratamiento adecuado pueden mejorar el pronóstico
El trastorno autista
tiene una fuerte determinación genética que influye en el desarrollo de los
síntomas y la gravedad de los mismos. No obstante, se ha demostrado que el
nivel de funcionamiento del espectro autista puede variar cuando se aplica el
tratamiento adecuado y si se implementa de forma temprana. De hecho, un estudio
publicado en la revista Pediatrics afirma que una intervención temprana puede
mejorar el coeficiente intelectual de las personas con autismo en un promedio
de 17,6 puntos. Asimismo, es posible atenuar los problemas de adaptación, las
dificultades sociales y los problemas del lenguaje.
Cuándo consultar al médico
Si te preocupa el desarrollo de tu hijo o sospechas que puede tener trastornos del espectro autista, coméntale tus inquietudes al médico. Los síntomas de estos trastornos también pueden estar vinculados con otros trastornos del desarrollo.
Red