Está claro que
atravesamos un periodo de crisis con respecto a la autoridad de los padres.
Hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo, sin lograr la
integración de ambos estilos educativos. El objetivo de este artículo es que
los padres puedan posicionarse como autoridad parental pues desde ese lugar
solamente podrán educar hijos sanos y felices.
El modelo autoritario
duró muchos siglos y hasta hace veinte años era muy extendido. El padre es
vivido como un ser autoritario, se lo obedecía por temor al castigo, el niño
sentía miedo a su padre. Este modelo creaba niños sumisos, obedientes,
temerosos y unos pocos niños se rebelaban. Debido a varias causas que escapan
al tema de este artículo se pasó de un modelo autoritario a otro permisivo,
donde se permiten todo tipo de conductas. En este modelo no queda claro ni los
límites, ni que sucederá sí no son cumplidos. Por lo tanto los niños son
inseguros, agresivos, inquietos, impulsivos y demandantes.
Sostenemos que ambos
modelos, el autoritario y el permisivo no educan niños ni responsables, ni
seguros de sí mismo. La única salida es que todo padre se pueda posicionar
frente a su hijo como autoridad ya que sola ésta inspira respeto y seguridad
para el niño.
ESPERAR
Los padres apurados
programan hijos descontrolados. Esto es válido sí el niño no es portador de
trastorno de déficit atencional, trastorno bipolar u otros trastornos
infantiles diagnosticados por el psiquiatra infantil o psicólogo
clínico.
La paciencia que es la
capacidad de esperar se va construyendo en el día a día, junto a un adulto que
en forma amorosa te dice, “espera”, palabra muy útil y en desuso. Un niño sano,
que no presenta ninguna patología, se transforma en impaciente o impulsivo
porque no recibió la palabra, “no”, “espera”, “después”, muchas veces durante
su crianza.
Los dos errores más
observados son que el padre que carece de tiempo corra a saciar a su hijo
inmediatamente, para conseguir silencio ya que necesita mucha energía personal
para cumplir sus obligaciones.
El segundo error es
enojarse, gritar, poner mala cara, y correr a saciarlo a pesar de hacerlo
contra vuestra voluntad. El pequeño asocia el pedido, con el enojo de su
progenitor, a lo cual pensará que siempre hay que enojarse para conseguir lo
que uno quiere. El peligro es que naturalice la rabia como si fueran parte de
la vida cotidiana.
No sucumbir ante sus
demandas. Así el niño ejercerá la posibilidad de esperar, y se dará cuenta que
se requiere tiempo y paciencia para convivir armoniosamente con otras personas.
Con el tiempo se convertirá en un niño calmo.
EXPRESAR CLARAMENTE LOS
LÍMITES
El límite es una guía,
una señal que le muestra al niño hasta dónde puede llegar.
Detallare las
características que deben tener los límites para ser efectivos:
Claridad. Significa
pedir en forma clara y focalizada la conducta que se quiere obtener, por
ejemplo: “Siéntate, no grites”. No sirve decirle al niño: “Pórtate bien”, “Sé
un buen niño”, pues son términos muy ambiguos que dan lugar a diferentes
interpretaciones.
Brevedad. Esta
característica es de suma importancia para su eficacia. Es común que los padres
comiencen con largas explicaciones, que en el momento de fijar el límite no
alcanzan. “No toques determinado objeto.” En otra instancia podemos explicar la
causa del límite.
Coherencia. Una vez
fijado el límite no lo podemos variar según nuestros estados anímicos, algo
que, debido a las características de la vida actual, son de por sí cambiantes.
Si saben de antemano que no pueden sostener un límite, es mejor no imponerlo y
pensar en algo que pueda ser mantenido. El niño tiene que saber predecir qué
sucederá si tiene determinado comportamiento, de qué manera reaccionarán sus
padres. Esto le da seguridad y
confianza en sí mismo, pues empieza a ordenar el mundo que lo rodea. Si grita,
su mamá se enojará, si realiza determinada conducta recibirá determinada
respuesta. Ser previsible es un factor muy importante para un desarrollo
emocional adecuado. Los padres deben ser figuras predecibles para el niño. Esto
ayuda a formar una buena autoestima al brindarles seguridad.
Consistencia. Es común
que existan diferencias en la pareja con relación a la educación de sus hijos.
Esto es aplicable a los abuelos/as quienes tienen un rol importante hoy en día.
Si bien no podemos cambiar a las personas, es sustancial conversar sobre estos
temas para llegar a acuerdos previos a la puesta de límites. Es frecuente que
un padre fije un límite y el otro quiera imponer lo contrario. Esta
contradicción entre adultos provoca una gran inseguridad en el niño, sobre todo
en sus primeros años de vida.
Flexibilidad. Los
límites no son murallas imposibles de traspasar. Los podemos adaptar a cada
situación. Recuerdo un niño de diez años que durante el año lectivo se le
permitía ver televisión durante dos horas diarias. Un día de verano lluvioso en
que estaba solo, sin amigos, su madre insistió con las dos horas diarias.
El límite para que
tenga efecto hay que sostenerlo, pero cuando cambia la situación externa lo
podemos flexibilizar. Otro ejemplo de flexibilidad es cuando llegamos a un
acuerdo por medio de una negociación y lo intercambiamos por algo similar. Si
fijamos el límite de que le compramos una barra de chocolate todos los fines de
semana, por ejemplo, lo podemos trocar por un paquete de caramelos.
El niño criado sin
límites se siente desprotegido, sin contención, inseguro, pues no encuentra un
adulto que sea capaz de frenarlo.
Poner un límite es un
acto de amor. Esto lo comprueba el hecho de que los niños criados sin límites
se sienten no queridos o no aceptados.
EDUCAR CON
RESPONSABILIDAD
Responsabilidad
significa responsa hábil, o sea, responder en forma adaptativa. El tema de la
responsabilidad está relacionado con la elección y la libertad. Es de vital
importancia para una buena adaptación a la vida.
Responsable no es
sinónimo de obediente o puntual.
La responsabilidad está
relacionada con el tema de la elección. Tenemos que permitir que el niño pueda
elegir entre dos opciones previamente seleccionadas por el adulto.
En lugar de gritos,
enojos y palabras innecesarias, propongo otra secuencia de hechos.
Se le puede dar las
opciones:
- Comes ahora y dejas la pelota.
- Sigues jugando con ella en el patio.
Si eliges jugar con la
pelota en el patio, tendrás que esperar tres horas para la próxima comida o la
comerás fría.
Los padres presentan
esta alternativa basada en sus propios criterios. Este niño, que puede tener
tres años, ya está ejercitando su responsabilidad, elige entre seguir jugando a
la pelota o dejar de jugar y comer ahora.
¿Qué le pasa al niño
cuando elige dentro de las opciones impuestos por los padres?
Empieza a
autorregularse. Eso le da confianza y puede desarrollar una buena autoestima.
EVITAR CONDUCTAS
NEGATIVAS
LA COMPLACENCIA
Es un
fenómeno en el cual el padre tiene respuestas hacia su hijo con el único fin de
satisfacer los deseos de éste. El gran peligro es qué ésta no tiene ningún fin
educativo.
La complacencia surge
del miedo, no del amor. El padre complaciente se mide por lo que causa en su
hijo, complace para que lo quiera, para que lo acepte, para que no lo
desapruebe. Tiene miedo a perder el amor de su hijo.
Recuerda que educar no
es complacer, muchas veces es frustrar a tu hijo. En la complacencia no se
tiene en cuenta lo que un niño necesita psicológicamente, se le brinda lo que
quiere, lo que pide. La prueba es que se le da lo que quiere pero el niño se
sigue sintiendo mal.
En la complacencia los
padres esperan que el hijo esté satisfecho, pero se queda insatisfecho pues ni
el adulto, ni el chico se conectan con sus verdaderas necesidades. Esto causa
una gran frustración a muchos padres, que afirman “le doy de todo y siempre
está mal”.
CONTROL
El control se ejerce
desde el miedo, la persona que controla tiene miedos no conscientes. Por lo
tanto trata de controlar la situación, pero no siente sus temores que son la
causa de muchas de sus conductas.
El control no ayuda ni
al controlador ni al controlado, ni al padre, ni al hijo pues es un intento
fallido de tranquilizarse por parte del adulto. Además si algo negativo tiene
que suceder, el control no lo impedirá.
El padre controlador
tiene miedo de que le suceda algo incontrolable, se siente ansioso, es invadido
por pensamientos negativos, recurrentes y persistentes. No puede dejar de pensar
en su hijo y esto le aumenta su temor y preocupación.
El control de los
padres transmite inseguridad a sus hijos, pero no soluciona el tema de fondo
que es el miedo que siente el adulto.
Muchos padres
sobreprotegen a sus hijos ante sus propios temores. La sobreprotección consiste
en hacer lo que el niño puede hacer por sí solo, por ejemplo puede cuidarse o
realizar libremente ciertas actividades. Y el chico empieza a sentirse
inseguro, débil, temeroso, dependiente. Esto le origina fuertes sentimientos de
rabia y hostilidad hacia la persona que lo sobre protege. El tema es que el
niño sobreprotegido no se pone en contacto con lo que él es capaz de hacer y en
cambio se llena de miedos y rabia acumulada que no expresa.
Los padres tienen que
proteger a sus hijos, cuando los controlan o sobreprotegen no los ayudan. Para
eso tienen que enfrentar sus propios miedos y desarrollar su capacidad de amar.
La protección nace del
amor, en cambio el control y la sobreprotección se alimentan del temor, de la
preocupación, de la obsesión.
CULPA
La culpa que sienten
muchos padres y que influye en la forma en que crían a sus hijos. Afirmamos no
es buena compañera para educar. La culpa está formada
por una emoción que es la rabia retroflectada y exigencias introyectadas. (Gestalt).
Para sentir culpa se
necesita bronca sobre uno mismo y un introyecto llamado exigencia. Todo aquel
que se sienta culpable tiene dentro de sí rabia y exigencias. Rabia sin
exigencias no produce culpa.
La culpa conlleva algo
negativo, pues parte de la base de que algo se ha realizado mal o se ha evitado
llevar a cabo y se tiene que pagar por eso. Implica realizar un determinado
comportamiento para reparar el daño efectuado.
Existe una gran
diferencia entre "me siento exigido en el proceso de educar a mi
hijo", y "quiero y me preocupo por brindarle lo mejor en todos sus
aspectos".
CONCLUSIÓN
Los padres pueden
prevenir muchos problemas sí consultan en los primeros años de vida a un
profesional especializado en niños.
El futuro de tu hijo no
dependerá de lo que el compres, ni de tu situación civil, lo más importante es
que te posiciones frente a él como autoridad, ni autoritaria, ni permisiva.
En la consulta se observa que muchos padres piensan que fijan límites y no entienden la causa
de que sus hijos no los obedecen. Cuando el padre no está bien posicionado
de su rol, el niño no lo respeta. Ante la frustración que produce la
desobediencia de su hijo, observo que ciertos padres le piden, le imploran a
sus hijos como de igual a igual. Otros tratan de convencerlos y otros los
amenazan. La amenaza nace de no saber cómo posicionarse frente al otro. El niño
siente que el padre no tiene las herramientas para hacerse respetar y amenaza,
pero ésta lo coloca en una situación de debilidad. Observo que la mayoría
de los niños que presentan problemas de conductas se educan en un ambiente sin
límites, ya sea porque el padre no los fija o intenta a través de métodos que
contradicen.
Cuando uno recurre a
consultar a un psicólogo puede prevenir futuros problemas pues el niño está
formando su personalidad. La psicología infantil y el trabajo con padres y maestros
tienen un aspecto muy importante en la prevención.
Artículo publicado por
mi colega Fanny Berger, Se recomienda su libro “Padres
sin autoridad hijos sin rumbo”.
http://editorialfindesiglo.blogspot.mx/2010/05/padres-sin-autoridad-hijos-sin-rumbo-de.html