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martes, 25 de agosto de 2015

Cómo se Construye la Autoridad de los Padres

Está claro que atravesamos un periodo de crisis con respecto a la autoridad de los padres. Hemos pasado de un modelo autoritario a otro permisivo, sin lograr la integración de ambos estilos educativos. El objetivo de este artículo es que los padres puedan posicionarse como autoridad parental pues desde ese lugar solamente podrán educar hijos sanos y felices.
El modelo autoritario duró muchos siglos y hasta hace veinte años era muy extendido. El padre es vivido como un ser autoritario, se lo obedecía por temor al castigo, el niño sentía miedo a su padre. Este modelo creaba niños sumisos, obedientes, temerosos y unos pocos niños se rebelaban. Debido a varias causas que escapan al tema de este artículo se pasó de un modelo autoritario a otro permisivo, donde se permiten todo tipo de conductas. En este modelo no queda claro ni los límites, ni que sucederá sí no son cumplidos. Por lo tanto los niños son inseguros, agresivos, inquietos, impulsivos y demandantes.

Sostenemos que ambos modelos, el autoritario y el permisivo no educan niños ni responsables, ni seguros de sí mismo. La única salida es que todo padre se pueda posicionar frente a su hijo como autoridad ya que sola ésta inspira respeto y seguridad para el niño.

ESPERAR

Los padres apurados programan hijos descontrolados. Esto es válido sí el niño no es portador de trastorno de déficit atencional, trastorno bipolar u otros trastornos infantiles diagnosticados por el psiquiatra infantil o psicólogo clínico.

La paciencia que es la capacidad de esperar se va construyendo en el día a día, junto a un adulto que en forma amorosa te dice, “espera”, palabra muy útil y en desuso. Un niño sano, que no presenta ninguna patología, se transforma en impaciente o impulsivo porque no recibió la palabra, “no”, “espera”, “después”, muchas veces durante su crianza.

Los dos errores más observados son que el padre que carece de tiempo corra a saciar a su hijo inmediatamente, para conseguir silencio ya que necesita mucha energía personal para cumplir sus obligaciones.

El segundo error es enojarse, gritar, poner mala cara, y correr a saciarlo a pesar de hacerlo contra vuestra voluntad. El pequeño asocia el pedido, con el enojo de su progenitor, a lo cual pensará que siempre hay que enojarse para conseguir lo que uno quiere. El peligro es que naturalice la rabia como si fueran parte de la vida cotidiana.

No sucumbir ante sus demandas. Así el niño ejercerá la posibilidad de esperar, y se dará cuenta que se requiere tiempo y paciencia para convivir armoniosamente con otras personas. Con el tiempo se convertirá en un niño calmo.

EXPRESAR CLARAMENTE LOS LÍMITES

El límite es una guía, una señal que le muestra al niño hasta dónde puede llegar.

Detallare las características que deben tener los límites para ser efectivos:

Claridad. Significa pedir en forma clara y focalizada la conducta que se quiere obtener, por ejemplo: “Siéntate, no grites”. No sirve decirle al niño: “Pórtate bien”, “Sé un buen niño”, pues son términos muy ambiguos que dan lugar a diferentes interpretaciones.

Brevedad. Esta característica es de suma importancia para su eficacia. Es común que los padres comiencen con largas explicaciones, que en el momento de fijar el límite no alcanzan. “No toques determinado objeto.” En otra instancia podemos explicar la causa del límite.

Coherencia. Una vez fijado el límite no lo podemos variar según nuestros estados anímicos, algo que, debido a las características de la vida actual, son de por sí cambiantes. Si saben de antemano que no pueden sostener un límite, es mejor no imponerlo y pensar en algo que pueda ser mantenido. El niño tiene que saber predecir qué sucederá si tiene determinado comportamiento, de qué manera reaccionarán sus padres. Esto le da seguridad y confianza en sí mismo, pues empieza a ordenar el mundo que lo rodea. Si grita, su mamá se enojará, si realiza determinada conducta recibirá determinada respuesta. Ser previsible es un factor muy importante para un desarrollo emocional adecuado. Los padres deben ser figuras predecibles para el niño. Esto ayuda a formar una buena autoestima al brindarles seguridad.

Consistencia. Es común que existan diferencias en la pareja con relación a la educación de sus hijos. Esto es aplicable a los abuelos/as quienes tienen un rol importante hoy en día. Si bien no podemos cambiar a las personas, es sustancial conversar sobre estos temas para llegar a acuerdos previos a la puesta de límites. Es frecuente que un padre fije un límite y el otro quiera imponer lo contrario. Esta contradicción entre adultos provoca una gran inseguridad en el niño, sobre todo en sus primeros años de vida.

Flexibilidad. Los límites no son murallas imposibles de traspasar. Los podemos adaptar a cada situación. Recuerdo un niño de diez años que durante el año lectivo se le permitía ver televisión durante dos horas diarias. Un día de verano lluvioso en que estaba solo, sin amigos, su madre insistió con las dos horas diarias.

El límite para que tenga efecto hay que sostenerlo, pero cuando cambia la situación externa lo podemos flexibilizar. Otro ejemplo de flexibilidad es cuando llegamos a un acuerdo por medio de una negociación y lo intercambiamos por algo similar. Si fijamos el límite de que le compramos una barra de chocolate todos los fines de semana, por ejemplo, lo podemos trocar por un paquete de caramelos.
El niño criado sin límites se siente desprotegido, sin contención, inseguro, pues no encuentra un adulto que sea capaz de frenarlo.

Poner un límite es un acto de amor. Esto lo comprueba el hecho de que los niños criados sin límites se sienten no queridos o no aceptados.

EDUCAR CON RESPONSABILIDAD

Responsabilidad significa responsa hábil, o sea, responder en forma adaptativa. El tema de la responsabilidad está relacionado con la elección y la libertad. Es de vital importancia para una buena adaptación a la vida.

Responsable no es sinónimo de obediente o puntual.

La responsabilidad está relacionada con el tema de la elección. Tenemos que permitir que el niño pueda elegir entre dos opciones previamente seleccionadas por el adulto.

En lugar de gritos, enojos y palabras innecesarias, propongo otra secuencia de hechos.

Se le puede dar las opciones:
  • Comes ahora y dejas la pelota.
  • Sigues jugando con ella en el patio.
Si eliges jugar con la pelota en el patio, tendrás que esperar tres horas para la próxima comida o la comerás fría.

Los padres presentan esta alternativa basada en sus propios criterios. Este niño, que puede tener tres años, ya está ejercitando su responsabilidad, elige entre seguir jugando a la pelota o dejar de jugar y comer ahora.

¿Qué le pasa al niño cuando elige dentro de las opciones impuestos por los padres?
Empieza a autorregularse. Eso le da confianza y puede desarrollar una buena autoestima.

EVITAR CONDUCTAS NEGATIVAS

LA COMPLACENCIA 

Es un fenómeno en el cual el padre tiene respuestas hacia su hijo con el único fin de satisfacer los deseos de éste. El gran peligro es qué ésta no tiene ningún fin educativo.

Existe una gran diferencia entre correr a complacer y mimar a tu hijo. En la primera solo se busca satisfacer los deseos y gustos del pequeño. En el segundo caso el padre premia, da algo que le gusta a su hijo pero no pensando solo en lo que él quiere. El adulto que complace, no tiene presente lo que realmente el niño necesita, en cambio el adulto que mima tiene consciencia de las necesidades de su pequeño.

La complacencia surge del miedo, no del amor. El padre complaciente se mide por lo que causa en su hijo, complace para que lo quiera, para que lo acepte, para que no lo desapruebe. Tiene miedo a perder el amor de su hijo.

Recuerda que educar no es complacer, muchas veces es frustrar a tu hijo. En la complacencia no se tiene en cuenta lo que un niño necesita psicológicamente, se le brinda lo que quiere, lo que pide. La prueba es que se le da lo que quiere pero el niño se sigue sintiendo mal.

En la complacencia los padres esperan que el hijo esté satisfecho, pero se queda insatisfecho pues ni el adulto, ni el chico se conectan con sus verdaderas necesidades. Esto causa una gran frustración a muchos padres, que afirman “le doy de todo y siempre está mal”.

CONTROL

El control se ejerce desde el miedo, la persona que controla tiene miedos no conscientes. Por lo tanto trata de controlar la situación, pero no siente sus temores que son la causa de muchas de sus conductas.

El control no ayuda ni al controlador ni al controlado, ni al padre, ni al hijo pues es un intento fallido de tranquilizarse por parte del adulto. Además si algo negativo tiene que suceder, el control no lo impedirá.

El padre controlador tiene miedo de que le suceda algo incontrolable, se siente ansioso, es invadido por pensamientos negativos, recurrentes y persistentes. No puede dejar de pensar en su hijo y esto le aumenta su temor y preocupación.

El control de los padres transmite inseguridad a sus hijos, pero no soluciona el tema de fondo que es el miedo que siente el adulto.

Muchos padres sobreprotegen a sus hijos ante sus propios temores. La sobreprotección consiste en hacer lo que el niño puede hacer por sí solo, por ejemplo puede cuidarse o realizar libremente ciertas actividades. Y el chico empieza a sentirse inseguro, débil, temeroso, dependiente. Esto le origina fuertes sentimientos de rabia y hostilidad hacia la persona que lo sobre protege. El tema es que el niño sobreprotegido no se pone en contacto con lo que él es capaz de hacer y en cambio se llena de miedos y rabia acumulada que no expresa.

Los padres tienen que proteger a sus hijos, cuando los controlan o sobreprotegen no los ayudan. Para eso tienen que enfrentar sus propios miedos y desarrollar su capacidad de amar.
La protección nace del amor, en cambio el control y la sobreprotección se alimentan del temor, de la preocupación, de la obsesión.

CULPA

La culpa que sienten muchos padres y que influye en la forma en que crían a sus hijos. Afirmamos no es buena compañera para educar. La culpa está formada por una emoción que es la rabia retroflectada y exigencias introyectadas. (Gestalt).

Para sentir culpa se necesita bronca sobre uno mismo y un introyecto llamado exigencia. Todo aquel que se sienta culpable tiene dentro de sí rabia y exigencias. Rabia sin exigencias no produce culpa.
La culpa conlleva algo negativo, pues parte de la base de que algo se ha realizado mal o se ha evitado llevar a cabo y se tiene que pagar por eso. Implica realizar un determinado comportamiento para reparar el daño efectuado.

Existe una gran diferencia entre "me siento exigido en el proceso de educar a mi hijo", y "quiero y me preocupo por brindarle lo mejor en todos sus aspectos".

CONCLUSIÓN

Los padres pueden prevenir muchos problemas sí consultan en los primeros años de vida a un profesional especializado en niños.

El futuro de tu hijo no dependerá de lo que el compres, ni de tu situación civil, lo más importante es que te posiciones frente a él como autoridad, ni autoritaria, ni permisiva.

En la consulta se observa que muchos padres piensan que fijan límites y no entienden la causa de que sus hijos no los obedecen. Cuando el padre no está bien posicionado de su rol, el niño no lo respeta. Ante la frustración que produce la desobediencia de su hijo, observo que ciertos padres le piden, le imploran a sus hijos como de igual a igual. Otros tratan de convencerlos y otros los amenazan. La amenaza nace de no saber cómo posicionarse frente al otro. El niño siente que el padre no tiene las herramientas para hacerse respetar y amenaza, pero ésta lo coloca en una situación de debilidad.  Observo que la mayoría de los niños que presentan problemas de conductas se educan en un ambiente sin límites, ya sea porque el padre no los fija o intenta a través de métodos que contradicen.

Cuando uno recurre a consultar a un psicólogo puede prevenir futuros problemas pues el niño está formando su personalidad. La psicología infantil y el trabajo con padres y maestros tienen un aspecto muy importante en la prevención.

Artículo publicado por mi colega Fanny Berger,  Se recomienda su libro “Padres sin autoridad hijos sin rumbo”.

http://editorialfindesiglo.blogspot.mx/2010/05/padres-sin-autoridad-hijos-sin-rumbo-de.html