La
desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc..constituyen parte de los
trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas
pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un
desafío a su autoridad y control, llegándose a establecer un vínculo relacional
coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza,
incrementándose su magnitud, frecuencia y lo que es más significativo: la edad
de inicio cada vez es más temprana.
Poner
límites a los niños y pasar el tiempo suficiente a su lado son algunas de las
claves para rectificar los problemas de conducta infantiles.
Los
niños con problemas de conducta suelen mostrarse desobedientes. No es extraño
que, asimismo, insulten, se hayan acostumbrado a mentir a quienes les rodean,
se enrabieten con facilidad e, incluso, lleguen a mostrarse agresivos cuando se
les lleva la contraria. Corregir a un niño con un trastorno de comportamiento,
sin embargo, es posible. Y cuanto antes se empiece, más posibilidades de éxito
se tendrán.
Los problemas de
conducta en el niño
Un
niño con problemas de conducta, que desobedece de forma habitual a sus
progenitores, que grita y se enfada con frecuencia o que, incluso, experimenta
brotes de agresividad cuando se le lleva la contraria precisa la ayuda de sus
padres y docentes para superar su trastorno de comportamiento.
"Poner
límites a las demandas del niño es esencial para establecer unos hábitos de
conducta adecuados".
En
el desarrollo evolutivo del pequeño es normal que, en ocasiones, se detecten
estas conductas agresivas, desafiantes, de oposición o desobedientes. Las
pautas educativas habituales logran, en general, erradicar estos
comportamientos. Sin embargo, en algunos niños, estas actitudes son perseverantes
en el tiempo y se incrementa su frecuencia y magnitud a medida que el infante
crece.
Una
intervención temprana de sus progenitores, así como la ayuda de psicólogos
infantiles en los casos más graves, pueden ayudar a prevenir que un problema de
conducta infantil evolucione hacia trastornos más graves en la adolescencia.
Lograr en el niño un comportamiento
adecuado: ¿cómo se hace?
Las
investigaciones y estudios sobre comportamiento infantil suelen coincidir a la
hora de señalar la forma de crear en el niño unas conductas adecuadas. Mantener
un buen vínculo afectivo con los progenitores fomenta procederes correctos en
el pequeño. Dedicar tiempo suficiente a estar juntos en edades tempranas, jugar
con ellos, prestar atención a sus actuaciones y ejercer el control sobre ellas
cuando sea necesario son algunas de las pautas para corregir los problemas de
conducta en el niño.
Es
fundamental, asimismo, poner límites a sus demandas desde muy pequeños y
mantenerse firme en ellos. Esta práctica es una de las mejores formas de
establecer unos hábitos de conducta adecuados, que el niño utilizará como
referente en su comportamiento posterior.
Tan
importante es prestar atención al niño cuando se comporta bien como retirársela
ante una actitud negativa
En
distintos manuales de pedagogía para
padres sobre conducta infantil, precisa que "establecer límites es
concretar qué se espera del niño y qué no". En caso de que estas fronteras
se traspasen, advierto: "hay que adoptar medidas".
La
atención que un niño recibe de los adultos juega un papel primordial en el
control de la conducta de los pequeños. Tan importante es prestarle la
suficiente atención cuando se comporta de forma adecuada, y halagarle por ello,
como retirársela cuando el comportamiento sea negativo.
El
comportamiento inadecuado de los niños se desarrolla con frecuencia "para
llamar la atención de los padres, ya que comprueban que hay una desproporción
entre la forma de actuar de ellos cuando se portan mal y cuando se portan
bien". Si las actuaciones inadecuadas son las únicas que atienden los
progenitores, el pequeño, ante la necesidad de atención, reforzará estas en
detrimento de las buenas conductas.
Pasos para corregir los problemas
de conducta infantiles
Entre
otras pautas básicas recomendadas por los especialistas, destacan las
siguientes:
- Claridad. Cuando se dan instrucciones al niño, es importante ser claro y preciso. No es lo mismo decirle "pórtate bien", o "no te portes mal", que decirle qué es correcto y qué no lo es.
- Coherencia y constancia. Un padre que riñe a su hijo por un determinado comportamiento, debe hacerlo siempre que lo detecte de nuevo. Hay que tener en cuenta, asimismo, que el pequeño observa su entorno y lo imita: no sería correcto desaprobar una conducta que contempla de forma habitual en su familia.
- Consenso y complicidad. Es necesario que todos los miembros de la familia, y de fuera de ella con responsabilidad sobre el niño, apliquen las mismas pautas a la hora de enseñar al pequeño buenos hábitos de conducta. Todos deben permitir, o no, las mismas actuaciones.
- Niños con Rabietas. El consejo general es hacer caso omiso cuando se produce la rabieta y retirarle la atención inmediatamente. Es importante que los padres, en ese momento, no pierdan la calma y que actúen con firmeza, negando el capricho o la demanda, pero a la vez sin alterarse, sin gritar ni reñir. En caso de que los padres se enzarzaran en una recriminación mutua o con el niño a gritos, éste percibirá que en cierto modo sigue teniendo el control sobre la conducta de sus padres. Una de las posibles causas de tal comportamiento, reside en el hecho de que el niño ha aprendido a que negándose a colaborar o a obedecer órdenes puede evitar la realización de tareas que no son de su agrado.
- Niño Negativista. El niño se da cuenta de que sólo se trata de ser más perseverante en su conducta (negativismo) que los mayores. Al igual que sucedía con el "niño de las rabietas" el resultado de su conducta (el librarse de hacer aquello que no le gusta) no hace más que reforzar dicho comportamiento, aumentando su probabilidad de ocurrencia y por tanto la cronificación del problema.
- Niño Desobediente. Los episodios de desobediencia pueden forman parte de un desarrollo "normal" del niño en ciertas edades. Para establecer el punto de corte entre la normalidad y la patología deben tenerse en cuenta la frecuencia de estas conductas y su gravedad. La desobediencia puede ir acompañada o no de otros elementos disruptivos como las rabietas o el negativismo. Hay que valorar cada situación para tomar las medidas correctoras oportunas. La edad de aparición de dichas conductas, las circunstancias actuales que la provocan y las mantienen, la situación y relación familiar, son algunos de los puntos a tener en cuenta.
Conclusión
Está
claro que no hay dos niños iguales y por tanto, las mejores técnicas para
confrontar los problemas de conducta serán aquellas que nos funcionen bien en
cada caso o niño.
Las
conductas inadecuadas pueden ser consecuencia de multitud de factores
(internos, externos). Es habitual que se presente algunas de ellas dentro del ciclo
evolutivo "normal", pero hay que consultar al profesional cuando
estas son de mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son
perseverantes en el tiempo.
Hay
niños con temperamentos "más difíciles" que otros y que probablemente
necesitarán estrategias de intervención a medida.
El
crecer en entornos marginales o en colectivos de riesgo o en una familia disfuncional, hijos de padres con antecedentes o problemas de conducta, aumenta
considerablemente el riesgo de presentar conductas disruptivas en la
adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor determinante.
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