Tener autoestima baja
es un problema bastante recurrente en las sociedades modernas. Es que este
mundo competitivo deja fuera de su ritmo a muchas personas, que llegan a
desconfiar de sus propias posibilidades. Quererse a uno mismo es
lo que permite amar a los demás, relacionarse mejor y triunfar en la propia
vida, por eso es tan importante elevar el nivel de autoestima.
La autoestima es el
reconocimiento del valor de sí mismo, es estar conforme con el propio esquema
corporal, con la identidad, con la conducta, con las relaciones y con el
trabajo que se ha elegido, es haber aprendido a respetar el propio lugar, las
necesidades, los sentimientos y las propias emociones, es tener el coraje de
seguir las inclinaciones y la vocación personal, es saber que lo que se ha
llegado a ser ha sido ganado con fuerza de voluntad y esfuerzo, es tener
proyectos y confiar en sí mismo, es saber perdonarse los errores y tener
esperanza, es estar orgulloso de la persona que se es.- No soy amable conmigo mismo
- Desprecio las cosas buenas que sí tengo
- Me siento incapaz e impotente
- Me dejo influir por los demás
- Culpo a los otros de mis propias debilidades
- Actúo a la defensiva
- No me quiero
todas
esas son señales de una baja autoestima.
Pero existen
pensamientos que pueden acosar a una persona y bajar su autoestima, como las
ideas fijas que resultan inadecuadas. Esas ideas son aprendidas y condicionan
su creatividad y su conducta; son un obstáculo para los cambios, la convencen
de que es no es buena para algunas cosas y bloquean las oportunidades que se le
presentan. ¿Reconozco
algo en la siguiente lista?
- “Creo que no valgo mayor cosa.”
- “Ellos tienen la culpa....”
- “Si las personas a mi alrededor fueran diferentes, mi vida sería diferente.”
Todos
esos son pensamientos que restan en vez de sumar.
Todo
eso proviene de pensamientos muy poderosos dentro de mí. Esos pensamientos
generan creencias muy arraigadas, muy poderosas y claramente nefastas.
Esos
pensamientos me quitan poder, me empequeñecen y me disminuyen. Allí está la
clave para comprender la razón de mi baja autoestima: La dirección de esos pensamientos es destructiva
Sentir
que no valgo nada es lo peor que puedo sentir en esta vida. Es descalificar la
esencia de lo único que es verdaderamente mío: yo mismo. Si siento que no valgo
nada, entonces nada de lo que soy, tengo o hago tiene ningún sentido.
Por
desesperación, termino buscando al menos un culpable para desahogarme un poco.
Pero la culpa nunca me llevará en una dirección positiva. No me ayuda, no me
construye, no me señala una dirección de salida. Sólo me hunde y oscurece más
el panorama de por sí nefasto.
Culpar
a los demás es darles poder sobre mi vida: si ellos cambian, yo mejoro.
Mi
bienestar – mi autoestima – ¿depende de lo que ellos hagan o no hagan?
Cuando una idea está
muy estructurada en el pensamiento y uno se da cuenta que lo limita, es
necesario salir de ese condicionamiento abandonando el temor a cometer errores
y al fracaso y además no pretender ser perfecto
.
El perfeccionismo hace
que los proyectos no se cumplan y por otro lado es una meta que es imposible
cumplir porque no hay nadie que sea perfecto.
No es la perfección lo
que permite realizarse como persona, sino la creatividad personal que es única. Tampoco son sólo los
resultados los que producen satisfacción, sino todo el proceso, la experiencia
que se adquiere, lo que se aprende, lo que se puede expresar con el propio
obrar.
Tener complejo de
inferioridad es tener baja autoestima, es cometer el error de pensar que
siempre serán los otros los mejores y que nunca los podrá superar porque cree
que la vida es siempre una competencia con los demás.
Se puede ser diferente
y único pero nunca compararse con los demás, porque los otros también son
únicos y distintos. Solamente se puede hacer una comparación con el propio
potencial, quién se es ahora y quién se podría ser.
Por esta razón resulta
fundamental conocerse, aceptarse, comprenderse y ser bueno y compasivo con uno
mismo.
Los sentimientos de
culpa también bajan la autoestima y surgen cuando se actúa sin responsabilidad,
pero estos sentimientos son inútiles si se continúa actuando en forma
irresponsable, porque no hay juez más severo que uno mismo.
- Mi baja autoestima persiste porque sigo permitiéndole a esas vocecillas que gobiernen mi vida.
- Sigo aceptando su opinión de que yo no valgo nada, de que no puedo tomar mis propias decisiones ni tengo la capacidad de elegir mis propios pensamientos.
- Mi baja autoestima dejará de mortificarme cuando yo me siente en el asiento del conductor y elija la dirección de los pensamientos que quiero en mi mente.
- Cuando yo asumo el control, tomo cada una de esas opiniones y la reviso. Si siento que me construye, me integra y me libera, entonces adopto esa opinión o ese pensamiento como mío.
- Si por el contrario, esa opinión me destruye, me empequeñece y me hace sentir mal, la reformulo o sustituyo por otra que sí me construya.
La autoestima no proviene de lo que dicen o
piensan los demás, sino que es el propio auto concepto, la genuina sensación
interna de estar intentando ser la mejor persona que se puede ser.
Las elecciones que cada
uno hace revelan cómo se valora como persona. Si se elige no asumir riesgos, apostar
a lo seguro, hacer lo que hace la mayoría, es porque se pretende ser perfecto y
no se tiene confianza en sí mismo, en las propias cualidades ni en el
potencial.
La depresión, la ira,
el resentimiento y el rencor, son también elementos que disminuyen la
autoestima, porque son emociones que no permiten avanzar y mantienen al
individuo en el pasado, y el pasado no se puede cambiar. Cada uno es responsable
de su propia vida y no puede adjudicarle al destino las experiencias que le
tocan vivir, porque el problema no es lo que sucede sino qué hace la persona
con lo que le pasa. Sentirse víctima es la
mejor excusa para no intentar nada.
A
lo largo de la vida pueden surgir multitud de problemas que nos hagan
atormentarnos y valorarnos de forma negativa. Las personas tendemos a intentar
ser perfectas y, al no ser capaces de conseguirlo, podemos tender a culparnos,
criticarnos y castigarnos, lo que hará que nuestra autoestima se resienta.
Por
ello, es importante saber valorarse de forma realista y darnos cuenta de que
somos seres humanos con nuestras virtudes y defectos y que debemos aceptarnos.
Es importante que aprendamos a manejar nuestros errores, a evaluar nuestra
culpa de una manera equilibrada y realista y que seamos capaces de perdonarnos
y de perdonar a los demás.
Debemos
aprender también que culpabilizarnos no solamente es dañino para nuestra
autoestima sino que, además, no conduce a nada positivo. Resultará mucho más
útil para nosotros y para los que nos rodean que seamos capaces de asumir la
responsabilidad de nuestras acciones y buscar soluciones para arreglar nuestros
errores e intentar no cometerlos en el futuro. Por ello daremos una serie de
pautas que pueden resultarnos útiles para mejorar la responsabilidad.
Todo
esto nos permitirá aumentar nuestra autoestima, dejar de castigarnos con
recriminaciones y responsabilizarnos de nuestra vida para mejorar de cara al
futuro. Continuar sumidos en la culpa por no ser capaces de conseguir un ideal
de perfección inalcanzable es un camino que sólo conduce a la baja autoestima y
la depresión.
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