El
caso Vincent Lambert cuestiona sobre el fin de la vida y aun más
especialmente sobre el derecho a la eutanasia. Víctima de un accidente de
tránsito en el 2008, Vincent Lambert, a sus 38 años, luego de haber pasado una
fase de coma profundo, se encuentra ya desde el 2011 en un coma dicho "pauci-relacional”
También
conocido como “estado mínimo de consciencia” un estado vegetativo crónico en el
cual, él mueve los ojos, sin que sea posible saber si él comprende lo que se le
dice. Su mujer, varios miembros de su familia y los médicos, luego de una
decisión común, piden una interrupción definitiva de los cuidados médicos.
Los
padres rechazan el pedido. Los abogados de los padres defienden el hecho que V.
Lambert no está agonizante y que no está enfermo. Él es discapacitado.
Siguiendo
esta lógica, la Ley Leonetti, que proscribe “la obstinación irracional” en
cuanto a cuidados y a investigaciones cuando estos tienen como objeto o efecto
el mantener la vida artificialmente, no se aplica. El tribunal administrativo
de Châlons-en-Champagne se pronunció el 16 de enero, contra una decisión de eutanasia
pasiva, éste, no acató la decisión de los médicos. Hay que recalcar un segundo
punto de la Ley Leonetti: introduciendo el "el derecho a la sedación en fase final", sedación que puede tener por efecto secundario de abreviar o acortar
la vida del enfermo, la ley autoriza al médico a calmar el dolor pese al riesgo
de vida del paciente.
Si
la Ley Leonetti ha marcado un avance con respecto a tomar en cuenta el último
periodo de la vida, sus opositores, particularmente la Asociación por el
derecho a morir con dignidad, le reprochan de haber rechazado la eutanasia, que
ellos reivindican como un “derecho a una última libertad”
Pero
la expresión “fin de la vida” no es evidente. Los pacientes que presentan
estados vegetativos crónicos (EVC) ya no pueden expresar su voluntad y
presentan una pérdida definitiva de la consciencia. Pero, ¿qué sabemos de la
localización de la consciencia? Los neuro-cientificos están de acuerdo al decir
que la consciencia “requiere sistemas cerebrales múltiples”. No existe una zona
del cerebro totalmente aislada y estrictamente responsable de un solo tipo de
actividad.
Aquellos
pacientes en EVC a veces pueden vivir muchos años, sin que sepamos con certeza
lo que ellos sienten. Todo el problema es que “el despertar” del sujeto en
estado vegetativo es un hecho objetivo, mientras que la ausencia o la presencia
de consciencia es de orden subjetivo, subraya Paula La Marne.
Los
casos de esos pacientes en EVC, como el de V. Lambert, cuestionan la definición
del fin de la vida y de la muerte. Los términos de suicidio asistido, de
eutanasia y de sedación terminal necesitan igualmente ser definidos. A veces se
habla de eutanasia activa cuando se toma la decisión de procurar la muerte y de
eutanasia pasiva cuando la muerte ocurre, sin la intención de procurarla, como
efecto secundario de un tratamiento sedativo. En contraste a ese deslizamiento
semántico, del fin de la vida, se insiste sobre la necesidad de distinguir los
términos de eutanasia y de sedación terminal.
Esta
distinción se encuentra sobre una ínfima franja que separa la sedación en fase
terminal y la eutanasia. Sin embargo, el paso de la autorización de la sedación
en fase terminal con una fuerte probabilidad de muerte como consecuencia, a la
legislación de la eutanasia, en el mismo contexto, marca un avance.
La elección de Freud
En
este debate, persiste un caso absolutamente único para los psicoanalistas, el
de Freud. El fin de la vida de Freud, en el otoño de 1939, en efecto, nos
ilustra los cuestionamientos actuales sobre un fin de la vida medicalizado y
digno; igualmente nos procura un esclarecimiento sobre la función que puede
ocupar un médico en este último espacio de vida. El Dr, Schur acompaña a Freud
los diez últimos años de su vida.
Freud
sufrió durante dieciséisaños de un cáncer que comenzó a la altura de la
mandíbula y del arco del paladar y que se extendió progresivamente a nivel
local. Desde los primeros signos de la enfermedad, en 1923, Freud le pide a un
colaborador cercano que lo ayude “a desaparecer de este mundo con decencia",
si él estaba destinado a morir en el sufrimiento.
Él
soportó treinta y tres intervenciones quirúrgicas entre 1923 y 1939, año de su
muerte. Como secuela de su primera intervención, una extracción de los tejidos
reduciría considerablemente la apertura de la boca y será responsable para
siempre de dolores insoportables.
El
mismo año, se procedió a una nueva intervención quirúrgica para una extracción
masiva de la mandíbula superior y del paladar. Una prótesis enorme fue
diseñada. Ella fue apodada «el monstruo» 9, tanto por los dolores que ella
ocasionaba como por la incomodidad que infligía. En 1926, cuando Freud tiene casi
70 años, una patología cardiaca duplica la discapacidad ORL. El escribe a Marie
Bonaparte: “Usted comprenderá que esta coyuntura-incapacidad de trabajo
amenazante por causa de trastornos de la palabra y del oído acompañados de
cansancio intelectual –yo pueda no estar disgustado por esta afectación
cardiaca que me abre perspectivas para un fin, ni tan lejano, ni tan triste..”
Sin
embargo, a pesar de los dolores y de los numerosos males que el aguanta, el no
dejará de analizar, de descubrir y de transmitir hasta los últimos días de su
vida. El 4 de Junio de 1938, muy debilitado por la edad y la enfermedad, deja
Viena para ir a Londres, más para proteger su hija Anna que por el mismo. En
una de sus últimas cartas a Marie Bonaparte, Freud escribe: “No estoy bien, mi
malestar y las secuelas del tratamiento son la causa (…). Se ha intentado
sumergirme en una atmosfera de optimismo diciéndome que el carcinoma está en
regresión, que los síntomas reactivos son solo temporales. No me lo creo y no
me gusta ser engañado”. Este hombre tan abierto al mundo, ahora, describe un
universo reducido por el sufrimiento como “un pequeño islote de dolor en medio
de un mar de indiferencia”. Muere, el 23 de Septiembre de 1939 en Londres, en
libertad. En lo que concierne los últimos días de vida de Freud, se pueden leer
las notas y reflexiones de Peter Gay y las paginas que le dedicó Jones. Este
último cuenta que: El 21 de Septiembre de (1939), Freud le dice a su médico:
“Mi querido Schur, se acuerda usted de nuestra primera conversación (10 años
antes). Usted prometió ayudarme cuando yo ya no pueda más. Hoy en día, ya no es
más que una tortura y eso ya no tiene sentido.” Schur lo tomó de la mano y le
prometió procurarle el calmante adecuado.
Peter
Gay, retomando los apuntes inéditos de Schur, constata que Freud le dijo a su
médico: “Háblelo con ella”. Se refería a Anna. Y Freud continuó: “Si ella piensa
que es justo, pues terminemos con esto”. Si Anna en un principio luchó contra
esta idea, luego se resigna con el dolor del alma, precisa Schur.
En
lo que concierne la sedación terminal, Peter Gay no duda en decir que Schur
mintió en el reporte que publicó de la muerte de Freud. “Como lo indica
claramente en una carta dirigida a Anna Freud el 19 de Marzo de 1954, el había
consultado un jurista sobre la eutanasia” y por lo tanto, había falsificado la
dosis de morfina administrada a Freud. Las últimas dosis de morfina eran
altamente mortales para cualquiera. Es así que, concluye Peter Gay, “veo la
muerte de Freud como el suicidio de un estoico, del cual Schur se hace cargo,
porque Freud era demasiado débil para actuar por sí mismo, su médico fiel, que
lo quería, con el consentimiento a regañadientes, de su hija, no menos fiel y
que lo amaba aún más”.
El
fin de la vida de Freud nos introduce en un debate actual sobre el fin de la
vida: sedación terminal para unos, suicidio medicamente asistido para otros,
rol de la familia, véase de la persona de confianza a través de la persona de
su hija Anna, pero también órdenes anticipadas.
Referencias:
1El
numero 63 de Letterina, boletín de la ACF
Normandia, hará eco de esos debates.2 Clavreul L., «Caso Lambert: en el tribunal, los deseos del paciente y le ley
Leonettien debate», Le Monde.fr|15.01.2014.3¿con dignidad, Jean-Claude
Gansewitch Ed., 2013, Paris, 4ªen
cubierta. 4
La Marne P.,«Muerte »,Diccionario del pensamiento médico, PUF, Paris, 2004, p.
755-757. 5
Ibid, p. 756 6
Aubry R., « Una sedación terminal no es una eutanasia!», Boletín de información
de la Orden de Médicos,Número
especial, Mayo-Junio 2013.7
Jones E., La vida y Obra de Sigmund Freud, T III, PUF, 1969, Paris, p. 102.8 Ibid, p. 103.9 Ibid, p. 108.10 Ibid, p. 138.11
Ibid, p. 279-280.12
Gay P., Una vida, T. II, Hachette, 1991, Paris, p. 489-490.13
Ibid, p. 490.
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