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lunes, 10 de agosto de 2015

Psicoanálisis de la Automutilacion

A través de la historia de la humanidad, las marcas en la piel ya sean autoinfligidas o infligidas por otro, han adquirido diferentes significados y formas de interpretarse, por parte del sujeto y por parte de la sociedad.

Françoise Dolto en su obra titulada “La imagen inconsciente del cuerpo”, postula a la imagen del cuerpo como: “una síntesis viva de nuestra experiencias emocionales (…) una encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante”.

Sin embargo la constante es la expresión a través de la piel, que es nuestra primera herramienta de presentarnos ante el mundo físicamente. Freud (1905) afirma que la piel debe ser considerada como la zona erógena por excelencia, ya que en ella pueden tornarse un cúmulo de excitaciones placenteras. La piel reviste particular erogeneidad en el caso de los impulsos de crueldad y dolor, ambos constitutivos de la pulsión sexual.

El abordaje psicodinámico y psiquiátrico de la conductas de automutilación como síntoma de diferentes patologías ha permitido un mejor entendimiento y tratamiento del paciente.

Los trastornos psiquiátricos asociados a la AM, según el DSM son:
  • Cuadros orgánicos cerebrales
  • Trastornos del desarrollo de la infancia
  • Esquizofrenia y otras psicosis
  • Trastornos del ánimo
  • Depresión y Enfermedad bipolar
  • Trastornos de ansiedad
  • Crisis de pánico, T.O.C. y T.E.P.T.
  • Trastornos disociativos
  • Trastornos del desarrollo de la personalidad
  • Límite, antisocial
  • Trastornos relacionados con sustancias
  • Trastornos del control del impulso
  • Tricotilomanía
  • Trastornos facticios
  • Trastornos de la conducta alimentaria.

El perfil característico de una persona que comete AM es el de una mujer de clase media, con un nivel intelectual sobre el promedio y que inicia esta conducta en la adolescencia La autolesión suele esta correlacionada con experiencias traumáticas de la infancia o serios compromisos de identidad y con el grado de impulsividad, el enojo crónico y la ansiedad crónica. Presentan baja autoestima, intolerancia a la frustración, descontrol de impulsos y disfunción familiar. No tienen mecanismos de autocuidado ni destrezas, presentan dificultades en la vinculación, necesidad de aprobación y afecto e inmadurez emocional que repercute en la dificultad que presentan para identificar, reconocer, expresar y manejar las emociones, emociones que no pueden canalizar y que explotan con el acto impulsivo que no da tiempo a reflexionar y que lo expresan por medio de una autoagresión.

En 1935, Menninger clasifica la automutilación dependiendo el tipo, y el contexto en el que se presente, tomando en cuenta que el síntoma opera debido a que la agresión dirigida hacia un objeto externo se vuelve hacia el yo y ésta a su vez es reforzada por medio del autocastigo. La clasificación propone los siguientes tipos de automutilación

1) neurótica, 2) religiosa, 3) ritos en la pubertad, 4) en pacientes psicóticos, 5) en presencia de padecimientos orgánicos, y 6) en personas normales. Al final la automutilación es el resultado del conflicto entre impulsos agresivos y destructivos provenientes del Superyó y la voluntad de vivir, teniendo como resultado la autodestrucción parcial de alguna parte del cuerpo, gratificando los impulsos agresivos anticipándose a las consecuencias de una destrucción total.

Actualmente existen diferentes teorías y postulados los cuales permiten un mejor acercamiento y entendimiento de la automutilación como un síntoma.

En la adolescencia, se reeditan los diferentes conflictos no resueltos en la infancia, como la representación del cuerpo, sus funciones y la imagen corporal etc. Al mismo tiempo en este periodo los cambios en el funcionamiento mental hacen posible que la persona dirija la agresión hacia sí mismo en formas extremas como lo es la automutilación.

La autodestrucción, que se manifiesta en cortes, quemaduras, rasguños, arañazos, tirones del pelo, golpes (sobre todo en la cabeza), auto lesiones, cualquier forma de producción de dolor es una forma de expresar el sufrimiento, una forma no verbal de comunicación donde los sentimientos se transmiten visualmente a través del cuerpo. Generalmente, se usa para liberarse de sentimientos de rabia, ira, tristeza, soledad, rencor y dolor emocional. Se efectúa para liberar esas emociones que el autoagredido no puede expresar. También, a veces, ante el sentimiento de no estar vivo, los autoflageladores se cortan para cerciorarse de que siguen vivos.

Muchos psicoanalistas hacen especial hincapié en que durante la adolescencia se debe adquirir madurez psíquica, a través del separación del vínculo con los objetos originales.

En los pacientes con conductas de automutilación, es común encontrar que la relación con la madre ha sido marcada por la ambivalencia, caracterizada por intensos sentimientos hostiles marcados por deseos de muerte, a la par de intensos sentimientos de amor. Por lo tanto la perdida vivida como abandono, es experimentada como la confirmación del deseo omnipotente de muerte, así como una amenaza al vínculo encargado de suministrar la energía libidinal esencial; ya que el objeto, la madre, ha sido retenida a través de introyección; por lo tanto los ataques al propio cuerpo son dirigidos a este objeto previamente introyectado.

Se ha observado que en lugar de buscar gratificación sexual a través de sus propios genitales en proceso de maduración por medio de la masturbación y las fantasías que la acompañan, los adolescentes con conductas de automutilación, son incapaces de controlar las fantasías masturbatorias ya que éstas generalmente están vinculadas  a la escena primaria, generando gran cantidad de displacer; por lo tanto el acto destructivo en sí es vivido en la fantasía inconsciente como la destrucción de los genitales, fuente de displacer; dando al adolescente la posibilidad de ejercer un rol pasivo y activo dentro de la fantasía.

El acto de automutilación, tiene componentes placenteros; ya que el acto de cortar la piel también representa una actividad autoerótica, que involucra tanto el intento de gratificación sexual a través de la masturbación, pero a la vez el castigo por el impulso de autoestimulación. El acto de automutilación es una acto de extrema desesperación en el que las defensas del paciente no pueden mantener el control de los impulsos sexuales ya agresivos; por lo tanto el paciente se vuelve el perpetrador y la víctima.

Se podría decir que los pacientes que presentan conductas de automutilación crecen en un ambiente ambivalente, en el que el padre generalmente es ausente y la madre puede ser sobreprotectora, controladora, pero sobretodo inconstante en lo que refiere a la relación con su hijo. Los episodios de automutilación se presentan como un intento de eliminar las fantasías de la escena primaria como parte de la masturbación, como una manera de separarse de la madre; pero sobretodo cumplen una función de purificación que modula los estados de ansiedad, tensión sexual, e impulsos agresivos.

Por último es importante mencionar que el acto de cortarse es generalmente un pasaje al acto en el que el sujeto intenta solucionar la experiencia de abandono y la amenaza de aniquilación vivenciada cuando se experimenta una situación. Cada cicatriz es un grito de que pide ayuda.

 “Seguir recurriendo a la actuación y no a la verbalización funciona en los jóvenes como reforzador de la idea de  transgresión a las normas, a su cuerpo y a la autoridad”.

Bibliografía

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http://alex-psicoclinica.blogspot.mx/2012/02/automutilacion.html