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jueves, 23 de junio de 2016

Perfil del Coleccionista

La pasión de coleccionar es tan vieja como el hombre. Todos tenemos, como uno de nuestros rasgos fundamentales, una inclinación a coleccionar.
El psicoanálisis nos ha explicado el origen de la tendencia a coleccionar. Un juego entre la analidad, oralidad y el falo, y el fantasma de la castración. Según su análisis, el coleccionismo actúa de manera invariable en sentido opuesto a la actividad sexual genital, aunque no debiera ser considerado como un puro y simple sustituto de esa actividad sino como una actividad regresiva (anal) con fuertes rasgos narcisistas y fetichistas, que se manifiesta en patrones de conducta tales como acumulación, ordenamiento, retención agresiva, y así sucesivamente. La actividad de coleccionar posee un carácter fálico.

El coleccionismo también es un fenómeno antropológico, sociobiológico y como dije psicodinámico que ocurre más frecuentemente en hombres que en mujeres. No se puede hablar de un patrón estricto pero sí de una característica muy propia de los auténticos coleccionistas: Son ordenados y cuidadosos y se da también cierta posición obsesiva, que puede ser exacerbada sin caer en la patología y que está directamente relacionada con lo que se colecciona. Existe, además, una vinculación psicológica con el objeto coleccionado.

Perfil común: es extremadamente ordenado, le motiva la búsqueda, escoge a partir de criterios personales y además, le gusta mostrar lo que tiene. La búsqueda de una afición, distracción o un hobby, que acaba en una decisión de dedicarse al coleccionismo está sin duda muy ligada a aspectos de personalidad.

Sabemos que la psicopatología moderna considera abiertamente el coleccionismo como una conducta ligada a naturalezas maníacas y megalómanas, estrechamente relacionada con comportamientos premórbidos. El coleccionismo puede ser una práctica seguida por una gama muy diversa de tipos de personalidad y psicodinámicas, puede haber colecciones esquizoides, maniacos, obsesivos, narcisistas y  pueden coexistir aspectos comunes entre ellos y diferir en grado o en toxicidad.

Pero el coleccionismo como una “patología sana”, resulta beneficiosa en muchos sentidos: Porque produce relajación y la satisfacción anímica de conseguir cosas, además de la contemplación de algo que para el coleccionista resulta bello o precioso. También facilita el orden, el deseo de cuidar los objetos y de valorarlos.  Además de desarrollar la capacidad intelectual, el lenguaje y la sociabilidad, la tendencia por el orden y el ahorro y un reposo físico y psíquico-, otras investigaciones han corroborado que el coleccionismo ayuda a superar el aislamiento social, además de servir como un remedio contra las vicisitudes y las prisas de la vida moderna, al ser ante todo una magnífica fórmula para llenar los ratos libres y educar a uno mismo y a los que le rodean en el gusto por lo bello, por la búsqueda y por la curiosidad. Asimismo, se deben difundir y analizar con mayor rigor sus virtudes terapéuticas.

“En el deseo de coleccionar objetos aflora la resistencia al tiempo, el deseo de retener el pasado y mantener la memoria, es una manera de poner orden en el caos mediante la clasificación. Cada uno tiene su propio motivo”.

Coleccionar es también un modo de aprender a gestionar la frustración (no se puede lograr todo ya, hay que tener paciencia) y de aumentar la autoestima (en el momento de mostrarla a otras personas). Es modo de expresar inequívocamente el control sobre un aspecto de nuestra realidad privada, un modo de autoafirmación. Al coleccionista le mueve principalmente el deseo de posesión, la necesidad de una actividad libre, el propósito de autosuperación y la urgencia de clasificarse a sí mismo. Así, muchos médicos recomiendan a personas mayores el coleccionismo, principalmente a pacientes que se recuperan de problemas de estrés o cardiacos. Y es que el coleccionismo debe vivirse como una afición flexible, que puede y debe convivir perfectamente con otras aficiones o actividades, pero que conlleva hábitos de conducta “sanos” que se mantienen durante toda la vida, como el carácter voluntarioso, constante, metódico y apasionado por la ocupación del tiempo libre, y que encierra la satisfacción personal por la posesión de algo único e irrepetible, todo esto por un coleccionismo ejercido con control.

Cuando se elige qué se va a coleccionar: La naturaleza del objeto elegido nos habla sin duda de la persona que hay tras ella, rasgos de su personalidad, de sus fantasías y temores más inconscientes, así como también de su posición socioeconómica, etc. La motivación pasa por una necesidad más personal, psicológica, de demostrarse que día a día trabaja por su idea, de que aumenta su autoestima al mismo tiempo que su colección. Esta reafirmación siempre es correspondida por su entorno, ya que el coleccionista es alguien casi siempre bien considerado, que sigue una pasión, que ha demostrado con su perseverancia que es digno de admiración.

El problema de ser coleccionista es que puede provocar que las personas con tendencia a sufrir un trastorno obsesivo compulsivo desarrollen antes esta patología o en una adicción a las compras.  Aquí el coleccionismo llega a convertirse en una obsesión y por lo tanto en un problema en aquellos sujetos que presentan una vulnerabilidad personal, que tienen falta de autoestima, escasas habilidades sociales y trastornos a la hora de enfrentarse a los contratiempos. Cuando aparece este sentimiento de ineficacia personal, el coleccionismo compulsivo les ayuda a sentirse mejor.

Acumular no es exactamente coleccionar. Mientras que el coleccionista es ordenado y cuidadoso y suele socializar su colección mostrándola orgulloso, la acumulación segmentada y desordenada, sin sentido de la calidad de lo que se colecciona, forma parte de una especie de psicopatología, como el síndrome de Diógenes.

El coleccionismo como gratificación. Encuentra placer en la mera posesión tocándolo, exhibiéndolo, oliendolo o haciéndolo parte de él. Piensa que un objeto usado de esta manera le permite al coleccionista aliviar ansiedad y proveer gratificación como un fetiche o una derivación del fetichismo. Se considera que los objetos transicionales permiten reducir angustia de separación y acceso a nuevas conductas. Los objetos inanimados permiten la diferenciación entre el yo y lo no yo y a la vez termina siendo placentero. Posiblemente hablamos del coleccionismo como un fetiche,  una transferencia y depósito libidinal.

Así, podemos concluir que el coleccionismo como actividad cotidiana, además de ser beneficiosa para la salud, siempre y cuando se lleve a cabo con mesura y control, muy probablemente esté impregnada en nuestro DNA. Es una combinación muy curiosa de instintos. Un coleccionista es un ser vivo y apasionado, ordenado y cuidadoso, con un punto de obsesión, constante en el tiempo y a quien le gusta compartir y disfrutar.

Desde este ángulo más íntimo, a través de las complejas motivaciones psíquicas que lo rigen, el coleccionista propone un relato, resuelve un rompecabezas, cuenta una historia olvidada, y sus propuestas, a veces, modifican la historia.

Personalmente me gusta coleccionar autos a escalas....


“En cada coleccionista existe un Don Juan Tenorio” Freud