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sábado, 30 de diciembre de 2017

Fagofobia: Miedo a Tragar o Atragantarse.

La fagofobia es el nombre que se da al rechazo a la comida debido al pánico a ahogarse o asfixiarse cuando se tragan los alimentos. También provocando ansiedad aguda en los pacientes cuando están comiendo o tomando medicamentos orales.
Las víctimas de fagofobia experimentan dificultades al comer y frecuentemente se niegan a comer, especialmente en público.

Dependiendo de la gravedad e intensidad de la fobia, los pacientes podrían mostrar signos típicos de ansiedad al comer, incluyendo:
  • Frecuencia cardíaca rápida
  • Respiración rápida
  • Sudoración
  • Sequedad en la boca
  • Náuseas
Nota: No todos los que padecen la fagofobia la sufren con la misma intensidad. En algunos de los casos más extremos se pueden producir vómitos, lo que retroalimenta el miedo.

Las personas fagofóbicas son propensas a tener bajo peso y desnutrición. Si bien es cierto, en algunos casos, se confunde el diagnóstico con la anorexia nerviosa. En los casos más graves la persona come sólo alimentos blandos y líquidos.

También es común que tengan problemas para respirar, sobre todo cuando se acerca la hora de la comida. Asimismo, pueden aparecer mareos, náuseas, sudoración excesiva, palpitaciones y temblores. En algunos casos, la perspectiva de que tendrán que tragar puede provocar incluso un ataque de pánico.

Causas

Familiares, amigos e incluso los enfermos podrían atribuir la fobia a un trastorno alimenticio. Muchas personas confunden el miedo a tragar con trastornos de la alimentación. En los casos de fagofobia, la desnutrición es consecuencia de tener miedo a comer.

A veces, el temor proviene de un incidente traumático. Las víctimas pueden haber experimentado un caso de asfixia o vómito, cuyo recuerdo ha alimentado el temor hasta convertirse en la fobia actual o haber padecido una esofagitis o faringitis dolorosa. Muchos de estos eventos provienen de traumas de la infancia, pues éstos son los recuerdos que persisten con más claridad, aunque también puede ser originado por traumas adultos. En la mayoría de los casos, el afectado teme la repetición del incidente y esa experiencia provoca miedo, terror o pánico.

Otras causas que se han determinado son la intimidación que puedan sufrir los niños a la hora de comer debido a la actitud violenta de los padres. También los abusos sexuales infantiles pueden ser una causa de fagofobia.

Las personas más ansiosas por naturaleza son más vulnerables a fobias como esta. El miedo a tragar puede también ser el resultado de abuso infantil o intimidación. La alimentación forzada o ansiedad e insistencia de los padres sobre temas de alimentación puede contribuir a que la fobia crezca.

Tratamiento

Las personas que sufren estos síntomas u otros similares deben consultar con un profesional médico que identifique y diagnostique correctamente su condición y les dé los mejores consejos para tratarlos.

La terapia física, terapia psicológica para ayudar a manejar la ansiedad, el miedo o el pánico que pueda sufrir el niño/adulto y la medicación pueden ser usadas ​​para tratar la fagofobia.

Posible modelo de intervención a seguir: En primer lugar es muy importante realizar una fase educativa en la que los padres y sobre todo el niño/adulto entiendan por qué se produce un atragantamiento, y el funcionamiento del problema en la actualidad. Además es importante enseñarle técnicas para reducir los niveles de ansiedad (Respiración diafragmática y relajación muscular de Koepen). Y la base del tratamiento es la exposición gradual a los estímulos temidos (que consiste en irle exponiendo gradualmente a ingerir alimentos de distintas texturas hasta llegar a una alimentación normal). Y a la vez de la exposición es importante enseñar técnicas distractoras para detener los pensamientos automáticos negativos que llevan al aumento de ansiedad e intentar reestructurar cognitivamente los pensamientos que surgen ante la idea de un futuro atragantamiento y las consecuencias de este. Y por último, como en todo tratamiento con niños es muy importante reforzar continuamente al niño/adulto e ir dando pautas a la familia, y al terminar el tratamiento es muy positivo darle pautas a la familia y al niño/adulto para prevenir posibles recaídas.

También pequeñas ayudas también pueden ser beneficiosas. Como ejemplo, se puede usar agua para facilitar la ingesta de alimentos. Con esta pequeña ayuda, el individuo puede experimentar niveles reducidos de ansiedad y será capaz de comer sin incidentes. Los pasos que habría que dar para ir superando la fagofobia deben ser progresivos, ejemplo: comenzando por servir purés muy líquidos y poco a poco, de forma gradual espesarlos más hasta llegar a los alimentos sólidos. También de forma gradual ir añadiendo tropiezos de carne o pescado. Una vez que se hayan introducido de forma satisfactoria los alimentos sólidos, estos también de forma gradual se irán sirviendo desde las formas más blandas, como verduras hervidas, huevos pasados por agua, pescado hervido o carnes blancas a alimentos más preparados.

Algunas personas con fagofobia han conseguido, con técnicas de respiración, concienciación reducir su ansiedad a niveles manejables durante las comidas.

Se sugiere: Será muy positivo que junto a la terapia psicológica y la introducción de alimentos, se enseñe una educación nutricional al pequeño para que asimile y entienda la necesidad de la ingesta de alimentos.

Cuándo consultar a un médico

Se recomienda consultar con un profesional a cualquier persona que considere su fobia como algo severo. Los temores como la fagofobia pueden ser diagnosticados, tratados y, en algunos casos, curados. Sin un diagnóstico adecuado, sin embargo, el tratamiento no puede comenzar, y si lo hace es muy probable que la condición no mejore.

Conclusión

La fagofobia es el miedo irracional a ahogarse al ingerir alimentos, bebidas o pastillas. Las personas que sufren este problema sienten como si su garganta se hubiera estrechado, lo que les lleva a pensar que la comida no podrá pasar, lo que se traduce en el miedo a que la comida se les quede atravesada en el esófago o incluso pase al aparato respiratorio y les produzca la muerte por asfixia. Como resultado, la mayoría de los fagofóbicos mastican de manera excesiva los alimentos y en los casos más extremos, se limitan a ingerir alimentos fáciles de tragar como las sopas, los purés o los zumos.

El miedo permanente a atragantarse provoca severas dificultades para alimentarse. Obviamente, en este punto aparecen complicaciones médicas relacionadas con el déficit de proteínas, vitaminas o minerales.

Hoy en día, si es necesario y gracias a los avances en el diagnóstico por imagen, casi todo lo que se debe hacer para determinar la razón del problema es escanear el área con la aparatología adecuada.




Fuente:
Çiyiltepe, M; Türkbay, T (2006). “Phagophobia: A case report”. The Turkish Journal of Pediatrics

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