El Trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH es el trastorno del neurodesarrollo más frecuente en la infancia y en más de la mitad de los casos persiste en la edad adulta.
También añadiría que es el diagnóstico uno de los más “auto diagnosticados” en la edad adulta, ya que muchas personas que perciben tener algún tipo de problema, fácilmente pueden designarse a sí mismos como personas con trastorno por déficit de atención, y busquen una solución exclusivamente farmacológica para dichos problemas, tribulaciones o malestar.
A su vez, está descrito que las personas con trastorno por déficit de atención presentan otros trastornos mentales asociados. A esto se conoce como comorbilidad, es decir la coexistencia de dos o más enfermedades o trastornos. Las comorbilidades más frecuentes para el TDAH del adulto son:
- Depresión
- Ansiedad
- Abuso del alcohol
- Abuso de otras sustancias adictivas
- Trastorno de personalidad
- Trastorno bipolar
Y de este listado nos
pueden aparecer unos cuantos interrogantes. ¿Por qué tanta comorbilidad y tan
variada? ¿Existe alguna vía biológica común? ó los trastornos comórbidos ¿son
causa o consecuencia del TDAH?
TDAH y depresión
La depresión también
muestra una fuerte comorbilidad con el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad, pero, a pesar de que gran cantidad de estudios han abordado el
tema y ponen en evidencia la asociación, difieren mucho en cuanto a los porcentajes
de coincidencia entre ambos trastornos. Esto está causado por la metodología
utilizada. Sin embargo, se señala que alrededor del 30% de los niños que
presentaban TDAH tenían un cuadro clínico de depresión. Parece que este
porcentaje se mantiene e incluso se incrementa con los adultos, especialmente
en mujeres.
Los síntomas depresivos
que más suelen apreciarse en personas con TDAH son la falta de autoestima, un
estado de ánimo irritable, falta de energía, somatizaciones y problemas de
sueño.
A comentar que la falta de autoestima y el estado de irritabilidad podrían ser consecuencia psicológica de la “ineficacia” para el funcionamiento cotidiano de estas personas.
El trastorno por déficit de atención puede suponer un déficit de la inhibición comportamental. Esto es, las personas con TDAH tienen dificultades para elaborar estrategias para inhibir comportamientos:
Está frenada la capacidad de suprimir una respuesta, esto es, no les resulta fácil, o casi siempre les resulta imposible no reaccionar impulsivamente. Esto puede llevar a problemas de relación con sus semejantes (amén de otros, claro está). Después pueden caer fácilmente en sentimientos de culpabilidad.
También está mermada la
capacidad de contención: dejar de mirar las redes sociales en el móvil, dejar
de jugar en internet, etc. Es decir, posponen con facilidad tareas necesarias
-como estudiar o prepararse para ir al trabajo o hacer una tarea doméstica-.
Con ello, su autoevaluación queda depreciada.
Otros síntomas más
difíciles de explicar serían las somatizaciones, la fatiga y la falta de sueño.
No nos aclaran los trabajos si son síntomas secundarios al propio tratamiento
del TDAH con psicoestimulantes, o bien se dan también en pacientes que no o
reciben.
TDAH y ansiedad
Los trastornos de ansiedad
se consideran los padecimientos psíquicos más frecuentes en la edad infantil.
Pero a pesar de ello su comorbilidad con el TDAH es mucho mayor que la que se
esperaría por el azar. Asimismo, esta mayor comorbilidad se mantiene en la edad
adulta.
De nuevo estaríamos ante una falacia de círculo vicioso… Al igual que para los trastornos depresivos, existe un amplio solapamiento de síntomas, y con ello es difícil determinar si se ha desarrollado hiperactividad y falta de atención a causa de la ansiedad, o bien su falta de autoestima, derivada de la notable ineficacia de la persona con TDAH le ha hecho desarrollar una conducta ansiosa.
La persona ansiosa suele mostrar un estado permanente de preocupación o aprensión, difícil de controlar, junto algunos síntomas que pueden solaparse como los propios del TDA (inquietud, fatigabilidad, dificultad para concentrarse, tensión muscular y trastornos del sueño).
No obstante, a la vez que
escribo estas líneas, tomadas de descripciones de comorbilidad, como psiquiatra
clínico me sorprende que un clínico medianamente experimentado no pueda
atribuir síntomas a uno u otro trastorno, dado que, para realizar un
diagnóstico psiquiátrico, la cuestión no se limita a anotar un listado de
síntomas, sino de una exploración por áreas de los cuales unos síntomas serán
nucleares del trastorno y otros accesorios. En fin, esta es una reflexión de
alguien que se sorprende de la escasa formación en psicopatología de las nuevas
generaciones.
TDAH y abuso de alcohol y sustancias
En la población
adolescente y adulta con trastorno por déficit de atención los porcentajes de
consumo de sustancias son más altos que en la población general, situándose
entre el 52% frente al 27% de la población general.
Las personas que padecen TDAH se inician en el consumo de sustancias a edades más tempranas y la tendencia a evolucionar hacia el abuso es más rápida que en las personas que no lo padecen. En los pacientes adultos que consultan por TDAH se ha hallado que entre un 17 y un 45% (amplio abanico según estudios) muestran un abuso o dependencia del alcohol, y entre el 9 y el 30%, un abuso o dependencia a otras sustancias.
Desde luego, la impulsividad y la falta de respuestas de frenación de conductas exploratorias seguramente pueden explicar por sí mismas estos mayores porcentajes en consumo de sustancias. Pero, en un círculo vicioso, el consumo produce menor vivencia de control y a su vez, por si mismo, déficits cognitivos que se suman a los derivados del TDAH. Es decir, llover sobre mojado.
Por otra parte, también es importante advertir que existen notables diferencias tanto en la presentación del TDAH en adultos en función del género, como en la propia comorbilidad. Al parecer, las mujeres desarrollan mayores síntomas depresivo-ansiosos, mientras que en los varones es más frecuente el consumo de alcohol y de sustancias.
Dra. Humbert
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