Acompaña a tu hijo a abordar sentimientos complejos o abrumadores.
Según los datos
internacionales, en los últimos años el número de niños que acuden a urgencias
por una crisis de ansiedad ha ido aumentando. Ante esto, nos preguntamos ¿por
qué actualmente los niños presentan niveles más altos de ansiedad? Una teoría
apunta a que esto puede deberse a las nuevas tecnologías.
Además, los niños pueden tener dificultades para expresar sus preocupaciones y pueden reprimir sus emociones. Si estos sentimientos no se definen o expresan de forma correcta la salud mental del niño puede verse y dar lugar a una crisis de ansiedad.
Una crisis de ansiedad se
caracteriza por lo siguiente:
Es la respuesta del cuerpo ante un peligro. Esta respuesta es adaptativa porque prepara a nuestro cuerpo para defenderse, ya que nuestro corazón late más rápido para bombear sangre a nuestros músculos y así disponer de la energía necesaria para huir o luchar contra el peligro. Sin embargo, a veces nuestro cuerpo reacciona de esta forma cuando no hay un peligro real (ansiedad anticipatoria), esto sería una crisis de ansiedad.
- Se activa nuestro sistema nervioso simpático, el cual se encarga de enviar señales físicas de activación por todo nuestro cuerpo.
- No produce problemas en la salud del niño, aunque lo hace sentirse mal y asustado.
- Suelen ser breves, duran entre 20 y 15 minutos aproximadamente, aunque el niño sienta que es eterna.
Las crisis de ansiedad o
ataques de pánico son muy incapacitantes. Pueden durar entre 5 y 20 minutos y
se caracterizan por presentar síntomas físicos como dolor de pecho, problemas
para respirar, mareos, vómitos y temblores. Los niños puede que no sean capaces
de manejar o expresar sus sentimientos como los adultos, lo que hace que aún
sea más duro para ellos al no comprender ni poder expresar lo que les pasa con
claridad. Aquí te mostramos algunos consejos que te pueden ayudar a la hora de
actuar cuando tu hijo está sufriendo un ataque de pánico:
- Mantén el control: recuerda que un niño durante la crisis de ansiedad pierde el control absoluto lo que en sí mismo es agobiante y aterrador.
- Mantén la calma y un tono de voz tranquilo mientras le dices que estás ahí con él y que entiendes cómo se siente.
- Emplea palabras apropiadas para su edad a la hora de describir la ansiedad. De esta forma, le estarás transmitiendo seguridad, confianza y contención en medio de esa “tormenta” emocional.
- Asegúrate de que tu hijo se va sintiendo cada vez más seguro. Emplea palabras suaves, usa su nombre, dile cosas similares a “sé que no te sientes bien pero vas a estar bien”, “te voy a ayudar a pasar esto y terminará pronto”, “respira hondo”…
- Recuérdale que una crisis de ansiedad siempre termina y que hay que pasarla. Esto puede darle esperanza. Sin embargo, intenta no darle excesiva sobreprotección porque es fundamental que encuentre y desarrolle sus propias estrategias de afrontamiento.
- Presta atención a los síntomas físicos de la crisis de ansiedad. Convence a tu hijo de que los mareos, temblores y palpitaciones terminarán. Cuéntale que son signos de miedo y no de enfermedad.
- Dale tiempo para calmarse, no lo apures. Necesita tiempo para recuperarse totalmente.
Recuerda siempre que, si
mantienes la calma durante su crisis de ansiedad, su recuperación será más
rápida.
Ser adolescente conlleva muchas emociones intensas que a veces pueden resultar difíciles de controlar. Hemos hablado con la Dra. Lisa Damour, psicóloga experta en adolescentes, autora de libros de éxito, colaboradora habitual de The New York Times y madre de dos hijos, sobre cómo pueden los progenitores apoyar a sus hijos a afrontar sentimientos difíciles o intensos.
Nota: Esta orientación
general puede servir de ayuda a la mayoría de los progenitores en estas
situaciones difíciles, pero algunas rabietas o arrebatos emocionales se deben a
trastornos del desarrollo, como retraso en las habilidades lingüísticas, dificultades
auditivas o visuales o problemas de comportamiento, que pueden requerir la
ayuda de un profesional especializado en la infancia o la adolescencia.
Consulta a un especialista si te preocupa que las emociones intensas de tu hijo
puedan ser el síntoma de un problema más profundo.
¿Qué es una crisis
nerviosa?
Las crisis pueden darse
tanto entre los niños más pequeños como entre los mayores. Ocurren cuando un
niño se ve completamente superado por las emociones y se siente abrumado. Estas
emociones pueden ser miedo, ira, frustración o cualquier otro factor.
¿Qué características
presenta una crisis entre los niños mayores?
Cuando los niños que
tienen la capacidad de describir lo que sienten se ven abrumados pueden empezar
a sollozar, hiperventilar o ponerse nerviosos. Al contrario de lo que ocurre
con los niños pequeños, es menos probable que los niños mayores tengan crisis
en lugares públicos, porque en esas situaciones se suelen sentir avergonzados.
Es mucho más probable que las crisis se produzcan en casa. Por ejemplo, un
adolescente puede aguantarse todo el día en la escuela y luego llegar a casa y
tener una crisis emocional.
¿Qué debo hacer si mi
hijo adolescente tiene una crisis emocional?
La Dra. Damour recomienda
que los progenitores sigan nueve pasos prácticos para ayudar a sus hijos
adolescentes a controlar una crisis emocional. Lo mejor es que hagas una pausa
entre cada paso para ver si ha funcionado. Si no es así, pon en práctica el
siguiente paso.
1. Escuchar sin
interrumpir
Los niños mayores pueden
tener una crisis emocional que les lleve a hablar con angustia sobre lo que les
está ocurriendo. En esos momentos, la clave es dejar que lo cuenten todo. A
menudo, los adultos bienintencionados intervienen o hacen sugerencias,
olvidando que una de las mejores fuentes de alivio es expresar las emociones.
2. Ofrecer una empatía
sincera
La mayoría de las veces,
el hecho de expresar las emociones con palabras ofrece al joven el alivio que
necesita. Después de escucharlos atentamente, otro tipo de apoyo que podemos
dar a nuestros adolescentes es manifestarles empatía. Los adultos pueden
ensayar frases como “eso es terrible” o “siento mucho que te haya pasado esto”.
3. Reconocer el valor de
la angustia
El reconocimiento es muy
eficaz, especialmente para los adolescentes. A los adolescentes a veces les
preocupa que sus sentimientos tengan algo de malo porque sus emociones pueden
ser muy fuertes. Aunque por una parte el adolescente se siente muy afectado,
también puede estar un poco asustado debido a la intensidad de sus emociones.
Es un gran consuelo para
los adolescentes cuando los adultos dicen: “Tus sentimientos son lógicos y
puedo entender por qué tienes esa reacción”. Si, en cambio, los adultos les
dicen: “¿Por qué estás tan molesto por eso? Hay gente que sufre mucho más que
tú, ¿no es cierto?”, el efecto que se produce en los adolescentes es que siguen
sintiéndose mal, pero ahora también se sienten culpables. En otras palabras,
intentar cambiar la perspectiva de un adolescente no siempre les sirve de
ayuda, por mucho que sus progenitores crean que es así.
4. Ayudarlos a calmarse
La mayoría de las veces,
estos tres primeros pasos deberían ser suficientes. Pero si no sirven aún de
alivio, podemos pasar de ayudar a los adolescentes a expresar sus sentimientos
a ayudarles a controlar sus emociones. Una forma de hacerlo es ayudar a los
adolescentes a tranquilizarse por su cuenta. Habla con tu hijo sobre todo lo
que puede hacer para sentirse mejor, como por ejemplo respirar profunda y
lentamente.
La respiración abdominal
es muy relajante y nos ayuda a llevar el oxígeno a lo más profundo de nuestros
pulmones. He aquí un sencillo proceso en tres etapas:
Poner la mano en el
estómago.
Respirar profundamente
cinco veces, inhalar 5 segundos y exhalar 5 segundos, inspirando por la nariz y
exhalando por la boca.
Explica a tu hijo que
cuando inhala, está inflando su abdomen suavemente como un globo, y que cuando
exhala el aire vuelve a salir lentamente del globo.
5. Expresar confianza sin
ser displicente
Intenta mostrar tu apoyo
diciendo cosas como “esto es duro, pero esta sensación tan fuerte no durará
mucho” o “por muy duro que parezca esto ahora mismo, estoy muy impresionado por
lo que eres capaz de controlar, y saber que podemos hablar juntos de todo
esto”.
6. Ofrecer ayudar para
resolver el problema
Si has escuchado,
reconocido y ofrecido consuelo y tu adolescente sigue molesto, el siguiente
paso puede consistir en preguntarle: “¿Necesitas que te ayude a intentar
resolver este problema?”. Pedir permiso para ofrecer apoyo, en lugar de
limitarse a ofrecer consejos, puede contribuir a mantener la conversación con
el adolescente. A veces los adolescentes te dirán: “No, solo quiero
desahogarme”, y entonces lo más seguro es que todo el apoyo que necesitan es
que los escuches. Y si te dicen que sí necesitan tu ayuda, eso significa que
van a hacer mucho más caso a los consejos que les demos.
7. Dividir el problema en
dos partes
Si tu hijo acepta tu
ayuda en la resolución de un problema, puede ser útil dividir los retos a los
que se enfrenta en dos categorías: cosas que pueden cambiar y cosas que no
pueden cambiar.
8. Para las cosas que
pueden cambiar, piensen juntos en las posibles soluciones
Ayúdale a centrar su
atención en la búsqueda de soluciones para los problemas que puede cambiar.
9. Para lo que no pueden
cambiar, hay que apoyar la aceptación
Apoya a tu hijo
adolescente para que haga todo lo posible por aceptar los problemas que no
tienen fácil solución. Una forma de ayudar a los jóvenes a aceptar un problema
es hablar en términos de la energía. Puedes decirles: “Solo tienes una cierta
cantidad de energía, así que guárdala para los problemas sobre los que
realmente podemos hacer algo. No la desperdicies en los retos que no puedes
controlar ahora mismo”.
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