Nenes y nenas experimentan
berrinches. Porque quieren un juguete y no se lo compran. Porque
no quieren comer cuando los obligan. O simplemente se empacan, se enojan y no
caminan. Si esas pataletas infantiles se repiten más de tres veces por semana a
lo largo de un año, ahora se consideran parte del “trastorno de desregulación
disruptiva del humor”, según la nueva edición del emblemático manual de Psiquiatría. Esto es, los
berrinches repetidos son catalogados como “desórdenes” mentales. Un cambio
conceptual que es apoyado por algunos psiquiatras y ferozmente cuestionado por
otros.
La quinta edición del
manual (DSM-5), que es como la “Biblia” de la psiquiatría y psicología
clínica en el mundo fue aprobado el lunes, después de muchas discusiones sobre
la delgada línea que separa lo normal y lo patológico. La primera edición se
publicó en 1952 y la última estará impresa en mayo próximo.
“Nuestro trabajo apuntó a
definir de manera más exacta las enfermedades mentales que tienen un verdadero
impacto en la vida de los enfermos, pero no a ampliar el campo de la
psiquiatría”, opinó David Kupfer, que presidió el grupo de trabajo para la
revisión.
Uno de los cambios con
respecto a la edición anterior fue el de incluir al trastorno de los berrinches
repetidos, que incluye a los chicos que exhiben irritabilidad persistente y
tienen “episodios frecuentes de ataque de llanto tres días o más veces por
semana durante más de un año”. El diagnóstico intenta tratar preocupaciones
sobre la posibilidad de diagnóstico y sobre tratamiento de desorden bipolar en
chicos”, aclaró la asociación a través de un comunicado.
¿Qué sentido tendrá que
los berrinches sean etiquetados dentro de un desorden mental? Beatriz Moyano,
vicepresidenta de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad y directora
del Centro Interdisciplinario de TOC, Tourette y Trastornos asociados, dijo a
Clarín que “permitirá tratar mejor los casos de chicos que tienen pataletas
explosivas y frecuentes que eran diagnosticados erróneamente como bipolares. Es
un trastorno que genera dificultades en la relación de los chicos con sus pares
y sus familiares, y al figurar en el manual puede ser cubierto por las obras
sociales y prepagas. No son simples caprichos. En algunos casos, se resuelven
con psicoterapias conductuales y técnicas de relajación, y en otros casos, más
serios, se necesita medicación”. Pero no todos los psiquiatras están de
acuerdo. Ni siquiera con etiquetar a los berrinches como “trastorno”.
Para José Sahovaler,
psiquiatra y psicoanalista especializado en niños y adolescentes de la
Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “el manual empezó como una
convención de trastornos de adultos y fue avanzando hacia la infancia,
basándose más en criterios farmacológicos. La última versión es una ataque a
los derechos de los chicos, que empezaron recién a ser reconocidos durante el
siglo pasado. Si los nenes y nenas tienen berrinches y son rotulados con un
trastorno, se pierde la pregunta sobre qué les está pasando verdaderamente”.
En tanto, el médico
psicoanalista Gustavo Duspuy, que forma parte de un equipo de lucha contra la
patologización y medicalización de la infancia (www.forumadd.com.ar), afirmó:
“Los berrinches son descargas de los chicos. No deberían ser considerados
trastornos porque se pasa a considerar a los chicos como máquinas que necesitan
repuestos, y eso lleva a medicarlos”. Y agregó: “El nuevo manual es funcional a
los intereses lucrativos de los laboratorios farmacéuticos”.
Para la Asociación Americana de
Psiquiatría, un berrinche se transforma en un trastorno mental que requiere
atención cuando se producen “irritabilidad persistente y frecuentes episodios
de estallidos de comportamiento tres o más veces a la semana durante más de un
año”.
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