La
Yatrofobia o el miedo irracional de
ir al médico es una fobia que puede tener repercusiones graves en el estado de
salud del afectado. También conocida como Latrofobia
o Iatrofofia Se define como un
persistente, anormal e injustificado miedo a los médicos. Tiene su origen en
innumerables temores, que van desde el miedo al diagnóstico, a una cirugía o a
una inyección, como a una experiencia traumática en una sala médica, bien
propia o por la de una ser allegado...hay otra termino para describir el miedo
a los hospitales se llama la Nosocomefobia.
Tener
miedo a ir al médico de forma injustificada o irracional es una de las
denominadas fobias sociales. El afectado siente una ansiedad fuerte e
irracional de algo que representa poco o ningún peligro real. Este temor no
solo se limita a esta figura profesional y a su bata blanca, sino a todo el
ambiente que le rodea, como entrar en un hospital, el olor característico de
los centros sanitarios o, incluso, ver agujas o tecnología sanitaria.
Del objeto fóbico a la
ansiedad
El
miedo de acudir al médico o Yatrofobia es un miedo patológico, persistente,
anormal, irracional e injustificado que forma parte del grupo de las fobias
sociales. Sigue el esquema clásico, según el cual el miedo irracional se
despierta ante un estímulo concreto, denominado objeto fóbico, y que puede ser
muy variado (el médico o las agujas). Después, la persona afectada experimenta
ansiedad y en casos extremos, ataques de pánico.
En
el caso de la yatrofobia, el objeto fóbico es la figura del médico. La persona
afectada sufre de ansiedad ante todo lo relacionado con este profesional, al
acercarse el día y hora de la cita médica o al aproximarse al espacio físico
donde tendrá lugar la visita.
Este
trastorno se desarrolla por dos motivos. En ocasiones, se origina tras una
experiencia negativa previa, en la infancia o al acudir a una consulta médica.
Otras veces se sufre tras un proceso de angustia generalizado que la persona
experimenta desde hace tiempo sin ser consciente de ello, ni de haber padecido
una experiencia traumática anterior que la haya provocado. Ni siquiera al
rastrear en su historial clínico para intentar la identificación de un
antecedente es capaz de encontrar una causa.
¿Quién teme ir al
médico?
Aunque
el desarrollo de las fobias es más usual en la infancia y en los primeros años
de juventud, también hay adultos que las pueden sufrir. No hay un perfil inmune
a padecer una fobia. Depende más de las situaciones que se viven, y del
ambiente, que de la personalidad. También hay quienes son más resistentes y
toleran mejor la ansiedad, mientras que otras personas que son más vulnerables
no son capaces de ponerle freno y sufren un proceso de inquietud generalizada.
Los
pequeños suelen tener miedo a las agujas (aicmofobia) pero, a veces, ese temor
se ha contagiado por la cara que ponen los padres ante la situación, que actúan
como espejos, de manera que los pequeños absorben sus emociones. Los padres que
sienten nerviosismo contagian a sus hijos. Por eso, es importante tranquilizar
a los niños e intentar que no les acompañen los adultos impresionables.
Fobia al ambiente
sanitario y de hospital, también toda relación con un
objeto fóbico genera malestar en forma de ansiedad y se puede propagar a todo
lo relacionado con él, en este caso al médico, y al ambiente que le rodea, es
decir, al ámbito sanitario. Así, los afectados pueden sentir sudoración,
ansiedad e, incluso, pánico, al ver un ambiente sanitario, enfermeras, batas
blancas y al notar el olor característico de los hospitales, antes incluso de
ver al médico.
A
pesar de que todo procedimiento o prueba diagnóstica genera cierto grado de
desasosiego y la mayoría de las personas se asustan ante la posibilidad de
padecer una enfermedad grave, hay que calcular los beneficios de ir al médico,
frente a los costes de no hacerlo por angustia. Aunque es cierto que las
pruebas diagnósticas generan preocupación, no realizarse, por ejemplo, una
citología puede provocar un problema mayor. Las consecuencias patológicas de llegar
a un diagnóstico tardío pueden ser fatales y mortales. Por eso, los afectados
por esta fobia deben comprender que es disfuncional y contraproducente porque
les hace asumir conductas de riesgo en contra de sí mismos.
Cómo curar la fobia al
médico
En
la actualidad hay varias terapias en este caso menciono 2 terapias cognitivo-conductuales que utilizamos los
psicólogos para combatir el miedo irracional: la directa, de inserción o
inundación y la técnica de exposición gradual. También puede aplicarse la
psicoterapia breve, intensiva y de urgencia.
La
primera es más drástica y consiste en exponer al afectado al causante de su
fobia y ansiedad, como pueden ser las arañas o subir a un avión, para que esta
se diluya. En cambio, la técnica de exposición gradual elimina este temor
mediante un acercamiento progresivo al objeto fóbico. Para ello, se pide al
paciente que imagine que se aproxima al estímulo, se le enseña a relajarse y a
disminuir su nivel de ansiedad de manera progresiva, hasta que el estímulo
fóbico pierde fuerza y desaparece el miedo irracional. Pero, a menudo, no solo
hay que tratar la fobia, ya que esta es la punta del iceberg, la manifestación
de otro problema, que es la ansiedad generalizada. Cuando se resuelve la fobia,
que es el síntoma, muchas personas hacen una vida normal, porque se les ha
eliminado el malestar que sentían. Sin embargo, al cabo de unos meses, vuelven
con otra situación que les genera incomodidad. Por ello, si hay un temor
irracional relacionado con una experiencia previa que ha provocado un condicionamiento
en la infancia y surge en la vida adulta, sin que se haya buscado solución
durante décadas, hay que tratarla y disociarla, para que el afectado no viva
con una conducta disfuncional.
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