Lo que es importante marcar, es que la soledad en
muchos casos es un estado necesario para poder establecer un nuevo orden, para
elaborar duelos, y para poder mirar dentro de nosotros y reconocernos como lo
que realmente somos: seres humanos que necesitamos de conexión y sentido de
pertenencia. La soledad está relacionada con la forma en que los
individuos han sido cuidados,
acompañados y amados.
La soledad también es un espacio o estado de
reflexión donde uno entra en contacto consigo mismo y puede recuperar sus
fuerzas y su poder personal para romper
con un estado de “dependencia extrema” que puede resultar patológica. Debemos
aprender a retirarnos para asimilar lo que hemos vivido a través de los demás
En lugar de luchar contra la soledad, es más
recomendable saber encontrar el placer y el sentido de ésta, aprender a
disfrutar de uno mismo y a equilibrar las demandas en relación a la compañía o
la presencia constante de otro.
El estar sólo con uno mismo también puede calmar la
mente, ayuda a fortalecer el autocontrol y ayuda a conocerse mejor y a
identificar las propias sensaciones, sentimientos y necesidades personales. la
soledad es una necesidad y un tónico beneficioso para nuestra salud y relación
con los demás, aunque hay que saber vivirla.
Recientes estudios invitan a revaluar la soledad, la
cual puede ser una deliciosa acompañante o, por el contrario, una herramienta
para desquiciarte.
La soledad es uno de los fenómenos más interesantes
al reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Por un lado somos
innegablemente “animales sociales”, estamos diseñados para interactuar con
nuestros semejantes, a través de esa actividad desarrollamos distintas
habilidades, y ejercemos uno de los dones más estimulantes que nos fueron
dados, el de la colaboración. Por otro, existirán múltiples momentos a lo largo
de tu vida en los que probarás una sustancia que o bien podría contener una
exquisitez casi inigualable, o bien podría traducirse en una inquietante
amargura, me refiero al estar solo.
Históricamente la soledad ha sido asociada con el
desarrollo espiritual: recordemos que personajes como Cristo, Buda, y Mahoma,
entre otros, obtuvieron revelaciones cruciales en estas circunstancias. También
este estado parece ser particularmente fértil para hacer florecer la
creatividad, incluso la genialidad. Quizá por esta razón es que filósofos,
escritores, científicos y otros han elogiado vívidamente la soledad: Poe,
Goethe, Einstein, Bacon, Beethoven, de Quincey, Schopenhauer, y Thoreau, entre
muchos otros.
Otra veta cultural en torno a la soledad apunta a
predisponernos para evitarla a toda costa, y nos invita enmascararla o a
esconderte de ella, procurando no exponer tu psique a la naturaleza de dicho
estado.
“existe tanta ansiedad cultural frente al aislamiento
que continuamente no logramos percibir los beneficios de la soledad. Pero
existe algo realmente liberador para las personas al estar solas. Logran
establecer control sobre la forma en que utilizan su tiempo. Logran
descomprimirse al final de un atareado día en la ciudad y experimentan un
sentimiento de libertad”, Eric Klinenberg.
Otra de las bondades detectadas alrededor del estar
solo radica en el fortalecimiento de carácter e identidad
¿Entonces?
Desde hace tiempo la ciencia ha advertido que la
soledad excesiva puede sernos perjudicial. Pero en años recientes se han
llevado a cabo investigaciones que aluden a los beneficios de este estado. El
problema, al parecer, radica en la dosis (el veneno puede ser también el
antídoto)
Algo curioso es que la mayoría coincide en que para
disfrutar de las mieles de la soledad, esta debe ser voluntaria y no obligada.
Lo anterior nos invita a replantear nuestra percepción frente a ella, a asumir
su inevitable presencia en diferentes momentos de nuestro camino y por qué no,
a procurarla de vez en cuando, incluso a revolcarnos en ella en una especie de
fantasmal y sutil cópula. Si le huyes lo más probable es que tarde o temprano
te alcanzará y si el encuentro no fue originalmente deseado, entonces tal vez pueda
tratarte con poco cariño.
La soledad, concebida como una etapa transitoria y
voluntaria, es de lo más beneficiosa para nuestra autoestima y nuestra salud
mental. Estar sola no significa para nada tener un carácter difícil o una
personalidad intolerante. Tan solo es una forma de marcar una cierta
independencia en relación a los demás. Una opción libre y que todavía muchos se
hartan de criticar.
La soledad es una situación que puedes aspirar a
convertir en transitoria y que conviene percibirla como no forzosamente
traumática. Puedes verla como un momento de reflexión, de conocerte a fondo y
de encontrarte sinceramente con tu propia identidad. En muchas ocasiones, es
precisamente esto, lo que hace sentirte solo. Cuando no hablas contigo mismo,
no te escuchas, no te prestas atención, cuando eres un desconocido para ti
mismo… te asustas y no sabes cómo hacerlo. Es la oportunidad para reencontrarte
a ti mismo. No estás solo, te tienes a ti.
Es un gran momento para romper dependencias
emocionales, para aumentar tu autoestima, para conocer qué es lo que te hace
sentir bien. Aprovéchalo.
Finalmente me gustaría hacer referencia a las
investigaciones realizadas por Adam Waytz, de la Universidad de Harvard, quien
enfatiza en el hecho de que, tal vez paradójicamente, en la soledad reafirmamos
diversas habilidades que enriquecerán nuestra habilidad para establecer lazos
sociales saludables y fuertes
“La soledad es el hecho más profundo de la condición
humana. El hombre es el único ser que sabe que está solo.” Octavio Paz
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