Si
queremos llegar a la vejez con un cerebro en perfectas condiciones hay que
cuidarlo a lo largo de toda la vida. Más aún, incluso desde la infancia. Y para
hacerlo nada mejor que seguir los típicos propósitos que nos hacemos en cada
comienzo de año y que pronto abandonamos.
La neurociencia nos aporta nuevas razones para no abandonarlos, porque todo camino que hagamos para alcanzar nuestras metras contribuye a mantener nuestra mente saludable. Un
cerebro activo responde más rápidamente ante los estímulos y es más hábil a la
hora de tomar decisiones. A medida que el envejecimiento sigue su progresión
natural, las células de su organismo comienzan a debilitarse y las del cerebro
no son la excepción
La neurociencia nos aporta nuevas razones para no abandonarlos, porque todo camino que hagamos para alcanzar nuestras metras contribuye a mantener nuestra mente saludable.
1.- Hacer
ejercicio. Hacer ejercicio y seguir una dieta saludable puede sonar trillado,
pero varios estudios han demostrado cómo estas prácticas ayudan al cerebro a
nivel celular. El ejercicio retrasa la muerte de las neuronas y favorece el
nacimiento de otras nuevas en el hipocampo, responsable del aprendizaje y la
memoria. Por el contrario, el sedentarismo físico va asociado al mental y¡ a un
mayor riesgo de deterioro cognitivo. Además la actividad física combate el
estrés, es un potente antidepresivo, actúa como recompensa para el cerebro y
nos protege de caer en las adicciones. El ejercicio mejora las funciones
cognitivas que van desde la matemática hasta la memoria durante toda la vida, e
incluso puede ayudar a la función cerebral durante las primeras etapas de la
enfermedad de Alzheimer. El ejercicio mejora el crecimiento y la sobrevivencia
de nuevas neuronas en el hipocampo (una región del cerebro esencial para la
memoria a largo plazo), lo cual podría reemplazar otras que se degeneran como
resultado de la enfermedad.
2.- Comer
de forma equilibrada. Los niveles de glucosa elevados y el colesterol
perjudican al cerebro. Algunos estudios denominan al alzhéimer diabetes tipo
III, en la que la resistencia a la insulina dificulta el trabajo de las células
cerebrales. El colesterol alto también se relaciona en los estudios de
asociación del genoma completo (gwas) con esta patología neurodegenerativa. No
se libran los más pequeños, cada vez más sedentarios. Entre los que menos se
mueven el colesterol, la glucosa y la hipertensión elevadas ya están dejando de
ser excepciones.
3.- Dejar
de fumar. No se deje engañar por posibles efectos neuroprotectores de la
nicotina. Si sus pulmones pierden capacidad (ese jadeo que le impide subir
escaleras o caminar a paso rápido cuesta arriba), su cerebro recibe menos
oxígeno, trabaja peor y sus neuronas se resienten.
4.- Aprender
un idioma nuevo. El cerebro de los adultos que se inician en una nueva lengua
aumenta su grosor en determinadas regiones de la corteza relacionadas con el
procesamiento acústico, comprensión y articulación de las palabras. También
crece el hipocampo, implicado en la memoria y el aprendizaje. Además, el
bilingüismo parece contribuir a aumentar la reserva cognitiva, que confiere
cierta protección contra la enfermedad de Alzheimer. Y cuanto más se practique
la segunda lengua más gana el cerebro en destreza y resistencia. Este tipo de estímulo mental puede retrasar el
deterioro cognitivo asociado con el Alzheimer, aunque hay evidencia de que una
vez inician los síntomas de la demencia, progresan más rápidamente.
5.- Doce
meses, doce libros. Suena a campaña publicitaria, pero no lo es. La lectura es
uno de los mejores ejercicios para mantener el cerebro en forma: aumenta la
capacidad de concentración, promueve la empatía, favorece las conexiones entre
neuronas y, si es un hábito frecuente, es un ejercicio útil para evitar la
pérdida de las funciones cognitivas asociadas a la edad. Da agilidad mental y conocimientos. Los beneficios se
incrementan si lee en otro idioma. Esta
es una de las maneras más efectivas de mantener tu cerebro fuerte y ágil.
6.- Respirar
aire puro. Desde hace décadas, los neurocientíficos sospechan que vivir en la
urbe, además de acarrearnos enfermedades crónicas, tiene efectos adversos
también en nuestra salud mental. Ansiedad, estrés, depresión o incluso
esquizofrenia tienen más probabilidades de manifestarse en el entorno urbano. Y
el riesgo aumenta cuando los primeros años de crianza han transcurrido sobre el
asfalto.
7.- Combatir
el estrés. Este mal de nuestro tiempo envejece, mata neuronas y acorta los
telómeros (lo que se relaciona también con las enfermedades neurodegenerativas).
Sugerencias: fomentar las relaciones sociales, practicar hobbies o meditar
(que, según los últimos estudios, fortalece el cableado del cerebro: la
conexión entre sus distintas zonas). Además, mantente en contacto con amigos y
familiares ¡siempre y cuando no te genere más estrés! Varios estudios han
demostrado que formar parte de una red social más grande puede reducir los
efectos cognitivos de la enfermedad de Alzheimer.
Es bueno realizar el esfuerzo por hacer pausas, cambiar hacia actividades que nos
permitan desconectar de estar envueltos en nuestras preocupaciones personales.
Nos debemos dar permiso para calmar la mente.
8.- Alimenta
tu cerebro. Una dieta rica en pescado y ostras, vegetales de hojas verdes y
aceite de oliva, ayuda a tu cerebro a estar fuerte y sano. Los granos
integrales, lo mismo que el chocolate, ayudan a aumentar el flujo sanguíneo del
cerebro, mientras que el té alivia la fatiga mental. Los huevos, que contienen
vitamina B12, combaten el deterioro que suele llegar con el paso de los años (y
que puede contribuir a la enfermedad de Alzheimer). Por su parte, las frutillas
y las moras ayudan a mantener las funciones motoras y la capacidad para
aprender. Pero las semillas y las nueces también contribuyen al bienestar de
este órgano, ya que contienen ácidos omega-3 y omega-6, vitamina E y B6, que
aclaran los pensamientos y, además, son antidepresivos naturales
9.- Cultivar
las aficiones. Proporcionan placer, entretienen y disipan el aburrimiento, que
es uno de los peores enemigos del cerebro. La rutina y la monotonía
literalmente matan a nuestras neuronas. Escuchar música o practicarla, viajar,
hacer puzzles, bailar… Cada uno puede optar por la que más le atraiga (Sobre
pasarse horas mirando la tele hay bastantes reservas). Lo esencial es mantener
el cerebro ocupado.
10.- No
escatimar horas al sueño. Dormir las horas suficientes es fundamental para un
cerebro en forma. Durante el sueño nuestro cerebro no descansa. Al contrario,
aprovecha para consolidar la memoria de las experiencias y nuevos conocimientos
adquiridos durante el día. El sueño también sirve para regular el apetito.
Algunos estudios relacionan la falta de sueño con la obesidad. Una persona debe dormir de 7 a 8 horas al día
para mantener el buen funcionamiento del cerebro. Asimismo, tomar siestas en el
medio del día ayuda a mejorar los niveles de energía y ayuda a que el cerebro
descanse y se reactive.
11.- Ser
optimista. Aumenta la creatividad, fortalece nuestro sistema inmune, nos hace
estar de mejor humor. Son muchas las razones para ser optimistas y elegir la
botella medio llena frente a la que está medio vacía (el contenido de líquido
es el mismo ¿o no?). Pero no olvidemos que el optimismo ha de ser inteligente. "esta forma de ver la vida también
se aprende y nunca es tarde para hacerlo".
Los
tres pilares de una buena salud mental son una buena dieta, ejercicio físico y entrenamiento mental. Entre los beneficios
del entrenamiento mental están, el mejoramiento de la memoria, incremento de la
atención, mejor razonamiento lógico, aumento de conciencia, mayor capacidad de
tomar decisiones adecuadas, y aumento en productividad, entre otras.
Este
decálogo es
también el carácter alegre, el fortalecimiento de las redes familiares, cultivar las amistades, la práctica de ejercicio, las
actividades al aire libre que durante muchos años nos han proporcionado una larga
vida y una mente despierta.
http://alex-psicoclinica.blogspot.mx/2013/10/cerebro-sano.html
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