Lo que usted necesita saber
De vez en cuando, todas las personas tienen dificultad para mantenerse quietas o enfocadas. Sin embargo, para las personas con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (tdah), estas dificultades son parte de la vida diaria.
¿Qué es el TDAH?
El TDAH es un trastorno
del desarrollo neurológico, lo cual significa que determina la forma en que el
cerebro se desarrolla y funciona. Afecta las partes del cerebro que regulan la
función ejecutiva: la capacidad para planear, organizar y realizar tareas. Esto
incluye la posibilidad de mantener el enfoque y la atención y de controlar los
impulsos y las emociones.
El TDAH se diagnostica
típicamente en la niñez, pero los síntomas pueden continuar hasta la edad
adulta. A algunas personas no se les diagnostica sino hasta una etapa más
avanzada de la vida.
El TDAH es una afección
médica con impacto en el trabajo, el estudio, las relaciones y mucho más. No es
causado por pereza ni falta de disciplina o de inteligencia. Las personas con
el TDAH pueden tener (y, de hecho, tienen) una vida exitosa y satisfactoria,
pero pueden necesitar apoyo para manejar sus síntomas.
¿Cuáles son los síntomas
y las señales?
Típicamente, los síntomas
del TDAH se agrupan en tres categorías:
Falta de atención. Las
personas con el TDAH a menudo tienen dificultad para prestar atención a los
detalles, seguir instrucciones y terminar tareas. Pueden distraerse con
facilidad, luchar con la organización y el manejo del tiempo y perder cosas con
frecuencia.
Hiperactividad. Muchas
personas con el TDAH tienen dificultad para sentarse tranquilas por largos
períodos de tiempo. Pueden mostrarse inquietas y retorcerse, estar en constante
movimiento y hablar en exceso.
Impulsividad. Las
personas con el TDAH pueden interrumpir a otras, actuar sin pensar y tener
dificultad para esperar a que les llegue su turno.
Estos síntomas afectan a
las personas de diferentes maneras. Pueden variar de una persona a otra,
cambiar con el tiempo y verse y sentirse de una forma diferente en varios
entornos y en personas de distinta edad e identidad de género. Las creencias y
expectativas culturales también pueden afectar la forma en que se presentan los
síntomas del TDAH y en que los interpretan otras personas.
Si no se diagnostica o si no se trata, el TDAH puede ocasionar graves dificultades en la escuela, el trabajo y el hogar. También puede afectar las relaciones personales y aumentar el riesgo de uso indebido de sustancias, lesiones y accidentes.
¿Qué causa el TDAH?
No sabemos exactamente. Sin embargo, las investigaciones sugieren que hay varios factores que probablemente intervienen en su manifestación, entre ellos:
Los genes y la herencia.
El TDAH suele ser común en las familias, lo cual puede significar que es
hereditario. Los científicos también han identificado varios genes que
intervienen en la regulación de las sustancias químicas en el cerebro y pueden
contribuir a la manifestación de este trastorno.
El medio ambiente. En
varios estudios se han observado mayores tasas del TDAH en personas expuestas a
ciertas sustancias o condiciones en el medio ambiente (como plomo o
contaminación del aire) durante el desarrollo prenatal o al comienzo de la
niñez.
La anatomía y la función
del cerebro. Algunas investigaciones sugieren que las personas con el TDAH
tienen diferencias en la estructura y la función del cerebro. Estas diferencias
podrían afectar la atención, la impulsividad y el autocontrol.
¿Quiénes pueden verse
afectados por el TDAH?
Los niños tienen más
probabilidades que las niñas de recibir un diagnóstico del TDAH en la niñez.
Sin embargo, esto puede deberse, por lo menos en parte, a diferencias en la
manifestación de los síntomas de este trastorno en los niños y las niñas.
Por ejemplo, los niños
pequeños tienen más probabilidad de ser más físicamente hiperactivos e
impulsivos, lo cual puede ser más perturbador y evidente para los padres y
maestros. Por lo general, en las niñas pequeñas los síntomas incluyen falta de
atención y poca autoestima, que a menudo son más sutiles en su manifestación
externa.
Las expectativas
relacionadas con el papel de cada género también pueden contribuir. En muchas
culturas, se espera que las niñas sean calladas y bien comportadas, de modo que
es posible que su falta de atención no se note tanto. Muchas niñas con el TDAH
también pueden aprender a conformarse con las expectativas de otras personas al
ocultar o “enmascarar” sus dificultades.
Más de dos terceras partes de las personas con el TDAH también tienen al menos otra afección coexistente. Entre ellas cabe citar:
- Ansiedad y trastornos del estado de ánimo (como depresión)
- Trastornos del comportamiento y de la conducta (como dificultad para seguir las reglas)
- Discapacidades de aprendizaje
- Problemas del sueño
- Trastorno del espectro autista
Los síntomas de estas
afecciones pueden coincidir con los del TDAH. Esto puede dificultar el
diagnóstico preciso, la diferenciación entre ambos y su tratamiento.
¿Cómo afecta el TDAH el
cerebro?
Las personas con el TDAH
pueden tener menores niveles de dopamina, una sustancia química en el cerebro
que ayuda a regular la atención y la motivación.
Otras partes del cerebro
que intervienen en este caso incluyen:
- La corteza prefrontal. Esta parte regula las funciones ejecutivas como planear, organizar y prestar atención. Las personas con el TDAH a menudo tienen dificultad para realizar estas funciones ejecutivas..
- El cuerpo estriado. Esta estructura está localizada en una parte profunda del centro del cerebro e interviene en el funcionamiento del sistema de recompensa y motivación. Las personas con el TDAH pueden ser menos sensibles a las recompensas, por lo cual es más difícil que se mantengan motivadas.
- Las redes neurales. Las personas con el TDAH pueden tener diferencias en la forma en que se comunican ciertas partes del cerebro. Esto puede dificultarles la posibilidad de mantenerse enfocadas y pasar por alto las distracciones
¿Cómo se diagnostica?
El TDAH se diagnostica
según los síntomas, la historia y el comportamiento de la persona. Si usted o
su niño tienen síntomas del TDAH, el primer paso consiste en hablar con un
proveedor de atención de salud.
Ese profesional deseará
saber cuáles son los síntomas, cuándo comenzaron, qué tan graves son y cómo
afectan diferentes aspectos de la vida como el trabajo, el estudio, las
relaciones y el funcionamiento diario.
También examinará otras
causas posibles. Por ejemplo, ciertas afecciones médicas y otros trastornos de
salud mental, al igual que situaciones y experiencias que no son médicas (como
un cambio repentino en la vida, un trauma o un factor de estrés constante),
pueden desencadenar síntomas muy parecidos a los del TDAH.
¿Cómo se trata?
Típicamente, el tratamiento
del TDAH consiste en una combinación de medicamentos, terapia y modificación
del estilo de vida o adiestramiento para adquirir varias aptitudes.
Los medicamentos pueden
ayudar a mejorar el enfoque y la atención en personas con el TDAH. Con mucha
frecuencia se recetan estimulantes, pero también hay opciones distintas de esos
productos. Los medicamentos son un instrumento eficaz para muchas personas con
el TDAH, pero pueden tener efectos secundarios y la búsqueda del producto
apropiado puede llevar mucho tiempo.
La terapia puede ayudar a
muchas personas a aprender estrategias y técnicas para manejar los síntomas del
TDAH y mejorar su funcionamiento general. Puede ayudar con organización, manejo
del tiempo y resolución de problemas.
Las modificaciones del
estilo de vida, incluso el ejercicio regular, el consumo de una alimentación
nutritiva y equilibrada y bastantes horas de sueño pueden ayudar a manejar el
TDAH. También es importante establecer rutinas y horarios, fijar metas y buscar
apoyo de familiares, amigos y grupos de apoyo.
Con diagnóstico,
tratamiento y apoyo apropiados, las personas con el TDAH pueden tener una vida
exitosa y satisfactoria. Si cree que usted o su niño pueden tener el TDAH, es
importante hablar sobre sus opciones con un profesional de atención de salud
idóneo.
¿Qué significado encierra
un nombre?
El lenguaje empleado para
describir el TDAH y sus síntomas ha cambiado con el tiempo.
Uno de los primeros
registros de hiperactividad data de 1798, cuando un médico escocés observó una
afección de “inquietud mental” y “actitud de nerviosismo” en los niños que se
parece mucho a lo que ahora llamamos TDAH. Más tarde, en los años cincuenta,
esta afección se llamó “disfunción cerebral mínima”; en los setenta, “reacción
hipercinética de la niñez” y, finalmente, en los ochenta, “trastorno por
déficit de atención e hiperactividad”.
Instituto de Salud Mental. NIH MedlifePlus
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