La violencia contra la mujer por la pareja (VPM) tiene efectos devastadores en la salud y bienestar en la vida de las mujeres y de sus hijos e hijas. Sus consecuencias físicas, psicológicas, sociales, la peor percepción de su estado de salud y la pérdida en calidad de vida están ampliamente documentadas. Además, las secuelas persisten en el tiempo, incluso tras el cese del maltrato. Las consecuencias psicológicas de la VPM son las más duraderas y graves. Esta violencia afecta también a los hijos e hijas, a personas dependientes a su cargo, a la familia y al agresor.
Muchos malestares y
problemas de salud física y mental por los que estas mujeres acuden a los
servicios sanitarios en busca de ayuda se originan por la violencia sufrida.
Tratar los síntomas sin hacerlas conscientes de su relación con la VPM favorece
la medicalización, la yatrogenia y la cronificación.
La violencia psicológica
supone una amenaza invisibilizada, sutil, acumulativa, difícil de detectar y,
sin embargo, es la más destructiva.
La violencia contra la
mujer por la pareja (VPM) en cualquiera de sus manifestaciones tiene
consecuencias catastróficas para la salud en el presente, en el futuro y en el
bienestar de las mujeres y menores a su cargo. Deteriora la salud física,
psicológica, sexual, reproductiva y social de las víctimas, a veces de modo
irreparable y empobrece sus vidas. Sus efectos pueden persistir después de
salir de la relación de maltrato.
Además, la violencia
tiene efectos acumulativos y sus consecuencias dependen de los tipos de
maltrato, gravedad, intensidad, frecuencia, la edad en la que ocurre y la
duración.
La violencia física es la
más fácilmente identificable y la menos tolerada, y frecuentemente hace tomar
conciencia a la mujer del maltrato. La violencia sexual en la pareja suele
ocultarse por vergüenza o por aceptación impuesta. La violencia psicológica es
la más frecuente al acompañar a las demás formas de violencia, si bien puede
producirse de forma aislada. A pesar de que las mujeres que la experimentan la
consideran como la más dañina, paradójicamente es la menos reconocida y más
cuestionada a nivel social, judicial e incluso sanitario. La dificultad para
definirla, dónde establecer su «umbral» y de qué manera medirla, la convierten
en la más impune.
A consecuencia del
sufrimiento y estrés crónico generado por la VPM, las víctimas experimentan
malestar biopsicosocial, peor salud auto percibida, problemas de salud física y
mental que pueden afectar al desempeño de sus actividades cotidianas y a una
mayor frecuentación de los servicios sanitarios5. En estos casos, proporcionar
como respuesta sanitaria tratamientos sintomáticos, sin ayudar a que la mujer
descubra la relación entre sus síntomas y el maltrato, suele conducir a
respuestas ineficaces, favorece la sobremedicación, la cronificación, y la
yatrogenia, generando gastos sanitarios elevados e inútiles. Sin embargo, un
abordaje con enfoque de género favorecerá la comprensión del problema por parte
de la víctima, y mejorará su capacidad de respuesta al potenciar sus recursos
internos.
Consecuencias
psicológicas y en la salud mental
- Alteraciones de su estado emocional: disminución de su autoestima, deterioro de su iniciativa, de su capacidad de reflexión, culpa, desconfianza en los demás y en sí misma
- Síndromes funcionales: malestar psicosocial
- Conductas negativas en salud (sedentarismo, tabaquismo)
- Dependencia psicológica del maltratador
- Trastornos del sueño (insomnio y pesadillas)
- Trastornos adaptativos
- Fobias y trastorno por pánico
- Depresión, ansiedad, distimia
- Trastornos por somatización
- Trastorno de la conducta alimentaria
- Abuso de alcohol, drogas y psicofármacos (aumentada por 5 en mujeres expuestas)
- Trastorno por estrés postraumático (TEPT y TEPT complejo)
- Alteraciones de la personalidad
- Síntomas psicóticos
- Intentos de suicidio y suicidio
- Consecuencias imperceptibles, «lo que les hace sentir la VPM»
- Miedo que paraliza sus respuestas
- Culpa
- Vergüenza
- Cosificación
- Degradación, destrucción de su autoestima
- Siente que no merece ser querida. Genera aislamiento y soledad
- Pérdida de la confianza básica en las relaciones
- Sentimiento de incapacidad para resolver problemas
- Confusión por la distorsión de la realidad subjetiva. Creen que su comportamiento y problemas mentales son la causa de los problemas con su pareja, no la consecuencia. Asumen las normas y la versión de la realidad, impuestas por su agresor
- Sentimientos ambivalentes hacia su pareja
- Disminución de su capacidad de decisión y de autonomía. Dependencia
- Conductas evitativas. Disminuye su capacidad para participar en el mundo
- Agotamiento físico y mental. A menudo se sienten incapaces de cuidar de sí mismas y de sus hijos/as o de tener un trabajo
- Sobrecarga de responsabilidades
- Disminución de la asertividad
- Rabia. Si la mujer siente rabia y no puede utilizarla para escapar del abuso, se puede volver contra ella misma en forma de autoagresiones
- TEPT: trastorno por estrés postraumático; VPM: violencia contra la mujer por la pareja
Otras consecuencias de la
VPM
La VPM compromete no solo
la vida de las mujeres, afecta a sus hijos/as, sus familias, al agresor e
incluso a los profesionales que las atienden.
- Consecuencias sociales para la mujer
- Aislamiento.
- Pérdida de su red social.
- Repercusión en el ámbito laboral.
- Absentismo.
- Empeoramiento de su calidad de vida.
- Empobrecimiento económico.
- Desarraigo social de la mujer y de sus hijos/as.
- Cambio de domicilio al buscar protección.
- Mayor uso de los servicios sanitarios, sociales o jurídicos.
Consecuencia para los
hijos/as expuestos a la VPM
- La exposición a la VPM tiene consecuencias en su desarrollo y socialización, en su salud física y mental tanto a corto como a largo plazo.
- La vivencia en un clima de terror doméstico hace que vivan en estado de alerta permanente con sensación de amenaza hacia su figura de apego y hacia ellos/as.
- Tienen mayor riesgo de maltrato directo y también se ha demostrado mayor riesgo de que los menores sufran o cometan violencia a lo largo de su vida (violencia transgeneracional)
Consecuencias para la
familia extensa
- La familia es fundamental en el proceso. Sus acciones y omisiones resultan clave para salir o permanecer en la situación de maltrato. Conocer la existencia de VPM hace sufrir a las personas cercanas a ella, más si son dependientes y convivientes, que soportan los efectos sin poder evitarla.
- Puede generar sentimientos de culpa por su actitud pasiva o por haber aconsejado mantener la relación.
- La mujer puede ocultar a su familia de origen la VPM, a veces por miedo a los reproches, generando una conspiración del silencio en torno al maltrato.
Consecuencias para el
agresor
- Riesgo de detención y condena.
- Aislamiento y rechazo familiar y social.
- Alejamiento de sus hijos/as.
- Sentimientos de fracaso, frustración y resentimiento.
- Mayor riesgo de exclusión social.
- Mayor riesgo de depresión y de suicidio. Cerca de 50% de los hombres que mataron a sus parejas intentó suicidarse, y 30% lo consiguió.
- El agresor suele tener dificultades para pedir ayuda, por ausencia de reconocimiento de su conducta abusiva, por orgullo o vergüenza, muy ligado a los roles de género.
Consecuencias para los/as
profesionales
- Escuchar relatos de violencia, ser testigos/as del sufrimiento y los daños físicos y emocionales en las mujeres y en sus hijas/os produce en el personal sanitario sentimientos de dolor, tristeza, rabia, impotencia y afecta a su idea del mundo y las relaciones. Este impacto emocional puede repercutir negativamente en su práctica asistencial y su equilibrio emocional.
- La sensación de indefensión se contagia desde la víctima al/la terapeuta, a veces se siente frustración porque la respuesta no es la esperada, por la falta de recursos eficaces, o por la inseguridad del profesional por no contar con la formación adecuada.
- Todo ello puede ser causa de agotamiento profesional o burnout.
Aspectos para recordar
La gravedad de las
consecuencias de la VPM justifica las intervenciones activas y la disponibilidad
de recursos para su abordaje en los sistemas sanitarios.
La VPM comporta graves
daños y secuelas en la salud física, mental y social de las víctimas. A mayor
gravedad, diversidad de formas de maltrato, intensidad y mayor tiempo de
evolución, el impacto en la salud será más significativo. Por ello, es
fundamental la detección precoz.
De todas las formas de
maltrato, la violencia psicológica es la más invisibilizada y la menos
reconocida. Sin embargo, sus consecuencias son particularmente graves.
Las consecuencias de la
VPM necesitan una respuesta basada en un abordaje integral con enfoque de
género y multidisciplinar, ya que la evidencia de la concurrencia de VPM,
problemas de salud, de TM y consumo de sustancias es muy sólida y suponen un
desafío para la recuperación y la reparación de las víctimas.
La prevalencia de la
violencia de género entre las usuarias de servicios de salud mental es muy alta
y con frecuencia permanece oculta, por ello se debe preguntar por esta
posibilidad a todas las mujeres.
Hay consecuencias más
difíciles de medir y aún más de reparar, pero no por ello menos importantes,
como el sufrimiento, desesperanza, el dolor, el miedo, la soledad, la
vergüenza, la humillación, el rechazo social, el aislamiento, la culpa, la
frustración y la injusticia.
El apoyo tanto de las
redes formales como informales puede reducir las consecuencias. Como sanitarios/as (profesionales de la salud mental) tenemos una oportunidad única y la responsabilidad de intervenir.
ScienceDirect

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