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viernes, 15 de agosto de 2025

Consecuencias para la Salud de la Violencia Contra la Mujer por la Pareja

La violencia contra la mujer por la pareja (VPM) tiene efectos devastadores en la salud y bienestar en la vida de las mujeres y de sus hijos e hijas. Sus consecuencias físicas, psicológicas, sociales, la peor percepción de su estado de salud y la pérdida en calidad de vida están ampliamente documentadas. Además, las secuelas persisten en el tiempo, incluso tras el cese del maltrato. Las consecuencias psicológicas de la VPM son las más duraderas y graves. Esta violencia afecta también a los hijos e hijas, a personas dependientes a su cargo, a la familia y al agresor.

Muchos malestares y problemas de salud física y mental por los que estas mujeres acuden a los servicios sanitarios en busca de ayuda se originan por la violencia sufrida. Tratar los síntomas sin hacerlas conscientes de su relación con la VPM favorece la medicalización, la yatrogenia y la cronificación.

La violencia psicológica supone una amenaza invisibilizada, sutil, acumulativa, difícil de detectar y, sin embargo, es la más destructiva.

La violencia contra la mujer por la pareja (VPM) en cualquiera de sus manifestaciones tiene consecuencias catastróficas para la salud en el presente, en el futuro y en el bienestar de las mujeres y menores a su cargo. Deteriora la salud física, psicológica, sexual, reproductiva y social de las víctimas, a veces de modo irreparable y empobrece sus vidas. Sus efectos pueden persistir después de salir de la relación de maltrato.

Además, la violencia tiene efectos acumulativos y sus consecuencias dependen de los tipos de maltrato, gravedad, intensidad, frecuencia, la edad en la que ocurre y la duración.

La violencia física es la más fácilmente identificable y la menos tolerada, y frecuentemente hace tomar conciencia a la mujer del maltrato. La violencia sexual en la pareja suele ocultarse por vergüenza o por aceptación impuesta. La violencia psicológica es la más frecuente al acompañar a las demás formas de violencia, si bien puede producirse de forma aislada. A pesar de que las mujeres que la experimentan la consideran como la más dañina, paradójicamente es la menos reconocida y más cuestionada a nivel social, judicial e incluso sanitario. La dificultad para definirla, dónde establecer su «umbral» y de qué manera medirla, la convierten en la más impune.

A consecuencia del sufrimiento y estrés crónico generado por la VPM, las víctimas experimentan malestar biopsicosocial, peor salud auto percibida, problemas de salud física y mental que pueden afectar al desempeño de sus actividades cotidianas y a una mayor frecuentación de los servicios sanitarios5. En estos casos, proporcionar como respuesta sanitaria tratamientos sintomáticos, sin ayudar a que la mujer descubra la relación entre sus síntomas y el maltrato, suele conducir a respuestas ineficaces, favorece la sobremedicación, la cronificación, y la yatrogenia, generando gastos sanitarios elevados e inútiles. Sin embargo, un abordaje con enfoque de género favorecerá la comprensión del problema por parte de la víctima, y mejorará su capacidad de respuesta al potenciar sus recursos internos.

Consecuencias psicológicas y en la salud mental

  • Alteraciones de su estado emocional: disminución de su autoestima, deterioro de su iniciativa, de su capacidad de reflexión, culpa, desconfianza en los demás y en sí misma
  • Síndromes funcionales: malestar psicosocial
  • Conductas negativas en salud (sedentarismo, tabaquismo)
  • Dependencia psicológica del maltratador
  • Trastornos del sueño (insomnio y pesadillas)
  • Trastornos adaptativos
  • Fobias y trastorno por pánico
  • Depresión, ansiedad, distimia
  • Trastornos por somatización
  • Trastorno de la conducta alimentaria
  • Abuso de alcohol, drogas y psicofármacos (aumentada por 5 en mujeres expuestas)
  • Trastorno por estrés postraumático (TEPT y TEPT complejo)
  • Alteraciones de la personalidad
  • Síntomas psicóticos
  • Intentos de suicidio y suicidio
  • Consecuencias imperceptibles, «lo que les hace sentir la VPM»
  • Miedo que paraliza sus respuestas
  • Culpa
  • Vergüenza
  • Cosificación
  • Degradación, destrucción de su autoestima
  • Siente que no merece ser querida. Genera aislamiento y soledad
  • Pérdida de la confianza básica en las relaciones
  • Sentimiento de incapacidad para resolver problemas
  • Confusión por la distorsión de la realidad subjetiva. Creen que su comportamiento y problemas mentales son la causa de los problemas con su pareja, no la consecuencia. Asumen las normas y la versión de la realidad, impuestas por su agresor
  • Sentimientos ambivalentes hacia su pareja
  • Disminución de su capacidad de decisión y de autonomía. Dependencia
  • Conductas evitativas. Disminuye su capacidad para participar en el mundo
  • Agotamiento físico y mental. A menudo se sienten incapaces de cuidar de sí mismas y de sus hijos/as o de tener un trabajo
  • Sobrecarga de responsabilidades
  • Disminución de la asertividad
  • Rabia. Si la mujer siente rabia y no puede utilizarla para escapar del abuso, se puede volver contra ella misma en forma de autoagresiones
  • TEPT: trastorno por estrés postraumático; VPM: violencia contra la mujer por la pareja

Otras consecuencias de la VPM

La VPM compromete no solo la vida de las mujeres, afecta a sus hijos/as, sus familias, al agresor e incluso a los profesionales que las atienden.

  • Consecuencias sociales para la mujer
  • Aislamiento.
  • Pérdida de su red social.
  • Repercusión en el ámbito laboral.
  • Absentismo.
  • Empeoramiento de su calidad de vida.
  • Empobrecimiento económico.
  • Desarraigo social de la mujer y de sus hijos/as.
  • Cambio de domicilio al buscar protección.
  • Mayor uso de los servicios sanitarios, sociales o jurídicos.

Consecuencia para los hijos/as expuestos a la VPM

  • La exposición a la VPM tiene consecuencias en su desarrollo y socialización, en su salud física y mental tanto a corto como a largo plazo.
  • La vivencia en un clima de terror doméstico hace que vivan en estado de alerta permanente con sensación de amenaza hacia su figura de apego y hacia ellos/as.
  • Tienen mayor riesgo de maltrato directo y también se ha demostrado mayor riesgo de que los menores sufran o cometan violencia a lo largo de su vida (violencia transgeneracional)

Consecuencias para la familia extensa

  • La familia es fundamental en el proceso. Sus acciones y omisiones resultan clave para salir o permanecer en la situación de maltrato. Conocer la existencia de VPM hace sufrir a las personas cercanas a ella, más si son dependientes y convivientes, que soportan los efectos sin poder evitarla.
  • Puede generar sentimientos de culpa por su actitud pasiva o por haber aconsejado mantener la relación.
  • La mujer puede ocultar a su familia de origen la VPM, a veces por miedo a los reproches, generando una conspiración del silencio en torno al maltrato.

Consecuencias para el agresor

  • Riesgo de detención y condena.
  • Aislamiento y rechazo familiar y social.
  • Alejamiento de sus hijos/as.
  • Sentimientos de fracaso, frustración y resentimiento.
  • Mayor riesgo de exclusión social.
  • Mayor riesgo de depresión y de suicidio. Cerca de 50% de los hombres que mataron a sus parejas intentó suicidarse, y 30% lo consiguió.
  • El agresor suele tener dificultades para pedir ayuda, por ausencia de reconocimiento de su conducta abusiva, por orgullo o vergüenza, muy ligado a los roles de género.

Consecuencias para los/as profesionales

  • Escuchar relatos de violencia, ser testigos/as del sufrimiento y los daños físicos y emocionales en las mujeres y en sus hijas/os produce en el personal sanitario sentimientos de dolor, tristeza, rabia, impotencia y afecta a su idea del mundo y las relaciones. Este impacto emocional puede repercutir negativamente en su práctica asistencial y su equilibrio emocional.
  • La sensación de indefensión se contagia desde la víctima al/la terapeuta, a veces se siente frustración porque la respuesta no es la esperada, por la falta de recursos eficaces, o por la inseguridad del profesional por no contar con la formación adecuada.
  • Todo ello puede ser causa de agotamiento profesional o burnout.

Aspectos para recordar

La gravedad de las consecuencias de la VPM justifica las intervenciones activas y la disponibilidad de recursos para su abordaje en los sistemas sanitarios.

La VPM comporta graves daños y secuelas en la salud física, mental y social de las víctimas. A mayor gravedad, diversidad de formas de maltrato, intensidad y mayor tiempo de evolución, el impacto en la salud será más significativo. Por ello, es fundamental la detección precoz.

De todas las formas de maltrato, la violencia psicológica es la más invisibilizada y la menos reconocida. Sin embargo, sus consecuencias son particularmente graves.

Las consecuencias de la VPM necesitan una respuesta basada en un abordaje integral con enfoque de género y multidisciplinar, ya que la evidencia de la concurrencia de VPM, problemas de salud, de TM y consumo de sustancias es muy sólida y suponen un desafío para la recuperación y la reparación de las víctimas.

La prevalencia de la violencia de género entre las usuarias de servicios de salud mental es muy alta y con frecuencia permanece oculta, por ello se debe preguntar por esta posibilidad a todas las mujeres.

Hay consecuencias más difíciles de medir y aún más de reparar, pero no por ello menos importantes, como el sufrimiento, desesperanza, el dolor, el miedo, la soledad, la vergüenza, la humillación, el rechazo social, el aislamiento, la culpa, la frustración y la injusticia.

El apoyo tanto de las redes formales como informales puede reducir las consecuencias. Como sanitarios/as (profesionales de la salud mental) tenemos una oportunidad única y la responsabilidad de intervenir.

ScienceDirect

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