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miércoles, 27 de diciembre de 2023

La Navidad y la Salud Mental

La Navidad y año nuevo es ese periodo del año que se ama o muchas veces también se odia. Hay quienes la disfrutan como niños a la espera de Papá Noel y otros que no ven la hora de que pase el vértigo y todo vuelva a la normalidad.

@PsicólogoClXalapa

Sin duda, la Navidad suele generar sentimientos encontrados en muchas personas, debido al estrés que produce las tareas por hacer, las expectativas familiares, la nostalgia de tiempos pasados, la soledad y el balance personal.

Al llegar a final del año nos encontramos a menudo agotados, sumidos en el estrés derivado de las prisas, las compras de regalos, las decisiones sobre con quién pasar las fiestas, el cansancio acumulado y la sensación de no hallarnos en un estado de calma. Para muchas personas, la Navidad está asociada con emociones positivas, con alegría, conexión social, espiritualidad, pero para otras está directamente relacionada con la pérdida, con la gente que ya no está, entonces se ponen melancólicas, lo que facilita la angustia y un estado de ánimo más depresivo. También es un momento de mayor sensibilidad que a veces predispone a situaciones conflictivas, porque para algunas personas las fiestas, por todo lo que tienen que hacer y planificar, significan niveles más elevados de estrés y de ansiedad. El estrés afecta de manera diferente a cada persona e influye según la personalidad, género y edad. Las reuniones de fin de año suelen generar emociones diversas, especialmente para aquellos que están acostumbrados a pasar la Navidad en familia y no la tienen. Para algunos, estas celebraciones despiertan sentimientos relacionados con el ‘síndrome de la silla vacía’, al recordar eventos tristes o la ausencia de seres queridos, una experiencia que se intensificó tras la pandemia. Por otro lado, quienes están acostumbrados a pasar estas fiestas en familia y ahora no la tienen pueden experimentar agobio al estar solos, o viceversa, sentirse abrumados en entornos con demasiada gente. En resumen, es fundamental comprender y abordar la diversidad de experiencias emocionales durante estas festividades, promoviendo estrategias de afrontamiento saludables y fortaleciendo los lazos familiares en medio de la complejidad que estas celebraciones pueden conllevar. 

El papel de los neurotransmisores

Toda esa sobrecarga de tareas, estrés, emociones, reencuentros, alegrías y tristezas tienen sus causas y sus consecuencias en cuerpo y mente. La Navidad influye en la química de nuestro cerebro. Se produce la liberación de una serie de hormonas que son neurotransmisores y que cuando las producimos generan emociones. En este escenario de fin de año, los neurotransmisores afectados varían según la persona, pero suelen involucrar a la dopamina, la serotonina y el cortisol. Las dos primeras están relacionadas con la felicidad; el cortisol, con el estrés. Hay quienes tienen una predisposición a vivir la Navidad con un espíritu relajado, experimentan una sensación mayor de bienestar, felicidad y compañía. Ellos seguramente contarán con niveles más elevados de serotonina, lo que los ayudará a sobrellevar este período. Por otro lado, la dopamina puede llevarnos a actuar de manera más impulsiva, siendo más propensos a abordar todas las responsabilidades sin dejar nada de lado. El denominado ‘síndrome del villancico’ ilustra el estrés asociado con los picos de dopamina durante las compras impulsivas. Este consumismo innecesario y la presión social pueden afectar la autoestima, lo que genera un nivel adicional de estrés. Además, la separación de los hijos, cada vez más común en familias dispersas geográficamente, también impacta emocionalmente. Por otro lado, en este “festival” de neurotransmisores aparece el famoso cortisol, conocido como “la hormona del estrés”. Que se incrementa cuando nos sentimos incapaces de controlar una situación, ante imprevistos o cuando la autoestima se ve afectada. Durante las festividades, las decisiones pueden parecer sencillas desde una perspectiva externa, pero la voluntad de complacer a todos choca a menudo con la realidad, generando tensiones y estrés difícil de controlar. Las expectativas de realizar ciertas acciones o comprar regalos para todos a veces resultan inalcanzables, y las decisiones sobre qué familia priorizar pueden generar conflictos. Hay situaciones que hacen que el estrés aparezca y no siempre se pueda controlar o gestionar adecuadamente. No es solamente en la Navidad, ocurre en todos los seres humanos, en todas las comunidades que tienen tradiciones festivas en relación a aspectos espirituales. Esto nos permite saber cada vez más cómo se interrelaciona la psicología, la neurología, la endocrinología en la comprensión de nuestros fenómenos psíquicos.

Y los regalos navideños también traen beneficios. Un estudio demostró que tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional.

En conclusión, esta época activa evocaciones y recuerdos profundos en los seres humanos. Esa es la razón por la que el cerebro parece presentar una activación diferente en estas fechas que en otros momentos del año. Y estas crean la necesidad de revivir la experiencia. Por eso, los festejos se repiten cada año.

Cómo disfrutar de las fiestas

Es importante aprender a gestionar el estrés para pasar unas felices fiestas. La manera en que celebramos, nos relajamos y participamos en estos eventos es crucial. La preparación anticipada, acompañarse y la toma de decisiones familiares colaborativas son elementos clave para mitigar la tensión. Tratar de evitar las experiencias con muchos estímulos auditivos, visuales, aglomeraciones, prisas, gastos y reflexiones de fin de año. Lo ideal es prepararse con tiempo, tomar decisiones respecto a cómo celebrar y dónde estar, y procurar la compañía, ya que estas festividades suelen no ser propicias para la soledad, ya que son momentos en los que surgen diversas emociones.

Tres acciones para disfrutar de las fiestas: planificar, aceptar y ponerse expectativas realistas. Hay que reconocer que las fiestas pueden tener momentos de alegría y desafío, pero no todas las experiencias van a ser perfectas. Hay que aceptar a cada uno de los integrantes de la reunión. También es importante planificar las cosas con anticipación para ayudar a reducir el estrés.

Los hábitos saludables: Seguir una alimentación equilibrada, tratar de no excederse en las comidas o en las bebidas; realizar una actividad física regular y priorizar el descanso. Hay que escuchar al propio cuerpo. Si una persona se siente abrumada por las fiestas, se recomienda pedir algún tipo de ayuda profesional para mantener el equilibrio emocional.

Es importante aprovechar toda la parte buena que tienen las fiestas. Reflexionar sobre el año transcurrido y las situaciones por las cuales uno puede estar agradecido. La gratitud suele mejorar el estado de ánimo y cambiar la perspectiva de las cosas.

En definitiva, si es posible, revivir aquellas bellas experiencias navideñas y recuperar la ilusión junto al cariño de nuestros seres queridos parecen ser las claves para disfrutar de estas fiestas.

Infonabe


miércoles, 20 de diciembre de 2023

Cómo Ayudar a tu Hijo Adolescente a Confrontar una Crisis Nerviosa

 Acompaña a tu hijo a abordar sentimientos complejos o abrumadores.

Según los datos internacionales, en los últimos años el número de niños que acuden a urgencias por una crisis de ansiedad ha ido aumentando. Ante esto, nos preguntamos ¿por qué actualmente los niños presentan niveles más altos de ansiedad? Una teoría apunta a que esto puede deberse a las nuevas tecnologías.

Además, los niños pueden tener dificultades para expresar sus preocupaciones y pueden reprimir sus emociones. Si estos sentimientos no se definen o expresan de forma correcta la salud mental del niño puede verse y dar lugar a una crisis de ansiedad. 

Una crisis de ansiedad se caracteriza por lo siguiente:

Es la respuesta del cuerpo ante un peligro. Esta respuesta es adaptativa porque prepara a nuestro cuerpo para defenderse, ya que nuestro corazón late más rápido para bombear sangre a nuestros músculos y así disponer de la energía necesaria para huir o luchar contra el peligro. Sin embargo, a veces nuestro cuerpo reacciona de esta forma cuando no hay un peligro real (ansiedad anticipatoria), esto sería una crisis de ansiedad.

  • Se activa nuestro sistema nervioso simpático, el cual se encarga de enviar señales físicas de activación por todo nuestro cuerpo.
  • No produce problemas en la salud del niño, aunque lo hace sentirse mal y asustado.
  • Suelen ser breves, duran entre 20 y 15 minutos aproximadamente, aunque el niño sienta que es eterna.

Las crisis de ansiedad o ataques de pánico son muy incapacitantes. Pueden durar entre 5 y 20 minutos y se caracterizan por presentar síntomas físicos como dolor de pecho, problemas para respirar, mareos, vómitos y temblores. Los niños puede que no sean capaces de manejar o expresar sus sentimientos como los adultos, lo que hace que aún sea más duro para ellos al no comprender ni poder expresar lo que les pasa con claridad. Aquí te mostramos algunos consejos que te pueden ayudar a la hora de actuar cuando tu hijo está sufriendo un ataque de pánico:

  • Mantén el control: recuerda que un niño durante la crisis de ansiedad pierde el control absoluto lo que en sí mismo es agobiante y aterrador.
  • Mantén la calma y un tono de voz tranquilo mientras le dices que estás ahí con él y que entiendes cómo se siente.
  • Emplea palabras apropiadas para su edad a la hora de describir la ansiedad. De esta forma, le estarás transmitiendo seguridad, confianza y contención en medio de esa “tormenta” emocional.
  • Asegúrate de que tu hijo se va sintiendo cada vez más seguro. Emplea palabras suaves, usa su nombre, dile cosas similares a “sé que no te sientes bien pero vas a estar bien”, “te voy a ayudar a pasar esto y terminará pronto”, “respira hondo”…
  • Recuérdale que una crisis de ansiedad siempre termina y que hay que pasarla. Esto puede darle esperanza. Sin embargo, intenta no darle excesiva sobreprotección porque es fundamental que encuentre y desarrolle sus propias estrategias de afrontamiento.
  • Presta atención a los síntomas físicos de la crisis de ansiedad. Convence a tu hijo de que los mareos, temblores y palpitaciones terminarán. Cuéntale que son signos de miedo y no de enfermedad.
  • Dale tiempo para calmarse, no lo apures. Necesita tiempo para recuperarse totalmente.

Recuerda siempre que, si mantienes la calma durante su crisis de ansiedad, su recuperación será más rápida.

Ser adolescente conlleva muchas emociones intensas que a veces pueden resultar difíciles de controlar. Hemos hablado con la Dra. Lisa Damour, psicóloga experta en adolescentes, autora de libros de éxito, colaboradora habitual de The New York Times y madre de dos hijos, sobre cómo pueden los progenitores apoyar a sus hijos a afrontar sentimientos difíciles o intensos.

Nota: Esta orientación general puede servir de ayuda a la mayoría de los progenitores en estas situaciones difíciles, pero algunas rabietas o arrebatos emocionales se deben a trastornos del desarrollo, como retraso en las habilidades lingüísticas, dificultades auditivas o visuales o problemas de comportamiento, que pueden requerir la ayuda de un profesional especializado en la infancia o la adolescencia. Consulta a un especialista si te preocupa que las emociones intensas de tu hijo puedan ser el síntoma de un problema más profundo.

¿Qué es una crisis nerviosa?

Las crisis pueden darse tanto entre los niños más pequeños como entre los mayores. Ocurren cuando un niño se ve completamente superado por las emociones y se siente abrumado. Estas emociones pueden ser miedo, ira, frustración o cualquier otro factor.

¿Qué características presenta una crisis entre los niños mayores?

Cuando los niños que tienen la capacidad de describir lo que sienten se ven abrumados pueden empezar a sollozar, hiperventilar o ponerse nerviosos. Al contrario de lo que ocurre con los niños pequeños, es menos probable que los niños mayores tengan crisis en lugares públicos, porque en esas situaciones se suelen sentir avergonzados. Es mucho más probable que las crisis se produzcan en casa. Por ejemplo, un adolescente puede aguantarse todo el día en la escuela y luego llegar a casa y tener una crisis emocional.

¿Qué debo hacer si mi hijo adolescente tiene una crisis emocional?

La Dra. Damour recomienda que los progenitores sigan nueve pasos prácticos para ayudar a sus hijos adolescentes a controlar una crisis emocional. Lo mejor es que hagas una pausa entre cada paso para ver si ha funcionado. Si no es así, pon en práctica el siguiente paso.

1. Escuchar sin interrumpir

Los niños mayores pueden tener una crisis emocional que les lleve a hablar con angustia sobre lo que les está ocurriendo. En esos momentos, la clave es dejar que lo cuenten todo. A menudo, los adultos bienintencionados intervienen o hacen sugerencias, olvidando que una de las mejores fuentes de alivio es expresar las emociones.

2. Ofrecer una empatía sincera

La mayoría de las veces, el hecho de expresar las emociones con palabras ofrece al joven el alivio que necesita. Después de escucharlos atentamente, otro tipo de apoyo que podemos dar a nuestros adolescentes es manifestarles empatía. Los adultos pueden ensayar frases como “eso es terrible” o “siento mucho que te haya pasado esto”.

3. Reconocer el valor de la angustia

El reconocimiento es muy eficaz, especialmente para los adolescentes. A los adolescentes a veces les preocupa que sus sentimientos tengan algo de malo porque sus emociones pueden ser muy fuertes. Aunque por una parte el adolescente se siente muy afectado, también puede estar un poco asustado debido a la intensidad de sus emociones.

Es un gran consuelo para los adolescentes cuando los adultos dicen: “Tus sentimientos son lógicos y puedo entender por qué tienes esa reacción”. Si, en cambio, los adultos les dicen: “¿Por qué estás tan molesto por eso? Hay gente que sufre mucho más que tú, ¿no es cierto?”, el efecto que se produce en los adolescentes es que siguen sintiéndose mal, pero ahora también se sienten culpables. En otras palabras, intentar cambiar la perspectiva de un adolescente no siempre les sirve de ayuda, por mucho que sus progenitores crean que es así.

4. Ayudarlos a calmarse

La mayoría de las veces, estos tres primeros pasos deberían ser suficientes. Pero si no sirven aún de alivio, podemos pasar de ayudar a los adolescentes a expresar sus sentimientos a ayudarles a controlar sus emociones. Una forma de hacerlo es ayudar a los adolescentes a tranquilizarse por su cuenta. Habla con tu hijo sobre todo lo que puede hacer para sentirse mejor, como por ejemplo respirar profunda y lentamente.

La respiración abdominal es muy relajante y nos ayuda a llevar el oxígeno a lo más profundo de nuestros pulmones. He aquí un sencillo proceso en tres etapas:

Poner la mano en el estómago.

Respirar profundamente cinco veces, inhalar 5 segundos y exhalar 5 segundos, inspirando por la nariz y exhalando por la boca.

Explica a tu hijo que cuando inhala, está inflando su abdomen suavemente como un globo, y que cuando exhala el aire vuelve a salir lentamente del globo.

5. Expresar confianza sin ser displicente

Intenta mostrar tu apoyo diciendo cosas como “esto es duro, pero esta sensación tan fuerte no durará mucho” o “por muy duro que parezca esto ahora mismo, estoy muy impresionado por lo que eres capaz de controlar, y saber que podemos hablar juntos de todo esto”.

6. Ofrecer ayudar para resolver el problema

Si has escuchado, reconocido y ofrecido consuelo y tu adolescente sigue molesto, el siguiente paso puede consistir en preguntarle: “¿Necesitas que te ayude a intentar resolver este problema?”. Pedir permiso para ofrecer apoyo, en lugar de limitarse a ofrecer consejos, puede contribuir a mantener la conversación con el adolescente. A veces los adolescentes te dirán: “No, solo quiero desahogarme”, y entonces lo más seguro es que todo el apoyo que necesitan es que los escuches. Y si te dicen que sí necesitan tu ayuda, eso significa que van a hacer mucho más caso a los consejos que les demos.

7. Dividir el problema en dos partes

Si tu hijo acepta tu ayuda en la resolución de un problema, puede ser útil dividir los retos a los que se enfrenta en dos categorías: cosas que pueden cambiar y cosas que no pueden cambiar.

8. Para las cosas que pueden cambiar, piensen juntos en las posibles soluciones

Ayúdale a centrar su atención en la búsqueda de soluciones para los problemas que puede cambiar.

9. Para lo que no pueden cambiar, hay que apoyar la aceptación

Apoya a tu hijo adolescente para que haga todo lo posible por aceptar los problemas que no tienen fácil solución. Una forma de ayudar a los jóvenes a aceptar un problema es hablar en términos de la energía. Puedes decirles: “Solo tienes una cierta cantidad de energía, así que guárdala para los problemas sobre los que realmente podemos hacer algo. No la desperdicies en los retos que no puedes controlar ahora mismo”.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Los TCA: Un Problema que va más allá de la Comida

¿Qué son los trastornos de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación, también llamados trastornos de la conducta alimentaria, son enfermedades médicas graves con una influencia biológica que se caracterizan por alteraciones graves de las conductas alimentarias. Aunque hay ocasiones en que muchas personas se pueden preocupar por su salud, peso o apariencia, algunas se fijan excesivamente o se obsesionan con la pérdida de peso, el peso o la forma corporal y el control de los alimentos que consumen. Estos pueden ser signos de un trastorno alimentario.



Las personas con trastornos de alimentación no eligieron tenerlos. Estos trastornos pueden afectar la salud física y mental de quien los padece y, en algunos casos, hasta pueden poner en peligro la vida. Sin embargo, con tratamiento, las personas pueden recuperarse por completo de estos trastornos.

¿Quién está en riesgo de tener un trastorno de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación pueden afectar a personas de cualquier edad, origen racial y étnico, peso corporal y género. Incluso las personas que parecen ser saludables, como los atletas, pueden tener estos trastornos y estar extremadamente enfermas. Las personas con trastornos de la alimentación pueden tener un bajo peso corporal, un peso normal o sobrepeso. En otras palabras, no se puede saber si alguien tiene un trastorno de la alimentación con solo mirarlo.

La causa exacta de los trastornos de la alimentación no se comprende completamente, pero las investigaciones sugieren que una combinación de factores genéticos, biológicos, conductuales, psicológicos y sociales puede aumentar el riesgo de tener este tipo de trastorno.

¿Cuáles son los tipos más frecuentes de trastornos de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces coinciden. Las personas que presentan cualquier combinación de estos síntomas pueden tener un trastorno de la alimentación y deben ser evaluadas por un médico u otro proveedor de atención médica.

¿Qué es la anorexia nerviosa?

La anorexia nerviosa es una afección en la que las personas evitan comer, restringen los alimentos severamente o solo comen cantidades muy pequeñas de ciertos alimentos. También pueden pesarse una y otra vez. Incluso cuando están peligrosamente por debajo del peso normal, estas personas pueden verse a sí mismas como si tuvieran sobrepeso.

Hay dos subtipos de anorexia nerviosa: la restrictiva y la de atracón-purgativa.

  1. Restrictiva: Las personas con este subtipo de anorexia nerviosa limitan severamente la cantidad y el tipo de alimentos que consumen.
  2. Atracón-purgativa: Las personas con este subtipo de anorexia nerviosa también se imponen fuertes restricciones en la cantidad y el tipo de alimentos que consumen. Además, pueden tener episodios de atracones y purgas, es decir, ingieren grandes cantidades de alimentos en poco tiempo, seguido por vómitos o por el uso de laxantes o diuréticos para desechar lo que comieron.

Los síntomas de la anorexia nerviosa incluyen:

  • alimentación extremadamente restringida o ejercicio intensivo y excesivo;
  • delgadez extrema (emaciación).
  • intentos constantes para adelgazar y resistencia a mantener un peso normal o saludable.
  • temor intenso de subir de peso.
  • imagen corporal distorsionada o una autoestima sumamente influenciada por las percepciones del peso y la forma del cuerpo.
  • rechazo a aceptar lo grave que es tener un bajo peso corporal.
  • Con el tiempo, la anorexia nerviosa puede originar varias consecuencias graves para la salud, como:
  • pérdida de masa ósea (osteopenia u osteoporosis).
  • anemia leve.
  • desgaste y debilidad muscular.
  • cabello y uñas quebradizos.
  • piel seca y amarillenta.
  • crecimiento de vello fino en todo el cuerpo (lanugo).
  • estreñimiento grave.
  • presión arterial baja.
  • respiración y pulso lentos.
  • daño en la estructura y el funcionamiento del corazón.
  • disminución de la temperatura corporal interna, lo que hace que la persona sienta frío todo el tiempo.
  • letargo, lentitud o cansancio constante.
  • infertilidad.
  • daño cerebral.
  • Insuficiencia multiorgánica.

La anorexia nerviosa puede ser fatal. Tiene una tasa de muerte (mortalidad) extremadamente alta, en comparación con otros trastornos mentales. Las personas con anorexia corren el riesgo de morir por complicaciones médicas asociadas con la inanición (hambre). El suicidio es la segunda causa principal de muerte en las personas diagnosticadas con anorexia nerviosa.

¿Qué es la bulimia nerviosa?

Las personas con bulimia nerviosa tienen episodios recurrentes en los que consumen cantidades inusualmente grandes de comida. Suelen sentir una pérdida de control sobre estos episodios de atracones. A estos atracones les siguen comportamientos para compensar por el exceso de comida, como vómitos forzados, uso exagerado de laxantes o diuréticos, ayunos, ejercicio excesivo, o una combinación de estos. A diferencia de las personas con anorexia nerviosa, las personas con bulimia nerviosa pueden mantener un peso saludable o tener exceso de peso.

Los síntomas y las consecuencias para la salud de la bulimia nerviosa incluyen:

  • dolor e inflamación crónica de la garganta.
  • inflamación de las glándulas salivales en la zona del cuello y la mandíbula.
  • esmalte dental desgastado y mayor sensibilidad y caries en los dientes, como resultado de la exposición al ácido del estómago al vomitar.
  • reflujo ácido y otros problemas gastrointestinales.
  • malestar e irritación intestinal debido al uso inadecuado de laxantes.
  • deshidratación grave por las purgas.
  • desequilibrio de los electrolitos (con niveles demasiados bajos o demasiados altos de sodio, calcio, potasio y otros minerales) lo que pueden originar un accidente cerebrovascular o ataque al corazón.

¿Qué es el trastorno por atracón?

El trastorno por atracón es una afección en la que las personas pierden el control sobre lo que comen y tienen episodios recurrentes de ingerir cantidades inusualmente grandes de alimentos. A diferencia de la bulimia nerviosa, a los episodios de atracones no les siguen purgas, exceso de ejercicio o ayunos. Por esta razón, las personas con el trastorno por atracón a menudo tienen exceso de peso o son obesas.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

  • consumir cantidades inusualmente grandes de alimentos en un período corto de tiempo, como, por ejemplo, en dos horas.
  • comer rápidamente durante los episodios de atracones.
  • comer incluso cuando está lleno o no tiene hambre.
  • comer hasta estar tan lleno que se siente incómodo.
  • comer solo o en secreto para evitar sentirse avergonzado.
  • tener sentimientos de angustia, vergüenza o culpa por comer.
  • hacer dietas frecuentes, posiblemente sin perder peso.

¿Qué es el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos?

El trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos, anteriormente conocido como trastorno de alimentación selectiva, es una afección en la que las personas limitan la cantidad o el tipo de alimentos que ingieren. A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con este trastorno no tienen una imagen corporal distorsionada ni un temor extremo a aumentar de peso. Este trastorno es más frecuente en la niñez media y por lo general su inicio es más temprano que otros trastornos de la alimentación. Muchos niños pasan por fases de ser quisquillosos a la hora de comer, pero un niño con trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos no consume suficientes calorías para crecer y desarrollarse adecuadamente, y un adulto con este trastorno no consume suficientes calorías para mantener las funciones básicas del cuerpo.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

  • restricción dramática de los tipos o la cantidad de alimentos consumidos.
  • falta de apetito o de interés en la comida.
  • pérdida drástica de peso.
  • malestar estomacal, dolor abdominal u otros problemas gastrointestinales sin otra causa conocida.
  • selección limitada de alimentos favoritos que se va haciendo aún más limitada ("comer de forma quisquillosa" que empeora progresivamente).

¿Cómo se tratan los trastornos de la alimentación?

Es posible tratar con éxito los trastornos de la alimentación. La detección y el tratamiento temprano son importantes para una recuperación total. Las personas con trastornos de alimentación tienen un mayor riesgo de suicidio y de complicaciones médicas.

Los miembros de la familia pueden desempeñar un papel fundamental en el tratamiento, ya que pueden alentar a la persona con problemas de alimentación o de imagen corporal a que busque ayuda. Los familiares también pueden brindar apoyo durante el tratamiento y pueden ser grandes aliados tanto para la persona como para el proveedor de atención médica. Existen investigaciones que sugieren que la incorporación de la familia al tratamiento para los trastornos de la alimentación puede mejorar los resultados del tratamiento, especialmente para los adolescentes.

Los planes de tratamiento para los trastornos de la alimentación incluyen psicoterapia, atención y controles médicos, asesoramiento nutricional, medicamentos o una combinación de estos enfoques. Los objetivos habituales del tratamiento incluyen:

  1. restaurar una nutrición adecuada.
  2. alcanzar un peso saludable.
  3. reducir el exceso de ejercicio.
  4. detener los comportamientos de atracones y purgas.

Las personas con trastornos de la alimentación también pueden tener otros trastornos mentales (como depresión o ansiedad) o problemas con el consumo de sustancias. Es fundamental tratar cualquier afección concurrente como parte del plan de tratamiento.

Las formas específicas de psicoterapia ("terapia de diálogo") y los enfoques cognitivo-conductuales pueden tratar eficazmente ciertos trastornos de la alimentación. Para obtener información general, visite la página web en inglés del NIMH sobre las psicoterapias.

Las investigaciones también sugieren que los medicamentos pueden ayudar a tratar algunos trastornos de la alimentación y la ansiedad o la depresión concurrente relacionada con estos. La información sobre los medicamentos cambia con frecuencia, así que hable con su proveedor de atención médica. Visite el sitio web en inglés de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para obtener las últimas advertencias, guías de medicamentos para pacientes y medicamentos aprobados por la FDA.

¿Dónde puedo obtener ayuda?

Si no está seguro dónde obtener ayuda, puede empezar con su proveedor de atención médica, quien puede referirlo a un profesional de salud mental competente, como un psiquiatra o psicólogo, que tenga experiencia en el tratamiento de trastornos de la alimentación.

martes, 12 de diciembre de 2023

Lupus y Depresión

 Muchas personas que padecen lupus acaban sufriendo depresión. El origen podría estar en el propio sistema inmunitario, el cual, ataca al sistema nervioso central y al funcionamiento normal del cerebro: lo analizamos.

El lupus y la depresión guardan una relación muy estrecha. Tanto es así que, en algunos casos, este trastorno del estado del ánimo es la primera manifestación de dicha enfermedad autoinmune. Irritabilidad, baja energía, desánimo, frustración, negatividad… Llega un momento en que los factores psicológicos se superponen con los físicos; la persona llega al límite de sus fuerzas.

Si tuviéramos que hablar de una enfermedad invisible sería el lupus eritematoso sistémico. Esta condición, en la que el sistema inmunitario acaba atacando al propio cuerpo, afecta a unos cinco millones de personas en todo el mundo. No son muchas si las comparamos con todas las que viven en el planeta, es cierto. A día de hoy está dentro del grupo de los 8000 tipos de enfermedades menos frecuentes.

Aun así, el impacto en la vida de quien lo padece es inmenso. El lupus puede dejar lesiones irreversibles; dada su complejidad, los pacientes no saben qué es lo próximo que les puede suceder: problemas cardíacos, pulmonares, dolores articulares, alteraciones en la piel, problemas digestivos… A los problemas orgánicos, se le añaden además los mentales.

Es importante tenerlo presente. Así, a la hora de ofrecer una asistencia adecuada y efectiva al paciente con lupus debe tenerse en cuenta que el riesgo de depresión es alto dentro del cuadro clínico.

¿Cuáles son los síntomas del lupus y la depresión?

Cerca del 60 % de las personas con enfermedades crónicas desarrollan en algún momento depresión. En el caso del lupus, las manifestaciones más comunes son las siguientes:

  • Baja autoestima.
  • Sentimientos de inutilidad, de indefensión.
  • Baja energía, sensación de agotamiento constante.
  • Sensación de inseguridad constante y baja autoeficacia.
  • Sentimientos de culpabilidad.
  • Problemas para tomar decisiones.
  • Fallos de memoria.
  • Imposibilidad de disfrutar de las actividades que antes eran placenteras.
  • Ideas suicidas.

Más allá de estas características, hay un hecho evidente: las personas con lupus no siempre reciben un adecuado diagnóstico en esta área. Se asume que ese cansancio, ese desánimo y esos problemas de concentración son consecuencia misma de la propia enfermedad autoinmune. De ahí, que no todos los pacientes acaben recibiendo atención en el área mental.

¿Por qué el lupus y los trastornos depresivos están relacionados?

Hay quien piensa que basta con recibir un diagnóstico médico, como es el referente a las enfermedades crónicas, para derivar en un trastorno psicológico. Tengámoslo claro, no es que la persona se desanime y sienta que el mundo se le viene encima. En el caso del lupus, es la propia condición orgánica la que genera en muchos casos esas alteraciones del estado de ánimo -causa orgánica-.

Por término medio, el lupus y la depresión afectan en mayor grado a mujeres de entre 15 y 40 años.

Esta enfermedad autoinmune impacta también al sistema nervioso central. Una parte de los pacientes afectados por lupus puede experimentar alteraciones de la memoria, convulsiones y brotes psicóticos.

El lupus y la depresión se relacionan porque la propia enfermedad tiene un impacto neuropsiquiátrico en muchos casos.

Por otro lado, también ha podido verse que hay varios medicamentos (como los corticoides) que se utilizan para tratar el lupus que tienen el efecto de alterar el estado de ánimo.

Asimismo, hay un factor que se está estudiando en los últimos años. Investigaciones como la llevada a cabo por la doctora Andrea L. Roberts, de la Universidad de Michigan, barajan la posibilidad de que, en ciertos casos, la propia depresión pueda ser un factor de riesgo más para la aparición del lupus.

En esa investigación, de las 195.000 mujeres evaluadas a lo largo de 20 años, 145 casos desarrollaron lupus tras sufrir un trastorno depresivo. Es decir, no es que este trastorno sea un desencadenante, sería un factor de riesgo más.

Cómo manejar el estrés cuando usted tiene lupus

Vivir con lupus puede ser estresante. Y el estrés puede desencadenar los síntomas del lupus o empeorarlos. Sin embargo, usted puede tomar medidas para manejar el estrés y proteger su salud.

Siga estas recomendaciones para manejar el estrés cuando tiene lupus:

  • Identifique las señales y fuentes de su estrés
  • El primer paso para manejar el estrés es reconocer sus síntomas. Cuando usted está estresado, podría sentirse:
  • Preocupado
  • Enojado
  • Incapaz de concentrarse
  • También podría tener síntomas físicos, como dolores de cabeza o problemas para dormir. O podría notar que los síntomas del lupus empeoran.

Ahora, piense qué está causando su estrés. Por ejemplo, ¿se siente estresado en su trabajo o durante sus visitas al médico? Trate de mantener registro por escrito de sus síntomas de estrés y sus fuentes. De esa forma, podrá estar más consciente sobre qué le causa estrés y podrá crear un plan para controlarlo.

Planee con antelación

  • Planear con antelación las situaciones estresantes (o incluso las tareas cotidianas) puede ayudarle a sentirse calmado y preparado. Intente poner en práctica estas estrategias:
  • Si usted tiene un día ocupado por delante, planee cosas la noche anterior, como por ejemplo qué ropa usará, qué comerá a la hora del almuerzo y cómo se transportará de un lugar a otro
  • Si usted siente que las visitas al médico son estresantes, antes de ir escriba todas las preguntas que tenga
  • Si usted está nervioso por una reunión laboral o una conversación difícil con un amigo o un ser querido, trate de planear con antelación lo que dirá
  • Si tiene problemas para recordar sus planes, escríbalos en la herramienta de notas de su teléfono o computadora portátil. De esa forma, tendrá una cosa menos de qué preocuparse

Programe tiempo para relajarse

Cuando usted está estresado y presionado por el tiempo para realizar alguna tarea, relajarse puede no ser una prioridad. ¡Pero tomar tiempo para descansar puede darle más energía para todas las cosas que están en su lista! Intente poner en práctica estas recomendaciones:

  • Planee descansos para recuperar su energía. Trate de programar un descanso de 20 minutos durante su día de trabajo, o designe un día cada fin de semana para simplemente relajarse.
  • Defina límites. Está bien no aceptar invitaciones. Todas las personas necesitan tiempo de tranquilidad.
  • Sea honesto con sus amigos y familiares. Si necesita cancelar un plan o un compromiso para cuidar su salud, las personas que lo estiman entenderán.
  • Una vez que haya reservado tiempo para relajarse, se dará cuenta que lo mejor que puede hacer, ¡es no hacer nada! O puede intentar hacer actividades como:
  • Leer, ver su programa de televisión favorito o escuchar música relajante
  • Practicar yoga o meditación para aclarar su mente
  • Dibujar, escribir o hacer otra actividad creativa

Desarrolle rutinas saludables

Un estilo de vida saludable puede ayudarle a reducir los niveles de estrés y controlar los síntomas del lupus. Desarrolle estos hábitos saludables:

  1. Duerma lo suficiente. Dormir es clave para mantener bajo control los síntomas del estrés y del lupus.
  2. Manténgase activo. La actividad física puede ayudar a reducir el estrés, ¡y usted puede comenzar a sentir los beneficios inmediatamente!
  3. Aliméntese de forma saludable. Cuando su cuerpo obtiene todos los nutrientes que necesita, usted puede manejar su estrés más fácilmente.

Cuide su salud mental

El estrés puede aumentar su riesgo de problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Estos problemas afectan a muchas personas con lupus. Más de una de cada tres personas con lupus tiene ansiedad, y alrededor de una de cada cuatro personas con lupus tiene depresión.

La buena noticia es que hay tratamientos que pueden ayudar. Si usted piensa que podría tener depresión o ansiedad, consulte con su médico y hagan un plan de tratamiento.

Obtenga ayuda

El estrés puede hacerlo sentir abrumado y aislado. Pero recuerde que usted no está solo, y que hay personas que lo pueden ayudar. Intente poner en práctica estas recomendaciones para encontrar apoyo:

  1. Consulte con su equipo de cuidado de salud sobre formas de manejar su estrés, o sobre cómo obtener tratamiento de salud mental o programar una cita con su psicoterapeuta. 
  2. Contacte a sus amigos y familiares. Hablar y pasar tiempo con seres queridos puede ser un gran alivio para el estrés
  3. Hable con otras personas. De esa forma, usted puede compartir sus experiencias con personas que también tienen lupus

¿Cómo se trata?

Puesto que el lupus y la depresión van de la mano, es esencial que los profesionales de la salud no descuiden el aspecto mental. Hay áreas de psicología especializadas en la asistencia a pacientes con enfermedades crónicas a las que siempre es adecuado recurrir.

Por otro lado, es esencial que el paciente conozca su enfermedad. El lupus no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden facilitar una mejor calidad de vida y reducir el impacto de los brotes.

Siempre es recomendable estar en contacto con grupos de ayuda. Conocer a personas que viven su misma realidad sirve de apoyo y facilita la adquisición de nuevas habilidades de afrontamiento.


Fuente: La Mente es Maravillosa.  Lupus Fundación de América.  

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Rumiación y qué tiene que ver con estar Ansioso o Depresivo

En España, el 40 por ciento de los ciudadanos afirma haber atravesado problemas de salud mental, siendo más prevalentes en mujeres y jóvenes de 18 a 29 años. Entre las principales causas de la falta de bienestar emocional se encuentran la soledad, causante del 31 por ciento de los problemas de salud mental.

La rumiación es la práctica silenciosa que consiste en darle vueltas a los problemas de manera continuada y que está detrás del 40 por ciento de los problemas de ansiedad y del 30 por ciento de los problemas de depresión, según el estudio 'Comprender o rumiar nuestras emociones. Análisis de las estrategias silenciosas que nos acercan o apartan del bienestar emocional', realizado por Línea Directa con una muestra de mil 700 personas de toda España.

"A pesar de estos datos, el 70 por ciento de la sociedad española sigue pensando que contar cómo nos sentimos o decir que estás atravesando por un problema de salud mental es un tabú"

Entre las principales causas de la falta de bienestar emocional se encuentran la soledad, causante del 31 por ciento de los problemas de salud mental; los ritmos de vida, causantes del 30 por ciento y la adicción a las tecnologías, que provoca el 22 por ciento de los problemas de salud mental.

Entre las respuestas a los problemas de bienestar emocional hay algunas que son "poco útiles" y que, lejos de solucionar el problema, lo pueden agravar llevando a problemas de ansiedad y depresión. Estas serían: reprimir lo que se siente, rumiar la situación o el problema y desconocer las causas del malestar emocional.

"Hay personas que piensan que cuando controlamos o suprimimos las emociones las estamos manejando, pero esto no es así, igual que cuando nos quedamos atrapados en los pensamientos negativos esto en vez de ocuparnos del problema incrementa nuestro malestar emocional"

hay otras estrategias que "cuestan un poco más pero que sí acercan al bienestar emocional y están a la base de una mejor salud mental". Entre estas estrategias se encuentran: la identificación y la comprensión emocional, es decir, "reconocer las señales y entender por qué está pasando ese sentimiento", y, por último, "saber tomar distancia y reformular las situaciones y ser conscientes de que no hay una verdad universal a la hora de interpretar una situación".

Para mejorar la satisfacción y evitar así problemas de salud mental es bueno llevar a cabo prácticas como: ser conscientes del ego personal, no dejarse arrastrar por los mitos o creencias, buscar las causas que generan malestar y no juzgarse ni culparse continuamente; atender y afrontar aquello que sí es importante; y reevaluar, reformular y tomar distancia de las situaciones difíciles.

No saber gestionar las emociones: subida del 40% en la venta de antidepresivos

Por otro lado, el estudio aborda la problemática que conlleva no saber gestionar las emociones al no contar con las estrategias adecuadas para manejar los sentimientos. En este aspecto, esta situación ha provocado una subida en la venta de ansiolíticos y antidepresivos en las farmacias del 40 por ciento en la última década y España está a la cabeza de Europa. Además, los trastornos mentales son la segunda causa más habitual de baja laboral.

De hecho, extraídos de nuestros datos podemos asegurar que casi 15 millones de españoles, el 41 por ciento ha tomado antidepresivos alguna vez y el 60 por ciento ha acudido a medicación para poder conciliar el sueño.

Los ciudadanos afrontan sus problemas de salud mental pidiendo ayuda a los profesionales sanitarios o tomando medicación, pero ambas situaciones son perjudiciales ya que "la población pide ayuda en muchas ocasiones sin saber lo que están sintiendo y, por tanto, hay una saturación de Atención Primaria.

Además, España es un país que encabeza la lista de consumo de psicofármacos, en concreto de benzoalcohólicos. El 60 por ciento de la muestra había tomado medicamentos para dormir alguna vez, el 41 por ciento había tomado medicamentos para dejar de estar triste o antidepresivos, etc. Hay una incesante sobremedicación.

Diferencias por sexo

Por último, el análisis muestra una diferencia entre los trastornos de salud mental de las mujeres y los de los hombres. Es diferente cómo los gestionan puesto que los hombres reprimen más las emociones o tienden a un mayor consumo de sustancias y piden menos ayuda en general y las mujeres presentan peores índices de calidad del sueño y mayor disposición a la inestabilidad emocional.

En este sentido, se pone de manifiesto que "la salud mental tiene género" y debe tratarse de manera diferente ya que problemas como la ansiedad, los pensamientos suicidas o los TCA son más comunes en las mujeres, y, problemas como las adicciones, los trastornos del comportamiento y la bipolaridad, en los hombres.


Excélsior

martes, 14 de noviembre de 2023

¿Ignorar es Violencia? Cómo Detectar la Ley del Hielo y qué Hacer al Respecto

Quizás hayas vivido alguna situación donde tu pareja te dejó de hablar sin motivo o de repente te ignoró por completo. Estoy segura que no fue una experiencia agradable. Probablemente sentiste violencia.

Pero, ¿Ignorar es violencia? Sí, dejar de hablar o ignorar a alguien se considera violencia. El silencio es una forma de violencia psicológica, dentro de una relación de pareja, cuando tiene como fin castigar o manipular al otro.

Cuando una persona adopta esta forma de agresión recurre a la indiferencia, al silencio y al desprecio. Debes tener mucho cuidado frente a estas actitudes tóxicas porque pueden tener consecuencias psicológicas graves. Incluso peores que la violencia física.

Un estudio en el cual se le aplicó el trato silencioso a estudiantes concluyó que tiene fuertes efectos en el sentido de pertenencia y la autoestima de la víctima.

En este artículo te voy a explicar por qué ignorar es un tipo de violencia psicológica, qué consecuencias tiene y cómo defenderte.

La Ley del hielo

La Ley del hielo, o trato silencioso, consiste en que tu pareja te ignore. Te excluye de su vida. Se desentiende de ti, sin ninguna explicación. Es una de las herramientas de manipulación más agresivas con las que un abusador cuenta para ejercer presión y dominio sobre las emociones de su víctima.

Mediante el uso de silencios prolongados en momentos específicos dentro de la relación, el abusador se asegura de provocar sentimientos de inseguridad, desesperación e incertidumbre al otro.

En relaciones de pareja

Ocurre frecuentemente en las parejas. Tu pareja dejó de hablarte sin darte ningún motivo. Entonces tú comienzas a preguntarte qué fue lo que hiciste mal, por qué este cambio inesperado de comportamiento.

Durante un tiempo prolongado esa persona fue amable, cordial. Seguramente te imponía algunos límites. Sin embargo, hablaban del problema y todo parecía retomar su rumbo. Aun así esos límites se volvieron cada vez mayores. Luego volvían los pedidos, las exigencias y los límites eran cada vez más severos. El círculo cada vez era más pequeño.

¿Te diste cuenta que esa persona fingía no escucharte, tomaba distancia y evitaba tu compañía? Entonces es posible que hayas sido víctima de la famosa ley del hielo: una forma de violencia psicológica encubierta.

Quizás recuerdes alguna situación personal en la que tú la hayas aplicado de manera inconsciente. Seguramente desconocías la toxicidad y consecuencias negativas que tiene para la otra persona y para ti mismo.

Un ejemplo de la ley del hielo en la pareja puede ser: “Me siento cansada de discutir con mi pareja. No me entiende. No me da la razón. Dejaré de hablarle hasta que tenga que disculparse…”. Es un recurso fácil para el agresor porque no tiene que hacer nada. Sin embargo, no deja de ser una forma de agresión y por lo general solo trae más problemas.

El silencio como forma de violencia psicológica

El abuso comienza cuando el sujeto se siente incómodo por algún comentario o petición de parte nuestra.  Aplica la Ley del Hielo.

Este tipo de personalidad abusiva siempre tiene en su base un trastorno de personalidad narcisista: quiere siempre tener el control. Cualquier petición que hagamos para equilibrar la relación o llegar a un acuerdo será recibida como una amenaza directa a su frágil y endeble integridad. El trato silencioso provoca dolor, frustración y ansiedad. Llega a ser más agresivo que la violencia verbal o física.

El silencio como violencia pasiva para manipular y castigar

El enojo expresado indirectamente, de manera pasivo-agresiva, provoca una alta irritabilidad y una actitud manipuladora que confunde y humilla al otro. La actitud pasivo-agresiva es aquella en la que no te agredo verbalmente, ni físicamente. No deja rastros de la agresión. Si bien el comportamiento pasivo-agresivo es una característica de varias afecciones de la salud mental, no se considera una enfermedad mental en sí misma.

Etapas del silencio manipulador como violencia psicológica

La violencia psicológica del trato silencioso se puede observar en etapas.

El violento primero pide: “¿me traes tal cosa?” o “¿me llevas a tal lugar?”Si respondes que ahora no puedes o sencillamente no tienes ganas, entonces lo exige y lo ordena. Si aún así no lo logra pasa a la presión y a las amenazas: “si no lo haces te abandonaré o pediré el divorcio”Al no obtener lo que desea aplica la Ley del Hielo. Ignora al otro. No le habla, no lo mira, no le responde. Lo hace “desaparecer”. Se convierte en pura y dura frialdad emocional, en indiferencia. El receptor se siente denigrado, desorientado, no entiende el motivo de tal castigo.

La Ley del Hielo puede tener consecuencias psicológicas permanentes en la víctima por lo que es importante detectarla y actuar temprano.

Consecuencias de la Ley del hielo:

  • Estrés. La incertidumbre al no entender lo que está pasando, le provoca estrés a la víctima. Se pregunta “¿qué hice para que ocurra esto?”
  • Ansiedad. A medida que se prolonga el castigo, las dudas y la inseguridad se apoderan de la víctima que no logra contener la ansiedad.
  • Angustia. El estrés y la ansiedad pueden provocar dificultades para dormir y, como consecuencia de eso, cansancio permanente que lleva a fallar en la toma de decisiones. La víctima sufre la angustia de un castigo que no cesa, haga lo que haga.
  • Hipersensibilidad. La hipersensibilidad se apodera de esa persona, que llora ante el más mínimo estímulo. Se vuelve asustadiza y puede sobresaltarse por el sonido de un teléfono o el ladrido de un perro.
  • Depresión. Todos estos daños que la aplicación de la Ley del Hielo puede provocar a la psiquis de la víctima, pueden llevar a un cuadro de depresión, base de todas las enfermedades mentales.

Cómo reconocer el maltrato psicológico

El trato silencioso es apenas una de las múltiples maneras de ejercer violencia psicológica. Tal vez sea la más difícil de detectar y de probar, pero deja huellas para toda la vida. Es muy probable que la víctima deba recurrir a psicoterapia con apoyo farmacológico. Quizás tengas la duda de si sufres maltrato psicológico. La idea de esta sección es ayudarte a identificar estas situaciones de violencia por silencio mediante algunas preguntas:

¿Cómo defenderse del maltrato psicológico?

La vía más sana es siempre la comunicación con tu pareja. Si eres víctima del trato silencioso, puede sea útil llevar adelante una terapia de pareja. Sin embargo, sabemos que eso es algo que depende de la voluntad de ambos. Si esto no es posible, podrías intentar amablemente revertirlo tomando las riendas de la situación. Para eso deberías cortar tú la comunicación y darle un plazo, tras lo cual podrían sentarse a hablar de lo que está ocurriendo.

Durante el período que tú determines (48 horas, una semana), deberías eliminar todo contacto con tu pareja de manera que, al restablecerlo, el único tema a discutir sea por qué te aplica la Ley de Hielo y cómo hará para corregirlo. Lamentablemente debo decirte que, en la mayoría de los casos, eso no tendrá resultados permanentes. Dependiendo de la gravedad de la situación, a veces la mejor solución para tu bienestar es la separación total. Debes saber que toda negociación con este tipo de persona siempre es falsa. Podrá decirte muchas veces “voy a intentar corregirlo”, “estoy seguro de poder cambiar”, “no lo volveré a hacer”.

Te puedo asegurar que responderá a ese compromiso durante un tiempo y luego volverá a aplicar la Ley del Hielo, porque es un narcisista.

La misma conducta reiterativa que se produce en el maltrato físico o verbal, se repetirá en este otro tipo de violencia psicológica: durante un período corto desaparece el abuso y puede parecer que todo está bien. Sin embargo, volverá a caer. El ciclo se repite y te transforma en la víctima de su enojo, porque esa es la única forma que conoce de relacionarse.

Conclusión

Ignorar al otro es un tipo de violencia psicológica cuando tiene como fin castigar o manipular. Dejar de hablarle a alguien de forma repentina y por un tiempo prolongado es una forma de maltrato psicológico denominada trato silencioso, o ley del hielo. Este tipo de manipulación degrada, humilla, invisibiliza. Uno no comprende el motivo y siente una profunda indiferencia y desprecio. Sin golpes ni gritos, hace sentir muy mal y desorienta por no comprender cómo se llegó a este punto.

Al igual que en otros tipos de violencia, las cosas no se arreglan “con el tiempo” ni teniendo paciencia. Si luego de dialogar las conductas persisten, la mejor opción es pedir ayuda profesional para cambiar esta situación o directamente alejarse de la persona.

A las primeras señales de un iceberg, huye. Recuerda que en el Titanic sólo se salvaron los rápidos. 


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