domingo, 16 de septiembre de 2012

Violencia a la Mujer

La violencia de género tiene que ver con “la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo”, e incluye tanto malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales de extraños, mutilación genital, infanticidios femeninos, etc. 
Hay que distinguir entre las diferencias debidas al sexo, que alude a las diferencias biológicas y anatómicas entre hombres y mujeres, de las establecidas por el género, que alude a los diferentes rasgos y roles que deben tener y desempeñar hombres y mujeres (lo masculino y lo femenino) como producto de una construcción puramente social y utilitaria.
La violencia de género se produce fundamentalmente cuando existen vínculos afectivos o de parentesco o relaciones de poder en el entorno laboral. Normalmente, el agresor es un conocido, de ahí la reincidencia de los episodios.

Amplíando la definición de violencia de género: Abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física.

En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) se reconoció que “la violencia de género procede de la desigualdad entre hombres y mujeres, siendo el resultado de la creencia alimentada por la mayoría de las culturas, de que el hombre es superior a la mujer con quien vive, que es posesión suya y que puede ser tratada como él juzgue adecuado”. La violencia de género nace, pues, de la desigualdad cultural y social entre hombres y mujeres. Es común a muchas sociedades, aunque en cada una puede adoptar formas distintas.

Existe una relación entre violencia, poder y roles de géneroAunque la sociedad va cambiando, los estereotipos acerca de los roles asociados a cada género  han aludido a una supremacía del hombre con respecto a la mujer, al haber asignado a los hombres, a lo largo de la historia, valores como el dominio, el poder y el control frente a  la sumisión y dependencia de las mujeres, lo que, a largo plazo, puede llevar al uso de la violencia como un instrumento para mantener su autoridad. La violencia sería consecuencia de un desequilibrio de poder dentro de la pareja.

El hombre, por su constitución física, tenía la labor fundamental de la caza y la guerra, mientras que la mujer tenía el cuidado de la prole. Mientras que para el hombre el desarrollo de la violencia era positivo para su labor, para la mujer lo era la capacidad verbal, para poder evitar la violencia que únicamente podría perjudicarla físicamente a ella y a su prole y comunicarse con su entorno, normalmente otras mujeres en su misma situación. Estas diferencias se han plasmado en las diferentes capacidades de hombre y mujeres, los hombres con la fuerza física y una mejor capacidad viso-espacial y las mujeres con mejor fluidez verbal y miedo a la violencia física.

Estas diferencias físicas han dado lugar a  una división del trabajo entre hombres y mujeres que se ha perpetuado, aunque ahora no es necesario cazar para comer y la violencia física ya no se da de forma habitual en nuestra sociedad y la división de trabajo entre hombres y mujeres tampoco se da, ya que la mujer hace lo mismo que el hombre, porque la fuerza bruta ya no tiene un papel en la producción. Por eso, aunque las diferencias debidas al sexo siguen existiendo, las diferencias debidas al género, es decir, las debidas al rol social que desempeñan, se van diluyendo.

Algunos mitos que contribuyen a que la violencia contra la mujer se mantenga:

Es mejor que la mujer aguante al lado de su pareja por los hijos: Lo cierto es que los hijos se convierten en una víctima más del maltrato, de forma directa o indirecta. A largo plazo los modelos violentos de los padres les favorecen que puedan aprender comportamientos violentos que pueden repetir en sus futuras relaciones, ya sea como víctima o como agresor. A corto plazo,  presenciar la angustia y miedo de su madre les genera la confusión e inseguridad. Diversas investigaciones demuestran que los niños expuestos a conductas violentas  presentan promedios más altos en medidas de ansiedad, depresión y síntomas traumáticos.
El maltrato es un asunto privado de la familia y nadie debe inmiscuirse: El maltrato es un asunto social. Se trata de un delito tipificado en el Código Penal. Hay el aspecto moral de defender a alguien que no puede hacerlo solo.
Con el tiempo el maltratador cambiará: Las situaciones de maltrato, con el tiempo, tienden a empeorar.
Se da en casos raros y aislados: Es un problema social que puede afectar a cualquiera. Según datos de la unión europea, una de cada cinco mujeres es víctima de violencia y afecta a todas las clases sociales por igual.
El maltrato psicológico no es tan grave como el maltrato físico: Las continuas desvaloraciones y humillaciones pueden provocar secuelas graves en la salud mental e incluso física de la mujer.

La violencia contra la mujer en la pareja

Es “todo acto de abuso contra las mujeres cometido por varones, cuyo sistema de creencias les legitima a ejercer el dominio, la autoridad, el control o la posesión sobre sus parejas y consideran que, para  lograrlo, está justificado ocasionar daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, amenazar con tales actos, coaccionar, privar de libertad, y cualquier otra forma en que se puede ejercer el abuso de poder.” (Esther Ramos, 2006).

Características

La violencia dentro de la pareja tiene una serie de características que la diferencian de otros tipos de violencia:

•Es una conducta continuada en el tiempo. No se trata de un hecho puntual, sino de un proceso. Consecuencias: tensión, estrés, fatiga.

•El agresor es alguien conocido con quien la víctima mantiene fuertes lazos afectivos y, en su caso, convive, lo que lleva no sólo a una mayor frecuencia de los episodios agresivos, sino a una continua sensación de miedo e hipervigilancia que la van debilitando física y psicológicamente.

•Normalmente tiene lugar en un sitio que se supone fuente de seguridad y protección: el hogar. Consecuencias: sentimiento de inseguridad, desconfianza.

•La víctima puede ser considerada cómplice o responsable del maltrato. Consecuencias: sienten vergüenza de sufrir maltrato, de no ser capaces de poner fin a la situación o romper con su pareja.

•Hasta hace poco no era una violencia reconocida socialmente como tal, con la falta de apoyo y comprensión que esto conlleva.  Consecuencias: falta de información acerca de dónde acudir o cómo proceder. Miedo y desconfianza del entorno y las autoridades o profesionales.

•Este tipo de violencia provoca en la víctima sentimientos de vergüenza y culpa, por lo que tienden a ocultarlo. Consecuencias: imposible poner fin a la situación, el maltrato se perpetúa y va minando a la mujer.

•La propia dinámica del maltrato provoca en la mujer sentimientos ambivalentes hacia la figura del agresor, lo que favorece el mantenimiento de la violencia. Consecuencias: no le denuncia, no le abandona, le justifica e incluso racionaliza su conducta, interiorizando y llegando a creer todo lo que él la dice.

•el autor del maltrato tiene una buena imagen pública. De puertas para afuera puede ser simpático, amable y educado, lo que le permite pasar inadvertido. Consecuencias: frustración, esperanza de que cambie, pensamiento de que nadie la va a creer.

•baja autoestima  en la víctima, que intenta compensar obteniendo el reconocimiento del maltratador.

En la mayoría de los casos, los episodios de maltrato comienzan durante el noviazgo.

Figura del maltratador

No existe un perfil de maltratador adecuado puede ser cualquier persona que utilice el maltrato con su pareja con el fin de dominarla o controlarla, pudiendo ser encantador e incluso seductor en otros contextos. Gran parte de los estudios más recientes coinciden en este punto (Amor, Echeburúa y Loinaz, 2009; Eckhardt, Samper y Murphy, 2008; Fernández-Montalvo, Echeburúa y Amor, 2005; Johnson, Gilchrist, Beech, Weston, Takriti, y Freeman, 2006; Scott, 2004; Stanford, Houston y Baldridge, 2008).

 Entre las características que se han visto más asociadas a la figura del maltratador caben destacar las siguientes:

•Alta necesidad de control y poder. Recurriendo a la violencia si hace falta para dominar a la mujer.
•Problemas de posesividad y celos. Cree que la mujer le pertenece y siente frustración ante la posibilidad de perderla, le falte el respeto u ofenda su masculinidad.
•Baja autoestima
•Déficit del control de impulsos
•Irritabilidad
•Dificultad para expresar sentimientos y emociones
•Falta de control sobre la ira
•Baja tolerancia a la frustración
•Cambios bruscos de humor
•Ideas distorsionadas acerca de la mujer. Comportamiento sexista
•Déficit en la resolución de problemas. Resolución hostil de los conflictos
•Maltrato a otras mujeres
•Atribución externa de sus errores
•Normalidad aparente de cara al exterior
•Justifica y racionaliza su conducta violenta 

 No obstante, si bien los principales resultados indican que los agresores suelen presentar con frecuencia estas características, es importante resaltar que también hay otras personas que las presentan y no ejercen el maltrato. En este contexto, las idas irracionales del maltratador con respecto al rol de la mujer y su necesidad de tener las cosas bajo control, les hacen interpretar determinadas situaciones y comportamientos  como desafiantes u ofensivas, provocándoles frustración y sensación de pérdida de control.  La falta de habilidad para expresar sus sentimientos y para no dejarse llevar por sus impulsos puede favorecer el uso de la violencia con el fin de doblegar a su pareja. De esta forma, consigue que haga lo que él quiere y la conducta violenta se ve reforzada positivamente.  Este carácter reforzador puede llevar a una persona a seguir ejerciendo el maltrato. 

El maltratador es responsable del maltrato. Sólo una pequeña parte (en torno al 20%) presenta propiamente un trastorno mental. En esos casos, los más frecuentes serían la psicosis (con ideas delirantes de celos y persecución) y el consumo abusivo de alcohol y drogas.También algunos trastornos de personalidad pueden favorecer la aparición del maltrato, como es el caso del trastorno borderline, paranoide, el narcisista y la psicopatía, caracterizada por la falta de empatía en las relaciones interpersonales, la manipulación o la ausencia de remordimiento ante el dolor causado.

 Sin embargo, en todos los maltratadores aparecen alteraciones psicopatológicas (falta de control de impulsos, falta de habilidad en el manejo de las emociones, celos patológicos, dificultades en la comunicación, irritabilidad, etc.) y distorsiones cognitivas en relación con el papel social de la mujer y con la legitimación del uso de la violencia, así como con la aceptación de la responsabilidad del maltrato. 

En cuanto a los tipos de hombres violentos contra la pareja, existen múltiples estudios que, en general, tienden a coincidir (Amor, 2009). Normalmente la agrupación se realiza en función de la gravedad y extensión de la violencia y las características psicopatológicas de los agresores.

 Actualmente el debate gira en torno a dos ideas: si todos los hombres que maltratan lo hacen para dominar a sus parejas y si la violencia de pareja es una cuestión de género o un problema de relaciones interpersonales.

Consecuencias físicas para la mujer maltratada

La violencia contra la mujer se ha convertido en un factor esencial en el deterioro de su salud, ya que afecta tanto a nivel físico, como psicológico y social, por lo que se ha declarado como prioridad de salud pública en todo el mundo.

La violencia por parte de la pareja puede afectar de diversas formas. En general, la mujer maltratada tiene más problemas de salud que otras mujeres.  También,  empeora aquellos problemas de salud que tuviera anteriormente. Es la tercera causa de pérdida de años saludables en la vida de la mujer, después de la diabetes y los problemas relacionados con el parto..

  Dado el carácter reiterativo de los episodios violentos puede incrementarse el riesgo de sufrir síntomas físicos:

 Variados: cefaleas, dolores crónicos, alteraciones funcionales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, síndrome del colon irritable.
Síntomas sexuales: dispareunia, falta de deseo, vaginismo o  anorgasmia.
Heridas, fracturas y lesiones, que van desde pequeñas contusiones hasta incapacidad severa y muerte.

Consecuencias en la salud reproductiva

 •Embarazos no deseados, abortos, complicaciones durante el embarazo, parto prematuro, bajo peso al nacer o infertilidad.
•Mayor riesgo de padecer a enfermedades de transmisión sexual, como el VIH o el virus del papiloma humano.
•Dolor pélvico crónico, flujo vaginal y/o problemas premenstruales.

En  una investigación llevada a cabo por Coker, A.L. y cols. Las mujeres que alguna vez experimentaron violencia por parte de su pareja íntima presentaban un mayor riesgo de desarrollar cáncer cervical invasor  y neoplasia cervical preinvasora, ya fuera a causa del estrés psicosocial crónico o por la transmisión del virus del papiloma humano durante los episodios de agresión sexual.

Además, el estrés asociado a una situación crónica de maltrato puede llevar a la mujer a realizar conductas perjudiciales para su salud, como abusar del alcohol y otras sustancias, tabaquismo y trastornos de la conducta alimenticia.

Se sabe que estas mujeres acuden al médico con más frecuencia que otras y que muchas de ellas admiten ser víctima de abusos en las consultas, de ahí la importancia de capacitar a los trabajadores de Atención Primaria a detectar el abuso, reaccionar de una manera comprensiva y derivar cuando sea necesario. También deben saber aconsejadas acerca de su seguridad y las opciones que pueden considerar en el ámbito legal

Consecuencias psicológicas: cuadros psicopatológicos asociados a la violencia de género.

La violencia de género puede provocar una serie de trastornos psicológicos entre los que se encuentran:  Depresión, trastornos de la alimentación, alteraciones del sueño, trastornos de ansiedad como agorafobia, ansiedad Generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, ataques de pánico,  abuso de sustancias, intentos de suicidio, síndrome de adaptación paradójica y trastorno por estrés postraumático.

martes, 11 de septiembre de 2012

La Migraña

Es una dolencia que afecta a millones de personas alrededor del mundo especialmente a las mujeres entre 15 y 55 años.  Es un tipo común de dolor de cabeza que puede ocurrir con síntomas como náuseas, vómitos o sensibilidad a la luz. En muchas personas, se siente un dolor pulsátil únicamente en un lado de la cabeza.
Algunas personas que padecen migrañas tienen síntomas de advertencia, llamados aura, antes de que comience el verdadero dolor de cabeza. Un aura es un grupo de síntomas, que incluyen alteraciones en la visión, que son un signo de advertencia de que se va a presentar un dolor de cabeza terrible.

La migraña se diferencia del dolor de cabeza al caracterizarse por la aparición recurrente de crisis cuya duración oscila entre dos y setenta y dos horas y donde se manifiesta:

Dolores de cabeza (más de un lado que de otro de la cabeza)
Hipersensibilidad a los estímulos sensoriales (luz, ruidos)
Inapetencia
Fatiga
Visión alterada (ver estrellas o líneas en zigzag, punto ciego temporal)
Trastornos digestivos (Nauseas)
Manifestaciones de carácter afectivo, como la ansiedad
Un punto de ceguera temporal
Visión borrosa
Dolor ocular
Visión de un túnel

Otros signos de advertencia abarcan: bostezar, dificultad para concentrarse, náuseas y problemas para encontrar las palabras adecuadas.

No toda persona que padece migrañas presenta un aura. Aquellos que sí normalmente experimentan una alrededor de 10 a 15 minutos antes del dolor de cabeza. Sin embargo, un aura puede ocurrir simplemente desde unos cuantos minutos hasta 24 horas antes. No siempre un dolor de cabeza sigue a un aura.

Las jaquecas pueden ser sordas o severas. El dolor puede sentirse detrás del ojo o en la parte posterior de la cabeza y el cuello. Para muchos pacientes, los dolores de cabeza empiezan en el mismo lado cada vez. Los dolores de cabeza normalmente: Se sienten pulsátiles, palpitantes, que laten con violencia. Son peores en un lado de la cabeza. Comienzan como un dolor sordo y empeoran en cuestión de minutos a horas y Duran de 6 a 48 horas

Otros síntomas que se pueden presentar con los dolores de cabeza abarcan:

Escalofríos
Aumento de la micción
Fatiga
Inapetencia
Náuseas y vómitos
Entumecimiento, hormigueo o debilidad
Problemas para concentrarse, dificultad para encontrar palabras
Sensibilidad a la luz o al sonido
Sudoración
Los síntomas pueden persistir aun después de que la migraña desaparece. Los pacientes que padecen migraña algunas veces llaman a esto "resaca" migrañosa. Los síntomas pueden abarcar:
Sentirse embotado mentalmente, como que el pensamiento no es claro ni brillante.
Aumento de la necesidad de dormir.
Dolor de cuello.

SÍNTOMAS DESPUÉS DEL ATAQUE DE MIGRAÑA
Confusión mental
Necesidad de dormir más
Dolor de cuello

Existen diferentes TIPOS DE MIGRAÑA las cuales mencionare a continuación:

Migraña sin aura, migraña con aura (típica, prolongada, sin cefalea o de inicio agudo), migraña oftalmopléjica, migraña retiniana y migraña transformada (con abuso de analgésicos o sin abuso de ellos).

Existen diversas causas que precipitan la aparición de la migraña y que incluyen situaciones tanto de tipo físico como biológico o psicológico las cuales detallamos a continuación:

El alcohol, el estrés y la ansiedad, ciertos olores o perfumes, los ruidos fuertes o las luces brillantes y el tabaquismo pueden desencadenar una migraña. Los ataques de migraña también pueden desencadenarse por:

Abstinencia de cafeína
Cambios en los niveles hormonales durante el ciclo menstrual de las mujeres o con el uso de píldoras anticonceptivas
Cambios en los patrones del sueño
Ejercicio u otro estrés físico
Pasar por alto comidas
Fumar o exposición al humo
La ingesta de alcohol
Alimentos como cacao, derivados lácteos, cítricos, frutos secos, condimentos y conservantes entre otros
La menstruación o el uso de las píldoras anticonceptivas
 La insolación prolongada
La alteración de ritmos del sueño
Estrés
 Ayuno prolongado
 Reacción alérgica
  Luces brillantes, ruidos altos y ciertos olores de perfumes
Ciertos alimentos pueden desencadenar migrañas. Los más comunes son:

Cualquier alimento procesado, fermentado, adobado o marinado, al igual que los alimentos que contengan glutamato monosódico (GMS).
Productos horneados, chocolate, nueces, mantequilla de maní y productos lácteos.
Alimentos que contengan tiramina como el vino rojo, el queso curado, el pescado ahumado, los hígados de pollo, los higos, algunas legumbres.
Frutas (aguacate, banano, frutos cítricos).
Carnes que contengan nitratos (como el tocino, los perros calientes, el salami, las carnes curadas).
Cebollas. Alimentos que contengan tiramina (vino rojo, queso curado, pescado ahumado, hígado de pollo, higos y algunas legumbres) glutamato monosodico o nitratos (salchicha, salami)
En el caso del estrés , éste incrementa la presencia de crisis, no tan sólo en el momento en que se produce, como es, por ejemplo, el caso de la población estudiantil en periodo de exámenes sino también su acción se manifiesta al programar ciertas actividades anticipadas, ya sean positivas o negativas, como resultado del fruto de la propia ansiedad o del temor de esa actividad.

Con relación al consumo del alcohol, es importante que las personas no confundan la migraña propiamente dicha producida por el consumo no abusivo de alcohol, que suele producirse a las pocas horas (generalmente dos o tres), de aquel simple dolor de cabeza producido por la resaca, que suele presentarse tras un intervalo de cinco a diez horas y tras un consumo abusivo de alcohol.

Las verdaderas jaquecas no son el resultado de un tumor cerebral u otro problema médico serio. Sin embargo, sólo un médico experimentado puede determinar si los síntomas se deben a una migraña u otra afección
TRATAMIENTO
 No existe una cura específica para las jaquecas o migrañas. El objetivo es tratar los síntomas de la migraña de inmediato y prevenir dichos síntomas evitando o alterando los factores desencadenantes.

Un paso clave consiste en aprender a manejar las cefaleas tensionales en casa. Llevar un diario del dolor de cabeza puede ayudar a identificar los factores desencadenantes de éste. Luego, usted y su médico pueden planear cómo evitar estos desencadenantes.

Si padece migrañas frecuentes, el médico puede prescribirle medicamentos para reducir el número de ataques. Es necesario tomarlos todos los días para que sean efectivos. Estos pueden abarcar:
Antidepresivos como la amitriptilina o venlafaxina.
Medicamentos para la presión arterial, como betabloqueadores (propanolol) o bloqueadores de los canales del calcio (verapamilo).
Medicamentos anticonvulsivos como ácido valproico, gabapentina y topiramato.

Las inyecciones de toxina botulínica (Botox) también pueden ayudar a reducir los ataques de migraña.

Otros medicamentos se toman ante el primer signo de un ataque de migraña. Los analgésicos de venta libre como el acetaminofeno (paracetamol), el ibuprofeno o el ácido acetilsalicílico (aspirin) a menudo ayudan, especialmente cuando la migraña es leve. Si no ayudan, solicítele al médico que le recete medicamentos. Sin embargo, tenga en cuenta que:

Tomar medicamentos más de tres días a la semana puede ocasionar cefaleas de rebote (dolores de cabeza que siguen reapareciendo).
Tomar demasiado paracetamol puede causarle daño al hígado y demasiado ibuprofeno o ácido acetilsalicílico puede irritar el estómago.
REMEDIOS POPULARES

1.      Remedio para la migraña: Cubrir la nariz y la boca con una bolsa de papel, e inhalar y exhalar varias veces.
2.      Remedio para la migraña: Colocar sobre la frente la cáscara de una sandía o de una banana (plátano) madura, y fijarla con una gasa.
3.      Remedio para la migraña: Comer quince almendras o fresa.
4.      Remedio para la migraña: Tomar una cucharadita de nuez moscada rallada en una taza de agua.
    5.      Remedio para la migraña: Tomar dos cucharaditas de vinagre de sidra de manzana en un vaso de agua con cada comida reduce la frecuencia de las migrañas.
6.      Remedio para la migraña: Inhalar las emanaciones de un frasco de mostaza fuerte
7.      Remedio para la migraña: Realizar baños de pies o manos donde se haya añadido jugo de limón o mostaza.
8.      Remedio para la migraña: Beber a sorbos una taza de infusión de manzanilla previene las migrañas.
9.      Remedio para la migraña: Mezclar una cucharadita de matricaria, mejorana, albahaca y romero en una taza y luego derramar sobre ellas agua recién arranca a hervir. Dejar en infusión durante 10 minutos. Colar y agregar miel de romero para atenuar el amargor. Tomar una taza en ayunas y dos más a lo largo del día.
10.  Remedio para la migraña: Verter una cucharita de naranjo agrio, una de tilo y una de yerbabuena en una taza de agua que este hirviendo. Tapar, dejar de refrescar y colar. Tomar una taza después de la comida principal durante 3 meses.
11.  Remedio para la migraña: Sumergir los pies en un balde con agua caliente y agregar tres cucharadas de sal. Nota: No realizar este remedio si se sufre de várices.
12.  Remedio para la migraña: Recostarse durante 30 minutos en un cuarto oscuro y silencioso sin almohada.
13.  Remedio para la migraña: Verter 2 cucharadas de raíz de jengibre fresco en una taza de agua que esté hirviendo y tapar. Colar y tomar a diario para prevenir los ataques de migraña.

RECOMENDACIONES
                      
La alimentación resulta esencial para prevenir y corregir la incidencia de las crisis de migraña tanto en lo que se refiere a la intensidad del dolor como en su periodicidad. En este sentido, se recomienda eliminar de la dieta quesos amarillos y curados, y limitar el consumo de quesos a los tiernos.
 También es importante no abusar del consumo de productos enlatados, controlar el consumo de grasas de origen animal (limitar en lo posible el consumo de carnes rojas en especial) evitar el consumo de picantes y de chocolate.
Vea al Médico cuando Está experimentando "el peor dolor de cabeza de la vida".
Presenta problemas del habla, la visión, el movimiento o pérdida del equilibrio, especialmente si no ha tenido estos síntomas con una migraña antes.
Los dolores de cabeza son más intensos al acostarse.
 Los dolores de cabeza comienzan de manera muy repentina.
También llame al médico si:
Los patrones del dolor de cabeza o el dolor cambian.
Los tratamientos que alguna vez funcionaron ya no sirven.
Presenta efectos secundarios de los medicamentos, incluyendo latidos cardíacos irregulares, piel pálida o azul, somnolencia extrema, tos persistente, depresión, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, dolor de estómago, calambres, resequedad en la boca o demasiada sed.
Está embarazada o podría quedar en embarazo, dado que algunos medicamentos no deben tomarse en este estado.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Apatía sexual

Nosotros pensamos que la vida sexual en la pareja es muy importante y debe tomarse en consideración para vivir a plenitud. aveces suele que pasemos por un período de "Apatía sexual" que tiene que ver con la ausencia de pasión o falta de deseo sexual. Se traduce en desinterés franco e indiferencia leve, moderada o marcada, por todo lo que implica o tiene que ver con el sexo. Se habla de Apatía o Inhibición del Deseo Sexual, cuando dentro de una relación, uno de los miembros ve descender de forma parcial o total el número de veces que se siente incitado a iniciar un contacto sexual. Antes de comenzar te comparto algunos artículos que puedes ver en mi blog sobre el tema del sexo: Trastornos sexuales, Beneficios del sexo, etapas del ciclo de respuesta sexual, la risa y el sexo.
¿Qué hacer si hay poco sexo en una pareja pero en el resto de los aspectos nos llevamos muy bien?

La situación de desgano sexual de la pareja afecta de manera similar a hombres y a mujeres. Son muchos los hombres que me consultan por este tema. Es que compartir la vida con alguien que no nos desea de la manera que querríamos puede afectar nuestra autoestima, generar infelicidad y dar lugar a pensamientos nocivos para el vínculo.

En ciertos casos, el exceso de preocupaciones o el estrés atentan contra el deseo. Son situaciones pasajeras en las que conviene tener toda la paciencia necesaria y ser bien comprensivos y contenedores, hasta que cesen las causas que provocan esto o hasta que la persona logre lidiar con los problemas que generan su desgano de manera más eficiente.

Cabe destacar que algunas veces los miembros de una pareja tienen necesidades sexuales diferentes. Por ejemplo, tal vez uno está conforme con tener relaciones dos o tres veces por semana o al mes, etc. Mientras que el otro necesita mayor asiduidad y el desinterés de su pareja, con el tiempo, termina enfriándolo y albergando sentimientos de insatisfacción.

Recibo consultas en mi consultorio en las que me manifiestan falta de apetito sexual a pesar del amor o edad que se tiene, o que el otro tiene deseos que no podemos cumplir. Lo importante es que los dos integrantes del vínculo estén contentos con la realidad que viven, cada uno de nosotros tiene necesidades diferentes y si la situación que compartimos nos hace felices a nosotros y a nuestro compañero (o compañera), ¡pues adelante! El conflicto se suscita cuando hay necesidades diferentes en uno de los miembros de la pareja y no las expresa apropiadamente, o el otro no entiende la verdadera importancia de este tema para quien lo plantea, en definitiva lo que hagan o no es de mutua complicidad y satisfacción.

Es importante hacer notar que la ausencia del deseo sexual no excluye la posibilidad de placer o la excitación, pero hace menos probable que el sujeto emprenda alguna actividad sexual.


 El diagnóstico no debe realizarse  cuando el desgano sexual es debido a la toma de medicamentos o alguna etiología orgánica, como una enfermedad física.

Causas

Las Médicas, son las causas fisiológicas, como problemas endocrinos, trastornos hormonales, insuficiencia renal, entre otras. Los medicamentos como los anticonceptivos, antidepresivos, antibióticos y los antihistamínicos pueden generar como efecto secundario una disminución evidente de la libido.

Las causas Psicológicas primordiales por decir algunas son los altos niveles de ansiedad de origen diverso, como una estricta educación moral, experiencias previas no satisfactorias, miedo a la intimidad, temores o estrés, o la existencia de sentimientos negativos hacia uno mismo, como no sentirse atractivo o mantener una auto valoración negativa.

Estos dos grandes factores pueden producir una disminución en el grado de deseo que se experimenta. Otro factor no estrictamente psicológico, se refiere a la forma habitual que tiene una pareja de relacionarse. Si siempre se da en las mismas circunstancias y bajo las mismas pautas, no es raro que al cabo de un tiempo se pueda producir una pérdida de interés hacia el inicio de los contactos.

"El desamor, la incomunicación, el tedio y la indiferencia son causas comunes de la Apatía sexual".

Por otro lado, individuos que no reconocen en la sexualidad una fuente de placer y la conceptúan sólo como medio de reproducción, no buscarán variación y alternativas para la misma, lo cual con frecuencia también contribuye con la Apatía sexual.

Algunos factores asociados son la inconformidad en el trabajo, el estrés y la mala salud, que pueden ser "asesinos" silenciosos y graduales de la libido.

Potenciar la sexualidad

“El Sexo no es algo que sólo ocurre, podemos facilitar que ocurra y sea maravilloso”.

Puede durar y mejorarse con el tiempo. La apatía sexual, requiere que se aborde la relación de la pareja en todas sus dimensiones. De ahí la dificultad de tratar esta disfunción genéricamente. Implica la revisión de factores psicológicos individuales de cada uno de los miembros, así como de la interacción de la dinámica de la pareja y de su relación con el mundo circundante.

Podemos cultivar la sexualidad teniendo una buena actitud ante el sexo. Pensando sexualmente en nuestra vida cotidiana y llevando la excitación a nuestra pareja. Energizándonos, correr, saltar, reírse, respirar, hacer cosas que gusten y muevan la sangre por las venas. Compartir tiempo valioso y de calidad es muy importante, Quererse y valorarse. Conectarse con los deseos y sensaciones de todo tipo. Buscar tiempo, espacio y ocuparse de revivir la sexualidad.

Es conveniente incorporar pensamientos del tipo: "el placer es bueno", "merezco el placer", "el sexo apoya mi crecimiento personal" y procurar activamente el mejoramiento de la relación con nuestra pareja.

Algo muy importante es la creación de un "clima erótico" que facilite el despertar del deseo, para ello puede ser útil el empleo de recursos eróticos que resulten atractivos para ambos.

Algunos alimentos tienen cierta acción afrodisíaca. También algunos medicamentos con prescripción pueden producir un aumento de la libido.

 Es muy importante que se ocupe más de su cuerpo, de relajarse, dejar espacios para los pensamientos sexuales y comenzar a conectarse de nuevo con sus sensaciones y sus sanos impulsos. Lo mejor en estos casos es hablar con la persona que tenemos al lado de nosotros con total sinceridad y acudir a consulta con un profesional de la salud especializado en el tema, ya que muchas veces una mejora en la comunicación en general produce cambios positivos en todos los planos de la pareja, incluyendo el sexual.

 Asimismo, creo que la rutina suele atentar contra el deseo en el largo plazo, es preciso buscar maneras de salir de lo habitual para avivar la pasión, el contacto íntimo es importante y merece que le demos la justa dimensión que tiene en nuestra vida y en la de la persona que está al lado nuestro para vivir de a dos en plenitud. Lea junto a su esposa o pareja esta publicación o cualquier otro material de apoyo que les ayude mas allá de su compresión y amor revivir su llama sexual.

martes, 4 de septiembre de 2012

El Sindrome de Estocolmo

Definición

El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.

"el llamado síndrome de Estocolmo sólo se presenta cuando la persona se identifica inconscientemente con su agresor, ya sea asumiendo la responsabilidad de la agresión de que es objeto, ya sea imitando física o moralmente la persona del agresor, o adoptando ciertos símbolos de poder que lo caracterizan".

Desde el punto de vista psicológico, las reacciones de este tipo están consideradas como una de las múltiples respuestas emocionales que puede presentar el secuestrado a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio y aunque es una respuesta poco usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y cuándo no, porque el fenómeno ha sido tan tergiversado, que se ha llegado a pensar que es una "enfermedad" que padecen todas las personas que atraviesan por una situación de cautiverio. Además, con frecuencia se convierte en una de las mayores preocupaciones expresadas por los familiares de los secuestrados después de la liberación. Tanto el ex rehén como sus allegados se preguntan con temor si algunos de los sentimientos de gratitud y aprecio hacia sus captores, forman parte de la sintomatología del síndrome y se suele creer, equivocadamente, que la persona lo está padeciendo, considerándola "enferma".

Según la corriente psicoanalítica el síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador. Cuando alguien es retenido contra su voluntad y permanece por un tiempo en condiciones de aislamiento y sólo se encuentra en compañía de sus captores puede desarrollar, para sobrevivir, una corriente afectiva hacia ellos. Esta corriente se puede establecer, bien como nexo consciente y voluntario por parte de la víctima para obtener cierto dominio de la situación o algunos beneficios de sus captores, o bien como un mecanismo inconsciente que ayuda a la persona a negar y no sentir la amenaza de la situación o la agresión de los secuestradores. En esta última situación se está hablando de Síndrome de Estocolmo.

Lo que se observa en la mayoría de los casos es una especie de gratitud consciente hacia los secuestradores, tanto en los familiares como en los individuos. Agradecen el hecho de haberlos dejado salir con vida, sanos y salvos y a veces recuerdan - sobre todo en las primeras semanas posteriores al regreso - a quienes fueron considerados durante ese trance o tuvieron gestos de compasión y ayuda. Es comprensible, bajo estas circunstancias que cualquier acto amable de los captores pueda ser recibido con un componente de gratitud y alivio.

El secuestrado vive traumáticamente una situación de impotencia, al no poder responder a la agresión de que es objeto, pues lo más natural en el comportamiento, es que si a uno lo atacan que responda al atacante. Si no se puede, si se está imposibilitado de responder con la agresión mínima indispensable para mantener el equilibrio y se tiene que suprimir o reprimir esa agresión, ella se acumula y va dirigida contra uno mismo.

El síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.

El psicólogo Emilio Meluk presentó a finales de los años noventa los resultados de una investigación sobre los efectos psicológicos del secuestro en sus víctimas, que lleva por título "El Secuestro, una muerte suspendida", en el que se centraba en las experiencias vividas por ochenta ex secuestrados después de su liberación y un número similar de familias. Sus conclusiones revelaron que la expectativa por saber si padecen el Síndrome de Estocolmo, es una de las preocupaciones más expresadas por parte de los ex secuestrados después de la liberación. Se preguntan, reiteradamente, si algunos de sus comportamientos durante el cautiverio y después de haber sido liberados, corresponden a esta secuela del secuestro. Lo expresan con signos claros de temor y remordimiento, como si de haberse presentado en ellos significara haber sido débiles o deshonestos.

Hay que aclarar de nuevo, que el Síndrome de Estocolmo es simplemente algo que la víctima de un secuestro percibe, siente y cree que es razonable que sea de esa manera, sin darle mayor relevancia a la identificación misma ni sentirla como tal. Solamente los que lo ven desde fuera podrían encontrar irracional el que la víctima defienda o adopte actitudes para disculpar a los secuestradores y justificar los motivos que tuvieron para secuestrarlo.

Para que se pueda desarrollar el Síndrome de Estocolmo los expertos del tema aseguran que es necesario que el secuestrado no se sienta agredido, violentado ni maltratado. De lo contrario, el trato negativo se transforma en una barrera defensiva contra la posibilidad de identificarse con sus captores y aceptar que hay algo bueno y positivo en ellos y sus propósitos. Si los ex secuestrados califican las condiciones de secuestro y el trato recibido como deleznable, impiden el desarrollo del Síndrome.

En un secuestro, los intentos de manipulación son frecuentes, en casi todos los casos los secuestrados fingen para poder sobrevivir. Esto se ve más claramente al comparar la actitud que tienen con sus secuestradores durante el cautiverio y la forma como se refieren a ellos una vez libres. Mientras estaban presos pudieron tener actitudes amigables, sin embargo una vez fuera del riesgo de morir, se refieren a ellos de un modo negativo y con rencor, lo cual señala que lo expresado en cautiverio no es una identificación con los agresores sino un anhelo de sobrevivir.

La esperanza de vivir no solamente se expresa en los comportamientos y actitudes condescendientes. Algunos recuren a la simulación de enfermedades o a la dramatización de algunas ya existentes, con el objeto de manipular a sus secuestradores para lograr un trato más considerado, o simplemente para sentir que tienen algún control sobre la situación, y sobre ellos. Fingir un infarto, un ataque epiléptico o exagerar una deformación física es frecuente. En últimas, cuando el secuestrado logra el objetivo de poner en su favor algunos sentimientos de los secuestradores y obtiene respuesta que los benefician de esa manera, conjura la posibilidad de morir durante el cautiverio o aproxima la probabilidad de obtener la liberación

El Origen

El síndrome ha sido llamado de este modo desde el robo del banco Kreditbanken en Norrmalms (Estocolmo), Suecia, que transcurrió desde el 23 al 28 de agosto de 1973. Tuvo lugar un asalto a un banco en el que los delincuentes fueron descubiertos por la policía y retuvieron a los empleados y a los clientes que habían sorprendido en el interior como rehenes durante varios días. En el transcurso de ese tiempo de negociaciones, los rehenes se identificaron con los raptores hasta tal punto que colaboraron con ellos protegiéndoles de las acciones policiales. Además, en el momento de la liberación, un periodista fotografió el instante en que una de las rehenes y uno de los captores, antes de ser él detenido, se besaban y se comprometían en matrimonio. Este hecho sirvió para bautizar como "Síndrome de Estocolmo" ciertas conductas insólitas que demuestran afecto entre los captores y sus rehenes. En este caso, las víctimas - tres mujeres y un hombre - defendieron a sus captores incluso después de terminado su secuestro, que duró seis días. Mostraron también una conducta reticente ante los procedimientos legales. Se dice incluso que una de las mujeres secuestrada se habría comprometido con uno de los captores. El término fue acuñado por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot, colaborador de la policía durante el robo, al referirse al síndrome en una emisión de noticias. Fue entonces adoptado por muchos psicólogos en todo el mundo.

Causas

Tanto la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan. Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores.

Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos. De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.

Con base en la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una reacción desarrollada durante la infancia. Un infante que percibe el enojo de su progenitor, sufre por ello y trata de «comportarse bien», para evitar la situación. Este reflejo se puede volver a activar en una situación extrema. La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el momento en que la víctima se identifica con los motivos del autor del delito.

El síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de:
  • Niños maltratados
  • Mujeres maltratadas
  • Víctimas de incesto
  • Situaciones de secuestro criminal
  • Relaciones controladoras e intimidantes
  • Rehenes
  • Miembros de una secta de prácticas "fuertes"
  • Víctimas de incesto
  • Prisioneros de guerra
  • Prisioneros de campos de concentración.
Meluk también señala que ha podido destacar, en las narraciones de algunos ex secuestrados, una especie de gratitud hacia los secuestradores, como si quisieran agradecerles el haberlos colocado en una situación que les permitió re estructurar su personalidad y su sistema de valores, pero ninguna de las víctimas de secuestro analizadas aquí se auto responsabilizan de él, ni justifican los propósitos de la organización que los secuestró, ni los defiende públicamente. El no presentarse el Síndrome de Estocolmo indica que hay en los ex secuestrados conciencia del daño y de la agresión de que son objeto durante el cautiverio, que lo objetivan en los secuestradores y no e sí mismos y que rechazan asumir como propias las razones que llevan a su secuestro.

En definitiva, para detectar y diagnosticar el síndrome de Estocolmo, se hacen necesarias dos condiciones, por un lado, que la persona haya asumido inconscientemente una notable identificación en las actitudes, comportamientos o modos de pensar de los captores, casi como si fueran suyos  y por otro, que las manifestaciones iniciales de agradecimiento y aprecio se prolonguen a lo largo del tiempo, aun cuando la persona ya se encuentra integrada a sus rutinas habituales y haya interiorizado la finalización del cautiverio.

 ¿En el misterio de amar a un maltratador?

“Si un ser querido mantiene una relación con un abusador, es difícil determinar el resultado a largo plazo. Si la relación se encuentra en la fase inicial, pueden terminar la relación por sí mismos. Si la relación ha continuado durante un año aproximadamente, pueden necesitar ayuda y un plan de salida antes de terminar la relación. El matrimonio y los hijos dificultan su salida de la situación. Cuando la víctima decide terminar la relación, es importante que vea a sus seres queridos como fuentes de apoyo, no como fuentes de presión, culpa o agresión