domingo, 1 de septiembre de 2013

Victimismo

Una personalidad victimista consiste en una tendencia psicológica, que puede llegar a desembocar en una conducta patológica como un trastorno paranoide, consistente en una propensión a culpar a otros de los males que uno padece, refugiándose en la compasión ajena, mediante las quejas y/o la expresión de malestar se transmite una exigencia oculta a los demás, despertando en su interior, un sentimiento de culpa. Son personas que van de mártires por la vida, sin que sus quejas correspondan con la realidad e incluso conlleva una responsabilidad moral.

El victimismo suele esconder experiencias pasadas no superadas. Por tanto, el papel de víctima se basa en culpabilizar a todo y a todos con el objeto de obtener atención. Desde una visión victimista siempre es el otro el que tiene el problema y uno mismo quien sufre las consecuencias.

En Psicología esta tendencia se caracteriza por una deformación pesimista de la realidad en la que el sujeto se regodea en el lamento y queda incapacitado para realizar cualquier tipo de autocrítica. Es uno de los pilares de la cultura de la queja.

Retóricas victimistas

«Esta persona siempre me está atacando, ahora afirma que miento. Trata de imponer su punto de vista, es injusto».

«Haga el favor de disculparse, mi opinión merece ser respetada. No puede imponer la suya sobre la de los demás. Usted claramente tiene animosidad en contra mía».

En ocasiones, esta retórica va encaminada a no reconocer los errores propios, eludiendo la responsabilidad o la rectificación. De esta forma, el orador victimista logra escabullirse de la discusión desprestigiando el argumento vencedor sin reconocer que estaba equivocado, o como último recurso cuando finalmente se ve incapacitado para exponer un argumento racional.

En base al recurso del victimismo, cuando la personalidad paranoide desea influir en la toma de decisiones ajena suele acudir a dos estrategias:

Victimismo populista paranoide: Culpabilizar de supuestos fracasos al cuadro directivo (directores, administradores, etc) adoptando el papel de víctima rechazando toda autocrítica y reclamando justicia popular (ejecuciones, despidos, amenazas, etc).

Victimismo paranoide intergrupal: Acusar de una supuesta persecución, conspiración o incomprensión por parte del otro grupo. Es característico del victimismo irredento.

El victimismo es un trastorno paranoide de la personalidad muy común en la que el sujeto adopta un rol de víctima a fin de, por un lado, culpar a otros de conductas propias, y por otro, enarbolar la compasión de terceros como defensa a supuestos ataques.

Mediante una proyección, en el sentido de Sigmund Freud, el victimista recurre a la estrategia mental de colocar fuera de sí la responsabilidad o los males que realmente le pertenecen. En este sentido, la personalidad de víctima o victimismo, consiste entonces en defenderme de posibles situaciones de malestar a través del no reconocimiento y la proyección externa de una determinada situación. Estos se muestran débiles y maltratados para encontrar el apoyo de otros y evitar tener que realizar los esfuerzos que su situación de vida, natural o adquirida les requiere.

Como esta mentalidad no siempre logra alcanzar los objetivos ésta conduce a su vez con facilidad a la desesperación, el conformismo ante el infortunio e incluso el resentimiento, la ira o el deseo de venganza contra lo que le rodea; formando un victimismo agresivo, una forma rabiosa de victimismo que consiste en molestarse por que otros no son como nosotros o como deseamos que sean. En estos casos la tendencia es a atacarlos, acusarlos, etiquetarlos para dañarlos moral, emocional o físicamente en una demostración de intolerancia excluyente. Por ello en ocasiones surge junto con la megalomanía, ya que el sujeto, donde no se ve continuamente elogiado y aceptado, se ve víctima de supuestas conspiraciones y hostilidades (victimismo intergrupal).

Características de la persona victimista
  • No dice directamente lo que se desea, sino que se expresa en forma de queja o sufrimiento.
  • Cuando no logra alcanzar su objetivo, se desespera, se lamenta y se queja de manera excesiva. En vez de luchar por cambiar las cosas, se regocija y exhibe sus desgracias, describiendo a todos sus desdichas.
  • Busca protagonismo, con la pretensión de ser el centro de atención, trasmitiendo pena y forzando la compasión de los demás, mediante lamentos y quejas. Al victimista le gusta mostrarse como una persona a quien le suceden muchas desgracias e injusticias.
  • Cualquier hecho negativo que le suceda, lo exagera hasta el punto de que en la mayoría de las ocasiones deforme la realidad, de forma que sobre-dimensiona lo negativo y llega a perder la perspectiva real de las consecuencias de ese hecho negativo.
  • Cualquier mínima ofensa la exagera para mostrar que se siente discriminado con el fin de manifestar que están contra él. Suele pensar mal de los demás.
  • Tiene el deseo de sentirse protegido por quienes le rodean y para mostrarlo se muestra débil y desamparado, haciéndoles sentir mal si no consigue su apoyo y protección.
  • Para aquellas personas que tienen que soportar de manera constante sus desgracias y lamentos, puede convertirse en un lastre.
  • Llegan a convertirse en víctimas de sí mismos, haciendo del sufrimiento su forma de vida.
  • Buscan dar pena, suscitar compasión, que se le reconozca que es una persona perseguida por la mala suerte (en todas sus áreas de la vida: amor, trabajo, familia, amigos) es decir, se presentan ante los demás como una víctima.
  • Suelen acometer y criticar a aquellos que no le dan la razón o que no son como él desearía que fuesen, de forma que quien recibe la queja, lo percibe como una exigencia, no pudiendo elegir con libertad. De forma que si accede, puede renunciar a sus deseos o necesidades y si se niega aparece culpabilidad o miedo a que el otro se enfade o lo rechace.
  • Se manifiesta de forma abierta (inseguridad), en ocasiones de modo exagerado, con una actitud de “pobre de mí”.
  • El victimista siente que él se sacrifica y nunca recibe lo mismo a cambio.
  • Se justifica la propia actitud agresiva como una defensa a los anteriores ataques recibidos.
  • No sabe asumir las críticas, se ofende y se enoja ante ellas, y sólo ve mala intención, en quien se las hace o cuando tratan de hacerle una corrección.
  • Ante un fracaso suele justificar su actitud y culpar a quien le rodea de sus propios errores. Adopta el rol de víctima reconociendo su parte de culpa y reclamando justicia como si fuese él quien ha sufrido las consecuencias de esa equivocación o error. Rechaza cualquier autocrítica y no asume ninguna responsabilidad.
  • Ante una discusión o crítica, adquiere una actitud defensiva, ya que considera que la intención de su adversario es ir más allá de una simple discusión o desacuerdo. Considera que le están atacando y que van contra él.
Otras Características

Táctica del reconocimiento: el individuo suele utilizar el victimismo para llamar la atención, dimensionando cuestiones y hechos poco relevantes de carácter negativo. Siendo común que interprete el rol de víctima para que reconozcan sus méritos.

Deformación de la realidad: El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que la culpa en todo caso es del entorno o los demás.

El sujeto muestra un pesimismo exacerbado frente a la realidad que le rodea, dimensionando lo negativo, recelando de lo que surge a su alrededor y presumiendo mala fe. De esta actitud surge un morboso afán por descubrir agravios nimios para sentirse discriminado o maltratado con el fin de achacar a instancias exteriores una supuesta actitud perversa y agresiva que representa todo lo malo que le sucede. De esta forma, su susceptibilidad les lleva a reaccionar con crispación ante la más mínima crítica, elevada inmediatamente a la consideración de grave ofensa.

Consuelo en el lamento: El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que no merece sentirse culpable.

El sujeto encuentra placer en manifestarse como una víctima ante los demás. Esta cultura de la queja en realidad es una forma llamar la atención, mendigando protagonismo mediante una estrategia de lamentos y forzando la compasión de los que le rodean. De esta forma, en vez de luchar por mejorar las cosas el sujeto compite en la exhibición de sus supuestas desdichas.

Incapacidad de autocrítica: El sujeto cree que es sólo una víctima del entorno o los demás, por lo que no tiene la culpa de nada de lo que hace.

El sujeto victimista es incapaz de extraer una crítica constructiva de lo que le rodea, tendiendo a considerar como enemigo a cualquiera que se atreva a hacerle alguna corrección. A lo sumo será capaz de aceptarla cuando provenga de alguien que le resulte afín. De esta forma, el victimista se auto-contempla con indulgencia, eludiendo su verdadera responsabilidad, sintiendo que su posición de víctima justifica todos sus actos. Para las personas que caen en esta actitud, todo lo que les hacen a ellos es intolerable, mientras que sus propios errores o defectos son sólo simples sutilezas sin importancia que sería una falta de tacto señalar.

Táctica ofensiva: “Manipulador” la cual no es en absoluto inocua, sino plenamente consciente y con un afán manipulador que no repara en medios para lograr sus objetivos. Siempre miran hacia uno mismo y no les importa demasiado los daños colaterales causados por su actitud.

Táctica defensiva: Se caracteriza por individuos que viven en el autoengaño, cuyo victimismo se ha convertido en la razón de su existencia.

“Sentirse víctima es fácil y muy rentable, pues permite usar el sufrimiento como recurso para influir en la conducta ajena. Pero la víctima renuncia a su poder y su libertad para cambiar las situaciones”.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Niños y el Divorcio

Conservar un matrimonio a veces es muy difícil, pero proteger a los hijos después de un divorcio puede ser aún más complicado. Cuando los padres evitan un divorcio conflictivo y destructivo, evitan o disminuyen una gran parte del sufrimiento y daño en los hijos.

No podemos evitar su sufrimiento pero si podemos disminuirlo

Ayuda a tus hijos.

El divorcio es una situación difícil y muy dolorosa para la pareja pero es mucho peor para los hijos. Cuando los adultos se divorcian, pierden una relación, sus sueños, su identidad como familia y pareja, sus amigos, etc.

Su vida económica, trabajo y actividades diarias se ven afectadas. Sufren y generalmente se sienten atrapados en un caos emocional. A los hijos les pasa lo mismo. Pierden la cercanía física o emocional con uno o ambos padres, su identidad como familia, su estabilidad, su seguridad emocional, etc.

También se afecta su vida diaria, sus rutinas y su vida emocional está fuera de su control.

Sufren los padres y sufren los hijos. Pero hay una gran diferencia.
Los padres tienen más herramientas con que luchar, para superar esta situación.
Los niños están mucho más limitados.

Estas palabras no buscan provocar culpa. La culpa es una emoción que desgasta e impide actuar adecuadamente. El entender lo que sucede con los niños, nos permite ayudarlos.

Si tú pediste el divorcio, tienes todo el derecho de buscar una vida mejor. Si tú no lo querías, pero lo estás viviendo, no tuviste la opción de decidir en ese momento. Pero puedes decidirte a luchar por tu bienestar emocional y el de tus hijos. Por buscar una vida mejor.

La vida sigue y mereces ser feliz. En tus manos está, trabajar por esa felicidad. También en tus manos está, trabajar por el bienestar de tus hijos.

¿Qué tanto afecta el divorcio a los niños?
  
El divorcio siempre afecta a los niños, pero las consecuencias negativas pueden ser:
  • Temporales y pasajeras o permanentes.
  •  El daño del divorcio, depende más de los padres y de algunos otros elementos, que de la ruptura en sí.
  •  Algunos de los factores que influyen son:
  •  La estabilidad emocional del niño, durante el matrimonio de los padres.
  •  Las características del niño.
  •  Las características de cada uno de los padres.
  •  El tipo de relación que mantiene el niño con el padre con el que vive.
  •  El tiempo y el tipo de relación que comparten el niño y el padre con el que no vive.
  •  El que sus necesidades físicas, psicológicas y emocionales, sean satisfechas.
  •  La relación de los padres, durante y después del divorcio.
  •  La cantidad e importancia de los cambios que vive el niño a partir del divorcio (cambio de casa o escuela, menos tiempo con personas importantes en su vida, cambio de actividades, etc.).
  •  El surgimiento de problemas económicos.
  •  El apoyo emocional de otras personas o familiares.
El hecho de que los niños se acostumbren a la nueva vida y aparentemente regresen a la "normalidad", no siempre significa que el divorcio no va a tener repercusiones a largo plazo. Sobre todo en cuanto a: Su manera de relacionarse con el sexo opuesto, la forma de resolver sus conflictos, de manejar sus emociones y la fuerza o debilidad de su autoestima. 

Es importante estar conscientes de esto aspectos. No para evitar el divorcio cuando éste es importante o necesario para uno o ambos miembros de la pareja. Tampoco para crear sentimientos de culpa. Simplemente para hacer un esfuerzo y darle al niño el ejemplo, la atención, tiempo y cariño, que necesita para superarlo adecuadamente.

Satisfacer las necesidades físicas y emocionales del niño, en esta situación, sí significa una carga extra para los padres, que necesitan hacer un mayor esfuerzo. Sobre todo, en un momento en el que están sufriendo y en el que tienen menos energía y fuerza. Pero es indispensable para el bienestar de los hijos.

¿Qué hacer?
  • El conocer los sentimientos del niño ante el divorcio de sus padres y entender las distintas emociones por las que atraviesan, te permite ayudarlos.
  •  Obtén información sobre el manejo de la disciplina, el niño deprimido y el agresivo, para resolver tus dudas o algunos de los problemas que se te presenten.
  •  Tu bienestar es indispensable para poder ayudar hijos.
  •  Apóyate en la lectura sobre algunos consejos para superar el divorcio y evitar mayores problemas.
  •  Quizás no puedas eliminar, en estos momentos, todo tu sufrimiento y problemas, pero puedes disminuirlos.
  •  Maneja tu coraje, culpa, estrés y el sentimiento de fracaso.
  •  Al entender las etapas emocionales por las que tú puedes atravesar, te será más fácil identificar los sentimientos de tus hijos.
  •  Seguramente estás agobiada de problemas, responsabilidades y actividades, pero tus hijos necesitan tiempo.
  •  Establece tus prioridades para poder manejar tu tiempo y estar menos presionado.
Si sientes que necesitas ayuda en tu separación/divorcio acude al Psicólogo Clínico que es profesional de la Salud Mental

Para los hijos determinados comportamientos de los padres una vez que han adoptado la decisión de separarse. Hacer como que el otro miembro de la pareja no existe, cuestionar su forma de vida, usar al niño para espiar al otro o incluso como confidente son actitudes que pueden suponer la aparición de «daños psicológicos» en la infancia y desequilibrios en el desarrollo emocional de los menores afectados.

sábado, 24 de agosto de 2013

Inteligencia Social

Innovación, comunicarnos, colaborar, prospectiva, expedito, ubicuo, new media, social media, redes sociales, cultura digital, son las palabras claves del nuevo lenguaje.

La Inteligencia Social es la parte de nuestra inteligencia que se utiliza para relacionarnos con efectividad con la gente que nos rodea.

Es una habilidad innata de todos los seres humanos pero que es necesario desarrollar para lograr una mejor convivencia y una buena calidad de vida. Digamos que la inteligencia social es la capacidad de optimizar al máximo nuestra relación con la gente, sacando lo mejor de ellos, generando el mínimo nivel de rechazo y consiguiendo los mejores resultados de ellos.

Cuando nacemos, nuestra supervivencia depende principalmente del trato y el cuidado que nos brinda nuestra madre; no solamente necesitamos alimentos y atención, también tenemos una gran necesidad de afecto y proximidad y esa primera forma de relación será la que condicionará en gran parte nuestras relaciones futuras.

Algunas herramientas para tener una buena Inteligencia Social son:
  • La empatía.
  • El liderazgo.
  • La inteligencia verbal.
  • La inteligencia emocional
  • La asertividad.
  • Saber escuchar y prestar atención.
  • Ser bueno analizando el lenguaje no verbal de la gente.
  • Ser bueno psicoanalizando a la gente y leer entre líneas cuando nos hablan.
  • Gestionar bien el contacto físico.

La Inteligencia Social es, con mucho, la habilidad más útil para tener éxito en la vida. Si tenemos éxito al tratar a la gente que nos rodea, tendremos éxito en las relaciones profesionales, los amigos, los negocios, las parejas sexuales, la familia, etc. Y pocas cosas pueden valorar una mujer más que el hecho de estar con un hombre socialmente brillante.

La inteligencia social es la que nos permite tener en cuenta al otro y no guiarnos solamente por nuestro interés personal; es la que disminuye nuestro afán de poder, la que nos hace más solidarios y la que nos hace más fácil la integración a un grupo.

Tener inteligencia social eleva la autoestima porque hace sentir a la persona más querida y segura y le permite darse cuenta de cómo se sienten los demás y comprenderlos.

Aunque ser sociable sea parte de nuestra naturaleza, no todos logran la habilidad para convivir pacíficamente, para sentirse bien en un grupo o para tener relaciones personales armoniosas.

Las personas con inteligencia social tienen capacidad de empatía, pueden ponerse en el lugar del otro y ver las cosas desde su perspectiva; son capaces de aceptar otros puntos de vista y de involucrarse emocionalmente.

Las personas socialmente inteligentes tienen mayores posibilidades de alcanzar unas excelentes relaciones humanas, desde pequeños parecen disfrutar con sus amigos, en general no encuentran dificultades para compartir y son capaces de aceptar las diferencias sin dramatizar o crear polémicas.

Estas personas son capaces de interrelacionarse con gente de diferentes culturas, edades y clases sociales y tienen la habilidad para lograr que los demás se sientan bien en su compañía y muy posiblemente son personas que más fácilmente logran sentirse felices porque suelen ser positivas y atraer una buena energía.

La inteligencia social lleva a participar activamente en todos los sectores de la sociedad, laboral, recreativo, cultural, deportivo, político o educacional; permite interesarse no sólo por el propio trabajo sino también por el progreso de la empresa donde se prestan servicios; sentirse bien en el lugar donde se habita; tener curiosidad por el pasado personal y por la historia del país donde se vive; trabajar en equipo; colaborar para mejorar el mundo; ser solidario; ver a los otros como hermanos y no como enemigos; destacarse en lo que se sabe hacer para contribuir al proyecto común valorando la participación de los demás y no creerse imprescindible.

La inteligencia social desarrolla el sentido de comunidad y de pertenencia y hace posible identificarse con el entorno.

Para poder desarrollar la inteligencia emocional hay que sentirse parte del todo y no un individuo separado; preocuparse por los que están alrededor tanto como por sí mismo, sentirse responsables y estar disponibles cuando es necesario.

La inteligencia emocional es poder darse cuenta de lo que le está haciendo falta al otro, percibir su estado de ánimo más allá de las palabras y tener el tacto suficiente como para no introducir en la comunicación con él cuestiones que puedan crearle molestias.

La inteligencia social es poder compartir momentos gratos e intentar hacer felices a los demás; lograr ser bien recibido en todas partes, tener buen trato y llevarse bien con todos.

Se actúa con inteligencia social cuando se aprende a escuchar, cuando se deja de criticar y se aceptan a los demás como son porque se puede entender lo que piensan y sienten.

La inteligencia emocional reduce la brecha generacional porque une a la gente y no permite discriminar; hace que la persona se pueda poner a la altura de cualquier interlocutor, sea quien sea, con respeto y sin prejuicio alguno y pueda aprender de él.

La inteligencia emocional armoniza los vínculos familiares y hace posible mantener relaciones de pareja estables.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Psicosis Infantil

Psicosis se refiere a los trastornos graves de personalidad que llevan asociadas alteraciones de la conciencia y de la personalidad. Dentro de la psicosis en la infancia y adolescencia: ente sus variables tenemos el Autismo, Esquizofrenia y la Psicosis Simbiótica.
La mayor parte de estos niños, a pesar de la diversidad de su adaptación a las obligaciones familiares y escolares, se convierten en adultos con dificultades para hallar su lugar en la sociedad. Sus realizaciones son nulas o trágicas y sus relaciones con los demás son también difíciles.

Algunas de las características que es posible generalizar y atender en el caso de las psicosis infantiles son:

Que se relacionan con una mayor importancia de los factores congénitos o hereditarios en comparación con la esquizofrenia del adulto. Algunos estudios permiten pensar que incluso la importancia del factor genético es mayor de generación en generación de los portadores, es decir, mientras más generaciones de esquizofrenia se presenten más grave y más prematura será la esquizofrenia.

Muchos problemas médicos pueden causar psicosis, como:
  • Alcohol y ciertas drogas ilícitas, tanto durante su consumo como durante la abstinencia
  • Enfermedades cerebrales, como el mal de Parkinson, la enfermedad de Huntington y ciertos trastornos cromosómicos
  • Tumores o quistes cerebrales
  • Demencia (que incluye el mal de Alzheimer)
  • VIH y otras infecciones que afectan el cerebro
  • Algunos fármacos de venta con receta, como esteroides y estimulantes
  • Algunos tipos de epilepsia
  • Accidente cerebrovascular
La psicosis (o síntomas psicóticos) también se puede encontrar en:
  • La mayoria de las personas con esquizofrenia
  • Algunas personas con trastorno bipolar (depresivo o maníaco) o depresión grave
  • Algunos trastornos de la personalidad
En las psicosis infantiles la conducta premórbida estaría fuertemente asociada con el pronóstico del trastorno. Esto quiere decir que si bien los niños psicóticos pueden presentar, antes de la psicosis, problemas de aprendizaje, de comportamiento o afectivo distintos. En la medida en que fueran menores estas disfunciones anteriores a la crisis psicótica, mejor será el pronóstico posterior.

Las psicosis infantiles son mucho menos frecuentes que las psicosis del adulto, se piensa que solamente el 0,1% al 1% de las esquizofrenias son producidas antes de los diez años de edad.

La idea de que la esquizofrenia infantil está relacionada, en mayor medida que la adulta, a importantes causas genéticas que afectan el desarrollo de la capa embrionaria ectodérmica, sugiere pensar que existen algunas anomalías físicas menores, que se presentan, aunque no en todos, en algunos de los casos.

Los síntomas psicóticos pueden abarcar:
  • Pensamiento y discurso desorganizados
  • Creencias falsas que no están basadas en la realidad (delirios), especialmente miedos o sospechas infundadas
  • Ver, escuchar o sentir cosas que no existen (alucinaciones)
  • Pensamientos que "saltan" entre temas que no tienen relación (pensamiento desordenado) 
Síntomas psicóticos

1. Alteraciones en las relaciones. Excesiva ansiedad sin causa aparente.

2. Preocupación excesiva hacia objetos singulares o características de los mismos. Restricciones de su uso, suelen ir acompañados por conductas obsesivas y fóbicas.

3. Resistencia a los cambios. En los autistas es muy fuerte; en los esquizofrénicos depende. Lucha por la constancia en el medio.

4. Experiencias perceptivas anormales. Tanto a nivel auditivo, visual. La percepción no es proporcional a los estímulos.

5. Pérdida del lenguaje. Depende de la edad en la que se haya instaurado la enfermedad.

En Esquizofrenia infantil se instaura +/- 4 años. El niño a esta edad ya tiene un dominio básico del lenguaje.

En los dos, hay un progresivo empobrecimiento de las palabras interactivas, suelen ir asociado con Ecolalia (reproducción articulatoria, una o varias veces de signos verbales constituido por sílabas, palabras o incluso frases cortas sin atender a su función semántica ni pragmática y sin que la repetición tenga ningún objeto), e inversiones pronominales (esquiz.: yo, el) (autismo: yo, tu).

6. Deformación en el comportamiento motor. Retraso general de todas las adquisiciones. Depende de la edad en que aparece. Desarmonía (característico en enfermos mentales; también es característica de algunos trastornos de personalidad). Niños que andan torpemente y ej. A nivel manual es un “manitas”.

7. Desconocimiento de su identidad. No sabe quién es y no reconoce su propia imagen del cuerpo. De esta sintomatología participan tanto la Esquizofrenia como el Autismo, aunque en cada caso adquieren características específicas.

8.
  • Niños poco sociables, tímidos, sin amigos e inhibidos.
  • Conductas raras e inexplicables como el levantarse durante la noche a bañarse o evitar comer por temor a envenenarse.
  • Baja del rendimiento escolar de forma sorpresiva e inexplicable.
  • Alucinaciones, delirios o conductas agresivas.
  • Torpeza en los movimientos, repetición excesiva del mismo tema con dificultad para hilar frases o crear palabras.
  • Depresiones severas o intentos de suicidio.
¿Cómo podría comportarse un niño psicótico?

Los niños psicóticos manifiestan marcadas diferencias en sus conductas con las de los niños que no sufren el trastorno. Son niños que lejos de disfrutar del juego y de relacionarse con otros niños, toman marcada distancia de ellos, no participan del juego. Podrían manifestarse más preocupados de aislarse de los otros niños en algún rincón, o a manifestar conductas de terror frente a las espantosas imágenes de sus alucinaciones.

El niño psicótico se comporta, permanentemente, de forma "estrafalaria" y desconcertante, pueden describirse como:

Aislamiento: presenta una clara falta de comunicación respecto al entorno. Ya desde los primeros meses, se observa una falta de contacto ocular, hay ausencia de sonrisa (propia ya del 3er mes), ausencia del miedo frente a personas o situaciones extrañas (ya presente en el 8º mes). Rechaza, generalmente, el contacto físico, con frecuencia su tono muscular es hipotónico (tono bajo), sus gestos son extraños, poco habituales, el niño se muestra como absorto o "embobado" en sus propios movimientos o gestos. Explora el entorno con formas especiales como el olfateo (de cosas, personas,...), se observan trastornos en el lenguaje, muy diversos según el grado. El niño psicótico adquiere el lenguaje más tarde de lo normal, de forma incompleta e inadecuada; también se ve afectada la entonación. Hay trastornos de las funciones intelectuales, aunque son difíciles de detectar, ya que parece variar según la población y los modos de atención y no hay apenas posibilidad de comunicación con el especialista infantil encargado de evaluarlo. Presenta una increíble capacidad retentiva (de memorizar), su esquema corporal está muy alterado. Es característica la necesidad de realizar determinados rituales al acostarse, salir, (el romper esa secuencia le hará "descontrolarse") pueden darse ideas delirantes (de tipo persecutorio,...), alucinaciones (auditivas, por ej.) muy difíciles de constatar. Trastornos en el sueño (insomnio). Trastornos en la alimentación, retraso en el control de los esfínteres, etc. O con síntomas atípicos donde los niños pueden ser inteligentes, su lenguaje suele estar bien desarrollado, utilizan en apariencia el mismo sistema simbólico que los demás, pero, innegablemente, son diferentes. Hay formas particulares de psicosis infantiles tardías.

Me gustaría destacar que el pronóstico del tratamiento de este trastorno, al igual que el de la mayoría de los trastornos mentales graves, está asociado a su detección precoz e intervención temprana. Lo anterior debería ser suficiente fundamento como para evaluaciones preventivas durante el desarrollo del niño. Especialmente de aquellos que dejan ver algunas conductas que los padres perciben como extrañas o alarmantes. Consultar, en todos los casos, es mucho más beneficioso que enfrentar los costos y sufrimiento que estas enfermedades implican cuando no son tratadas con anticipación. El abordaje de la medicación, intervenciones oportunas de especialista y la comprensión y manejo de la familia son importantes.

En el diagnóstico será fundamental discriminar si se trata de éste u otro trastorno que puede desarrollarse con síntomas similares. Cuanto antes se intervenga, más se podrá evitar el deterioro que implica sufrir este tipo de trastornos. El tratamiento básicamente es farmacológico, prescrito por el psiquiatra infantil, pero no es curativo (es paliativo de los síntomas). El tratamiento depende de la causa de la psicosis. Con frecuencia, se necesita cuidado hospitalario para garantizar la seguridad del paciente.

Los fármacos antipsicóticos, que reducen las alucinaciones y los delirios y que mejoran el pensamiento y el comportamiento, pueden ayudar, si la causa es un trastorno médico o psiquiátrico. Su educación deberá ser especializada. La psicoterapia con el niño y con la familia puede ayudar mucho.

Consulte con el médico o con un profesional en salud mental si usted o un miembro de su familia está perdiendo contacto con la realidad. Si existe alguna preocupación con relación a la seguridad o si encuentra o reconoce síntomas descritos en su hijo (a).

lunes, 19 de agosto de 2013

Amor Materno

Cuando un niño nace la madre es fuente de satisfacción y seguridad y al crecer tiene la experiencia de ser amado solamente por ser su hijo, porque el amor de la madre es incondicional. El amor materno, representa el anhelo más profundo de todo ser humano, o sea ser amado sin condiciones, la más alta expresión de amor generoso y altruista. Es la importancia para el bebé del amor y cuidado maternos, sobre todo en los primeros años de vida.

“No, esta de hecho de besos, de miradas, de caricias. Cada beso que se da añade en él un fulgor de luna o de sol”.

En 1974, un profesor de ginecología norteamericano realizó un experimento para demostrar que el amor maternal es un sentimiento innato.

Atendió a una señora en estado grave, completamente decidida a entregar a su bebé después de nacer, porque de ningún modo y por ninguna circunstancia quería quedarse con su hijo.

En estos casos, el bebé es separado de la madre ni bien nace, sin que tenga oportunidad de verlo y es entregado a los padres adoptivos sin que la madre sepa su destino.

Para realizar el experimento, el ginecólogo, después del parto, le dijo a la madre que no había encontrado todavía padres adoptivos adecuados según sus deseos, por lo que debía quedarse con su hijo unos pocos días más.

El bebé permaneció junto a su madre más horas de lo que habitualmente se procedía en esa época en las clínicas y su madre tuvo oportunidad de acariciarlo, tocarlo y mirarlo a los ojos.

Cuatro días después, el profesor entró a la habitación de esta señora, para informarle que ya habían llegado los padres adoptivos perfectos para su hijo. Sin embargo, ocurrió algo inesperado, la madre del niño se negó rotundamente a entregarlo.

El experimento había sido todo un éxito, el ginecólogo comprobó su hipótesis de que el contacto íntimo con el hijo durante los primeros días después del nacimiento modifica los sentimientos de la mujer que de un rechazo extremo se transforma en un amor ilimitado.

No obstante, este médico continuó observando con discreción la conducta de esta señora durante seis años, pudiendo confirmar el profundo amor que continuaba sintiendo por su hijo.

Este milagro de la naturaleza en el reino animal tiene un efecto más profundo en los humanos formando un lazo espiritual sólido entre madre e hijo.

Una vez despertado el instinto maternal, permanece firme mucho tiempo, siempre orientado hacia el bienestar del hijo, tanto en los seres humanos como en los animales.

Esto no significa que el amor maternal humano sea exactamente igual al de los animales, pero sí tienen poder sobre los seres humanos las fuerzas instintivas que provocan en los animales sentimientos de fidelidad y dedicación hacia sus crías.

En los humanos influyen sobre los instintos los valores éticos, morales, combinándose las fuerzas anímicas y espirituales con lo puramente instintivo.

Hace más de cuarenta años, los niños prematuros eran colocados en incubadoras inmediatamente después de nacer en condiciones controladas de extremo confort, pero sin que la madre tuviera oportunidad de establecer el mínimo contacto con su hijo.

El resultado de este proceso y fue aterrador; alrededor del 39 % de los niños prematuros puestos en incubadora, eran cruelmente maltratados por sus padres, no recibían los cuidados necesarios, los dejaban solos mucho tiempo, no atendían su llanto ni trataban de calmarlos y no recibían muestra alguna de afecto; solamente se los alimentaba adecuadamente y se los aseaba en forma correcta.

Las fuerzas morales son las que diferencian el amor maternal humano del de los animales, sin embargo no alcanzan si no se ha establecido el vínculo madre hijo al nacer, para hacer de ese niño un adulto física y psicológicamente sano.

En el libro “Amor Maternal” de Sue  Gerhardtes, es un libro esencial para madres y padres y aborda temas tan importantes como la influencia del afecto en el desarrollo mental y emocional del bebé, por qué el amor es esencial para el desarrollo del cerebro en los primeros años de vida, y de qué manera las interacciones entre los bebés y sus progenitores tienen consecuencias importantes y duraderas.

El punto de vista de Erich Fromm es uno de los más prolíficos en este sentido, por lo cual es un autor significativo y de referencia ya que define en su libro “El arte de Amar” 5 tipos de amor, los cuales los diferenciamos por el objeto de deseo, los “amores” a los que les da la mayor preponderancia son: 
1.- Amor Fraternal; 2.- Amor Materno; 3.- Amor Erótico; 4.- Amor a si Mismo; 5.- Amor a Dios.

Fromm menciona lo siguiente en su libro:

“El Amor no es esencialmente una relación con una persona especifica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no como un –objeto- amoroso. Sin embargo la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad”

El amor materno tiene para Fromm dos aspectos a los cuales no dejare de tomar en cuenta los cuales son; en un primer aspecto, el cuidado y la responsabilidad de la conservación dela vida absolutamente necesarios para un desarrollo absoluto, el otro aspecto está más del lado de la actitud que se inculca en el niño de amor por la vida, el hecho de que es bueno vivir.

Freud sobre el Amor materno: es un amor incondicional. “El hijo no necesita nada para lograrlo y tampoco puede hacer nada para conseguirlo cuando no existe”.

lunes, 12 de agosto de 2013

El Amor y Misterio

La condición fundamental para el logro del amor verdadero es la superación del propio narcisismo.

Conviene no saberlo todo de quienes amamos, y también no contar todo de nosotros mismos, dejar un espacio para la sorpresa y el asombro donde cada uno puede ser como quiere.

El miedo a la pérdida puede transformar a una persona en un especialista del absurdo, complaciéndose en tejer historias a partir de cualquier elemento sospechoso que sugiera algo inconfesable oculto.

Hay un nivel de intimidad personal que no debería ser descubierto nunca y permanecer siempre en secreto, porque cuando exteriorizamos toda nuestra interioridad, nos quedamos vacíos. Es necesario conservar algo, lo más íntimo que nadie tiene el derecho de conocer.

Pregonar todo de nosotros mismos no nos hace más honestos, sólo más indiscretos y la discreción es una virtud, porque nuestra historia no puede ser una condición para el amor.

Las confesiones son descargas que pueden resultar inconvenientes en el amor porque pueden ser incomprendidas. El otro, ve las cosas vividas por quien no es él, desde afuera, y desea saber pero también teme saber.

Respetar el misterio que es el otro es la parte enigmática que debería tener toda relación para mantener viva la atracción y para no perder la oportunidad de llegar a sorprender.

Cuando la revelación es total, se pierde el misterio y quedamos huecos y definidos, nos convertimos en un concepto sin el encanto de la incógnita.

El amor que se entiende como un descubrimiento sin límites es posesivo porque pretende invadir y apoderarse de la voluntad y la autonomía del otro para manipular.

El polo opuesto del narcisismo es tener la capacidad de ver a la gente tal como es, y poder separar esa imagen de la que forman los propios deseos y temores, porque la preocupación deteriora una pareja, el miedo la va secando y la desconfianza termina por separarla.

Confiar en nosotros mismos es el primer paso para confiar en los demás, porque cuando sospechamos es porque también nosotros somos capaces de provocar esa misma sospecha.

Nuestras actitudes en el amor nos pueden asegurar una relación estable o nuestra imposibilidad de lograr el amor verdadero.

Tratar de conocer a otro es tan imposible como conocernos a nosotros mismos porque todo ser humano va siendo él mismo mientras va existiendo y cualquier cambio lo convierte en una persona diferente.

Ser diferente todos los días es lo que hace a una persona única y ser y dejar ser en el amor es la clave. Significa responder a las necesidades del otro de Ser, apoyándolo, sin temor al abandono, respetando su desarrollo y propiciándolo y dándole libertad sin reservas.

Sin embargo, no podemos dejar de sentir el deseo de penetrar en el secreto del alma humana, en ese núcleo más profundo que pretende definirla y lograr el poder absoluto.

El lado extremo de esa necesidad de saber sobre el otro es el sadismo, el deseo de hacerlo sufrir, de torturarlo, para obligarlo a traicionar su secreto.

En este anhelo de penetrar en el secreto del hombre y por lo tanto, también en el nuestro, y en el misterio de la vida, está la motivación esencial para la manifestación de la crueldad y la destructividad.

La única forma de alcanzar el conocimiento total es el acto de amar, porque trasciende el pensamiento y las palabras. Es una entrega temeraria a la experiencia de la unión.

La entrega es lo único que nos permite conocer al otro profundamente y también es lo que nos da la posibilidad de conocer.

La clave del amor: al aceptar el misterio del otro, sin miedo, accederás a la belleza de su ser, al igual que cuando te sitúas frente a un paisaje o un cuadro. ¡En el amor es el mismo proceso! Es decir, controla tus impulsos de comunicación sin medida. Déjate conmover sin intentar buscarle una explicación a todo. Para que la llama del amor dure... más tiempo."

domingo, 4 de agosto de 2013

Salud Mental en Adolescentes

Muchos adolescentes tienen problemas de salud mental que interfieren en su desarrollo normal y en sus actividades cotidianas. Algunos problemas de salud mental son leves, mientras que otros son más graves. Algunos duran solamente breves períodos de tiempo, pero otros pueden durar toda la vida.

Ser adolescente es difícil. Te sentirás estresado por tratar de ser agradable, desempeñarte bien en la escuela, llevarte bien con la familia y tomar decisiones importantes. La mayoría de estas presiones son inevitables y preocuparte por ellas es normal. Sin embargo, sentirte muy triste, desesperanzado o sin valor alguno puede ser un signo de advertencia de un problema de salud mental.

Los problemas de salud mental en los adolescentes son reales. Es posible que necesites ayuda si presentas los signos mencionados anteriormente o si:
  • Te sientes frecuentemente molesto o muy preocupado
  • Sufres por mucho tiempo después de una pérdida o una muerte
  • Piensas que alguien o algo controla tu mente o que tu mente está fuera de control
  • Consumes alcohol o drogas
  • Embarazos y partos precoces, aborto
  • Te ejercitas obsesivamente, haces dietas y/o comes en exceso
  • Prostitución
  • Abuso sexual
  • Violencia, lastimas a otras personas o animales, destruyes la propiedad ajena
  • Haces cosas imprudentes que podrían lastimarte o lastimar a los demás
  • Consideras tener un problema sexual o haber adquirido un ETS o VIH
  • Has sufrido accidentes, traumatismos involuntarios.
“los problemas de salud mental representan una gran parte de la carga de enfermedades entre los jóvenes de todas las sociedades”.

La mayoría de los adolescentes que tienen problemas de salud mental puede regresar a sus vidas normales si reciben el tratamiento adecuado. El cumplimiento del tratamiento para todos los pacientes en general pero sobre todo para el paciente joven con un problema mental, no solo cuenta con el alivio de los síntomas y la disminución de los efectos adversos; si no que proporciona calidad de vida, habilidad para su cuidado personal, el uso del tiempo libre, el regreso o ingreso a un rol económicamente productivo y una mejor relación con su familia. Existen muchos problemas de salud mental que afectan a los adolescentes, que requieren el cuidado clínico de un médico o de otro profesional de la salud.

Uno de los cometidos más urgentes a la hora de abordar la salud mental de los adolescentes es el de mejorar y ampliar la información comprobada. Una investigación sistemática sobre la naturaleza, frecuencia y factores determinantes de los problemas mentales en los adolescentes (además de la prevención, las intervenciones tempranas y las estrategias de tratamiento) será fundamental para garantizar el derecho de los adolescentes a la salud y el desarrollo en estos entornos.

Es importante saber que en cada país el problema de salud mental del adolescente hay que abordarlo de acuerdo a su realidad para tener un verdadero impacto. De tal forma que realizar una adecuada preparación a los profesionales de la salud en este sentido, puede ser un buen inicio.

Debemos contar con información precisa para poder identificar la magnitud del problema. Así que se deben fortalecer los sistemas de vigilancia y seguimiento.

Se debe considerar la influencia que la familia,  la escuela y la comunidad tienen en la salud mental de los jóvenes, como abordajes incluyentes en el manejo sistémico de las problemática.

Es recomendable organizar  programas específicos para fomentar la salud  en los adolescentes con servicios de salud que resulten amigables para los jóvenes.

Los problemas de salud mental pueden tratarse. Para obtener ayuda, habla con tus padres, el consejero escolar o un profesional de la salud.