martes, 11 de junio de 2019

Consumo de Drogas: Consecuencias Familiares

Las adicciones traen consigo todo tipo de problemas, varios de ellos en el hogar, siendo las siguientes algunas de las principales consecuencias familiares del consumo de drogas:
La droga no sólo afecta al que la consume, también afecta a su familia
Uno de los efectos más desgarradores del abuso de drogas en las familias es especialmente el abandono. Una vez que las drogas han alterado las vías nerviosas en el cerebro, el deseo  de consumirlas se vuelve más importante que los amigos y que la propia familia.
  • Abandono de las responsabilidades económicas, es decir, el adicto se desentiende por completo de las aportaciones monetarias que solía realizar a la familia.
  • Por otra parte, también se presenta el abandono de las responsabilidades afectivas, ya que al enfermo le deja de importarle cualquier tipo de atención emocional que solía tener con los miembros de su familia.
  • El incremento en la crisis financiera también es algo muy común, pues el adicto desviará alguna parte de sus ingresos para poder adquirir droga, dejando de lado incluso las necesidades económicas básicas del hogar.
  • El abuso de las drogas afecta financieramente a la familia, pues de aquí se deriva el robo, esto para conseguir dinero y adquirir los narcóticos.
  • Normalmente el consumo de drogas se relaciona con situaciones de maltrato. El adicto suele perder cualquier tipo de autoridad en el hogar, ya que los demás miembros de la familia dudan de su capacidad para tener control y/o liderar a los demás lo cual se entiende perfectamente; después de todo, ha caído en las adicción a las drogas, demostrado no tener siquiera control sobre su propia vida
  • Cambios en las costumbres familiares; nada será igual teniendo un adicto en casa, debiendo los demás miembros de la familia cambiar sus hábitos para adaptarse de la mejor manera la forma de actuar del enfermo
  • Episodios de violencia ya sea física, verbal y/o incluso sexual, los cuales pueden o no ser recurrentes, dependiendo de la personalidad del adicto.
  • El abuso de estas sustancias altera las relaciones sexuales, provocando algunas veces, violaciones.
  • Intentos de suicidio que de ser fructíferos, podrían conducir evidentemente a la muerte
  • La disolución de vínculos afectivos a nivel de pareja, es decir, la separación y/o el divorcio, dependiendo de cada caso
  • A su vez, dicha separación conducirá casi de forma segura, a problemas legales, tratando de resolver asuntos como la separación de bienes y la custodia de los hijos.
  • Y problemas graves de salud y muerte
Todo lo anterior indudablemente conducirá al deterioro en la calidad de vida de todos los miembros quienes conforman el núcleo familiar.

Nota: El uso problemático de sustancias se define como la búsqueda, el deseo y el consumo compulsivo e incontrolable de cualquier droga, legal o ilegal, que persiste a pesar de las consecuencias negativas en la persona y en los seres que le rodean.

En resumen: Una de las áreas que más se afecta por el consumo de sustancia es la familia. Estudios indican que los familiares pueden desarrollar depresión, ansiedad, estrés y fatiga por compasión a consecuencia del manejo y cuidado de algún familiar con uso problemático de sustancias. El impacto en la pareja de el/la usuario/a va desde lo económico hasta lo psicológico, ya que el dinero que va destinado a gastos del hogar es utilizado en la adquisición de sustancias y la pareja puede asumir una posición de proveedor/a. En cuanto a lo psicológico, el familiar pudiera experimentar soledad, enojo, estrés, ansiedad, desesperanza, estigma y vergüenza a consecuencia de los problemas relacionados al consumo de sustancias de la pareja. El impacto en los niños/as que residan con el/la usuario/a pueden ir desde confrontar problemas en la escuela como deficiencia en el aprendizaje, posible uso de sustancias y problemas de ajuste causados por divorcios, ser víctima de violencia secundario, problemas en la escuela, baja autoestima, depresión y ansiedad. Los menores pudieran experimentar, además, culpa y responsabilidad por la conducta de consumo de sustancias del adulto y aceptar responsabilidades que corresponden a otros adultos, tales como el cuido de hermanos o familiares menores de edad, entre otras cosas. En las familias reconstruidas, los efectos son la falta de integración y estabilidad de los miembros de la familia, tensión entre los familiares, falta de confianza y comunicación defectuosa, entre otras cosas.

Sugerencias: El uso problemático de sustancias es un fenómeno que, no solo afecta al que consume drogas, sino que impacta el sistema familiar, ya que los familiares asumen la responsabilidad y la culpa por las conductas de la persona adicta. Es imperativo que los tratamientos de recuperación incluyan a la familia, a fin de lograr concientizar sobre este problema e incentivar la integración de los miembros que componen la familia. El éxito radica en que la familia reciba validación y apoyo. Es de suma importancia que los familiares busquen ayuda para que logren ventilar sus emociones en cuanto a este problema. Por último, que comprendan que el enojo, la frustración y la tristeza son válidos este proceso y que hacen lo mejor que pueden con los recursos que tienen.

Como se puede ver, las consecuencias familiares del consumo de drogas son bastantes y de lo más diversas y complejas, por lo que en caso de sufrir de alguna adicción, lo más recomendable es buscar ayuda lo más rápido posible, y con ello evitar vivir situaciones tan desagradables como en dañar las relaciones familiares


Fuentes:
Comentarios personales.
*Extracto del artículo “Impacto del abuso de las drogas en la familia”

martes, 4 de junio de 2019

¿Cómo Comportarse con los Padres Tóxicos?

Escapar de las relaciones tóxicas es difícil. Incluso para los hijos adultos que viven solos. Sin embargo, ofrezco una serie de recomendaciones que permiten proteger los límites personales sin llegar al extremo de quemar los puentes. 

Para empezar, hay que aceptar algunos hechos importantes:
  • El pasado no se puede cambiar.
  • Las relaciones tóxicas se parecen a las enfermedades crónicas: es poco probable que se puedan “curar”, así que el objetivo principal es evitar las exacerbaciones.
  • Las recomendaciones de los psicólogos se basan en la comprensión de que una persona tiene derechos y deseos por los que no debería avergonzarse:
  • Vivir separado y según las propias reglas.
  • No participar en la solución de los pequeños problemas cotidianos de los parientes.
  • Restringir el acceso al territorio propio.
  • Acumular experiencia, ignorando el “Yo sé mejor qué hacer” de los padres.
  • Manejar los recursos propios: el tiempo, la energía, el salario.
  • No sacrificar intereses personales por el “hay que” momentáneo de los padres.
Pasos que definen un trabajo de transformación interna donde en todo momento tiene que estar presente la comprensión y el perdón derivado de ella.
  • Abandonar el deseo de cambiar a tus padres.
  • Detectar patrones familiares.
  • Transcender los patrones heredados.
  • Sanar las heridas.
  • Activar a tus padres amorosos.
El objetivo no es evitar físicamente a la familia, sino trascenderla y para eso hay que aprender a poner distancia emocional. Hay que aprender a estar pero sin estar, relacionarte con tu familia pero sin que esta «te toque». Y esto lógicamente no pasa de la noche a la mañana sino que es necesario un proceso consciente de querer sentirte libre de apegos y cargas que llevas a tus espaldas y ¡que no te corresponden!! Para desengancharte e iniciar un proceso de «desintoxicación» primero necesitas (si todavía no la tienes) una emancipación física. Respirar otro ambiente ayuda a tener más perspectiva y relajación. Pero no olvides que todo lo heredado se mudará contigo. El verdadero desapego no es físico sino psicológico y emocional y este llega un poquito más tarde.

Detectar estos patrones no es tarea sencilla porque has estado durante mucho tiempo y aun estás fuertemente apegado a ellos. Es muy probable o al menos recomendable que necesites la ayuda de un profesional para conocerlos con profundidad. Si tienes una madre negativa es probable que te veas de forma negativa. Si tienes un padre castigador que te limita es muy probable que te sientas insuficiente en todo.

Es importante recordar que estos derechos son válidos para ambas partes. No se puede alejarse de los padres, y a la vez dar su ayuda por sentado. 

¿Has logrado resistir la presión de los padres tóxicos? comparte tu experiencia....



Fuente: Educación Preescolar, Compilador. 

lunes, 27 de mayo de 2019

¿Qué Señales Pueden Advertirnos de un Posible TCA?

Los TCA son trastornos mentales caracterizados por un comportamiento patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el control de peso. Son trastornos de origen multifactorial, originados por la interacción de diferentes causas de origen biológico, psicológico, familiar y sociocultural.
Las señales de alarma son aquellos comportamientos que pueden estar relacionados con la posible existencia de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). No se tratan de criterios diagnósticos y, por tanto, no confirman la enfermedad. Para diagnosticarla es indispensable que la persona que parece estar sufriéndola sea evaluada por profesionales de la salud mental. Pero a pesar de no ser válidos para diagnosticar un TCA, son señales que pueden informarnos sobre la presencia de la enfermedad, de modo que es recomendable que ante estas señales se consulte con un equipo de profesionales.

Señales:

En relación a la alimentación:
  • Utilización injustificada de dietas restrictivas.
  • Estado de preocupación constante por la comida.
  • Interés exagerado por recetas de cocina.
  • Sentimiento de culpa por haber comido.
  • Comportamiento alimentario extraño (velocidad ingesta, comer derecho, etc).
  • Levantarse de la mesa y encerrarse en el baño después de cada comida.
  • Aumento de la frecuencia y cantidad de tiempo que está en el baño.
  • Evitar comidas en familia.
  • Rapidez con la que se acaba la comida de casa.
  • Encontrar comida escondida, por ejemplo, en su habitación.
  • Encontrar grandes cantidades de restos de comida, envoltorios, etc. en su habitación o en la basura.
En relación al peso:
  • Pérdida de peso injustificada.
  • Miedo y rechazo exagerado al sobrepeso.
  • Práctica de ejercicio físico de forma compulsiva con el único objetivo de adelgazar.
  • Práctica del vómito autoinducido.
  • Consumo de laxantes y diuréticos.
  • Amenorrea (desaparición del ciclo menstrual durante, como mínimo, 3 mesos consecutivos) si es mujer, como síntoma debido a la desnutrición.
  • Otros síntomas físicos debidos a la desnutrición: frío en las manos y pies, sequedad de la piel, estreñimiento, palidez o mareos, caída de cabello, etc.
En relación a la imagen corporal:
  • Percepción errónea de tener un cuerpo grueso.
  • Intentos de esconder el cuerpo con ropa ancha.
En relación al comportamiento:
  • Alteración del rendimiento académico o laboral.
  • Aislamiento progresivo.
  • Aumento de la irritabilidad y agresividad.
  • Aumento de los síntomas depresivos y/o la ansiedad.
  • Comportamientos manipulativos y aparición de mentiras.
¿Cómo podemos ayudar a una persona que nos preocupa?

Es muy importante ser honesto, directo y comprensivo. Hace falta sentarse tranquilamente y explicarle con exactitud lo que se ha notado sin ahorrar ningún detalle. Se debe decir a la persona que realmente se está muy preocupado por lo que sucede y se le debe hacer saber que, como te importa realmente, te gustaría ayudarla. Se puede decir: “Me parece que, quizás, tienes un desorden alimentario o problemas con la comida”. No la acuses, condenes ni le hagas confesar nada;  sé su  puntal pero no quieras ser su terapeuta.

Sugiere ayuda profesional. La mayoría de gente responde mejor si se le dan diferentes opciones. Puedes ofrecerte a acompañarlo/a para obtener ayuda.

Si él/ella se resiste a ser ayudado/a o bien niega el problema, es posible que no se trate de esto ya que puede ser que no esté preparado/a para admitir que tiene un problema. No le ayudes a negarlo con tu silencio. Háblale de las cosas que observas y que te preocupan. No puedes obligarle a buscar ayuda, pero puedes hacerle saber a dónde puede dirigirse o llamar para pedir información, hasta puedes sugerirle que empiece por hacerse un examen médico. Reafírmale que estás dispuesto/a a hablar del problema, pero solo si quiere y en el momento que considere oportuno. No te pelees por el tema de la comida o el peso.

Los amigos, los compañeros y los miembros de la familia tienden a implicarse demasiado en los problemas de la persona afectada. Es necesario recordar que en los trastornos alimentarios intervienen aspectos de control y si se intenta controlar a la persona, esta siempre ganará. No se ha de intentar manipular con sobornos, recompensas, castigos o culpabilidad. Ninguna de estas tácticas funciona. La clave está en hacerle sentir nuestro soporte.

Tanto si la persona está en tratamiento como si no lo está, no cometas el  error de intentar cambiar su comportamiento. Que sea él/ella quien lo haga, ya que es el único/a que puede cambiarlo. Si te implicas en exceso, puedes enfadarte y acabar con secuelas pos cuidador, aunque sea frustrante, esto es todo lo que puede hacer un amigo. Solo/a no podrás hacer que la persona se cure ni tampoco has de asumir esta responsabilidad tu solo/a.

Si consigues que la persona se responsabilice de su comportamiento, mientras la tratas con dignidad  y comprensión, es muy probable que esta busque ayuda y empiece a cambiar.



Fuente: Asociación contra la anorexia y bulimia 

martes, 21 de mayo de 2019

El Duelo Infantil: Un Proceso que Necesita Comprensión

Hablarle a un niño sobre la muerte puede que sea uno de los momentos más difíciles en la vida. Lamentablemente, los niños también se enfrentan al duelo por la pérdida de un ser querido y habitualmente, son los padres los que los ayudan a superar la muerte de sus abuelos y sus mascotas. 
Cabe destacar que los niños pueden llegar a sentir lo mismo por la pérdida de un perrito que por una persona muy querida. Por otro lado, el duelo infantil debe tratarse de una forma muy especial y más concretamente en caso del fallecimiento de los padres o de personas muy cercanas a su entorno: hermanos, tíos, primos, amigos o profesores.

El duelo infantil es una realidad que debe enfrentarse. Ningún niño es demasiado pequeño para darse cuenta de cuándo una persona importante ya no está allí. Los adultos a menudo tratamos de proteger al niño contra el dolor diciéndoles poco o nada sobre lo sucedido, pero por sí mismos, muchos niños no son capaces de entender la realidad de la muerte y los sentimientos que tienen ante una pérdida.

Pueden sentirse confusos, rechazados o abandonados en un momento en que más necesitan consuelo, comprensión y seguridad. Los adultos, que luchan para hacer frente a sus propias reacciones ante la muerte, pueden sentirse totalmente impotentes para hacer frente a los sentimientos de un niño afligido.

Los niños y los jóvenes pueden responder a la pérdida de diversas maneras, incluyendo:

La negación
Una manera de hacer frente a algo que no es comprendido ni aceptado. El niño puede fantasear acerca de la persona fallecida, hablar de él o ella en tiempo presente, o seguir esperando a la persona en cuestión a pesar de saber que él o ella no van a volver.

La culpa
Esto puede ser el resultado de la necesidad de encontrar una razón para la muerte. Algunos niños sienten que ellos han causado la muerte de alguna manera, o se siente culpable por estar vivos. Esta situación provoca un montón de sentimientos difíciles de gestionar.

La ira
Esta puede ser dirigida a los compañeros que no han tenido una pérdida, a la propia persona fallecida, o hacia otros miembros de la familia. Los niños a menudo expresan su ira a través de un comportamiento rebelde y oposicionista.

La idealización
Los niños pueden llegar a idealizar a la persona fallecida, una conducta que puede visualizarse cuando el niño comienza a imitar sus gestos.

El pánico
Ante una situación de pérdida los niños pueden desarrollar miedo de que otras personas que están cerca de ellos pueden morir, o incluso temer por sus propias vidas. Pueden sentirse inseguros y preocuparse en exceso por las personas que tiene a su alrededor.

Las quejas psicosomáticas
Muy a menudo los niños pueden perder el apetito, tener pesadillas y aparentar cansancio la mayor parte del tiempo. Se quejan de dolores de cabeza o malestar estomacal. Algunos niños pueden llegar a quejarse de tener los mismos síntomas mostrados por la persona muerta en la fase final de su enfermedad.

El duelo en los niños
Aunque las respuestas anteriores son muy parecidas a las que pueden mostrar los adultos en situaciones similares, en el duelo infantil hemos de contar con la complicación añadida de un entendimiento menos claro, o incluso inexistente, del proceso de la muerte, así como el hecho de que los niños no siempre tienen las palabras necesarias para expresar sus sentimientos.

Ofrezco para su descarga una extraordinaria Guía para abordar la muerte y el duelo con niños y adolescentes. “Hablemos de duelo”.

https://www.fundacionmlc.org/wp-content/uploads/2018/12/guia-duelo-infantil-fmlc.pdf

Las fases del duelo en niños: Aproximaciones 

Afrontar el duelo en edades tempranas
Por ejemplo, si se trata de un bebé de entre 1 y 3 años, y la persona fallecida no tenía una relación frecuente con él, puede que ni se percate de su ausencia. En cambio, cuando el fallecido es la madre o el padre, el niño llorará constantemente por la sensación de abandono, sin entender qué ocurre. En ese caso, debes tratar de proporcionar el cariño y cuidados que aquella persona ofrecía al bebé y dejar que el tiempo haga su trabajo.

El duelo en niños de 4 a 7 años
Entre los 4 y los 7 años, los niños entienden la muerte como algo casi mágico. En ocasiones, según sus creencias, pueden pensar que el fallecido regresará como un ángel o ser fantástico. Normalmente, hacen muchas preguntas de difícil respuesta, pero se debe contestar tan bien como se pueda. Puede que tengan comportamientos poco habituales en ellos, como hacerse pis en la cama, mostrarse indiferentes ante la pérdida o muy violentos. En ese caso, lo mejor es dejar que expresen lo que sienten, y que descarguen la rabia y tristeza con actividad física, o aquello que les vaya mejor.

El duelo infantil a partir de los 7 años
En esta edad, las etapas de duelo se asemejan mucho más a las de los adultos. Durante la primera fase, de negación, puede que los niños jueguen felices, como si nada. Después, puede que exterioricen su ira y, en la fase de negociación, pueden llegar a sentirse culpables, haciéndose preguntas como: «¿qué hubiese pasado si me hubiera portado mejor el día del accidente de papá?». Quizás, una de las etapas más duras es la de depresión, cuando el niño se sumerge en una tristeza profunda, por lo que hay que prestar mucho apoyo emocional.

Asimismo, es vital que el niño continúe con su rutina habitual, y así alcanzar la fase de aceptación. Por otro lado, al hablar de la muerte con un niño, se debe hacer franqueza, sin maquillar la realidad; pues los niños también necesitan despedirse de sus seres queridos. Tengan la edad que tengan, explicarles qué ha ocurrido y llevarlos al funeral, les ayudará a comprender que esa persona se ha ido definitivamente, algo esencial para superar la pérdida.

Recursos para superar el duelo infantil: cuentos y libros sobre la muerte
Quizás, uno de los mejores recursos para que un niño supere la pérdida de un ser querido sea a través de la literatura, aquella dedicada el duelo infantil: cuentos y libros sobre la muerte donde se cuentan historias sobre la pérdida, el paso del tiempo o el significado de la existencia de forma muy sencilla. Estos les permiten entender que esta es parte de la vida, y cuán positivo es expresar sus emociones y sentimientos. De esta manera, un niño de unos 7 años podrá comprender el auténtico significado de la muerte y que esta es irreversible.

En función de la edad del niño podemos pasar más tiempo con él, animarle a expresar sus emociones, compartir con él las nuestras, corregir conductas inapropiadas, implicarle en actividades familiares, tranquilizar sus miedos… Si los síntomas persisten o no sabemos qué hacer, siempre podemos pedir ayuda a un psicólogo infantil. De hecho, es lo más aconsejable cuando el duelo se complica. Si requieres mi apoyo contáctame. 

“El duelo mal elaborado por el niño puede dejar secuelas en los años posteriores o en la edad adulta”

Fuente: “Hablemos del Duelo” Editado por la Fundación Mario Losantos del Campo, y escrito por la psicóloga infanto-juvenil Patricia Díaz Seoane, se trata de un documento de excepcional valor práctico, tanto para el entorno familiar del menor que sufre una pérdida como para los profesionales que deben enfrentarse a esta situación desde el ámbito escolar, social o sanitario.

martes, 7 de mayo de 2019

Conoce los 12 Signos que Delatan a un Mal Psicólogo

Un mal psicólogo no puede evitar evidenciar que está procediendo mal, y estas son las señales que lo delatan:
1. Más que aconsejarte, te juzga
Si llegas a sentir que estás siendo juzgado o de alguna forma criticado por tu psicólogo, debes estar alerta. 

El practicante de la psicología está allí para intentar comprender tu exposición y ayudarte a resolver, de una manera asertiva y solidaria.

2. Se cree un experto en tu problema
Sin que llegues a explicarle toda tu situación, ya te está confrontando o dándote soluciones que tú sabes que no funcionarán. Incluso interrumpe tu relato, y pretende anexarle detalles de su propia vivencia.

3. Entre la consulta, el psicólogo se refiere en demasía a sí mismo
Sin que se pueda entender cuál es su intención, se olvida que tú eres el consultante y comienza a enumerar sistemáticamente sus logros, vida personal, problemas, etc. Este comportamiento no es de índole profesional, ni supone una buena estrategia para llevar una terapia con el paciente.

4. La comunicación con el terapeuta no es la ideal
Un terapeuta debe tener una educación integral, que le permita mantener una comunicación efectiva con su paciente; donde ambos puedan orientarse en una misma línea de acción a resolver aquellos problemas planteados.

5. El psicólogo traspasa la línea
Este es una de las situaciones que se presentan con cierta regularidad, sobre todo cuando el terapeuta no es un profesional con experiencia.

El psicólogo pierde el norte y pone de manifiesto otro tipo de interés, que quizás no esté alineado con el de su paciente perdiéndose la objetividad profesional. El paciente puede sentir que está manteniendo un dialogo y relación con una persona cercana de su familia más que con un profesional de la salud mental.

 6. No presta la debida atención a su paciente
Se supone que la visita al psicoterapeuta debe ser un espacio para el feedback de las impresiones entre éste y sus pacientes.

Por esta razón, este profesional debe permanecer atento a lo que le indique el consultor,  y dirigir a ello todos sus sentidos. Sin embargo, en muchas ocasiones los psicólogos que no se comportan de manera profesional, pueden distraerse fácilmente, estar pendientes de su teléfono móvil, e incluso interrumpir la sesión para atender alguna cuestión externa.

7. Sientes que no le da la debida importancia a tu planteamiento
Esto es fácilmente detectable, cuando ves señales de menosprecio a tu exposición o que no le presta la debida atención.

Esto puede conllevar a una interpretación errónea y a un diagnóstico equivocado.

8. Hace comentarios indebidos relacionados con otros pacientes
Es de suponerse que la información que un paciente otorga al psicólogo reviste un carácter confidencial y por lo tanto, no debe ser compartida con terceras personas.

Si el psicólogo llega a pretender compartir contigo algún tipo de información ajena, debes cortárselo de inmediato ya que lo mismo puede hacer con tu información.

9. El psicoterapeuta impone su criterio sin admitir opiniones
Si este pretende imponer su punto de vista sin valorar tu opinión u objeciones que puedas tener, pone en grave riesgo la relación médico / paciente,  ya que no le tendrás confianza. Un profesional sabe no solo considerar sus propias opiniones, sino también entender los contextos y la observación personal que el cliente tiene sobre su situación.

10. No delega a otros colegas los casos que no domina
Es una mala praxis peligrosa ya que en el campo de la psicología, existen especializaciones que un psicoterapeuta debe tener como creencia para tratar ciertas afecciones de la mente. Un buen psicólogo puede derivar, en caso de ser necesario, al profesional adecuado para tratar un problema puntual que ya se ha identificado en la consulta.

11. No es puntual
Si un profesional hace caso omiso a el horario de trabajo, está enviando señales claras de una falta de responsabilidad y de respeto para con sus pacientes, esto puede demostrar una falta de profesionalismo, e incluso, de respeto hacia el cliente.

12. Falta de empatía
No sientes que el psicólogo se identifica con tu problema ni te alienta asertivamente para su solución. El profesional de la salud mental no puede asumir el rol de un familiar ni de un compañero, sin embargo, sin empatía, sin la escucha activa y la observación del padecimiento, no se puede establecer una relación de confianza desde donde pueda avanzar el proceso terapéutico.



Fuente:  www.menteasombrosa.com

jueves, 25 de abril de 2019

10 Señales de que tu Hijo Sufrió Abuso en la Guardería

Si tu hijo se volvió retraído, agresivo o tiene pesadillas constantes, es probable que esté sufriendo abuso en la guardería. 
El abuso en la guardería sigue siendo un problema común

El abuso que llegan a sufrir puede ser: físico, sexual, emocional y negligencia. Cualquiera de estos, aunque no son fáciles de detectar, es importante estar atentos a los comportamientos y síntomas físicos del niño. Ante esto es importante mantener una línea de comunicación familiar exitosa para atender el problema lo antes posible.
  1. Moretones inexplicables, rasguños u otras lesiones: El abuso físico es la huella más notable de abuso. Las zonas comunes donde puedes diagnosticar si tu hijo ha sufrido este tipo, son: las muñecas, los brazos, las nalgas, el cuello, los hombros o la parte posterior de las piernas. Muchas veces el niño reacciona de manera inconsciente a movimientos como cuando papá levanta la mano o si alguien intenta tocarlo.
  2. Cambios en el comportamiento: Un niño que ha sufrido abuso en la guardería, puede reaccionar de dos maneras: volverse retraído o agresivo. Un niño que se vuelve tímido o empieza a sentir vergüenza por pequeños errores, puede indicar que ha sufrido regaños excesivos. También están los que hacen lo contrario y empiezan a patear, morder o rasguñar a otros, que utilizan estas medidas para expresar su enojo.
  3. Hambriento y sediento al recoger: Parecerá exagerado, pero es deber de las guarderías, alimentar correctamente al niño, a las horas indicadas. Si notas que cada que lo recoges tiene hambre o mucha sed, es momento de preguntarle a la maestra por qué se da esta situación y exigir que el pequeño reciba la atención necesaria.
  4. Pesadillas recurrentes: Para controlar a los pequeños, los trabajadores de la guardería suelen torturar a los niños mediante el uso de máscaras de miedo y amenazas que pueden tener efectos traumáticos persistentes. Esto se ve reflejado en el sueño interrumpido del crío.
  5. Regresión: Comportamientos como orinarse en la cama, chuparse el dedo, el apego extremo y el llanto exagerado, pueden ser síntomas de abuso verbal o sexual.
  6. Pañales sucios y salpullidos: Es obligación del educador, entregar al niño con el pañal limpio. Si es recurrente que lo recibas con erupciones  causadas por el pañal sucio, es un acto de negligencia que debes reportar inmediatamente. Es su obligación, hacer cambios regulares.
  7. Su hijo es disruptivo en situaciones sociales: El comportamiento de un niño es una manifestación externa de estabilidad y seguridad interior. Por lo tanto, si has notado que tu hijo empieza a desobedecer, a desafiar o a argumentar por todo; en especial, a no controlar sus impulsos sociales, es probable que haya sufrido de abuso en la guardería y su manera de externarlo es a través de estas conductas.
  8. Interés raro en los comportamientos sexuales: El abuso sexual es algo que podemos evitar, si mantenemos buena comunicación con los niños y se habla abiertamente del tema. Generalmente los abusadores sexuales se aprovechan de la confianza e inocencia del niño; por lo tanto, como padres tenemos la obligación de decirle a un niño que sus genitales son un área que nadie puede tocar. Aquellos niños que han sufrido de abuso sexual, generalmente muestran mayor conocimiento sexual del que deberían para su edad. Esto puede ser causa de que el abusador le pasa esa información y que después lo amenaza con no decir nada.
  9.  Miedos repentinos e inexplicables: Un niño maltratado puede ser excepcionalmente pegajoso o reaccionar de una manera temerosa o enojada cuando se le deja en la guardería. En algunos casos, un niño puede fingir una enfermedad, llorar excesivamente o tratar de poner excusas para no ir a la guardería. Preste atención a cómo reacciona su hijo a ciertos lugares, personas o actividades; un miedo excesivo a la guardería.
  10. Síndrome del bebé sacudido: Este síndrome es una forma de abuso infantil que puede provocar daño cerebral permanente o la muerte. Los signos que pueden advertir que un cuidador frustrado a utilizado este método, son:
  • Ojos vidriosos
  • Parece rígido
  • Aparece letárgico
  • Pérdida de apetito
  • Vómito
  • Llorando frecuentemente
  • No se puede enfocar en un objeto
  • Convulsiones



Artículo original: The Carlson Law Firm

viernes, 12 de abril de 2019

Depresión en Niños: Información para Familiares

La depresión ya ha dejado de ser una enfermedad solo de adultos. Actualmente cada vez más hay niños diagnosticados con trastornos depresivos. ¿A qué signos y síntomas debemos estar alerta los padres para actuar precozmente?
¿Qué es la depresión infantil?

Es un trastorno afectivo en el que el niño se percibe triste, inconforme consigo mismo, desganado y presenta cambios evidentes en su comportamiento a nivel familiar, escolar y social, como reflejo de algún evento desagradable en su vida, (pérdidas, separaciones, violencia, etc.); para hablar de que existe un cuadro clínico, las modificaciones en su conducta deben ser persistentes al menos dos semanas consecutivas y reflejarse en actividades tan vitales como comer o dormir.

La depresión en niños puede ser severa y de larga duración y puede interferir en todos los aspectos de su vida diaria, desde el rendimiento escolar hasta sus relaciones con amigos y familiares. La depresión infantil puede desencadenar complicaciones como la auto agresión y en casos extremos, el suicidio.

Causas de la depresión infantil

Se han sugerido varias causas para la depresión infantil:
  1. Causas biológicas: factores hereditarios, bioquímicos, hormonales y neuronales.
  2. Causa estacional: se piensa que la cantidad de luz asociada con los cambios de las estaciones afecta al estado de ánimo de algunos niños, lo que se conoce como trastorno afectivo estacional.
  3. Causas psicológicas: pérdida de seres queridos, malas relaciones entre padres e hijos, problemas de autoestima, etc.
  4. Causas del entorno: la presión a los que los niños están sometidos, el estrés, la tensión, etc.
Síntomas de depresión en los niños

Los síntomas de depresión varían según la personalidad del niño y la etapa de desarrollo en la que se encuentra. La edad juega un papel importante en la detección y tratamiento de este padecimiento, es necesario distinguir cuáles son los rasgos depresivos más comunes y saber que puede darse a partir del periodo preescolar.

Si algunos de estos síntomas están presentes o tienes dudas, consulta al profesional.
  • Estado de ánimo irritable o depresivo
  • Pérdida de interés o placer
  • Aislamiento social
  • Agitación
  • Problemas de conducta/disciplina
  • Autoestima baja
  • Sentimientos de que no vale nada
  • Sentimientos de desesperación
  • Dificultad al concentrarse
  • Llanto frecuente
  • Quejas físicas
  • Subida o bajada de peso
  • Crecimiento y peso no apropiados
  • Cambio en apetito
  • Trastornos en el sueño
  • Cansancio
  • Conducta dirigida a lastimarse a sí mismo
  • Hablar acerca del suicidio o intentarlo
  • Ninguno de estos síntomas, aislados o en grupo, son solamente de depresión.
Nota: Si notaste que alguno de los síntomas se asemeja al comportamiento de tu hijo, no dudes en comentarlo con tu pareja y familia, para que juntos tomen la mejor decisión. Muchas veces, por no querer afrontar el problema o pensar que “ya se le pasará” la depresión infantil se vuelve severa y desencadena complicaciones como la auto agresión y en casos extremos, el suicidio.

Ahora bien, si partimos de la idea de que tu hijo es pequeño y no tiene la posibilidad de decirte que se siente triste, tu atención en la manera en que se comporta será la que te guíe para decidir canalizarlo con quienes pueden apoyarlo. De manera práctica y para ayudarte a identificarla, “como si tu hijo tuviera fiebre todo el tiempo, pero no tiene”, como si de estar involucrado en el juego y la convivencia con familiar, se volviera retraído y perdiera las ganas de reírse de cosas que antes lo hacían feliz o que causan gracia a otros niños de su edad; también si empieza a tener pesadillas o terrores nocturnos exacerbados y notas que sus rutinas de sueño y alimentación están alteradas.

En la lista siguiente se presentan algunos problemas (no todos) que pueden ser difíciles de diferenciar de la depresión porque tienen síntomas en común. En todo caso, un profesional de la salud mental será capaz de descartar estas y otras causas.
  1. Ansiedad: agitación, síntomas físicos
  2. Trastornos de la conducta: problemas de conducta o disciplina ("comportamiento para llamar la atención")
  3. Trastorno por déficit de atención: dificultad de concentración, rendimiento académico bajo, autoestima baja
  4. Problemas/trastornos de aprendizaje: rendimiento académico bajo, dificultad para concentrarse, autoestima baja
  5. Fobia a la escuela: quejas de molestias físicas, agitación, rendimiento académico bajo
  6. Falta de destrezas sociales: aislamiento social, mala conducta, problemas de disciplina
  7. Enfermedades físicas: quejas de molestias físicas, cambio en el apetito, cansancio
  8. Trastornos en hábitos alimenticios: subida o bajada de peso corporal, falta de ganancia de peso /crecimiento adecuado, cambios en el apetito, autoestima baja.
Diagnóstico de la depresión en niños

El comienzo de la depresión puede ser súbito o gradual. A pesar de que un niño puede presentar uno o más síntomas de depresión, generalmente se considera un trastorno depresivo si se observan 4 o más síntomas por un largo período de tiempo.
Tratamiento de la depresión en niños

Dada la existencia de distintos tipos y causas de depresión, se pueden necesitar distintos tratamientos. Por un lado, los sentimientos de fracaso e irritabilidad causados por obtener una mala nota en la escuela por ejemplo, pueden ser una simple señal de la necesidad de mejorar los hábitos de estudio y de prestar más atención en la escuela.Por otro lado, cuando las señales y los síntomas de depresión son persistentes y más severos, se debe buscar la ayuda de un profesional; Psiquiatra y Psicólogo Clínico.

Los tratamientos más utilizados son:
  1. Medicamentos antidepresivos y ansiolíticos.
  2. Tratamientos psicológicos que incluyen terapias conductuales y terapias cognitivas conductuales.
  3. Programas que combinan medicamentos y psicoterapia.
¿Cómo puedes ayudar a un niño con síntomas de depresión?

La siguiente lista de sugerencias puede ayudar a los padres con los síntomas más comunes de la depresión en niños:
  1. Autoestima baja y tendencia a criticarse a sí mismo: elogia al niño frecuentemente con sinceridad; acentúa lo positivo, de una manera comprensiva, pon en tela de juicio las críticas del niño hacia sí  mismo y señálale sus pensamientos negativos cuando ocurran.
  2. Culpabilidad: ayuda al niño a distinguir entre los acontecimientos que él puede controlar y los que están fuera de su alcance: ayúdale a que comience a hablar positivamente de sí mismo.
  3. Estabilidad familiar: mantén una rutina y disminuye los cambios en asuntos familiares; coméntale acerca de los cambios con anticipación para reducir las preocupaciones.
  4. Desesperación e impotencia: pide al niño que escriba o hable de sus sentimientos y que anote sus pensamientos placenteros de 3 a 4 veces al día, para que éstos vayan aumentando en un período de 4 a 6 semanas.
  5. Pérdida de interés y tristeza: prepara una actividad interesante al día; planifica acontecimientos especiales; comenta temas agradables.
  6. Apetito y problemas de peso: no lo obligues a comer; prepara sus comidas favoritas; favorece que la hora de comer sea placentera.
  7. Dificultades para dormir: mantén un horario constante para dormir; participa junto con él en actividades relajantes como leer o escuchar música suave; termina el día con una nota positiva.
  8. Agitación e inquietud: cambia las actividades que causan agitación; enséñale al niño técnicas de relajación; un masaje puede ayudar; estimula el ejercicio y la recreación.
  9. Temores excesivos: reduce las situaciones que causan ansiedad e incertidumbre; apóyalo y tranquilizalo; la planificación puede reducir la incertidumbre.
  10. Comportamiento agresivo e ira: rechaza la conducta destructiva de una manera amable pero firme; da validez a sus emociones y estimula al niño a expresar sus sentimientos de ira apropiadamente; no reacciones con ira; se consistente en sus respuestas a la conducta inadecuada.
  11. Dificultad para pensar y para concentrarse: anima al niño a participar en juegos, actividades, charlas familiares; trabaja con los maestros y los psicólogos escolares para promover el aprendizaje.
  12. Pensamientos suicidas: estate alerta a las señales de suicidio; busca ayuda profesional inmediatamente.
Si la depresión persiste: consulta con un médico para que realice un examen; pide ser derivado o referido al psicólogo clínico y/o a un psiquiatra.

Fuente: FAROS La guía de la salud y el bienestar para tus hijos//y comentarios personales. 
Referencia bibliográfica: Saklofske, D.H.Depresión en los niños. National Association of School Psychologists.