lunes, 4 de septiembre de 2023

Esquizofrenia: Causas, Síntomas y Tratamiento

Hay enfermedades que no presentan síntomas, por lo que es importante llevar una vida saludable y hacer revisiones constantes al médico.

La esquizofrenia es un trastorno mental grave por el cual las personas interpretan la realidad de manera anormal. La esquizofrenia puede provocar una combinación de alucinaciones, delirios y trastornos graves en el pensamiento y el comportamiento, que afecta el funcionamiento diario y puede ser incapacitante.

Las personas que padecen esquizofrenia necesitan recibir tratamiento durante toda la vida. El tratamiento temprano puede ayudar a controlar los síntomas antes de que se desarrollen complicaciones más graves y puede mejorar el pronóstico a largo plazo.

Síntomas

La esquizofrenia implica una serie de problemas de pensamiento (cognición), comportamiento y emociones. Los signos y síntomas pueden variar, pero generalmente implican fantasías, alucinaciones o habla desorganizada y reflejan una capacidad deficiente de vivir normalmente. Entre los síntomas se pueden incluir los siguientes:

  1. Fantasías. Son creencias falsas que no tienen base en la realidad. Por ejemplo, crees que estás siendo perjudicado o acosado; ciertos gestos o comentarios se dirigen a ti; tienes una habilidad o fama excepcionales; otra persona está enamorada de ti; o está a punto de ocurrir una catástrofe importante. Las fantasías se producen en la mayoría de las personas que tienen esquizofrenia.
  2. Alucinaciones. Por lo general implican ver o escuchar cosas que no existen. Sin embargo, para la persona con esquizofrenia, tienen toda la fuerza y la repercusión de una experiencia normal. Las alucinaciones pueden implicar cualquiera de los sentidos, pero escuchar voces es la alucinación más común.
  3. Pensamiento desorganizado (discurso). El pensamiento desorganizado se infiere a partir del habla desorganizada. La comunicación eficaz se puede ver afectada y las respuestas a preguntas pueden no relacionarse con estas de manera parcial o completa. En raras ocasiones, el habla puede incluir el agrupamiento de palabras sin sentido que no se puedan entender, lo cual suele conocerse como ensalada de palabras.

Comportamiento motor extremadamente desorganizado o anormal. Esto puede mostrarse de varias maneras, desde la tontería infantil hasta la agitación impredecible. El comportamiento no está enfocado en un objetivo, así que es difícil hacer las tareas. El comportamiento puede incluir resistencia a seguir instrucciones, postura inadecuada o extraña, una completa falta de respuesta o movimiento inútil o excesivo.

Síntomas negativos. Esto se refiere a la capacidad limitada para vivir de manera normal, o a la falta de ella. Por ejemplo, la persona puede descuidar su higiene personal o parecer que carece de emociones (no hace contacto visual, no cambia las expresiones faciales o habla en un tono monótono). Además, la persona puede perder interés en las actividades cotidianas, retraerse socialmente o carecer de la capacidad de experimentar placer.

Con el paso del tiempo, los síntomas pueden variar con respecto al tipo y la gravedad, con periodos de empeoramiento y remisión de los síntomas. Algunos síntomas pueden estar siempre presentes.

En los hombres, los síntomas de la esquizofrenia suelen comenzar entre principios y mediados de los 20 años. En las mujeres, los síntomas suelen comenzar a finales de los 20 años. Es poco común que a los niños se les diagnostique esquizofrenia y poco común para los mayores de 45 años.

Síntomas en adolescente

Los síntomas de la esquizofrenia en los adolescentes son similares a los que se presentan en los adultos, pero la afección puede ser más difícil identificar. Esto puede deberse en parte a que algunos de los síntomas tempranos de la esquizofrenia en los adolescentes son comunes en el desarrollo típico de la adolescencia, como estos:

  • Distanciamiento de los amigos y los familiares
  • Menor desempeño en la escuela
  • Trastornos del sueño
  • Humor irritable o depresivo
  • Falta de motivación

Además, el uso de sustancias recreativas, como la marihuana, las metanfetaminas o el LSD, a veces puede causar signos y síntomas similares.

En comparación con los síntomas de la esquizofrenia en adultos, los adolescentes pueden tener lo siguiente:

  • Menos probabilidad de tener ideas delirantes
  • Mayor probabilidad de tener alucinaciones visuales

Cuando debes consultar a un médico

Las personas con esquizofrenia a menudo no son conscientes de que sus dificultades se deben a un trastorno mental que requiere atención médica. Así que a menudo la familia o los amigos son los que deben conseguirles ayuda.

Ayudar a alguien que podría tener esquizofrenia

Si crees que alguien que conoces puede tener síntomas de esquizofrenia, habla con esa persona sobre tus preocupaciones. Aunque no puedes obligar a alguien a buscar ayuda profesional, puedes ofrecer apoyo y ayudar a tu ser querido a encontrar a un médico cualificado o a un profesional de salud mental.

Si tu ser querido es un peligro para sí mismo o no puede proveerse su propia comida, ropa o refugio, es posible que tengas que llamar al 911 u otros servicios de emergencia para pedir ayuda a fin de que tu ser querido pueda ser evaluado por un profesional de salud mental.

En algunos casos, puede ser necesaria una hospitalización de emergencia. Las leyes sobre la internación no voluntaria para el tratamiento de la salud mental varían según el estado. Puedes comunicarte con las agencias de salud mental de la comunidad o los departamentos de policía de tu área para obtener más detalles.

Pensamientos y comportamiento suicidas

Los pensamientos y comportamientos suicidas son comunes en las personas con esquizofrenia. Si tienes un ser querido que está en peligro de intentar suicidarse o ha tenido un intento de suicidio, asegúrate de que alguien se quede con esa persona. Llama al 911 o al número local de emergencias de inmediato. O bien, si crees que puedes hacerlo de forma segura, lleva a la persona a la sala de emergencias del hospital más cercano.

Factores de riesgo

A pesar de que se desconoce la causa exacta de la esquizofrenia, ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenarla, entre ellos los siguientes:

Antecedentes familiares de esquizofrenia

Algunas complicaciones durante el embarazo y el nacimiento, como malnutrición o exposición a toxinas o virus que pueden afectar el desarrollo del cerebro

Consumo de drogas que alteran la mente (psicoactivas o psicotrópicas) durante la adolescencia y la juventud

Diagnóstico

El diagnóstico de la esquizofrenia implica descartar otros trastornos de salud mental y determinar que los síntomas no se deben al abuso de sustancias, medicamentos o afecciones. Para determinar un diagnóstico de esquizofrenia, puede hacerse lo siguiente.

  • Exploración física. Se puede realizar para descartar otros problemas que podrían estar causando los síntomas y para detectar cualquier complicación relacionada.
  • Análisis y pruebas de detección. Pueden incluirse pruebas que permitan descartar afecciones con síntomas similares y para detectar el consumo de alcohol y drogas. El médico también puede indicarte estudios por imágenes, como una resonancia magnética o una tomografía computada.
  • Evaluación psiquiátrica. Un médico o profesional en salud mental controla el estado mental por medio de la observación de la apariencia y el comportamiento y la indagación sobre pensamientos, estados de ánimo, delirios, alucinaciones, consumo de sustancias y posibilidad de violencia o suicidio. También se conversa sobre los antecedentes personales y familiares.

Criterios de diagnóstico para la esquizofrenia. El médico o profesional en salud mental puede aplicar los criteros establecidos en el Manual Diagnóstico y Estadístico delo Trastornos Mentales (DSM-5), publicado por la American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría).

lunes, 28 de agosto de 2023

Trastorno Depresivo Persistente

Descripción general

El trastorno depresivo persistente es un tipo de depresión crónica continua. Es posible que te sientas triste y vacío, que pierdas interés en las actividades de la vida diaria y seas improductivo. Puede que tengas baja autoestima, te sientas un fracasado y que no tengas esperanzas. Estos sentimientos duran años y pueden interferir con tus relaciones, la escuela, el trabajo y las actividades de la vida diaria.

Si tienes un trastorno depresivo persistente, quizás te resulte difícil estar animado incluso en momentos felices. Tal vez te describan como una persona melancólica, que se queja constantemente o que es incapaz de divertirse. El trastorno depresivo persistente no es tan grave como la depresión mayor, pero tu estado de ánimo deprimido puede ser leve, moderado o grave.

Debido a que el trastorno depresivo persistente es una afección a largo plazo, lidiar con los síntomas de la depresión puede ser un desafío. Una combinación de terapia oral y medicamentos puede ser eficaz a la hora de tratar esta afección.

Síntomas

Los síntomas del trastorno depresivo persistente generalmente aparecen y desaparecen durante varios años. La intensidad de los síntomas puede cambiar con el tiempo, pero los síntomas no suelen desaparecer durante más de dos meses seguidos. Además, puede haber episodios de depresión mayor mientras se presenta el trastorno depresivo persistente o antes.

Los síntomas del trastorno depresivo persistente pueden causar problemas importantes en la vida e incluir:

  • Tristeza, desánimo o sensación de vacío.
  • Pérdida de interés en las actividades cotidianas.
  • Cansancio y falta de energía.
  • Baja autoestima, autocrítica o sensación de incapacidad.
  • Problemas para pensar con claridad y tomar decisiones.
  • Dificultad para hacer las tareas en tiempo y forma.
  • Enojo, impaciencia o ira con facilidad.
  • Evitación de actividades sociales.
  • Sentimientos de culpa y angustia por el pasado.
  • Falta de apetito o tendencia a comer en exceso.
  • Problemas para dormir.
  • Desesperanza.

Causas

Se desconoce la causa exacta del trastorno depresivo persistente. Al igual que en la depresión mayor, este puede deberse a más de una causa, como las siguientes:

  1. Diferencias biológicas. Las personas con trastorno depresivo persistente pueden presentar cambios físicos en el cerebro. No está claro cómo afectan estos cambios al trastorno, pero con el tiempo podrían ayudar a determinar las causas.
  2. Neuroquímica cerebral. Los neurotransmisores son sustancias químicas que se encuentran naturalmente en el cerebro. Las investigaciones indican que los cambios en los neurotransmisores pueden desempeñar un papel importante en la depresión y su tratamiento.
  3. Rasgos hereditarios. El trastorno depresivo persistente parece ser más común en personas cuyos parientes consanguíneos también tienen esta afección. Los investigadores están tratando de encontrar los genes que podrían estar involucrados en la causa de la depresión.
  4. Eventos de la vida. Al igual que en la depresión mayor, los eventos traumáticos, como la pérdida de un ser querido, los problemas económicos o un alto nivel de estrés, pueden desencadenar un trastorno depresivo persistente en algunas personas.

Factores de riesgo

El trastorno depresivo persistente suele comenzar en una edad temprana, en la infancia, la adolescencia o la juventud, y se prolonga durante mucho tiempo. Ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar el trastorno depresivo persistente, entre otros, los siguientes:

  • Tener un pariente consanguíneo de primer grado, como padre o hermano, con trastorno depresivo mayor u otros trastornos depresivos.
  • Si ocurren eventos estresantes o traumáticos en tu vida, como la muerte de un ser querido o problemas económicos importantes.
  • Rasgos de personalidad que incluyen negatividad, como baja autoestima, ser demasiado dependiente o autocrítico, o pensar siempre que ocurrirá lo peor.
  • Antecedentes de otros trastornos de salud mental, como trastorno de la personalidad.
  • Complicaciones

Entre las afecciones que pueden estar relacionadas con el trastorno depresivo persistente, se incluyen las siguientes:

  • Mala calidad de vida.
  • Depresión mayor, trastornos de ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo.
  • Abuso de sustancias adictivas.
  • Problemas de pareja y conflictos familiares.
  • Problemas en la escuela o en el trabajo y dificultad para completar tareas.
  • Dolor continuo y enfermedades médicas generales.
  • Pensamientos o conductas suicidas.
  • Trastornos de la personalidad u otros trastornos de salud mental.

Prevención

No existe una manera definitiva de prevenir el trastorno depresivo persistente. Debido a que suele comenzar durante la niñez o durante la adolescencia, identificar a los niños con riesgo de tener esta afección puede ser útil para brindarles tratamiento temprano.

Entre las estrategias que pueden ser de ayuda para reducir o prevenir los síntomas se incluyen las siguientes:

  1. Toma medidas para controlar el estrés para aumentar la capacidad de recuperarte de los problemas, lo que se denomina resiliencia, y levantar tu autoestima.
  2. Acércate a la familia y a los amigos, especialmente en momentos de crisis, para que te ayuden a superar los malos momentos.
  3. Consigue tratamiento ante el primer signo de un problema para ayudar a prevenir que los síntomas empeoren.
  4. Considera hacer un tratamiento de larga duración para que te ayude a prevenir la reaparición de los síntomas.
  5. En los niños, algunos síntomas del trastorno depresivo persistente pueden ser un estado de ánimo deprimido e irritabilidad, lo que les provoca enojo, impaciencia o ira con facilidad.

Cuando consultar al médico

Si estos sentimientos han estado presentes por un largo tiempo, puedes pensar que siempre serán parte de tu vida. Pero si tienes algún síntoma de trastorno depresivo persistente, busca ayuda...

Habla con el proveedor de atención médica sobre tus síntomas o busca asistencia con un profesional de salud mental.

viernes, 21 de julio de 2023

El Conmovedor Poema Dedicado a Nuestros Amigos de Cuatro Patas


“Si tienes miedo de haberme dado pocas caricias, debes saber que no he olvidado ni siquiera una.

Si te arrepientes de haberme regañado, aunque sea una vez, debes saber que ni siquiera lo recuerdo.

Si crees que me has dejado solo demasiado tiempo, debes saber que siempre te he estado esperando.

Si temes haberme dedicado poco tiempo, debes saber que yo, incluso de ese poco, he disfrutado cada momento.

Si crees que has jugado poco conmigo, debes saber que nunca he contado las veces que me lanzaste la pelota.

Si cree que me he olvidado de tu perfume, deber saber que incluso ahora lo estoy oliendo en el viento.

Si quisieras renacer en otra vida, debes saber que me gustaría ser tu perrito también en esa.

Si estás convencida de que tienes algunos defectos, debes saber que para mí has ​​sido la perfecta.

Si crees que el amor puede tener fin, debes saber que en mi corazón el lugar del amor es infinito.

Si crees que tienes arrepentimientos sobre mí, debes saber que no cambiaría ni un solo segundo de la vida que he pasado contigo.

Si crees que ya no escucho tu voz cuando me llamas, solo confía a la brisa del atardecer la tarea de traerme tus palabras.

Si crees que puedo olvidar tu rostro, debes saber que quería vivir solo para disfrutar de tu mirada.

Si crees que podría haber amado a alguien más que a ti, debes saber que te he amado más que a mí mismo.

Si crees que me gustaría un sofá suave, sepas que contigo también habría dormido sobre las piedras.

Si crees que quería más de lo que me diste, debes saber que siempre me he sentido

como el perrito más feliz del mundo.

Si alguna vez te has sentido sola, debes saber que nunca he dejado mi lugar junto a ti.

Si crees que mi vida ha sido corta, debes saber que no hubiera querido vivir ni un minuto más si no lo hubiera pasado a tu lado.

Si temes que ya no estoy cerca de ti, sepas que en cuanto cierres los ojos me quedaré dormido a tu lado.

Si crees que no has tomado la decisión correcta, debes saber que siempre he confiado en ti.

Siempre.

Si sueñas algún día con poder volver a verme, debes saber que estaré allí esperándote.

Como he hecho siempre.” 💞🐾❤

miércoles, 12 de julio de 2023

Los 13 Errores más Comunes de un Psicólogo/a durante la Terapia

 ¿Cuáles son los errores más comunes que puede cometer un psicólogo/a durante una terapia?

Hacer terapia es algo complejo y sobre todo al principio, cuando aún no se tiene experiencia. Si conoces los errores más habituales que se cometen en terapia, podrás anticiparte a ellos y a la vez, potenciar y mejorar tus habilidades terapéuticas.

Sobre todo, al principio, cuando aún estés dando tus primeros pasos como terapeuta, cometerás muchos errores. Algunos de ellos serán meras equivocaciones o despistes. Sin embargo, otros serán más importantes y tendrán mucha más repercusión para ti como profesional.

No quiero generarte miedos o que este artículo se convierta en una fuente de inseguridad. Al contrario. Espero que este artículo sea una linterna en la oscura noche que en ocasiones es la práctica clínica de la psicología.

Me gustaría que analizases cada uno de los errores de la guía y, sobre todo, que los reflexiones y veas si estás cometiendo alguno de ellos, porque sin duda, éstos son los errores más comunes que un psicólogo puede cometer durante la terapia.

Recuerda, ¡no te sientas mal o con inseguridad si cometes estos errores! Aprende de ellos y estoy seguro de que te convertirás en un/a terapeuta realmente excepcional.

Los 13 Errores más comunes de un psicólogo/a durante la terapia

Estos errores son los que, a lo largo de mis años de experiencia, he visto que se repiten más a menudo entre los psicólogos/as. No obstante, tanto si acabas de sumergirte en el mundo de la terapia como si llevas años ejerciendo, este artículo te podrá resultar muy útil para conocer y enfrentarte a los errores más comunes que un psicólogo/a puede cometer durante la terapia.

Error 1 | No ajustar bien la relación terapeuta-paciente

La relación entre un psicólogo/a y su paciente es un aspecto fundamental de cara a la terapia. Establecida de una forma correcta, esta relación, así como las características del terapeuta, pueden favorecer mucho el efecto de la terapia. No obstante, la personalidad del terapeuta no actuaría por sí sola en el éxito de la terapia, sino que actuaría con el resto de los factores de la terapia.

La Línea de Implicación Óptima (LIO)

Es importante tener en cuenta que para lograr que dicha relación sea potenciadora necesita establecerse de una forma adecuada. Para ello, es fundamental mantenerse en lo que he denominado «La Línea de Implicación Óptima».

La Línea de Implicación Óptima es un espacio imaginado en el que la relación de implicación entre tu paciente y tú es óptima para la efectividad de la terapia. Al traspasar dicha línea (hacia una mayor o menor implicación) se corre el riesgo de estropear dicha relación. Además, cuanta mayor distancia, mayores serán esos riesgos.

Por tanto, el error que puedes cometer en este primer punto es rebasar la línea hacia un lado o hacia otro, dando lugar a dos posibilidades, con sus respectivas consecuencias.

Implicarte mucho con tu paciente

Se trata de establecer una relación terapeuta – paciente demasiado cercana y con un alto nivel de implicación emocional. Y por supuesto, no se trata de que el paciente no te importe, sino de que te importe demasiado.

“Con esto no quiero decir que no se pueda abrazar a un paciente en un momento determinado o que no seas cercano/a, sino que recuerdes que la vuestra es una relación profesional, y para que funcione, han de marcarse unos límites.”

En caso de que esta relación sea demasiado estrecha, podrían aparecer, además de la pérdida de efectividad de la terapia, algunas de estas consecuencias:

  • Subjetividad: Perderás objetividad en todos los aspectos.
  • Transferencia: Te afectará demasiado lo que le pase a tu paciente y te llevarás sus problemas a tu casa.
  • Protección: Evitarás decir o hacer cosas que le puedan hacer daño.
  • Difuminación: Perderás directividad y los roles de terapeuta y paciente se difuminarán.
  • Cuestionamiento: Es más que probable que tu paciente empiece a cuestionar tus decisiones o pautas.

Mostrarte muy distante con tu paciente

En el lado contrario se encuentra la baja implicación emocional, o lo que es lo mismo, una relación entre terapeuta y paciente demasiado distante.

Si la implicación demasiado alta podía suponer un problema, la distancia emocional hacia tu paciente le mostrará y le dejará claro que no te importa en absoluto. En la terapia, la intimidad, la sensibilidad o la calidez son aspectos fundamentales y si careces de ellos ten por seguro que tu paciente acabará por abandonar la terapia.

“Uno de los principales factores que diferencian a los terapeutas exitosos de los que no lo son es su interés en las personas y su compromiso con el paciente”

Error 2 | Juzgar las creencias de tu paciente

No hace mucho tiempo, durante una clase sobre habilidades de terapia, dos alumnos realizaban un role-playing en el que uno de ellos hacía de terapeuta y el otro de paciente. El que hacía de psicólogo tenía que gestionar una situación en la que el paciente manifestaba creencias y pensamientos claramente racistas y xenófobos con los que parecía sentirse muy a gusto. El terapeuta se pasó toda la práctica trabajando dicha creencia.

Al acabar, me preguntó que tal lo había hecho y le respondí que muy bien en cuanto a la ejecución, pero que los psicólogos no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros pacientes está bien o mal. No obstante, esto no implica que no puedas ayudarlo a reflexionar sobre los pros y los contras o sobre las consecuencias que puedan acarrear.

“El trabajo de un psicólogo/a consiste en ayudar a su paciente a trabajar aquellos pensamientos, conductas o emociones que le hagan sufrir o le generen un gran malestar, no en cambiar aquellos pensamientos, conductas o emociones que nosotros/as, como terapeutas, consideremos que son equivocados.”

Los principales componentes de la aceptación incondicional (Bados y García, 2011) hacia los pacientes son estos:

Compromiso hacia el paciente: se trata de que dediques tu tiempo, tus habilidades y tus esfuerzos a comprender y ayudar a tu paciente.

Esfuerzo por comprender: escuchar, preguntar o interesarte por tu paciente para entender su punto de vista.

Actitud no valorativa: consiste en que el paciente perciba que se le acepta incondicionalmente como persona, sin emitir juicios de valor sobre sus pensamientos, sentimientos o conductas.

“Aceptar a tu paciente como es no significa que tú tengas que aprobar sus pensamiento, sentimientos o comportamientos. Recuerda que esto no significa que no puedas hacer reflexionar a tu paciente sobre los pros y contras y consecuencias personales y sociales de los mismos.”

Error 3 | No practicar la escucha activa

Cuantas veces en mi vida habré oído (seguro que tú también) aquello de «yo valdría para ser psicólogo/a porque sé escuchar muy bien»… cientos o quizás miles. El caso es que, como todo mito, una pequeña parte es verdad.

Y la verdad es que no basta con saber escuchar para ser terapeuta, pero sí que es fundamental dominar la escucha activa.

Si no escuchas lo que te dice tu paciente, malamente podrás saber lo que le pasa, por qué le pasa o cómo ayudarle. Por eso, será fundamental que:

  • Prestes atención e interés a lo que el paciente te está comunicando tanto a nivel verbal y no verbal como actitudinal.
  • Proceses la información y separes lo importante de lo que no lo es.
  • No oigas lo que quieres oír, sino lo que el paciente intenta decir.
  • Devuelvas respuestas de escucha tanto verbales como no verbales para que el paciente sepa que lo has escuchado activamente.

También existen unas habilidades de escucha mucho más complejas y que habrás de dominar tarde o temprano. Son estas:

  • Clarificación: cuando le pides a tu paciente que te aclare el significado de un mensaje vago o implícito.
  • Síntesis: consiste en que resumas la sesión mediante el uso de la paráfrasis y/o el reflejo.
  • Paráfrasis: resumir o recapitular de forma organizada el mensaje de tu paciente.
  • Reflejo: cuando expresas los sentimientos implícitos y explícitos de tu paciente.

Error 4 | Hablar mucho (o poco) de tus cosas y de ti mismo/a

El tema de las autorrevelaciones es uno de los más controvertidos dentro de la psicología. «¿Le digo a mi paciente cosas sobre mí o evito cualquier tipo de información? «.

Recuerdo que en la carrera siempre nos decían que hablar sobre nosotros o revelar cualquier tipo de información sobre nuestra vida era contraproducente para la terapia y que ante la insistencia del paciente debíamos responder remarcando la importancia de hablar de él/ella y no de nosotros.

Hoy día, y dada mi experiencia profesional, pienso muy diferente.

Para lograr que una persona se abra y se dé a conocer de una forma sincera y transparente es fundamental que tú hagas los mismo, porque de lo contrario se generará una situación de desequilibro de confianza y, en consecuencia, una baja implicación emocional.

No obstante, si hablas demasiado sobre ti estarás cometiendo un grave error, porque la terapia es de tu paciente, no para ti y por tanto, no es un lugar para que hables de ti mismo/a o de tus problemas. Las autorrevelaciones deben ser un ofrecimiento controlado de información.

Un estudio experimental de Barret y Berman en 2001, reveló que los pacientes en la condición de mayor autorrevelación del terapeuta mejoraron más, al menos a corto plazo, e informaron de un mayor agrado hacia el terapeuta que los pacientes que estaban en la condición de autorrevelación limitada.

Además, las autorrevelaciones tendrán estos efectos positivos sobre la terapia:

  • Lograrás autorrevelaciones recíprocas por parte de tu paciente.
  • Aumentará la confianza de tu paciente hacia ti.
  • Serás visto de un modo más cálido y cercano.
  • Mejorará la efectividad de la terapia.

¿Qué se puede revelar durante la terapia?

  • Hablar sobre tu experiencia profesional.
  • Tu edad, estado civil o número de hijos.
  • Cómo has manejado ciertos problemas y opiniones.
  • Sentimientos positivos respecto a tu paciente.
  • Lo que sucede en la terapia.
  • Sentimientos negativos (con menor frecuencia).
  • Información sobre tus creencias religiosas o sexuales (con menor frecuencia).

Error 5 | Decirle a tu paciente lo que tiene que hacer

Sin duda, este es uno de los errores más comunes que un psicólogo puede cometer en terapia y además, es una de las habilidades terapéuticas que me resultan más interesantes.

El error habitual que suelen cometer los y las profesionales de la psicología cuando empiezan a hacer terapia es llevar al paciente por un camino determinado, sin tener en cuenta sus decisiones. Es decir, decirle al paciente lo que tiene que hacer.

La clave fundamental es que guíes a tu paciente hacia el camino que él/ella quiera seguir.

Si le dices a tu paciente lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el riesgo de que te eche la culpa de que haya salido mal. En cambio, si haces las veces de guía, es menos probable que algo salga mal y aun saliendo mal, estarás exento de responsabilidad o culpa, dado que la decisión la tomó tu paciente.

Es habitual que tu paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer ante un determinado problema o decisión, para saber cómo responderle puedes leerte este artículo:

> > Las Preguntas más habituales que un paciente puede hacerte antes de acudir a terapia contigo < <

El grado de directividad de la terapia

Bien es cierto que la directividad es una de las bases fundamentales en muchas de las terapias actuales, pero al igual que con la LIO, tanto el exceso como el defecto suelen ser perjudiciales para la efectividad de la misma.

Si diriges en exceso, dificultarás que tu paciente aprenda a ser más autónomo a la hora de enfrentarse y solucionar sus problemas. Si no diriges nada la sesión, estarás privándolo de la ayuda que necesita para resolver sus problemas. Por tanto, es realmente importante que regules de forma adecuada el grado de directividad que muestras durante tus terapias.

La directividad viene definida por el grado en que se dan instrucciones, se proporciona información y retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece ayuda específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas, se desafían las ideas del paciente, etc (Bados y García, 2011).

Error 6 | No mostrarte auténtico/a en terapia

Recuerdo que hace años le comentaba a un amigo mío que el lugar en el que más me sentía «yo mismo» era en la consulta, haciendo terapia. Allí me encontraba con la posibilidad de ser auténtico.

La autenticidad implica ser uno mismo/a, comunicar los propios sentimientos y experiencias internas. Por tanto, si te muestras poco auténtico/a, si enmascaras tus sentimientos u opiniones, si blandes sonrisas forzadas y utilizas frases poco espontáneas o con doble sentido, estarás alejándote claramente de la autenticidad y de ti mismo/a.

“Beck et al. (1979/1983) han señalado que un terapeuta ha de conjugar la sinceridad con el tacto, la diplomacia y la oportunidad para no perjudicar al cliente o a la relación terapéutica.”

La clave para trabajar la autenticidad reside en saber qué decir, cómo decirlo y en qué momento concreto hacerlo.

Si no te muestras como eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que puedas hacer un buen trabajo en la consulta. No obstante, no debes olvidar que la espontaneidad total tampoco es adecuada.

Error 7 | Sentir lástima por tu paciente

A priori, podría parecer que la pena o la lástima hacia una persona son sentimientos positivos, sanos e incluso adaptativos. Sin embargo, no siempre lo son.

En consulta te encontrarás con pacientes que te cuentan cosas realmente tristes y dolorosas y estoy seguro de que tu primera reacción es sentir y mostrar pena o lástima por ellos. ¡Y es normal que ocurra! pero aun así, puede que tenga consecuencias negativas cercanas a las de la paciente que te contaba más arriba. Por eso, es importante que desde hoy empieces a trabajar la compasión.

La compasión consiste en participar del sufrimiento del otro, es decir, que la persona que la siente, hace todo lo posible para eliminar o mitigar el sufrimiento del otro de una forma activa.

Como terapeuta es importante que actúes y que no te muestres pasivo ante el sufrimiento de tu paciente, por ello, como te digo, será fundamental que desarrolles la compasión (Gilbert, 2009):

  • Atendiendo al sufrimiento de tu(s) paciente(s).
  • Desarrolla la empatía hacia el otro entendiendo su sufrimiento.
  • Siente simpatía hacía tu paciente.
  • Potencia la compasión mediante conductas que palien su sufrimiento.

Error 8 | Obviar la alianza terapéutica

Este error consiste, ni más ni menos, en centrarte demasiado en las técnicas que debes usar, en la evaluación, lo que debes hacer, etc. y obviar al paciente y/o tu relación con él.

Es habitual que, sobre todo al principio, dediques mucho tiempo a diseñar y planificar tus sesiones (lo que resulta muy positivo, por cierto) para sentirte más seguro/a o con una mayor sensación de control ante la terapia. Pero precisamente, será ese intento de controlar la situación, lo que podrá debilitar la alianza entre tu paciente y tú.

“Por tanto, en terapia, además de dominar las técnicas y herramientas que brinda la psicología, habrás de esforzarte por construir una buena alianza terapéutica, ya que ésta es, sin lugar a duda, un predictor positivo del éxito en la terapia”

La alianza terapéutica es un pacto implícito entre tu paciente y tú (como terapeuta) cuya meta es lograr la consecución de los objetivos terapéuticos. Para lograr que esta alianza terapéutica sea adecuada es importante que tengas en cuenta estos 3 aspectos o componentes de la alianza:

  • Vínculo emocional positivo entre paciente y terapeuta.
  • Acuerdo mutuo sobre las metas de la intervención.
  • Acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.

Por último, quiero que tengas en cuenta que la alianza terapéutica no es algo que se establece una vez y ya está, sino que se trata de un proceso continuo y por tanto, será fundamental que atiendas de forma habitual a cómo se desarrolla para que puedas mantenerla, mejorarla o repararla en caso de que se haya visto dañada.

Error 9 | Ser excesivamente subjetivo/a

Siempre me llamó la atención esa frase de «yo no creo en la Psicología», como si la psicología fuese una cuestión de fé o una especie de tarot del comportamiento humano. No entiendo cómo en el año 2017 alguien puede hacer semejante alarde de ignorancia y quedarse tan «pancho».

La terapia tiene un cierto componente de arte y en ella, las características personales del terapeuta y la subjetividad son un componente imprescindible. Ahora bien, eso no quiere decir que la objetividad haya de ser deslegitimada.

Es un hecho demostrado que la terapia cognitivo-conductual tiene una alta eficacia, y pese a quien le pese, eso es así y si pones en duda este hecho, quizás estés cayendo en la subjetividad absoluta. No obstante, ello no quiere decir que no puedas abrazar otra corriente o que otra sea más adecuada para ti o incluso, más efectiva. El caso es que la TCC sí lo es, y de nuevo, eso es innegable.

En este punto, la clave reside en mantener un equilibrio aceptable y lógico entre los hechos objetivos y tu propia visión de las cosas, teniendo en cuenta que lo importante no es tener la razón, sino lograr que tu paciente se sienta mejor y evolucione positivamente.

Error 10 | No tener en cuenta el momento de la terapia

«Si abres una puerta, tienes que estar seguro/a de que podrás cerrarla después».

Esta es una frase que suelo repetir a menudo para ejemplificar la importancia del momento de la terapia o más bien, del momento en el que se encuentra el paciente dentro de la terapia.

Cuando hablo de «abrir una puerta» me refiero a profundizar en los sentimientos y emociones de tu paciente. Me refiero a que si entras en lo más profundo de la mente, en los recuerdos mejor guardados, en los esquemas o en las creencias o valores más profundos de tu paciente, tienes que estar seguro/a de que podrás controlar o mejor dicho, gestionar adecuadamente dicha circunstancia.

El caso es que si no tienes en cuenta el momento en el que se encuentra el paciente dentro de la terapia a la hora de profundizar, lo más probable es que ocurra alguna de estas tres cosas:

Profundizar antes de tiempo: tu paciente se sentirá intimidado o amenazado porque no estás siguiendo sus tiempos, poniéndose a la defensiva y, casi con toda probabilidad, cerrándose en banda ante cualquier pregunta que invada su intimidad.

Esperar demasiado para profundizar: si esperas demasiado es probable que tu paciente se oponga a que profundices, principalmente porque habrá notado mejorías y no querrá abrir aquellas puertas que le pueden hacer sentir de nuevo malestar.

No llegar a profundizar: en este caso tu paciente no será tan consciente de este hecho, pero lo más probable es que se quede con una sensación de que la terapia ha sido demasiado superficial y por supuesto, con una sensación de que le quedaron cosas por decir sobre sí mismo/a.

Esta es una de las habilidades terapéuticas más complejas y además requiere de una gran experiencia para ejecutarse adecuadamente.

Ajustar el nivel de profundidad

La clave para ajustar el nivel de profundidad y el momento del paciente radica, principalmente, en convertirlo en un objetivo o meta común. Además, el hecho de hablarlo con el paciente y establecer un acuerdo mutuo, favorecerá sobremanera la alianza terapéutica.

Error 11 | Usar un lenguaje demasiado técnico

Esta es una de esas cosas que nunca he entendido: ¿por qué los psicólogos/as usamos un lenguaje técnico con nuestros pacientes?

Lo cierto es que en la literatura (principalmente sobre la TCC) se suele hacer mención al hecho de que el terapeuta debe ir introduciendo el «lenguaje de la psicología» en el discurso natural del paciente en terapia con el fin de que eso potencie su autoconomiento o su entendimiento sobre lo que le ocurre, y la verdad es que me parece una idea genial.

No obstante, eso no significa que desde el primer momento sea adecuado hablar a tu paciente con un lenguaje demasiado técnico. Es más, lo más probable es que tu paciente no entienda lo que estás diciendo.

Una de las claves para conectar con una persona consiste en hablar «su idioma». Si no traduces los conceptos de la psicología a términos que tu paciente pueda entender, no los entenderás y en consecuencia puede que no mejore, que no entienda lo que tiene que hacer, que abandone la terapia (o que directamente no vaya nunca), que se sienta molesto… Lo que tengo claro es que no sacará nada positivo de ello.

Error 12 | Ser demasiado rígido/a

Hay una cita célebre de Eurípides que dice que «lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece» y desde mi punto de vista refleja muy bien lo que ocurre en una consulta de psicología.

La idea de la perfección, la planificación desmesurada o el elevado control de la terapia no suelen ser buenos aliados del psicólogo. Es más, como ya dije más arriba, puede debilitar la alianza terapéutica.

No obstante, puede que la idea de improvisar o de no planificar algunos aspectos de la terapia te parezca extraña, pero lo cierto es que la flexibilidad y la improvisación son habilidades terapéuticas útiles y extremadamente importantes en consulta.

La improvisación, usada con cautela y con medida es sin duda una de las mejores bazas que puedes tener para tu día a día en la consulta, dado que te dotará de flexibilidad, espontaneidad, naturalidad… y sobre todo, se convertirá en un recurso muy práctico cuando ocurra lo inesperado.

Por último, y parafraseando a Shakespeare, te diré que la clave de la improvisación reside en que «las improvisaciones son mejores cuando se las prepara «.

Error 13 | No aceptar las «derrotas» profesionales

  • «A veces las personas no quieren cambiar. Otras, simplemente no se encuentran en el momento adecuado para hacerlo».
  • Acepta que no siempre podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a sentirse mejor consigo mismos.
  • Acepta que eres una persona que siente y padece y que se equivoca y no un super man o una super woman a los que todo le sale bien.
  • Acepta que hay cosas que se escapan a tu control y que por mucho que te empeñes no podrás cambiarlas.
  • Acepta que a veces tus métodos o técnicas fallan, que no eres un/a profesional infalible.
  • Acepta que una equivocación no significa que seas un mal profesional.
  • Acepta tus límites.
  • Acepta la derrota… y lograrás una gran victoria.

Conclusiones Finales sobre los Errores en Terapia

Espero que este artículo te haya sido de utilidad y hayas aprendido o hayas sido consciente de los errores más comunes que se pueden cometer en una terapia.

Como habrás podido observar, la mayor parte de las habilidades de terapia consisten en mantener un equilibrio lógico entre dos polos opuestos: no implicarte mucho ni poco, no ser rígido o flexible en exceso, adecuar la subjetividad y la objetividad, gestionar bien los tiempos para no actuar antes o después de tiempo… En resumidas cuentas, se trata de que no cometas excesos y verás como a medida que ganes experiencia, tú mism/a irás ajustando ese equilibrio hasta un punto en el que te sientas cómodo/a y en el que tu paciente obtenga los mejores resultados.

¿Tienes alguna duda o sugerencia o hay alguna pregunta que no haya incluido en este artículo y no entiendes cómo se me ha podido olvidar? Déjame un comentario en este mismo post y te prometo que te responderé cuanto antes.


Fuente: Jorge Fresco psicólogo, experto en formación para psicólogos y especialista en marketing digital.

 

 

 

martes, 27 de junio de 2023

Apego Ansioso Ambivalente

 ¿Qué es el apego ansioso ambivalente?

El apego ansioso ambivalente en una persona se caracteriza por una necesidad de contacto constante. Su origen se relaciona con las experiencias vividas en la edad temprana respecto a las figuras de cuidado (generalmente, la madre y el padre). A este tipo de apego también se le conoce como resistente o síndrome de los niños preocupados.

La confianza en la figura de apego es la base de una personalidad estable y segura.

En la vida adulta, un niño que ha sufrido este tipo de apego recuerda que cuando tenía una necesidad, el cuidador aparecía algunas veces y otras no. Esto les hace desarrollar una gran sensibilidad emocional debido a que, para sobrevivir o captar la atención de los demás, necesitaba exacerbar sus emociones para ser atendido o cuidado.

¿Cómo se manifiesta en la edad adulta?

Todo lo anterior redunda en que el apego ansioso ambivalente en la edad adulta los ha llevado a tener una gran dependencia emocional por la falta de independencia y la necesidad de llamar la atención a edad temprana. Las personas que padecen este tipo de apego tienden a exagerar sus angustias, emociones y necesidades para intentar asegurarse de que la persona querida esté lo más cerca posible, emocionalmente hablando.

Como resultado de todo ello, las personas que sufren este tipo de apego son extremadamente sensibles a la sensación de abandono cuando están en pareja, ya que, constantemente están pensando que todos los indicios que se salgan de su comprensión conducen a ese abandono tan temido. Por eso, tratan de evitarlo a toda costa para que no se repitan las heridas sufridas en su niñez.

Características de las personas con apego ansioso ambivalente:

  • Una persona con apego ansioso ambivalente suele tener las siguientes características:
  • Dan una gran prioridad a sus emociones y actúan conforme a ellas.
  • En sus relaciones necesitan una gran aprobación por parte de la otra persona.
  • Ante cambios de comportamiento de terceros, temen una situación de abandono.
  • Tienen muchas dificultades para confiar en los demás.
  • Sienten un gran miedo ante las separaciones.
  • Son altamente dependientes emocionalmente.
  • Suelen tener una baja estima de sí mismos.
  • Necesitan un contacto continuo con su pareja.
  • Son muy negativos ante una actitud distante. Un clásico ejemplo de esto es una llamada o un mensaje sin responder, ante estas situaciones se ponen siempre en lo peor; ¿me habrá dejado?, ¿no querrá saber nada de mí?
  • Su permanente estado de miedo y angustia les hace muy difícil alcanzar un estado de felicidad y tranquilidad.
  • Siempre esperan recibir el máximo de los demás.
  • No soportan la incertidumbre.
  • En pareja tienen una constante preocupación por si son amados.
  • Son personas altamente emocionales e impulsivas.

¿Cómo afecta el apego ansioso a una relación de pareja?

Si nos atenemos a las características citadas anteriormente, podemos anticipar de una forma muy clara cómo actuará una persona que sufra apego ansioso ambivalente en una relación de pareja. En primer lugar, sienten la relación de una forma muy intensa, con una gran pérdida de control en sus emociones. Pocas veces están calmados y esto solo ocurre cuando están en contacto con la persona amada.

Esto, no necesariamente implica que tenga conductas de control (aunque en algunos casos puede ocurrir), pero, sí necesitan continuamente saber qué está haciendo la persona amada. Sienten una gran necesidad de estar en compañía y de tener contacto físico para encontrarse bien. Esto los lleva a un gran miedo ante una separación y, cuando esto ocurre, necesitan encadenar una relación inmediatamente después de otra, por lo que no suelen estar durante largos periodos sin tener pareja.

Otra característica es su tendencia a los pensamientos negativos, sobre todo cuando demanda la atención de la otra persona y esta no aparece. Esto origina una espiral tóxica autoimpuesta que degrada poco a poco la relación de pareja.

El miedo al abandono y a no ser querido siempre está patente en sus pensamientos, por ello demandan una gran atención, teniendo un exceso de expectativas en la relación, ya que, esperan recibir mucho a cambio y experimentan una gran frustración cuando esto no ocurre. Estos miedos a no ser querido provocan grandes dudas en sus acciones y grandes reticencias ante la persona querida al menor signo negativo que interpretan.

Todas estas inseguridades provocan, en muchos casos, conductas contraproducentes que no hacen más que favorecer el rechazo por parte de su pareja. La forma de actuar de las personas con apego ansioso genera evitación de sus parejas y, con ello, se reafirma la sensación de rechazo y abandono temida. De ahí, la búsqueda de ayuda profesional es fundamental para que estas personas que sufren este tipo de apego puedan establecer vínculos satisfactorios y sanos en una relación sentimental.

¿Cómo superarlo?

Afortunadamente, hay muchas cosas que una persona con apego ansioso ambivalente puede hacer para superarlo o hacerle frente. Estos pueden ponerlos en práctica por sí mismas las personas que lo sufren, pero, lo ideal sería buscar la ayuda de un psicólogo y comenzar terapia.

Pero, veamos algunos de los consejos que puedo ofrecerte si te has sentido identificado con este tipo de apego.

Analiza tu comportamiento, sé consciente de tu forma de actuar

Analizar tu comportamiento es esencial para comprender, y sobre todo entender, cómo actúan los demás contigo. La característica principal de una persona que tiene apego ansioso ambivalente es la necesidad extrema de atención y cariño. Si este es tu caso, es bueno aceptarlo, pero sin forzar las situaciones para que aparezca. Piensa en una de las leyes fundamentales de la física: toda acción tiene una reacción, y esto es perfectamente aplicable en una relación de pareja o de otro tipo con cualquier otra persona.

Comunicarse es importante

Si notas que tu carácter está influenciado por este tipo de apego, acéptalo y comunícaselo a tu pareja; es la mejor forma de forjar un vínculo sano y evitar las situaciones sobrevenidas por actos infantiles. Además, si tu persona querida es consciente, puede ayudarte y poner sus propias soluciones para ser empática con tus pensamientos y favorecer, así, los ingredientes necesarios para tener una buena relación de pareja.

Mejora tu autoestima

El miedo y la incertidumbre son los mayores enemigos en toda relación. Si te sientes insignificante o insuficiente, sin ser consciente, provocarás con tus acciones un rechazo en las personas cercanas a ti, y esto reafirmará tus miedos al abandono. Mejorar tu amor propio y tu autosuficiencia te hará menos susceptible y compensará todo esto. Sobre todo, piensa que, si alguien se marcha, no es culpa tuya. Todo ello, ayudará a relacionarte con los demás con más naturalidad.

Echa un vistazo a tu pasado

Si eres consciente de que sufres de apego ansioso, ya te habrás dado cuenta a estas alturas que es debido a la relación con tus progenitores en la tu infancia. Por ello, revisar el pasado es fundamental para poder avanzar en tu edad adulta. Además, te servirá para saber por qué te has comportado así hasta ahora y qué puedes hacer para mejorarlo en el futuro.

Practica ejercicios de atención plena

Los ejercicios de atención plena buscan calmar la mente y relajar el cuerpo para tener una alta percepción del presente. Uno de los más conocidos es la meditación y puede ayudarte a regular tus comportamientos y tus emociones (aspecto muy importante si sufres apego ansioso ambivalente), del mismo disminuyen el estrés y mejoran considerablemente la calidad de vida.

Establece momentos solo para ti

Una de las características del apego ansioso es la necesidad continua de estar con la persona querida. Y en muchas de las ocasiones, esto se ve agudizado por las pocas ganas que se tienen de hacer otras cosas o por espacios prolongados de estar desocupado.

Tener tiempo para uno mismo realizando actividades que gustan y que producen placer, evita esa dependencia continua de otra persona. Además, el espacio es un gran aliado en una relación de pareja, debes ser consciente de que no todo lo que hagas tienes que llevarlo a cabo con tu ser querido; pasar tiempo a solas, haciendo algo que te gusta, es gratificante para ti y para tu relación.

Pide ayuda

Por último, te recomiendo pedir ayuda profesional. Un psicólogo podrá guiarte y asesorarte sobre cómo minimizar todos los efectos derivados del apego ansioso ambivalente y mejorar la forma en la que te relacionas con el resto de personas.

¿Cómo ayuda la terapia a una persona con apego ansioso ambivalente?

La terapia psicológica puede ayudarte a ser consciente de que no necesitas recurrir constantemente a tu pareja para sentirte bien. Ayuda a calmar tus angustias y favorece la posibilidad de identificar las emociones de manera racional y autónoma.

Hablando en lenguaje sencillo, el paciente aprende a que no necesita a una tercera persona para estar calmado y que el hecho de no encontrarse físicamente con ella no significa que vaya a ser abandonado. En definitiva, el objeto de la terapia es demostrar que se puede estar apoyado incondicionalmente sin necesidad de expresar continuamente sus sentimientos o demandar constantemente atención.

Al mismo tiempo, cuando la persona hace terapia puede aprender y ser consciente de que no estar continuamente con la persona querida no tiene por qué implicar necesariamente una intención de abandono por parte de ella. Todo ello reforzará la confianza y seguridad necesaria para poder explorar todo lo que le rodea sin necesidad de que otras personas estén pendientes de él y sin demandar atención por parte de los demás.

El objetivo final es conseguir mayor seguridad y confianza para ser independiente y poder adquirir el comportamiento necesario para vivir en sociedad y poder establecer una relación de pareja madura, sana y estable.

El apego ansioso ambivalente existe y es más frecuente de lo que podamos llegar a pensar. Si detectas a través de este artículo que lo padeces, ya sabes cuáles son sus causas y qué puedes hacer para remediarlo.


Fuente: Iratxe López Fuentes Doctora cum laude en Psicología por la Universidad de Deusto y Psicóloga Clínica.