Innovación,
comunicarnos, colaborar, prospectiva, expedito, ubicuo, new media, social
media, redes sociales, cultura digital, son las palabras claves del nuevo
lenguaje.
La Inteligencia Social es la parte de
nuestra inteligencia que se utiliza para relacionarnos con efectividad con la
gente que nos rodea.
Es una habilidad innata
de todos los seres humanos pero que es necesario desarrollar para lograr una
mejor convivencia y una buena calidad de vida. Digamos que la
inteligencia social es la capacidad de optimizar al máximo nuestra relación con
la gente, sacando lo mejor de ellos, generando el mínimo nivel de rechazo y
consiguiendo los mejores resultados de ellos.
Cuando nacemos, nuestra
supervivencia depende principalmente del trato y el cuidado que nos brinda
nuestra madre; no solamente necesitamos alimentos y atención, también tenemos
una gran necesidad de afecto y proximidad y esa primera forma de relación será
la que condicionará en gran parte nuestras relaciones futuras.
Algunas
herramientas para tener una buena Inteligencia Social son:
- La empatía.
- El liderazgo.
- La inteligencia verbal.
- La inteligencia emocional
- La asertividad.
- Saber escuchar y prestar atención.
- Ser bueno analizando el lenguaje no verbal de la gente.
- Ser bueno psicoanalizando a la gente y leer entre líneas cuando nos hablan.
- Gestionar bien el contacto físico.
La Inteligencia Social
es, con mucho, la habilidad más útil para tener éxito en la vida. Si tenemos
éxito al tratar a la gente que nos rodea, tendremos éxito en las relaciones
profesionales, los amigos, los negocios, las parejas sexuales, la familia, etc.
Y pocas cosas pueden valorar una mujer más que el hecho de estar con un hombre
socialmente brillante.
La inteligencia social
es la que nos permite tener en cuenta al otro y no guiarnos solamente por
nuestro interés personal; es la que disminuye nuestro afán de poder, la que nos
hace más solidarios y la que nos hace más fácil la integración a un grupo.
Tener inteligencia
social eleva la autoestima porque hace sentir a la persona más querida y segura
y le permite darse cuenta de cómo se sienten los demás y comprenderlos.
Aunque ser sociable sea
parte de nuestra naturaleza, no todos logran la habilidad para convivir
pacíficamente, para sentirse bien en un grupo o para tener relaciones
personales armoniosas.
Las personas con
inteligencia social tienen capacidad de empatía, pueden ponerse en el lugar del
otro y ver las cosas desde su perspectiva; son capaces de aceptar otros puntos
de vista y de involucrarse emocionalmente.
Las personas
socialmente inteligentes tienen mayores posibilidades de alcanzar unas
excelentes relaciones humanas, desde pequeños parecen disfrutar con sus amigos,
en general no encuentran dificultades para compartir y son capaces de aceptar
las diferencias sin dramatizar o crear polémicas.
Estas personas son
capaces de interrelacionarse con gente de diferentes culturas, edades y clases
sociales y tienen la habilidad para lograr que los demás se sientan bien en su
compañía y muy posiblemente son personas que más fácilmente logran sentirse
felices porque suelen ser positivas y atraer una buena energía.
La inteligencia social
lleva a participar activamente en todos los sectores de la sociedad, laboral,
recreativo, cultural, deportivo, político o educacional; permite interesarse no
sólo por el propio trabajo sino también por el progreso de la empresa donde se
prestan servicios; sentirse bien en el lugar donde se habita; tener curiosidad
por el pasado personal y por la historia del país donde se vive; trabajar en
equipo; colaborar para mejorar el mundo; ser solidario; ver a los otros como
hermanos y no como enemigos; destacarse en lo que se sabe hacer para contribuir
al proyecto común valorando la participación de los demás y no creerse
imprescindible.
La inteligencia social
desarrolla el sentido de comunidad y de pertenencia y hace posible
identificarse con el entorno.
Para poder desarrollar
la inteligencia emocional hay que sentirse parte del todo y no un individuo separado;
preocuparse por los que están alrededor tanto como por sí mismo, sentirse
responsables y estar disponibles cuando es necesario.
La inteligencia
emocional es poder darse cuenta de lo que le está haciendo falta al otro,
percibir su estado de ánimo más allá de las palabras y tener el tacto
suficiente como para no introducir en la comunicación con él cuestiones que
puedan crearle molestias.
La inteligencia social
es poder compartir momentos gratos e intentar hacer felices a los demás; lograr
ser bien recibido en todas partes, tener buen trato y llevarse bien con todos.
Se actúa con
inteligencia social cuando se aprende a escuchar, cuando se deja de criticar y
se aceptan a los demás como son porque se puede entender lo que piensan y
sienten.
La inteligencia
emocional reduce la brecha generacional porque une a la gente y no permite
discriminar; hace que la persona se pueda poner a la altura de cualquier
interlocutor, sea quien sea, con respeto y sin prejuicio alguno y pueda
aprender de él.
La inteligencia emocional
armoniza los vínculos familiares y hace posible mantener relaciones de pareja
estables.