jueves, 4 de septiembre de 2014

El Vinculo Codependiente en el Hombre

Desde la perspectiva de la teoría psicoanalítica y de las configuraciones vinculares los dinamismos patológicos del vínculo que establece el hombre codependiente con su pareja. Se intenta describir como debido al déficit narcisista durante la infancia se estructura un yo débil, voluble y dependiente en estos hombres que complica sus posibilidades de relaciones sanas con las mujeres.
Al dar fuego a los hombres, Prometeo los libera definitivamente de la dependencia divina.
"La codependencia es una condición específica que se caracteriza por una preocupación y una dependencia excesivas (emocional, social y a veces física), de una persona, lugar u objeto. Eventualmente el depender tanto de otra persona se convierte en una condición patológica que afecta al codependiente en sus relaciones con todas las demás personas”.

Amar en exceso es peligroso. No sólo es perjudicial para la persona que ama sino también para el que está siendo amado. Al igual que una droga, esta adicción elimina la capacidad de elección y la propia identidad. Por adicción se entiende algo compulsivo (que no se puede detener) y narcotizante (que no responde a la razón). Pero, como vemos en estos casos, no siempre la adicción requiere de una sustancia, puede ser de conductas también. Si bien es cierto, que el uso del término de codependencia o codependiente, se ha circunscrito al ámbito de las adicciones y más recientemente, a las dependencias relacionales dentro de las parejas, precisaría que: “el o la codependiente, es aquella persona que sufre de ansiedades, tristeza, enojo, confusión mental y trastornos  psicosomáticos entre otros, debido a una fuerte dependencia emocional y  vida  conflictiva con el enfermo adicto.  Ahora bien, el padecimiento se ha extendido ya que la codependencia  abarca tanto a los  que se relacionan  con los que usan cualquier  tipo de sustancia  tóxica al organismo, como a los que se vinculan con personas que presentan algunas tendencias obsesiva -compulsivas  al trabajo, al  juego o  a  las compras, al sexo, ante la comida y  que  tienden a relacionarse  con los  “adictos” a  las relaciones destructivas”.

Ahora bien, tendría que mencionar que tanto a nivel de los tratamientos individuales como en los grupales, la atención a los hombres es menor debido a que el malestar psicológico en los hombres no está valido por cuestiones socioculturales y de género, y justamente, cuando estos se presentan a consulta, sufren por lo general, en algunas de sus facetas de lo que se ha dado en llamar “codependencia”.

Según la literatura especializada sobresalen en las personas codependiente:

1.- La presencia de disturbios emocionales expresados en fragilidad yoica, dependencia emocional y sentimientos de ansiedad, enojo y tristeza.
2.- Daño narcisista reflejado en baja  autoestima, sentimiento persistente de vacío, temor al abandono y fuerte necesidad de reconocimiento externo.
3.- Dificultades en las relaciones interpersonales por la dificultad en marcar límites, la aceptación de conductas destructivas y de maltrato físico y psicológico y por ser aferrados(as), celosos(as) y controladores(as).

Curiosamente, si tomamos en cuenta el párrafo anterior,  a la consulta no llegan los hombres por fragilidad yoica, llegan por ser explosivos, distantes o egoístas con sus parejas.  Ninguno osa tan fácilmente como es el caso de las mujeres, de padecer una baja autoestima, para nada, por el contrario, esgrimen desplantes de que todo marcha bien, poco sufren de vacíos emocionales ya que generalmente “se curan” la inseguridad y sus pesares a través de la prepotencia, la tendencias a la impulsividad, mediante la evasión con amigos, “el trabajo”, el alcohol y la sexualización de los vínculos.  A donde voy con estas observaciones, a que no se diagnostica y/o se trata tan fácilmente en la consulta con hombres, y se requiere una mejor revisión para su dx de codependencia.

Son múltiples los autores que encuentran en el seno familiar disfuncional, los factores determinantes que predisponen el desarrollo de la conducta o personalidad codependiente.

Perfil del hombre codependiente: Cuenta en estas familias una niñez triste, enfermedad psicológica en los padres, fuertes  y continuos traumas que incluyen abandono afectivo, separaciones múltiples, divorcio, maltrato físico, psicológico y abuso sexual en la familia, prácticas de crianza violentas y erráticas,  problemas de uso de alcohol y drogas en sus miembros y familiares que ya padecen de y/o actúan los patrones codependiente. Asimismo frecuentemente hallamos padres violentos y distantes, madres abandonadoras  y sometidas, hecho que hace que el niño(a) no tenga de donde “agarrarse” y/o nutrirse afectivamente.  “se identifica en los dependientes mórbidos, datos clínicos en donde describe que estos están “compelidos a una total entrega”, poseen una intensa “ansia de encontrar unidad a través del fundirse con un compañero” y tienden a “perderse en el otro” (Horney). Aclarando que conductualmente estos impulsos tienden a caracterizar la parasitación, las relaciones simbióticas, la auto-destructividad y la necesidad de aprobación externa.

Horney teoriza que la dependencia mórbida se desarrolla en el niño como una defensa contra la influencia parental adversa que se expresa a través de la coerción, la impredecibilidad, la intimidación, actuaciones de dominación, sobreprotección y la indiferencia materna-paterna o ambas, condiciones estas que exacerban la inseguridad, el aislamiento y el miedo en el niño.  Como resultado el niño sufre una pérdida en la habilidad para expresar sus deseos y la fortaleza interna para determinar su propia vida. 

Por su parte Cermak ha planteado una relación entre codependencia y el desarrollo del narcisismo (de la autoestima). “la codependencia y el narcisismo surgen en la niñez temprana durante la fase simbiótica del desarrollo e impiden la progresión a la fase de separación- individuación. Ambos tipos de rasgos representan procesos de “espejeo” defectuosos: las personas narcisistas se relacionan buscando aspectos de ellos mismos en los otros.  Los codependientes, también buscan relacionarse con otros para ser espejeados.   En ese sentido el origen de la codependencia y el narcisismo involucran defectos en el espejeo, en este caso, por parte de los padres”.

Cuando se han vinculado con quienes se han posicionado en la filosofía de vida de que “el hombre es el proveedor”, indicio de que hombres “muy proveedores”, también pueden ser “muy codependientes”.  Muchos hombres en la actualidad, presionados psicológica y socialmente por el ideal masculino de protección y bienestar familiar, se acostumbran y se convencen de que “ellos son los que dan”, cueste los que cueste (infartos al miocardio, trastornos gastrointestinales,  insomnio, disfunciones sexuales, entre otras) y por ser “dependientes-activos” tienen dificultades para recibir y de invertir esta tendencia. Presentan una hepertolerancia al desgaste físico y emocional y tratando de ser “buenos”, son “adictos al trabajo”, son excelentes esposos, papás y extensivamente buenos hijos y hermanos, pero son adictos, son dependientes.

En el ámbito de la familia, los hombres codependiente suelen ser padres controladores y ver a sus hijos(as) como una extensión de ellos, por tanto se empecinan en querer decidir  lo que es mejor para ellos(as) (que deben estudiar, como deben vestir, de quién se deben enamorar, con quién se deben relacionar). Como resultado de este tipo de crianza observamos posteriormente rebeldía adolescente, adultos inseguros y devaluados o coraje reprimido, el cual se puede manifestar en comportamientos auto destructivos, que muchas veces lleva a que el hijo(a) sea pasivo-dependiente, reedite patrones codependientes en su vida adulta o desarrolle un trastorno adictivo y codependiente, entre otros padecimientos psicológicos.

Por otro lado, debido a sus rasgos pasivos y devaluados, cuando un hijo(as) está “activo(a)” en la adicción, al padre codependientes se le complica diferenciar su función paterna, de actitudes codependientes, por lo que en ocasiones confunden el rol de apoyo psicológico necesario, con sobreprotección, o se previenen de no caer en codependencia, descuidando (evitando) sus funciones.  Así están: “los que no meten la mano” y los que  “se hacen de la vista gorda” ante las adicciones, delegando toda la responsabilidad de la crianza en la madre u otros parientes cercanos. Posteriormente, si la persona tiene mucho resentimiento debido a la sobreprotección de los padres, visualizará en su cónyuge a una persona que desea controlarlo, lo cual lo llevará a dificultades para la intimidad en la relación. Por otro lado, pueden apegarse también excesivamente a cualquier persona que les brinde amor, o lo que ellos piensan que puede ser el amor. Por otro lado, he visto personas irse al otro extremo, al no haber tenido amor llegan a temerle y viven la vida evitando involucrarse en relaciones sentimentales.

Ahora bien, esto sería lo sano. En la práctica, muchas madres no permiten crecer e independizarse emocionalmente a sus hijos, sino que, por sus propias y enormes carencias, cultivan una agobiante influencia sobre ellos, a los que se aferran desesperadamente. Entre estas madres, las más destructivas son las que, padeciendo severos trastornos neuróticos, o a veces incluso bordeando la psicosis, abusan psicoafectivamente de sus hijos o más comúnmente de alguno de ellos con todas las variantes del dominio, la sobreprotección, la manipulación, la invasión, las quejas sin fin, las insidias y comadreos familiares, la crítica, el desprecio, las agresiones verbales, el chantaje, la intimidación, la culpabilización, etc. Esto las convierte en verdaderas "vampiras" de sus hijos, a los que, como esas lianas selváticas que ahogan a los árboles, confunden, paralizan y debilitan sin remedio. Los hijos, por eso mismo, son extremadamente dependientes e incapaces de alejarse de estas madres tóxicas, a las que odian tan profundamente como, a la vez, se culpabilizan por ello. Tanto dolor, generalmente negado (reprimido), lo expresarán entonces mediante complejos síntomas neuróticos (ansiedades, depresiones, adicciones, trastornos alimentarios y de personalidad, autoagresiones). Y cuando este vínculo patológico, esta horrible simbiosis madre-hijo/a (que a menudo es confundida socialmente con un ejemplar "amor de madre" es máxima e insoportable ya desde la primera infancia, puede generar problemas psicóticos. El padre, en estos casos, suele asumir dos papeles básicos. O bien es una figura ciega, indiferente o pasiva ante los abusos de la madre (ya que, en realidad, él mismo es otra de sus víctimas). O bien es cómplice de tales abusos y forma una alianza destructiva con la mujer. En este segundo caso, los trastornos del hijo/a son, obviamente, mayores, pues no encuentra refugio emocional en ninguno de ambos progenitores.

Pasando al rubro de cómo se configura la infidelidad en los vínculos de pareja, pareciera que los hombres, desde sus historias de maltrato y abandono infantil, no están carentes de afecto, a ellos solo “les gana la hormona”, sin embargo, frecuentemente relacionado a sus búsquedas de intimidad con la primera mujer que se les ponga enfrente, observamos un mero aferramiento y un ego hambriento de afecto, como es el caso de las mujeres codependientes. Ya en el matrimonio, buscan una cónyuge critica o severa  o adoptan el rol de perseguidor y demandante de atenciones y fidelidad. También pueden apegarse a parejas que le manifiesten y demuestren, casi incondicionalmente, admiración u aprobación o sea que, se da un encuentro de narcisismos maltrechos, por necesidad de resarcir autoestimas vulneradas. Ahora bien, las dificultades que tiene el hombre codependiente de intimidad, de poder comprometerse con la pareja y tener la fortaleza de consolidar un proyecto creativo adulto,  se debe a que el ideal de mujer para un hombre que es codependiente,  es una mujer rescatadora., cosa que hace que estos hombres se desilusiones rápidamente de sus parejas y regresen con su amantes, con sus mamás o se protejan del compromiso a través del “donjuanismo”.

En la clínica con las parejas evidenciamos igualmente en los vínculos codependientes, la presencia del imaginario “tú y yo somos uno”, con la negación y desconocimiento de la “ajenidad del otro”“la diferencia” del cónyuge. La consecuente patología, es generadora de insatisfacción en las parejas, aun siendo estas funcionales en muchos aspectos, sumergiéndose estas en el reproche “porque el otro tiene vida privada”, gestándose vivencias de atrapamiento, miedo al estar solo y de empobrecimiento vincular debido a necesidades de sometimiento y control en uno y las vivencias del abuso, por parte del otro.

Desde esta perspectiva vincular actual, impera un “imaginario radical”, expresado en la necesidad de la pareja unida “hasta que la muerte los separe”, representada en la poesía, en los medios masivos de comunicación (novelas y revistas) y en la música romántica, donde los cantantes tocan con su estribillo lastimero los “huesos” de la codependencia en el hombre, en la cual ofrece un discurso y modelo que exalta la identificación, la idealización y la complementariedad. No hay espacio mental para el reconocimiento y menos para la aceptación y procesamiento de la diferencia y la ajenidad. De allí, las grandes ansiedades y dificultades para la terminación de estos vínculos o las conductas fallidas de control, búsqueda y/o expresión de amor a  través de los celos.

En consulta, el  vínculo codependiente patológico dificulta la toma de conciencia en los miembros de la pareja en cuanto al deterioro y el pronóstico pobre sobre su situación.  Al explorar más detenidamente estas resistencias,  a menudo se encuentra que buscan soluciones rápidas y cambios en el afuera; no se adhieren al tratamiento, ni siguen las indicaciones psicológicas, adoptando comúnmente actitudes de manipulación a través de cuadros psicosomático, en este grupo están los codependientes cardiacos-infartosos a la primera de cambio, los diabéticos-comatosos, débiles pero controladores y los nerviosos, pero obstinados y agresivos a fin de que no se aborde la simbiosis patológica (su codependencia), no se toquen las fallas expresadas en incomunicación, agresión física y verbal, actos de infidelidad, atentado a las normas familiares, pérdida de los límites y la autoridad, entre otros.

Existen también los trastornos duales en los codependientes y un subtipo clínico sociopático caracterizado por parasitismo, búsqueda de sensaciones a través de las drogas, el juego y las mujeres, manipulación sistemática, egoísmo y egocentrismo, que se expresa a través de la violencia doméstica al instaurar un aislamiento social progresivo hacia la pareja, intimidación y/o coerción económica hacia la pareja. Algo que es importante destacar dentro de la atención al codependiente , es el hecho de que la comprensión del problema por parte del afectado no equivale a querer solucionarlo, ya que lo que determina el vínculo es la indolencia en estas personas. La actitud indolente es clave, como también el pensamiento mágico (omnipotente) que los escuda del dolor, ya que al sujeto parece no dolerle o importarle el sufrimiento al existir una fuerte negación del problema, un mecanismo irracional o racionalizador para justificar su comportamiento “se que esta relación está mal, pero no la puedo dejar y prefiero seguir con ella”. También existe una fuerte tendencia a repetir los mismos esquemas vinculares con sucesivas parejas, sobresaliendo una especie de fobia a la autonomía y la compulsión a la repetición de Freud, en estos hombres.

El vínculo patológico es, en fin, una especie de tiranía sadomasoquista ejercida inconscientemente por un verdugo sobre su víctima. Que en lo profundo, la víctima también extrae ciertos beneficios inconscientes de su sumisión y dependencial, la simbiosis tóxica es un "pacto secreto" entre dos seres igualmente inmaduros y desesperados. Y aunque la vida trunque inesperadamente este tipo de relación (con la muerte de la madre), todas las características neuróticas de la víctima permanecerán. Y quizá busque entonces, si no lo había hecho ya, una pareja con quien repetir una relación similar.

En tratamiento, muestran una actitud dependiente hacia el terapeuta a través de  la postura del “dígame doctor”, situación que expresa una frecuente tendencia en los codependientes a abandonar el rol paternal en los terapeutas, las instituciones, en los “padrinos” o en el resto de la familia codependiente (abuelos, tíos, hermanos, etc.).  Abandonan también los tratamientos porque esperan cambios rápidos, casi mágicos y debido a que se mantienen en la indolencia de pronto en la contratransferencia provocan en los terapeutas impotencia, y hasta  indiferencia en muchos casos, situación ante la cual el terapeuta debe estar muy atento para darle el manejo adecuado.

Se supera el vínculo patológico haciéndose consciente de su dilema interior (por un lado, su sufrimiento y por otro, sus ventajas ocultas) y eligiendo entre ambos extremos. Y también cultivando todo aquello capaz de darle más autoestima, fuerza y autonomía (con ayuda de mejores trabajos, amistades, actividades, psicoterapias, proyectos, cambios de residencia, etc). Logrado ese crucial destete psíquico, su maduración podrá continuar.

“Si quieren  conocer a los hombres, díganle que les  hablen  de sus amores”. Jaime Sabines

“Toda relación amorosa que no produce paz, sino angustia o culpa, está impregnada de codependencia Ese tipo de amor patológico, de obsesión, es sumamente destructivo. Al no producir paz interior ni crecimiento espiritual, no lleva a la felicidad”.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Andrei Chikatilo: Perfil Criminologico del Carnicero de Rostov

Advierto de la extrema dureza de algunas de las declaraciones que pueden leerse en este articulo, Si no está seguro, pulse el botón de atrás de su navegador, ya que  puede "herir susceptibilidades".
“Soy un error de la naturaleza, una bestia salvaje"
Andrei Romanovich Chikatilo, desarrolló un desprecio muy grande hacia el sexo femenino por las constantes burlas de su comportamiento introvertido e impotencia sexual, que se distinguía por su eyaculación precoz. El perfil de Chikatilo arrojaba abundantes perlas. Sádico sexual, pervertido a la vez que insociable. Doble personalidad con un gran concepto de la venganza a la vez que un odio sistemático hacia las mujeres, la sociedad en general y los indefensos. Su dx: Psicópata sexual con impulsos sádicos, que practicaba el canibalismo. Conocido como "el carnicero de Rostov", vivía una doble vida, como hombre casado trabajador y miembro de la sociedad comunista del momento, y como asesino dotado de gran habilidad para ganarse la confianza de los niños y disfrutar con impunidad de sus horrendos crímenes.

Nació en Yablochnoye, Ucrania el 16 de Octubre de 1936, en una pequeña aldea en tiempos de hambruna, cuando morían millones de personas cuyos cadáveres se amontonaban en las calles y campos, su hermano mayor, Stepan había sido raptado y devorado. El hecho marcaría notablemente al niño, quien se sentía en esos momentos más solo que nunca y la manera en como su madre se los contaba hacía que la historia pareciera verídica. La niñez de Chikatilo fue muy difícil dado que su padre había caído prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial y su madre se había encargado ella sola de sacar adelante lo que quedaba de la familia, consistente en el y una hermana 7 años menor. En su infancia le tocó ver muy de cerca las escenas de la guerra, los resultados de constantes bombardeos alemanes dejaban una estela de heridos y cadáveres regados en algunas calles. Esos cuerpos asustaban al joven Chikatilo pero a la vez le provocaban sobresalto y curiosidad. También se sabe que en su infancia Chikatilo padecio de enuresis hasta los 12 años, por lo cual era duramente reprimido y humillado por su madre. En resumen su hogar familiar constituido por un padre ausente, poco comunicativo insensible y totalmente indiferente a sus hijos. La madre, extremadamente sobre protectora o abúlica, muchas veces agresiva y violenta, con gran inestabilidad emocional.

Los demás niños se burlaban de su extraña forma de ser así que desde niño comenzó a albergar fantasías de violencia y tortura contra sus semejantes. Su primera experiencia de tipo sexual fue entre los 10 y 15 años cuando un día se abalanzó contra una amiga de su hermana, ante el forcejeo de la muchacha para librarse de su abrazo, Chikatilo eyaculó.

Posteriormente se enroló en la armada para cumplir el servicio militar y de regreso quiso llevar una vida como la de cualquier otro. Se consiguió una novia, pero llegado el momento no pudo efectuar el coito y la muchacha se burló de él e incluso tuvo la ocurrencia de platicar el chisme por todos lados. Aquello era para arruinar la vida de cualquiera. Chikatilo fantaseaba encontrarse a solas con la susodicha y hacerla pedazos en castigo por esparcir la información acerca de su impotencia. Nunca pudo conseguir una erección, lo cual debió ser extremadamente frustrante. A pesar de ello y gracias a los arreglos de su hermana, se casó en 1963 y tuvo una hija y un hijo. Tras eyacular introdujo a mano el semen en la vagina de su mujer.

Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre que nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad. Discreto, vivía con la rigurosa austeridad que corresponde a un verdadero soviético. Chikatilo era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su mujer le ordenaba o casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo impotente que era.

En la escuela en la que trabajaba, sus alumnos se reían de él, le apodaban "el ganso" porque sus largos hombros encorvados hacían que su cuello pareciese alargado, y porque lo tenían por tonto. Él no hacía nada por remediarlo, tampoco cuando le empezaron a llamar "maricón”.

Como todos los ciudadanos soviéticos sirvió en el ejército y luego se dedicó a los estudios, obteniendo tres títulos: en lengua y literatura rusa, en ingeniería y en marxismo-leninismo. En 1971, un diploma universitario le dio el grado de maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de doce años, y se colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo. Más tarde Chikatilo se refugió en el Comunismo, pero su fijación con el dogma político rayaba en la demencia.

Además de las dificultades externas, se cree Chikatilo haber sufrido de hidrocefalia en el nacimiento, lo que le causó problemas en el tracto genital-urinario más tarde en la vida, incluyendo el orinarse en la cama en su adolescencia y, más tarde, el incapacidad para mantener una erección, aunque era capaz de eyacular.

Su victimología se basaba principalmente en personas retrasadas mentalmente, jóvenes, huérfanas la cuales fácilmente eran convencidas de hacerle compañía, gracias a su profesión como profesor que de alguna manera les convencía de acompañarle al bosque más cercano. Una vez muertas por 30 o 50 puñaladas, “El carnicero de Rostov” les mutilaba partes del cuerpo para después comércelas y lograr el orgasmo.

"El llanto de las niñas y la forma en la que se movían mientras las apuñalaba me llevaron a un estado de locura sexual".

El modus operandi era muy simple. En las estaciones de trenes y en los autobuses abordaba a los prospectos. Mediante alguna artimaña se internaba con ellos en parajes solitarios, inclusive cerca de donde había gente. A las chicas vagabundas y/o prostitutas era más fácil conducirlas con la promesa de pagarles por el servicio. En algunos casos estudiaba a la "presa" durante días aprendiendo sus movimientos y sus horarios hasta que lograba por "casualidad" cruzárseles en el camino y procedía al ataque. Otras más, era obra del azar, y ejecutaba el típico golpe de oportunidad sin desaprovechar ni una ocasión. Aprendió también la mejor técnica para noquear a las víctimas y evitar las salpicaduras de sangre.

Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos “no podía soportar sus miradas”. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rosstov pasaron a ser sospechosos en potencia. Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, a veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima.

El 22 de diciembre de 1978 abordó en la calle a una niña de nueve años de edad, y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía cómo hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación.

El 3 de septiembre de 1981, asesinó a su segunda víctima. Fue Larisa Tkachenko, de 17 años de edad. La convenció para ir con él al bosque para mantener relaciones sexuales, pero no fue capaz por sus problemas. Ella se rio de él y Chikatilo presa de la rabia la estranguló y eyaculó sobre su cadáver. Le mordió la garganta, le cortó los senos y se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo. En esos momentos supo que volvería a matar. Posteriormente se decantaría por el acuchillamiento, que le daba una mayor satisfacción sexual, ya que lo identificaba con la penetración que no podía realizar.

Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo. Sus víctimas eran niños, niñas y chicas jóvenes.

En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales (porque le recordaban su fracaso) o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo.

En algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la víctima se hallaba aún con vida, aunque no consciente. También practicaba actos de canibalismo, en sus declaraciones confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blanditas.

El informe de su perfil fue: El asesino era un sujeto de entre 25 y 50 años, con una estatura alrededor del 1.75 metros, padecía de alguna disfunción sexual. Mutilaba a sus víctimas en parte por frustración y también como excitación erótica. Se dejaba llevar por la compulsión de asesinar, sin embargo no era ni retrasado mental o esquizofrénico puesto que tenía la capacidad de planear y efectuar sus ataques. Era un hombre solitario y el único involucrado en los crímenes. Esos datos no le ayudaban en nada al oficial ruso, él hubiera querido algo diferente, pero sin la participación de los medios de comunicación era imposible aplicar las técnicas "proactivas" que se practicaban en occidente para cercar asesinos peligrosos.

El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, el sargento Igor Rybakov, vio surgir del bosque un hombre con traje y corbata. Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente advirtió que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos y elevó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver en ese mismo lugar el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana. El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov.

Lo arrestaron el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas, todos ellos mujeres y niños.

Una vez en custodia policial, Chikatilo declaró que de niño tenía una fantasía recurrente que consistía en llevar el a soldados alemanes al bosque para ejecutarlos. Esa era una fantasía común de la niñez rusa durante la guerra. Pero la niñez de Chikatilo fue como con muchos otros asesinos seriales, de soledad y aislamiento.

El 27 de noviembre prometió que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psicólogo a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guió a los investigadores a los distintos lugares con la esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un "espécimen de estudio científico"

Escribió una declaración firmada para el Fiscal General, que decía:

"Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y ha permanecido bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad.

Me hallo en un estado de profunda depresión, y reconozco que tengo impulsos sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o que yo puse en práctica no dieron resultados.

Tengo esposa y dos hijos y sufro una debilidad sexual, impotencia. La gente se reía de mí porque no podía recordar nada. No me daba cuenta que me tocaba los genitales a menudo, y sólo me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y siempre he sufrido.

En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo. En la escuela estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo y me entregué a él por completo. La gente me valoraba pero se aprovechaba de mi carácter débil.

En los actos sexuales perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de desenfreno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores”.

Lo que la policía dedujo de esta declaración, es que el asesino trataba de buscarse una posible salida alegando enfermedad mental, una obsesión de tratamiento psiquiátrico. Los psiquiatras del Instituto Serbsky, no obstante, lo veían como un sádico prudente que no sufría ningún trastorno que pudiera impedirle que sus actos estuvieran mal, que eran actos premeditados. Por esa razón, en octubre de 1991, dieron a conocer sus conclusiones, diagnosticando que el asesino estaba "legalmente cuerdo".

El Dr. Bujanovsky que lo analizó, comprobó que tenía daño cerebral. El padre, alcohólico dependiente, lo trataba en forma despótica , lo sometía y mortificaba en forma permanente. EI profesional ruso sostiene que los asesinos en serie comienzan con conductas anómalas desde los primeros años de su infancia. A los 9 años sufrió una grave herida ocasionada por su padre. El niño se inició torturando pequeños animales domésticos, esto hace que se sienta un ser superior, luego continuará haciendo lo mismo con los humanos. Tenía malas relaciones con las mujeres, su pareja lo abandonó debido al maltrato que éste ejercía sobre ella. La sexualidad se canalizaba ejerciendo violencia física, sentía mayor placer con estas acciones violentas que por la relación en sí. Una característica de estos personajes es su indiferencia hacia el sufrimiento ajeno. Entre sus "fantasías sexuales" tenía inclinación por la necrofilia.

Al juez le tomó dos meses llegar al veredicto y declaró culpable a Andrei  Romanovich Chikatilo por 52 cargos de asesinato y 5 más por violación dado lo cual, merecía la pena de muerte. La reacción del condenado fue la de gritar, violentarse y hasta escupir. Se dijo víctima del sistema soviético, que lo estaban radiando y que deseaba ver los cuerpos. El 15 de Febrero de 1994 al ser rechazada una apelación, fue conducido a un cuarto cerrado donde fue ejecutado con un balazo detrás del oído derecho.

Chikatilo fue uno de los peores y más despiadados asesinos seriales de la Unión Soviética y del mundo.

Un breve estudio morfopsicológico:

La Genética o información cromosomal, juega el factor más importante para determinar los comportamientos. En segundo lugar, la epigenética o entorno social e íntimo. Andrei Chikatilo, nació con predisposición natural a la violencia, tenía las "herramientas", pero fue el medio hostil donde vivió, que terminó por dar rienda suelta a "la bestia" que habitaba en su interior.

Descripción: El Marco Abollado de asimetrías importantes, es un preciso indicador de fanatismo y desequilibrios. Su perfil de tendencia "pignon", le aportó prudencia en los actos, por ello, la policía tardó 8 años en darle captura. Sus ojos azules, tónicos, hundidos y de cejas crispadas, hablan de vivencia de un mundo propio, lejos de la realidad. Como su zona en expansión es la Instintiva, su mente se puso al servicio de ella, para abastecer su gran demanda de apetitos físicos. La nariz gruesa, proyectada y de orificios redondos, con RLN y zona emocional extremadamente abollada y corta, aporta violencia de acción rápida y sin escrúpulos, que puede salir de forma explosiva. La boca, cerrada en cremallera, indica crueldad y tensión contenida, esperando el momento para salir con toda la dureza. Podemos observar en sus últimos días de vida, la boca entre abierta, mirada pérdida y psicología gestual desencajada, signos de una persona con locura, miedo, falta de control y abandono absoluto.

      “Lo que hice no fue por placer sexual, en realidad me trajo paz mental”  



miércoles, 27 de agosto de 2014

Amores Dañinos: Del libro Enamorados o Esclavizados

La persona que amamos debe contribuir a nuestra felicidad, ayudarnos a crecer como individuos y favorecer nuestra libertad e independencia. La cultura en la que estamos inmersos se basa una concepción anacrónica del amor, la cual considera que el sufrimiento, la abnegación y la renuncia son requisitos indispensables para que una relación se mantenga.

Frente a esto, Riso lanza un auténtico manifiesto a favor de la “liberación afectiva”. Ésta consiste en ser capaz de mantener lazos profundos y auténticos con otra persona, sin que ello signifique perder nuestra identidad ni quedar atrapados en un círculo vicioso de la dependencia. El autor propone, en pocas palabras, un amor sabio y pleno, un amor que se reinvente a sí mismo sin obsesiones ni esclavitudes. Sin ataduras, ni dependencias, ni agobios, ni obsesiones…Un amor saludable e inteligente tampoco conoce presiones, posesiones, estrés, etc. Lo cuenta mi colega el psicólogo Walter Riso en su nuevo libro "Enamorados o esclavizados", un manifiesto por la independencia afectiva aun teniendo pareja.

El autor aboga por tomar las riendas de la propia autonomía emocional junto y al lado de ese o esa compañero/a especial, que cada uno disfrute de su espacio en esta vida con respeto, sin ataduras que anulen el desarrollo de la personalidad. Dice Riso que el amor debe ir «ligero de equipaje, libre y vital». Por eso, en sus páginas desgrana las señales que emiten aquellos que se dejan llevar y siente un amor dañino para la relación y para el otro. Además, ofrece sus consejos y reflexiones para afrontar esos sentimientos que pueden envenenar una pareja hasta destruirla. Considera que estos son los amores más dañinos para una relación:

El Amor Obsesivo

«La obsesión implica que el amor se vuelve insaciable en la relación. Uno de los miembros de la pareja nunca está satisfecho con su relación, no puede hacer nada sin su pareja, y demuestra una gran dependencia». Un amor de estas características «es empalagoso y no tiene límites», con lo cual genera adversión con el tiempo. Es una de las sensaciones que sentirá la persona que sufre una relación así: al final se verá obligada a dar lo que quiere o no puede ofrecer, a estresarse por lo que exige esa relación amorosa, y hasta sentirse acosada.

«Los que aman demasiado no soportan estar lejos de la persona amada ni un minuto, una separación de días se les convierte en un suplicio», afirma el autor de "Enamorados o esclavizados". Eso conlleva a que sienten la necesidad de estar cada vez más tiempo junto al otro; a tener pensamientos obsesivos (¿qué estará haciendo ahora?), a magnificar las virtudes del amado y creer que roza la perfección; e incluso a aumentar la frecuencia e intensidad de las relaciones sexuales. «Un error porque una relación necesita más cosas aparte del deseo: comunicación, buen humor, proyectos, gustos comunes, sintonía y respeto».

Amor Fusionado

«Una pareja totalmente fusionada implica que ha perdido la identidad de uno mismo, se pierde el amor propio». Una persona no puede renunciar a lo que es» ese rol se establece en la relación es que uno no ama o ama mal. Amar significa dejar que el otro sea como es y uno mismo ser como es. Muchos enamorados de este tipo terminan adoptado los mismos gestos, chistes y hasta la forma de vestir de su pareja. La imitan. Pero puede llegar a más: aun instinto de posesión (¡eres mío/a!) y a pensar que uno mismo es parte de la otra persona.

El Amor Temeroso

«El miedo a la pérdida de la relación denota una persona insegura que tiene miedo al fracaso y al abandono». Ese mismo miedo trae consigo otros muchos: el miedo a que la persona amada decepcione, a que el amor decaiga sin razón aparente, a que nos sea infiel y a que nos abandonen. «Este es el miedo que más caracteriza a los dependientes emocionales».

Para hacer frente a todos estos temores, W.R recomienda aceptar y concienciarse de que en el amor no hay certezas, de que es necesario asumir la incertidumbre.

El Amor Opresivo

«El amor debe respeta la Carta de los Derechos Humanos, en el sentido de respetar la libertad de cada uno». Es uno de los principios fundamentales para un amor sano e inteligente según aconseja este psicólogo. Y eso consiste en «respetar que el otro tenga sus propios amigos, actividades, sus propias preferencias, gustos y opiniones». En definitiva, que cada uno respete el desarrollo de la libre personalidad, sus principios, valores, metas esenciales y vitales.

Los cuatro pilares del amor perfecto

W.R cree que el amor puede ser para toda la vida, pero no el enamoramiento. Sólo se trata de construir los pilares que pueden hacer la relación duradera hasta el fin de nuestros días. Estos son los firmes pilares que siempre deben mantenerse en la pareja.

1. La confianza es básica  «La certeza de que el otro nunca te va a hacer daño intencionadamente. Si no tienes esta certeza vas mal».
2. El erotismo  «que fluya el deseo por el otro como un postre».
3. La amistad.  «Ser compinches, cómplices, tener humor en común y ganas de proteger al otro».
4. El afán de cuidado hacia el otro  «que tu dolor me duela».


“Amar liviano de equipaje. Tan libre y vital como se pueda, sin renunciar a lo que somos y sin traicionar nuestros ideales y valores.” 

jueves, 21 de agosto de 2014

Dr.Strangelove: Sindrome de la Mano Ajena o Extraña

Es una enfermedad mental, un trastorno neurológico en la cual una de las manos de quien lo padece parece adquirir vida propia.
El SMA es una alteración provocada por golpes o cualquier otra lesión que afecte el cerebro. El paciente pierde el control de una de sus manos, creyendo que esta ha adquirido vida propia y puede realizar acciones autónomas, desde desabrochar los botones que la otra mano intenta abrochar, hasta hacer señas o intentar estrangularlo o lesionarlo con un cuchillo. No es raro que el paciente piense que su mano ha sido poseída por algún espíritu maligno y a menudo puede pelear o castigarlo en su intento por controlarlo.

Se cree que este padecimiento resulta de la desconexión entre las distintas partes del cerebro con control sobre el cuerpo. Como resultado, diferentes regiones del cerebro son capaces de controlar los movimientos corporales sin ser conscientes de lo que están haciendo las otras partes del mismo.

El síndrome de la mano ajena fue descrito por primera vez en 1908 en un paciente que había sufrido un infarto cerebral en el hemisferio cerebral derecho. Tras recuperarse de la experiencia, sentía que su mano izquierda “no le pertenecía”.

En 1945 otro paciente comenzó a sufrir esta dolencia tras ser sometido a una cirugía radical para tratar una epilepsia.  En 1972 los franceses Brion y Jedynack acuñaron la frase “le signe de la main étran- gère” (el síndrome de la mano extraña) para referirse a este trastorno. Hasta 1992 se describieron 37 casos de este síndrome; en todos ellos el paciente siente que una de sus manos ha dejado de pertenecerle, actúa por cuenta propia, trata de incomodarle, se enfrenta a su otra mano, etc.

Causas

El síndrome es más común en casos de personas que se han sometido a una cirugía de separación de hemisferios cerebrales (comisurotomía), un procedimiento usado en ocasiones para relajar los síntomas de casos extremos de epilepsia. También ocurre en algunos otros casos de neurocirugía, golpes cerebrales o infecciones.

Existen diversos subtipos del síndrome de la mano extraña asociados con tipos específicos de daño cerebral. 

El daño al cuerpo calloso puede producir acciones involuntarias e inteligentes en la mano no dominante del paciente (por ejemplo, en el caso de una persona diestra, su mano izquierda aparentará cobrar vida propia), mientras que un daño en el lóbulo frontal puede provocar acciones involuntarias e inteligentes en la mano dominante.

Daños en la corteza cerebral pueden provocar movimientos involuntarios, aunque descontrolados, de cualquiera de las manos del paciente y movimientos más complejos de la mano extraña son generalmente asociados a tumores cerebrales, aneurisma o golpes.

Se cree que el síndrome de la mano extraña resulta de la desconexión entre las distintas partes del cerebro con control sobre el cuerpo. Como resultado, diferentes regiones del cerebro son capaces de controlar los movimientos corporales sin ser conscientes de lo que están haciendo las otras partes del cerebro.

Tratamiento

No existe actualmente ni un tratamiento conocido para el síndrome de la mano extraña, aunque los síntomas pueden ser reducidos ocupando la mano extraña con alguna tarea, por ejemplo sosteniendo con ella algún objeto.

Fenológicamente los movimientos del miembro ajeno pueden ser sujetos a control intermitente y voluntario ocasionalmente. Desde el punto de vista neurocomportamental puede incluir desarrollos de programas especializados en rehabilitación, con el objetivo de minimizar la sintomatología y disminuir la interferencia de los movimientos anómalos en la vida diaria de los pacientes.

Desde su descubrimiento se han registrado un poquito más de 50 casos por lo que sigue siendo un misterio para la comunidad médica.

Conclusión

El SMA es un fenómeno neurocomportamental. En la cual una de las manos interfiere con las acciones de  mano opuesta, desarrollando movimientos ajenos a su voluntad.  Se ha asociado al daño de cuerpo calloso desde los primero casos descritos, sin embargo posteriormente se demostró que la aparición de dicha sintomatología podría  acompañar a síndromes nosológicos diversos.

A nivel  sindrómico se han descrito históricamente 2 subtipos de SMA, siendo el más frecuente el “SMA frontal”  que resulta del daño de ciertas áreas cerebrales: en el área motora suplementaria, el giro singular, el córtex prefrontal  y la aparte anterior del cuerpo calloso del hemisferio dominante.  Y el segundo subtipo, la forma callosa se ha descrito en pacientes que sufren de lesiones del cuerpo calloso con o sin asociación de lesiones frontales  del hemisferio no dominante, específicamente el área  motora suplementaria. Clínicamente se observa conflicto intermanual o apraxia del miembro no dominante.

Sin embargo diversos autores han adoptado una nueva forma subsindrómico del SMA y han descrito casos del subtipo “posterior”,  que es menos frecuentes que los anteriores y se presenta con comportamiento autónomos y con la personificación de la extremidad afectada, que además es de naturaleza egosintónica. La falta de uniformidad, sin embargo, en los métodos de diagnóstico y clasificación a la hora de estandarizar la publicación de casos contribuye sobre manera que a que persista la dificultad para establecer claros subtipos de SMA.

lunes, 18 de agosto de 2014

Alcoholismo y Psicoanálisis

Consideraciones

En su mayoría, los estudios psicoanalíticos encaminados a la comprensión de las manifestaciones adictivas se han centrado en encontrar los mecanismos psíquicos subyacentes a la conducta adictiva, así como también en la comprensión psicodinámica de la personalidad adicta, lo cual ha dado lugar a verdaderas tipologías o “retratos de adictos”, que sólo han conseguido reducir el aporte freudiano a descripciones fenomenológicas y clasificaciones estereotipadas.
Mucho se ha hablado ya de las complicaciones técnicas derivadas de la aplicación del método psicoanalítico al tratamiento de los pacientes adictos, razón por la cual el presente trabajo no pretende continuar con esa polémica, sobre todo sabiendo que el tratamiento de las adicciones se ha transformado en un campo de batalla de las diferentes corrientes de pensamiento de psicología y psicopatología, que han venido disputándose la primacía de los procedimientos técnicos más apropiados para abordar los cuadros adictivos.

La mayor parte de la literatura psicoanalítica disponible sobre alcoholismo se centra en el hecho de que los adictos al alcohol consumen con el fin de sedar la angustia de castración, así como para aliviar los sentimientos de culpa, alcanzar una sensación de poder que les permita vencer un sentimiento de inferioridad, aumentar la estima personal y elevar el estado de ánimo, para neutralizar la función superyoica o para dirigir hacia sí mismos sus tendencias destructivas. Suele decirse que el alcohólico es un individuo pasivo-dependiente, esto es, de carácter oral, a consecuencia de lo cual el alcoholismo no sería más que la no superación de una etapa del desarrollo psicosexual.

El alcoholismo es una relación que se establece con una sustancia inanimada a partir de una  transformación de un vínculo objetal. El paciente Alcohólico intenta prescindir del vínculo amoroso con el objeto para abolir los factores que pueden conducirlo a la dependencia, mediante la fantasía de que el amor del objeto puede ser sustituido por la euforia y fenómenos sensoriales que produce la droga. Sin embargo, el resultado alcanzado es precisamente el opuesto, ya que mediante las perturbaciones emocionales que genera el objeto, la relación de dependencia resulta incrementada.

Sobre la patología de la adicción Lacan establece  una diferencia entre objeto de la necesidad y el deseo, y considera que la relación del objeto ligada a la experiencia intersubjetiva, no se satura en el registro de la satisfacción de las necesidades. En relación a este concepto, la observación de los mecanismos del yo que intervienen en la adicción permite establecer una reconstrucción de la fantasía inconsciente que interviene en esta patología, mediante la cual se intenta prescindir del vínculo amoroso por el objeto. Mediante esa fantasía se sostiene la creencia que el desarrollo libidinal, ha podido establecerse de toda otra condición de que el objeto que no fuera la satisfacción de las necesidades primarias. Por otra parte se niega también  que la satisfacción como la gratificación libidinal proviene de la madre en tu totalidad y son atribuidas solamente al pecho, estableciendo así otro nivel de incisión,  que consiste en la separación del objeto parcial, pecho, y el objeto total que lo contiene. De este modo, la madre resulta sustituible por el pecho como entidad independiente: el biberón aislado de quien lo suministra o el recipiente que contiene las bebidas alcohólicas. 

El objeto es reconocido tan solo en lo que respeta sus funciones nutricias, en tanto es adecuado  para satisfacer una necesidad primaria. Pero la satisfacción es aislada de los aspectos de ternura, amor y sensualidad que constituyen la experiencia amorosa con la madre en el acto de amamantamiento y a su vez es vivenciada como intoxicante.

Fenichel  ha señalado en los adictos que “Los objetos no son para ellos otra cosa que proveedores de suministros”.

Un rasgo llamativo y característico de los alcohólicos es la pasividad y el carácter oral de la misma. Sin embargo, dicha pasividad es sólo aparente, en tanto el paciente alcohólico se encuentra en estado de actuación permanente y utiliza el beber con distintos significados inconscientes que están, de alguna manera, destinados a producir determinados efectos emocionales en las relaciones con los objetos. De este modo, el uso de la ingesta alcohólica en la interrelación con los objetos con una finalidad proyectiva es uno de los factores que determinan la fijación a la adicción. En realidad, en ciertos casos, la adicción persiste como tal porque es el instrumento privilegiado para incidir sobre el objeto con el cual ha sido establecida la verdadera fijación.

Abraham examinó las relaciones psicológicas entre la sexualidad y el alcoholismo. El autor sugiere que el alcohol, al suprimir inhibiciones, incrementa la actividad sexual, no solamente de tipo normal sino también perverso, tal como el incesto, la homosexualidad, la escoptofilia y el exhibicionismo. Destaca que las perversiones como el sadismo y el masoquismo se hacen tan manifiestas que muchos crímenes brutales se perpetran en estados de intoxicación alcohólica. Al referirse al alcoholismo como evasión dice que el alcoholista utiliza el alcohol como medio para obtener placer sin problemas. Renuncia a las mujeres y abraza la bebida. Luego proyecta sus sentimientos de culpa sobre su esposa y la acusa de serle infiel. Abraham considera que la disminución de la potencia es causa principal de los celos del alcoholista. En su artículo "La primera etapa pregenital de la libido" Abraham destaca la importancia en todas las adicciones del deseo oral insaciable. Observó a pacientes que sufrían de alimentación compulsiva y excesiva y notó que si sus deseos no eran satisfechos sufrían una tortura similar a la de los "morfinómanos y a la de muchos dipsómanos". En el mismo artículo examina la adicción a los medicamentos y dice que el neurótico deprimido o excitado es a menudo favorablemente influido, aunque sea en forma pasajera, por el solo hecho de ingerir medicamentos aunque ellos no posean una acción sedante. Es interesante señalar que Abraham destacó sólo el factor oral de las adicciones sin vincularlas a los estados maníaco-depresivos.

Ferenczi contribuye a la psicopatología del alcoholismo con la descripción de un caso de paranoia alcohólica con delirios de celos. Piensa que entre los deseos heterosexuales conscientes y los deseos homosexuales inconscientes del paciente había un conflicto insoluble, pero sugiere que en este caso el alcohol sólo desempeñó el papel de agente destructor de la sublimación. Señalaba que el alcoholismo no es la causa de la neurosis, sino su consecuencia. El alcoholismo tanto individual como social sólo puede curarse con la ayuda del psicoanálisis, que revela las causas de la huida hacia el narcotismo y las neutraliza.

Juliusburger realizó varias contribuciones a la psicología del alcoholismo: destaca la importancia de los impulsos homosexuales inconscientes en la dipsomanía, combinada con una tendencia al autoerotismo y a la masturbación. Considera a la homosexualidad inconsciente sólo como uno de los factores del alcoholismo. Examina las tendencias sádicas de los homosexuales a menudo observables en quienes sufren de delirios celotípicos, y cree que el deseo de intoxicarse responde al deseo de perder totalmente la conciencia individual, subrayando la tendencia al suicidio.

Pierce Clark pone el acento en la importancia de las regresiones profundas en el alcoholismo, tales como las  primitivas identificaciones con la madre combinadas con un intenso amor a sí mismo (narcisismo).

Kielholz realizó muchos aportes a la psicopatología del alcoholismo y la psicosis alcohólica (delirium tremens). Considera al alcoholismo como una neurosis narcisista relacionada con la psicosis maníaco-depresiva.

Rádo realizó una cantidad importante de contribuciones acerca del problema de la drogadicción. En 1926 destacó la predisposición a la adicción sugiriendo que "algunas manifestaciones del erotismo oral están siempre presentes en forma marcada, incluso en aquellos casos de toxicomanía en los que la droga no es ingerida por vía oral". Piensa que el "orgasmo alimenticio" experimentado primeramente por el lactante en el pecho es revivido en la adicción a las drogas, y la excitación sexual perteneciente a las fantasías de la situación edípica se descarga no por medio del onanismo sino a través del orgasmo alimenticio. El sugiere que en la drogadicción crónica "toda la personalidad mental representa un aparato de placer autoerótico.

Simmel realizó numerosas contribuciones a la psicopatología y al tratamiento de la drogadicción y el alcoholismo. En 1928, al examinar la drogadicción, sugiere que los adictos sufren de neurosis narcisistas (enfermedad maníaco-depresiva) que evitan utilizando mecanismos de la neurosis obsesiva. El cree que el efecto de la droga se focaliza en el superyó. También tiene en cuenta la importancia del sadismo en la drogadicción y piensa que, por causa de los impulsos asesinos y de la necesidad de autocastigo el tratamiento del drogadicto está plagado de peligros, en particular el suicidio. Intenta clarificar la relación de la drogadicción con la enfermedad física, la neurosis obsesiva, los estados maníaco-depresivos y la perversión. Por ejemplo, vincula la drogadicción con los ritos obsesivos y la masturbación y sugiere que el deseo de drogarse es sólo una nueva edición del conflicto de la masturbación, de la misma manera que en la neurosis obsesiva. A menudo las drogadicciones comienzan con psiconeurosis bajo el dominio de mecanismos obsesivos, pero ante la vivencia de la intoxicación se convierten en neurosis narcisistas de tipo maníaco-depresivo. Observa que en la enfermedad física, en la depresión y la drogadicción, los instintos agresivos y destructivos se vuelven contra el yo.

Glover realizó su aporte más detallado acerca de la drogadicción. Intenta arrojar luz sobre el desarrollo del abordaje psicoanalítico de la drogadicción y el alcoholismo, examinando críticamente el trabajo de otros analistas desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, destaca la imposibilidad de sostener la relación de la drogadicción con una etiología libidinal y una regresión a la oralidad y a la homosexualidad.

Knight contribuyó con varios artículos acerca de la dinámica del tratamiento del alcoholismo, sosteniendo que la adicción alcohólica más que una enfermedad es un síntoma. En muchos casos se descubren tendencias psicóticas, en particular rasgos paranoides y esquizoides. Durante el período de excesiva ingestión alcohólica el paciente entra temporariamente en un estado psicótico y a menudo se registra un acting out regresivo de pulsiones inconscientes libidinales y sádicas. Opina que el alcoholismo representa un intento de encontrar alguna solución o cura al conflicto emocional, e intentó definir el carácter del alcohólico y describió lo que él considera una constelación familiar típica de los pacientes alcohólicos. “La madre por lo general parece ser sobreprotectora e indulgente en exceso. Trata de apaciguar al niño satisfaciéndolo contantemente, de tal manera que el eventual destete del niño sólo puede significar la traición de la madre que lo condujo siempre a esperar indulgencia, y el niño intenta por todos los medios recapturar esta experiencia perdida. A lo largo de su vida tratará de obtener de la gente una indulgencia pasiva y desarrollará modos orales característicos de tranquilizarse cuando sus deseos sean frustrados, deseos que por ser tan inmensos lo más probable es que a menudo se frustren. A esto reaccionan con rabia, la cual es vivida por lo común como una insatisfacción inquietante y un agitado resentimiento interno. Toda aflicción psicológica resultante de los sentimientos de inferioridad, de la pasividad del paciente, de la frustración y de la rabia, y de la culpa o rencor, es mitigada por el pacificante alcohol.

El padre del alcohólico es casi siempre frío y nada afectuoso, más bien dominante respecto de su familia e inconsistentemente severo e indulgente hacia su hijo. Por lo general hay un resentimiento y una rabia reprimidos contra esta poderosa figura paterna y a menudo la bebida represente una parte de una rebelión adolescente no resuelta contra el padre. Knight destaca que el paciente restaura al beber la profunda perturbación de su autoestima. Relaciona el deseo de beber con el antiguo deseo infantil insaciable del pecho, pero este deseo se refuerza por el desafío del paciente a la sociedad, a sus padres y por su protesta masculina. Después de beber está deprimido, con intenso arrepentimiento y asqueado con sigo mismo. También se ve aterrorizado por la peligrosa destrucción que importa la conducta a la que se ha entregado. Pero a pesar de ello conserva una confianza suprema en la magia del alcohol. El paciente se siente traicionado por el alcohol pero sufre su atracción, del mismo modo como se sintió traicionado por su madre y sin embargo la deseó con vehemencia por sus indulgencias”.

Son muchos los analistas que investigaron la relación de la drogadicción y el alcoholismo. Los estudios de investigación llevados a cabo por el psicoanálisis han mostrado que toda persona que hace uso excesivo del alcohol, es para llenar o compensar alguna carencia dentro de su persona. Las carencias guardan relación con sentimientos de frustración en el amor, en la sexualidad, con la falta de ambición, inseguridad, etc., que la persona trata de compensar con el uso del alcohol. En los casos de carencia afectiva, el alcohólico suele culpar a su pareja de no sentirse querido. Este tipo de personas suelen expresar su malestar afectivo con ira y violencia hacia la persona de la que se espera recibir un amor que nunca recibió. Otra variante es aquella de hombres y mujeres que viven su vida de manera insatisfactoria por no haber logrado alcanzar metas mejores que las conseguidas. Y otra variante, dentro de las más frecuentes, es cuando el alcohol esconde un estado de tristeza o depresión. Con mayor frecuencia, observamos que tras un estado de alcoholismo, subyace una gran depresión que la persona tapa con el uso del alcohol. Se debe ser muy cauto a la hora de hacer el diagnóstico de alcoholismo, porque no se han encontrado dos alcohólicos iguales ni son las mismas causas las que incitan a una persona a la búsqueda de un refugio en el alcohol. El psicoanálisis hoy por hoy vuelve a ser una terapia muy efectiva para entender las causas que originan el alcoholismo en hombres, mujeres y jóvenes. Podemos decir que incluso cambian su manera de amar y de posicionarse ante el mundo. Lo que llamamos una rectificación subjetiva.

Colette Soler nos explica que existen síntomas que son parcialmente desconocidos, que el sujeto queda cautivo de conductas de goce no percibidas como tales, no subjetivas hasta que el análisis le haga apreciarlas.

Sabemos que hay adictos neuróticos, psicóticos y perversos, sabemos también que desde el punto de vista de la clínica psicoanalítica, la adicción no puede percibirse como una enfermedad ni como una estructura clínica. El tratamiento psicoanalítico permite que el sujeto pueda ir articulando las causas que lo llevan a consumir drogas o alcohol. La clínica psicoanalítica de las adicciones tiene como objetivo que el sujeto logre construir la función que tiene el alcohol o las drogas en su economía libidinal, separándolo de las marcas y de las etiquetas con que se los identifica.

“Al beber hay un goce más allá del goce fálico, el goce que suple la no existencia de la relación sexual”.  Parece que el tratamiento psicoanalítico está permitiendo que el paciente neurótico obsesivo logre visualizar que el alcohol lo impulsa a cometer actos que están insertos en su fantasma fundamental. "La diferencia entre un neurótico y un perverso es que allí donde el neurótico goza al imaginar que lleva a cabo sus fantasías más recónditas (tanto sexuales como sádicas), no pasa al acto. En cambio, el perverso si lo hace. El perverso pasa al acto esas fantasías sádicas, sexuales y retorcidas. Decimos que el neurótico no pasa al acto, siempre y cuando no esté alcoholizado. Cuando el neurótico bebe y se emborracha, pierde la conciencia, entra en un estado de ebriedad y generalmente, pasa al acto esas fantasías prohibidas, dejándose arrastrar por la voz superyoica obscena y feroz que le ordena hacerlo. Cuando el sujeto vuelve a estar consciente (cuando está sobrio) y se da cuenta de lo que hizo en estado de ebriedad (pasar al acto esas fantasías que se encuentran siempre en el campo de la perversión), no soporta muchas veces ni mirarse al espejo. Siente vergüenza, arrepentimiento, remordimientos. Muchos de ellos tienen tal insoportabilidad que pasan al acto e intentan suicidarse; algunos lo consiguen, otros son rescatados de la muerte".

El psicoanálisis está allí para poder analizar, observar, reflexionar y articular la historia de cada uno. Pasar por la palabra ese goce que forma parte de nuestros más grandes sufrimientos y temores, para hacer algo con ello. El psicoanálisis contemporáneo de las adicciones puede enriquecer la comprensión y el proceso de recuperación de las personas que sufren dependencia a sustancias.




Referencias: 
Sobre la patología del alcoholismo y la drogadicción
en la experiencia psicoanalítica
Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer.
Lacan, Jacques. Kant con Sade. Escritos II
Soler, Colette. Lo que Lacan dijo de las mujeres.
Desarrollo post-freudianos sobre adicciones.