lunes, 11 de mayo de 2015

¿Como va a ser tu día hoy?

Transcribo el poema como ilustración de cómo va a ser mi día hoy…
Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer
antes que el reloj sonara.
Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante.
Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.
Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso o puedo dar gracias porque las plantas están siendo regadas.
Hoy me puedo sentir triste porque no tengo más dinero o puedo estar contento que mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia.
Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme de que estoy vivo.
Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.
Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.
Hoy puedo auto compadecerme por no tener muchos amigos o puedo emocionarme y embarcarme en la aventura de descubrir nuevas relaciones.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.
Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela o puedo abrir mi mente enérgicamente y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.
Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar o puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi mente y cuerpo.
Hoy el día se presenta ante mi esperando a que yo le de forma y aquí estoy, soy el escultor.
Lo que suceda hoy depende de mí, yo debo escoger qué tipo de día voy a tener. 
Que tengas un gran día… a menos que tengas otros planes.

                                                                                                             Mario Benedetti 

jueves, 7 de mayo de 2015

La Psicología del Secuestro

Crece este modo delictual en nuestro país y aumenta el miedo. La paranoia se multiplica de la mano de los medios masivos. Cambia el mapa social y deja secuelas psicológicas importantes. Se re-definen las relaciones interpersonales alejando al ser humano de su condición como sujeto social.
Este tipo de delitos se extiende a toda la sociedad. Y los daños no son sólo materiales. Importantes estudios dan cuenta de las graves secuelas psicológicas que padecerá el secuestrado, su familia y en última instancia la sociedad toda.

Una sociedad que, a consecuencia de la multiplicación de este delito y el constante bombardeo mediático que sensibiliza a la opinión pública, altera su cotidianidad, reduce sus relaciones diarias y termina por empujar a sus componentes a la individualidad y no relación. Es decir, conmina al ser humano a distanciarse de su condición intrínseca como sujeto social. En los casos de secuestro la negación como defensa psicológica parece estar activada por la angustia, la ansiedad y la impotencia generada por la probabilidad de perder la vida la libertad y los bienes.

La amenaza de secuestro es un componente previo importante que determina la manera como se desarrolla un secuestro posteriormente, tanto para el cautivo como para la familia de éste. Se desarrolla una dinámica psicológica individual y familiar algo diferente, que vale la pena tener en cuenta; entre otras razones, porque el ex-secuestrado después de recuperar la libertad o presenta siempre con mayor o menor intensidad el temor a ser secuestrado nuevamente, temor que guarda una gran similitud con la simple amenaza. Frente a un proceso prolongado de temor y ansiedad, como es el caso de la amenaza de secuestro, las personas tienen múltiples y variadas formas de reacción psicológica. Estas dependen, básicamente de la circunstancia social y Económica que les son propias y de los rasgos de personalidad previos que fueron configurados a través del tiempo. Los amenazados de secuestro sufren la violencia de una agresión permanente que se basa en la posibilidad de ser raptados en cualquier momento de su medio natural y de perder su familia, sus amigos, su trabajo. Para la familia esa agresión se da porque puede ser mutilada temporal o definitivamente por la sustracción de uno de sus miembros.

"En el secuestro hay maltrato psicológico en la medida en que el secuestrado es privado arbitrariamente de su libertad, colocado en una situación límite de proximidad real con la muerte y sometido a la condiciones degradante de ser convertido en objeto de negociación pecuniaria, con todas las secuelas negativas que ellos tienen para su autoestima".

La negación, el aislamiento y la involución social, como mecanismo de protección ante este tipo de amenaza suelen ser las respuestas inmediatas en la gran mayoría de los casos. Por ello las posibles víctimas abandonan ciertas actividades sociales y se alejan de los lugares que frecuentaban habitualmente. Estas reacciones varían dependiendo de la intensidad con que se presenten y de las características que adopten en cada caso en particular y que no necesariamente implican que otros tipos de reacciones, como contra atacar avisando a las autoridades, no se presenten también. La paralización, aislamiento e involución son reacciones adaptativas a la amenaza vital que representa un secuestro. Pero implica una adaptación autodestructiva en el sentido existencial, ya que las personas dejan de desarrollarse de acuerdo a su proyecto vital, se sacrifican en este sentido para poder sobrevivir físicamente. Reduce sus relaciones cotidianas al espacio mínimo para conjurar el peligro.

El secuestro está siempre presente: en los diálogos que el individuo mantiene con sus pares, en la comida familiar, las reuniones con amigos y toda aquella situación dialógica que se manifieste en torno a la realidad. En definitiva es algo instalado en la psiquis de la gente. El secuestro también forma parte de la agenda mediática y así el efecto multiplicador genera una paranoia que afecta a la sociedad en su conjunto.

El maltrato psicológico se expresa especialmente por medio de las reiteradas amenazas de muerte. El amedrentamiento, la manipulación de los estados emocionales de la víctima y la vigilancia permanente, aun para llevar a cabo las necesidades fisiológicas; también se da con desinformación sobre el desarrollo de las negociaciones y sobre el conocimiento que tienen de la vida familiar del secuestrado. El maltrato psicológico estimula el miedo, aumenta la aflicción y se transforma en un factor paralizador e inhibidor de respuestas físicas y psicológicas orientadas a la búsqueda de soluciones de huida, negociación, resistencia y más bien facilita y estimula respuestas de sumisión, como ser condescendiente con los captores e intentar ganarse la confianza con el objeto de obtener un mejor trato. A partir de allí, el secuestrado logra conjurar parcialmente el temor a morir y obtiene un mínimo control sobre sí mismo y sobre la situación a la que está sometido. Esto lo distancia de la situación de peligro de muerte.

El secuestro es quizás uno de los flagelos más terribles y desgarradores que pueda soportar un ser humano, el perder la sensación de autonomía puede acabar con la salud mental de una persona. En el cautiverio no se tiene poder de decisión ni de actuación, se está inerte a la espera de que el secuestrador al mando de las instrucciones. El ser humano se somete no sólo a estar privado de su libertad sin ninguna explicación sino a maltratos, vejámenes, humillaciones y al temor constante de ser sentenciado a morir.

"El secuestro es una enfermedad mental inducida" la mayoría de los secuestrados si no todos, presentan síntomas post traumáticos y ansiedad, depresión y ataques de pánico fruto de la imposibilidad de vincularse con su entorno y de tomar sus propias decisiones. Aún la mente más fuerte frente a una situación como el secuestro, se debilita y presenta síntomas de depresión, falta de sueño, pérdida del apetito, etc. E incluso puede llegar a tener ideas suicidas y desarrollar un cuadro psicótico, lo que comúnmente y erróneamente llamamos locura. La depresión mayor, alimentada por sentimientos de desesperanza y rabia llena de tristeza a los cautivos quienes pierden la sensación de tiempo y espacio y pueden confundir lo que pasa con lo que dicen.

Algunos de ellos en un arranque de valor se lanzan a la idea de escapar en busca de la libertad a sabiendas de que esto les puede ocasionar la muerte, pero para ellos la muerte es una opción que contemplan a diario, minuto a minuto mientras ven como el paso de los días y el flagelo des secuestro les está arrancando la vida a pedazos

miércoles, 6 de mayo de 2015

Trastorno Conversivo: La Defensa ante lo Indeseable

Con cierta frecuencia el médico se ve enfrentado a la evaluación de un grupo de cuadros clínicos que resultan difíciles de comprender ya que sus síntomas y signos no siguen un patrón característico. Se trata de trastornos que no logran configurar un cuadro clínico conocido y en los que se sospecha que existe un componente psicológico importante. Si bien toda enfermedad provoca una respuesta de adaptación psiquíca, en ciertas ocasiones la apariencia de una enfermedad no es sino la expresión de un trastorno psicológico subyacente.
El paciente típico que sufre de un trastorno conversivo motor podría ser caracterizado como: una persona joven, generalmente de sexo femenino, de inteligencia promedio, con una duración muy variable del tiempo que lleva el síntoma, incapaz de trabajar o realizar las tareas de su vida cotidiana. Pese a ello es necesario tener presente que este trastorno puede ocurrir durante cualquier período de la vida, en ambos sexos, e incluso en personas sin comorbilidad de ningún tipo. Hay autores que han puesto énfasis en que las alteraciones motoras ocurrirían primordialmente en el lado derecho del cuerpo, pero ello no ha sido confirmado en series posteriores.

Cuadro clínico

De tipo conversivo, en la cual los síntomas incluyen a los sistemas neuromusculares y sensoriales.
De tipo disociativo, en la cual aparecen los trastornos de la conciencia.

En algunos casos se tiene la impresión de que el paciente obtiene beneficios a partir de su estado de incapacidad lo cual lo lleva a confundir la enfermedad con la simulación. Los síntomas principales de las neurosis histéricas no están bajo el control consciente del paciente, así la verdadera simulación puede llegar a ser una manifestación de un trastorno de personalidad. Se ha comprobado que en algunos casos, los pacientes presentan alucinaciones visuales, aisladas no acompañadas de pensamientos falsos.

El tipo de histeria de conversión presenta una enorme variedad de síntomas difusos, como parálisis motora o ceguera, trastornos del sistema nervioso, incluyendo temblores y parálisis localizadas, parestesias y estados variables de crisis de tipo epiléptico.

Los estados disociativos surgen por la repentina emergencia del estado consciente de impulsos destructivos primarios; esos estados se presentan con cierta frecuencia después de que los pacientes han cometido un acto violento y llegan a constituir problemas en el juicio.

Signos Característicos
  • Es importante recalcar que este desajuste implica necesariamente una alteración en el funcionamiento físico del paciente, la cual se asocia temporalmente a un conflicto psíquico.
  • No son producidos intencionalmente ni son simulados.
  • No se originan por una enfermedad, ni por los efectos directos de una sustancia.
  • Provocan malestar clínicamente significativo, así como deterioro social y laboral.
  • No es necesario que exista otra enfermedad mental para que aparezca.
  • Es decisivo que haya uno o más síntomas que afecten las funciones motoras voluntarias o sensoriales, las cuales sugieran algún tipo de enfermedad.
Causas

Los síntomas del trastorno de conversión pueden ocurrir debido a un conflicto psicológico.

Generalmente comienzan de manera repentina después de una experiencia estresante. Las personas tienen mayor riesgo de presentar este trastorno si también tienen una afección médica, el otro problema de salud mental de trastorno disociativo (escape de la realidad que no es a propósito) o un trastorno de personalidad (incapacidad para manejar los sentimientos y comportamientos que se esperan en determinadas situaciones sociales).

Las personas que padecen el trastorno de conversión no están inventando (simulando) los síntomas. Algunos médicos falsamente creen que el trastorno de conversión no es una afección real y pueden decirle a sus pacientes que "todo el problema está en su cabeza". Sin embargo, esta afección es real, causa angustia y no se puede controlar a voluntad.

Síntomas

Los síntomas de un trastorno de conversión involucran la pérdida de una o más funciones corporales, como:
  1. Ceguera
  2. Incapacidad para hablar
  3. Entumecimiento
  4. Parálisis
  5. Los síntomas más comunes de este trastorno son:
  6. Un síntoma debilitante que se inicia repentinamente.
  7. Antecedentes de un problema psicológico que mejora después de que el síntoma aparece.
  8. Falta de preocupación que generalmente ocurre con un síntoma grave.
Pruebas y Exámenes

Las pruebas diagnósticas no encuentran ninguna causa física para los síntomas. El médico llevará a cabo un examen físico y puede ordenar pruebas diagnósticas, las cuales se hacen para descartar causas físicas de los síntomas.

Evaluación y Manejo del Trastorno Conversivo

La evaluación minuciosa y exhaustiva del paciente es fundamental para identificar factores potenciales  y predisponentes al cuadro conversivo, así como para la correcta valoración de patologías orgánicas que puedan explicar la sintomatología. La identificación de estresores específicos como conflictos familiares, la sospecha de ganancia secundaria consciente y la historia de abuso sexual, físico o emocional son críticos en esta evaluación.

La exploración del estado mental del paciente, debe ser un proceso continuo orientado a identificar y confirmar el trastorno psiquiátrico primario. En algunos casos, éste puede ser reconocible en forma inmediata, aunque más frecuentemente emerge en forma gradual a lo largo de semanas.

Se deben realizar todos los exámenes pertinentes a fin de descartar razonablemente la presencia de patología orgánica antes de plantear el trastorno conversivo como una posibilidad real. Dichos exámenes deben ser solicitados en contexto de la presentación sintomática del paciente y deben incluir neuroimágenes y monitorización electroencefalografía.

Tratamiento

No existe un tratamiento específico y exclusivo para los trastornos conversivos. A pesar de ello es posible sugerir algunas intervenciones basadas en principios generales:

Es necesario el establecimiento de una alianza terapéutica realista que permita al paciente una recuperación digna y que no perjudique su imagen social. Para ello el médico/psicólogo clínico o psiquiatra debe mantener su atención en los síntomas que el paciente experimenta. Se los deberá validar e intentar comprenderlos en toda su dimensión. No es recomendable, aún si existe una interpretación psicológica posible, que el médico la utilice para "interpretar" o "eliminar" los síntomas físicos. En rigor las hipótesis respecto de las bases psicológicas del cuadro es preferible mantenerlas como tales e ir las afirmando o refutando según este se vaya desarrollando.

Además se debe orientar a los pacientes para que reciban tratamiento psiquiátrico/psicología clínica convencional. Considerando que es siempre preferible que estos pacientes conserven al  internista o neurólogo como tratante de referencia, la interconsulta al psiquiatra/psicólogo clínico debe plantearse como una manera de ayudar a entender las dificultades que éste está enfrentando. Los pacientes suelen ser más receptivos a la intervención psicológica o psiquiátrica si éstas se realizan desde el inicio de la evaluación, por ejemplo, realizando test psicológicos al mismo tiempo que se realizan exámenes físicos. También es imperativo que exista un seguimiento a estos pacientes y que sean re-evaluados cada cierto tiempo con un examen neurológico completo y con exámenes psicológicos de control.  En cada etapa debe mantenerse la vigilancia hacia la aparición de nuevos síntomas.

Todo síntoma emergente debe ser evaluado adecuadamente y nunca minimizado como otra reacción conversiva más. Los síntomas conversivos, en especial los de curso agudo, pueden resolverse espontáneamente con la explicación y sugestión.

Los pacientes con síntomas conversivos crónicos y resistentes usualmente requieren de un tratamiento hospitalizado en una unidad psiquiátrica con experiencia en el tema. Es posible que estos pacientes experimenten una descompensación psiquiátrica a medida que los síntomas neurológicos se resuelven. Dicha descompensación es reflejo de la deconstrucción de la defensa somática por el tratamiento. La psicopatología desenmascarada típicamente emerge en un plazo de semanas, en un rango que va de moderada a florida y que puede incluir una psicosis previamente oculta.

La intervención terapéutica en los procesos psicosomáticos de la infancia y la adolescencia no es sencilla. Precisa formación adecuada y experiencia clínica. Es muy relevante señalar lo siguiente: una intervención terapéutica o psicoterapéutica desafortunada o intempestiva hace que aparezca una descompensación en la zona sensible, en estos pacientes la descompensación se traduce en una reactivación del cuadro somático (ej. nueva crisis, reagudización de un proceso crónico) lo que hace focalizar los cuidados y atención en el restablecimiento de las funciones corporales.

La psicoterapia y el entrenamiento en el manejo del estrés pueden ayudar a reducir los síntomas. La utilización de fármacos ansiolíticos, pues aunque aparentemente la persona con el problema parezca indiferente a lo que le sucede, la ansiedad se encuentra presente y hay que reducirla en tanto el paciente es valorado exhaustivamente.

Comúnmente "la situación debe manejarse a nivel integral, por lo que la familia o pareja del afectado debe participar activamente. Cuando el paciente comprende lo que le sucede empezará a saber manejar el problema, es decir, cuando se hace consciente lo inconsciente los síntomas tienden a desaparecer".

Las modalidades de psicoterapia cognitivo-conductual y la expresiva-de apoyo son estrategias útiles en el trastorno conversivo.

En algunos pacientes, los déficits sensorio-motores psicogénicos pueden responder a tratamiento en una unidad de rehabilitación usando un enfoque conductual. Por su parte, la hipnosis es una técnica útil en pacientes bien seleccionados (aquellos con facilidad para concentrarse y relajarse), tanto para el diagnóstico como para el tratamiento

La terapia familiar es casi siempre necesaria. Al igual que el paciente, la familia deberá realizar un proceso de toma de conciencia de que los síntomas neurológicos tienen un origen psicológico/psiquiátrico. Ayudar a las familias a aceptar que esta condición es una enfermedad genuina, de origen psiquiátrico en vez de neurológico, asegura que ellos continuarán apoyando al paciente a través de su recuperación.

En líneas generales, la meta a largo plazo de un tratamiento psicoterapéutico es prevenir futuras recaídas permitiendo que el paciente enfrente los conflictos sin somatizarlos.

Tanto la fisioterapia como la rehabilitación física aumentan la expectativa de recuperación y mejoran los síntomas neurológicos crónicos, en algunos casos incluso en ausencia de otros tratamientos.

Expectativas (pronóstico)

Pocos estudios describen el pronóstico de los déficits psicogénicos y su trastorno psiquiátrico primario asociado. Los síntomas generalmente duran de días a semanas y pueden desaparecer repentinamente. Por lo general, el síntoma en sí no es potencialmente mortal, pero las complicaciones pueden ser debilitantes. Por lo que la normalidad regresa cuando el organismo vuelve a nivelarse, toma fuerza y reordena las cosas, en casos severos  se presenta por promedio  de 1 ó 2 meses, pero esto no es lo habitual.

Intervención en Urgencias

El objetivo es extinguir la crisis y tratar la sintomatología concomitante, como la ansiedad; el paciente necesitará un trabajo psicoterapéutico posterior. Sedando al paciente se logra el manejo de la ansiedad y se facilita el abordaje psicoterapéutico de crisis, se recomienda el uso de las benzodiacepinas en la forma descrita para los trastornos de ansiedad.

Cuándo Contactar a un Profesional

Acuda a un médico o un profesional en salud mental si usted o alguien que usted conoce tiene síntomas de un trastorno de conversión.

Conclusiones

El trastorno conversivo es una condición psiquiátrica desafiante, que requiere un compromiso a largo plazo de parte del terapeuta y exige el uso de un amplio espectro de habilidades. Las reacciones conversivas representan una defensa somática contra amenazas a la estabilidad psíquica que son principalmente atribuibles a un trastorno depresivo. Es necesaria una evaluación exhaustiva del paciente, con el objeto de descartar razonablemente la presencia de enfermedad orgánica. Es importante realizar el diagnóstico lo antes posible para iniciar el tratamiento adecuado en forma precoz. Los pacientes requieren un tratamiento de largo plazo para manejar el trastorno anímico y alteraciones psicosociales asociadas. Un rol importante del médico consiste en garantizar que cualquier nuevo síntoma será adecuadamente estudiado.

Es importante revisar y actualizar este tema ya que el trastorno conversivo motor se presenta con frecuencia en la práctica médica, tanto del médico general como nosotros los especialistas en psicología clínica.








domingo, 26 de abril de 2015

Esquizofrenia: Información para el Paciente y Familiares

¿Qué es la esquizofrenia?

La esquizofrenia es un trastorno mental que se encuentra dentro del grupo de los llamados trastornos psicóticos. Las personas afectadas de esquizofrenia pueden presentar una grave distorsión en el pensamiento, la percepción y las emociones, manifiestan pérdida de contacto con la realidad y experimentan alucinaciones (fenómeno en el que las personas escuchan y/o sienten cosas que los otros no escuchan ni sienten).
Las personas que padecen esquizofrenia también manifiestan otros síntomas, como los delirios, en que se tienen ideas extrañas que no se ajustan a la realidad o al consenso social. Además, sus emociones se ven afectadas con pérdida de hábitos e interés, aislamiento social, depresión y/o irritabilidad.

No hay ningún síntoma que, por sí mismo, sea característico de este trastorno, ni todas las personas afectadas muestran todos y cada uno de los síntomas descritos.

¿Quién la padece?

Cualquier persona puede padecer esquizofrenia, y se da de manera similar en hombres y mujeres.

El inicio del trastorno se produce a menudo durante la adolescencia –incluso en la infancia- o al principio de la edad adulta. En los hombres parece que empieza a una edad más precoz.

¿Qué provoca esquizofrenia?

No se conoce qué provoca la esquizofrenia, pero las investigaciones indican que tiene que ver con una combinación de factores genéticos y ambientales que crean un estado de vulnerabilidad en la persona y una predisposición a desarrollar el trastorno si se dan circunstancias facilitadoras para ello.

¿Se cura?

Puede tener diversas evoluciones, entre ellas la remisión total (en ciertos casos). El trastorno también puede progresar a largo plazo con remisiones y exacerbaciones. Sin embargo, mucho se conoce ya sobre las posibilidades de tratamiento para las personas que padecen esquizofrenia a fin de poder mejorar su calidad de vida.

La remisión y estabilización del trastorno permite a los pacientes desarrollar una vida autónoma pudiendo asumir responsabiliades familiares y laborales.

Una persona vulnerable al trastorno debe estar alerta a los factores que pueden desencadenar una crisis, a fin de intentar evitarla o de minimizar sus efectos. Es importante que en los momentos de inicio de una crisis pueda movilizar los recursos de ayuda: familia, profesionales, etc.
Los primeros síntomas

Antes de una crisis, las personas afectadas experimentan habitualmente cambios peculiares en el comportamiento, en la percepción y en el estado de ánimo. La presencia de estos síntomas puede causar cierto desconcierto, sobre todo en la familia.

Los síntomas pueden variar mucho entre personas pero pueden identificarse por ser cambios en el comportamiento habitual hasta aquel momento. Algunos de los síntomas son:
  • Cambios en la actividad habitual (trabajo, escuela...), en los hábitos diarios (alteraciones en la alimentación, higiene personal), en el ritmo de sueño y vigilia.
  • Aislamiento social, actitudes suspicaces o reticentes.
  • Creencias no usuales y/o obsesiones.
  • Cambios en la percepción (alucinaciones).
Estos cambios antes de una crisis se llaman pródromos y alertan que alguna cosa no va bien, ayudando a prevenir las crisis, o bien, afrontándolas. Hay que decir que la presencia de pródromos no implica necesariamente que se acabe desarrollando esquizofrenia o que se vaya a tener una recaída.

Nota: Los tipos de esquizofrenia están definidos por los síntomas que predominan en la evaluación del paciente con esquizofrenia y es frecuente que el cuadro incluya síntomas que son característicos de más de un subtipo. Por esta falta de especificidad, en la última actualización de la clasificación americana de enfermedades mentales recientemente se han suprimido estos subtipos. 

El Mundo de la Esquizofrenia

Las personas que padecen un trastorno esquizofrénico presentan diferentes tipos de síntomas, no obstante, ninguno es específico de la esquizofrenia. Los síntomas característicos de la esquizofrenia se clasifican en tres categorías: positivos, negativos y de desorganización.
  • Los síntomas positivos añaden algo a la vida de las personas, como son las alucinaciones y los delirios (añaden alteraciones en las percepciones).
  • Los síntomas negativos son aquellos que se producen por defecto, como la pérdida de hábitos e intereses, apatía, tendencia al aislamiento, dificultad de atención.
  • Los síntomas de la desorganización son aquellos que afectan al pensamiento, que puede estar alterado (conducta y/o habla desorganizada, falta de atención).
Todos estos síntomas pueden comportar diversos grados de discapacidad, ya que en ocasiones afectan las posibilidades de la persona para llevar una vida autónoma (capacidad de trabajo, relaciones o vínculos emocionales).

Evolución del Trastorno

La aparición de la esquizofrenia puede ser gradual o bien puede presentarse de pronto, súbitamente. Por otro lado, su evolución es variable, suele desarrollarse alternando períodos de crisis (fase aguda) con momentos estables o de remisión total o parcial de los síntomas (fase estable). Entre estos dos estados, puede haber períodos donde se reduzca la intensidad de los síntomas, que pueden durar unos seis meses después de una crisis (fase de estabilización).

El Diagnóstico

Para diagnosticar la esquizofrenia un especialista en salud mental (psiquiatra o psicólogo) debe realizar un estudio clínico de los síntomas que padece el paciente desde hace algún tiempo, una vez el médico de familia lo haya derivado. Además, se realizarán pruebas de laboratorio y/o complementarias para descartar otras enfermedades o el uso de sustancias tóxicas.

Es importante que la persona afectada explique todos los cambios que está sufriendo, a fin de que el especialista pueda realizar un diagnóstico adecuado.

¿Se puede hacer prevención?

Las primeras señales de cambios en el comportamiento habitual pueden alertar de que alguna cosa no va bien y se puede pedir ayuda a los profesionales de la salud. En estos momentos, es importante que se realice un diagnóstico precoz del trastorno.

Potenciar los recursos personales, aumentar la tolerancia al estrés, disminuir los factores de tensión psicosocial, mejorar las habilidades para relacionarse... son, junto con tener un buen vínculo terapéutico que permita implementar el tratamiento oportuno, los principales elementos de prevención de la aparición de una crisis.

Esta prevención se incrementa si se mantiene un estilo de vida saludable y estable, y se potencian las capacidades personales y el auto-cuidado. Hay que fomentar este tipo de factores preventivos del trastorno, así como evitar otros que podrían indicar un mayor riesgo de desestabilización (situaciones de estrés, abandono de la medicación, consumo de drogas, etc.).

Tratamiento temprano

Es importante obtener un diagnóstico adecuado de esquizofrenia e iniciar el tratamiento lo antes posible. Cuanto antes reciba tratamiento un paciente con esquizofrenia, mayores serán las posibilidades de que responda bien al tratamiento y de que pueda recuperar sus niveles de funcionalidad anteriores. Si la esquizofrenia no se trata adecuadamente, la afección puede empeorar rápidamente y necesitar hospitalizaciones frecuentes. Estos aspectos pueden actuar conjuntamente y tener un efecto negativo en el bienestar del paciente y en el de sus familiares y amigos.

El abordaje terapéutico de la esquizofrenia es integral, es decir, se realiza de manera global, combinando diferentes tipos de tratamientos: el médico y las terapias psicosociales. La psicoterapia puede ayudar a la persona que sufre esquizofrenia a comprender la enfermedad y a sobrellevarla, mejorando su conducta social y su reintegración en la sociedad.

Es importante recibir ayuda lo antes posible y que el equipo asistencial realice un plan de tratamiento, donde el individuo afectado, su familia y las personas con las que se relaciona formen parte activa. En el plan de tratamiento, habrá que tener en cuenta el tipo y el lugar donde se realiza, así como las preferencias de la persona que padece el trastorno y su familia.
  
Tratamiento Médico

La medicación es una parte muy importante para el tratamiento de las personas que padecen un trastorno esquizofrénico. Se ha demostrado su eficacia para atenuar los síntomas en períodos de crisis (episodios agudos), para la prevención de recaídas o para la mejoría de los síntomas entre crisis.

Los antipsicóticos son la medicación principal, ya que disminuyen los síntomas y previenen recaídas. Asimismo, otras medicaciones son utilizadas tanto para estabilizar el estado de ánimo como para corregir efectos adversos (medicaciones coadyuvantes).

Hay dos grandes grupos de antipsicóticos:
  • Los llamados antipsicóticos de primera generación o convencionales (el haloperidol, la clorpromazina, la clotiapina, el sulpiride, etc.).
  • Los antipsicóticos de segunda generación o atípicos, más modernos (la clozapina, la olanzapina, la risperidona, el sertindol o la quetiapina, la ziprasidona, el amisulpride y el aripiprazol). 
Todos ellos son efectivos en dosis adecuadas para reducir la mayor parte de los síntomas de la esquizofrenia.

Funcionamiento de la Medicación 

El tipo de medicación y la dosis adecuada varían de una persona a otra, en función de sus características, el tipo de síntomas que manifiesta, los efectos adversos que pueda tener la medicación, así como sus preferencias. Para un buen funcionamiento del tratamiento, es importante tomar la medicación tal y como ha sido prescrita, sin abandonarla ni cambiar las dosis.

Es imprescindible mantener una buena comunicación con el médico a fin de informar bien de los síntomas que se padecen, o de las dificultades que puedan observarse. Al mismo tiempo, es necesario que el médico informe sobre los tipos de tratamientos que se pueden realizar y los efectos adversos que éstos pueden producir, incorporando así a la persona afectada a la búsqueda del tratamiento óptimo.

No todo el mundo responde igual a la medicación. Los antipsicóticos se administran con la dosis que se muestra más efectiva para cada persona. Si no hay una buena respuesta, habrá que encontrar la dosis óptima o probar con otros tipos de antipsicóticos y tratamientos que ayuden a reducir los síntomas.

La investigación ha demostrado que, cuando las personas afectadas muestran resistencia al tratamiento, ha sido efectivo el uso de un antipsicótico de segunda generación, la clozapina.

Para aquellas personas que tienen dificultades en recordar el uso de la medicación diaria, pueden ser útiles las medicaciones llamadas depot. Éstas consisten en antipsicóticos inyectables que mantienen su efecto durante un tiempo (dos o tres semanas), en función del tipo de medicación.

¿Qué Efectos  Adversos pueden Producirse?

La medicación antipsicótica puede producir otros efectos en el organismo de las personas afectadas que son secundarios al beneficio que aportan y que pueden ser tratables.

Es importante que las personas afectadas informen al médico de cualquier cambio que pueda producirse en sus síntomas y los efectos adversos que le produzca la medicación, ya que el médico la modificará y/o adecuará la dosis según sus necesidades.

Entre los efectos adversos más frecuentes destacan los que afectan al sistema nervioso y muscular (extrapiramidales), que incluyen: alteraciones del control del tono muscular (distonía), imposibilidad de mantenerse quieto o sentado (acatisia), temblores (Parkinson), rigidez y debilidad muscular, etc. Otros efectos adversos musculares son los movimientos incontrolables de la boca y la cara (disquinesia tardía).

Otro grupo de efectos son: sedación; aumento de peso; efectos antiadrenérgicos como sequedad de boca, visión borrosa, estreñimiento, taquicardia o retención de orina; efectos anticolinérgicos como deterioro de la memoria y de la cognición, confusión, delirio, somnolencia y alucinaciones; galactorrea (salida espontánea de leche de los pezones), disfunciones sexuales, trastorno del ciclo menstrual (oligomenorrea), etc.

La investigación ha demostrado que todos los antipsicóticos de segunda generación o atípicos causan menos efectos adversos extrapiramidales que los de primera generación o convencionales.

Mantenerse en Tratamiento

El tratamiento sólo puede funcionar si se cumple como se recomienda. Es común que las personas con esquizofrenia encuentren difícil seguir el tratamiento. Como resultado, el 74% de las personas con esquizofrenia abandona el tratamiento farmacológico en tan sólo 1 año y medio.

Interrumpir o tomar de modo irregular el tratamiento farmacológico aumenta el riesgo de sufrir recaídas. La mayoría de los pacientes (8 de cada 10) presentará una recaída de la enfermedad entre los 6 meses y 2 años tras abandonar la mediación antipsicótica.

Las consecuencias de las recaídas en la esquizofrenia pueden ser bastante serias: falta de independencia, pérdida de control, perdida de capacidades, entre otras. Además, las recaídas sucesivas suelen ser cada vez más graves y precisan más tiempo para su mejoría.


Es por esto que, en los últimos años, los nuevos enfoques científicos se han centrado en el desarrollo de formas de acción más prolongada para los antipsicóticos atípicos. El objetivo consiste en lograr que el tratamiento sea fácil de seguir y más cómodo para los pacientes.

¿Es Necesaria otra Medicación?

El médico responsable puede considerar conveniente recetar otros medicamentos que ayuden, junto con los antipsicóticos, a reducir los síntomas de la esquizofrenia. Por ejemplo, estabilizadores del estado de ánimo (como el litio), ansiolíticos (como las benzodiacepinas), antidepresivos o medicamentos que reducen los efectos adversos de los antipsicóticos (como la medicación antiparkinsoniana, anticolinérgicos, etc.).

¿Cuánto Tiempo es Necesario Tomar la Medicación?

Para que en una crisis el antipsicótico haga efecto suele ser necesario que transcurran entre dos semanas y dos meses. Después, una vez superada la crisis, se reduce la dosis progresivamente hasta conseguir la dosificación adecuada.

Debido al riesgo de recaída rápida después de una crisis, es recomendable no suprimir o reducir prematuramente la medicación. Habrá que acordar con el médico la duración del uso de la medicación que, frente a una primera crisis, normalmente será de uno a dos años. En caso de recaída, se precisarán de dos a cinco años de medicación. Y, aquellos que tienen múltiples episodios, la necesitarán de manera continuada. Sin embargo, el tratamiento y sus dosis deben adaptarse a cada persona.

El Apoyo a Personas Afectadas de Esquizofrenia

Las familias o las personas con quien se relacionan los afectados de esquizofrenia son uno de los grandes apoyos para afrontar el trastorno. Es importante la inclusión de estas personas en el tratamiento, ya que pueden ser de gran ayuda para identificar los primeros síntomas en las recaídas, en el acceso y seguimiento del tratamiento o en el apoyo al retorno a las actividades de la vida diaria. Hay que tener en cuenta la opinión de la persona que padece el trastorno sobre cómo se incluye a la familia en el tratamiento.

La intervención familiar, como tratamiento, puede ser de gran ayuda para los familiares o las personas que conviven con los afectados, proporcionando información sobre la esquizofrenia, asesorando sobre los síntomas de ésta, ayudando a disminuir el estrés familiar y mejorando su comunicación. Aportaciones que, sin duda, contribuyen a la recuperación de las personas que padecen de esquizofrenia.

Momentos de Dificultad en la Vida de las Personas Afectadas por este Trastorno

En diferentes momentos de la vida pueden aparecer dificultades relacionadas con el hecho de afrontar los efectos del trastorno o de los problemas de la vida: conflicto en las relaciones o aislamiento, dificultades en los estudios o trabajo, etc. que pueden provocar depresión, ansiedad, abuso de tóxicos, ideas de muerte… Es importante recurrir a los profesionales de referencia para buscar estrategias que ayuden a afrontar y resolver estas dificultades, y evitar las complicaciones derivadas de prolongar situaciones de sufrimiento.

¿Dónde se Realiza el Tratamiento?

Las personas que padecen esquizofrenia han de ser atendidas en el entorno menos restrictivo posible. Hay disponibles diferentes ámbitos (lugares) de tratamiento:
  • Tratamiento ambulatorio (centro de salud mental y servicio de rehabilitación).
  • Modalidades de atención y seguimiento intensivo en la comunidad.
  • Hospitalización parcial (hospital de día).
  • Hospitalización total: unidades de agudos y de subagudos.
La elección de un ámbito u otro de tratamiento depende fundamentalmente de la gravedad, persistencia de los síntomas, y de la capacidad de contención y apoyo que puede ofrecer el entorno. Asimismo, es importante tener en consideración la opinión de la persona afectada y su familia en este aspecto.

Afrontar la Esquizofrenia

Entre las recomendaciones que se han ido recogiendo en esta guía y que pueden ser de utilidad para afrontar la esquizofrenia destacaremos las siguientes:
  • Estar informado sobre el trastorno y su tratamiento.
  • Detectar los primeros síntomas de aviso y dirigirse al profesional de referencia.
  • Construir una relación de confianza con el equipo de profesionales implicados en el tratamiento, para que se pueda recibir la ayuda necesaria.
  • Participar con el médico en las decisiones para encontrar el tratamiento óptimo para cada caso.
  • Mantener el tratamiento médico prescrito y combinar éste con las terapias psicosociales indicadas por el especialista.
  • Ajustar las diferentes intervenciones (psicoeducación, terapia cognitiva conductual o grupal, rehabilitación cognitiva, etc.) según la evolución del trastorno y las necesidades individuales.  Facilitar educación sanitaria para las familias de las personas que padecen esquizofrenia e incluir su colaboración en el tratamiento.
  • Mantenerse en buen estado de salud (procurar hacer una dieta equilibrada y ejercicio, descansar, evitar el uso de drogas, etc.) y en un entorno favorable y de apoyo.
  • Trabajar en la integración del trastorno como un aspecto más de la identidad de la persona.
Vivir con Esquizofrenia hoy en Día

En el pasado, la visión sobre la esquizofrenia era muy limitada y se consideraba que las personas estaban incapacitadas cuando padecían la enfermedad. Es necesario cumplir con una serie de cuidados que van a garantizar la estabilidad y buen pronóstico de la esquizofrenia.

La perspectiva ha cambiado porque se sabe que la mayoría de los pacientes hoy en día pueden llevar una vida relativamente normal siempre que cumplan bien la medicación y lleven hábitos de vida saludables.

La ciencia ha ido evolucionando a lo largo de los años y actualmente ofrece opciones terapéuticas eficaces que pueden controlar bien los síntomas, producir menos efectos secundarios y además presentar una administración espaciada en el tiempo, interfiriendo lo mínimo posible con la vida de la persona que padece la enfermedad. Realizar un buen cumplimiento de la medicación, seguir las terapias rehabilitadoras, cumplir unos hábitos saludables evitando el consumo de tóxicos y realizar una actividad social y familiar diaria son las bases para poder convivir con la enfermedad sin que repercuta en el día a día.

¿Y el futuro?

El futuro es esperanzador. Cuanta más información se tenga sobre las causas del trastorno y a medida que se desarrollen tratamientos más eficaces, mejor atención podrá ofrecerse a las personas que padecen esquizofrenia para que lleven una vida más independiente y de mayor calidad.

Estigma Social

Las personas diagnosticadas de una enfermedad mental grave muchas veces sufren el estigma y discriminación por parte de la sociedad, lo que unido a las características intrínsecas de su propia enfermedad puede dificultar su desarrollo personal. Los pacientes que cuentan con el apoyo y tolerancia de familiares, amigos y las personas que le rodean, consiguen reinsertarse mejor a la vida familiar y laboral.

Entre todos tenemos la oportunidad de informarnos y actuar, para ayudar a borrar el estigma y la discriminación en la enfermedad mental.

martes, 21 de abril de 2015

El Asco

Breve consideración.

En psicología se ha establecido que hay seis emociones básicas: el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa y el asco. Todas ellas son buenas y positivas para el ser humano, pero tienen una parte adaptativa y una desadaptativa, lo que las convierte en útiles o no útiles. Asco es la denominación de la emoción de fuerte desagrado y disgusto hacia sustancias, objetos, personas, animales e incluso situaciones. Algunos sostienen que el origen de la emoción radica en una reacción defensiva contra determinadas sustancias incomestibles, por lo que nuestro cuerpo reacciona con rechazo. Al sentir que algo o alguien puede ser dañino para nosotros, reaccionamos alejándonos de dicha persona o cosa.
Otra línea de razonamiento, más inspirada por el psicoanálisis, plantea que el asco tiene relación con nuestro origen animal. El asco nos impulsaría a alejarnos de todo aquello que amenaza nuestro estado de civilización y nos podría retornar a nuestro estado anterior de animalidad irracional.

Finalmente, algunos datos recientes indican que la sensibilidad al asco interfiere con el placer sexual y parece estar implicada en varias disfunciones sexuales relacionadas con el deseo sexual  y la represión, la excitación sexual y la aversión al sexo y el vaginismo. Es posible también que las implicaciones del asco no se reduzcan al campo de la psicopatología y la psicología clínica, sino también a otros ámbitos de la psicología.

También el asco, como cualquier otra emoción, es un fenómeno social, cultural y lingüístico. A lo que se puede añadir entonces fácilmente el interés por el lenguaje del asco: quién, cómo, cuando y qué se dice sobre el asco. Se puede añadir también el interés por su carga simbólica, por sus contextos de invocación. Efectivamente el asco es una emoción básica, pero no por biológica y universal, sino porque es la emoción que paradigmáticamente nos muestra las fronteras del orden social y algunos de los mecanismos de control que practicamos para mantenerlo.

La cuestión es que el asco remite al rechazo de un objeto en la dirección de la cosa, es decir es el simbolismo del rechazo de un objeto o situación desencadenante de una emoción. Situada en los diques de la represión en lo infantil como la vergüenza y la moral. Esto no es casual, ya que es el concepto de pulsión el que otorga a estos fenómenos su peculiar estatuto. Desde esta perspectiva, el asco comienza a recortarse más claramente como “uno de los poderes que han producido la restricción de la meta sexual” (Freud, 1905: 138).  El asco se conecta también con los diversos componentes de la pulsión sexual y con otras modalidades de la resistencia ante el poder de la libido.

El Asco tiene una finalidad funcional, potenciar los hábitos saludables, higiénicos y adaptativos. 

Nos encontramos ante una nueva frontera que afecta a la psicología clínica y de la salud y a otros campos de la psicología. Es posible que muchos trastornos de ansiedad tengan más relación con reacciones de asco que con las propias reacciones de ansiedad o miedo. Algo similar podría ocurrir con otros trastornos mentales. Si esto es así, es necesario modificar muchos de los presupuestos aceptados actualmente tanto para la psicopatología como para el tratamiento de un amplio rango de trastornos mentales, como el definir el asco patológico y su compromiso en la psicopatología. Así mismo, esto implica que los tratamientos de muchos trastornos podrían beneficiarse incluyendo en los protocolos componentes dirigidos a corregir las respuestas de asco.