martes, 19 de abril de 2022

Maltrato Psicológico al Hombre

Todos nosotros estamos familiarizados con lo que es la violencia de género, entendida como el maltrato de un hombre hacia una mujer, pero existe un tipo de violencia que constituye una realidad silenciada de la que se habla bastante poco y es el maltrato que reciben los hombres por parte de las mujeres. 

Los hombres se enfrentan a muchísimos obstáculos, ya que a la hora de denunciar no tienen acceso a los mismos recursos que tiene la mujer, no son tomados en cuenta de la misma manera y muchas veces se subestima su realidad. Razón por la cual también muchos hombres prefieren no hablar de lo ocurrido cuando se enfrentan a este tipo de casos.

Este es un tema grave y poco tratado y es muy importante tomarlo con la seriedad que amerita, por esta razón, en este artículo hablaremos del maltrato psicológico al hombre, cuáles son sus causas, síntomas, consecuencias y cómo se puede salir de ahí.

Cuando hablamos de violencia de género, lo primero que pensamos es que un hombre está agrediendo a una mujer y esto es porque al menos en España, por ley, el término violencia de género se utiliza exclusivamente para víctimas mujeres. Los hombres agredidos entran en la categoría de violencia doméstica, que es una categoría diferente y supone una pena menor.

¿Por qué ocurre esta diferenciación? Primero es importante aclarar que la violencia se define como: un comportamiento que provoca daño físico o psicológico a otro ser y puede ser de tipo; físico, psicológico o emocional. Está incluido acá el abuso psíquico y sexual.

El caso de la violencia doméstica dirigida hacia los hombres suele ser más del tipo de violencia psicológica o emocional, y en este sentido el daño no es tan palpable y visible como el anterior. Este hecho no es menor y el problema mayor es que aún desconocemos el impacto que puede tener en nosotros el daño psicológico y muchas veces incluso normalizamos conductas que no están del todo bien, porque las hemos padecido en nuestra infancia. Con esto quiero decir que no existe mucho conocimiento de lo que es el daño psicológico, de las actitudes que lo componen, de sus consecuencias y de que se debe hacer al respecto ante una situación como esta.

Causas del maltrato psicológico al hombre

Existen diferentes razones que pueden explicar por qué un hombre podría padecer y quedarse en una dinámica de maltrato. Aparecen diferentes causas de por qué no deja a su mujer:

  • La indefensión aprendida, teoría planteada en 1974 por Seligman quien plantea que cuando los organismos son sometidos a situaciones de incontrolabilidad muestran una serie de déficit del tipo motivacional, cognitivo, fisiológico y emocional. Cuando ocurre maltrato en la pareja, detrás del maltrato hay un profundo desgaste psicológico y la víctima aprende a vivir con miedo creyendo que le será imposible producir un cambio. Aquí puedes ver más sobre la Teoría de la indefensión aprendida de Seligman.
  • El síndrome de Estocolmo, producto de un estado disociativo la víctima niega la fase violenta del agresor, a la vez que sobrevalora su lado amable, subestimando sus necesidades y volviéndose hiper-reactiva ante las necesidades del agresor. En este artículo hablamos en profundidad sobre el síndrome de Estocolmo.
  • Por temor a dejar a sus hijos con una mujer irresponsable y maltratante, adopta una actitud sobreprotectora.
  • Por miedo a perder sus hijos. El hombre está en desventaja en términos legales para la obtención de la custodia y muchas veces cuando existe agresión psicológica la mujer tiende a manipular con los niños.
  • Vergüenza a asumir lo ocurrido ante el mundo, miedo a la burla o al que dirán.
  • Falta de apoyo de familiares, amigos o autoridades.
  • Negación. Puede haber una tendencia a negar lo que ocurre o a minimizar los hechos.

Síntomas del maltrato psicológico en hombres

Puede resultar muy difícil identificar las conductas de abuso y lamentablemente caer en un abuso camuflado o normalizado. Es por eso que vamos a explicarte a continuación, de manera detallada, cuáles son síntomas típicos de un abuso psicológico o emocional, para que así lo puedas identificar, reconocer y hacerte cargo a tiempo.

Por tanto, los síntomas del maltrato psicológico en hombres son:

  • Desvalorización: aquí encontramos la ridiculización, las descalificaciones, las trivializaciones, las oposiciones y el desprecio.
  • Hostilidad: tipos de conductas hostiles serían los reproches, los insultos y las amenazas.
  • Indiferencia: falta de empatía y apoyo, monopolización...
  • Intimidación: juzgar, criticar y corregir, posturas y gestos amenazantes, conductas destructivas...
  • Imposición de conductas: órdenes, desviaciones, insistencia abusiva, invasiones en la privacidad, sabotajes...
  • Culpabilización: acusaciones, gaslighting, negación...
  • Bondad aparente: manipulación de la realidad.

Además de lo anterior, sería bueno clasificar algunos síntomas de abuso como en estos dos tipos:

  1. Mecanismos de abuso encubiertos: donde podríamos encontrar las descalificaciones, negaciones, proyecciones, acusaciones, desmentir el abuso, connotar negativamente, amenazas de abandono físico o emocional, abandonar física o emocionalmente.
  2. Mecanismos de abuso manifiestos: gritos, desprecios, insultos, malas palabras, ordenes, critica, mal humor, negar y retener afecto, ignorar, aislar a la víctima de la familia y amigos, monitorear los tiempos del otro, restringir recursos del otro, tirar objetos, golpear, dar portazos, etc.

Consecuencias del maltrato psicológico en hombres

El maltrato psicológico es sumamente dañino, ya que no vemos sus efectos hasta tiempo después, cuando ya nos ha generado un daño importante. Algunas de las consecuencias que pueden desencadenarse del maltrato psicológico o emocional son:

  • Ansiedad y estrés
  • Depresión
  • Sentimientos de culpa
  • Baja autoestima
  • Irritabilidad
  • Sensación de vació y sentimientos de soledad
  • Alteraciones del sueño
  • Agresividad
  • Dificultades en las relaciones interpersonales
  • Retraimiento
  • Somatización

Cómo salir del maltrato siendo hombre

Este punto resulta clave una vez que un hombre ha identificado que está siendo víctima de un maltrato lo más probable es que conecte con muchas emociones y con la sensación de confusión y de no saber qué medidas tomas, qué hacer, a quien recurrir o cómo salir de esa situación de maltrato.

  1. Mantener la calma. Lo primero que te aconsejamos es que mantengas la calma y sé que esto es mucho pedir, porque generalmente la persona que ha llegado a este punto ya esta muy sobrepasada y afectada. Pero es importante que respires hondo, pienses las cosas fríamente en lo posible y evites ser impulsivo o actuar en respuesta a las agresiones para que luego no te vayas a arrepentir.
  2. Salir del lugar. Cuando sientas que el ambiente se pone muy agresivo y que te puedes enganchar con la violencia y responder igual, respira hondo y trata de salir de ese lugar y reincorporarte cuando te hayas calmado.
  3. Dejar de tener contacto. Para salir de la situación de maltrato es necesario romper con la dinámica que se genera con el maltratador y para eso es necesario dejar de tener contacto, al menos en una fase inicial y eso no es tarea fácil ya que se encuentran involucradas muchas cosas que hacen que la persona víctima de esta situación se mantenga ahí y perpetúe la situación de maltrato.
  4. Pedir ayuda. Lo más aconsejado es que pidas ayuda. Para ello, el gobierno español en conjunto con el ministerio de la igualdad prestan un servicio telefónico de asesoría y ayuda a las personas agredidas. Si te sientes confuso, perdido y no sabes qué hacer, puedes llamar y contarles lo que te ocurre para que despejes las dudas y sepas qué puedes hacer a continuación
  5. Hablar con una persona de confianza. Intenta contarle a un amigo o familiar de confianza de lo que te ocurre y, si esa posibilidad no la percibes como viable, contacta a algún terapeuta o psiquiatra para que tengas a alguien con quien descargar y que te ayude a pensar las cosas fríamente, a tomar las mejores decisiones, a conseguir las herramientas que necesitas para dejar esa situación o a identificar qué es lo que te retiene en esa dinámica.

Cómo ayudar a un hombre maltratado

La persona agredida se encuentra tan invadida por sus emociones y presa de ellas, que probablemente le costará tomar las riendas del asunto. Si eres alguien externo y estás viendo que tu amigo, familiar o conocido está sufriendo maltrato psicológico, físico o emocional, te recomendamos lo siguiente para ayudarle

Contactar al servicio de ayuda.

  1. Pedir asesoría jurídica con un abogado experto en maltrato a hombres, que te asesorará y aclarará las dudas en términos prácticos y de forma realista
  2. Contactar a un psicólogo o psiquiatra experto en maltratos, quien servirá para ayudar, contener, identificar claramente el problema y las cosas que lo retienen ahí, proveer herramientas necesarias para salir de ahí, solicitará ayuda para el afectado en caso de ser necesario, podrá emitir un informe posterior que registre los daños psicológicos generados hasta el momento y le ayudará a superar la situación.
  3. Escúchale y contenle. Evita emitir juicios o reproches. Lo que menos necesita una persona maltratada es cualquier otra situación que lo haga sentir maltratado o expuesto. Lo que más necesita es cariño, contención, apoyo incondicional y alguien que lo ayude a ordenar sus pensamientos para actuar y salir de su situación.

En este artículo hablamos de cómo ayudar a una persona maltratada.


 Fuente: Psicología-Online

miércoles, 6 de abril de 2022

Evolución y Desarrollo de la Depresión

La duración de un episodio depresivo puede variar desde varias semanas a varios meses o incluso años. La mayoría de las personas suelen estar completamente bien entre 4 y 6 meses. Sin tratamiento puede durar semanas, meses e incluso años.

Lo habitual, es la desaparición de todos los síntomas con el tratamiento, aunque existe el riesgo de desarrollar otro episodio depresivo después de la recuperación total. Las recaídas son más frecuentes en personas cuyos síntomas no desaparecen del todo entre episodios. Sin embargo cuando la persona está recibiendo tratamiento y realiza un seguimiento adecuado, el riesgo de que los síntomas y el sufrimiento vuelvan a aparecer se reduce notablemente. De ahí el interés en la atención temprana de la enfermedad así como en mantener el tratamiento todo el tiempo necesario (como mínimo varios meses después de la mejoría).

Para la mejoría es importante que sigas las recomendaciones de los profesionales acerca de los tratamientos (farmacológicos, psicoterapéuticos, e indicaciones varias).

En algunos casos, los síntomas pueden mantenerse durante más tiempo, pese al tratamiento, en este caso hablamos de depresión resistente. La depresión no puede ser contemplada como un episodio de enfermedad aislado, sino como una enfermedad crónica, que incapacita en los episodios intercurrentes. Además cuantos más episodios se padezcan mayor es la probabilidad de presentar otros episodios depresivos.

En algunos casos, la depresión puede instalarse en el tiempo y puede durar varios años; es lo que conocemos como depresión crónica. Si hay menos síntomas y éstos son menos intensos se le denomina distimia. Las personas que padecen distimia refieren que siempre o la mayor parte del tiempo están tristes.

Los síntomas más frecuentes son: una disminución del interés y el placer, causando malestar e interferencia en la vida cotidiana, sentimientos de rendir poco, de impotencia, de culpa o rumiaciones sobre el pasado, irritabilidad o enfados frecuentes.

Una persona que sufre distimia puede tender a aislarse, a retirarse de las actividades sociales; en el trabajo puede presentar una disminución de la actividad, de la eficacia y de la productividad. Con los años, este trastorno se convierte en parte integrante de su vida o su personalidad.

La persona dice: “siempre he sido así” o “yo soy así”.  Los profesionales sanitarios y familiares también corren el riesgo de ser víctimas de esta confusión entre el funcionamiento normal y la distimia. Esta enfermedad a menudo comienza de manera discreta y en una edad temprana (infancia, adolescencia o inicio de la edad adulta). Si no se trata adecuadamente, se corre el riesgo de que se vaya agravando con la edad. 

El tratamiento de la depresión debe ser integral y abarcar todas las intervenciones psicoterapéuticas, psicosociales y farmacológicas que puedan mejorar el bienestar y la capacidad funcional. Se realiza siguiendo un modelo de atención escalonada y de colaboración entre atención primaria y salud mental, de forma que las intervenciones y el tratamiento se intensifique según el estado y la evolución del paciente.

Las terapias psicológicas más empleadas por su carácter específico son la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la psicoterapia interpersonal (TIP).

lunes, 28 de marzo de 2022

Fetichismos y Parafilias Sexuales Más Extraños

En la búsqueda del placer y el bienestar que otorga el sexo las diferencias imperan, cada persona tiene un universo en su cuerpo y llegar al éxtasis o a la meta estimulación consiste en rutas igualmente diversas. Desde beber sangre, pasando por disfrazarse como tiernos animales, hasta usar pañales, todo es posible en el mundo del fetichismo.

Los fetiches sexuales más comunes van desde la dominación, sadomasoquismo, hasta el voyerismo.

Fetiches y parafilias que tienen cierta recurrencia en el espectro sexual:

Ursusagalamatofilia: A algunas personas les gusta vestir de felpa o hasta de botargas y buscar otras personas similares para copular.
Parcialismo: A algunas personas les excita una parte del cuerpo específica, por ejemplo el pie de una mujer con tacones. Incluso existen sitios dedicados en su totalidad a estas fascinaciones, por ejemplo, a chicas en tacones apoyando sus piernas sobre un auto y especialmente los pedales, conocidas como gas pedal honeys. Esta fragmentación del deseo hace que algunas personas lleven esto al extremo y durante el sexo busquen copular solamente con un pie o con una mano.
Agalmatofilia: La atracción por maniquíes es bastante común, esto incluye también la excitación erótica generada por estatuas y por la inmovilidad. Muchas personas no sólo contemplan a los maniquíes cuyos cuerpos torneados se muestran en las tiendas de ropa, algunos incluso los roban para tener sexo con ellos.
FormicofiliaEste es el placer sexual derivado de tener insectos arrastrándose por el cuerpo, especialmente en los genitales. Se cree que esta parafilia se ha desarrollado especialmente entre personas cuyos hogares son infestados por insectos y, por el divino azar, experimentan durante la cópula la participación de algún insecto que incrementa el placer. Aunque claro que hay personas que simplemente gustan de llevar voluntariamente insectos a la cama y usarlos estratégicamente en zonas erógenas.
DacrofiliaHace poco se reveló en un estudio que las lágrimas inhiben el deseo sexual, no obstante se sabe de numerosas personas que hacen llorar a su pareja para poder excitarse. Hay muchas personas que incrementan su excitación al lamer, untarse o hasta beber lágrimas. No es extraño que las emociones extremas se acrisolen en el sexo, y pasar del llanto al orgasmo no es algo tan raro, pero existen personas que buscan propiciar las lágrimas por cualquier motivo para llegar excitarse, lo que puede derivar en violencia. Esta parafilia está relacionada el placer que se obtiene por lamer los ojos de una persona, el oculolinctus.
Acrotomofilia: Algunas personas se excitan con miembros amputados, ya sea con su ausencia o con su prótesis.
Mecanofilia: Como resultado de la sexualización de las máquinas, particularmente de los autos, que se ha generado en la publicidad, existen personas que no sólo se ven excitadas por las máquinas, es uno de los fetiches que más en común tiene con la llegada de los robots sexuales y demás máquinas de uso erótico.
Simorofilia: El placer sexual que genera montar accidentes o desastres, como un choque automovilístico. Cercano al placer que se obtiene de las cicatrices y de tener sexo en un paisaje destrozado. Esto también comprende la fascinación por copular en un desastre natural, tener sexo en un huracán, tsunami, incendio, etc. y la máxima  dádiva de la simorofilia: copular durante el fin del mundo, el coito apocalíptico.
Hierofilia: Es la excitación sexual derivada por los objetos religiosos. Esto se asocia con la devoción religiosa llevada a su literalidad, llevan esto a un extremo y disfrutan usar cruces, Biblias u otros objetos en el acto sexual. Otras simplemente eligen masturbarse con imágenes o figuras religiosas. Esta “hereje” parafilia es una consecuencia de la misma represión sexual que la religión ha implantado históricamente.
Arachibutyrophilia: Este es el extraño fetiche por embadurnar a una persona alérgica a la crema de maní con esta sustancia y copular, en un melangerie, con ella y otra persona, viendo cómo su cuerpo se trastorna. El placer es doble: la crema de maní en los cuerpos y el pasmo criptozoológico de su mutación provocada por el alergénico.
Salirofilia: Se excitan con la suciedad y desechos humanos.
Hibristofilia: Las mujeres con hibristofilia se sienten atraídas por criminales de toda calaña, incluso por aquellos encerrados por crímenes horribles. En casos leves, a la mujer le gustan los “chicos malos”, no necesariamente delincuentes.
Hematofilia o hematolagnia: Consiste en involucrar, usar o incluso tomar sangre durante las relaciones sexuales, o tener pensamientos eróticos sobre la sangre.
Claustrofilia: La excitación que se logra en espacios extremadamente pequeños. Otra fijación que es más común de lo que cree. Los baños están entre los espacios favoritos de los clautrofílicos.
Odaxelagnia: ¿Te gusta morder a tu pareja? ¿Te excita ser mordido? Si contestaste sí a una de las preguntas, es posible que pertenezcas a este club.
Autoandrofilia: Consiste en que la mujer se excita al vestirse como hombre o fantasear que es un hombre durante los preliminares y el acto sexual. Puede darse en mujeres heterosexuales y homosexuales.
Somnofilia: Hay muchas personas a las que les gusta ver o tocar a sus parejas cuando están dormidas.
Macrofilia: Las personas disfrutan al ser dominadas sexualmente por personas de estatura más grande.
Asphyxiofilia: Cortar el paso del oxígeno al cerebro para obtener placer sexual.
Dendrofilia: Atracción sexual hacia los árboles y plantas.
Necrofilia: Excitación sexual provocada por la contemplación, el contacto, la mutilación o la evocación mental de un cadáver.
Fursuiting: Es la excitante idea de buscar la dominación o el ser dominado en pareja.
Agorafilia: Consiste en excitarse por tener sexo en lugares públicos. Quienes tiene este fetiche disfrutan al máximo saber que al estar intimando pueden ser descubiertos.
Autonepilofilia: Se refiere a aquellos que gusta de actuar de modo infantil al grado de que los pañales son obligatorios para lograr la excitación.
Plushofilia: Preferencia por tener sexo con animales de peluche. Las personas que la padecen se masturban con peluches o tienen relaciones con otras personas disfrazadas.
Vorarefília: El obtener placer de la idea (o cuando menos esperamos que sea la idea) de comerse, ser comido u observar mientras se comen a una persona.
Tecnosexualismo: Padecen de esta parafilia las personas que ansían tener sexo con robots.
Burusera: Se le llama así cuando los hombres se excitan con la ropa interior usada de mujeres jóvenes.
Retifismo: Atracción fetichista por los zapatos.
Nasofilia: El sentir excitación sexual por las narices.
Tricofilia: Obtener placer sexual del cabello ya sea propio o ajeno. Puede ser la textura, el olor o el tipo de corte.
Coprofilia: La excitación sexual producida por las heces. Consiste en la atracción por oler, saborear, tocar o ver el acto de defecar como un medio de excitación sexual y placer.
Alorgasmia: Fantasear durante el acto sexual con otra persona que no sea la pareja.
Candalagnia: Excitación sexual al ver a la pareja teniendo sexo con otra persona. Para los triolistas, tres no son multitud, ya que lo que es considerado como su trastorno en el comportamiento sexual, consta del placer de ver a sus parejas tener relaciones sexuales con otras personas.
Capnolagnia: Excitación por fumadores.
Hirsutofilia: Atracción por el vello.
Menstruofilia: Atracción sexual por mujeres menstruando.
Oseofilia: Excitación sexual por los huesos de otra persona.
Pedofilia: Atracción hacia personas menores de edad.
Zoofilia: Atracción sexual hacia animales. La cinofilia es la excitación al tener relaciones sexuales con perros.
Espectrofilia: Necesidad de tener sexo con fantasmas.
Amomaxia: Excitación sólo al realizar una relación sexual dentro de un automóvil estacionado.
Autoungulafilia: Conseguir placer rascándose sus propios genitales y olerse los dedos.
Balloning: Placer sexual que se obtiene sólo al ver mujeres inflando globos, explotándolos, montándolos, estirándolos y jugando con ellos.
Cremastisofilia: El gozo sexual cuando le roban a uno.
Flatofilia: Excitación proveniente al oler los gases intestinales propios o de la pareja. La eproctofilia es el fetichismo por los gases.
Keraunofilia: Placer sexual por los rayos y truenos.
Gerontofilia: Atracción por personas muy viejas.
Ipsofilia: Excitarse sólo pensando en uno mismo. No es lo mismo que masturbación, donde el objeto sexual puede ser una persona presente, una fotografía o una fantasía.
Lactafilia: Excitación por los pechos con leche de las embarazadas.
Misofilia: Atracción sexual por la ropa sucia.
Agrexofilia: Excitación producida por el hecho de que la actividad sexual sea oída por otras personas.
Alopelia: Excitación al ver a otros teniendo una relación sexual.
Emetofilia: Se trata del placer sexual ante la exposición de los vómitos. Así es, en lo que mejor se conoce como “ducha romana”, los emetofílicos encuentran el goce cuando les vomitan encima, revolcándose en los fluidos regurgitados de otras personas.
Apotemnofilia. Excitación por la idea de ser amputado.
Aracnofilia: Juego sexual con arañas.
Autagonistofilia: Crear situaciones en las que otras personas puedan verle desnudo por accidente. Por ejemplo, puede que le dé por dejar las cortinas abiertas y pasearse desnudo por la casa.
Axilismo: Masturbación dentro de la axila de la pareja.
Avisodomía: Relación sexual con aves.
Choreofilia: Excitación sexual al bailar.
Consuerofilia: Coserse zonas de la piel con aguja e hilo para obtener placer sexual.
Corefalismo: Excitación sexual sólo practicando sexo anal con niñas.
Criptoscopofilia: Excitación al contemplar la conducta (no necesariamente sexual) de otras personas en la privacidad de su hogar.
Dorafilia: Excitación sexual al tocar pieles animales, sintéticas o de cualquier otro tipo.
Ecdiosis: La excitación sólo se produce al desnudarse ante desconocidos.
Electrofilia: La excitación sólo e produce al usar suaves choques eléctricos durante la práctica sexual.
Enditofilia: La excitación sólo se produce al ver a la pareja vestida.
Erotofonofilia: Excitación al realizar llamadas telefónicas utilizando lenguaje erótico.
Estigmatofilia: Excitación ante tatuajes, agujereamientos (píercing) o cicatrices.
Falofilia: Atracción por los penes grandes.
Fratrilagnia: Atracción por las relaciones sexuales incestuosas. Excitación al imaginar el sexo con su hermano o hermana.
Frotismo: Consiste en frotar el pene  sobre cualquier superficie que provoque estimulación sexual.
Ginemimetofilia: La excitación sólo se producirá si la pareja es un travesti.
Grafolagnia, iconolagnia o pictofilia: El estímulo se produce sólo ante fotos o cuadros eróticos.
Gregomulcia: Excitación por ser manoseado por una persona desconocida en una multitud.
Hebefilia: Atracción por niñas púberes (etapa de la pubertad).
Hemotigolagnia: Atracción sexual por los tampones usados.
Higrofilia: Excitación producida por cualquier tipo de fluido corporal.
Homiliofilia: Excitación sexual producida por predicar una religión a una persona sencilla y fácil de convencer de cualquier cosa.
Jactitafilia: Excitación producida por el relato de las propias hazañas sexuales.
Knismolagnia: Consiste en iniciar una excitación cuando la otra persona te hace cosquillas.
Latronudia: Excitación por desnudarse ante el médico, generalmente fingiendo una dolencia.
Merintofilia: Excitación sexual provocada por estar atado.
Microgenitalismo: Excitación por los penes pequeños.
Nafefilia: Excitación por tocar o ser tocado.
Narratofilia: Excitación sexual sólo al escuchar narraciones eróticas.
Nosolagnia: Excitación proveniente de saber que la pareja tiene una enfermedad terminal.
Odofilia: Excitación producida por los viajes.
Ofidiofilia: Provocar estimulación sexual usando reptiles o también al practicar el acto sexual con los reptiles.
Partenofilia: Atracción sexual por las vírgenes.
Pediofilia: Atracción sexual por las muñecas.
Pigofilia: Excitación por el contacto con las nalgas.
Polyiterofilia: Personas que necesitan tener una serie de parejas sexuales consecutivas antes de conseguir el orgasmo.
Pungofilia: Necesidad de ser pinchado con el fin de obtener placer sexual.
Salirofilia: Excitación al ingerir la saliva de la pareja.
Sitofilia: Es la utilización de la comida con propósitos sexuales, como utilizar pepinos o filetes para masturbarse.
Tafefilia: Excitación proveniente de ser enterrado vivo.
Urofilia: La única excitación proviene de orinar o ser orinado por la pareja también conocida como lluvia dorada.
Xenofilia: La excitación sólo se produce ante parejas de distintos países
Etc….

No se sabe si la excitación sexual que generan los extraterrestres en ciertas personas sea un fetiche o no, pero es ciertamente una fuerte tendencia, con numerosas personas describiendo en Internet lujuriosas escenas de sexo cósmico en naves espaciales o en planeta lejanos.

La parafilia no debe de representar un problema en la medida que los involucrados estén de acuerdo y se realicen dentro de un marco de respeto al otro. En algunos casos adquiere niveles exagerados por lo que se tornan problemas de salud en vez de un modo de conseguir placer más allá de la cópula o las relaciones sexuales convencionales. Es en esas condiciones cuando se debe prestar atención a este tipo de comportamientos y obtener ayuda. 

El fetichismo sexual se considera una práctica inofensiva, salvo en el caso de que provoque malestar clínicamente significativo.

jueves, 24 de marzo de 2022

Trastorno de la Personalidad Dependiente

El trastorno de la personalidad dependiente se caracteriza fundamentalmente por la necesidad persistente y excesiva de recibir cuidados. Esto conlleva un comportamiento caracterizado por la sumisión y apego, además de un profundo temor al abandono y la consecuente ansiedad ante la separación.

Se caracteriza principalmente por una necesidad dominante y excesiva de ser cuidado, lo que conlleva un comportamiento sumiso y de apego exagerado, y miedo a la separación. Comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos (por ejemplo, trabajo, familia, ocio, etc.).

Sus características más importantes son las siguientes:

Temor a no saber cuidar de uno mismo

Este patrón comienza en la edad adulta y aparece en una variedad de contextos. La dependencia y los comportamientos sumisos están diseñados para obtener la prestación de cuidados. Estas personas tienen la firme creencia de que son incapaces de funcionar adecuadamente sin la ayuda de los demás. Las personas con trastorno de la personalidad dependiente tienen grandes dificultades para tomar decisiones cotidianas (por ejemplo, elegir el color de pantalones para ir a trabajar, llevar o no un paraguas por si llueve, etc.) sin una cantidad excesiva de consejos y la aprobación de los demás. Estos individuos tienden a ser pasivos y a permitir que otras personas tomen la iniciativa y asuman la responsabilidad de la mayoría de las grandes áreas de su vida. Se podría pensar que esto sólo les pasa a las personas de corta edad. Sin embargo, también les ocurre a los adultos.

Los adultos con trastorno de la personalidad dependiente, por lo general dependen de un padre o cónyuge que decide dónde deben vivir, qué tipo de trabajo deberían tener y con quién deberían tener amistad. Los adolescentes con este trastorno pueden permitir que sus padres decidan cómo deben vestirse, con quién deben relacionarse, cómo deben pasar su tiempo libre y qué carrera estudiar. Esta necesidad de que los demás asuman la responsabilidad supera lo que sería apropiado para su edad. También supera lo que sería apropiado para su necesidad de ayuda en las situaciones en las que sería adecuada la intervención de los demás. El trastorno de la personalidad dependiente se puede desarrollar en una persona que tiene una afección médica grave o una discapacidad. En estos casos la dificultad para asumir la responsabilidad debe superar lo que normalmente sería esperable para las personas con esa afección o discapacidad.

Temor a perder las relaciones con los demás

Debido a que las personas con trastorno de la personalidad dependiente temen perder el apoyo o la aprobación de los demás, a menudo tienen dificultades para expresar el desacuerdo con otras personas. Esto es así especialmente con aquellos de los que dependen. Estos individuos se sienten tan incapaces de funcionar solos que pueden mostrarse de acuerdo en cosas que creen que están mal. No arriesgan a perder la ayuda de aquellos en los que buscan orientación. Estas personas no muestran tampoco su enfado a las personas de las que reciben apoyo y cuidados por miedo a que se distancien de ellos. Si el individuo tiene una preocupación real con respecto a las consecuencias de expresar su desacuerdo, el comportamiento no debería considerarse como una evidencia de trastorno de la personalidad dependiente.

Dificultades para comenzar nuevos proyectos sin ayuda

Las personas con trastorno de la personalidad dependiente tienen dificultades para iniciar proyectos o para hacer las cosas de forma independiente. Les falta confianza en sí mismos y creen que necesitan ayuda para comenzar y llevar a cabo las tareas. Esperarán a que otras personas comiencen las cosas porque creen que los demás pueden hacerlas mejor. Estas personas están convencidas de que son incapaces de funcionar de manera independiente. Se muestran ineptos y con una necesidad constante de ayuda. Sin embargo, tienen tendencia a funcionar adecuadamente si se les da la seguridad de que alguien les supervisa y les da el visto bueno. Pueden tener miedo a parecer competentes: piensan que añadir una tributo de competencia a la imagen que proyectan les conducirá al abandono. A menudo no aprenden las habilidades para vivir de manera autónoma, perpetuando así la dependencia.

Capaces de todo por obtener cuidados

Las personas con trastorno de la personalidad dependiente pueden llegar a extremos exagerados para obtener el cuidado y el apoyo de los demás. Pueden incluso prestarse como voluntarios para tareas desagradables si dicho comportamiento les proporciona el cuidado que necesitan. Están dispuestos a prestarse para lo que los demás quieran, incluso aunque las peticiones no sean razonables. Su necesidad de mantener un vínculo importante ocasiona relaciones desequilibradas o distorsionadas. En este sentido, pueden sacrificarse a sí mismas de manera extraordinaria o tolerar el abuso verbal, físico o sexual. Se sienten incómodas o indefensas cuando están solas. Esto se debe a sus temores exagerados que les produce la idea de tener que cuidar de sí mismas. Las personas con trastorno de la personalidad dependiente “se pegarán” a las personas significativas solo para evitar estar solas, incluso aunque no estén interesadas o implicadas en lo que está sucediendo.

Encadenamiento de relaciones

Cuando finaliza una relación (por ejemplo, la muerte del cuidador, una ruptura de pareja, etc.), pueden buscar con urgencia otra relación que les proporcione la atención y el apoyo que necesitan. Su creencia de que son incapaces de funcionar si no cuentan con una relación estrecha motiva a estas personas a vincularse rápida e indiscriminadamente a otro individuo.

Preocupación por tener que cuidarse en soledad

Las personas con este trastorno se preocupan por la posibilidad de tener que cuidar de sí mismos. Se ven tan dependientes de los consejos y de la ayuda de los demás, que se preocupan por la posibilidad de que la otra persona los abandone aun cuando no haya razones que justifiquen tales temores. Estos temores tienen que ser excesivos y poco realistas. Por ejemplo, un hombre mayor con cáncer, que se muda a la casa de su hijo para que le cuide, está realizando un comportamiento dependiente que es apropiado, dadas las circunstancias de la vida de esta persona.

Características asociadas al trastorno de la personalidad dependiente

Las personas con trastorno de la personalidad dependiente a menudo se caracterizan por el pesimismo y la duda. Tienden a menospreciar sus capacidades y recursos, y pueden referirse constantemente a sí mismos como “inútiles”. Se toman las críticas y la desaprobación como prueba de su falta de valor y pierden la fe en sí mismos. Buscan la sobreprotección y la dominación de los demás. El rendimiento ocupacional se puede ver afectado cuando se requiere iniciativa y autonomía. Suelen evitar los puestos de responsabilidad y sienten ansiedad cuando se enfrentan a una toma de decisiones. Las relaciones sociales tienden a limitarse a las pocas personas con las que el individuo tiene dependencia. Existe un mayor riesgo de trastornos depresivos, trastornos de ansiedad y trastornos de adaptación. El trastorno de la personalidad dependiente a menudo se desarrolla junto con otros trastornos de la personalidad, especialmente el límite, el evitativo y el histriónico. Más adelante veremos sus diferencias. La afección física crónica o el trastorno de ansiedad por separación en la infancia o en la adolescencia predisponen al individuo a desarrollar este trastorno.

¿A quiénes afecta y qué causa el trastorno de la personalidad dependiente?

Las mujeres acuden más por este problema a las consultas de psicología aunque algunos estudios señalan que se da en la misma proporción en hombres que en mujeres. Por otro lado, hay una serie de factores que pueden contribuir a que se desarrolle este trastorno.

  1. Factores genéticos. Si alguien de tu familia ha tenido un trastorno parecido, ahí podría estar el origen.
  2. Factores psicobiológicos. Existe un desequilibrio neurológico entre los sistemas límbico y reticular.
  3. Factores psicosociales. Las personas dependientes buscan obtener relaciones protectoras. Tuvieron padres autoritarios y sobreprotectores.

¿Cómo podemos diferenciar el trastorno de la personalidad dependiente de otros trastornos de la personalidad?

Aunque muchos trastornos de la personalidad se caracterizan por presentar características dependientes, el trastorno de la personalidad dependiente se puede distinguir porque las personas que lo padecen se comportan de manera sumisa, reactiva y excesivamente apegada. Tanto el trastorno de la personalidad dependiente como el límite se caracterizan por el miedo al abandono. Sin embargo, la persona con trastorno de la personalidad límite reacciona ante el abandono (o la anticipación del mismo) con sentimientos de vacío emocional, rabia y exigencias. La persona con trastorno de la personalidad dependiente reacciona incrementando su apaciguamiento y sumisión, buscando con ansiedad y premura una relación que reemplace los cuidados y el apoyo.

El trastorno de la personalidad límite se distingue por un patrón típico de relaciones interpersonales inestables e intensas. Las personas con trastorno de la personalidad histriónica, como los dependientes, tienen una fuerte necesidad de seguridad y aprobación y pueden parecer infantiles y apegados. Sin embargo, a diferencia del trastorno de la personalidad dependiente, que se caracteriza por el comportamiento humilde y dócil, el trastorno de la personalidad histriónica exhibe demandas activas de atención.

Tanto el trastorno de la personalidad dependiente como el evitativo presentan sentimientos de ineptitud, hipersensibilidad a la crítica y la necesidad de seguridad. Sin embargo, los individuos con trastorno de la personalidad evitativa poseen un fuerte temor a la humillación y al rechazo. Esto es así hasta el punto de que se distancian hasta estar seguros de que serán aceptados. En contraste, las personas con trastorno de la personalidad dependiente despliegan un patrón de búsqueda y mantenimiento de vínculos importantes con los demás, en lugar de evitar y apartarse de las relaciones.

No todas las personas dependientes tienen un trastorno

Como decíamos al principio, seguro que conoces a alguien con estas características pero ¡ojo! eso no significa que sufran un trastorno de la personalidad dependiente. De hecho, muchas personas tienen rasgos de personalidad dependiente. Sólo cuando estos rasgos son inflexibles, desadaptativos y persistentes, y causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo, constituyen un trastorno de la personalidad dependiente.

Bibliografía:

Grossman, Seth & Millon, Carrie & Meagher, Sarah & Ramnath, Rowena (2001). Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Primera edición, segunda edición 2006. Barcelona: Ed. Masson & Elsevier.

American Psychiatry Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), 5ª Ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana.

martes, 15 de febrero de 2022

TEPT: Niños y Adolescentes

¿Qué es un trastorno de estrés postraumático? es una afección mental desencadenada por un trauma.

A un niño o adolescente se le puede diagnosticar un trastorno de estrés postraumático si ha experimentado un trauma y sus síntomas de estrés son graves y duran mucho tiempo después de que haya concluido el suceso traumático.

 La terapia puede ayudar a niños y adolescentes a recuperarse de un trastorno de estrés postraumático. A veces, tomar medicamentos también puede ayudar. Los niños que han vivido sucesos traumáticos también necesitan que sus padres u otros cuidadores les dediquen más tiempo, consuelo y apoyo.

¿Los traumas siempre causan trastornos de estrés postraumático?

No. Experimentar un trauma no siempre causa un trastorno de estrés postraumático. La mayoría de los niños y adolescentes que pasan traumas no desarrollan un trastorno de estrés postraumático. Pero la mayoría de ellos notan los efectos del trauma. El trastorno de estrés postraumático ocurre cuando el trauma supera la capacidad del niño de afrontarlo. Los niños y los adolescentes con trastorno de estrés postraumático necesitan más ayuda para avanzar en el proceso de afrontamiento.

¿Cuáles son los signos y los síntomas del trastorno de estrés postraumático?

  • La mayoría de los niños con trastorno de estrés postraumático:
  • Tendrán pensamientos recurrentes y muy desagradables sobre el trauma
  • Tendrán trastornos del sueño y/o pesadillas
  • Tendrán recuerdos recurrentes y muy desagradables sobre el suceso, llamados "flashbacks", como si el trauma les estuviera volviendo a ocurrir
  • Evitarán cualquier cosa que les recuerde al trauma
  • Se sobresaltarán, se asustarán y se pondrán ansiosos con más facilidad
  • Estarán irritables, malhumorados o enfadados y no disfrutarán de las cosas con las que solían disfrutar
  • No recordarán algunas partes de lo que les ocurrió

Los niños más pequeños es posible que muestren más conductas de miedo y de agresividad (haciendo regresiones a niveles previos del desarrollo). Y pueden expresar su trauma a través del juego.

Cuando síntomas como estos ocurren durante los primeros días a semanas posteriores al trauma, esto se conoce como una reacción de estrés agudo. Los médicos diagnostican los trastornos de estrés postraumático cuando los síntomas duran más de un mes.

¿Cómo se trata el trastorno de estrés postraumático?

El trastorno de estrés postraumático no suele desparecer por sí solo. Recibir ayuda y tratamiento es lo que puede marcar la diferencia. Los profesionales de la salud mental (como los psicólogos, los psiquiatras y los terapeutas titulados) que tengan experiencia en este trastorno son quienes lo pueden tratar.

El tratamiento del trastorno de estrés postraumático puede incluir terapia y/o medicamentos que ayudan a superar la ansiedad, los problemas relacionados con el estado de ánimo y los trastornos del sueño.

El tipo de terapia que se usa para tratar los trastornos de estrés postraumático es la terapia cognitivo conductual centrada en el trauma. Este tipo de terapia usa la palabra, junto con actividades de aprendizaje, guiadas por un profesional de la salud mental.

Con los niños más pequeños, la terapia para tratar los trastornos de estrés postraumático incluye hablar, jugar, dibujar y actividades sobre relatos o historietas. Uno de los progenitores u otro tipo de cuidador casi siempre está presente durante la sesión de terapia. Su apoyo y su consuelo desempeñan un papel muy importante para conseguir que su hijo se sienta seguro y avance en el proceso de afrontamiento del trauma.

Este tipo de terapia puede ayudar a cualquier niño que haya vivido un trauma, no solo a aquellos que tengan un trastorno de estrés postraumático. El hecho de que un niño reciba terapia poco tiempo después de tener el trauma, lo ayudará a afrontarlo mejor.

En los adolescentes, la terapia del trastorno de estrés postraumático suele incluir:

  • Actividades de procesamiento cognitivo: para ayudar en los pensamientos y los sentimientos relacionados con el trauma
  • Actividades de exposición prolongada: para ayudar a los adolescentes a aprender a afrontar con seguridad las cosas que evitan debido al trauma que han tenido
  • Terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR, por sus siglas en inglés): esta terapia cognitiva combinada con la dirección de los movimientos oculares ayuda a reducir la intensidad del dolor provocado por el trauma, porque ayuda al cerebro a reprocesar los recuerdos del trauma. Hay terapeutas especializados en este tipo de terapia.

¿Cómo ayuda la terapia?

La terapia del trauma ofrece a los niños la oportunidad de compartir sus sentimientos sintiéndose seguros, explicar lo que han vivido y recibir apoyo.

En la terapia, los niños aprenden habilidades de afrontamiento y de relajación que los ayudan a gestionar la ansiedad que sienten debido al trauma. Esto les facilita que puedan hablar sobre lo que han vivido. A través de la terapia, los niños aprenden a reformular algunos de sus pensamientos sobre el trauma. Aprenden a despojarse de la culpa y/o de la vergüenza sobre lo que vivieron. Poco a poco, van aprendiendo a afrontar las cosas que tendían a evitar. La terapia ayuda a los niños a ganar valentía y confianza en sí mismos. Los niños aprenden a usar sus puntos fuertes para afrontar las cosas.

¿Cómo pueden ayudar los padres?

Si su hijo ha tenido un trauma, aquí tiene algunas cosas que puede hacer usted:

  • Ayude a su hijo a sentirse seguro. Puede necesitar más tiempo, más apoyo, más consuelo y más atención durante un tiempo.
  • Ayude a su hijo a relajarse. Invítelo a hacer unas cuantas respiraciones profundas con usted. Inspiren mientras cuentan hasta 3. Expiren mientras cuentan hasta 5.
  • Hagan cosas los dos juntos con las que disfruten. Los traumas pueden hacer que sea más difícil sentir emociones positivas que ayudan a los niños a recargar pilas de forma natural. Jueguen, rían, disfruten de la naturaleza, pongan o toquen música, hagan manualidades o cocinen estando juntos. Estas actividades pueden reducir el estrés y favorecer la resiliencia de su hijo.
  • Trasmita tranquilidad a su hijo. Hágale saber que usted estará a su lado en todo momento. Dispuesto a ayudarlo.
  • Informe al médico sobre el trauma que ha experimentado su hijo. Pídale que le recomiende a un buen profesional de la salud mental (como un psiquiatra, un psicólogo o un terapeuta titulado, que esté especializado en la terapia de traumas).
  • Informe al profesor de su hijo que ha pasado por un trauma. Los niños con un trastorno de estrés postraumático pueden tener más problemas para concentrarse en las tareas escolares. Pida que le concedan a su hijo más ayuda o más tiempo para hacer las tareas escolares si lo necesita durante un tiempo.

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