jueves, 9 de febrero de 2023

21 Señales de Abuso Psicológico en una Relación

 Señales de abuso psicológico 


#1 Tienes miedo.

El comportamiento de tu pareja te asusta. Tienes miedo de pedirle o decirle algo porque no sabes cómo va a reaccionar. El miedo es una señal de abuso psicológico.

 #2 Interpretaciones negativas.

Tu pareja te dice constantemente todo lo que haces mal y todo lo que necesitarías mejorar. Pero en lugar de ayudarte, no hace más que señalar tus defectos y comportarse como si fueras una causa perdida a la que no puede echar una mano porque es demasiado débil.

 #3 Comparaciones dolorosas.

Tu pareja te compara constantemente con tus amigas diciéndote que son más guapas y exitosas o simplemente te dice que son mejores que tú.

 #4 Confusiones constantes.

Te grita muy a menudo. Y cuando intentas contestarle de vuelta o probar que estás en lo cierto, pueden incluso arrodillarse para conseguir tu perdón.

#5 Te acusan sin razón.

Te culpan por el comportamiento de un amigo, por cómo son los niños, por el divorcio de una amiga o por cualquier otra cosa.

#6 Celos posesivos.

Siempre tiene algo negativo que decir sobre tus amigos, especialmente si son del sexo contrario. Odia cuando tus amigos te llaman y a veces te pide que cuelgues el teléfono. No les gusta que tengas una vida social activa.

#7 Tu autoestima se resiente.

Te dice constantemente lo poco que vales y se enfada contigo porque  siempre buscas su aprobación. Pero cuando intentas hacer algo por tu cuenta, te reprocha que no serás capaz.

#8 Dos caras.

Su actitud y comportamiento te confunden. A veces, es extremadamente cariñoso o cariñosa. Pero otras veces son dañinos o dañinas. Es tarea imposible predecir cómo van a reaccionar. El abuso psicológico se esconde tras estas dos caras.

#9 Tienen un sádico o sádica interior.

Parece sentirse mejor cuando te critican o señalan tus defectos. Parecen más felices cuando cometes errores.

#10 La humillación.

Te humillan, especialmente cuando estás con amigos o gente que te admira. El abuso psicológico se manifiesta a través de la humillación.

#11 Grandes demandas.

Esperan de ti cosas irrazonables y te demandan grandes cosas mientras en secreto esperan que fracases para decirte «¡te lo dije!».

#12 Manipulación sexual.

Tu pareja te manipula para que realices actividades sexuales que no te gustan. A veces incluso diciendo «otras chicas/chicos lo hacen, ¿por qué tu no?»

#13 Grandes confesiones.

Tu pareja puede compartir sus problemas con los demás, pero cuando tu lo haces se enfada.

#14 Vuelve a todos en tu contra.

Y te hace sentir impotente. De esta manera nadie se pondrá de tu parte si algún día te revelas.

#15  El tratamiento del silencio.

Más conocido como que te «hacen el vacío». Una pareja que abusa de ti psicológicamente trabaja mano a mano con la culpa y puede castigarte con el silencio hasta que te disculpes por oponerte a su decisión.

#16 Abuso físico.

Algunas veces, tu pareja puede hacer uso del abuso físico tal vez sea un pellizcó, un bofetón o incluso una postura amenazante para asustarte cuando te opones a algo.

#17 Prohibido pensar.

Les apasiona tener el control total de la relación. Te manipularán poco a poco hasta que pierdas toda la confianza en tu juicio. Acabas creyendo que no eres capaz de tomar decisiones sin su consejo.

#18 Soledad y dependencia.

Pueden empezar diciéndote que no les gusta algún miembro de tu familia o tus amigos.  Luego te pedirán que dejes de ver a esa persona. Antes de que te des cuenta, tu pareja te ha aislado socialmente de cualquier persona que antes estaba cerca de ti. Y un día, abres los ojos, miras a tu alrededor y ves que si necesitas ayuda solo puedes acudir a tu pareja.

#19 Memorias emocionales.

Te recuerda en cada discusión todas esas veces que cometiste un error. Constantemente saca a relucir los fallos que has cometido.

#20 Tus logros no valen nada.

Tu pareja glorifica hasta el más pequeño de sus logros mientras los tuyos son minusvalorados.

#21 Negación.

Si se te ocurre apuntarle que cumple alguna de estas señales lo negará. Puede que incluso intenten convencerte de que lo hacen para ayudarte.

 “Cuando te quiero, te quiero independiente de mí, y no enamorado de mí, sino enamorado de la vida. no se puede caminar cuando se lleva a alguien agarrado”. Anthony de Mello.


Psicosalud

miércoles, 25 de enero de 2023

¿Cuándo Abandonan los Narcicista? El Descarte.

 ¿Cuándo abandona un narcisista?

Como mencionábamos, un narcisista tiene el constante temor de ser abandonado, por lo que es poco habitual que pongan fin a una relación. En el caso de que su pareja haya decidido ponerle fin, esta procura seguir manteniendo un vínculo, por lo que sigue llamando, escribiendo y procurando no perder el contacto.

Además, debido a la percepción que tienen de sí mismos, prefieren que les dejen con el fin de no romper dicha imagen que tienen y así proclamarse víctima y no culpable del fin de la relación. Es por ello que, aunque su pareja no les haya tratado de una forma adecuada y les haya dañado, no abandonarán a su pareja porque va en contra de su código moral.

¿Cómo tratar un narcisista?

¿Cómo debo tratar a mi pareja narcisista? ¿Cómo es la pareja ideal de un narcisista? ¿Cómo desenmascarar a un narcisista? Vemos las pautas principales para tratar a una persona narcisista:

  1. Un narcisista, como hemos mencionado antes, necesita ser elogiado de forma constante, sin embargo, solo debemos hacerlo si realmente se merece dicho elogio y no entrar así en su dinámica. Del mismo modo, a la hora de hacerle una crítica, hay que hacerlo de forma muy paulatina e insistiendo que estás hablando de un acto en concreto y no de él como persona. En este artículo encontrarás más información sobre la personalidad narcisista en la pareja.
  2. Por otro lado, no hay que tener en cuenta sus críticas en el caso de que está menospreciándote, ya que forman parte de su trastorno por su necesidad de sentirse superiores.
  3. Si, además, no te sientes comprendido, entiende que tienen muchas dificultades para ponerse en el lugar de los demás.
  4. Otro de los consejos para convivir con un narcisista es que no te dejes controlar, debe aprender a vivir sin tener el control de todo.
  5. Es importante la ayuda de un profesional. Si bien, esto es muy complicado ya que son personas a las que les cuesta asumir errores. Un buen momento para ello puede ser tras un momento vital en el que su ego se vea dañado, como un despido.
  6. Mantén tus emociones en equilibro con el fin de que no sienta que tiene el poder sobre ti y consiga llevarte a su terreno.
  7. Si intenta criticarte, explícale que no estás de acuerdo con su crítica y que valoras tus logros. Sé muy firme, y que vea que no puede dominarte emocionalmente tirará la toalla y no seguirá intentándolo.
  8. Intenta comprenderle. Puede que sea así debido a cómo fueron sus padres con él de pequeño o porque ha vivido otras situaciones difíciles. Existen muchos tipos de narcisismo y se puede deber a diferentes causas.
  9. Ayúdale a que se ponga en tu lugar haciéndole entender, con respeto, las consecuencias de sus actos y cómo se sentiría él si tú hubieras hecho su misma acción.
  10. Refuerza cuando haga algo bien. Les cuesta mucho admitir su culpa o dar las gracias a alguien por algo, por eso, cuando lo haga, recálcalo y hazle saber lo mucho que aprecias que lo haya hecho.
  11. Ofrécele un mundo más amable. Si se sienten seguros contigo, es posible que puedan relajarse y no mostrar tanta necesidad de controlar los supuestos peligros a los que se enfrenta la relación.

Este artículo es meramente informativo. Te invitamos a acudir a un psicólogo para que trate tu caso en particular.

Referencias

  • American Psychiatric Association (APA). (2013). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-IV-TR.Barcelona: Masson.
  • Bibliografía
  • Freud, S. (1895). Un proyecto de una psicología para neurólogos. Alianza editorial
  • Kernberg, O. (1992). La patología narcisista hoy. In VI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Psiquiatria y Psicoterapia de Niños y Adolescentes (SEPYPNA). Barcelona.

Inhalantes

Los jóvenes de hoy pueden enfrentar una fuerte presión por parte de sus compañeros para que prueben las drogas, incluyendo un grupo de sustancias llamadas inhalantes. El abuso de inhalantes es un problema más común entre adolescentes jóvenes, pero hay niños de apenas cinco o seis años que ya han experimentado con este tipo de drogas.

Los inhalantes tienen el riesgo particular de ser mortales en cualquier momento en que se usen, incluso la primera vez.

Como padre o madre, usted es la primera y la mejor protección contra el consumo de drogas. La siguiente información de la Academia Americana de Pediatría habla sobre los inhalantes y cómo prevenir que su hijo los use, especialmente teniendo en cuenta que esta forma de abuso de sustancias es difícil de tratar.

Tipos de inhalantes

Más de 1,000 productos domésticos pueden ser mal empleados como inhalantes con el fin de obtener efectos estimulantes. Puesto que estos productos se hallan comúnmente en casas, oficinas y salones de clase, son legales, baratos, fáciles de obtener y fáciles de esconder. Casi 1 de cada 10 estudiantes de octavo grado han probado algún tipo de inhalante.

Existen tres tipos de inhalantes: solventes y combustibles, óxido nitroso y nitritos volátiles.

Los solventes son productos domésticos o industriales en líquido o aerosol, incluyendo pegantes y adhesivos, líquidos correctores, pinturas, marcadores con punta de fieltro, limpiadores de hornos y desinfectantes. Esto significa que casi todos los aerosoles en latas presurizadas pueden usarse como inhalantes, incluyendo fijadores para el cabello, desodorantes, limpiadores para computadoras y pintura en aerosol. Entre los combustibles inhalados figuran el propano, la gasolina, los reforzadores de octanaje y los refrigerantes.

El óxido nitroso o gas de la risa usualmente se deriva de usos médicos o se halla en los dispensadores de crema batida (cilindros esféricos o cartuchos llenos de óxido nitroso para dispensar la crema batida).

Los nitritos volátiles que se hallan en los desodorantes ambientales son más usados por adolescentes mayores con la idea de que esta droga intensifica la función sexual.

Cómo se usan los inhalantes

El abuso de inhalantes también se conoce como abuso de solventes o abuso de sustancias volátiles (huffing o sniffing en inglés).

Los usuarios pueden:

  • Aspirar (respirar los vapores de un trapo empapado en químicos), o inhalar directamente de la lata o recipiente en el que viene el inhalante.
  • Rociar el inhalante en una bolsa o en un recipiente vacío, como una lata de refresco, y luego inhalarlo. Los gases médicos, como el óxido nitroso, se suelen vaciar en globos.
  • Rociar o verter los inhalantes en un trapo o en un trozo de ropa, y luego inhalar profundamente de la tela.

Signos del abuso de inhalantes

Los padres y los maestros deben estar al tanto de los signos del abuso de inhalantes. Sin embargo, algunos signos son muy generales, como descuido en la apariencia, en las calificaciones o en la actitud. Las actividades y amigos habituales tienden a cambiar.

Éstos son otros posibles signos de alerta:

  • El aliento o la ropa huele a químicos
  • Manchas o llagas alrededor de la boca
  • Pintura o manchas en el cuerpo o la ropa
  • Mirada ebria, aturdida o vidriosa
  • Náuseas, pérdida de apetito
  • Ansiedad, excitabilidad, irritabilidad
  • Un escondrijo de latas de aerosol o de líquidos volátiles

Cómo afecta la salud el uso de inhalantes

Algo que tienen en común todos los inhalantes es que contienen químicos que nunca se hicieron para ser inhalados por una persona. La parte más temible de los inhalantes es que incluso el primer uso puede llevar a la muerte. El corazón es particularmente sensible a los efectos de los inhalantes, llevando a un ritmo cardíaco anormal y la muerte súbita. El uso de inhalantes puede causar lesiones del cerebro permanentes.

La estimulación producida por los inhalantes ocurre rápidamente y por lo general sólo dura unos pocos segundos o minutos, a menos que el usuario inhale repetidamente. Al principio, los usuarios de inhalantes se sienten estimulados, pero muy pronto comienzan a sentirse mareados y pueden arrastrar las palabras o tambalearse. A veces creen ver cosas que no están presentes.

Éstos son algunos de los efectos a corto plazo:

  • Excitación, falta de inhibición, conducta impulsiva
  • Visión doble, mareos, inestabilidad al caminar
  • Estornudos, tos, goteo nasal, ojos enrojecidos
  • Hablar enredado, náuseas, vómitos
  • Somnolencia, dolor de cabeza, desmayo
  • Muerte

Los efectos a largo plazo por daños al cerebro y a los nervios incluyen:

  • Dificultad en fijar la atención, poca capacidad para resolver problemas
  • Debilidad muscular y temblores
  • Problemas con el equilibrio
  • Mala memoria, cambios temperamentales, demencia

Los adolescentes que usan los inhalantes como estimulante tienen un riesgo muy alto de probar otras drogas.

Lo que usted puede hacer

Siga estos pasos para prevenir que su hijo se interese en el uso de inhalantes y otras drogas.

  1. Establezca expectativas altas y límites claros. Inculque valores sólidos. Hágale énfasis a su hijo en que usted espera que no consuma drogas. Enséñele valores saludables e importantes para su familia, y a usar esos valores al discernir entre lo correcto y lo incorrecto.
  2. Hable con su hijo sobre los peligros del consumo de drogas, incluyendo los inhalantes. Los jóvenes que desconocen los hechos sobre las drogas pueden probarlas sólo por saber qué se siente. Comience a hablar con su hijo a una edad temprana acerca de los peligros del consumo de drogas. Anímelo a hacerle preguntas y a expresar sus inquietudes. Escúchelo y no lo dé sermones ni hable sin parar. Pregúntele qué piensa sobre el consumo de drogas y sus riesgos.
  3. Ayúdele a enfrentar la presión de sus compañeros. Los compañeros y otras personas pueden ejercer una fuerte influencia para que un joven pruebe las drogas. Como padre o madre, usted puede ejercer una influencia aún mayor para ayudar a su hijo a tener confianza en sí mismo, tomar decisiones saludables y resistir las presiones poco saludables de sus compañeros. Dígale que está bien decir "¡No!" a conductas riesgosas, y a decirlo con convicción. Ayúdelo a dedicar su tiempo a intereses positivos que fomenten la autoestima.
  4. Ayúdele a afrontar sus emociones. Hay formas normales y saludables de expresar las emociones fuertes que todos sentimos a veces. Los niños necesitan aprender a reconocer sus sentimientos y hablar sobre los mismos. Es importante que cada persona aprenda a expresar y afrontar sus sentimientos, así como asumir las cosas que les producen estrés de un modo saludable, lo que le permitirá prevenir o resolver los problemas.
  5. Dé un buen ejemplo. Evite consumir tabaco y drogas ilícitas. Reduzca al mínimo el consumo de alcohol y nunca conduzca habiendo bebido. Dé un buen ejemplo en el modo en que se expresa, se controla y alivia el estrés, el dolor o la tensión. ¡Las acciones dicen más que las palabras!
  6. Obtenga una evaluación profesional. Si cree que su hijo está consumiendo drogas, exprésele al pediatra sus inquietudes exactas. El médico podrá ayudarle.

Fuente Inhalants: What You Need to Know (Copyright © 2010 American Academy of Pediatrics)

miércoles, 4 de enero de 2023

El Síndrome de Cenicienta

El síndrome de Cenicienta tiene una doble vertiente, la primera está basada en el rechazo del hijastro hacia la madrastra y fue descrita, por primera vez, por el Dr. Peter K. Lewin en 1976, en una carta al editor de la revista Canadian Medical Association Journal. En ella se describen las falsas acusaciones de algunos niños adoptados, de ser maltratados o descuidados por sus madres adoptivas.

En 1981 Collete Downing en su obra «The Cinderella Complex: Women’s Hidden Fear of Independence» describió un síndrome con el nombre de esta princesa de cuento. Cenicienta. Se trata del deseo inconsciente de las mujeres de ser protegidas o cuidadas en todo momento, dejando de lado sus propios gustos o actividades. Esto puede deberse a la crianza o a las presiones sociales o religiosas. Dowling indica que, en realidad, este síndrome procede del miedo a ser independientes.

El nombre que ha dado esta investigadora a su estudio no puede ser más certero. Todos conocemos la historia de Cenicienta: una jovencita que se pasa el día entero cuidando a su madrastra y a sus hermanastras. Un día se organiza un baile para el príncipe y no es tenida en cuenta hasta que un hada madrina la convierte en princesa.

Después, ella pierde su zapato de cristal y el apuesto joven va casa por casa hasta encontrar a la dueña del calzado. Según este cuento, la mujer debe ser al mismo tiempo inocente, bella y resignada, y por supuesto, dependiente del esposo o “príncipe azul”.

En el libro de “Cenicienta”, el hada madrina convierte a la protagonista en princesa y por ello el ejemplar masculino por excelencia la conoce en el baile. Entonces, como dice Dowling, la mujer sólo puede cambiar el curso de la vida gracias a entablar una relación con un hombre. De lo contrario, será una esclava o una sirvienta por siempre.

Nota: Todos podemos necesitar afecto, protección y “ser salvados” en algún momento puntual de la vida. Sin embargo, esto no puede ser la regla, sino la excepción. Un abrazo que nos rescate de un mal día es perfecto y preciso. Una palabra de aliento en una mala situación puede consolarnos. Necesitar el apoyo de alguien en un momento concreto no nos convierte en frágiles, sino en auténticos.

¿En qué consiste el Síndrome de Cenicienta? Este Síndrome describe a mujeres que se sienten totalmente dependientes de los hombres tanto emocional como económicamente. Además, el complejo se caracteriza por la idealización de una imagen mental masculina, un «príncipe azul», que les genera una gran frustración al ser totalmente intolerantes ante cualquier defecto de su pareja. No es considerado una patología psiquiátrica, pero si un complejo que puede provocar problemas de relación.

Pero, ¿Por qué Cenicienta? Es cierto que casi todas las princesas de cuento presentan mujeres muy poco independientes, pero cenicienta es la que expresa mejor la idea de que la feminidad debe poseer inocencia, belleza y resignación, pero de ningún modo independencia. No olvidemos que, en el cuento de Cenicienta, ella es incapaz de alterar su condición de sirvienta sin la intervención de un hada madrina y desde luego, sin la figura masculina representada por el apuesto Príncipe Azul. Es la figura típica de la dama en apuros. Dicho de otra manera, Cenicienta es el resumen de la mujer que solo puede cambiar el curso de su vida mediante el establecimiento de una relación con un hombre; de otra manera, será esclava por siempre jamás.

Es decir, el síndrome de Cenicienta se caracteriza por dos grandes pilares:

Dependencia emocional, se define como un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de una forma desadaptativa con otras personas. Es una necesidad afectiva extrema que una persona siente hacia otra. Se caracterizan por:

  • Relaciones basadas en la sumisión y la subordinación. Son relaciones desequilibradas.
  • Existe una necesidad excesiva del otro, lo que se traduce como un deseo irrefrenable de acceso constante a él.
  • Si la persona amada no está disponible o si no se obtiene de ella las manifestaciones de afecto deseadas se produce un sufrimiento.
  • Necesidad de la aprobación de la pareja y preocupación excesiva por agradarle. Asumiendo el sistema de creencias de la pareja, por encima del propio.
  • Suelen aparecer altos niveles de preocupación y comportamientos vigilantes y controladores por miedo a perder a la pareja.
  • Pánico a la ruptura.

Idealización de la figura masculina, es la exageración en positivo de las virtudes del sexo masculino, quitándose a sí mismos valor para otorgarle al otro el poder de la “perfección”. Una persona que idealiza a otra, suele sentirse inferior. Se suele pensar que la pareja (el príncipe azul) la salvará de cualquier cosa y estará por ella todo el tiempo. La mayoría de estas mujeres creció con la idea de llegar a tener a un hombre perfecto para ellas. Muchas evitan relacionarse con hombres porque ninguno cubre sus expectativas y exigencias.

Las causas del Complejo de Cenicienta pueden resumirse en que algunas mujeres, por crianza, presiones familiares o sociales, cultivan el deseo desmedido e inconsciente de ser cuidadas. Este deseo procede del miedo a la independencia. Otro factor al que se apunta es la baja autoestima.

Todo esto provoca unas consecuencias, principalmente problemas de pareja y conyugales, puesto que una mujer en exceso dependiente de su compañero de vida resulta asfixiante. Uno necesita sentir que es capaz de responder por sí mismo al momento de que el cónyuge haga falta y es un hecho que se pueden alcanzar muchas metas por uno mismo sin necesidad del otro.

Ante una relación marcada por el síndrome de cenicienta, se aconseja:

  • Potencia la autonomía
  • No dejar de lado las amistades
  • Aceptar que el amor es libertad y aceptación del otro
  • Busca motivaciones y actividades externas
  • Aprender a tomas tus propias decisiones.

No estamos diciendo que se deba tratar a la mujer sin delicadeza, ya que en el fondo sí que hay una princesa dentro de cada una, pero una mujer debe ser segura de sí misma, y desarrollar la capacidad de cumplir sus metas, ser feliz y económicamente independiente. No le hace falta ningún príncipe azul que le salve.

Conclusión: Si tienes hijas, incúlcales el poder del estudio y de la preparación. Enséñales que es necesario contar con ciertos conocimientos y tener experiencia laboral antes de casarse o formar una familia. Incluso ve más allá. Plantéale cómo quieren que sean sus vidas. También son libres de no querer casarse ni formar una familia. Cría hijas librepensadoras. Que sepan aquello que quieren sin depender de nadie. Si tienes también hijos varones, enséñales que las tareas del hogar son cosa de todos. De esta forma, se comienza a concienciar que la casa es un asunto familiar y no solo de las mujeres. Todos comemos, todos usamos el baño, el salón… Así pues, ¡todos colaboramos!

Cría hijos e hijas que sean capaces de alcanzar sus metas y cumplir sus sueños, que en el futuro aspiren a disfrutar de una relación de pareja saludable y equilibrada y sobre todas las cosas… no dejes de tratarlas como princesas (o príncipes) … que saben lo que quieren.

Extra: Cenicienta.

Tiene un componente de fantasía de rescate. Se trata de mujeres insatisfechas con su vida, su trabajo o sus relaciones sociales que esperan que la llegada de un príncipe azul las salve de su vida triste y frustrante, haciendo que todo sea mágico y maravilloso. Por ello, no luchan por mejorar y salir de su situación, sino que se pasan la vida esperando que la fantasía del Príncipe se haga realidad. Lo que se recomienda es aceptar la realidad, concienciarse de que nada es perfecto, que podamos ser felices es el primer paso para abandonar este síndrome y comenzar a construir una vida plena.

También es aplicable este Síndrome a todas aquellas mujeres que se sienten incompletas o infelices por no haber encontrado una pareja. Pero, la felicidad no aumenta por tener a un hombre al lado, sino que la fuente del bienestar nace de uno mismo.

Lo cierto es que siempre se debe aprender a ser feliz en base a lo que se tiene, es decir, aceptar tu realidad para no frustrarse, puesto que cada situación tiene sus inconvenientes y ventajas.

Para superar el Síndrome de Cenicienta debemos ir más allá del amor ideal para poder centrarnos en una relación real, y aceptar el mundo tal y como es.

La forma en la que fueron educadas las “Cenicientas” afecta mucho sus idealizaciones de los “Príncipes”, de modo que, si son sumisas o dependientes, buscarán seguirlo siendo. Muchas otras, temen vivir sin pareja; no obstante, no consiguen al hombre perfecto que cumpla sus expectativas. Esto baja su autoestima y ellas se sumen más en su trabajo, el cual desempeñan bien. Este complejo no tiene una cura milagrosa, se trata de realizar psicoterapia para fomentar una autoestima saludable que los lleve a dejar de ser dependientes. El trabajo terapéutico con objetivos como la autoestima y la dependencia, inicialmente, y que, posteriormente, se irán refinando- tal y como ya explicamos en otro post- conseguirá que la “Cenicienta” dejé de serlo para convertirse en una “Princesa”.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Qué hacer ante una Crisis Epiléptica. Primeros auxilios.

Las personas que conviven con pacientes de epilepsia necesitan conocer qué deben hacer en caso de presenciar una crisis. Se trata de situaciones de riesgo y conocer las medidas adecuadas de primeros auxilios puede evitar lesiones y complicaciones peligrosas.

La mayoría de las crisis epilépticas son breves y terminan por sí mismas, no siendo necesario hacer nada para detenerlas.

Cuando se aplican correctamente las medidas de primeros auxilios durante una crisis se evitan complicaciones que pueden ser peligrosas. A continuación, se indica la actitud que debe mantenerse durante los tipos de crisis más habituales.

Actitud ante una crisis generalizada tónico clónico:

  • Ayudar a colocarle en el suelo, evitando que se lastime.
  • Colocar una almohada o manta doblada bajo la cabeza, para que no se golpee contra el suelo.
  • Quitarle las gafas y aflojar el cinturón, la corbata y las prendas de ropa apretadas.
  • Retirar objetos punzantes o cortantes con los que se pueda herir, y fuentes de calor con las que se pueda quemar.
  • No introducir objetos en su boca ni intentar administrar medicamentos orales.
  • No sujetarle con fuerza para evitar sus movimientos.

Después de la crisis dejarle descansar tumbado sobre un costado. De esta forma si tiene vómitos, saliva o flemas no pasarán a sus pulmones.

Actitud ante una crisis parcial compleja:

  • Retirar objetos que puedan ser peligrosos.
  • Si el enfermo camina sin rumbo, dirigirle calmadamente hacia zonas sin peligro.
  • No inmovilizar o detener por la fuerza al enfermo. No enfrentarse si el enfermo parece enfadado o agresivo.

Si después de la crisis el paciente se encuentra confuso y desorientado o camina sin rumbo, acompañarle hasta que se recupere por completo.

Una vez recuperado puede permitirse que se vuelva a incorporar a su trabajo o actividad si el paciente lo considera posible.

¿Cuándo se debe llamar a una ambulancia o acudir a urgencias?

Generalmente no es necesario llamar a una ambulancia o acudir a urgencias, pero sí debe hacerse en las siguientes situaciones:

  • Cuando es la primera crisis que tiene esta persona.
  • Cuando es un enfermo con epilepsia conocida, pero nunca ha tenido una crisis de este tipo o que haya durado tanto tiempo.
  • Cuando es un enfermo con epilepsia que no está tomando su medicación antiepiléptica.
  • Cuando ocurre durante un proceso infeccioso o que se acompaña de fiebre.
  • Cuando después de un minuto del final de la crisis no inicia la respiración. En este caso debe realizarse respiración asistida además de llamar a una ambulancia.
  • Si el enfermo se ha lesionado durante la crisis.
  • Si tiene una crisis detrás de otra, sin recuperar la conciencia entre ellas.
  • Si el enfermo solicita asistencia médica urgente.

jueves, 8 de diciembre de 2022

¿Qué Necesito Cuando Tengo una Crisis de TLP?

Las personas con trastorno límite de personalidad suelen experimentar crisis a lo largo de toda su vida. Se trata de episodios de inestabilidad emocional que viven con mucho sufrimiento y, en la mayoría de los casos, con temor al abandono. Ahora bien, ¿Qué hay detrás de estas crisis y cómo podemos actuar?

El trastorno límite de la personalidad (TLP) implica un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y las emociones que, en la mayoría de los casos, podría considerarse como destructivo.

Se trata de un trastorno en el que la persona experimenta diferentes crisis a lo largo de su vida como respuesta a algún estresor o factor biológico.

“El trastorno límite va perdiendo fuelle a medida que pasan los años, pero no podemos olvidar que, al tratarse de un desorden de personalidad, estamos hablando de algo crónico que merece la pena aprender a gestionar.”

Una vez terminada la crisis, aparecen los sentimientos de vergüenza y culpa, al no sentirse identificado con el episodio. Por otro lado, el entorno, que no comprende lo que le ocurre al individuo que sufre una crisis de TLP, intenta por todos los medios que no realice actos de los que luego pueda arrepentirse.

Evidentemente, el dolor por el familiar que padece el trastorno es enorme. No solo porque las crisis pueden albergar incluso agresiones verbales o físicas, sino porque saben que, en el fondo, es el paciente con TLP el que más está sufriendo.

Lo que el entorno puede hacer en una crisis de TLP

El TLP afecta a cerca de un 2% de la población y el número de casos ha aumentado en los últimos años. Se trata de una condición difícil de gestionar, ya que las crisis suelen desembocar en llantos incontrolados, explosiones de ira, autolesiones e ideación suicida. De hecho, es uno de los trastornos con más prevalencia de suicidio.

Así, aunque las personas con TLP reciban atención por parte de los equipos de salud comunitarios, es fundamental que las personas más cercanas sepan cómo reaccionar y ayudar en los momentos cruciales.

Si preguntamos a varios pacientes con trastorno límite de la personalidad qué necesitan cuando están en plena crisis, es muy probable que nos contesten que lo único que demandan es afecto, comprensión y, en definitiva, amor.

Cuando surgen las crisis, la persona se siente tremendamente vacía, como si le faltase alguna pieza emocional. Y en función de esta sensación, sale a la caza de esa “pieza “, aunque no lo hace de la manera más apropiada. En lugar de demandar cariño y afecto con palabras, lo hace a través de demandas y críticas teñidas de ira, inestabilidad o disforia constante.

Es posible que, en un principio, el entorno le preste atención e intente comprenderla, razonar con ella, etc. Pero al comprobar que esto no entraña resultados, finalmente lo más seguro es que termine alejándose. Esto termina por confirmar esa sensación de abandono tan temida por las personas con TLP, lo que acrecienta sus emociones disfóricas.

Por lo tanto, lo más sensato y recomendable es prestar acompañamiento sin juzgar en presencia de una crisis de TLP, por parte de los familiares o pareja.

Algunas estrategias para manejar crisis de TLP

La mayoría de las personas que sufren trastorno límite de la personalidad han crecido en ambientes en los que no se les han validado sus emociones, lo que se conoce como entornos invalidantes. Esto, unido a cierta predisposición biológica a padecer el trastorno, contribuye a su desarrollo.

En mitad de una crisis de TLP, la persona necesita compañía sin juicios, una aceptación incondicional y una validación de sus emociones. Esto, de manera paradójica, hará que la intensidad emocional descienda y que las crisis sean de menor duración.

Así, algunas estrategias que como familiares podemos practicar para reducir la intensidad de las crisis de TLP pueden ser las siguientes:

Mostrarse disponible como apoyo

Quienes sufren TLP necesitan contar con una lista de contactos a quienes poder recurrir en las crisis. Han de ser personas con las que se sientan seguras, que sepan que responderán en caso necesario y que sabrán reaccionar a sus necesidades en ese momento. Así, ocúpate de convertirte en ese refugio seguro al que pueda acudir.

Aceptación incondicional

La persona con trastorno límite necesita aceptación incondicional de su persona, a pesar de padecer el trastorno. Esto implica que la persona que esté a su lado acepte que tiene este desorden y que, a veces, aparecerán crisis y las adjetive como tal: crisis de una enfermedad. De esta manera, cuando aparezcan, no sermonearemos al paciente, ni nos pondremos a la defensiva o en su contra. En su lugar, tratemos de entender que estas crisis forman parte de su trastorno y que tienen una duración finita.

Proveer afecto

En plena crisis, como ya hemos señalado, la persona que padece TLP necesita amor, compañía, afecto y empatía. Para esto, no necesitamos nada más que estar a su lado sin juzgarle. Si insulta, no es recomendable ponerse a la defensiva ni echárselo en cara. Simplemente hay que expresarle que estás ahí a pesar de todo. Es difícil ser tan frío cuando alguien que queremos nos trata mal, pero es la manera de desactivarlo. Si entramos a discutir, lo único que podemos conseguir es que la intensidad de la crisis sea mayor y que la situación no acabe bien.

Ayudarle a defusionarse de su patología

Podemos recordarle que no es su TLP. El TLP va por libre. Como en cualquier otra enfermedad, va a generar síntomas y esos son los suyos, pero eso no quiere decir que sea mala persona o que esté de acuerdo con los síntomas de su TLP. Esto ayuda a la persona a sentirse comprendida y arropada y a generar menor culpabilidad una vez que la crisis amaine.

Mantener su seguridad

A veces puede haber intentos de autolesión que actúan como reguladores emocionales. Por ello, es importante que, en plena crisis, no le dejemos solo. Además, si intuimos que puede haber intentos de lesión o suicidio, sería conveniente eliminar de su alcance objetos como cuchillos, pastillas, etc. Es importante evitar que la persona consuma alcohol o drogas durante las crisis, aunque este sea uno de los primeros recursos a los que recurre. En esta línea, es positivo contar con alternativas no autoagresivas hacia las que redirigir a la persona en este momento. Además, aunque el diálogo puede ser sumamente complicado durante las crisis, es necesario recordarle que anteriormente ya pudo superar situaciones similares y que pronto podrá ver todo diferente: la crisis es limitada.

No sobreprotegerlo

Dar afecto a alguien no es sinónimo de sobreprotegerlo. Una cosa es validar las emociones y tolerar el desorden y otra hacerlo dependiente. Es positivo incentivar a la persona a mantener sus rutinas diarias, su autonomía y responsabilidad. Así, se toleran las crisis y se comprenden, pero la vida del paciente debe continuar como siempre.

Estrategias para el paciente con TLP

Por su parte, también es importante que la persona que sufre de TLP desarrollen recursos que le permitan protegerse en estos momentos de crisis. Con respecto a ello, se sugiere que el paciente ponga en marcha los siguientes factores de protección:

  1. Evitar aislarse en los momentos de crisis.
  2. Comunicar los sentimientos y pensamientos que experimenta a la familia, amigos o personas de confianza.
  3. Alejarse de cualquier situación que resulte perjudicial.
  4. Evitar el consumo de alcohol, drogas u otras sustancias tóxicas.
  5. Identificar las señales de riesgo o que suelen detonar estas crisis.
  6. Relacionarse con otras personas, participar en actividades grupales, de ocio o voluntariado.
  7. Tener en cuenta que las crisis son transitorias.

Asimismo, se recomienda las siguientes estrategias de actuación para el paciente:

  1. Tenga a la mano una lista de alternativas no suicidas. Para ello, puede anotar cinco cosas que puede hacer si la crisis vuelve a aparecer.
  2. Deseche todos los objetos potencialmente peligrosos.
  3. Tenga un listado de cosas que no debe olvidar, como: razones para vivir; aspectos que sirvieron de contención en otros momentos; o la superación de problemáticas anteriores.
  4. Tenga a la mano una lista de contactos de confianza a los que pueda recurrir en esos momentos.
  5. Disponga de un listado de números telefónicos de organizaciones o instituciones locales que ofrezcan intervención especializada en momentos de crisis y que trabajen las 24 horas.

Para concluir, resaltamos que las crisis de TLP no son fáciles de conducir, ni por el paciente ni por la familia. La intensidad emocional alcanza niveles tan elevados que lo único que queremos es alejarnos de ello. El paciente intenta regularse haciéndose daño a sí mismo y al entorno, alejándose.

Quizás podríamos plantearnos la estrategia a la inversa. En lugar de huir de la vorágine emocional del paciente TLP, podríamos empezar a abrazarla. Aunque no nos nazca, aunque en ese instante queramos evitarlo a toda costa. Podríamos sorprendernos de cómo los abrazos muchas veces desactivan a los demonios y hacen que la persona vuelva en sí misma.


La Mente es Maravillosa 

martes, 6 de diciembre de 2022

Ayude a su Hijo Durante un Divorcio

Miles de niños sufren el estrés del divorcio de sus padres cada año. La forma en que reaccionan depende de su edad, personalidad y las circunstancias concretas del proceso de separación y divorcio.

Todo divorcio tiene repercusiones sobre los niños implicados; muchas veces su reacción inicial es de conmoción, tristeza, frustración, enfado o preocupación. Pero los niños también pueden salir de un proceso de divorcio más preparados para afrontar el estrés y muchos de ellos se convierten en jóvenes más flexibles y tolerantes.

Entre las principales cosas que ambos padres pueden hacer para ayudar a su hijo a atravesar este difícil período, figuran las siguientes:

  • Mantener los conflictos, riñas y discusiones acaloradas, así como los comentarios sobre los aspectos legales del divorcio al margen de los hijos.
  • Reducir al mínimo la alteración de las rutinas cotidianas del niño.
  • Restringir la negatividad contra el otro, así como el resentimiento y la tendencia a echarle la culpa, a las sesiones de terapia y las conversaciones con amigos que se mantengan fuera de casa.
  • Asegurarse de que ambos padres siguen implicados en la vida del niño.

La mayoría de adultos que atraviesan un proceso de separación y divorcio necesitan apoyo, de amigos, profesionales de la salud mental, religiosos y parientes. No busque apoyo en su hijo, incluso aunque parezca estar dispuesto a ofrecérselo.

Darle la noticia

En cuanto esté seguro de sus planes, hable con su hijo sobre su decisión de separarse. Aunque no existe una manera fácil de dar la noticia, de ser posible, intente que ambos (usted y el otro progenitor) estén presentes durante la conversación. Es importante dejar a un lado los sentimientos de enfado, culpa o remordimiento. Antes de hablar con su hijo, practique cómo se lo va a decir sin alterarse ni enfadarse durante la conversación.

Aunque la conversación sobre el divorcio debe adaptarse a la edad, grado de madurez y temperamento del niño, asegúrese de trasmitirle a su hijo un mensaje fundamental: lo que ha ocurrido es un asunto entre su madre y su padre y él no es en absoluto culpable de lo ocurrido. La mayoría de los niños se sienten culpables incluso después de que los padres se lo nieguen. Por eso es básico que los padres insistan en esta afirmación para tranquilizar al niño.

Explique a su hijo que a veces la forma de quererse de los adultos experimenta cambios o que usted y su pareja no pueden ponerse de acuerdo en cosas importantes y, por lo tanto, tienen que vivir separados. Pero recuerde que los hijos y los padres están unidos de por vida, sea por nacimiento o por adopción. Los padres y los hijos a menudo están en desacuerdo en un montón de cosas, pero eso forma parte del ciclo de la vida: padres e hijos no dejan de quererse ni se divorcian nunca.

Facilite a su hijo suficiente información a fin de que esté preparado para los cambios que van a tener lugar en su vida. Intente responder a sus preguntas de la forma lo más sincera posible. Recuerde que los hijos no necesitan conocer todos los motivos que hay detrás del divorcio (sobre todo, si eso implica culpar a uno de sus progenitores). Basta con que entiendan qué es lo que va a cambiar en su vida cotidiana e, igual de importante, qué es lo que no va a experimentar cambio alguno. 

Si su hijo es muy pequeño, lo mejor es explicárselo todo con palabras sencillas. Podría decirle algo como: “Papá y mamá van a vivir en casas diferentes para que no se peleen tanto, pero los dos te queremos mucho.”.

Es posible que los niños mayores y los adolescentes sean más conscientes de la situación que están atravesando sus padres y tengan más preguntas basadas en las discusiones y peleas que han escuchado.

Abordar las reacciones del niño

Si, tras recibir la noticia, su hijo está muy alterado, dígale que usted reconoce y acepta sus sentimientos, que le importan y asegúrele que esos sentimientos son perfectamente normales y comprensibles. Puede intentar decirle: “Sé que esto te molesta. ¿Intentamos pensar en algo que te haga sentir mejor?” o “Ambos te queremos mucho y nos sentimos mucho el tener que vivir separados.”

No todos los niños reaccionan de forma inmediata. Haga saber a su hijo que eso también es normal y dígale que habrá otros momentos para hablar sobre el tema cuando él esté preparado. Algunos niños tratan de complacer a sus padres actuando como si no pasara nada o intentan inhibir cualquier sentimiento negativo afirmando que no están enfadados ni tristes por la noticia. A veces, el estrés se manifiesta de otras formas: en los estudios, con los amigos, en los cambios de apetito, en la forma de comportarse o en los patrones de sueño.

Independientemente de que su hijo exprese miedo, preocupación o alivio ante la noticia de la separación y el divorcio, el querrá saber cómo va a cambiar su vida cotidiana a partir de ahora.

Prepárese para contestar estas preguntas y otras similares:

  • ¿Con quién voy a vivir?
  • ¿Dónde iré al colegio?
  • ¿Tendré que cambiar de casa?
  • ¿Dónde vivirá cada uno de mis padres?
  • ¿Dónde pasaré las vacaciones y los días de fiesta, como el Día de Acción de Gracias?
  • ¿Podré seguir viendo a mis amigos?
  • ¿Tendré que cambiar de colegio?
  • ¿Podré seguir yendo de campamento este verano?
  • ¿Podré seguir practicando mis actividades favoritas?

Ser sincero con un hijo no siempre es fácil cuando no se tienen todas las respuestas, o cuando al niño le asusta la situación o se siente culpable de lo que está ocurriendo. Lo más correcto es decirle lo que necesita saber cuándo lo pregunta.

 Ayudar al niño a afrontar la situación

Muchos niños (y padres) sienten mucho el hecho de haber perdido el tipo de familia que deseaban tener y, sobre todo los niños, echan de menos al progenitor y la vida en familia que tenían. Por eso es tan habitual y completamente natural que algunos niños mantengan la esperanza de que sus padres volverán a estar juntos, incluso después de haberles explicado el carácter definitivo del divorcio.

Lamentar la pérdida de una familia es normal pero, con el tiempo, tanto usted como su hijo acabarán aceptando y adaptándose a la nueva situación. Por lo tanto, tranquilice a su hijo diciéndole que es normal que al principio desee que sus padres vuelvan a estar juntos, pero explíquele y déjele bien clara la decisión que ambos han tomado al respecto.

He aquí algunas formas de ayudar a su hijo a superar el disgusto provocado por el divorcio:

  1. Fomente la sinceridad. Los niños necesitan saber que sus sentimientos son importantes para sus padres y que ambos se los tomarán en serio.
  2. Ayúdele a expresar sus sentimientos con palabras. El comportamiento de un niño puede darle pistas sobre si está experimentando sentimientos de tristeza o de enfado. Pruebe a decirle: “Parece que estás triste en este momento. ¿Sabes qué es lo que te pone tan triste?”. Escuche atentamente sus respuestas, incluso aunque le resulte difícil oír lo que tiene que decirle.
  3. Legitímese sus sentimientos. Decirle a su hijo: “Sé que ahora estás triste” o “Sé que te sientes solo sin papá” le ayuda a saber que sus sentimientos son válidos. Es importante animar a un niño a sacarlo todo antes de ofrecerle otras formas de sentirse mejor. Permita que el niño sepa que también está bien estar contento, aliviado o emocionado sobre el futuro.
  4. Ofrézcale su apoyo. Pregúntele: “¿Qué crees que te ayudaría a sentirte mejor?”. Tal vez no se le ocurra nada en concreto, pero usted puede proponerle algunas ideas: tal vez sentarse un rato los dos juntos, dar un paseo o abrazar a su peluche favorito. Los niños pequeños agradecerán enormemente la posibilidad de llamar por teléfono a su padre o hacer un dibujo para dárselo a su madre cuando vuelva a casa al final del día.
  5. Cuídese para mantenerse sano. Para muchos adultos, la separación y el divorcio es una situación sumamente estresante. La presión experimentada se puede amplificar con los temas relacionados con la custodia, el reparto de propiedades y los asuntos financieros, que pueden sacar lo peor de la gente. Encontrar formas de afrontar el estrés es fundamental para usted y para toda su familia. Mantenerse lo más sano posible, tanto desde el punto de vista físico como emocional, puede ayudarle a combatir los efectos del estrés. Y, si se asegura de cuidar de sus propias necesidades, estará en la mejor forma física posible para cuidar de sus hijos.
  6. Mantenga los detalles del divorcio bajo control. Cuando comente los detalles del divorcio con sus amigos, familia o abogado, asegúrese de proteger su intimidad evitando siempre que sus hijos estén presentes. Intente relacionarse con su ex de forma lo más civilizada posible, sobre todo cuando interactúen delante de su hijo.
  7. Adopte la actitud más apropiada: no culpe, recrimine ni insulte a su ex pareja si su hijo lo puede oír, independientemente de las circunstancias de la separación. Esto es especialmente importante en los divorcios donde hay alguien que ha tenido la culpa y se han producido actos muy dolorosos, como una infidelidad. Mantenga sus cartas, correos electrónicos y mensajes de texto en lugares seguros, ya que, cuando existe una situación muy conflictiva en casa, los niños sienten una curiosidad natural por enterarse de lo que sucede.
  8. Busque ayuda. Este no es un período para enfrenta a solas. Encuentre un grupo de apoyo y hable con otras personas que hayan atravesado situaciones simulares, utilice los recursos de Internet o pídale a su médico o sacerdote que le recomiende recursos o centros de apoyo. El hecho de buscar ayuda para usted le permitirá sentar un buen ejemplo para su hijo sobre cómo adaptarse de forma saludable a los cambios importantes.

El apoyo de un psicólogo, terapeuta o amigo también le ayudará a establecer y mantener una “separación” saludable con respecto a su hijo. Es muy importante que no dependa del apoyo de su hijo. Los niños mayores y aquellos a quienes les gusta complacer a sus padres intentarán ayudarle a que se sienta mejor ofreciéndole un hombro donde llorar. Por muy tentador que sea, lo mejor es no permitir que su hijo le proporcione el apoyo emocional que necesita. Explique a su hijo lo mucho que valora su cariño y que se preocupe por usted, pero no se desahogue con él sino con un terapeuta o un amigo.

La importancia de la coherencia y la rutina

La coherencia y la rutina pueden ayudar mucho a ofrecer la sensación de comodidad y familiaridad que necesita su familia durante este importante cambio vital. En la medida de lo posible, reduzca al mínimo los horarios impredecibles, la indefinición y las separaciones repentinas.

Especialmente durante un divorcio, es recomendable que los niños pasen períodos a solas con cada uno de sus progenitores. Por inconveniente que le parezca, intente ponerse de acuerdo con su ex pareja para organizar los horarios de visita.

Es normal que le preocupe el modo en que su hijo está afrontando este cambio vital tan importante. Lo mejor que puede hacer es confiar en sus instintos y basarse en lo que usted sabe sobre su hijo. ¿Le parece que se está comportando de una forma diferente a la habitual? ¿Está su hijo adoptando conductas regresivas, es decir comportamientos propios de épocas anteriores, como chuparse el dedo o mojar la cama? ¿Parece que sus emociones interfieren en sus rutinas cotidianas, como los estudios y su vida social?

Es importante que esté atento a los cambios de comportamiento de su hijo: la tristeza, la ansiedad, los cambios de humor, las dificultades en la escuela, con los amigos, en el apetito o el sueño pueden indicar la presencia de problemas.

Los niños mayores y los adolescentes pueden ser más proclives a implicarse en comportamientos peligrosos, como el consumo de alcohol y drogas, faltar a la escuela y el comportamiento desafiante. Independientemente de que tales problemas estén o no relacionados con el divorcio, se trata de problemas graves que afectan el bienestar del adolescente e indican la necesidad de pedir ayuda profesional.

Pelearse delante del hijo

Aunque las discusiones ocasionales entre padres son esperables en cualquier familia, vivir en un campo de batalla de constante hostilidad y conflictos no resueltos representa una importante carga emocional para cualquier niño. Los gritos, las peleas, las discusiones o la violencia en la vida doméstica favorecen el miedo y las reacciones aprensivas en los niños.

Que un niño presencie conflictos entre sus padres es un modelo inapropiado para una persona que todavía está aprendiendo a relacionarse con los demás. Los niños cuyos padres mantienen relaciones llenas de hostilidad y resentimiento son más proclives a tener dificultades emocionales y de comportamiento que perdurarán más allá de la infancia.

Hablar con un mediador o un psicólogo especializado en divorcios puede ayudar a las parejas a airear sus recriminaciones y resentimientos mutuos de un modo que no sea perjudicial para su hijo. Aunque puede ser difícil, si los dos padres hacen un esfuerzo por colaboran de este modo, evitarán al niño el dolor provocado por una relación de pareja llena de amargura y resentimiento.

Adaptarse a una nueva situación

Puesto que el divorcio puede ser un cambio tan importante, las adaptaciones a las nuevas condiciones de vida deberían hacerse de forma gradual.

Pueden ocurrir varios tipos distintos de situaciones:

  • Uno de los padres tiene la custodia total.
  • Custodia compartida, donde se comparte tanto la custodia legal como la física (con quien vive el niño) entre ambos padres.
  • Custodia legal compartida, donde ambos padres comparten este tipo de custodia, pero el hijo vive mayoritariamente con un padre y este posee más autoridad en determinados ámbitos médicos o educativos.

¿Cuál es la situación que más le conviene a su hijo? Es una pregunta difícil y sobre la que muchas parejas tienen grandes desacuerdos. Aunque algunos niños se adaptan muy bien a la situación de compartir el tiempo equitativamente con ambos padres, otros parecen necesitar la estabilidad de tener un “hogar” propio y recibir visitas del padre con quien no viven. Algunos padres deciden permanecer los dos en la misma casa, pero esto solo funciona en circunstancias muy excepcionales y, por lo general, debería evitarse.

Independientemente de la solución que escojan, deberían priorizar las necesidades de su hijo. Evite verse envuelto en una especie de guerra con su ex pareja para ver quién gana. A la hora de tomar decisiones sobre los días de fiesta, las vacaciones y los cumpleaños, concéntrese en lo que sea más conveniente para su hijo. Es importante que los padres resuelvan estas cuestiones por sí solos en vez de pedirle al niño que decida.

Durante los años previos a la adolescencia, cuando los niños empiezan a participar más en actividades extra-familiares, es posible que necesiten horarios diferentes que se adapten más a sus prioridades. En el caso ideal, para los niños resulta muy ventajoso recibir apoyo de ambos padres, pero es posible que se resistan a estar la misma cantidad de tiempo con los dos si esto interfiere con sus actividades académicas o su vida social. Prepárese para escuchar la opinión de su hijo sobre el modo de compartir el tiempo con ustedes e intente ser flexible.

Es posible que su hijo no quiera compartir su tiempo con usted y su ex pareja de forma equitativa y también es posible que tome partido por alguno de ustedes. En tal caso y por duro que parezca, intente no tomarse las cosas como algo personal. Respete los horarios de visita y recuerde lo importante que es que ambos padres se involucren en el cuidado y la educación del niño.

A veces, los niños sugieren pasar un verano entero, un semestre o un curso completo con el padre que no tiene su custodia. Pero esto no tiene por qué reflejar su deseo de irse a vivir con él. Escuche a su hijo y explore las distintas opciones que le plantee. Este tipo de arreglos pueden funcionar en divorcios “amistosos”, pero no son típicos de las situaciones más conflictivas.

Educar a un hijo bajo presión

En la medida de lo posible, ambos padres deberían esforzarse para maximizar la regularidad en las rutinas y la disciplina en ambas casas. Mantener expectativas similares en lo que se refiere a la hora de irse a la cama, las normas y los deberes escolares reducirá la ansiedad del niño, sobre todo si es muy pequeño.

Siempre que sea posible, colabore con su ex pareja para mantener una normas coherentes y, a pesar de que usted no pueda aplicarlas en la casa de su “ex”, por lo menos podrá hacer que se cumplan en la suya.

Es importante mantener la mayor normalidad posible después de un divorcio, conservando las rutinas habituales, que afectan al horario de las comidas, las normas domésticas sobre el comportamiento y la disciplina en la casa. Relajar los límites, especialmente en los períodos de cambio, tiende a generar inseguridades en el niño y reduce las probabilidades de recuperar la autoridad parental más adelante.

No caiga en la tentación de dejar de aplicar rutinas y límites y de saltarse unas normas de comportamiento coherentes, consintiendo y malcriando a su hijo porque lo está pasando mal a consecuencia del divorcio. Siéntase libre para darle todo el afecto posible; un niño no se malcría por recibir demasiados abrazos y palabras cariñosas. Pero comprarle cosas o hacerle regalos para sustituir el amor o permitir que actúe como le plazca no es lo que más le conviene. Además, en estos casos, suele costar mucho que los padres vuelvan a ejercer su autoridad cuando las aguas vuelvan a su cauce.

El divorcio puede ser una crisis importante en una familia. Pero, si usted y su ex pareja colaboran y se comunican de forma civilizada por el bien de su hijo, la unidad familiar original puede seguir siendo una fuente de fortaleza, incluso aunque nuevas familias compuestas entren en escena.

Por eso, recuerde:

  • Buscar ayuda para afrontar sus propios sentimientos sobre el divorcio. Si usted es capaz de adaptarse a la nueva situación, sus hijos serán también más propensos a adaptarse a ella.
  • Tener paciencia consigo mismo y con sus hijos. Los problemas emocionales, las pérdidas y el dolor que ocasiona un divorcio requieren tiempo para sanar y esto suele ocurrir por etapas.
  • Reconocer los síntomas del estrés. Consulte con el maestro, pediatra o terapeuta de su hijo para que le guíe en la forma de enfocar problemas específicos que le preocupen.

Cualquier tipo de cambio es difícil; pero debe saber que tanto usted como su hijo pueden adaptarse y se adaptarán a este cambio. Encontrar su fortaleza interior y buscar ayuda para aprender nuevas habilidades de afrontamiento no son cosas fáciles, pero puede hacer una gran diferencia su familia supere este difícil período.

 



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