miércoles, 20 de diciembre de 2023

Cómo Ayudar a tu Hijo Adolescente a Confrontar una Crisis Nerviosa

 Acompaña a tu hijo a abordar sentimientos complejos o abrumadores.

Según los datos internacionales, en los últimos años el número de niños que acuden a urgencias por una crisis de ansiedad ha ido aumentando. Ante esto, nos preguntamos ¿por qué actualmente los niños presentan niveles más altos de ansiedad? Una teoría apunta a que esto puede deberse a las nuevas tecnologías.

Además, los niños pueden tener dificultades para expresar sus preocupaciones y pueden reprimir sus emociones. Si estos sentimientos no se definen o expresan de forma correcta la salud mental del niño puede verse y dar lugar a una crisis de ansiedad. 

Una crisis de ansiedad se caracteriza por lo siguiente:

Es la respuesta del cuerpo ante un peligro. Esta respuesta es adaptativa porque prepara a nuestro cuerpo para defenderse, ya que nuestro corazón late más rápido para bombear sangre a nuestros músculos y así disponer de la energía necesaria para huir o luchar contra el peligro. Sin embargo, a veces nuestro cuerpo reacciona de esta forma cuando no hay un peligro real (ansiedad anticipatoria), esto sería una crisis de ansiedad.

  • Se activa nuestro sistema nervioso simpático, el cual se encarga de enviar señales físicas de activación por todo nuestro cuerpo.
  • No produce problemas en la salud del niño, aunque lo hace sentirse mal y asustado.
  • Suelen ser breves, duran entre 20 y 15 minutos aproximadamente, aunque el niño sienta que es eterna.

Las crisis de ansiedad o ataques de pánico son muy incapacitantes. Pueden durar entre 5 y 20 minutos y se caracterizan por presentar síntomas físicos como dolor de pecho, problemas para respirar, mareos, vómitos y temblores. Los niños puede que no sean capaces de manejar o expresar sus sentimientos como los adultos, lo que hace que aún sea más duro para ellos al no comprender ni poder expresar lo que les pasa con claridad. Aquí te mostramos algunos consejos que te pueden ayudar a la hora de actuar cuando tu hijo está sufriendo un ataque de pánico:

  • Mantén el control: recuerda que un niño durante la crisis de ansiedad pierde el control absoluto lo que en sí mismo es agobiante y aterrador.
  • Mantén la calma y un tono de voz tranquilo mientras le dices que estás ahí con él y que entiendes cómo se siente.
  • Emplea palabras apropiadas para su edad a la hora de describir la ansiedad. De esta forma, le estarás transmitiendo seguridad, confianza y contención en medio de esa “tormenta” emocional.
  • Asegúrate de que tu hijo se va sintiendo cada vez más seguro. Emplea palabras suaves, usa su nombre, dile cosas similares a “sé que no te sientes bien pero vas a estar bien”, “te voy a ayudar a pasar esto y terminará pronto”, “respira hondo”…
  • Recuérdale que una crisis de ansiedad siempre termina y que hay que pasarla. Esto puede darle esperanza. Sin embargo, intenta no darle excesiva sobreprotección porque es fundamental que encuentre y desarrolle sus propias estrategias de afrontamiento.
  • Presta atención a los síntomas físicos de la crisis de ansiedad. Convence a tu hijo de que los mareos, temblores y palpitaciones terminarán. Cuéntale que son signos de miedo y no de enfermedad.
  • Dale tiempo para calmarse, no lo apures. Necesita tiempo para recuperarse totalmente.

Recuerda siempre que, si mantienes la calma durante su crisis de ansiedad, su recuperación será más rápida.

Ser adolescente conlleva muchas emociones intensas que a veces pueden resultar difíciles de controlar. Hemos hablado con la Dra. Lisa Damour, psicóloga experta en adolescentes, autora de libros de éxito, colaboradora habitual de The New York Times y madre de dos hijos, sobre cómo pueden los progenitores apoyar a sus hijos a afrontar sentimientos difíciles o intensos.

Nota: Esta orientación general puede servir de ayuda a la mayoría de los progenitores en estas situaciones difíciles, pero algunas rabietas o arrebatos emocionales se deben a trastornos del desarrollo, como retraso en las habilidades lingüísticas, dificultades auditivas o visuales o problemas de comportamiento, que pueden requerir la ayuda de un profesional especializado en la infancia o la adolescencia. Consulta a un especialista si te preocupa que las emociones intensas de tu hijo puedan ser el síntoma de un problema más profundo.

¿Qué es una crisis nerviosa?

Las crisis pueden darse tanto entre los niños más pequeños como entre los mayores. Ocurren cuando un niño se ve completamente superado por las emociones y se siente abrumado. Estas emociones pueden ser miedo, ira, frustración o cualquier otro factor.

¿Qué características presenta una crisis entre los niños mayores?

Cuando los niños que tienen la capacidad de describir lo que sienten se ven abrumados pueden empezar a sollozar, hiperventilar o ponerse nerviosos. Al contrario de lo que ocurre con los niños pequeños, es menos probable que los niños mayores tengan crisis en lugares públicos, porque en esas situaciones se suelen sentir avergonzados. Es mucho más probable que las crisis se produzcan en casa. Por ejemplo, un adolescente puede aguantarse todo el día en la escuela y luego llegar a casa y tener una crisis emocional.

¿Qué debo hacer si mi hijo adolescente tiene una crisis emocional?

La Dra. Damour recomienda que los progenitores sigan nueve pasos prácticos para ayudar a sus hijos adolescentes a controlar una crisis emocional. Lo mejor es que hagas una pausa entre cada paso para ver si ha funcionado. Si no es así, pon en práctica el siguiente paso.

1. Escuchar sin interrumpir

Los niños mayores pueden tener una crisis emocional que les lleve a hablar con angustia sobre lo que les está ocurriendo. En esos momentos, la clave es dejar que lo cuenten todo. A menudo, los adultos bienintencionados intervienen o hacen sugerencias, olvidando que una de las mejores fuentes de alivio es expresar las emociones.

2. Ofrecer una empatía sincera

La mayoría de las veces, el hecho de expresar las emociones con palabras ofrece al joven el alivio que necesita. Después de escucharlos atentamente, otro tipo de apoyo que podemos dar a nuestros adolescentes es manifestarles empatía. Los adultos pueden ensayar frases como “eso es terrible” o “siento mucho que te haya pasado esto”.

3. Reconocer el valor de la angustia

El reconocimiento es muy eficaz, especialmente para los adolescentes. A los adolescentes a veces les preocupa que sus sentimientos tengan algo de malo porque sus emociones pueden ser muy fuertes. Aunque por una parte el adolescente se siente muy afectado, también puede estar un poco asustado debido a la intensidad de sus emociones.

Es un gran consuelo para los adolescentes cuando los adultos dicen: “Tus sentimientos son lógicos y puedo entender por qué tienes esa reacción”. Si, en cambio, los adultos les dicen: “¿Por qué estás tan molesto por eso? Hay gente que sufre mucho más que tú, ¿no es cierto?”, el efecto que se produce en los adolescentes es que siguen sintiéndose mal, pero ahora también se sienten culpables. En otras palabras, intentar cambiar la perspectiva de un adolescente no siempre les sirve de ayuda, por mucho que sus progenitores crean que es así.

4. Ayudarlos a calmarse

La mayoría de las veces, estos tres primeros pasos deberían ser suficientes. Pero si no sirven aún de alivio, podemos pasar de ayudar a los adolescentes a expresar sus sentimientos a ayudarles a controlar sus emociones. Una forma de hacerlo es ayudar a los adolescentes a tranquilizarse por su cuenta. Habla con tu hijo sobre todo lo que puede hacer para sentirse mejor, como por ejemplo respirar profunda y lentamente.

La respiración abdominal es muy relajante y nos ayuda a llevar el oxígeno a lo más profundo de nuestros pulmones. He aquí un sencillo proceso en tres etapas:

Poner la mano en el estómago.

Respirar profundamente cinco veces, inhalar 5 segundos y exhalar 5 segundos, inspirando por la nariz y exhalando por la boca.

Explica a tu hijo que cuando inhala, está inflando su abdomen suavemente como un globo, y que cuando exhala el aire vuelve a salir lentamente del globo.

5. Expresar confianza sin ser displicente

Intenta mostrar tu apoyo diciendo cosas como “esto es duro, pero esta sensación tan fuerte no durará mucho” o “por muy duro que parezca esto ahora mismo, estoy muy impresionado por lo que eres capaz de controlar, y saber que podemos hablar juntos de todo esto”.

6. Ofrecer ayudar para resolver el problema

Si has escuchado, reconocido y ofrecido consuelo y tu adolescente sigue molesto, el siguiente paso puede consistir en preguntarle: “¿Necesitas que te ayude a intentar resolver este problema?”. Pedir permiso para ofrecer apoyo, en lugar de limitarse a ofrecer consejos, puede contribuir a mantener la conversación con el adolescente. A veces los adolescentes te dirán: “No, solo quiero desahogarme”, y entonces lo más seguro es que todo el apoyo que necesitan es que los escuches. Y si te dicen que sí necesitan tu ayuda, eso significa que van a hacer mucho más caso a los consejos que les demos.

7. Dividir el problema en dos partes

Si tu hijo acepta tu ayuda en la resolución de un problema, puede ser útil dividir los retos a los que se enfrenta en dos categorías: cosas que pueden cambiar y cosas que no pueden cambiar.

8. Para las cosas que pueden cambiar, piensen juntos en las posibles soluciones

Ayúdale a centrar su atención en la búsqueda de soluciones para los problemas que puede cambiar.

9. Para lo que no pueden cambiar, hay que apoyar la aceptación

Apoya a tu hijo adolescente para que haga todo lo posible por aceptar los problemas que no tienen fácil solución. Una forma de ayudar a los jóvenes a aceptar un problema es hablar en términos de la energía. Puedes decirles: “Solo tienes una cierta cantidad de energía, así que guárdala para los problemas sobre los que realmente podemos hacer algo. No la desperdicies en los retos que no puedes controlar ahora mismo”.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Los TCA: Un Problema que va más allá de la Comida

¿Qué son los trastornos de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación, también llamados trastornos de la conducta alimentaria, son enfermedades médicas graves con una influencia biológica que se caracterizan por alteraciones graves de las conductas alimentarias. Aunque hay ocasiones en que muchas personas se pueden preocupar por su salud, peso o apariencia, algunas se fijan excesivamente o se obsesionan con la pérdida de peso, el peso o la forma corporal y el control de los alimentos que consumen. Estos pueden ser signos de un trastorno alimentario.



Las personas con trastornos de alimentación no eligieron tenerlos. Estos trastornos pueden afectar la salud física y mental de quien los padece y, en algunos casos, hasta pueden poner en peligro la vida. Sin embargo, con tratamiento, las personas pueden recuperarse por completo de estos trastornos.

¿Quién está en riesgo de tener un trastorno de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación pueden afectar a personas de cualquier edad, origen racial y étnico, peso corporal y género. Incluso las personas que parecen ser saludables, como los atletas, pueden tener estos trastornos y estar extremadamente enfermas. Las personas con trastornos de la alimentación pueden tener un bajo peso corporal, un peso normal o sobrepeso. En otras palabras, no se puede saber si alguien tiene un trastorno de la alimentación con solo mirarlo.

La causa exacta de los trastornos de la alimentación no se comprende completamente, pero las investigaciones sugieren que una combinación de factores genéticos, biológicos, conductuales, psicológicos y sociales puede aumentar el riesgo de tener este tipo de trastorno.

¿Cuáles son los tipos más frecuentes de trastornos de la alimentación?

Los trastornos de la alimentación más frecuentes incluyen la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Cada uno de estos trastornos está asociado con diferentes síntomas, pero a veces coinciden. Las personas que presentan cualquier combinación de estos síntomas pueden tener un trastorno de la alimentación y deben ser evaluadas por un médico u otro proveedor de atención médica.

¿Qué es la anorexia nerviosa?

La anorexia nerviosa es una afección en la que las personas evitan comer, restringen los alimentos severamente o solo comen cantidades muy pequeñas de ciertos alimentos. También pueden pesarse una y otra vez. Incluso cuando están peligrosamente por debajo del peso normal, estas personas pueden verse a sí mismas como si tuvieran sobrepeso.

Hay dos subtipos de anorexia nerviosa: la restrictiva y la de atracón-purgativa.

  1. Restrictiva: Las personas con este subtipo de anorexia nerviosa limitan severamente la cantidad y el tipo de alimentos que consumen.
  2. Atracón-purgativa: Las personas con este subtipo de anorexia nerviosa también se imponen fuertes restricciones en la cantidad y el tipo de alimentos que consumen. Además, pueden tener episodios de atracones y purgas, es decir, ingieren grandes cantidades de alimentos en poco tiempo, seguido por vómitos o por el uso de laxantes o diuréticos para desechar lo que comieron.

Los síntomas de la anorexia nerviosa incluyen:

  • alimentación extremadamente restringida o ejercicio intensivo y excesivo;
  • delgadez extrema (emaciación).
  • intentos constantes para adelgazar y resistencia a mantener un peso normal o saludable.
  • temor intenso de subir de peso.
  • imagen corporal distorsionada o una autoestima sumamente influenciada por las percepciones del peso y la forma del cuerpo.
  • rechazo a aceptar lo grave que es tener un bajo peso corporal.
  • Con el tiempo, la anorexia nerviosa puede originar varias consecuencias graves para la salud, como:
  • pérdida de masa ósea (osteopenia u osteoporosis).
  • anemia leve.
  • desgaste y debilidad muscular.
  • cabello y uñas quebradizos.
  • piel seca y amarillenta.
  • crecimiento de vello fino en todo el cuerpo (lanugo).
  • estreñimiento grave.
  • presión arterial baja.
  • respiración y pulso lentos.
  • daño en la estructura y el funcionamiento del corazón.
  • disminución de la temperatura corporal interna, lo que hace que la persona sienta frío todo el tiempo.
  • letargo, lentitud o cansancio constante.
  • infertilidad.
  • daño cerebral.
  • Insuficiencia multiorgánica.

La anorexia nerviosa puede ser fatal. Tiene una tasa de muerte (mortalidad) extremadamente alta, en comparación con otros trastornos mentales. Las personas con anorexia corren el riesgo de morir por complicaciones médicas asociadas con la inanición (hambre). El suicidio es la segunda causa principal de muerte en las personas diagnosticadas con anorexia nerviosa.

¿Qué es la bulimia nerviosa?

Las personas con bulimia nerviosa tienen episodios recurrentes en los que consumen cantidades inusualmente grandes de comida. Suelen sentir una pérdida de control sobre estos episodios de atracones. A estos atracones les siguen comportamientos para compensar por el exceso de comida, como vómitos forzados, uso exagerado de laxantes o diuréticos, ayunos, ejercicio excesivo, o una combinación de estos. A diferencia de las personas con anorexia nerviosa, las personas con bulimia nerviosa pueden mantener un peso saludable o tener exceso de peso.

Los síntomas y las consecuencias para la salud de la bulimia nerviosa incluyen:

  • dolor e inflamación crónica de la garganta.
  • inflamación de las glándulas salivales en la zona del cuello y la mandíbula.
  • esmalte dental desgastado y mayor sensibilidad y caries en los dientes, como resultado de la exposición al ácido del estómago al vomitar.
  • reflujo ácido y otros problemas gastrointestinales.
  • malestar e irritación intestinal debido al uso inadecuado de laxantes.
  • deshidratación grave por las purgas.
  • desequilibrio de los electrolitos (con niveles demasiados bajos o demasiados altos de sodio, calcio, potasio y otros minerales) lo que pueden originar un accidente cerebrovascular o ataque al corazón.

¿Qué es el trastorno por atracón?

El trastorno por atracón es una afección en la que las personas pierden el control sobre lo que comen y tienen episodios recurrentes de ingerir cantidades inusualmente grandes de alimentos. A diferencia de la bulimia nerviosa, a los episodios de atracones no les siguen purgas, exceso de ejercicio o ayunos. Por esta razón, las personas con el trastorno por atracón a menudo tienen exceso de peso o son obesas.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

  • consumir cantidades inusualmente grandes de alimentos en un período corto de tiempo, como, por ejemplo, en dos horas.
  • comer rápidamente durante los episodios de atracones.
  • comer incluso cuando está lleno o no tiene hambre.
  • comer hasta estar tan lleno que se siente incómodo.
  • comer solo o en secreto para evitar sentirse avergonzado.
  • tener sentimientos de angustia, vergüenza o culpa por comer.
  • hacer dietas frecuentes, posiblemente sin perder peso.

¿Qué es el trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos?

El trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos, anteriormente conocido como trastorno de alimentación selectiva, es una afección en la que las personas limitan la cantidad o el tipo de alimentos que ingieren. A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con este trastorno no tienen una imagen corporal distorsionada ni un temor extremo a aumentar de peso. Este trastorno es más frecuente en la niñez media y por lo general su inicio es más temprano que otros trastornos de la alimentación. Muchos niños pasan por fases de ser quisquillosos a la hora de comer, pero un niño con trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos no consume suficientes calorías para crecer y desarrollarse adecuadamente, y un adulto con este trastorno no consume suficientes calorías para mantener las funciones básicas del cuerpo.

Los síntomas de este trastorno incluyen:

  • restricción dramática de los tipos o la cantidad de alimentos consumidos.
  • falta de apetito o de interés en la comida.
  • pérdida drástica de peso.
  • malestar estomacal, dolor abdominal u otros problemas gastrointestinales sin otra causa conocida.
  • selección limitada de alimentos favoritos que se va haciendo aún más limitada ("comer de forma quisquillosa" que empeora progresivamente).

¿Cómo se tratan los trastornos de la alimentación?

Es posible tratar con éxito los trastornos de la alimentación. La detección y el tratamiento temprano son importantes para una recuperación total. Las personas con trastornos de alimentación tienen un mayor riesgo de suicidio y de complicaciones médicas.

Los miembros de la familia pueden desempeñar un papel fundamental en el tratamiento, ya que pueden alentar a la persona con problemas de alimentación o de imagen corporal a que busque ayuda. Los familiares también pueden brindar apoyo durante el tratamiento y pueden ser grandes aliados tanto para la persona como para el proveedor de atención médica. Existen investigaciones que sugieren que la incorporación de la familia al tratamiento para los trastornos de la alimentación puede mejorar los resultados del tratamiento, especialmente para los adolescentes.

Los planes de tratamiento para los trastornos de la alimentación incluyen psicoterapia, atención y controles médicos, asesoramiento nutricional, medicamentos o una combinación de estos enfoques. Los objetivos habituales del tratamiento incluyen:

  1. restaurar una nutrición adecuada.
  2. alcanzar un peso saludable.
  3. reducir el exceso de ejercicio.
  4. detener los comportamientos de atracones y purgas.

Las personas con trastornos de la alimentación también pueden tener otros trastornos mentales (como depresión o ansiedad) o problemas con el consumo de sustancias. Es fundamental tratar cualquier afección concurrente como parte del plan de tratamiento.

Las formas específicas de psicoterapia ("terapia de diálogo") y los enfoques cognitivo-conductuales pueden tratar eficazmente ciertos trastornos de la alimentación. Para obtener información general, visite la página web en inglés del NIMH sobre las psicoterapias.

Las investigaciones también sugieren que los medicamentos pueden ayudar a tratar algunos trastornos de la alimentación y la ansiedad o la depresión concurrente relacionada con estos. La información sobre los medicamentos cambia con frecuencia, así que hable con su proveedor de atención médica. Visite el sitio web en inglés de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para obtener las últimas advertencias, guías de medicamentos para pacientes y medicamentos aprobados por la FDA.

¿Dónde puedo obtener ayuda?

Si no está seguro dónde obtener ayuda, puede empezar con su proveedor de atención médica, quien puede referirlo a un profesional de salud mental competente, como un psiquiatra o psicólogo, que tenga experiencia en el tratamiento de trastornos de la alimentación.

martes, 12 de diciembre de 2023

Lupus y Depresión

 Muchas personas que padecen lupus acaban sufriendo depresión. El origen podría estar en el propio sistema inmunitario, el cual, ataca al sistema nervioso central y al funcionamiento normal del cerebro: lo analizamos.

El lupus y la depresión guardan una relación muy estrecha. Tanto es así que, en algunos casos, este trastorno del estado del ánimo es la primera manifestación de dicha enfermedad autoinmune. Irritabilidad, baja energía, desánimo, frustración, negatividad… Llega un momento en que los factores psicológicos se superponen con los físicos; la persona llega al límite de sus fuerzas.

Si tuviéramos que hablar de una enfermedad invisible sería el lupus eritematoso sistémico. Esta condición, en la que el sistema inmunitario acaba atacando al propio cuerpo, afecta a unos cinco millones de personas en todo el mundo. No son muchas si las comparamos con todas las que viven en el planeta, es cierto. A día de hoy está dentro del grupo de los 8000 tipos de enfermedades menos frecuentes.

Aun así, el impacto en la vida de quien lo padece es inmenso. El lupus puede dejar lesiones irreversibles; dada su complejidad, los pacientes no saben qué es lo próximo que les puede suceder: problemas cardíacos, pulmonares, dolores articulares, alteraciones en la piel, problemas digestivos… A los problemas orgánicos, se le añaden además los mentales.

Es importante tenerlo presente. Así, a la hora de ofrecer una asistencia adecuada y efectiva al paciente con lupus debe tenerse en cuenta que el riesgo de depresión es alto dentro del cuadro clínico.

¿Cuáles son los síntomas del lupus y la depresión?

Cerca del 60 % de las personas con enfermedades crónicas desarrollan en algún momento depresión. En el caso del lupus, las manifestaciones más comunes son las siguientes:

  • Baja autoestima.
  • Sentimientos de inutilidad, de indefensión.
  • Baja energía, sensación de agotamiento constante.
  • Sensación de inseguridad constante y baja autoeficacia.
  • Sentimientos de culpabilidad.
  • Problemas para tomar decisiones.
  • Fallos de memoria.
  • Imposibilidad de disfrutar de las actividades que antes eran placenteras.
  • Ideas suicidas.

Más allá de estas características, hay un hecho evidente: las personas con lupus no siempre reciben un adecuado diagnóstico en esta área. Se asume que ese cansancio, ese desánimo y esos problemas de concentración son consecuencia misma de la propia enfermedad autoinmune. De ahí, que no todos los pacientes acaben recibiendo atención en el área mental.

¿Por qué el lupus y los trastornos depresivos están relacionados?

Hay quien piensa que basta con recibir un diagnóstico médico, como es el referente a las enfermedades crónicas, para derivar en un trastorno psicológico. Tengámoslo claro, no es que la persona se desanime y sienta que el mundo se le viene encima. En el caso del lupus, es la propia condición orgánica la que genera en muchos casos esas alteraciones del estado de ánimo -causa orgánica-.

Por término medio, el lupus y la depresión afectan en mayor grado a mujeres de entre 15 y 40 años.

Esta enfermedad autoinmune impacta también al sistema nervioso central. Una parte de los pacientes afectados por lupus puede experimentar alteraciones de la memoria, convulsiones y brotes psicóticos.

El lupus y la depresión se relacionan porque la propia enfermedad tiene un impacto neuropsiquiátrico en muchos casos.

Por otro lado, también ha podido verse que hay varios medicamentos (como los corticoides) que se utilizan para tratar el lupus que tienen el efecto de alterar el estado de ánimo.

Asimismo, hay un factor que se está estudiando en los últimos años. Investigaciones como la llevada a cabo por la doctora Andrea L. Roberts, de la Universidad de Michigan, barajan la posibilidad de que, en ciertos casos, la propia depresión pueda ser un factor de riesgo más para la aparición del lupus.

En esa investigación, de las 195.000 mujeres evaluadas a lo largo de 20 años, 145 casos desarrollaron lupus tras sufrir un trastorno depresivo. Es decir, no es que este trastorno sea un desencadenante, sería un factor de riesgo más.

Cómo manejar el estrés cuando usted tiene lupus

Vivir con lupus puede ser estresante. Y el estrés puede desencadenar los síntomas del lupus o empeorarlos. Sin embargo, usted puede tomar medidas para manejar el estrés y proteger su salud.

Siga estas recomendaciones para manejar el estrés cuando tiene lupus:

  • Identifique las señales y fuentes de su estrés
  • El primer paso para manejar el estrés es reconocer sus síntomas. Cuando usted está estresado, podría sentirse:
  • Preocupado
  • Enojado
  • Incapaz de concentrarse
  • También podría tener síntomas físicos, como dolores de cabeza o problemas para dormir. O podría notar que los síntomas del lupus empeoran.

Ahora, piense qué está causando su estrés. Por ejemplo, ¿se siente estresado en su trabajo o durante sus visitas al médico? Trate de mantener registro por escrito de sus síntomas de estrés y sus fuentes. De esa forma, podrá estar más consciente sobre qué le causa estrés y podrá crear un plan para controlarlo.

Planee con antelación

  • Planear con antelación las situaciones estresantes (o incluso las tareas cotidianas) puede ayudarle a sentirse calmado y preparado. Intente poner en práctica estas estrategias:
  • Si usted tiene un día ocupado por delante, planee cosas la noche anterior, como por ejemplo qué ropa usará, qué comerá a la hora del almuerzo y cómo se transportará de un lugar a otro
  • Si usted siente que las visitas al médico son estresantes, antes de ir escriba todas las preguntas que tenga
  • Si usted está nervioso por una reunión laboral o una conversación difícil con un amigo o un ser querido, trate de planear con antelación lo que dirá
  • Si tiene problemas para recordar sus planes, escríbalos en la herramienta de notas de su teléfono o computadora portátil. De esa forma, tendrá una cosa menos de qué preocuparse

Programe tiempo para relajarse

Cuando usted está estresado y presionado por el tiempo para realizar alguna tarea, relajarse puede no ser una prioridad. ¡Pero tomar tiempo para descansar puede darle más energía para todas las cosas que están en su lista! Intente poner en práctica estas recomendaciones:

  • Planee descansos para recuperar su energía. Trate de programar un descanso de 20 minutos durante su día de trabajo, o designe un día cada fin de semana para simplemente relajarse.
  • Defina límites. Está bien no aceptar invitaciones. Todas las personas necesitan tiempo de tranquilidad.
  • Sea honesto con sus amigos y familiares. Si necesita cancelar un plan o un compromiso para cuidar su salud, las personas que lo estiman entenderán.
  • Una vez que haya reservado tiempo para relajarse, se dará cuenta que lo mejor que puede hacer, ¡es no hacer nada! O puede intentar hacer actividades como:
  • Leer, ver su programa de televisión favorito o escuchar música relajante
  • Practicar yoga o meditación para aclarar su mente
  • Dibujar, escribir o hacer otra actividad creativa

Desarrolle rutinas saludables

Un estilo de vida saludable puede ayudarle a reducir los niveles de estrés y controlar los síntomas del lupus. Desarrolle estos hábitos saludables:

  1. Duerma lo suficiente. Dormir es clave para mantener bajo control los síntomas del estrés y del lupus.
  2. Manténgase activo. La actividad física puede ayudar a reducir el estrés, ¡y usted puede comenzar a sentir los beneficios inmediatamente!
  3. Aliméntese de forma saludable. Cuando su cuerpo obtiene todos los nutrientes que necesita, usted puede manejar su estrés más fácilmente.

Cuide su salud mental

El estrés puede aumentar su riesgo de problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad. Estos problemas afectan a muchas personas con lupus. Más de una de cada tres personas con lupus tiene ansiedad, y alrededor de una de cada cuatro personas con lupus tiene depresión.

La buena noticia es que hay tratamientos que pueden ayudar. Si usted piensa que podría tener depresión o ansiedad, consulte con su médico y hagan un plan de tratamiento.

Obtenga ayuda

El estrés puede hacerlo sentir abrumado y aislado. Pero recuerde que usted no está solo, y que hay personas que lo pueden ayudar. Intente poner en práctica estas recomendaciones para encontrar apoyo:

  1. Consulte con su equipo de cuidado de salud sobre formas de manejar su estrés, o sobre cómo obtener tratamiento de salud mental o programar una cita con su psicoterapeuta. 
  2. Contacte a sus amigos y familiares. Hablar y pasar tiempo con seres queridos puede ser un gran alivio para el estrés
  3. Hable con otras personas. De esa forma, usted puede compartir sus experiencias con personas que también tienen lupus

¿Cómo se trata?

Puesto que el lupus y la depresión van de la mano, es esencial que los profesionales de la salud no descuiden el aspecto mental. Hay áreas de psicología especializadas en la asistencia a pacientes con enfermedades crónicas a las que siempre es adecuado recurrir.

Por otro lado, es esencial que el paciente conozca su enfermedad. El lupus no tiene cura, pero existen tratamientos que pueden facilitar una mejor calidad de vida y reducir el impacto de los brotes.

Siempre es recomendable estar en contacto con grupos de ayuda. Conocer a personas que viven su misma realidad sirve de apoyo y facilita la adquisición de nuevas habilidades de afrontamiento.


Fuente: La Mente es Maravillosa.  Lupus Fundación de América.  

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Rumiación y qué tiene que ver con estar Ansioso o Depresivo

En España, el 40 por ciento de los ciudadanos afirma haber atravesado problemas de salud mental, siendo más prevalentes en mujeres y jóvenes de 18 a 29 años. Entre las principales causas de la falta de bienestar emocional se encuentran la soledad, causante del 31 por ciento de los problemas de salud mental.

La rumiación es la práctica silenciosa que consiste en darle vueltas a los problemas de manera continuada y que está detrás del 40 por ciento de los problemas de ansiedad y del 30 por ciento de los problemas de depresión, según el estudio 'Comprender o rumiar nuestras emociones. Análisis de las estrategias silenciosas que nos acercan o apartan del bienestar emocional', realizado por Línea Directa con una muestra de mil 700 personas de toda España.

"A pesar de estos datos, el 70 por ciento de la sociedad española sigue pensando que contar cómo nos sentimos o decir que estás atravesando por un problema de salud mental es un tabú"

Entre las principales causas de la falta de bienestar emocional se encuentran la soledad, causante del 31 por ciento de los problemas de salud mental; los ritmos de vida, causantes del 30 por ciento y la adicción a las tecnologías, que provoca el 22 por ciento de los problemas de salud mental.

Entre las respuestas a los problemas de bienestar emocional hay algunas que son "poco útiles" y que, lejos de solucionar el problema, lo pueden agravar llevando a problemas de ansiedad y depresión. Estas serían: reprimir lo que se siente, rumiar la situación o el problema y desconocer las causas del malestar emocional.

"Hay personas que piensan que cuando controlamos o suprimimos las emociones las estamos manejando, pero esto no es así, igual que cuando nos quedamos atrapados en los pensamientos negativos esto en vez de ocuparnos del problema incrementa nuestro malestar emocional"

hay otras estrategias que "cuestan un poco más pero que sí acercan al bienestar emocional y están a la base de una mejor salud mental". Entre estas estrategias se encuentran: la identificación y la comprensión emocional, es decir, "reconocer las señales y entender por qué está pasando ese sentimiento", y, por último, "saber tomar distancia y reformular las situaciones y ser conscientes de que no hay una verdad universal a la hora de interpretar una situación".

Para mejorar la satisfacción y evitar así problemas de salud mental es bueno llevar a cabo prácticas como: ser conscientes del ego personal, no dejarse arrastrar por los mitos o creencias, buscar las causas que generan malestar y no juzgarse ni culparse continuamente; atender y afrontar aquello que sí es importante; y reevaluar, reformular y tomar distancia de las situaciones difíciles.

No saber gestionar las emociones: subida del 40% en la venta de antidepresivos

Por otro lado, el estudio aborda la problemática que conlleva no saber gestionar las emociones al no contar con las estrategias adecuadas para manejar los sentimientos. En este aspecto, esta situación ha provocado una subida en la venta de ansiolíticos y antidepresivos en las farmacias del 40 por ciento en la última década y España está a la cabeza de Europa. Además, los trastornos mentales son la segunda causa más habitual de baja laboral.

De hecho, extraídos de nuestros datos podemos asegurar que casi 15 millones de españoles, el 41 por ciento ha tomado antidepresivos alguna vez y el 60 por ciento ha acudido a medicación para poder conciliar el sueño.

Los ciudadanos afrontan sus problemas de salud mental pidiendo ayuda a los profesionales sanitarios o tomando medicación, pero ambas situaciones son perjudiciales ya que "la población pide ayuda en muchas ocasiones sin saber lo que están sintiendo y, por tanto, hay una saturación de Atención Primaria.

Además, España es un país que encabeza la lista de consumo de psicofármacos, en concreto de benzoalcohólicos. El 60 por ciento de la muestra había tomado medicamentos para dormir alguna vez, el 41 por ciento había tomado medicamentos para dejar de estar triste o antidepresivos, etc. Hay una incesante sobremedicación.

Diferencias por sexo

Por último, el análisis muestra una diferencia entre los trastornos de salud mental de las mujeres y los de los hombres. Es diferente cómo los gestionan puesto que los hombres reprimen más las emociones o tienden a un mayor consumo de sustancias y piden menos ayuda en general y las mujeres presentan peores índices de calidad del sueño y mayor disposición a la inestabilidad emocional.

En este sentido, se pone de manifiesto que "la salud mental tiene género" y debe tratarse de manera diferente ya que problemas como la ansiedad, los pensamientos suicidas o los TCA son más comunes en las mujeres, y, problemas como las adicciones, los trastornos del comportamiento y la bipolaridad, en los hombres.


Excélsior

martes, 14 de noviembre de 2023

¿Ignorar es Violencia? Cómo Detectar la Ley del Hielo y qué Hacer al Respecto

Quizás hayas vivido alguna situación donde tu pareja te dejó de hablar sin motivo o de repente te ignoró por completo. Estoy segura que no fue una experiencia agradable. Probablemente sentiste violencia.

Pero, ¿Ignorar es violencia? Sí, dejar de hablar o ignorar a alguien se considera violencia. El silencio es una forma de violencia psicológica, dentro de una relación de pareja, cuando tiene como fin castigar o manipular al otro.

Cuando una persona adopta esta forma de agresión recurre a la indiferencia, al silencio y al desprecio. Debes tener mucho cuidado frente a estas actitudes tóxicas porque pueden tener consecuencias psicológicas graves. Incluso peores que la violencia física.

Un estudio en el cual se le aplicó el trato silencioso a estudiantes concluyó que tiene fuertes efectos en el sentido de pertenencia y la autoestima de la víctima.

En este artículo te voy a explicar por qué ignorar es un tipo de violencia psicológica, qué consecuencias tiene y cómo defenderte.

La Ley del hielo

La Ley del hielo, o trato silencioso, consiste en que tu pareja te ignore. Te excluye de su vida. Se desentiende de ti, sin ninguna explicación. Es una de las herramientas de manipulación más agresivas con las que un abusador cuenta para ejercer presión y dominio sobre las emociones de su víctima.

Mediante el uso de silencios prolongados en momentos específicos dentro de la relación, el abusador se asegura de provocar sentimientos de inseguridad, desesperación e incertidumbre al otro.

En relaciones de pareja

Ocurre frecuentemente en las parejas. Tu pareja dejó de hablarte sin darte ningún motivo. Entonces tú comienzas a preguntarte qué fue lo que hiciste mal, por qué este cambio inesperado de comportamiento.

Durante un tiempo prolongado esa persona fue amable, cordial. Seguramente te imponía algunos límites. Sin embargo, hablaban del problema y todo parecía retomar su rumbo. Aun así esos límites se volvieron cada vez mayores. Luego volvían los pedidos, las exigencias y los límites eran cada vez más severos. El círculo cada vez era más pequeño.

¿Te diste cuenta que esa persona fingía no escucharte, tomaba distancia y evitaba tu compañía? Entonces es posible que hayas sido víctima de la famosa ley del hielo: una forma de violencia psicológica encubierta.

Quizás recuerdes alguna situación personal en la que tú la hayas aplicado de manera inconsciente. Seguramente desconocías la toxicidad y consecuencias negativas que tiene para la otra persona y para ti mismo.

Un ejemplo de la ley del hielo en la pareja puede ser: “Me siento cansada de discutir con mi pareja. No me entiende. No me da la razón. Dejaré de hablarle hasta que tenga que disculparse…”. Es un recurso fácil para el agresor porque no tiene que hacer nada. Sin embargo, no deja de ser una forma de agresión y por lo general solo trae más problemas.

El silencio como forma de violencia psicológica

El abuso comienza cuando el sujeto se siente incómodo por algún comentario o petición de parte nuestra.  Aplica la Ley del Hielo.

Este tipo de personalidad abusiva siempre tiene en su base un trastorno de personalidad narcisista: quiere siempre tener el control. Cualquier petición que hagamos para equilibrar la relación o llegar a un acuerdo será recibida como una amenaza directa a su frágil y endeble integridad. El trato silencioso provoca dolor, frustración y ansiedad. Llega a ser más agresivo que la violencia verbal o física.

El silencio como violencia pasiva para manipular y castigar

El enojo expresado indirectamente, de manera pasivo-agresiva, provoca una alta irritabilidad y una actitud manipuladora que confunde y humilla al otro. La actitud pasivo-agresiva es aquella en la que no te agredo verbalmente, ni físicamente. No deja rastros de la agresión. Si bien el comportamiento pasivo-agresivo es una característica de varias afecciones de la salud mental, no se considera una enfermedad mental en sí misma.

Etapas del silencio manipulador como violencia psicológica

La violencia psicológica del trato silencioso se puede observar en etapas.

El violento primero pide: “¿me traes tal cosa?” o “¿me llevas a tal lugar?”Si respondes que ahora no puedes o sencillamente no tienes ganas, entonces lo exige y lo ordena. Si aún así no lo logra pasa a la presión y a las amenazas: “si no lo haces te abandonaré o pediré el divorcio”Al no obtener lo que desea aplica la Ley del Hielo. Ignora al otro. No le habla, no lo mira, no le responde. Lo hace “desaparecer”. Se convierte en pura y dura frialdad emocional, en indiferencia. El receptor se siente denigrado, desorientado, no entiende el motivo de tal castigo.

La Ley del Hielo puede tener consecuencias psicológicas permanentes en la víctima por lo que es importante detectarla y actuar temprano.

Consecuencias de la Ley del hielo:

  • Estrés. La incertidumbre al no entender lo que está pasando, le provoca estrés a la víctima. Se pregunta “¿qué hice para que ocurra esto?”
  • Ansiedad. A medida que se prolonga el castigo, las dudas y la inseguridad se apoderan de la víctima que no logra contener la ansiedad.
  • Angustia. El estrés y la ansiedad pueden provocar dificultades para dormir y, como consecuencia de eso, cansancio permanente que lleva a fallar en la toma de decisiones. La víctima sufre la angustia de un castigo que no cesa, haga lo que haga.
  • Hipersensibilidad. La hipersensibilidad se apodera de esa persona, que llora ante el más mínimo estímulo. Se vuelve asustadiza y puede sobresaltarse por el sonido de un teléfono o el ladrido de un perro.
  • Depresión. Todos estos daños que la aplicación de la Ley del Hielo puede provocar a la psiquis de la víctima, pueden llevar a un cuadro de depresión, base de todas las enfermedades mentales.

Cómo reconocer el maltrato psicológico

El trato silencioso es apenas una de las múltiples maneras de ejercer violencia psicológica. Tal vez sea la más difícil de detectar y de probar, pero deja huellas para toda la vida. Es muy probable que la víctima deba recurrir a psicoterapia con apoyo farmacológico. Quizás tengas la duda de si sufres maltrato psicológico. La idea de esta sección es ayudarte a identificar estas situaciones de violencia por silencio mediante algunas preguntas:

¿Cómo defenderse del maltrato psicológico?

La vía más sana es siempre la comunicación con tu pareja. Si eres víctima del trato silencioso, puede sea útil llevar adelante una terapia de pareja. Sin embargo, sabemos que eso es algo que depende de la voluntad de ambos. Si esto no es posible, podrías intentar amablemente revertirlo tomando las riendas de la situación. Para eso deberías cortar tú la comunicación y darle un plazo, tras lo cual podrían sentarse a hablar de lo que está ocurriendo.

Durante el período que tú determines (48 horas, una semana), deberías eliminar todo contacto con tu pareja de manera que, al restablecerlo, el único tema a discutir sea por qué te aplica la Ley de Hielo y cómo hará para corregirlo. Lamentablemente debo decirte que, en la mayoría de los casos, eso no tendrá resultados permanentes. Dependiendo de la gravedad de la situación, a veces la mejor solución para tu bienestar es la separación total. Debes saber que toda negociación con este tipo de persona siempre es falsa. Podrá decirte muchas veces “voy a intentar corregirlo”, “estoy seguro de poder cambiar”, “no lo volveré a hacer”.

Te puedo asegurar que responderá a ese compromiso durante un tiempo y luego volverá a aplicar la Ley del Hielo, porque es un narcisista.

La misma conducta reiterativa que se produce en el maltrato físico o verbal, se repetirá en este otro tipo de violencia psicológica: durante un período corto desaparece el abuso y puede parecer que todo está bien. Sin embargo, volverá a caer. El ciclo se repite y te transforma en la víctima de su enojo, porque esa es la única forma que conoce de relacionarse.

Conclusión

Ignorar al otro es un tipo de violencia psicológica cuando tiene como fin castigar o manipular. Dejar de hablarle a alguien de forma repentina y por un tiempo prolongado es una forma de maltrato psicológico denominada trato silencioso, o ley del hielo. Este tipo de manipulación degrada, humilla, invisibiliza. Uno no comprende el motivo y siente una profunda indiferencia y desprecio. Sin golpes ni gritos, hace sentir muy mal y desorienta por no comprender cómo se llegó a este punto.

Al igual que en otros tipos de violencia, las cosas no se arreglan “con el tiempo” ni teniendo paciencia. Si luego de dialogar las conductas persisten, la mejor opción es pedir ayuda profesional para cambiar esta situación o directamente alejarse de la persona.

A las primeras señales de un iceberg, huye. Recuerda que en el Titanic sólo se salvaron los rápidos. 


Mente

viernes, 10 de noviembre de 2023

Ayudando a su Hijo durante un Divorcio

Miles de niños sufren el estrés del divorcio de sus padres cada año. La forma en que reaccionan depende de su edad, personalidad y las circunstancias concretas del proceso de separación y divorcio.

Todo divorcio tiene repercusiones sobre los niños implicados; muchas veces su reacción inicial es de conmoción, tristeza, frustración, enfado o preocupación. Pero los niños también pueden salir de un proceso de divorcio más preparados para afrontar el estrés y muchos de ellos se convierten en jóvenes más flexibles y tolerantes.

Entre las principales cosas que ambos padres pueden hacer para ayudar a su hijo a atravesar este difícil período, figuran las siguientes:

  • Mantener los conflictos, riñas y discusiones acaloradas, así como los comentarios sobre los aspectos legales del divorcio al margen de los hijos.
  • Reducir al mínimo la alteración de las rutinas cotidianas del niño.
  • Restringir la negatividad contra el otro, así como el resentimiento y la tendencia a echarle la culpa, a las sesiones de terapia y las conversaciones con amigos que se mantengan fuera de casa.
  • Asegurarse de que ambos padres siguen implicados en la vida del niño.

La mayoría de adultos que atraviesan un proceso de separación y divorcio necesitan apoyo, de amigos, profesionales de la salud mental, religiosos y parientes. No busque apoyo en su hijo, incluso aunque parezca estar dispuesto a ofrecérselo.

Darle la noticia

En cuanto esté seguro de sus planes, hable con su hijo sobre su decisión de separarse. Aunque no existe una manera fácil de dar la noticia, de ser posible, intente que ambos (usted y el otro progenitor) estén presentes durante la conversación. Es importante dejar a un lado los sentimientos de enfado, culpa o remordimiento. Antes de hablar con su hijo, practique cómo se lo va a decir sin alterarse ni enfadarse durante la conversación.

Aunque la conversación sobre el divorcio debe adaptarse a la edad, grado de madurez y temperamento del niño, asegúrese de trasmitirle a su hijo un mensaje fundamental: lo que ha ocurrido es un asunto entre su madre y su padre y él no es en absoluto culpable de lo ocurrido. La mayoría de los niños se sienten culpables incluso después de que los padres se lo nieguen. Por eso es básico que los padres insistan en esta afirmación para tranquilizar al niño.

Explique a su hijo que a veces la forma de quererse de los adultos experimenta cambios o que usted y su pareja no pueden ponerse de acuerdo en cosas importantes y, por lo tanto, tienen que vivir separados. Pero recuerde que los hijos y los padres están unidos de por vida, sea por nacimiento o por adopción. Los padres y los hijos a menudo están en desacuerdo en un montón de cosas, pero eso forma parte del ciclo de la vida: padres e hijos no dejan de quererse ni se divorcian nunca.

Facilite a su hijo suficiente información a fin de que esté preparado para los cambios que van a tener lugar en su vida. Intente responder a sus preguntas de la forma lo más sincera posible. Recuerde que los hijos no necesitan conocer todos los motivos que hay detrás del divorcio (sobre todo, si eso implica culpar a uno de sus progenitores). Basta con que entiendan qué es lo que va a cambiar en su vida cotidiana e, igual de importante, qué es lo que no va a experimentar cambio alguno.

Si su hijo es muy pequeño, lo mejor es explicárselo todo con palabras sencillas. Podría decirle algo como: “Papá y mamá van a vivir en casas diferentes para que no se peleen tanto, pero los dos te queremos mucho.”.

Es posible que los niños mayores y los adolescentes sean más conscientes de la situación que están atravesando sus padres y tengan más preguntas basadas en las discusiones y peleas que han escuchado.

Abordar las reacciones del niño

Si, tras recibir la noticia, su hijo está muy alterado, dígale que usted reconoce y acepta sus sentimientos, que le importan y asegúrele que esos sentimientos son perfectamente normales y comprensibles. Puede intentar decirle: “Sé que esto te molesta. ¿Intentamos pensar en algo que te haga sentir mejor?” o “Ambos te queremos mucho y nos sentimos mucho el tener que vivir separados.”

No todos los niños reaccionan de forma inmediata. Haga saber a su hijo que eso también es normal y dígale que habrá otros momentos para hablar sobre el tema cuando él esté preparado. Algunos niños tratan de complacer a sus padres actuando como si no pasara nada o intentan inhibir cualquier sentimiento negativo afirmando que no están enfadados ni tristes por la noticia. A veces, el estrés se manifiesta de otras formas: en los estudios, con los amigos, en los cambios de apetito, en la forma de comportarse o en los patrones de sueño.

Independientemente de que su hijo exprese miedo, preocupación o alivio ante la noticia de la separación y el divorcio, el querrá saber cómo va a cambiar su vida cotidiana a partir de ahora.

Prepárese para contestar estas preguntas y otras similares:

  • ¿Con quién voy a vivir?
  • ¿Dónde iré al colegio?
  • ¿Tendré que cambiar de casa?
  • ¿Dónde vivirá cada uno de mis padres?
  • ¿Dónde pasaré las vacaciones y los días de fiesta, como el Día de Acción de Gracias?
  • ¿Podré seguir viendo a mis amigos?
  • ¿Tendré que cambiar de colegio?
  • ¿Podré seguir yendo de campamento este verano?
  • ¿Podré seguir practicando mis actividades favoritas?

Ser sincero con un hijo no siempre es fácil cuando no se tienen todas las respuestas, o cuando al niño le asusta la situación o se siente culpable de lo que está ocurriendo. Lo más correcto es decirle lo que necesita saber cuando lo pregunta.

Ayudar al niño a afrontar la situación

Muchos niños (y padres) sienten mucho el hecho de haber perdido el tipo de familia que deseban tener y, sobre todo los niños, echan de menos al progenitor y la vida en familia que tenían. Por eso es tan habitual y completamente natural que algunos niños mantengan la esperanza de que sus padres volverán a estar juntos, incluso después de haberles explicado el carácter definitivo del divorcio.

Lamentar la pérdida de una familia es normal pero, con el tiempo, tanto usted como su hijo acabarán aceptando y adaptándose a la nueva situación. Por lo tanto, tranquilice a su hijo diciéndole que es normal que al principio desee que sus padres vuelvan a estar juntos, pero explíquele y déjele bien clara la decisión que ambos han tomado al respecto.

He aquí algunas formas de ayudar a su hijo a superar el disgusto provocado por el divorcio:

  1. Fomente la sinceridad. Los niños necesitan saber que sus sentimientos son importantes para sus padres y que ambos se los tomarán en serio.
  2. Ayúdele a expresar sus sentimientos con palabras. El comportamiento de un niño puede darle pistas sobre si está experimentando sentimientos de tristeza o de enfado. Pruebe a decirle: “Parece que estás triste en este momento. ¿Sabes qué es lo que te pone tan triste?”. Escuche atentamente sus respuestas, incluso aunque le resulte difícil oír lo que tiene que decirle.
  3. Legitimize sus sentimientos. Decirle a su hijo: “Sé que ahora estás triste” o “Sé que te sientes solo sin papá” le ayuda a saber que sus sentimientos son válidos. Es importante animar a un niño a sacarlo todo antes de ofrecerle otras formas de sentirse mejor. Permita que el niño sepa que también está bien estar contento, aliviado o emocionado sobre el futuro.
  4. Ofrézcale su apoyo. Pregúntele: “¿Qué crees que te ayudaría a sentirte mejor?”. Tal vez no se le ocurra nada en concreto, pero usted puede proponerle algunas ideas: tal vez sentarse un rato los dos juntos, dar un paseo o abrazar a su peluche favorito. Los niños pequeños agradecerán enormemente la posibilidad de llamar por teléfono a su padre o hacer un dibujo para dárselo a su madre cuando vuelva a casa al final del día.
  5. Cuídese para mantenerse sano. Para muchos adultos, la separación y el divorcio es una situación sumamente estresante. La presión experimentada se puede amplificar con los temas relacionados con la custodia, el reparto de propiedades y los asuntos financieros, que pueden sacar lo peor de la gente.
  6. Encontrar formas de afrontar el estrés es fundamental para usted y para toda su familia. Mantenerse lo más sano posible, tanto desde el punto de vista físico como emocional, puede ayudarle a combatir los efectos del estrés. Y, si se asegura de cuidar de sus propias necesidades, estará en la mejor forma física posible para cuidar de sus hijos.
  7. Mantenga los detalles del divorcio bajo control. Cuando comente los detalles del divorcio con sus amigos, familia o abogado, asegúrese de proteger su intimidad evitando siempre que sus hijos estén presentes. Intente relacionarse con su ex de forma lo más civilizada posible, sobre todo cuando interactúen delante de su hijo.
  8. Adopte la actitud más apropiada: no culpe, recrimine ni insulte a su ex pareja si su hijo lo puede oír, independientemente de las circunstancias de la separación. Esto es especialmente importante en los divorcios donde hay alguien que ha tenido la culpa y se han producido actos muy dolorosos, como una infidelidad. Mantenga sus cartas, correos electrónicos y mensajes de texto en lugares seguros, ya que, cuando existe una situación muy conflictiva en casa, los niños sienten una curiosidad natural por enterarse de lo que sucede.
  9. Busque ayuda. Este no es un período para enfrenta a solas. Encuentre un grupo de apoyo y hable con otras personas que hayan atravesado situaciones simulares, utilice los recursos de Internet o pídale a su médico o sacerdote que le recomiende recursos o centros de apoyo. El hecho de buscar ayuda para usted le permitirá sentar un buen ejemplo para su hijo sobre cómo adaptarse de forma saludable a los cambios importantes.

El apoyo de un psicólogo, terapeuta o amigo también le ayudará a establecer y mantener una “separación” saludable con respecto a su hijo. Es muy importante que no dependa del apoyo de su hijo. Los niños mayores y aquellos a quienes les gusta complacer a sus padres intentarán ayudarle a que se sienta mejor ofreciéndole un hombro donde llorar. Por muy tentador que sea, lo mejor es no permitir que su hijo le proporcione el apoyo emocional que necesita. Explique a su hijo lo mucho que valora su cariño y que se preocupe por usted, pero no se desahogue con él sino con un terapeuta o un amigo.

La importancia de la coherencia y la rutina

La coherencia y la rutina pueden ayudar mucho a ofrecer la sensación de comodidad y familiaridad que necesita su familia durante este importante cambio vital. En la medida de lo posible, reduzca al mínimo los horarios impredecibles, la indefinición y las separaciones repentinas.

Especialmente durante un divorcio, es recomendable que los niños pasen períodos a solas con cada uno de sus progenitores. Por inconveniente que le parezca, intente ponerse de acuerdo con su ex pareja para organizar los horarios de visita.

Es normal que le preocupe el modo en que su hijo está afrontando este cambio vital tan importante. Lo mejor que puede hacer es confiar en sus instintos y basarse en lo que usted sabe sobre su hijo. ¿Le parece que se está comportando de una forma diferente a la habitual? ¿Está su hijo adoptando conductas regresivas, es decir comportamientos propios de épocas anteriores, como chuparse el dedo o mojar la cama? ¿Parece que sus emociones interfieren en sus rutinas cotidianas, como los estudios y su vida social?

Es importante que esté atento a los cambios de comportamiento de su hijo: la tristeza, la ansiedad, los cambios de humor, las dificultades en la escuela, con los amigos, en el apetito o el sueño pueden indicar la presencia de problemas.

Los niños mayores y los adolescentes pueden ser más proclives a implicarse en comportamientos peligrosos, como el consumo de alcohol y drogas, faltar a la escuela y el comportamiento desafiante. Independientemente de que tales problemas estén o no relacionados con el divorcio, se trata de problemas graves que afectan el bienestar del adolescente e indican la necesidad de pedir ayuda profesional.

Pelearse delante del hijo

Aunque las discusiones ocasionales entre padres son esperables en cualquier familia, vivir en un campo de batalla de constante hostilidad y conflictos no resueltos representa una importante carga emocional para cualquier niño. Los gritos, las peleas, las discusiones o la violencia en la vida doméstica favorecen el miedo y las reacciones aprensivas en los niños.

Que un niño presencie conflictos entre sus padres es un modelo inapropiado para una persona que todavía está aprendiendo a relacionarse con los demás. Los niños cuyos padres mantienen relaciones llenas de hostilidad y resentimiento son más proclives a tener dificultades emocionales y de comportamiento que perdurarán más allá de la infancia.

Hablar con un mediador o un psicólogo especializado en divorcios puede ayudar a las parejas a airear sus recriminaciones y resentimientos mutuos de un modo que no sea perjudicial para su hijo. Aunque puede ser difícil, si los dos padres hacen un esfuerzo por colaboran de este modo, evitarán al niño el dolor provocado por una relación de pareja llena de amargura y resentimiento.

Adaptarse a una nueva situación

Puesto que el divorcio puede ser un cambio tan importante, las adaptaciones a las nuevas condiciones de vida deberían hacerse de forma gradual.

Pueden ocurrir varios tipos distintos de situaciones:

  • Uno de los padres tiene la custodia total.
  • Custodia compartida, donde se comparte tanto la custodia legal como la física (con quien vive el niño) entre ambos padres.
  • Custodia legal compartida, donde ambos padres comparten este tipo de custodia, pero el hijo vive mayoritariamente con un padre y este posee más autoridad en determinados ámbitos médicos o educativos.

¿Cuál es la situación que más le conviene a su hijo? Es una pregunta difícil y sobre la que muchas parejas tienen grandes desacuerdos. Aunque algunos niños se adaptan muy bien a la situación de compartir el tiempo equitativamente con ambos padres, otros parecen necesitar la estabilidad de tener un “hogar” propio y recibir visitas del padre con quien no viven. Algunos padres deciden permanecer los dos en la misma casa, pero esto solo funciona en circunstancias muy excepcionales y, por lo general, debería evitarse.

Independientemente de la solución que escojan, deberían priorizar las necesidades de su hijo. Evite verse envuelto en una especie de guerra con su ex pareja para ver quién gana. A la hora de tomar decisiones sobre los días de fiesta, las vacaciones y los cumpleaños, concéntrese en lo que sea más conveniente para su hijo. Es importante que los padres resuelvan estas cuestiones por sí solos en vez de pedirle al niño que decida.

Durante los años previos a la adolescencia, cuando los niños empiezan a participar más en actividades extra-familiares, es posible que necesiten horarios diferentes que se adapten más a sus prioridades. En el caso ideal, para los niños resulta muy ventajoso recibir apoyo de ambos padres, pero es posible que se resistan a estar la misma cantidad de tiempo con los dos si esto interfiere con sus actividades académicas o su vida social. Prepárese para escuchar la opinión de su hijo sobre el modo de compartir el tiempo con ustedes e intente ser flexible.

Es posible que su hijo no quiera compartir su tiempo con usted y su ex pareja de forma equitativa y también es posible que tome partido por alguno de ustedes. En tal caso y por duro que parezca, intente no tomarse las cosas como algo personal. Respete los horarios de visita y recuerde lo importante que es que ambos padres se involucren en el cuidado y la educación del niño.

A veces, los niños sugieren pasar un verano entero, un semestre o un curso completo con el padre que no tiene su custodia. Pero esto no tiene por qué reflejar su deseo de irse a vivir con él. Escuche a su hijo y explore las distintas opciones que le plantee. Este tipo de arreglos pueden funcionar en divorcios “amistosos”, pero no son típicos de las situaciones más conflictivas.

Educar a un hijo bajo presión

En la medida de lo posible, ambos padres deberían esforzarse para maximizar la regularidad en las rutinas y la disciplina en ambas casas. Mantener expectativas similares en lo que se refiere a la hora de irse a la cama, las normas y los deberes escolares reducirá la ansiedad del niño, sobre todo si es muy pequeño.

Siempre que sea posible, colabore con su ex pareja para mantener una normas coherentes y, a pesar de que usted no pueda aplicarlas en la casa de su “ex”, por lo menos podrá hacer que se cumplan en la suya.

Es importante mantener la mayor normalidad posible después de un divorcio, conservando las rutinas habituales, que afectan al horario de las comidas, las normas domésticas sobre el comportamiento y la disciplina en la casa. Relajar los límites, especialmente en los períodos de cambio, tiende a generar inseguridades en el niño y reduce las probabilidades de recuperar la autoridad parental más adelante.

No caiga en la tentación de dejar de aplicar rutinas y límites y de saltarse unas normas de comportamiento coherentes, consintiendo y malcriando a su hijo porque lo está pasando mal a consecuencia del divorcio. Siéntase libre para darle todo el afecto posible; un niño no se malcría por recibir demasiados abrazos y palabras cariñosas. Pero comprarle cosas o hacerle regalos para sustituir el amor o permitir que actúe como le plazca no es lo que más le conviene. Además, en estos casos, suele costar mucho que los padres vuelvan a ejercer su autoridad cuando las aguas vuelvan a su cauce.

El divorcio puede ser una crisis importante en una familia. Pero, si usted y su ex pareja colaboran y se comunican de forma civilizada por el bien de su hijo, la unidad familiar original puede seguir siendo una fuente de fortaleza, incluso aunque nuevas familias compuestas entren en escena.

Por eso, recuerde:

  1. Buscar ayuda para afrontar sus propios sentimientos sobre el divorcio. Si usted es capaz de adaptarse a la nueva situación, sus hijos serán también más propensos a adaptarse a ella.
  2. Tener paciencia consigo mismo y con sus hijos. Los problemas emocionales, las pérdidas y el dolor que ocasiona un divorcio requieren tiempo para sanar y esto suele ocurrir por etapas.
  3. Reconocer los síntomas del estrés. Consulte con el maestro, pediatra o terapeuta de su hijo para que le guíe en la forma de enfocar problemas específicos que le preocupen.

Cualquier tipo de cambio es difícil; pero debe saber que tanto usted como su hijo pueden adaptarse y se adaptarán a este cambio. Encontrar su fortaleza interior y buscar ayuda para aprender nuevas habilidades de afrontamiento no son cosas fáciles, pero puede hacer una gran diferencia su familia supere este difícil período.


Referencias: Connecticut Children's