martes, 19 de noviembre de 2013

Motivar para Estudiar

La falta de ganas para ponerse a estudiar es bastante habitual. Expresiones como “no tiene interés”, “le da todo igual”, “es una batalla diaria comenzar a hacer los deberes con él”, “se distrae constantemente”, “se olvida de apuntar los deberes”, etc, son quejas habituales de los padres interesados en conocer qué tienen que hacer para mejorar esta situación. Probablemente no haya una respuesta única sino que tendremos tantas soluciones como niños haya, ya que cada uno de ellos presentará sus propias peculiaridades y circunstancias.
Cuando un niño se enfrenta al reto de ir a la escuela, asumir unos aprendizajes, hacer unos exámenes y aprobar, sus resultados van a venir determinados por dos grandes factores:

1.- Su capacidad intelectual. Es decir, su potencial de aprendizaje.
2.- Su motivación para el estudio.

Por dónde empezar: Algunas consideraciones.

1.- Conocer las características del niño

Hemos comentado que una buena capacidad intelectual sin motivación puede llevar al fracaso escolar, pero también, un niño que tiene capacidades limitadas o un trastorno específico del aprendizaje puede hacerle perder la motivación por el estudio. Por tanto si hay sospecha de cualquier dificultad en el aprendizaje, paralelamente a motivarle en sus deberes, deberíamos efectuar una evaluación para detectar estas posibles dificultades ya que si nos quedamos sólo en motivarle y no somos capaces de darle los recursos y medios que necesita para tal aprendizaje, probablemente no avanzaremos.

2.- Pregúntese cuando el niño dejó de motivarse por los estudios

¿El niño siempre ha presentado una desmotivación hacia el colegio y el estudio o ha sido una cosa repentina? La respuesta a esta pregunta es importante dado que podemos valorar si estamos delante de una actitud que se ha ido construyendo, es decir, hay niños que siempre les ha costado avanzar y, por tanto, pueden haber desarrollado un cierto desinterés por algo que les cuesta más que a sus compañeros y esto les produce baja motivación.

Es muy diferente cuando la desmotivación ocurre en un momento determinado del ciclo evolutivo del niño. El niño que baja repentinamente en sus calificaciones escolares en un momento dado puede señalarnos la intrusión de factores externos. Estos pueden ser de tipo familiar (problemas económicos, rupturas matrimoniales, etc.) pero también intra-escolares. A veces nos encontramos con niños que son víctimas fáciles de otros compañeros o incluso algunos que deciden bajar de notas para ser mejor aceptados en el grupo. Si no somos capaces de detectar estos problemas difícilmente podremos ayudar a motivarlo.

3.- ¿Somos como padres unos modelos coherentes con lo que pedimos?

Más adelante hablaremos de rutinas, trabajo, esfuerzo, etc, pero ¿somos coherentes con lo que les pedimos a nuestros hijos? ¿Estamos en condiciones de motivar a nuestros hijos?.

Aquí va una primera regla de oro: “Los niños siempre aprenden más por lo que ven en sus modelos de referencia (normalmente padres) que por las instrucciones verbales que reciben de los mismos”.

Esto quiere decir que si quiero motivar a mi hijo, yo debo ser el primero en dar ejemplo. Cómo puedo pedirle que lea un libro, que haga sus deberes, que se esfuerce, si nunca me ha visto tomar un libro y disfrutar de su lectura y además se ,e recuerda tumbado en el sofá bebiendo una cerveza. Aunque el padre pueda alegar en su defensa que él ya ha trabajado y ahora se merece un descanso, de poco servirá si queremos motivar a nuestro hijo hacia el esfuerzo. No se trata de adoptar ningún rol especial sino de pedírselo con sinceridad, sentándome con él, diciéndole lo feliz que se siente de poder ayudarlo y lo importante que significa para nosotros verle hacer los deberes o estudiar.

Dedicar estos tiempos diarios a los niños es fomentar en ellos la motivación. No se trata de hacer teatro, cosa que molestaría más al niño, sino enviarle el mensaje de que estamos con él en su esfuerzo.

Si como adultos no hemos sabido transmitir ilusión, pautas, objetivos, constancia y también por qué no, recompensas, no estaremos en las mejores condiciones para motivar a nuestros hijos.

“Muchas veces recuerdo a los padres que los cambios importantes que queremos implementar en nuestros hijos se harán realidad en tanto seamos capaces de aplicarlos también a nosotros mismos”.

4.- Condiciones para el estudio

Es también importante para motivar a los niños en el estudio que dispongan de un espacio suficiente con su propio material en una zona silenciosa y fuera de elementos distractores (ruidos, ventanas a la calle, etc). Factores como una adecuada iluminación y temperatura resultan muy importantes para su adecuado rendimiento. En la medida de lo posible podemos dejar al niño que personalice su rincón de estudio según sus preferencias (colgar algún cartel, dibujo, etc.) esto le hará sentir en un lugar más próximo y personal.

“La motivación respecto a cualquier actividad, si bien puede surgir de forma inesperada e intensa, no es algo que podamos crear de forma mágica cuando la queremos canalizar hacia algo concreto sino que hay que construirla paso a paso”.

5.- Orientaciones para construir la motivación

Para motivar al niño es imprescindible que el niño perciba que puede conseguirlo y además tiene un plan en el que le vamos ayudar. Para desarrollar el tema lo estructuraremos en los 2 puntos básicos:

a) Marcar los objetivos a conseguir: Primero deberemos establecer con el niño los objetivos a conseguir. Estos deben ajustarse a la realidad de la situación y las posibilidades del niño y sus circunstancias. Es decir, podemos establecer que el objetivo es aprobar todas las asignaturas del primer trimestre o que si llevamos 4 asignaturas pendientes vamos a centrarnos en 3 de ellas para salvar el curso.

Aconsejamos (especialmente en niños pequeños) establecer objetivos a corto plazo (mejor centrarse en el trimestre que en las notas finales del curso).

Este proceso debe efectuarse con la participación activa del niño, preguntándole o dejándole opinar al respecto para que se sienta partícipe del proyecto y no un mero receptor de órdenes. Evidentemente cuanto más pequeño es el niño o peor es la situación (muchos suspensos, larga historia de fracaso escolar o desinterés, absentismo, etc.) los padres deberán asumir más el papel de toma de decisiones. Aún así recomendamos implicar al niño de una forma u otra.

Para motivar a los adolescentes deberíamos dejar que pudieran decidir algunos aspectos, aunque esto dependerá, entre otras cosas, de su propia historia educativa y su estado general. Lo ideal es proponerles que nos presenten su propio plan para empezar a estudiar y sacar adelante el curso. A partir de este esbozo los padres pueden supervisarlo, ajustarlo según su propia experiencia y finalmente pactar su puesta en marcha y efectuar una supervisión.

La motivación del joven aumentará a medida que percibe cierta autonomía y que él mismo es capaz de generar el cambio no tanto por imposición de los padres sino por convicción. Una vez las notas favorables llegan y recibe el reconocimiento de compañeros, padres y maestros, esta motivación se afianzará.

b) Desarrollar y aplicar nuestro plan para conseguirlos: Una vez fijado el objetivo vamos a ver como lo hacemos para conseguirlo. Aquí pueden entrar todas las estrategias y recursos que necesitemos para el niño pero es necesario ir concretando cosas.

Hay que marcar primero un objetivo final (aprobar todas las asignaturas del trimestre o curso –según edad-) y objetivos parciales (por ejemplo, estudiar cada semana una lección de Historia, etc.). Debemos estructurar y concretar paso a paso. Es decir, antes de conseguir aprobar el curso, el niño debe ser capaz de estudiar un determinado tiempo durante unos días para aprender la lección antes del examen.

En el caso de los niños que inician el curso debemos echar un vistazo a todo el temario, asignaturas, contenidos, etc., así como las fechas de los exámenes. Normalmente ya conocemos a nuestro hijo, sus puntos fuertes y débiles. Concretemos pues como vamos a organizar los tiempos de estudio, el lugar y como vamos a efectuar la supervisión.

Primero determinar los horarios que el niño va a dedicar al estudio. Es importante que sea realista para empezar. Es decir, es mejor empezar con un tiempo de estudio que el niño pueda asumir que empezar a marcar tiempos demasiado largos o exigentes, especialmente si no hemos conseguido antes establecer unos hábitos mínimos de estudio. Si vemos que el niño necesita más tiempo para cumplir los objetivos intentemos hacerlo progresivamente.

Después, según necesidades, debemos plantearnos cuál de los padres, familiar u otro le dará apoyo o supervisión y cómo va a hacerlo. Los niños pequeños serán más dependientes mientras que para los mayores, salvo dudas concretas, es preferible una cierta autonomía y centrar nuestro papel en preguntar lo estudiado o supervisar la realización de los deberes.

Estar muy encima de los niños cuando estudian puede desarrollar cierta dependencia y malos hábitos que hay que evitar.

Algunas estrategias que nos ayudarán en el plan:
  • Una vez acordados los objetivos, tiempos de estudio, lugar, supervisión, posibles recompensas, etc., escríbanlo en un papel a modo de compromiso por las partes. Tenerlo por escrito evita discusiones posteriores sobre lo que se ha pactado o no y es una forma de formalizar el compromiso.
  • Puede ayudarnos el cambiar un poco la habitación o lugar donde estudia el niño. Podemos incorporar una nueva luz, cambiar cosas (pintura, muebles, cuadros, etc). El niño puede colocar algún elemento de interés para él (póster, libros, juego…). Esto creará en él una cierta percepción de cambio y una motivación extra.
  • Tenga en cuenta las características personales del niño. Por ejemplo, si determinamos que debe dedicar cada día 1 hora a estudiar, en los niños hiperactivos y/o con déficit de atención necesitaremos efectuar varios descansos durante ese intervalo, sino lo más probable es que no aprovechen el tiempo. Por tanto, sería más aconsejable que la hora se distribuyera en 3 períodos de 20 minutos o menos entre los cuales podemos introducir alguna otra actividad.
  • Un recurso que suele funcionar muy bien es que el niño, una vez hemos trazado nuestro plan y lo vamos a poner en marcha, se comprometa delante alguna figura relevante de su entorno (padrino, tío, abuelo u otro) a llevarlo a cabo. Esta persona puede ir preguntándole regularmente (hay que acordar unas fechas concretas) para aumentar su motivación e incluso establecer algún tipo de premio o recompensa (por ser capaz de cumplir primero y un premio final si consigue el objetivo).
  • Los padres deben estar tranquilos y ser pacientes, evitar mensajes derrotistas o de desaliento cuando las cosas van mal y el hijo está cansado o no quiere. En estos casos podemos buscar una actividad que le guste al niño (jugar a cualquier cosa, dar un paseo, etc.) para cuando acabe los deberes.
  • Antes de recriminarle o reclamarle el cumplimiento de sus deberes, hacerle ver los aspectos en los que ha avanzado positivamente, esto le dará seguridad y verá que todavía confiamos en él.
  • Si el niño ya presenta cierto retraso en los aprendizajes busque ayuda profesional, establezca los apoyos necesarios (refuerzo, maestro particular, etc.). No obstante, no debemos caer en el error de sobre dimensionar las horas de estudio para compensar estas dificultades. Ello puede tener un efecto nefasto sobre la motivación que queremos impulsar. Ir paso a paso es fundamental. Debemos ser constantes y perseverantes pero nunca perder la calma.
  • Recuerde que si como padres queremos motivar a nuestros hijos, nosotros mismos deberemos ser capaces de ofrecer un modelo claro y coherente con nuestras peticiones. Si a menudo nos quejamos del trabajo, nos damos fácilmente por vencidos, preferimos callar que luchar o no somos capaces de transmitir ilusión en general, lo tendremos difícil.
6.- Tener expectativas razonables

Si queremos motivarle adecuadamente deberemos pedirle que consiga aquello para lo que realmente está capacitado si le dedica tiempo y está suficientemente motivado. No debemos nunca exigirle por encima de sus posibilidades. La motivación, debe basarse en expectativas realistas.

Estas expectativas hacen también referencia a lo que usted transmite a su hijo. Normalmente si tenemos unas expectativas positivas pero realistas y somos capaces de transmitírselas al niño, sus posibilidades de éxito aumentarán. Transmítale inseguridad o bajas expectativas y el fracaso está garantizado.

No lo engañe nunca. Las expectativas que la transmita tienen que estar a la altura de lo que realmente el niño puede conseguir, nunca por encima de ellas ya que podría producir frustración y baja autoestima.

Se recomienda además respetar los tiempos que se establezca el niño o adolescente para estudiar y la alternancia con otras actividades necesarias para su desarrollo y crecimiento como el deporte, el juego y la sociabilidad.

Otro de los puntos importantes para que tu hijo se vea motivado a estudiar es que pueda comprender que la vida no se trata solamente de consumir y de dinero y que uno no vale por lo que tiene sino por lo que es. Lo que uno es no lo determinan las cosas materiales solamente sino fundamentalmente lo que uno sabe, lo que uno piensa, etc. La recompensa será que al llegar a estudiar lo que le guste, tendrá una gran satisfacción.

Hay que crear hábitos que nos faciliten la tarea.

Consulte con un profesional y averigüe si su hijo presenta algún problema específico de aprendizaje.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Trastorno por Acomulación

El síndrome de acaparador compulsivo, también conocido como síndrome de acumulación compulsiva, trastorno por acumulación o disposofobia1. Es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia a la acumulación de artículos u objetos (implicando la incapacidad para deshacerse de ellos) en forma excesiva en referencia a cantidades socialmente aceptadas, incluso si los objetos no tiene valor, son peligrosos o insalubres. Este acaparamiento compulsivo puede afectar la movilidad en la vivienda e interfiere con las actividades básicas, como cocinar, limpiar, reposo, dormir y el uso de instalaciones sanitarias. No está del todo claro si el síndrome de acaparador compulsivo es un trastorno aislado o se combina con otros problemas, como el trastorno obsesivo-compulsivo o el síndrome de Diógenes.

Características del trastorno por acumulación

A diferencia de quienes también tienden a almacenar muchos objetos, los afectados por el trastorno de acumulación perturban la convivencia y habitabilidad de su vivienda, al invadir varias habitaciones o el pasillo, donde se apilan objetos sin ton ni son, y se llega a crear un pequeño camino por el que hay que pasar. Incluso acaparan los sillones y sofás del comedor, de manera que, para sentarse, hay que retirar todo lo amontonado, o la cocina, con el peligro de infecciones e incendios que entraña.

Los afectados por el trastorno de acumulación perturban la convivencia y habitabilidad de su vivienda.

"Todo el mundo guarda cosas por si acaso, pero en estos casos hablamos de una acumulación extraordinaria, ya que los armarios y las estanterías no son suficientes para ellas y se invaden las habitaciones con pilas de objetos. Las personas afectadas llegan a ocupar más del 70% o el 75% del espacio de su domicilio. Atañe algo más a los hombres que a las mujeres, y los afectados tienden a vivir solos”

En la actualidad, se estima que alrededor de un 6% de la población reúne objetos en exceso, pero que la proporción de afectados por un trastorno de acumulación patológica es menor, del 2% o 3%

En la última revisión del "Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-V)" de la Asociación Americana de Psiquiatría, que data de mayo de este año, esta conducta problemática de acumulación enfermiza se ha clasificado como una entidad independiente del trastorno obsesivo compulsivo (TOC), mientras que en la anterior se incluía dentro de la esfera del TOC.

Trastorno por acumulación distinto al síndrome de Diógenes 


Se estima que alrededor de un 6% de la población acumula objetos en exceso

El síndrome de Diógenes, que se presta a confusión con el trastorno por acumulación, se diferencia de este porque el individuo con un Diógenes no solo acumula objetos, sino suciedad, alimentos y desperdicios y también padece un deterioro personal importante, relacionado con la demencia, el alcoholismo crónico o la drogadicción. "Estas personas se abandonan, no se cuidan, mientras que las que sufren un trastorno por acumulación llevan una vida más o menos normal y no sufren deterioro".

Pero, ¿por qué tienden los afectados a guardar objetos sin criterio alguno? "Son personas que realizan esta acumulación por trastornos obsesivos de persistencia, de rigidez o de falta de flexibilidad cognitiva. Pero el porqué de esta conducta no queda claro. Hay una hipótesis evolutiva: la conducta de acumular también existe en las especies animales, entre ellas la humana, y este comportamiento se acentúa en algunas personas que establecen una vinculación con los objetos. Es normal que se otorgue un valor sentimental a unas fotografías y un valor más neutro a otros artículos, pero estas personas tienen una vinculación más alta e intensa con los objetos, desde el punto de vista emocional, de manera que les cuesta desprenderse de ellos. Se puede almacenar de dos formas: adquiriendo objetos y también no desprendiéndose de ellos. Pues bien, en estas personas predomina más la dificultad para desprenderse".

No hay profesiones que entrañen un mayor riesgo de acumular objetos, ni esta costumbre se explica del todo por factores genéticos. Pero es posible que en los hogares donde uno de los miembros (un padre o madre) tienda a esta acumulación, los hijos la repitan por aprendizaje, pero no por herencia genética.

Cuándo acumular objetos se convierte en un problema patológico

Trazar una línea entre la acumulación excesiva, pero no patológica, y la enfermiza puede resultar difícil, pero Menchón aconseja guiarse por estos criterios:

¿La acumulación altera el normal funcionamiento del domicilio? ¿El afectado no se conforma con apilar sus artículos en la mesa del despacho, los armarios y estanterías, sino que empieza a invadir el suelo del comedor, el despacho y el pasillo?

¿Colecciona objetos con una intención o finalidad o simplemente los almacena? El coleccionista reúne unos artículos determinados (libros, discos, figuritas), está más centrado en un tipo de cosa o información y no acumula cualquier cosa, sino que su objeto de interés está más acotado y definido. Busca una información determinada y sigue una planificación, mientras que el afectado por el trastorno acapara sin más, sin planificar.

¿La acumulación es selectiva, organizada y tiene un propósito, o la persona guarda cada objeto que le llega sin ser capaz de desprenderse de él?

Tratamiento para aprender a desprenderse

En los pacientes con un trastorno por acumulación casi siempre suele ser un familiar quien da el primer paso de animarlo a que vaya a un profesional. Algunos lo aceptan y siguen el tratamiento, pero a otros les cuesta de manera notable y, tras unas pocas visitas, lo abandonan.


El tratamiento que funciona mejor en estos casos es psicológico, por medio de la terapia cognitivo-conductual, en ocasiones con el apoyo de tratamiento farmacológico. "Esta terapia implica realizar cambios cognitivos sobre qué piensa el paciente acerca de estos objetos y qué valor y atribuciones les asigna. Por norma general, son ideas distorsionadas que les confiere un valor de utilidad futura. En definitiva, el tratamiento exige un cambio de comportamiento, que consiste en empezar a desprenderse de los objetos y aprender a tolerar el malestar o disgusto que provoca tener que hacerlo".

martes, 5 de noviembre de 2013

Riesgos en la Redes Sociales

En la actualidad, las redes sociales son una de las principales herramientas de comunicación utilizadas por los internautas. Existe un problema derivado de la falta de toma de conciencia real por parte de los usuarios de que sus datos personales pueden ser accesibles por cualquier persona.

Riesgos
  •  Al descargar aplicaciones como juegos o test, indirectamente proporcionas información personal a los desarrolladores del software quienes pueden hacer mal uso de tus datos.
  • Al publicar los lugares en donde te encuentras, contribuyes a que desconocidos conozcan tus hábitos de consumo, estilo de vida, horarios, etc.
  • Algunos sitios preguntan nombres de mascotas o de familiares como pregunta secreta para recuperar tu contraseña, verifica que la información que proporcionas no sea igual a alguna que hayas ingresado en datos bancarios para evitar un fraude electrónico.
  • No toda la información que se publica es privada.
  • Acoso cibernético (cyberbullying) entre menores.
  • Los datos personales pueden ser utilizados por terceros usuarios malintencionados de forma ilícita.
  • Existe la posibilidad de que traten y publiquen en la red información falsa o sin autorización del usuario.
  • El hecho de que, a través de las condiciones de registro aceptadas por los usuarios, éstos cedan derechos plenos e ilimitados sobre todos aquellos contenidos propios que alojen en la plataforma, de manera que pueden ser explotados incluso económicamente por parte de la red social.
La gracia que tienen tus hijos son dignas de compartirlas con todos nuestros conocidos, y las ganas de mostrar sus hechos son incontrolables. Tu celular toma fotos y las puede compartir de inmediato en redes sociales. Pero, ¿es esto buena idea?

La noticia es digna de compartirla con todo el mundo y galaxias cercanas, ¡tienes un hijo!, y las ganas de presumirlo son incontrolables. Ahora, si tu celular toma fotos seguro que uno las desea compartir de inmediato en redes sociales pero, ¿es esto buena idea?

Indudablemente Facebook y Twitter, por mencionar las dos redes sociales más populares, son herramientas muy importantes para la comunicación de los seres humanos en el Siglo XXI, sería absurdo prohibirlas o censurarlas.

En menos de 10 años, Facebook ha logrado conectar (directa o indirectamente) a más de mil millones de usuarios, Twitter rebasa los 600 millones de usuarios, las redes sociales son, numéricamente, países muy extensos.

En ambos casos, incluyendo además otras comunidades como Youtube, Instagram y Pinterest, la información se genera, se transforma y circula.

El mensaje, la foto, el vídeo que usted publica, es como una hoja en un ventarrón, llegará a dónde usted no pueda verlo, por ello es necesario tener controles respecto a lo que se publica, más aún cuando la seguridad de nuestros pequeños está en juego.

A mediados del mes de junio del 2013, Ron Bowles, un experto en seguridad informática, notificó en su blog (skullsecurity.org) que tomó "prestados" datos de 100 millones de cuentas en Facebook. Es una cantidad de miedo. Bowles realizó dicho acto para evidenciar la falta de seguridad en la red social en cuestiones de datos "privados", los datos incluyen números de teléfono, direcciones postales y direcciones de e-mail, ¿cuántas fotos habrá ahí? El señor Bowles puso a disposición de cualquier cibernauta el archivo de 2.3 GB en el sitio Pirate Bay.

Internet es como una Plaza Comercial, existen usuarios de todo tipo, con intenciones diversas, desde el académico, pasando por el común que solo busca un rato de entretenimiento, hasta sujetos dedicados a la extorsión mediante el acopio de información, que infantilmente nosotros mismos brindamos.

Facebook tiene diversas opciones para "resguardar" la privacidad de los usuarios, sin embargo hay que entender una ley básica en la Internet, sí en verdad es privado, no lo publiques. Puede haber cientos de candados para evitar filtraciones de material o contactos indeseables, pero nunca existirá mejor opción que la prudencia.

Twitter también te ofrece una opción para proteger tus Tweets y que éstos no puedan ser vistos por cualquier persona, a menos que tú autorices el “follow”, o que te sigan, sin embargo la red del pajarito azul no tiene un filtro para censurar imágenes de ningún tipo.

En listo una serie de recomendaciones al momento de publicar fotografías de sus hijos en redes sociales:
  • Nunca subas fotos de los niños desnudos, es un momento de mucha ternura cuando se van a bañar o si están corriendo felizmente en pañal, pero hay monstruos que se dedican a coleccionar imágenes de infantes con poca ropa para saciar instintos muy bajos. Los efectos de la pornografía son terribles.
  • No publiques diariamente imágenes de tus pequeños, regresamos al inicio del texto, es algo digno de presumir, pero el hacerlo constantemente te puede colocar en un estado vulnerable, “¡Ey! tengo un niño pequeño y sabes que es mi punto débil”, expones tu seguridad y la del menor.
  • Si subes a Internet fotos tomadas en casa, procura que no sean visibles artículos de valor: televisiones, computadoras, el mismo automóvil, la imagen puede ser vista por los contactos de tus contactos (gente que no conoces), y no sabes si alguno de ellos está interesado en lo ajeno.
  • Comparte fotos familiares en lugares públicos, ten cuidado de hacerlo en algún sitio que demuestre exactamente el lugar donde vives, que no sea visible el nombre de la calle o la entrada de la casa.
  • Pon atención en la forma en la que rotulas las fotos, es ahí donde ofreces información valiosa, ejemplo: “Aquí saliendo de la escuela______ siempre a las 2 de la tarde”.
  • Borra las fotos de tus álbumes después de algunos días. Lo mejor será crear grupos específicos, seleccionar adecuadamente a las personas con las que quieres compartir la foto, y a modo de recomendación particular, borren (ustedes) la imagen después de unos minutos.
  • No subas fotos de tu bebé o hijos en situaciones comprometidas o con caras “demasiado” chistosas, muy común que esa imagen que le tomaste cuando se cae se pueda convertir en una broma compartida millones de veces.
El tener un niño en casa es todo un suceso, hay que cuidarlo en la en la calle y en la computadora. Si tienes hijos que ya están descubriendo por sí mismos el mundo de Internet.

Sin embargo, aunque parezca una nimiedad, esta acción entrañaría un pequeño problema de personalidad. Un estudio ha revelado que los jóvenes ponen en peligro su seguridad física y psíquica al subir fotos personales a las redes sociales. Los expertos han comprobado asimismo que compartir contenido en plataformas tan populares como Facebook o Twitter es síntoma de poca autoestima y puede derivar en “ciberbullying”.

Las redes sociales constituyen una forma muy rápida y efectiva de comunicarse y de estar al tanto de la vida de otras personas, de las cuales es posible no saber prácticamente nada si no existiesen estas plataformas. No obstante, los medios sociales tienen su lado negativo, ya que pueden suponer un riesgo para aquellos que ignoran las repercusiones posibles de los contenidos que publican. Este riesgo se encuentra especialmente presente en los niños y adolescentes que, cada vez en edades más tempranas, se crean su propio perfil en las distintas redes sociales.

Los jóvenes comparten sus fotos y publican estados sin ser realmente conscientes de quién ve estos contenidos y de lo que pueden hacer con ellos, poniendo en peligro su seguridad.

Estas actividades de los jóvenes y, concretamente, la reciente tendencia de las llamadas fotos autorretrato que se suben a las redes sociales, constituyen un elevado riesgo que puede desembocar en abusos o “ciberbullying”, indica en declaraciones a este diario.

Se ha destacado que detrás de cada foto subida por los adolescentes “se esconde inseguridad y una búsqueda de aprobación de sus amigos”. Además, si al publicar un determinado contenido no obtienen ningún “Me gusta” ni cumplidos o si llega su cumpleaños y no reciben el número de comentarios que esperaban, los jóvenes se sienten frustrados y avergonzados, ya que interpretan esto como que “no son populares”.

“Todos los niños se comparan en la vida cotidiana con sus semejantes, el problema es que en sitios como Facebook se exagera todo, y eso puede alterar posteriormente su percepción de la realidad. La búsqueda de aprobación para sentirse seguros es el factor común de las personas más jóvenes”. Estas ideas tienen mucho que ver con un reciente estudio empírico de la Universidad de Michigan de Estados Unidos, que relacionaba el uso de Facebook con la infelicidad.

“lo que más sorprende de su uso es el apego que generan (ya que) alguien puede estar frente a ti, contigo y estar utilizando el celular o la computadora”. En el psicoanálisis se ve que es una parte de la personalidad donde el yo no está suficientemente integrado, requiriendo el contacto social por encima del contacto personal, necesitando consolidar identidad a través de lo grupal. “para algunos, estos vínculos funcionarán como el amigo imaginario de la infancia, cual presencia que acompaña, calma y da seguridad como el trapito suave o el osito de peluche utilizado en la niñez: un objeto externo en el que se desplaza la seguridad interna”.

Algunas de las patologías que genera el mundo virtual: 
  • La obsesión de reconocimiento externo donde el otro se usa como apoyo de la propia autoestima.
  • El uso infantil de exhibirse públicamente por falta de “capacidad para la intimidad”.
  • La incontinencia mental y la fantasía de que sean los otros los que carguen con los contenidos agresivos propios.
  • La intoxicación cibernética: mucha información y poco tiempo para procesarla.
  • Dormir con el teléfono móvil al lado para no perderse ni un mensaje.
¿Cómo protegernos?
  • Verifica la política de privacidad de la red social en la que quieres abrir una cuenta.
  • No publiques teléfonos, dirección, ni te registres en los lugares que normalmente frecuentas.
  • No aceptes como “tus amigos o seguidores” a personas que no conoces especialmente si tu perfil es privado.
  • Si tus hijos quieren abrir una cuenta, ten en consideración que algunas redes sociales tienen restricciones para menores de 13 años por lo mismo no los expongas, mejor ofréceles plataformas alternativas adecuadas a su edad.
  • Ajusta los niveles de privacidad de manera adecuada.
  • Aprovecha todos los beneficios que una red social te brinda pero al hacerlo, no olvides que ésta, conlleva una serie de riesgos los cuales puedes evitar a través de la prevención, por lo tanto, adopta a esta última como tu mejor herramienta.


jueves, 31 de octubre de 2013

Una Sonrisa

Reflexión 

“Una sonrisa en el rostro no significa la ausencia de problemas si no la habilidad de ser feliz por encima de ellos”.

Una sonrisa no cuesta nada, y en cambio, da mucho.

Enriquece a quien la recibe sin empobrecer a quien la otorga. Una sonrisa toma un momento, y sin embargo casi siempre perdura en la memoria.

Quien la da es feliz y quien la recibe la agradece. Dura, sólo un instante y su recuerdo, a veces, perdura por toda una vida

Nadie hay que sea tan rico ni tan poderoso que no necesite una sonrisa, ni nadie tan pobre que no pueda ser enriquecido asimismo, con una sonrisa.

Crea y protege la buena suerte en los negocios, y es la contraseña más preciada de la amistad.

Brinda descanso al fatigado, entusiasmo al abatido, alegría al triste, y es el mejor antídoto natural que existe contra las dificultades.

Sin embargo, la sonrisa es algo que no puede ser comprado ni mendigado, ni se pide como un préstamo, porque es un don que no tiene valor, sino hasta el momento en que prodiga espontáneamente.

Hay seres tan cansado de la vida, que ya no pueden otorgar sonrisas.

Démosle a ellos una de las nuestras; porque no hay nadie que más la necesite que aquellos que ya no tienen sonrisas que ofrecer.

Recuerda que cada vez que sonríes haces feliz a alguien y lo que es mejor eres feliz tu.

Jamás olvides sonreír, es el mejor de los regalos que podemos dar y recibir; Una sonrisa es la mejor cédula de identidad que tenemos para caminar por la vida.

La magia de una sonrisa es tan inmensa y maravillosa y con grandes beneficios en la salud física y mental. Por eso siempre digo que es mejor reír para no llorar.

viernes, 25 de octubre de 2013

Como dejar de ser un Neurótico

Como dijo Freud todos somos “neuróticos”, es decir todos tenemos  algún grado de incapacidad para que nos dure mucho la felicidad, alguna forma de incapacidad para disfrutar plenamente de las maravillas que el hecho de estar vivos nos ofrece. Nos hemos hecho especialistas en estar siempre preocupados o super preocupado por algo hasta el punto que, si un día estas tranquilo y relajado, parece que te falta algo o que estás haciendo algo malo. Somos expertos en complicarnos la vida y algunos más que otros, también en maltratar su cuerpo con excesos de comida, bebida u otras sustancias, etc. He aquí algunas directrices para tratar de salir de aquí:
1.- Sea lo que sea lo que haya que hacer, has de hacerlo tú sólo. Te pueden ayudar determinadas personas, actividades, conocimientos, incluso medicamentos, pero eso, ayudar,  el resto has de ponerlo tú si quieres lograr un cambio definitivo y estable para mejor.

Muchos de nuestros procesos mentales así como muchos de nuestros actos se han convertido en hábitos por repetición y por ello la tarea de poner voluntad en repetir algo distinto hasta que acabe siendo un hábito más productivo que sustituya al anterior, es algo que nadie puede hacer por ti. Y los cambios aunque alguna vez “caen del cielo” es mucho más probable conseguirlo actuando tú, que esperando una solución externa a ti. Evidentemente necesitarás un motivo y ganas antes de nada.

2.- Has de hacerte responsable de ti mismo completamente. Ser consciente de que eres el único responsable de tus actos, de tus pensamientos, de tus éxitos y de tus fracasos. Proponerte que se acabó echar la culpa de tus problemas a la sociedad, a tu jefe, a tu infancia, a la educación, a tus amigos, pareja, familia, al destino, a tu mala salud, etc. No. Trata de ser lo suficientemente valiente para dejar de acusar a los demás, dejar de enfocarte en causas que están fuera de ti y de tu control y trata de empezar a entender que tú eres el que ejecuta tus acciones y por ello eres el responsable de sus consecuencias. Para empezar a coger las riendas de tu vida reconoce que eres el que decide que palabras dices y el responsable de sus efectos, el que decide que hacer o dejar de hacer, que aprender o no aprender, en quien apoyarte o confiar, y por supuesto el responsable único de todas las consecuencias que cada uno de tus movimientos por pequeños que sean, conllevan. Está claro que es más cómodo poner la responsabilidad de tus problemas en algo externo a ti, pero esto es un callejón sin salida. En realidad esta auto-responsabilidad absoluta y completa es la base de tu libertad, eres más libre en la medida que eres más responsable de tu vida. Será normal que te equivoques bastantes veces y asumas esas consecuencias pues será muy beneficioso en tu aprendizaje continuado.

3.- Comprende y graba bien en tu inconsciente que no pasa nada si te equivocas. Bueno claro que pasa, que da rabia, fastidia tenerlo que repetir, no quedar genial, etc. pero no pasa nada importante. No hay nada malo en equivocarse, es un  proceso natural del ser humano, pues sino serías más perfecto que una máquina, aunque también ellas fallan, tendrías que ser un dios como mínimo para no  fallar jamás. Hay errores más o menos agobiantes, pero te responsabilizas de  ellos hasta sus últimas consecuencias y ya está, no dejan de ser errores,  es de humanos equivocarse y normal. Se trata de que asumas que no has fracasado, que no eres un inútil, un ser inferior, y en realidad todo lo que sabes lo has ido aprendiendo a través de un proceso de ensayo-error que es el modelo natural de aprendizaje que te lleva al ensayo-acierto. Por cierto, también ese es el modelo experimental  básico en la Ciencia. Es un juego, no un juicio final. Si te equivocaste de trabajo busca otro, de pareja pues te separas, si hiciste algo mal con tu hijo, vecino, amigo, padre, en cuanto te des cuenta lo aceptas y lo arreglas y si hace falta pedir perdón hazlo veras que a gusto te quedas. Sin tanto drama. Nos hemos vuelto excesivamente dramáticos. 

Las cosas tienen la importancia que se las quiera dar. Todas estas cosas son lo más normal del mundo, pero no se sabe porque lo convertimos en algo vergonzoso y o imperdonable¿De verdad es tal el fracaso o tan grave o en realidad deberíamos hacer una fiesta para celebrar todo lo que hemos aprendido? Todo esto independientemente de la reacción de los demás, tú te haces cargo de ti mismo, nada más, y cada uno de lo suyo. Por cierto, si no te perdonan o te odian para siempre eso forma parte de ellos, de sus decisiones, criterios, aciertos o errores, broncas, pero a ti a partir de ahí, el asunto  ya no te concierne. Eres falible y eficaz, libre de cambiar de opinión, de trabajo, de religión y de lo que quieras cuantas veces quieras. Lo haces para mejor, o eso crees en ese momento y es lo que cuenta. Y si luego decides volver para atrás, pues vuelves, sabiendo que nunca has perdido el tiempo, pues necesitabas ese ir adelante y  atrás para aprender o entender algo.

 4.- Se muy consciente de que la verdad es que nadie va a juzgarte. Si tú eres en este mundo el mayor especialista en ti mismo, el que más sabe de ti, es absolutamente absurdo pensar que cualquier otro ser humano que no seas tú esté capacitado  para juzgarte. Tendría que ser un ser superior a todos los demás humanos, en todos los aspectos para poder ser juez de alguien, y me parece que alguien así no existe. Que lo hagan, que la gente te juzgue, opine sobre ti, te condene, te idolatre, es otra historia, cada uno puede hacer lo que quiera, pero el hecho es que en realidad su juicio no tiene absolutamente ningún valor de ningún tipo, es solo una opinión particular, un concepto personal. No es nada importante ni definitivo en tu vida, ni puede tener peso alguno sobre tus decisiones y tus actos, a no ser que tú decidas dárselo considerando que tu  vida debe ser regida por lo que los otros te digan, por supuesto que puedes hacerlo así si lo deseas y si tan poco confías en ti y tanto en los demás no pasa nada, sigue siendo tu decisión, pero ya sabes, habrás de responsabilizarte de ella, y si sale mal, el responsable sigues siendo tú que elegiste fiarte, obedecer o dejarte llevar, recuerda que es inútil que trates de culpar a nadie, decidieron por ti sin obligarte, fuiste tú el que les dejaste, el que tomaste la decisión de seguir su criterio y no el tuyo. 

Tú eres tu único juez, solo tú sabes qué y por qué has hecho lo hecho y si no te gusta lo arreglas y lo cambias, y si sí te gusta, independientemente de que tengas a todos en tu contra, pues tú verás. Cuando Copérnico dijo que la tierra era redonda y no plana, fue el ser más odiado del planeta, pero ni siquiera un gran número de personas en tu contra ha de ser el argumento que te haga cambiar tu opinión. Si alguien te juzga es ese alguien quien tiene un problema: el de meterse donde no le llaman, o el de creerse más que los demás, o el de creer que su opinión le importa a alguien o el de buscarse ese tipo de  distracciones para no mirarse a sí mismo. Lo que deberían hacer esas personas es mirarse el ombligo (así mismo), pero no eres tú quien ha de hacérselo ver, tu bastante tienes con lo tuyo como para ir por ahí dando lecciones no pedidas, tendrán que aprenderlo  por sí mismos, así funciona. 

Te juzguen para bien o para mal, todo sigue igual, solo tú tienes el poder de hacerles caso. Ya está. Eso es todo. Te han juzgado  pues están muy convencidos de que es su obligación y su derecho. ¿Y? ¿Piensas vivir agobiado pensando en esos poderosos seres juiciosos y sus juiciosos juicios? Aprendiste a  preocuparte en exceso con este asunto de la opinión de los demás y ahora tú puedes, si así lo  deseas, situarlo en su valor real para tu vida: cero. Si tus compañeros creen que eres bobo, tu pareja te subestima, o tu padre no te valora, etc. recuerda que es su problema, su criterio, su responsabilidad. Y la tuya es darle al asunto la importancia que tu decidas pues ninguna otra es real para ti. Puedes también utilizarlo como autocrítica constructiva, para tomar nota de datos objetivos sobre ti que quizás te cuesta ver, pero para bien, nunca para fustigarte, para retarte a ti mismo y tratar de mejorarte y superarte porque a  ti te apetece hacerlo. 

 Si decides que ellos tienen razón, que eres lo peor y que esto es el fin del mundo y motivo para limpiar tú eterna desdicha por tus carencias y defectos, así será, no pasa nada, vivirás sufriente porque tú quieres. Si decides que sería precioso que la gente te viera de otra manera pero que esto es lo que hay, y que vas a soltar la piedra en vez de llevarla para siempre en la mochila, así será. En cualquier caso es tu decisión, y por el hecho de ser tuya, personal, está bien. Nadie puede obligarte a estar mejor si tú no quieres, pueden desearlo pero no tienen derecho a imponerte tampoco el bienestar. En realidad nadie te va a juzgar, que lo hagan continuamente es irreal para ti y si decides que no te va a afectar, será sólo un concepto, una idea, se la llevará el viento. Ya que tú eres tu único juez, júzgate con calma y magnanimidad, arregla lo que esté mal, felicítate por lo que esté bien y sigue siendo el aprendiz de sabio que en realidad eres. Déjate ya de culpas, durezas y castigos. Ya no estamos en la Edad Media. Si consigues ir controlando el miedo al rechazo por tus errores cometidos y que seguirás cometiendo mientras vivas pues así es tu condición de humano, tus auto-juicios serán tu guía serena, genial y genuina y tus errores tus mejores maestros.

 5.- Se consciente que no tienes nada que demostrar a nadie. Excepto a ti mismo. ¿Te imaginas que agobio que siendo ya mayor descubras que has estado toda tu vida haciendo algo que no quieres solo por demostrarle a alguien que eras capaz de hacerlo? Es tu vida, es sólo una, haz lo que quieras y verás cómo sin saber cómo lo hiciste, todo habrá salido bien, habrá algunos más orgullosos de ti de lo que jamás imaginaste, y todo por haber vivido con autenticidad y valentía respecto a ti mismo y a lo que entendiste que tu vida debía ser y no para encontrar desesperadamente aprobación y apoyo.

 6.- No des a nadie más poder sobre tu vida y tus decisiones que el que te das a ti mismo. Acostúmbrate a confiar en ti más que en nadie, por muy superior en edad, conocimientos o experiencias que sean los demás, a la hora de tomar las decisiones. Puedes dejarte aconsejar, informar, animar o lo contrario, pero después, estás solo contigo mismo. Recuerda que solo tú sabes lo que deseas y lo que necesitas en cada momento, y que  eres el que más probabilidades tiene de acertar. Procura observar que no haya nadie en tu vida en quien descansa tu felicidad, tu sensación de estar completo, que no hayas puesto en  nadie  tu paz y tu poder más que en ti mismo. Si consigues ir dando cada vez menos importancia al dolor que se siente cuando las personas en las que te solías apoyar ya no son tu clon, y ya no coinciden contigo en todo, asumiendo que si ocurriera así seríais una sola persona y no dos, irás siendo cada vez más fuerte. Ese dolor es momentáneo, esa sensación de vacío es necesaria. Si asumieras todos sus consejos acabarías viviendo su vida y no la tuya. Si te faltara esa persona tu vida dejaría de tener sentido. A veces más que amor, este poner a alguien por delante de tu propia vida, no es más que una forma de cobardía para no hacerte cargo al cien por cien de ti mismo. Recuerda que has de responsabilizarte de todos y cada uno de los errores que cometas y que saberlo te ayuda a estar alerta para cometer los menos o menos gordos posibles.

7.- Salte del modelo de competencia. Este modelo que inicialmente se implantó a nivel empresarial, saltó luego sin que se sepa muy bien cómo, a formar parte de todos los ámbitos de la vida y ahora nos tiene condicionados a muchos  niveles haciéndonos vivir pendientes de los demás y en continuo proceso de comparación. Date cuenta de cómo a la sociedad se le ha ido de las manos y tú pagas la factura. Tus hijos han de sacar mejores notas en el colegio que otros para que tú te sientas bien, has de ser más delgado, bello y rico que los otros, más listo, tienes que tener casa,  coche o las cosas que todo el mundo tiene y a ser posible mejores y esto se ha convertido en la ley social que si  no logras te hará sentir inferior. Los muy competitivos lo logran pero a base de no vivir y los no competitivos ni lo intentan sintiéndose fracasados por antelación. El caso es que ganar en todas las áreas de la vida es absolutamente irrealizable y es la base de una gran cantidad de malestar psicológico individual. Siempre habrá niños más listos que los tuyos, gente más guapa y más rica que tú y si te pasas el día comparándote, has encontrado la perfecta manera de ser un desgraciado perdedor.

 La comparación  que solemos practicar es siempre la de compararnos con los que están mejor pues si te fijas nunca te comparas con el de abajo pues eso no tiene sentido. A sufrir pues. Además nunca llegarás, ya que por mucho que mejores siempre habrá alguien mejor. Tiene su parte de muy absurdo pues si cada uno es diferente, si cada persona es un ser humano único e irrepetible que jamás hasta ahora ha existido ni volverá a existir sobre la faz de esta tierra, solo se podría comparar consigo mismo. De otra manera siempre estarás comparando sandias con melones. Salte. Si te comparas hazlo con ambos extremos, para ser consciente que estás mejor que unos y peor que otros, así el proceso de la comparación sería un poquito menos absurdo. La competencia, lo suyo es hacerlo con uno mismo. Ser consciente de tus fortalezas y no parar de desarrollarlas, y ser consciente de tus puntos flacos y tratar de irlos mejorando. Ahí sí que puedes llegar lejos. Y nunca pierdes. Buena motivación. En realidad, las personas que han triunfado, las empresas que se han hecho millonarias, lo han hecho por sus diferencias, por hacer algo distinto y original, no por borreguear, ni por auto-deprimirse y auto-flagelarse. Han explotado sus diferencias, su individualidad. Compite solamente contigo mismo, disfruta de tus fortalezas y mejora tus debilidades. Reconoce tu individualidad e irrepetibilidad  y explota tus diferencias. Observa y corta en cada ocasión en que los pilles, todos los procesos de este calibre que salen de tu mente ante determinadas situaciones y que te acaban llevando a la desmotivación y la desilusión.


Se feliz con lo que tienes mientras obtienes lo que quieres.

lunes, 21 de octubre de 2013

Decálogo para el Anti-bullying

Para el acosador

 1. Ante todo ponte siempre en el lugar del otro. No hagas a los demás lo que  no te gustaría que te hicieran a ti.

2. A nadie le gusta que le tiren las cosas, que le insulten, que se rían de él o que le llamen con apodos. Aunque creas que no, eso puede hacer mucho daño.

3. No juzgues a nadie por las apariencias, no te dejes llevar por la opinión de los demás acerca de un compañero. Acércate y trata de conocerle mejor. El hecho de que alguien no te caiga bien, no implica que utilices la violencia de ningún tipo.

4. No excluyas a nadie de tus actividades, de tus juegos, trata de entender cómo te sentirías tú si te excluyeran.

5. No digas mentiras sobre otros, no difundas rumores, no utilices Internet o el anonimato del móvil para hacer daño o amenazar.

6. Cuando tengas conflictos debes aprender a resolverlos sin violencia. Negocia, dialoga. Cuando creas que puede existir un problema, trata de buscar todas las soluciones pacíficas que se te ocurran. Acude a un adulto si crees que no puedes resolverlo.

7. El acoso no es solo un daño físico (pegar, empujar,) eres también acosador, cuando hieres con palabras, con insultos, tratando de aislar a alguien, mintiendo sobre el o ella, haciendo que se sienta solo, mal y triste. No lo olvides.

8. Aunque creas que eres el mejor, el líder, no tienes amigos que te quieran, quizás sólo te teman.

9. Si utilizas ahora la violencia, ella te acabará utilizando a ti.

10. La violencia no parará aquí. Si la utilizas hoy, nunca será suficiente, engendrará más y más violencia y puede arruinar tu vida y tu futuro.

Para el acosado

1. No eres culpable de nada. Tú no tienes la culpa de ser agredido. Recuerda que tú no eres el del problema. Es el agresor el que tiene el problema

2. Tú puedes ser diferente, todos tenemos derecho a ser distintos, a tener una forma de ser propia, un físico, unas ideas. Nadie puede imponerte nada que tú no quieras.

3. Tú no tienes que hacer frente a esta situación sólo.

4. No eres inferior, ni cobarde, por no responder a las agresiones, pero tienes que ser valiente para enfrentarte de una vez a la situación. Es hora de actuar.

5. Si alguien te está haciendo daño y estás sufriendo, acude siempre a un adulto. Los primeros tus padres, y también tu profesor.

6. Si sientes que no les puedes contar esto a tus padres o que crees que no te apoyan de la manera que necesitas, habla con otro adulto en quien confíes: un familiar, el maestro, el orientador, un psicólogo. Si no te atreves empieza por contárselo a alguien de tu edad, aunque no sea un gran amigo, alguien que veas que puede entenderte y ayudarte.

7. Habla con quien ha visto las agresiones, para que te apoye, para que vaya contigo. Trata sobre todo de mostrar lo que sufres, no sientas que es una humillación, porque no lo es. Hablar de ello puede salvar tu vida y tu futuro.

8. Haz que al adulto le quede claro que esa situación te afecta profundamente. Si el acoso es psicológico es más sutil, pero a veces más dañino. Explícalo claramente, intenta describir cómo te sientes, que piensas acerca de esto, como afecta a tu vida. Utiliza todas las palabras que puedas para describir tus sentimientos. Haz un esfuerzo para comunicarte, para que sean conscientes de lo que realmente estás sufriendo.

9. Si sientes que no puedes hablar, que no te atreves, escríbelo. Una carta, un email, dáselo o envíala a alguien en quien confíes.

10. Pero sobretodo tienes que saber que no estás solo, que siempre hay una salida, que eres tú quien merece tener toda una vida por delante, y que debes seguir luchando. No dejes que ganen, porque de esa forma, todos perdemos.

Para el espectador

1. Si estás viendo que un compañero o compañeros abusan de otro, tú debes actuar. Decir basta, no reírte, y ponerte del lado de la víctima, acudir a un adulto, es tu obligación. Tú puedes ayudar a que esto pare.

2. Aunque creas que el compañero que es objeto de burlas o acoso no sufre, eso no es cierto. Está sufriendo un daño que a veces es irreparable y tú puedes ser responsable aunque sólo sea como espectador, si ejerces o consientes el maltrato, quizás estás consiguiendo alguien sea para siempre una persona infeliz.

3. Decirle a los adultos lo que sucede no es ser acusica. Ni ser cobarde. Eres más cobarde si no actúas. Cobardes son quienes actúan en grupo para hacer daño a otro compañero que está solo.

4. No son bromas. En las bromas nos reímos todos con todos. No todos de uno. Esa es la diferencia.

5. Haz que la víctima se lo cuente a sus padres o a otro adulto, a su profesor. Ofrécete para ir con él si eso le hace sentirse más seguro.

6. Si no se atreve, di que tú puedes hacerlo, y acude a pedir ayuda en su nombre. Si el colegio tiene un programa de informe de agresiones, como una línea de teléfono especial o un buzón, o un email, úsalo. Si no sabes que hacer dirígete a alguna asociación, a algún teléfono de ayuda a menores.

7. No es “su problema”, no son peleas igualitarias, están abusando de una persona igual que tú, pero más débil o distinto…no te justifiques, no son “cosas entre nosotros”.

8. Recuerda que tú, con el silencio y la pasividad estás alentando a los agresores, ellos piensan que pueden ganar, y no es cierto.

9. La unión hace la fuerza. Involucra a todos los que puedas, amigos, profesores, a los padres. Pero cuéntalo, haz que los demás entiendan lo que está pasando, trata de que tus amigos te apoyen.

10. Ayuda al que lo necesite, y cuando tú necesites ayuda, alguien te ayudará.