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Fecha
de nacimiento: 24 de noviembre
1946
Lugar
de nacimiento: Burlington, Vermont
Fecha
de fallecimiento: 24 de enero 1989
Lugar
de la muerte: Florida
Trabajo:
Empleado de la tienda Stocker
Director de campaña Rockefeller
Patología:
Asesino múltiple, violador serial y necrofílico.
Modus
Operandi: Variada, precedido por violación.
Tipo:
Lujuria Organizado.
Estado: (ejecutado)
Los problemas psicológicos de Theodore Robert Cowell Bundy nacen ya en su infancia, dónde tuvo que aceptar que su madre era su hermana mayor a la luz de la sociedad, porqué esta le había tenido demasiado joven y sin casarse y el abuelo de Bundy nunca quiso que se supiera la verdad. Se crió en casa de su abuelo, un hombre violento que pegaba a su mujer. Un hecho le marcó su infancia, dando pie a una adolescencia con trastornos (cleptomanía y voyerismo Fantasías sexuales y tendencias homicidas), en su madurez Ted Bundy se convirtió en un psicópata sexual y sádico. Adicto al crimen. Unos rasgos psicológicos que marcaron bien su personalidad. "un hombre brutal, sádico y pervertido".
En la adolescencia su
carácter era tímido e infantil y con tendencia a la soledad. Comienza a
aislarse de sus compañeros y empieza a adoptar un cruel comportamiento hacia
todo lo que le rodea como por ejemplo mutilando a los animales.
En la primavera de 1967
entabló una relación amorosa con Stephanie Brooks, una joven hermosa,
inteligente, sofisticada y de buena familia proveniente de San Francisco, quien
cambiaría para siempre la existencia de Ted. Ella era su compañera en la
Facultad de Psicología, donde Ted Bundy estudiaba. Él siempre había anhelado
tener una mujer rica, guapa, lista y con clase; la muchacha era su sueño
materializado. Además, la chica lo amaba. Pero en 1969, año en que Stephanie se
graduó en Psicología, la muchacha decidió terminar su relación con Bundy, había
notado la extraña personalidad del joven, sobre todo la falta de dirección y de
objetivos claros en su vida. Ted nunca se recuperaría de la ruptura. Aquella
muchacha se convirtió en una obsesión e intentó seguir en contacto con ella
escribiéndole cartas, aunque ella no cambiara de decisión. A causa de la
ruptura, Bundy abandonó sus estudios. Con el tiempo se inscribió en la
Universidad de Washington, esta vez en la carrera de Derecho. Era brillante y
tenido en buena estima por sus profesores. En esta época inició un nuevo
romance con Meg Anders que duraría varios años. Meg desconocía la pasada
relación de Bundy con Stephanie y que aún mantenían comunicación. Bundy siempre
le pedía que, mientras hacían el amor, se quedara completamente quieta,
fingiendo estar muerta, sólo así podía alcanzar el orgasmo. Años después, Meg
Anders narraría sus años al lado de Bundy en un libro publicado bajo el
pseudónimo de “Elizabeth Kendall”.
Bundy cometió varios
hurtos pequeños en casas y comercios, siempre tras haber consumido alcohol. La
aparición de sus primeros rasgos psicopáticos se produjo en su juventud. Le
gustaba espiar a las chicas mientras se cambiaban de ropa para verlas desnudas.
También leía revistas de pornografía y después se sumergió en lecturas donde la
violencia era la condicionante de la sexualidad.
Su labor empezó a
insinuarse en 1972. Haciendo el amor con un ligue casual, le presionó en el
cuello con el brazo y siguió apretando hasta que su pareja tuvo dificultades
para respirar. Ella gritó, pero él no reaccionó: “no retiró el brazo hasta
después de alcanzar el clímax, al parecer, no se dio cuenta de lo que hacía”. A
los pocos meses de aquel incidente, empezó a asfixiar a su amante mientras
hacían el amor, experimento al que ella puso fin después de que él empezara a
estrangularla, como en un trance. Poco después, Bundy siguió a una mujer que
acababa de salir de un bar y se había adentrado en un callejón oscuro. Encontró
un grueso listón para madera en un callejón y la adelantó a buen paso,
ocultándose en un lugar en el que creía que sus caminos se cruzarían, pero,
para su decepción, ella entró en su casa antes de tropezarse con él. Excitado
por las expectativas que le había deparado esta experiencia, empezó a seguir a
otras mujeres, y finalmente golpeó a una con una porra mientras buscaba
nerviosa las llaves delante de la puerta de su casa. La mujer lanzó un grito y
cayó al suelo, presa de pánico por la gravedad de lo que había hecho, Bundy
huyó corriendo.
El 4 de enero de 1974,
Bundy cruzó la línea. Atacó en su barrio, el barrio universitario de Seattle,
Washington. Entró al cuarto de Joni Lenz, estudiante de universidad de
dieciocho años, y la golpeó con una barra metálica en la cabeza, dejándola
inconsciente. Después quitó una pieza de la cama de la víctima y la penetró
vaginalmente con ella, desgarrándola. Al día siguiente la chica fue encontrada
tirada en medio de un charco de sangre. Aunque sobrevivió, quedó en coma varios
meses y sufrió daño cerebral permanente.
Bundy mató por primera
vez unas semanas después. La noche del 31 de enero de 1974, Lynda Ann Healy,
estudiante de psicología. Luego de 6 semanas siguió con otros asesinatos
perfeccionando sus métodos…
Su penúltimo ataque fue
devastador. Durante las primeras horas del 15 de enero de 1978, vestido con
ropa oscura y armado con una cachiporra, aprovechó una cerradura defectuosa en
la puerta del Colegio Mayor Femenino Chi Omega. Forzó la puerta, entró en él y
fue de habitación en habitación, atacando sin hacer ruido a las jóvenes
dormidas. Su víctima número dieciocho fue Lisa Levy. Le aplastó el cráneo con
la porra, arrancó con los dientes uno de sus pezones, le dio un profundo
mordisco en las nalgas antes de violarla y la sodomizó con un bote de aerosol,
que dejó luego insertado en su vagina. Cruzó luego el vestíbulo y entró en otra
habitación, donde se dedicó a destruir los cráneos de las estudiantes que dormían.
Golpeó con tal fuerza a sus víctimas con la porra que salpicó y manchó de
sangre todo el dormitorio; las gotas esparcidas incluso llegaron al techo. No
consiguió matar a las dos mujeres de esta habitación, pero en otra le rompió la
mandíbula, el brazo derecho y un dedo a Karen Chandler, y le fracturó el
cráneo, la órbita del ojo derecho y los dos carrillos, infligiéndole además
profundos cortes en la cara. Luego se volvió hacia la compañera de habitación
de Karen, Kathy Kleiner, que seguía durmiendo, y le golpeó en la mandíbula con
tal fuerza que varios de sus dientes se encontraron después entre las sábanas
manchadas de sangre. Pasó a otra habitación, golpeó y estranguló a Margaret
Bowman. Ésta fue su víctima mortal número diecinueve. Con las fuerzas asombrosamente
enteras, detuvo la carnicería. Mientras volvía a la seguridad de su habitación,
Bundy hizo una parada frente al apartamento de Cheryl Thomas, estudiante de
danza de veintiún años de edad, que estaba dormida en su cama. Consiguió
entrar, le destrozó la mandíbula de varios porrazos, dejó la media que usaba
para cubrirse y una gran mancha de semen en la cama ensangrentada y escapó a
toda prisa. Cheryl Thomas no murió.
Con la población
aterrada e indignada tras los acontecimientos de Chi Omega, Bundy emprendió su
última cacería de manera confusa. Si se hubiera dirigido a otro estado, tal vez
nunca lo hubieran aprensado. Pero ya no podía seguir realizando su tarea, estuvo vagando por toda Florida, deteniéndose sólo para emborracharse y para
cometer su vigésimo asesinato. El 9 de febrero de 1978, convenció a Kimberly
Leach, una niña de doce años de edad, para que saliera del patio de su colegio.
Bundy secuestró a la niña, la violó vaginal y analmente, y después la mató,
estrangulándola y luego degollándola. Cuando se encontró el cadáver, estaba ya
en una fase de descomposición muy avanzada para poder certificar la causa
definitiva de la muerte. Arrojó el cuerpo a un tonel abandonado tras haberlo
retenido un período indeterminado. A los pocos días, estaba conduciendo de
manera tan errática que otro agente de policía, sospechando algo, le mandó
parar: era la noche del 14 al 15 de febrero. Tras una refriega fue detenido.
Pidió al agente que lo detuvo que lo abatiera de un tiro. Ya no volvería a
estar libre nunca más. Fue apresado. Donde al poco tiempo docenas de
jovencitas con cabello largo, lacio y negro, le enviaban cartas ardientes y le
declaraban su amor. Todas ellas se ofrecían a lavarle la ropa y convertirse en
sus amantes.
La familia de Bundy
llegó a confesar episodios realmente escalofriantes, como en el caso de su tía,
que después de acostarse a una siesta se despertó rodeada de cuchillos y con
Ted, que entonces contaba con 3 años de edad, sentado a su lado sonriéndole.
El modo de actuar de
Ted Bundy era ingenioso: acudía a los campus universitarios en
busca de víctimas con un brazo en cabestrillo y varios libros en el brazo. Al
pasar al lado de una de las chicas que elegía, los dejaba caer y pedía ayuda.
Posteriormente les asestaba un golpe y las secuestraba para posteriormente
golpearlas brutalmente, violarlas e incluso matarlas.
Bundy fue especialmente
difícil de capturar, ya no solo porque cambiaba radicalmente de aspecto
continuamente y su descripción no concordaba con algún testigo que pudiera
haberle visto, sino que encima se trasladaba de un estado a otro adoptando
otros nombres para no ser capturados. En algunos de sus asesinatos utilizaba un
Volkswagen simulando ser un policía y pidiendo a sus víctimas que le
acompañaran para identificar el coche. Siempre actuaba por los mismos métodos.
Tenía una fijación
especial por asesinar a mujeres jóvenes de pelo oscuro y largo, que le
recordaban a su ex novia, la cual lo había rechazado unos años atrás. Pero las
jóvenes víctimas vendrían a representar del mismo modo a su madre, por haberlo
abandonado de pequeño. El asesino confesaría personalmente a los psiquiatras:
"Toda la rabia que he estado desahogando con las mujeres que maté, estaba
dirigida contra mi madre".
El sociópata
encantador, apuesto que no tenía dificultad alguna en seducir a sus víctimas,
todas mujeres, para luego matarlas. Siempre había elementos comunes que
permitieron trazar el perfil criminal de Bundy: golpes en el cráneo, violencia
generalizada, hematomas y violación.
Los expedientes de
aquellos casos evidenciaban escabrosas violaciones, descuartizamientos y
prácticas necrófilas. Cuando todavía vivía en Washington, Bundy se deshacía de
los cadáveres en los frondosos bosques a las afueras de Seattle. Sin embargo,
regresaba a la escena del crimen con frecuencia enfermiza. Pudo comprobarse que
en ocasiones se llevaba a casa cabezas decapitadas para aplicarles maquillaje.
“A veces me siento como
un vampiro” “Quiero dominar la vida y la muerte” “Yo soy el desgraciado con más
sangre fría que jamás hayan conocido” “Todos nos volvemos un poco locos a
veces”
En diciembre de 1987,
Bundy fue examinado durante siete horas por Dorothy Otnow Lewis, profesora de
la New York University Medical Center. Lewis lo diagnosticó como un
maníaco-depresivo cuyos delitos ocurrían normalmente durante los episodios
depresivos. Se cree que la permanente insistencia de Bundy de que la
pornografía fue un factor contribuyente en sus crímenes fue otro intento de
manipulación. Una vana esperanza de impedir su ejecución diciéndole a Dobson lo
que quería oír.
Bundy manifestó
"He conocido a personas que irradian vulnerabilidad... Sus expresiones
faciales dicen: Tengo miedo de ti. Estas personas invitan al abuso... Esperando
ser lastimadas, ¿sutilmente lo fomentan?”.
Los múltiples test
psiquiátricos realizados evaluarían una personalidad propia de esquizofrénico:
Cambios de humor muy repentinos, impulsivo, sin emociones, afán de
protagonismo, ataques de histeria, doble personalidad, inestabilidad emocional,
rechazo a la sociedad, ansiedad, depresión, complejo de inferioridad,
inmadurez, mentiras que termina por creerse él mismo, obsesivo, egocéntrico,
falsa realidad adaptada por él mismo, manía persecutoria..
Se puede considerar
como una mezcla entre asesino organizado y desorganizado. Podía mostrarse con
una personalidad muy inmadura, dejar indicios en el lugar del crimen, o por lo
contrario prepararlo cuidadosamente, seleccionar a las víctimas y dejar pocas
huellas. Posteriormente dijo
ser víctima de una farsa, de un juicio injusto y abusivo. Y no tenía que pedir
clemencia por nada, llegando a escuchar su sentencia de muerte sin inmutarse ni
mostrar ninguna clase de sentimiento de pena o desesperación. Llegó a
tratársele como pervertido y necrofílico.
Bundy conservaba por
algún tiempo en su casa los cadáveres de sus víctimas como trofeos y de que
practicaba la necrofilia.
Parte del informe pericial:
Criminogénesis
Aspecto biológico y social dentro de su núcleo
familiar no existen antecedentes heredo familiares criminales, es el único que
delinquió desde temprana edad, no existiendo enfermedades psiquiátricas, de
alguno de sus miembros que pudiere heredar el entrevistado, gozando de una
buena condición de salud, dentro de su núcleo familiar primario
Ted Bundy tenía una
familia extraña. Muy mimado por su madre, fue un adolescente retraído con el
que se metían en el colegio. Con Stephani, Ted maduró un gran complejo de
inferioridad patológica incentivada por su madre. Al acabar la Universidad,
Brooks decide terminar la relación porque, según ella, Bundy carecía de “objetivos
en la vida”. Entonces a él le da por beber, abandona los estudios, consume
diversos tipos de pornografía y es detenido en varias ocasiones por delitos
menores. Durante un año tras la ruptura con Stephani, Ted se transforma en un
maníaco depresivo episodios de euforia y tristeza aunque nunca estuvo medicado.
Precisamente en ese momento, su madre decide contarle su gran secreto: en
verdad, ella no es su hermana sino su madre y que su padre no es su abuelo. De
ahí su odio patológico contra las mujeres. “Me voy a vengar de Stephani” y
estudia, con calificaciones brillantes psicología, su situación económica era
precaria.
Aspecto psicológico
Actualmente Theodore
Robert Bundy se encuentra orientado en tiempo, lugar y persona, su conciencia
es clara y su concentración adecuada, con atención, sin alteraciones, sin memoria
de hechos inmediatos, de hechos recientes y remotos, sin alteraciones y
conservada, pensamiento que lleva una directriz, llegando a metas sin actividad
delirante, posee una capacidad de síntesis y análisis promedio, es coherente y
congruente. Sensoperceptualmente sin actividad alucinatoria. Afectivamente eutímico, aunque con periodos
de ansiedad que oscila con la normalidad, teniendo control emocional, emite
juicios congruentes con la realidad, el auto-critico se encuentra apegado a la
realidad y el heterocritico ligeramente disminuido, sin distorsión de la realidad. Presenta capacidad intelectual promedio. Es perseverante, con dominio
de sí mismo, sin daño ni alteración orgánica cerebral, mediante equilibrio en
la demostración de emociones, no canaliza adecuadamente sus reacciones
negativas, el control de sus impulsos se presenta de manera poco funcional y
con poca tolerancia en eventos frustrantes, utiliza como mecanismo principal de
defensa la intolerancia. La figura de autoridad está siendo trasladada de la
figura paterna a la materna por algún motivo de introyección de normas, sin
embargo se identifica que este parámetro de normas es correcto
Criminodiagnóstico
Es un delincuente
endocriminal preponderante, reincidente, rasgos de su personalidad egocéntrico
social dispuesto a preocuparse más por sí mismo, falta de interés o
preocupación por los sentimientos de los demás, falta de remordimiento por el
daño causado, Seducción que usa para burlarse o explotar a otro presenta
trastorno antisocial de la personalidad, inadaptado, profesional, psicológico,
con indiferencia afectiva, egoísta, activa, crónica. Egocentrismo alto,
agresividad alta, indiferencia afectiva alta dando como resultado una capacidad
criminal alta Adaptabilidad social sujeto antisocial adaptado Grado de
peligrosidad máximo.
El pronóstico de Bundy
fue:
Volverá a cometer la
conducta delictiva de delitos de robo, así como la de homicidio secuestro y
violación, ya que no tiene sentimientos de remordimiento o culpa además de que
no puede ser reinsertado a la sociedad, en razón de que el pueblo, está
molesto con su actitud por los actos de homicidios dirigidos al pueblo es un
reincidente.
Observaciones
Es considerado uno de
los criminales más sádico de todos los tiempos por realizar actos de homicidios
en contra de la población femenina.
El final de Ted Bundy
llegó el 24 de Enero de 1989, fue ejecutado en la silla eléctrica, tras haber
sido culpado por haber asesinado a 14 jóvenes. Considerado el peor criminal sexual en la historia
contemporánea de Estados Unidos.
Cuando le sacaron de su celda, habló por
última vez con su madre y rechazó su última comida. Fue llevado a la silla
eléctrica y fue declarado muerto por el personal de la prisión a las 07.16 hora
local. Afuera de la cárcel numerosas personas esperaban la noticia y cuando el
vocero de la institución declaró la muerte de Bundy, se escucharon vítores y
aplausos. Fueron lanzados también fuegos artificiales. Mucha gente quemó
muñecos con la efigie de Bundy. El ambiente era de algarabía y gozo. Un rato
después, una carroza funeraria salió camino al crematorio. Al pasar, la
multitud aplaudió. Pero lo más sorprendente fue ver a muchas mujeres llorando y
protestando por la ejecución del multihomicida. Hasta la fecha, muchas mujeres
hablan de él con admiración y la pulsión sexual que despierta su recuerdo es
muy fuerte.
Ted se convirtió
con el tiempo en uno de los asesinos emblemáticos. Además, en el caso del
silencio de los corderos, Bundy ayudó a la policía desde la cárcel a capturar a
otro peligroso serial killer. Ted Bundy dijo a la
policía que vigilasen los lugares donde hallaron los cadáveres del asesino de
Green river porque este volvería para tener sexo con los cuerpos. Un dato que
resultó correcto.
Los analistas estiman que el número de sus víctimas podría rondar las cien mujeres, muy lejos de los números oficiales de alrededor de treinta y seis. No llegaron a encontrarse nunca los cuerpos de varias de ellas. Ese secreto se lo llevó a la tumba, aunque el confesó cerca de treinta asesinatos.
Los analistas estiman que el número de sus víctimas podría rondar las cien mujeres, muy lejos de los números oficiales de alrededor de treinta y seis. No llegaron a encontrarse nunca los cuerpos de varias de ellas. Ese secreto se lo llevó a la tumba, aunque el confesó cerca de treinta asesinatos.