En
la actualidad no es un tema menor el de los padres de no saber cómo corregir
las conductas de los pequeños. Una forma sencilla de corrección si el niño es
menor de 5 años es la siguiente:
2)
Nos encargamos de que el niño la cumpla
Esto
es muy simple, si un niño tiene que bañarse le digo: “Juan anda a bañarte” si
no responde a nuestra petición nos acercamos lo alzamos o lo tomamos de la mano
y lo llevamos nosotros mismos al baño.
No
debemos repetir reiteradamente la conducta deseada (“anda a bañarte”) hasta el
cansancio y cuando lo repetimos tantas veces y no hace caso, nos enojamos, le
gritamos y lo llevamos de mala manera.
Se
siguen los 2 pasos y lo llevamos pero
con una sonrisa, que sea un momento placentero para ambos. Sin enojos.
Si
el pequeño ya es más grande de 5 años ya podemos incorporar las consecuencias.
En esta etapa ya está formado su superyó de lo que está bien y lo que está mal,
sabe que si no va a bañarse cuando la mamá se lo repite varias veces está
teniendo una conducta errónea. Por tanto en esta etapa hacia adelante usamos
los siguientes pasos sencillos:
1)
Establecemos la regla o la conducta deseada
2)
Aviso las consecuencias en caso de no cumplirla
3)
Si no cumple aparece la consecuencia (debemos ser consistentes con lo que
decimos y si lo decimos, lo cumplimos) y me encargo de que cumpla con la
conducta y si es necesario hasta podemos volver a los pasos de los niños
chiquitos de tomarlos de la mano y llevarlos.
Una
de las grandes dudas de padres y madres en la educación y socialización de sus
hijos e hijas es referente a los límites que deben imponerles en sus actitudes
y comportamientos.
Los limites debes estar muy claros desde muy pequeños, por
que ponerlos en la adolescencia o a los 18 años de edad no sirve para nada.
Los niños desde que nacen deben de aprender a diferenciar entre el bien y el
mal, y que no tiene por qué tener todo
aquello que desean y que existe una correlación entre un premio y un
comportamiento adecuado. Una buena educación familiar es la base de todo bien
estar. Si
comenzamos a establecer límites desde casi el nacimiento del niño,
conseguiremos que nuestro hijo tenga claro qué puede hacer y qué no, que se
sienta protegido por sus padres, que tenga un buen nivel de autoestima, que sea
autónomo, ya que podrá realizar tareas ajustadas a su momento evolutivo, etc.
En definitiva, estaremos ayudando a que crezca y tenga un desarrollo adecuado a
su edad. Los
límites son las prohibiciones que les ponemos a los niños. Son imprescindibles
para su desarrollo y evolución, ya que les aportan seguridad y protección.
Una disciplina eficaz a la hora de
aplicar los límites a nuestros hijos es lo más importante. Si nosotros
presentamos una buena regla, nuestro hijo estará dispuesto a cumplirla porque
lo que quieren ellos es agradarnos. No nos encontramos preparados para
establecer los límites. Nos falta habilidad para hacerlo. Hablamos demasiado,
exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma
de expresar con claridad y con demasiada autoridad. Cuando necesitamos decir a
nuestros hijos que deben hacer algo y "ahora" (recoger los juguetes,
irse a la cama, etc.), debemos tener en cuenta algunos consejos básicos, por ejemplo:
Debemos tener objetividad
Es frecuente oír de nosotros mismos y
de otros padres expresiones como "Pórtate bien", "Sé
bueno", o "no hagas eso" Las expresiones significan diferentes
cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si hacemos
nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado dice a
un niño exactamente lo que debe estar hecho. "Habla bajito en una
biblioteca "; "Da de comer al perro ahora": "Agarra mi mano
para cruzar la calle". Esta es una forma que puede aumentar
substancialmente la relación de complicidad de su hijo.
Ofrezca opciones
En muchos casos podemos dar a nuestros
hijos una oportunidad limitada de decidir cómo cumplir sus "órdenes".
La libertad de oportunidad hace que un niño sienta una sensación de poder y
control, reduciendo las resistencias. Por ejemplo: "Es la hora del baño.
¿Lo quieres tomar con la ducha o en la bañera llena?"; "Es la hora de
vestirse. ¿Quieres elegir un traje, o lo hago yo? Esta es una forma más fácil y
rápida de decir a un niño exactamente lo que hacer.
Sean firmes
En cuestiones realmente importantes,
cuando existe una resistencia a la obediencia, nosotros necesitamos aplicar el
límite con firmeza. Un límite firme dice a un niño que él debe parar con dicho
comportamiento y obedecer a tus deseos inmediatamente. Por ejemplo: "Vayas
a su habitación ahora" o "¡Pare!, los juguetes no son para
tirar". Los límites firmes son mejor aplicados con una voz segura, sin
gritos, y una seria mirada en el rostro. Los límites más suaves suponen que el
niño tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros límites: "¿Por
qué no lleva tus juguetes fuera de aquí?"; "Debes hacer las tareas de
la escuela ahora"; " Venga a casa ahora, ¿vale?" e "Yo
realmente deseo que te limpies". Esos límites son apropiados para momentos
cuando se quiere que el niño actúe en un cierto camino. De cualquier modo, para
esas pocas obligaciones "debe estar hecho", serás mejor cómplice de
su hijo si les aplica un firme comando. La firmeza está entre lo ligero y lo
autoritario.
Acentúa lo positivo
Los niños son más receptivos en
"hacer" a lo que les ordenan. Directivas cómo el "no" o
"pare" dicen a un niño que es inaceptable pero no explica qué
comportamiento le gustaría en cambio. En general, es mejor decir a un niño lo
que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No
grite"). Padres autoritarios dan más órdenes "no", mientras los
demás están propensos a aplicar el orden con el "hacer".
Se mantengan al margen
Cuándo decimos "quiero que te
vayas a la cama ahora mismo", estamos creando una lucha de poder personal
con nuestros hijos. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma
impersonal. Por ejemplo: "Son las 8, hora de acostarse" y le enseña
el reloj. En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño
y el reloj.
Explica el porqué
Cuando una persona entiende el motivo
de una regla, como una forma de prevenir situaciones peligrosas para sí mismo y
para otros, se sentirá mas animado a obedecerla. De este modo, lo mejor cuando
se aplica un límite, es explicar al niño por qué tiene que obedecer.
Entendiendo la razón para el orden ayuda a los niños a que desarrollen valores
internos de conducta o comportamiento- una conciencia. Antes de dar una larga
explicación que puede distraer a los niños, manifieste la razón en pocas
palabras. Por ejemplo: "No muerdas a las personas. Eso les hará
daño"; "Si tiras los juguetes de otros niños, ellos se sentirán
tristes porque les gustaría jugar aún con ellos".
Sugiera una alternativa
Siempre que apliques un límite al comportamiento
de un niño, intente indicar una alternativa aceptable. Por hacerlo sonará menos
negativo y su hijo se sentirá menos desaventajado. ejemplo sería
decir "No te puedo dar un caramelo antes de la cena, pero te puedo dar un
helado de chocolate después". Por ofrecerle alternativas, le estás
enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables. Este es un camino de
expresión más correcto.
Sea seriamente consistente
Una regla puntual para una efectiva
puesta del límite es evitar una regla repetitiva. Una rutina flexible
(acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra
noche) invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y
reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque
estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a
sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.
Desaprueba la conducta, no el niño
Es necesario que dejemos claro para
nuestros hijos que nuestra desaprobación está relacionada a su comportamiento y
no directamente a ellos. No les estamos rechazando. Lejos de decir "Niño
malo" (desaprobación del niño). Deberíamos decir "No muerdas"
(desaprobación de la conducta). En lugar de decir "realmente no puedo
controlarte cuando actúas de esta forma", deberíamos decir, "Estas
latas no están para tirar. Deben quedar en el estante del almacén".
Controla las emociones
Los investigadores señalan que cuando
los padres están muy enojados castigan más seriamente y son más propensos a ser
verbalmente y/o físicamente abusivos a sus niños. Hay épocas en que necesitamos
llevar con más calma y contar hasta diez antes de reaccionar. La disciplina es
básicamente enseñar al niño cómo debe comportarse. No se puede enseñar con
eficacia si usted es extremamente emocional. Delante de un mal comportamiento,
lo mejor es llevar un minuto de calma uno mismo, y después preguntar con calma,
"¿que sucedió aquí?". Todos los niños necesitan que sus padres
establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable. Cuanto más
expertos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos
de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables
para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más
agradable para los padres y los hijos.