Objetivo: Proporcionar
hechos sobre el abuso sexual es una de las maneras de concientizar sobre el
abuso sexual. La concientización de los hechos es una de las varias medidas
preventivas que se pueden tomar para ayudarlo a tomar las mejores decisiones
para mantenerlo seguro a usted y a alguna otra persona que conozca.
Nota: No todos los
niños que son abusados sexualmente manifiestan síntomas. Algunos estiman que
hasta un 40% de los niños abusados sexualmente no manifiestan síntomas. Sin
embargo, otros experimentan consecuencias graves y duraderas. Con frecuencia,
las revelaciones se presentan de manera gradual y se pueden dar a través de una
serie de señales. Con frecuencia, la revelación del abuso sexual es tardía. Los
niños suelen evitar decirlo debido a que tienen miedo de una reacción negativa
por parte de sus padres o de su abusador. Como tal, las revelaciones no suelen
darse sino hasta la adultez. “Es fácil pasar por alto las señales de revelación
de abuso. Como consecuencia, es posible que un niño no reciba la ayuda
necesaria”. Históricamente, los profesionales han defendido la idea de que con
frecuencia los niños develan hechos falsos de abuso. Sin embargo, las
investigaciones actuales no cuentan con evidencia sistemática de que sean
comunes las acusaciones falsas. Además, son poco comunes las retractaciones de
abuso. Otro estudio ha encontrado en 310 niñas con diagnostico confirmado de
abuso sexual, demostró que el 66% presentaba aspecto normal, sin signos de
lesiones previas y sólo el 34% hallazgos anormales.
El diagnóstico no es
nada fácil y como suele pasar desapercibido durante mucho tiempo deja marcas
emocionales, que cuanto más antiguas, más difícil son de tratar. La
confirmación diagnóstica es difícil y se basa en el relato del niño, sus
juegos, la historia clínica, el examen físico/psicológico y los exámenes
complementarios. Sin embargo, pocas son las veces que se encuentran signos
físicos de certeza como los relacionados con enfermedades venéreas, desgarros
en zona genital o embarazo.
La sospecha llega al
consultorio por la demanda familiar (en general la madre) o por sospecha de un
profesional (médicos, maestros) ante signos indirectos (masturbación
compulsiva, lesiones genitales, vulvovaginitis reiteradas, trastornos de sueño,
enuresis, encopresis, agresiones o retraimiento etc).
El ámbito más frecuente
donde se produce el abuso es el ámbito familiar, lo que hace su abordaje más
problemático. Cuánto más cercano a la familia es el acto de abuso más difícil
es trabajar, teniendo en cuenta, además, que en el caso de niños pequeños o
personas con discapacidad, la información solo llega a través de terceros.
Efectos y Consecuencias
Las principales
consecuencias psicológicas encontradas se agrupan en cinco categorías:
problemas emocionales, problemas de relación, problemas funcionales, problemas
de adaptación y problemas sexuales.
En las primeras
sesiones registramos los síntomas que experimentaron durante su niñez y
adolescencia, cuando sufrieron los abusos sexuales, síntomas que coinciden con
la sintomatología propia de un estrés postraumático. Miedo, problemas para
dormir, pesadillas, confusión, sentimientos de culpa, vergüenza, ira junto con
la incapacidad de manejar estas emociones. Los peores efectos se presentan
cuando es el padre el abusador, porque en ese caso la niña además pierde la
confianza en el ser que debe protegerla y que representa su seguridad. Estas
niñas se quedan indefensas frente al mundo masculino porque mezclan el sexo con
el afecto, con el cuidado, el poder y el cariño. Y todo esto en secreto. Un
estudio reciente demostró que las niñas que sufren de abuso sexual podrían
tener problemas de alcoholismo en la adultez.
Es frecuente que los
preescolares se vuelvan a orinar en la cama en las noches después de haber
logrado el control esfinteriano, se muestren hiperactivos, presenten
alteraciones en el ritmo de sueño, manifiesten temores y fobias intensas,
exhiban conductas compulsivas y padezcan trastornos de aprendizaje y profundos
sentimientos de desesperanza y tristeza. Demuestren explícitamente evidencias
de sexualización precoz que incluyen juegos sexuales tempranos acompañados de
un grado de curiosidad sobre lo sexual inusual para la edad. Pueden
protagonizar episodios de coerción sexual con niños más pequeños o más
retraídos.
Durante la pubertad, la
mayoría padecen muchas de estas secuelas: dolor de estómago, problemas de
concentración, dolor de cabeza, trastornos en el sueño, fuertes molestias en el
ciclo menstrual… junto con una pobre autoestima, odio a su propio cuerpo,
depresión, fobias, ansiedad, comportamientos auto-agresivos y autodestructivos,
llegando a mutilarse con cortaduras, quemaduras o golpes. Podemos encontrar
intensos deseos autodestructivos y una búsqueda desenfrenada de castigo.
Cuando la
sintomatología es más mitigada, persiste el retraimiento, la sobreadaptación y
la depresión acompañada de una inhibición sexual llamativa. Las jóvenes niegan
cualquier interés relacionado con los órganos sexuales, eluden y se ponen
ansiosas cuando se enfrentan con temas sexuales. Las conductas
hipersexualizadas constituyen uno de los indicadores más ligados al abuso.
Y cuando se hacen
adultas, estas mujeres generalmente presentan un cuadro de estrés postraumático
crónico. El miedo y la desconfianza persisten y el hecho puede reaparecer en
pesadillas y escenas intrusivas de recuerdo. Una teoría es que las mujeres que
fueron víctimas de abuso sexual desarrollan trastornos alimenticios como una
forma de expresar el estrés generado por el abuso, mientras que otra teoría
sugiere que el abuso infantil puede aumentar los niveles de las hormonas del
estrés y esto causa posteriormente el aumento de peso y la resistencia a la
insulina (que es lo que genera la diabetes). Se confirma una probabilidad
cuatro veces mayor de desarrollar trastornos de personalidad en estas víctimas
que en población general.
Muchas de ellas tratan
de protegerse de estos síntomas dolorosos apartándose de las relaciones
sexuales. Padecen depresión crónica y a veces se ven impulsadas a buscar alivio
en todo tipo de adicciones (pastillas, alcohol…), episodios de automutilación y
tentativas de suicidio. También presentan sentimientos negativos acerca de sí
mismas, del sexo y de los varones, sentimientos generalizados de ansiedad y
desconfianza, dificultades para establecer relaciones sociales, y cuando lo
hacen, presentan una tendencia a mantener relaciones insanas, con malos tratos
y problemas sexuales. (Los varones que han sido víctimas tienden a ser
abusadores y maltratadores, mientras que las mujeres tienden a ser maltratadas
y nuevamente abusadas). Las mujeres que han
sido víctimas de abusos sexuales suelen tener además mala salud o problemas
psicosomáticos derivados de su actitud negativa hacia el propio cuerpo.
Recibir ayuda
profesional y apoyo del entorno también ayuda a superar la experiencia vivida,
evitando incluso consecuencias negativas para el futuro.
Los niños y las niñas
que son abusados sexualmente pueden demostrar síntomas similares a la
depresión, la ansiedad severa y el nerviosismo. Por ejemplo:
- Síntomas físicos o enfermedades que no pueden diagnosticar o que no tienen una razón orgánica-
- Problemas al defecar, como ensuciarse o tener incontinencia.
- Juegos sexuales persistentes e inadecuados con niños de la misma edad, con juguetes o con sus propios cuerpos, o conductas sexualmente agresivas hacia los demás
- Trastornos alimenticios, como dejar de comer o comer mal.
- Dolores de cabeza o de estómago recurrentes
- Amnesia, no recuerda eventos específicos, periodos largo de tiempo o parte de la vida.
- Dificultad para caminar o para sentarse (por problemas rectales o genitales, como dolor al orinar o al defecar, picazón o secreción vaginal)
- Pesadillas, problemas para dormir y problemas orinándose en la cama
- Miedos excesivos (Miedo, ansiedad, terror y fobia )
- Disminución en el rendimiento escolar
- No querer participar en las actividades normales, como por ejemplo: negarse a participar en juegos deportivos o en cambiarse de ropa en el gimnasio
- Hipervigilancia, la persona está siempre alerta, no puede dormir o relajarse o Intromisión de imágenes del abuso en estado de vigilia.
- Dificultad para confiar en otros, en especial hacia figuras significativas. No tienen sistema de apoyo.
- Tener conocimientos acerca de la sexualidad que no son comunes para su edad
- Comportamientos auto agresivo, hay mutilación con cortaduras, quemaduras o golpes y realizando intentos de suicidio.
- Disminución brusca del rendimiento escolar
- Quedar embaraza o contraer una enfermedad venérea (de transmisión sexual), particularmente si tiene menos de catorce años
- Conductas regresivas
- Disociación
- Retraimiento;
- Depresión clínica
- Ideación suicida
- Temor exacerbado hacia los hombres o conductas seductoras con los hombres ( (en los casos que la víctima es una niña y el perpetrador, un hombre).
- Escaparse de su casa
- Decir que fue abusada sexualmente por uno de sus padres o por un cuidador adulto
- Odio al propio cuerpo, se siente sucia.
- Desvalorización personal, pobre autoestima.
- Enojo, Furia y rabia. La persona que ha sido abusada tiene muchas razones para sentir rabia y enojo. Ha sido herida y maltratada. Estos sentimientos son generalizados pero son conductas agresivas con tendencia a externalizar el conflicto.
- El diagnóstico Probablemente, a estas alturas, queda pocas dudas de que el abuso sexual infantil constituye uno de los traumas psíquicos más intensos y de que sus consecuencias son sumamente destructivas para la estructuración de la personalidad.
Si crees que tu hija(o) fue abusada sexualmente es importante que busques ayuda, Medica. Psicológica, de Seguridad y legal.
“Es necesario crear políticas que terminen con este flagelo que tanto lastima a la sociedad; es un tema complejo, en la mayoría de las veces no se denuncia por temor, en otras por desconfianza en las instituciones, se pueden prevenir los ataques sexuales con programas educativos, en los cuales demos herramientas a nuestro menores para su defensa”
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