martes, 4 de junio de 2013

Niños con Problemas de Conducta

La desobediencia, las rabietas, el negativismo, etc..constituyen parte de los trastornos de conducta más habituales durante la infancia. Estos problemas pueden resultar muy perturbadores para los padres dado que suelen suponer un desafío a su autoridad y control, llegándose a establecer un vínculo relacional coercitivo con los hijos. Estos problemas, lamentablemente, parecen ir al alza, incrementándose su magnitud, frecuencia y lo que es más significativo: la edad de inicio cada vez es más temprana.
Poner límites a los niños y pasar el tiempo suficiente a su lado son algunas de las claves para rectificar los problemas de conducta infantiles.

Los niños con problemas de conducta suelen mostrarse desobedientes. No es extraño que, asimismo, insulten, se hayan acostumbrado a mentir a quienes les rodean, se enrabieten con facilidad e, incluso, lleguen a mostrarse agresivos cuando se les lleva la contraria. Corregir a un niño con un trastorno de comportamiento, sin embargo, es posible. Y cuanto antes se empiece, más posibilidades de éxito se tendrán.

Los problemas de conducta en el niño

Un niño con problemas de conducta, que desobedece de forma habitual a sus progenitores, que grita y se enfada con frecuencia o que, incluso, experimenta brotes de agresividad cuando se le lleva la contraria precisa la ayuda de sus padres y docentes para superar su trastorno de comportamiento.

"Poner límites a las demandas del niño es esencial para establecer unos hábitos de conducta adecuados".

En el desarrollo evolutivo del pequeño es normal que, en ocasiones, se detecten estas conductas agresivas, desafiantes, de oposición o desobedientes. Las pautas educativas habituales logran, en general, erradicar estos comportamientos. Sin embargo, en algunos niños, estas actitudes son perseverantes en el tiempo y se incrementa su frecuencia y magnitud a medida que el infante crece.

Una intervención temprana de sus progenitores, así como la ayuda de psicólogos infantiles en los casos más graves, pueden ayudar a prevenir que un problema de conducta infantil evolucione hacia trastornos más graves en la adolescencia.

Lograr en el niño un comportamiento adecuado: ¿cómo se hace?
Las investigaciones y estudios sobre comportamiento infantil suelen coincidir a la hora de señalar la forma de crear en el niño unas conductas adecuadas. Mantener un buen vínculo afectivo con los progenitores fomenta procederes correctos en el pequeño. Dedicar tiempo suficiente a estar juntos en edades tempranas, jugar con ellos, prestar atención a sus actuaciones y ejercer el control sobre ellas cuando sea necesario son algunas de las pautas para corregir los problemas de conducta en el niño.
Es fundamental, asimismo, poner límites a sus demandas desde muy pequeños y mantenerse firme en ellos. Esta práctica es una de las mejores formas de establecer unos hábitos de conducta adecuados, que el niño utilizará como referente en su comportamiento posterior.
Tan importante es prestar atención al niño cuando se comporta bien como retirársela ante una actitud negativa
En distintos manuales de pedagogía  para padres sobre conducta infantil, precisa que "establecer límites es concretar qué se espera del niño y qué no". En caso de que estas fronteras se traspasen, advierto: "hay que adoptar medidas".
La atención que un niño recibe de los adultos juega un papel primordial en el control de la conducta de los pequeños. Tan importante es prestarle la suficiente atención cuando se comporta de forma adecuada, y halagarle por ello, como retirársela cuando el comportamiento sea negativo.
El comportamiento inadecuado de los niños se desarrolla con frecuencia "para llamar la atención de los padres, ya que comprueban que hay una desproporción entre la forma de actuar de ellos cuando se portan mal y cuando se portan bien". Si las actuaciones inadecuadas son las únicas que atienden los progenitores, el pequeño, ante la necesidad de atención, reforzará estas en detrimento de las buenas conductas.
Pasos para corregir los problemas de conducta infantiles
Entre otras pautas básicas recomendadas por los especialistas, destacan las siguientes:
  1. Claridad. Cuando se dan instrucciones al niño, es importante ser claro y preciso. No es lo mismo decirle "pórtate bien", o "no te portes mal", que decirle qué es correcto y qué no lo es.
  2. Coherencia y constancia. Un padre que riñe a su hijo por un determinado comportamiento, debe hacerlo siempre que lo detecte de nuevo. Hay que tener en cuenta, asimismo, que el pequeño observa su entorno y lo imita: no sería correcto desaprobar una conducta que contempla de forma habitual en su familia.
  3. Consenso y complicidad. Es necesario que todos los miembros de la familia, y de fuera de ella con responsabilidad sobre el niño, apliquen las mismas pautas a la hora de enseñar al pequeño buenos hábitos de conducta. Todos deben permitir, o no, las mismas actuaciones.
  4. Niños con Rabietas. El consejo general es hacer caso omiso cuando se produce la rabieta y retirarle la atención inmediatamente. Es importante que los padres, en ese momento, no pierdan la calma y que actúen con firmeza, negando el capricho o la demanda, pero a la vez sin alterarse, sin gritar ni reñir. En caso de que los padres se enzarzaran en una recriminación mutua o con el niño a gritos, éste percibirá que en cierto modo sigue teniendo el control sobre la conducta de sus padres. Una de las posibles causas de tal comportamiento, reside en el hecho de que el niño ha aprendido a que negándose a colaborar o a obedecer órdenes puede evitar la realización de tareas que no son de su agrado.
  5. Niño Negativista. El niño se da cuenta de que sólo se trata de ser más perseverante en su conducta (negativismo) que los mayores. Al igual que sucedía con el "niño de las rabietas" el resultado de su conducta (el librarse de hacer aquello que no le gusta) no hace más que reforzar dicho comportamiento, aumentando su probabilidad de ocurrencia y por tanto la cronificación del problema.
  6. Niño Desobediente. Los episodios de desobediencia pueden forman parte de un desarrollo "normal" del niño en ciertas edades. Para establecer el punto de corte entre la normalidad y la patología deben tenerse en cuenta la frecuencia de estas conductas y su gravedad. La desobediencia puede ir acompañada o no de otros elementos disruptivos como las rabietas o el negativismo. Hay que valorar cada situación para tomar las medidas correctoras oportunas. La edad de aparición de dichas conductas, las circunstancias actuales que la provocan y las mantienen, la situación y relación familiar, son algunos de los puntos a tener en cuenta.
Conclusión
Está claro que no hay dos niños iguales y por tanto, las mejores técnicas para confrontar los problemas de conducta serán aquellas que nos funcionen bien en cada caso o niño.
Las conductas inadecuadas pueden ser consecuencia de multitud de factores (internos, externos). Es habitual que se presente algunas de ellas dentro del ciclo evolutivo "normal", pero hay que consultar al profesional cuando estas son de mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son perseverantes en el tiempo.
Hay niños con temperamentos "más difíciles" que otros y que probablemente necesitarán estrategias de intervención a medida.
El crecer en entornos marginales o en colectivos de riesgo o en una familia disfuncional, hijos de padres  con antecedentes o problemas de conducta,  aumenta considerablemente el riesgo de presentar conductas disruptivas en la adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor determinante.

domingo, 2 de junio de 2013

Demencia

La demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades de la vida diaria. Un síndrome es un conjunto de signos y síntomas. En el caso de la demencia, todos estos signos están indicando un deterioro progresivo en los procesos del cognitivos.
En la comunidad médica se emplea el término de "demencia" para describir a los pacientes con trastornos de la capacidad intelectual. Los pacientes de demencia también pueden clasificarse según padezcan de demencia "presenil" o "senil", "síndrome cerebral orgánico" o "crónico", "arteriosclerosis" o "atrofia cerebral". Es importante señalar que la demencia no es una dolencia normal del proceso de envejecimiento. Los trastornos de demencia son provocados por procesos patológicos anormales y pueden afectar tanto a las personas jóvenes como a los ancianos.

La mayoría de los tipos de demencia son irreversibles (degenerativos). Irreversible significa que los cambios en el cerebro que están causando la demencia no pueden detenerse ni devolverse.

El Alzheimer es el tipo más común de demencia.

La demencia de los cuerpos de Lewy (DCL) es una causa importante de demencia en adultos mayores. Las personas con esta afección tienen estructuras proteínicas anormales en ciertas áreas del cerebro.

La demencia también puede deberse a muchos accidentes cerebrovasculares pequeños, lo cual se denomina demencia vascular.

También:
  • Demencia debido a otras enfermedades médicas
  • Demencia persistente inducida por sustancias
  • Demencia debido a múltiples etologías
Las siguientes afecciones médicas también pueden llevar a la demencia:
  • Enfermedad de Huntington
  • Esclerosis múltiple
  • Infecciones que pueden afectar el cerebro, como el VIH/SIDA y enfermedad de Lyme
  • Mal de Parkinson
  • Enfermedad de Pick
  • Parálisis supranuclear progresiva
Algunas causas de demencia se pueden detener o contrarrestar si se detectan a tiempo, entre ellas:
  • Lesión cerebral
  • Tumores del cerebro
  • Consumo excesivo de alcohol
  • Cambio en los niveles de azúcar, calcio y sodio en la sangre (Ver: demencia de origen metabólico)
  • Niveles bajos de vitamina B12
  • Hidrocefalia normotensiva
  • Uso de ciertos medicamentos, entre ellos cimetidina y algunos hipocolesterolemiantes
La demencia generalmente ocurre en la edad avanzada, es poco común en personas menores de 60 años y el riesgo de padecerla se incrementa a medida que una persona envejece.

Síntomas

Los síntomas de demencia abarcan dificultad con muchas áreas de la función mental, entre ellos:
  • El lenguaje
  • La memoria
  • La percepción
  • El comportamiento emocional o la personalidad
  • Las habilidades cognitivas (como el cálculo, pensamiento abstracto o la capacidad de discernimiento) La demencia aparece primero generalmente como olvido.
El deterioro cognitivo leve (DCL) es la fase entre el olvido normal debido al envejeciendo y la aparición de la demencia. Las personas con deterioro cognitivo leve tienen ligeros problemas con el pensamiento y la memoria que no interfieren con las actividades cotidianas y, con frecuencia, son conscientes del olvido. No todas las personas con deterioro cognitivo leve presenta demencia más tarde.

Los síntomas del deterioro cognitivo leve abarcan:
  • Dificultad para realizar más de una tarea a la vez
  • Dificultad para resolver problemas y tomar decisiones
  • Olvidar hechos o conversaciones recientes
  • Tardar más tiempo para llevar a cabo actividades mentales más difíciles
Los síntomas tempranos de demencia pueden abarcar:
  • Dificultad para realizar tareas que exigen pensar un poco, pero que solían ser fáciles, tales como llevar el saldo de la chequera, participar en juegos  y aprender nueva información o rutinas.
  • Perderse en rutas familiares.
  • Problemas del lenguaje, como tener dificultad para encontrar el nombre de objetos familiares.
  • Perder interés en cosas que previamente disfrutaba: estado anímico indiferente.
  • Extraviar artículos.
  • Cambios de personalidad y pérdida de habilidades sociales, lo cual puede llevar a comportamientos inapropiados.
A medida que la demencia empeora, los síntomas son más obvios e interfieren con la capacidad para cuidarse. Los síntomas pueden abarcar:
  • Cambio en los patrones de sueño, despertarse con frecuencia por la noche
  • Dificultad para realizar tareas básicas, como preparar las comidas, escoger la ropa apropiada o conducir
  • Olvidar detalles acerca de hechos corrientes
  • Olvidar acontecimientos de la historia de su propia vida, perder la noción de quién es
  • Tener alucinaciones, discusiones, comportamiento violento y dar golpes
  • Tener delirios, depresión, agitación
  • Mayor dificultad para leer o escribir
  • Capacidad deficiente de discernimiento y pérdida de la capacidad para reconocer el peligro
  • Uso de palabras erróneas, no pronunciar las palabras correctamente, hablar con frases confusas
  • Retraerse del contacto social
Las personas con demencia grave ya no pueden:
  • Llevar a cabo actividades básicas de la vida diaria, como comer, vestirse y bañarse
  • Reconocer a los miembros de la familia
  • Entender el lenguaje
Otros síntomas que pueden ocurrir con la demencia:
  • Incontinencia
  • Problemas para deglutir
Pruebas y exámenes

Un médico experimentado puede a menudo diagnosticar la demencia realizando un examen físico y haciendo preguntas acerca de la historia clínica de la persona.

El examen físico incluye un examen neurológico. Se realizarán exámenes para revisar la función mental, lo cual se denomina evaluación del estado mental.

Se pueden ordenar otros exámenes para determinar si otros problemas podrían estar causando la demencia o empeorándola. Estas afecciones abarcan:

  • Anemia
  • Tumor cerebral
  • Infección crónica
  • Intoxicación por medicamentos
  • Depresión severa
  • Enfermedad tiroidea
  • Deficiencia vitamínica
Se pueden llevar a cabo los siguientes exámenes y procedimientos:
  • Nivel de B12
  • Niveles de amoníaco en la sangre
  • Química sanguínea (grupo de pruebas metabólicas completas)
  • Gasometría arterial
  • Análisis del LCR (líquido cefalorraquídeo)
  • Niveles de drogas o alcohol (examen toxicológico)
  • Electroencefalograma
  • Tomografía computarizada de la cabeza
  • Examen del estado mental
  • Resonancia magnética de la cabeza
  • Pruebas de la función tiroidea
  • Nivel de la hormona estimulante de la tiroides
  • Análisis de orina
Tratamiento

El tratamiento farmacológico va dirigido a 2 grandes áreas:

1) Manejo del déficit cognitivo
2) Manejo de las alteraciones conductuales.

El tratamiento depende de la afección causante de la demencia. Algunas personas pueden requerir hospitalización por un corto tiempo. La suspensión o el cambio de medicamentos que empeoran la confusión puede mejorar la función cerebral. Existen cada vez más datos que confirman que algunos tipos de ejercicios mentales pueden ayudar a paliar la demencia.

El tratamiento de afecciones que pueden llevar a la confusión a menudo puede mejorar enormemente el funcionamiento mental. Tales afecciones abarcan:
  • Anemia
  • Insuficiencia cardíaca congestiva
  • Disminución de oxígeno (hipoxia)
  • Depresión
  • Insuficiencia cardíaca
  • Infecciones
  • Trastornos nutricionales
  • Trastornos de la tiroides
  • Pueden requerirse medicamentos para controlar problemas de comportamiento, causados por la pérdida de la capacidad de discernimiento, aumento de la impulsividad y confusión.
Medicamentos

Existen medicamentos que se encuentran disponibles para tratar estas enfermedades. Aunque estas medicinas no pueden curar la demencia o reparar el daño cerebral, pueden mejorar los síntomas o hacer más lento el avance de la enfermedad.

Los posibles medicamentos pueden ser:
  • Antipsicóticos (haloperidol, risperdal, olanzapina)
  • Estabilizadores del estado de ánimo (fluoxetina, imipramina o citalopram)
  • Estimulantes (metilfenidato)
Ciertos fármacos se pueden emplear para disminuir la tasa a la cual los síntomas empeoran. El beneficio de estos fármacos con frecuencia es pequeño y es posible que los pacientes y sus familias no siempre noten mucho cambio.
  • Donepezil (Aricept), rivastigmina (Exelon), galantamina (Razadyne, anteriormente llamado Reminyl)
  • Memantina (Namenda)
Se deben evaluar regularmente los ojos y oídos de la persona y es posible que se necesiten audífonos, anteojos o cirugía de cataratas.

Pronóstico

Las personas con deterioro cognitivo leve no siempre desarrollan demencia. Sin embargo, cuando en realidad se presenta demencia, ésta por lo general empeora y con frecuencia disminuye la calidad y expectativa de vida.

Posibles complicaciones

Las complicaciones dependen de la causa de la demencia, pero pueden abarcar las siguientes:
  • Abuso por parte de un cuidador demasiado estresado
  • Aumento de las infecciones en cualquier parte del cuerpo
  • Pérdida de la capacidad para desempeñarse o cuidar de sí mismo
  • Pérdida de la capacidad para interactuar
  • Reducción del período de vida
  • Efectos secundarios de los medicamentos utilizados para tratar el trastorno
  • Cuándo contactar a un profesional médico
Consulte con el médico si:
  • Se presenta demencia o un súbito cambio en el estado mental
  • El estado de una persona con demencia empeora
  • Usted se siente incapaz de cuidar de un paciente con demencia en el hogar
Prevención

La mayoría de las causas de la demencia no se pueden prevenir.

Dejar de fumar y controlar la presión arterial y la diabetes puede ayudar a reducir el riesgo de demencia vascular. Esta es la demencia causada por una serie de pequeños accidentes cerebrovasculares. Consumir una dieta baja en grasas y hacer ejercicio con regularidad también puede reducir el riesgo de demencia vascular.

Psicoterapia en la Demencia

La intervención psicológica que se realiza con pacientes con demencia es amplia y va a depender del estudio individualizado que se realiza. Ej: Terapia Cognoscitiva, terapia Conductual, terapia de recuerdo, de validación, de la expresión, ocupacional, reminiscencia, la ergoterapia, la socioterapia, la estimulación cognitiva, la musicoterapia, la terapia artística, psicomotriz y ortofónica, etc…

sábado, 1 de junio de 2013

Diferenciar entre Depresión y Demencia Senil

Las personas mayores cuando están deprimidas pueden presentar síntomas muy parecidos a los de la demencia tipo Alzheimer, a esto se le suele denominar como Pseudodemencia. Por ello daré 10 pistas orientativas para poder diferenciarlos.

 1. EL COMIENZO
La depresión suele tener un inicio que podemos llegar a precisar (todo ocurrió a raíz de…) mientras que en la enfermedad tipo Alzheimer el inicio es lento y puede pasar como pequeños olvidos cotidianos.

2. CURSO CLÍNICO
Los síntomas depresivos aparecen rápida y progresivamente, mientras que en la enfermedad tipo Alzheimer el deterioro puede tardar años en ser manifiesto

3. ANTECEDENTES PSICOLÓGICOS
La persona depresiva suelen tener síntomas depresivos a lo largo de su vida (incapacidad para disfrutar, visión negativa de la vida, etc...) que forman parte de su personalidad, mientras que el enfermo de Alzheimer ha podido llevar una vida equilibrada psicológicamente.

4. DÉFICIT NEUROLÓGICO
Las personas con enfermedad tipo Alzheimer tienen afectada principalmente cuatro funciones que son el lenguaje (tanto comprensión como expresión), el conocimiento del mundo (sufren desorientaciones personales - no saben su nombre, ni el de sus hijos- de tiempo - no saben en que día viven, ni año, ni mes – y de espacio – no saben dónde están las habitaciones de su casa, ni donde esta la panadería donde siempre iba), la realización de algunos movimientos ( dificultades para abrocharse los botones, los cordones de los zapatos, etc.) y la planificación y ejecución de taras (cocinar, jugar a las cartas, trabajo, etc..)

Las personas con depresión pueden aparentar los mismos síntomas debido a su baja motivación e inatención que prestan a los elementos que le rodean.

5. FABULACIONES
Es una de las características más importante en la enfermedad de Alzheimer y consiste en la creación de historias, que el enfermo las toma como ciertas, para explicar episodios de su vida que no se acuerda.

Ej.: Si una persona con la enfermedad tipo Alzheimer se olvida de donde ha dejado las llaves, suelen acusar a otras personas de habérselas movido o quitado, estando seguro de ello.

6. ACTITUD
En las personas con depresión las quejas son muy frecuentes y sobrevaloran los fracasos, diciendo expresiones tales “como soy una inútil, no sirvo para nada”, etc., no esforzándose en realizar tareas “dicen que no saben” o destacando los fallos que comete. Mientras que estas quejas un enfermo de Alzheimer suelen ser escasas e intentan realizar las tareas que antes hacían cometiendo un gran número de errores.

7. FRACASOS EN LAS TAREAS
La persona con enfermedad tipo Alzheimer cuando pierden una capacidad (ej: jugar a las cartas), suelen fracasar siempre que realicen esa actividad, mientras que las personas con depresión existe una gran variabilidad (hay días que juega siguiendo las reglas y otros que no)

8. AFECTO
Las personas con depresión les cuesta reaccionar positivamente ante los afectos (no pueden aceptar muestras de cariño), no suelen sentir placer por la vida, y no suelen tener ganas de realizar actividades, mientras que una persona con enfermedad tipo Alzheimer puede llevar una vida placentera y estar satisfecho tanto con el mismo como con las personas que le rodean

9. HABILIDADES SOCIALES
En las personas con depresión desde el inicio hay una pérdida de estas habilidades (no quieren salir de casa, no llaman a sus amigos, no quiere que nadie les visite, etc.) mientras que las personas con Alzheimer lo que se produce es que cuando salen suelen tener conductas extrañas que poco a poco hacen que se deteriore sus relaciones personales

10. PRUEBAS NEUROLÓGICAS
En las personas con enfermedad tipo Alzheimer suelen tener anormalidades en pruebas tales como, Tomografía Axial Computerizada (TAC) y el electroencefalograma (EEG)

martes, 28 de mayo de 2013

Como Hablar de Sexualidad con los Hijos

Antes de recabar información sobre la sexualidad es necesario realizar una reflexión sobre cuáles son nuestras actitudes sobre el sexo y la sexualidad. Como nuestro entorno, nuestra educación y nuestra cultura han conformado el modo de ver y vivir la sexualidad, hemos de preguntarnos si estamos de acuerdo con ello y en qué creemos realmente. En la manera de vivir la sexualidad no hay normas. Cada persona es libre de sentirse satisfecha con aquello que siente y gusta. No existe una buena sexualidad y una mala sexualidad en términos doctrinales. La única condición para poder juzgarla es la libertad desde la que se ejerce. A partir de ahí, si encontramos una significativa disonancia entre cómo vivimos nuestra sexualidad y cómo nos gustaría vivirla, habremos de pensar que hay que promover cambios profundos.
La educación sexual es un proceso que dura toda la vida. En función de la etapa de desarrollo existen distintos grados de interés. La educación sexual en la familia no se limita a explicar cómo vienen los niños. Debe mostrar cómo adquirir información, formar actitudes y valores sobre la identidad, las relaciones, la intimidad. Incluye el desarrollo sexual, la salud reproductiva, las relaciones interpersonales, el afecto, la intimidad, la imagen corporal y el género. La educación sexual concierne a las dimensiones biológicas, psicológicas y socio-culturales.

Cuando padres y madres quieren hablar con sus hijos e hijas sobre el sexo y la sexualidad, en la mayoría de las ocasiones surge la angustia sobre qué decir y cómo decirlo. La inseguridad está presente desde el comienzo. No se sabe cómo ni cuándo tocar el tema, y se evidencian dudas sobre los propios conocimientos y la veracidad de los mismos, sobre cuánta información ofrecer, qué datos son necesarios o cuáles innecesarios. A esto se suma la percepción de que los hijos propios no se hacen nunca suficientemente mayores, con lo que es difícil saber a qué edad hay que hablar de sexo.

Es bueno partir admitiendo que las principales causas del miedo y la resistencia a hablar de sexo con los hijos e hijas son los temores personales. El padre y la madre se encuentran en una situación en la que perciben la propia desinformación, dudan incluso sobre qué es en realidad la educación sexual y para qué sirve, se enfrentan a ideas erróneas e incluso falsas y a la influencia de los medios de comunicación, que conduce muchas veces a tener una imagen distorsionada de la relación paterno filial. Además, transmitir información sobre el sexo es exponer el sistema de valores. Por eso es tan importante conocerse previamente uno mismo y si es necesario, realizar un ejercicio de autoformación.

Tomar la iniciativa

Es pertinente que los adultos tomen la iniciativa. Si el menor no ha formulado pregunta alguna sobre la sexualidad, hay que aprovechar cualquier oportunidad que surja. No se trata de mantener una conversación artificial, pero sí de estar atento a la necesidad de sacar a colación el tema, porque aunque no sea a través de sus progenitores, el niño o la niña van a estar en contacto con la sexualidad y conviene no negarlo. El niño puede comenzar a preguntar y a exponer comentarios que sin duda habrá oído. Luego sólo queda permitir que la conversación siga su curso e incluso procurar que no decaiga el interés y gracias a que se han pensado con anterioridad los mensajes que se quieren transmitir, aprovechar para hacerlo.

Explicar la verdad sobre "la cigüeña"

Si bien a nuestros hijos e hijas se les ha de explicar las circunstancias biológicas relacionadas con el sexo, también deben comprender que las relaciones sexuales implican cariño, atención y responsabilidad. Al tiempo que se explica la cópula, es necesario comentar los aspectos emocionales de una relación sexual. De esta forma se dota de una herramienta emocional que ayudará a tomar decisiones y resistir la presión de entender el sexo como algo oculto, frívolo o maligno. Cuando el niño o la niña se hayan familiarizado con el concepto de la relación sexual como un acto que procrea y también como una demostración de amor, será el momento de incluir mensajes relacionados con las responsabilidades y las consecuencias de la actividad sexual. Por ejemplo, las conversaciones con niños de 11 y 12 años de edad deben incluir reflexiones sobre la libertad a la hora de elegir una pareja con la que vivir una relación sexual, la importancia de que esa relación sea consentida y de que se llegue a ella con alegría y con seguridad. También es el momento de hablar de embarazos no deseados y de la posibilidad de usar métodos anticonceptivos. Estas conversaciones se deben repetir a lo largo del tiempo. No nos podemos conformar con dar una sola lección teórica. El mensaje es complejo, la formación va cambiando conforme pasan los meses y la capacidad de entender lo que se transmite se amplía. Las dudas van surgiendo y conforme surgen conviene solventarlas.

“Al niño o la niña, no sólo hay que explicarles la etapa que están viviendo, también hay que anticiparse al futuro inmediato y anunciarles los cambios”

Anticiparse a las etapas del desarrollo

Los niños y niñas pueden asustarse y confundirse con los cambios repentinos que experimentan sus cuerpos cuando llegan a la pubertad. Para poner fin a sus inquietudes, hay que explicar y conversar no sólo sobre la etapa de desarrollo en la que estén, sino sobre las siguientes. Entre los 8 a 10 años de edad tienen la madurez suficiente para comenzar a escuchar conversaciones sobre la menstruación, tal vez de forma más precisa en las niñas porque les interesará más debido a que ellas serán protagonistas de ese cambio. Igual sucede con los cambios que experimentarán sus cuerpos en el futuro, como el hecho de que al niño le saldrá barba y a él le interesa saber por qué pasará eso.

Dar a conocer los propios valores

Tenemos la responsabilidad de dar a conocer a nuestros hijos nuestros propios valores sobre el sexo. Incluso si ellos no los adoptan cuando crezcan, por lo menos los conocerán y les servirán de referencia a medida que luchan por establecer su propio sistema de comportamiento.

Hablar con los hijos e hijas del sexo opuesto

Algunos padres se sienten incómodos cuando hablan de sexo con sus hijas, e igual sucede a las madres con sus hijos. Aunque es comprensible, no puede servir de excusa para eludir la conversación.

Dialogar sin angustia

No hay que preocuparse si no se conocen todas las respuestas a las preguntas de los hijos. Lo que se sabe es mucho menos importante que la manera en la que se responde. El hijo sabrá que no hay temas de conversación prohibidos en su hogar.

Proporcionar información precisa y adecuada según la edad de los hijos e hijas

Los mensajes dirigidos a los hijos e hijas deben adecuarse a la edad y a su personal desarrollo. Se tiene que tener en cuenta su grado de comprensión, su madurez intelectual y las inquietudes concretas que exprese, que son diferentes en cada cual.

Conclusión

1.- La educación sexual debe ser parte del proceso familiar, educativo y social de preparación para la vida. - El ejemplo de nuestras actitudes tiene mucho más peso que nuestras palabras.

2.- En la medida de lo posible, no conviene contradecir lo que se dice en casa con lo que se afirma en el colegio. Los criterios han de ser comunes tanto en los contenidos como en el modo de darlos. Y si no lo son, hay que explicarles que algunas personas piensan de una forma y otras tienen una opinión distinta.

3.- Los padres, madres y educadores han de adquirir suficiente conocimiento sobre la sexualidad para trasmitir ideas claras y precisas.

4.- Hemos de repasar nuestras actitudes y comportamientos sexuales, para evitar posibles conflictos entre lo que decimos y lo que hacemos.

5.- Nunca es demasiado tarde para aprender a disfrutar y a vivir la sexualidad. Muchas veces, la obligación de tener que educar sobre ella sirve para solventar dudas y ampliar conocimiento.

6.- Se requiere tiempo y paciencia para responder a las preguntas relativas al sexo.

7.- Hay que enseñar que toda conducta (sexual o no) que tenga que ver con los genitales ha de desarrollarse en la intimidad. No hay que impedir que la realicen, pero hemos de indicarles los lugares apropiados.

8.- Es importante que les enseñemos a conocer y apreciar su cuerpo y les ayudemos a satisfacer la curiosidad que les producen los cambios en su cuerpo y el de los demás.

9.- Si así se quiere, se pueden utilizar materiales de apoyo (películas, dibujos, láminas) o el propio cuerpo para explicar. No toda la información ha de ser verbal.

10.- Se debe adecuar la información al nivel madurativo del niño o niña, a su ritmo de aprendizaje y a las necesidades que se proyecten.

11.- Es beneficioso fomentar hábitos higiénicos, de autonomía y de responsabilidad en la vivencia de la sexualidad.

domingo, 19 de mayo de 2013

Miedo al Médico

La Yatrofobia o el miedo irracional de ir al médico es una fobia que puede tener repercusiones graves en el estado de salud del afectado. También conocida como Latrofobia o Iatrofofia Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a los médicos. Tiene su origen en innumerables temores, que van desde el miedo al diagnóstico, a una cirugía o a una inyección, como a una experiencia traumática en una sala médica, bien propia o por la de una ser allegado...hay otra termino para describir el miedo a los hospitales se llama la Nosocomefobia.
Tener miedo a ir al médico de forma injustificada o irracional es una de las denominadas fobias sociales. El afectado siente una ansiedad fuerte e irracional de algo que representa poco o ningún peligro real. Este temor no solo se limita a esta figura profesional y a su bata blanca, sino a todo el ambiente que le rodea, como entrar en un hospital, el olor característico de los centros sanitarios o, incluso, ver agujas o tecnología sanitaria.

Del objeto fóbico a la ansiedad

El miedo de acudir al médico o Yatrofobia es un miedo patológico, persistente, anormal, irracional e injustificado que forma parte del grupo de las fobias sociales. Sigue el esquema clásico, según el cual el miedo irracional se despierta ante un estímulo concreto, denominado objeto fóbico, y que puede ser muy variado (el médico o las agujas). Después, la persona afectada experimenta ansiedad y en casos extremos, ataques de pánico.

En el caso de la yatrofobia, el objeto fóbico es la figura del médico. La persona afectada sufre de ansiedad ante todo lo relacionado con este profesional, al acercarse el día y hora de la cita médica o al aproximarse al espacio físico donde tendrá lugar la visita.

Este trastorno se desarrolla por dos motivos. En ocasiones, se origina tras una experiencia negativa previa, en la infancia o al acudir a una consulta médica. Otras veces se sufre tras un proceso de angustia generalizado que la persona experimenta desde hace tiempo sin ser consciente de ello, ni de haber padecido una experiencia traumática anterior que la haya provocado. Ni siquiera al rastrear en su historial clínico para intentar la identificación de un antecedente es capaz de encontrar una causa.

¿Quién teme ir al médico?

Aunque el desarrollo de las fobias es más usual en la infancia y en los primeros años de juventud, también hay adultos que las pueden sufrir. No hay un perfil inmune a padecer una fobia. Depende más de las situaciones que se viven, y del ambiente, que de la personalidad. También hay quienes son más resistentes y toleran mejor la ansiedad, mientras que otras personas que son más vulnerables no son capaces de ponerle freno y sufren un proceso de inquietud generalizada.

Los pequeños suelen tener miedo a las agujas (aicmofobia) pero, a veces, ese temor se ha contagiado por la cara que ponen los padres ante la situación, que actúan como espejos, de manera que los pequeños absorben sus emociones. Los padres que sienten nerviosismo contagian a sus hijos. Por eso, es importante tranquilizar a los niños e intentar que no les acompañen los adultos impresionables.

Fobia al ambiente sanitario y de hospital, también toda relación con un objeto fóbico genera malestar en forma de ansiedad y se puede propagar a todo lo relacionado con él, en este caso al médico, y al ambiente que le rodea, es decir, al ámbito sanitario. Así, los afectados pueden sentir sudoración, ansiedad e, incluso, pánico, al ver un ambiente sanitario, enfermeras, batas blancas y al notar el olor característico de los hospitales, antes incluso de ver al médico.

A pesar de que todo procedimiento o prueba diagnóstica genera cierto grado de desasosiego y la mayoría de las personas se asustan ante la posibilidad de padecer una enfermedad grave, hay que calcular los beneficios de ir al médico, frente a los costes de no hacerlo por angustia. Aunque es cierto que las pruebas diagnósticas generan preocupación, no realizarse, por ejemplo, una citología puede provocar un problema mayor. Las consecuencias patológicas de llegar a un diagnóstico tardío pueden ser fatales y mortales. Por eso, los afectados por esta fobia deben comprender que es disfuncional y contraproducente porque les hace asumir conductas de riesgo en contra de sí mismos.

Cómo curar la fobia al médico

En la actualidad hay varias terapias en este caso menciono 2 terapias cognitivo-conductuales que utilizamos los psicólogos para combatir el miedo irracional: la directa, de inserción o inundación y la técnica de exposición gradual. También puede aplicarse la psicoterapia breve, intensiva y de urgencia.

La primera es más drástica y consiste en exponer al afectado al causante de su fobia y ansiedad, como pueden ser las arañas o subir a un avión, para que esta se diluya. En cambio, la técnica de exposición gradual elimina este temor mediante un acercamiento progresivo al objeto fóbico. Para ello, se pide al paciente que imagine que se aproxima al estímulo, se le enseña a relajarse y a disminuir su nivel de ansiedad de manera progresiva, hasta que el estímulo fóbico pierde fuerza y desaparece el miedo irracional. Pero, a menudo, no solo hay que tratar la fobia, ya que esta es la punta del iceberg, la manifestación de otro problema, que es la ansiedad generalizada. Cuando se resuelve la fobia, que es el síntoma, muchas personas hacen una vida normal, porque se les ha eliminado el malestar que sentían. Sin embargo, al cabo de unos meses, vuelven con otra situación que les genera incomodidad. Por ello, si hay un temor irracional relacionado con una experiencia previa que ha provocado un condicionamiento en la infancia y surge en la vida adulta, sin que se haya buscado solución durante décadas, hay que tratarla y disociarla, para que el afectado no viva con una conducta disfuncional.

domingo, 12 de mayo de 2013

Mobbing: Acoso Laboral o Moral en el Trabajo


El acoso laboral o acoso moral en el trabajo, conocido frecuentemente a través del término inglés mobbing (asediar, acosar, acorralar en grupo), es tanto "la acción de un hostigador u hostigadores conducente a producir miedo, terror, desprecio o desánimo en el trabajador afectado hacia su trabajo, como el efecto o la enfermedad que produce en el trabajador".
 Los hostigadores, ya sean jefes o compañeros, emplean diversas tácticas para aniquilar a la persona. Por ejemplo, les mandan trabajos que deben entregar en un plazo de tiempo imposible de cumplir, les asignan tareas de menor cualificación profesional que la que les corresponde, les insultan y gritan delante de terceros, ignoran su presencia aunque estén enfrente, manipulan a los demás con datos falsos, les ponen trampas, les evalúan de forma negativa... El listado es inacabable.

“El agresor logra que la víctima no advierta lo que le hacen, hasta dejarla debilitada y con pocas posibilidades de defensa”.

"El acosador actúa por celos profesionales. La víctima se ha vuelto amenazante por su comportamiento laboral extraordinario o porque conoce irregularidades, por ello procura la destrucción psicológica del trabajador",  explica Piñuel psicólogo y escritor de libros como "Mobbing, manual de autoayuda" o "Cómo sobrevivir al acoso psicológico en el trabajo" Es habitual que las personas acosadas sean brillantes en su trabajo y también que los atacantes no tengan ningún trastorno ni enfermedad. Además, el apoyo de los compañeros es nulo en estos casos o son inconscientemente partícipes en el Psico terror. Cinco de cada seis personas que sufren acoso laboral son abandonados por sus colaboradores y la organización no hace nada por evitar los ataques.

"Quien acosa busca el perjuicio de la víctima para que falle, dude, trabaje mal o cometa errores. Entonces, las personas comienzan a ser sombras de lo que fueron. En ese momento, el efecto del acoso es presentado por el hostigador como el hecho que confirma todo lo que afirmaba sobre esa persona", las mujeres tardan más meses en percatarse de que están siendo víctimas de acoso.

En el maltrato psicológico se produce un cambio en la personalidad y manera de entender la vida de los afectados, porque observan que su esfuerzo para progresar en el trabajo no sirve, lo que provoca desilusión, desencanto, la pérdida de la capacidad de superación y una crisis psicológica profunda. El acoso sigue un curso crónico: primero provoca incapacidad psicológica, con cuadros depresivos, después cambios de carácter.

La persona se vuelve hostil y desconfiada, lo que en lenguaje popular se llamaría amargada.

Las víctimas de acoso tienen un menor desempeño laboral más que las personas que no lo han sufrido. Incluso se dan casos en los que el afectado enferma físicamente y contrae cardiopatías, infartos o fibromialgias debido a los momentos de extrema tensión que vive. "Es una situación de imposibles: deben trabajar para ganarse la vida pero cuando lo hacen, les machacan y les hacen vivir como en un campo de concentración", (Piñuel).

Según el profesor Iñaki Piñuel y Zabala son estrategias habituales en el acoso laboral las siguientes:
  • Gritar, avasallar o insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.
  • Asignarle objetivos o proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, y tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
  • Sobrecargar selectivamente a la víctima con mucho trabajo.
  • Amenazar de manera continuada a la víctima o coaccionarla.
  • Quitarle áreas de responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias, sin interés o incluso ningún trabajo que realizar ("hasta que se aburra y se vaya").
  • Modificar sin decir nada al trabajador las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo.
  • Tratarle de una manera diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar su caso de forma diferente).
  • Ignorarle ("hacerle el vacío") o excluirlo, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su no existencia ("ninguneándolo") o su no presencia física en la oficina, o en las reuniones a las que asiste ("como si fuese invisible").
  • Retener información crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
  • Difamar a la víctima, extendiendo por la empresa u organización rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban su reputación, su imagen o su profesionalidad.
  • Infravalorar o no valorar en absoluto el esfuerzo realizado por la víctima, negándose a evaluar periódicamente su trabajo.
  • Bloquear el desarrollo o la carrera profesional, limitando retrasando o entorpeciendo el acceso a promociones, cursos o seminarios de capacitación.
  • Ignorar los éxitos profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos ajenos a él, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
  • Criticar continuamente su trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
  • Monitorizar o controlar malintencionadamente su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de algo.
  • Castigar duramente o impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y atribuciones.
  • Bloquear administrativamente a la persona, no dándole traslado, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos o resoluciones que le afectan.
  • Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiándolo.
  • Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo, su teléfono, revisando sus documentos, armarios, cajones, etc.
  • Robar, destruir o sustraer elementos clave para su trabajo.
  • Atacar sus convicciones personales, ideología o religión.
  • Animar a otros compañeros/jefes a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión, la coacción o el abuso de autoridad.
Profesiones más afectadas

Son profesionales más frecuentemente afectados: los funcionarios y el personal laboral contratado de las administraciones públicas (central, regional o local), los profesores investigadores de las universidades públicas y privadas, los trabajadores de la enseñanza primaria, media o universitaria, informáticos, auditores, los trabajadores de la salud, cuidadores de guarderías y escuelas infantiles, personal de hostelería y turismo, personal de bancos e instituciones financieras, así como los miembros de organizaciones denominadas ideológicas (instituciones y organizaciones caritativas o religiosas, partidos políticos, sindicatos). En general, todo el sector de los servicios resulta afectado en mayor proporción.

Conclusión

El Mobbing, o acoso moral no sexual, es una práctica normal y habitual en muchos lugares de trabajo. Es un fenómeno considerado una enfermedad producto del trabajo, pero a pesar de eso aún no hay leyes reglamentadas en nuestro país.

Se recomienda tomar conciencia de la situación, como el primer paso para resolverla. Cuidar la salud. Buscar aliados, entre personas que han sufrido o sufren mobbing y acudiendo a profesionales que lo ayuden a enfocar el problema en sus aspectos jurídico y psicológico.