miércoles, 20 de abril de 2016

Destruyendo Mitos: Diagnosticos y Psicofarmacos

Para colegas y profesionales de la salud mental, "Algo que sabemos pero no tenemos tiempo para pensarlo en hora de consulta y al prescribir un medicamento". Les comparto un reportaje hecho por Infocop tal y como se publicó:

DESTRUYENDO LOS MITOS SOBRE LOS DIAGNÓSTICOS Y LOS PSICOFÁRMACOS EN SALUD MENTAL

La publicación The New York Review of Books especializada en la revisión de libros y obras recientes, ha editado una interesante y aguda reflexión sobre la imparable creación de categorías diagnósticas de trastornos mentales y el aumento del consumo de psicofármacos a escala mundial.

Marcia Angell, autora de los artículos titulados The Epidemic of Mental Illness: Why? (La epidemia de la enfermedad mental: ¿por qué?) y The Illusions of Psychiatry (Los engaños de la psiquiatría), reflexiona sobre la validez de la teoría que reduce la explicación de los trastornos mentales a simples desequilibrios bioquímicos y sobre los intereses de la industria farmacéutica en perpetuar este modelo y en ampliar las categorías diagnósticas de enfermedad mental, basando su análisis en las conclusiones y datos aportados por tres diferentes investigadores de nuestro tiempo:

1.- Irving Kirsch, psicólogo y prestigioso investigador de la Universidad de Hull en el Reino Unido, así como autor del libro The Emperor’s New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth (Los fármacos nuevos del emperador: destruyendo del mito de los antidepresivos).

2.- Robert Whitaker, periodista de investigación experto en el área de la medicina y la ciencia y autor del libro Anatomy of an Epidemic: Magic Bullets, Psychiatric Drugs, and the Astonishing Rise of Mental Illness in America (Anatomía de una epidemia: panaceas, psicofármacos y el impactante ascenso de la enfermedad mental en EE.UU).

3.- Daniel Carlat, psiquiatra de la ciudad de Boston, autor de un blog y colaborador ocasional en un periódico digital, que ha lanzado al mercado otro polémico libro titulado Unhinged: The Trouble with Psychiatry—A Doctor’s Revelations About a Profession in Crisis (Los trastornados: El problema con la psiquiatría- las revelaciones de un médico relacionadas con una profesión en crisis).

En su artículo, Marcia Angell da cuenta del incremento exponencial de diagnósticos de enfermedad mental en EE.UU. desde finales de los 80, coincidiendo con la aparición en el mercado del Prozac. Durante el periodo comprendido entre 1987 y 2007, el número de estadounidenses que percibió prestación social por incapacidad asociada a un trastorno mental aumentó más del doble y en el caso de los niños, los trastornos mentales aumentaron 35 veces más durante ese mismo periodo de tiempo, convirtiéndose en la primera causa de discapacidad infantil, por encima de la parálisis cerebral o el Síndrome de Down. Desde la aparición de los primeros antidepresivos en el mercado, el número de personas que recibió tratamiento para la depresión se triplicó en tan sólo 10 años, alcanzándose cifras astronómicas en la actualidad, donde 1 de cada 10 estadounidenses mayores de seis años toma antidepresivos. Respecto al aumento del consumo de fármacos para tratar la psicosis, las cifras son aún más alarmantes: la nueva generación de antipsicóticos -Risperdal, Zyprexa (olanzapina) o Seroquel (quetiapina)- se han convertido en líderes de venta, por encima de cualquier otro fármaco para tratar dolencias físicas, incluso los medicamentos destinados a disminuir el colesterol.

Teniendo en cuenta que, según el modelo en el que se fundamenta la terapia farmacológica actual de la enfermedad mental, los trastornos vienen determinados biológicamente y no son resultado de influencias ambientales, con un agudo sentido crítico, la periodista Marcia Angell se pregunta: Estas cifras, ¿se corresponden a un aumento real de la prevalencia de trastornos mentales? (...) Según Angell, si los psicofármacos realmente funcionan, "lo esperable sería observar una reducción de estos problemas, no su aumento exponencial".

La autora, tras revisar los libros publicados de Irving Kirsch, Robert Whitaker y Daniel Carlat, señala que estos investigadores, si bien proceden de ámbitos dispares (psicología, periodismo de investigación y psiquiatría), comparten gran parte de sus conclusiones y documentan su argumentación en datos objetivos y estudios científicos.

Tal y como destaca la periodista del New York Review of Books, los tres autores coinciden en alertar acerca del preocupante hecho de que las compañías farmacéuticas hayan empezado a determinar qué es lo que se puede considerar enfermedad mental y cómo debe ser diagnosticada y tratada, y todos ellos advierten de la puesta en marcha de medidas abusivas y agresivas de venta de psicofármacos, legales e ilegales, y que muchos profesionales llegan a calificar de "sobornos".

Además, señala Marcia Angell, todos ellos cuestionan la teoría de que la enfermedad mental está causada por un desequilibrio químico cerebral, que los fármacos pueden corregir. Tal y como recogen los autores en sus respectivas obras, después de décadas de investigación, los resultados científicos evidencian que la teoría del desequilibrio químico para explicar las enfermedades mentales no se sostiene. Es más, según establece Whitaker, en base a los resultados de técnicas de neuroimagen en pacientes con trastorno mental en tratamiento farmacológico: "Antes del inicio del tratamiento farmacológico, los pacientes diagnosticados de esquizofrenia, depresión o cualquier otro trastorno psiquiátrico no presentan estos famosos desequilibrios químicos. Sin embargo, una vez que una persona inicia el tratamiento farmacológico, que de una manera u otra abre una llave en la mecánica habitual de la transmisión neuronal, su cerebro empieza a funcionar de manera anormal". Por su parte, Daniel Carlat hace referencia a la teoría del desequilibrio químico como un mito (que califica de conveniente ya que destigmatiza la enfermedad mental) y Kirsch, tras realizar una interesante línea de investigación centrada en la depresión, concluye que "parece fuera de toda duda que la explicación tradicional de la depresión como un desequilibrio químico en el cerebro es sencillamente errónea".

No es la primera vez que se pone en duda el modelo farmacológico que impera en nuestros días para tratar los trastornos mentales, ni que se advierte sobre el peligro de que la industria farmacéutica haya comenzado a adquirir demasiado poder e influencia en la forma de determinar qué es lo que puede considerarse enfermedad mental y cómo tratarla. En esta línea, el Premio Nobel de Química de 2009, Thomas Steitz, denunció a los medios de comunicación que los laboratorios farmacéuticos "prefieren centrar el negocio en medicamentos que sea necesario tomar durante toda la vida". Este prestigioso investigador advirtió, en una rueda de prensa celebrada en nuestro país el pasado mes de agosto de 2011, que las compañías farmacéuticas (que son las que subvencionan gran parte de las investigaciones) eran las primeras interesadas en cronificar la enfermedad, mostrándose tajante en sus declaraciones: "Puedo sonar cínico, pero las farmacéuticas no quieren que la gente se cure".

Durante los dos últimos años, las voces de científicos, investigadores, médicos e incluso cineastas sobre este fenómeno han ido sumándose. Junto a las obras de los autores mencionados y las declaraciones del Premio Nobel de Química 2009, cabe destacar también el documental Orgasm Inc., de la reconocida directora estadounidense Liz Canner, estrenado en 2011, donde se exploran los intereses de la industria farmacéutica para la creación de un nuevo trastorno: la disfunción sexual femenina. Liz Canner realizó un seguimiento e investigación de los pasos de diferentes compañías famacéuticas en su camino por lograr ser las primeras en lanzar al mercado un producto que prometía solucionar el problema de la disfución sexual en las mujeres, y que fuese aprobado por la agencia encargada de la regulación de medicamentos en EE.UU. (U.S. Food and Drug Administration, FDA).

La creadora de este documental recogió interesantes testimonios de representantes de las compañías farmacéuticas, mujeres sometidas a estas pruebas, médicos, ginecólogos y psicólogos, aportando una amplia y esclarecedora visión del tema.

Dado el protagonismo que están alcanzando estas voces, que alertan de la necesidad de un giro en la atención que se presta en salud mental y que ponen en duda la validez del modelo de atención basado en la administración de fármacos, Infocop dedicará los próximos días al análisis de los planteamientos de estos investigadores, a través de los siguientes artículos:
  • Irving Kirsch y la caída del mito de los antidepresivos
  • Robert Whitaker y los efectos nocivos de los psicofármacos
  • Daniel Carlat y la alianza entre la psiquiatría y la industria farmacéutica
Irving Kirsch, devoto del método científico en investigación, plantea la duda de si los antidepresivos realmente funcionan y pone a prueba su eficacia a través de un interesante proyecto de investigación, cuyas revolucionarias conclusiones suponen un cambio radical en la interpretación que se venía haciendo hasta la fecha de los resultados de los ensayos clínicos en depresión. Robert Whitaker se centra en los efectos de los fármacos psicoactivos en el organismo y se pregunta, con gran sentido crítico, si éstos mejoran o, por el contrario, resultan perjudiciales para la salud, recopilando datos de investigaciones y otros testimonios. Por su parte, el psiquiatra Daniel Carlat habla sin tapujos sobre la alianza de la psiquiatría con la industria farmacéutica y su manipulación sobre lo que debe considerarse o no enfermedad mental.



miércoles, 13 de abril de 2016

Evaluación de la Credibilidad de las Declaraciones de Menores Víctimas de Delitos Contra la Libertad Sexual

Comparto este artículo de Ma. Luisa Alonso Quecuty. En Papeles del psicólogo, ISSN 0214-7823, Nº. 73, 1999.

Este artículo ha estado dirigido al doble objetivo de la descripción de algunos procedimientos de análisis de contenido para la evaluación de la credibilidad de niños víctimas de delitos contra la libertad sexual, así como la discusión de la figura del psicólogo forense experimental de reciente creación en España. En primer lugar se discuten algunos problemas relacionados con las técnicas de entrevista a emplear en la exploración de los niños testigos. Por último se discute la necesidad de cualificación experta en este campo de la intervención psicológica.
En los últimos años el número de denuncias por delitos contra la libertad sexual de menores se ha incrementado de forma alarmante. No obstante, al contrario de lo que ha sucedido con otras situaciones en las que se ha producido una demanda urgente de psicólogos (ej: catástrofes naturales, accidentes de aviación, guerras...), no se ha planteado la formación de profesionales que puedan intervenir eficazmente en ayuda de los menores víctimas de este tipo de delitos. Si bien es cierto que algunas delegaciones del Colegio Oficial de Psicólogos ha mostrado su preocupación por la problemática de la evaluación de la credibilidad de los niños, en la mayoría de las ocasiones, el psicólogo al que se le solicita una pericial de credibilidad se ve, como si de un nuevo Gary Cooper se tratara: sólo ante el peligro.

Cuando revisamos la literatura que existe sobre el tema en castellano, nos encontramos con una propuesta de evaluación de la credibilidad desde la Psicología Clínica focalizada en los síntomas que, de haber sido víctima de uno de estos delitos, presentaría el menor (ver: Pérez Conchillo y Borrás, 1996). No es mi intención en este artículo realizar un análisis exhaustivo de las ventajas e inconvenientes de la evaluación de la credibilidad del menor a partir de la presencia/ausencia de síntomas de abuso; no obstante, sí me gustaría comentar algunos de los problemas que con mayor frecuencia me he encontrado en los años que llevo trabajando en este tema. En primer lugar, tenemos el problema de la existencia de múltiples listados de síntomas que es de esperar, cursen asociados a episodios de abusos sexuales. Si bien algunos de estos listados son fruto de una rigurosa investigación de menores que han sido realmente víctimas de este tipo de delitos (ver: Sauzier, Saltz y Clahoun , 1990), no es menos cierto que otros de esos listados reflejan una casuística que en ocasiones parece más fruto de la fantasía de sus autores, que de un tratamiento serio del tema. Así, nos encontramos con psicólogos que listan entre los síntomas de abuso sexual en menores de edad pre-escolar los siguientes: trastornos de sueño, enuresis, pataletas, rabietas, dificultad de concentración, rechazan bañarse, o conducta sexualizada. De ser así, la práctica totalidad de los niños menores de cinco años sería considerada como víctima de una agresión sexual.

En segundo lugar, están las evaluaciones de "fiabilidad del menor" que se focalizan en la personalidad del menor: su simpatía, su extroversión o su sinceridad. El problema del análisis subjetivo del menor llega a su extremo más peligroso cuando la evaluación de la credibilidad del menor se realiza desde su "honestidad probada". Mal está que los letrados de la defensa, en su afán por realizar su trabajo con éxito, lo utilicen, pero no debería ser el argumento central de un informe sobre la credibilidad de un menor, no importa si la conclusión del informe lo favorece o lo perjudica. Recordemos que hasta en el célebre cuento de "Pedro y el Lobo", no importa lo mentiroso que fuera Pedro, al final el lobo había venido y se estaba comiendo a la ovejas (Alonso-Quecuty, 1998).

Por último, está el problema del momento en el que se detectan los síntomas. Aún con un listado de síntomas válido y fiable, con excesiva frecuencia los síntomas se detectan durante el proceso que sigue a la denuncia de un presunto abuso. La pregunta aquí es: ¿Qué ha causado la alteración en el menor? ¿Un episodio de abuso sexual o el estrés derivado del procedimiento judicial en el que se ha vista involucrado tras denunciarlo?. Ningún psicólogo podría honestamente responder a esta pregunta con un cien por cien de certeza. Más aún, ese psicólogo al que se le pide que evalúe la credibilidad del menor si no es el último en entrar en el procedimiento, al menos no es el primero en hacerlo. No es infrecuente que el psicólogo evalúe la presencia de estos síntomas de abuso varios años después de sucedida la agresión. Otras veces, como he tenido ocasión de presenciar, el psicólogo evalúa la existencia de estos síntomas tras una entrevista mantenida con el menor durante la celebración del juicio oral, inmediatamente después de que el menor prestara declaración ante el juez o el tribunal que juzga el caso. ¿Qué estaríamos evaluando en ese momento? ¿El trauma producido por el abuso, o la nueva victimización de que ha sido objeto el menor al declarar? (Alonso-Quecuty, 1994).

Dejando a un lado aquellas situaciones más extremas como algunas de las que aquí he comentado, no deberíamos olvidar que sólo ha habido un niño del que con sólo observar su comportamiento, podíamos decir si mentía o no: Pinocho (Kassin y Wrightsman, 1988, citados en Alonso-Quecuty, 1991).

¿Cuál es la alternativa a la evaluación de la credibilidad centrada en la figura del menor?: la evaluación de la realidad de los hechos que denuncia, el análisis de su declaración sobre la presunta agresión sexual.

La obtención de declaraciones de los menores víctimas

La demanda de periciales de credibilidad de menores víctimas de delitos contra la libertad sexual, ha llevado a los psicólogos interesados en el campo de la Psicología del Testimonio a recabar información sobre los distintos procedimientos de análisis del contenido de las declaraciones existentes. La búsqueda de un listado de criterios que permitan realizar el análisis de la credibilidad ha pasado por alto algo que es aún más importante que ese listado: dominar los procedimientos de entrevistas a menores presuntamente víctimas de estos delitos. Sólo siguiendo un procedimiento correcto podemos estar seguros de que la información que nos ha proporcionado el menor es válida. De ahí la importancia de una buena entrevista: sin ella, de nada nos vale disponer de los más rigurosos criterios de credibilidad y sólo con ella tendremos un material al que aplicarlos con fiabilidad.

La tarea del psicólogo comienza con la preparación de la entrevista. Para ello, se debe estudiar cuidadosamente todas y cada una de las páginas del sumario del caso. Esta es una de las diferencias más importantes existentes entre la entrevista en una pericia de credibilidad y las clásicas entrevistas utilizadas en casos de niños víctimas de este tipo de delitos, en las que el psicólogo garantiza su objetividad enfrentándose a la entrevista sin haber recibido ningún tipo de información sobre el caso. En los peritajes de credibilidad, esta objetividad conlleva un considerable riesgo de pérdida de información. La entrevista forense maximiza la importancia de disponer de toda la información útil que es posible obtener del niño evitando posibles sesgos en las preguntas. Sólo una vez analizadas todas las declaraciones formuladas por el niño y los restantes testigos, incluyendo la del presunto agresor, estamos en condiciones de entrevistarnos con el menor.

La limitación de espacio no permite un análisis extenso de los procedimientos a seguir en el desarrollo de esta entrevista, no obstante, considero que merece la pena dejar constancia aquí de algunas de las precauciones que habría que considerar a la hora de realizarlas.

En primer lugar está la creación de un clima de simpatía y confianza, el objetivo es que el niño se sienta tan cómodo y relajado como sea posible. Durante esta primera fase hay que tomar una serie de precauciones que van desde explicar al niño el motivo de la entrevista y quiénes somos, hasta dejar claro que no se va a decidir sobre su credibilidad o su culpabilidad en el episodio que ha sido objeto de denuncia. Uno de los aspectos más importantes es proporcionar al niño las diversas opciones de que dispone para responder a nuestras preguntas durante la entrevista. Entre ellas se encuentran advertencias como: que existen muchas formas de responder a las preguntas, que lo mejor es decir siempre la verdad, si la sabe, o decirnos que no conoce la respuesta si no la sabe; advertirle de que si se le pregunta sobre algo que sí pasó o algo de lo que conoce la respuesta pero no quiere hablar de ello en ese momento, no debe decirnos que no sucedió o que no lo recuerda; aclarar que, es esos casos, le basta con decirnos que no tiene ganas de hablar de eso ahora, o que le asusta hablar de eso, o simplemente que no le gusta esa pregunta... etcétera (ver Bull, 1992). Sólo tras haber obtenido un clima de confianza y haber aclarado todas y cada una de los múltiples opciones de que dispone para responder a nuestras preguntas, estaremos en condiciones de comenzar a hablar con el menor sobre el episodio crítico.

Llegados a este punto, hay que detenerse un momento a considerar algo que va a ser vital para la evaluación de la credibilidad de la declaración del menor: necesitamos obtener un relato completo del episodio de principio a fin, sin interrupciones, ni preguntas por parte del entrevistador. Este es el pre-requisito que cualquiera de los distintos procedimientos de análisis de contenido de declaraciones exige para que la valoración posterior de los contenidos de la misma sea válida y fiable. Así, se hace imprescindible formular una pregunta abierta que permita al menor narrar el episodio sin interrupción alguna (e.g.: Cuéntame lo que ha pasado), pero incluso algo tan sencillo como esa instrucción requiere una atención especial en los niños más pequeños. A éstos es necesario advertirles que no se sabe nada de lo sucedido; así evitaremos el que el niño asuma que, habiéndoselo contado previamente a otros adultos (ej: su madre, el juez...) nosotros estamos informados de lo sucedido. De no hacerlo, el menor podría no realizar un relato tan extenso y detallado del episodio como para permitir la posterior evaluación de la credibilidad del mismo.

Una vez obtenida esa versión completa y detallada del episodio sin interrumpir al menor en ningún momento de su relato, podría ser necesario plantear al niño algunas preguntas específicas relacionadas con la narración del episodio que acaba de realizar, o con lo que ha declarado en ocasiones previas a su familia, policía, juez... En este momento se hace aún más importante el dominio de las estrategias de entrevista necesarias para no introducir sesgos involuntarios en su declaración. Entre la extensa lista de precauciones a considerar estarían: repetir las afirmaciones del niño como introducción a las preguntas, no interrumpirle en sus respuestas, evitar preguntas cerradas o, caso de ser imprescindibles, formularlas sin dar por hecho que existe una respuesta correcta a la pregunta (ej.: ¿Sabes si...?)

La situación de entrevista se complica aún más cuando el menor presenta problemas de comunicación, bien debido a la edad, porque presente algún déficit físico o psíquico que dificulte la comunicación, o porque no domine el español (ver Alonso-Quecuty, 1994b).

El análisis del contenido de las declaraciones de los menores víctimas

El análisis de la credibilidad de las declaraciones surge en los años 50 en Alemania (Undeutsch, 1957), si bien el primero en dar con las claves por las que se debería evaluar la credibilidad del testimonio es Arne Trankel quien define dos criterios sobre los que se debería basar la discriminación entre declaraciones verdaderas y falsas: el criterio de realidad (las declaraciones que tienen su origen en percepciones reales se caracterizan por contener un mayor número de detalles periféricos que las declaraciones falsas), y el criterio de secuencia (en una secuencia de declaraciones verdaderas son de esperar modificaciones en los aspectos periféricos: momento del día, duración del incidente..., del episodio sobre el que se declara.

Undeutsch, a partir de estos criterios de Trankel y de su experiencia en el campo de la evaluación de declaraciones de niños víctimas de abusos sexuales, desarrolla el primero de los distintos procedimientos de análisis de la credibilidad de que disponemos en la actualidad: el Análisis de la realidad de las declaraciones (SRA) (Undeutsch, 1967).

El punto de partida de este análisis es que las declaraciones basadas en hechos reales (autoexperienciados) son cualitativamente diferentes de las declaraciones que no se basan en la realidad y son mero producto de la fantasía. Los criterios de realidad reflejan los aspectos en los que difieren específicamente los testimonios reales de los falsos.

El procedimiento se basa en dos tipos de datos igualmente importantes. Los primeros se obtienen de la declaración del niño obtenida por el encargado de evaluar la credibilidad de su testimonio. Esta declaración debe ser lo suficientemente extensa como para permitir el análisis, pero -como señalaba en el apartado anterior de este artículo- debe realizarse de forma narrativa libre, sin preguntas ni interrupciones. El segundo bloque de datos se obtiene de las declaraciones previas realizadas por el menor ante las distintas instancias legales.

Undeutsch agrupa los criterios de análisis en dos grandes categorías según se refieran a la declaración considerada aisladamente, o a la secuencia de las declaraciones que el niño ha realizado en los diferentes momentos de la investigación. En cada caso, la presencia de un criterio en la declaración favorece su credibilidad (salvo en el caso de los criterios negativos) a la vez que su ausencia no la hace disminuir. En total, Undeutsch lista 16 criterios:  14 a buscar en la declaración que hemos obtenido del menor con las garantías ya comentadas y 2 que consideran esta declaración en relación con las previamente realizadas por el menor a lo largo del proceso.

Los criterios a considerar en la declaración se agrupan a su vez en tres grandes subcategorías: criterios fundamentales (ej: concreción), manifestaciones especiales de estos criterios (ej: detalles que exceden la capacidad del niño), y criterios negativos o de control (e.g.: falta de consistencia). Sólo éstos últimos afectarían negativamente con su presencia a la credibilidad de la declaración. Por su parte, los criterios a considerar en la declaración analizada en el contexto de las declaraciones previas se centran en el grado de falta de persistencia.

Además de la mera presencia/ausencia de cada uno de estos criterios, Undeutsch señala que la evaluación final de la declaración del niño debe considerar los siguientes factores: (La intensidad con que ha sido pronunciado cada uno de los criterios, el número de detalles que aparecen en la declaración, la capacidad de la persona que declara y las características del suceso). Una vez valorados estos factores, la declaración se evaluará como: creíble, probablemente creíble, indeterminada, probablemente increíble o increíble (ver Alonso-Quecuty, 1994b; Diges y Alonso-Quecuty, 1995).

El procedimiento originalmente diseñado por Undeutsch ha dado lugar a nuevos métodos semi-estructurados de análisis de la credibilidad de las declaraciones como el denominado: Criterios de contenido para el análisis de las declaraciones (CBCA) (Steller y Köhnken, 1990).

La CBCA añade tres criterios a los considerados por Undeutsch en la SRA y los reorganiza en cinco bloques en función de que sus contenidos hagan referencia a características generales del suceso (e.g.: estructura lógica), sean contenidos específicos (e.g.: complicaciones inesperadas), se refieran a peculiaridades de contenido (ej: asociaciones externas), sean contenidos relacionados con la motivación (ej: culpabilidad) o se refieran a elementos específicos de la ofensa.

Tras la consideración de estos 19 criterios, Steller y Köhnken (1990) recomiendan, como una fuente de información adicional, aplicar una check-list de validez de la declaración (SVA) que considera 11 nuevos factores agrupados en cuatro categorías según se refieran a características psicológicas del niño (e.g.: susceptibilidad a la sugestión), características de la entrevista (e.g.: adecuación general), la motivación del niño (ej: contexto donde se produce la primera declaración) o a cuestiones relacionadas con la investigación (ej: consistencia).

No es el objetivo de este artículo, realizar una exposición didáctica de estos procedimientos, pero llegados a este punto, vale la pena detenerse y aclarar que la evaluación de la credibilidad de la declaración del menor no termina con la detección de la presencia/ausencia de uno u otro listado de criterios (SVA, CBCA) en la declaración del niño, ni con la aplicación de una check-list de validez (SVA).

La traducción del procedimiento en un nuevo listado de "síntomas" de credibilidad, nada tiene que ver con su correcta aplicación, ya que -y ahí reside el dominio de la técnica- no todos los contenidos poseen el mismo peso a la hora de valorar la credibilidad. Más aún, el peso a otorgar a cada uno, no posee un valor estándar ya que depende de múltiples factores que van desde la edad del menor a la complejidad del episodio, tomando en consideración factores tan diversos como el paso del tiempo (Alonso-Quecuty, 1993) o el número de ocasiones en las que el menor se ha visto obligado a repetir su relato (Alonso-Quecuty y Hernández-Fernaud, 1997). Para todo ello, se hace imprescindible un conocimiento actualizado de los resultados de la investigación que se va desarrollando con estos procedimientos de análisis, tanto en el contexto del laboratorio, como en de los estudios de campo (ej.: Esplin, Boychuk y Raskin, 1988). Sólo tras considerar cuidadosamente todos y cada uno de los posibles factores implicados en cada caso, podremos realizar una valoración de la credibilidad fiable.

En la actualidad, algunos de los profesionales que están utilizando los análisis de contenido de las declaraciones (que en ocasiones ni siquiera poseen el título de psicólogos) han pervertido su uso transformándolo en una check-list de síntomas a partir del cual, gracias a un mero recuento llegan a una conclusión en cuanto a la credibilidad de la declaración del menor. Más aún, como he tenido ocasión de comprobar, estos criterios se llegan a aplicar a cualquier material disponible en el sumario (ej: cartas de familiares del menor) y, sin tan siquiera entrevistar al niño, se formulan conclusiones a favor o en contra de la credibilidad del menor.

El psicólogo experto en la evaluación de la credibilidad de las menores víctimas

Cuando desde la dirección de Papeles del Psicólogo se me invitó a participar en este A Fondo sobre informes psicológicos y peritajes, se me solicitó que comentara los problemas asociados con las periciales de credibilidad de menores víctimas de delitos sexuales. A lo largo del artículo he comentado muy brevemente algunos de ellos. No obstante, la evaluación de la credibilidad, como los poliedros que estudiábamos en geometría, posee múltiples caras y todas ellas llevan asociada una problemática concreta. La solución a los problemas de la pericial de credibilidad comentados, y a los muchos otros que han quedado en el tintero, viene de la mano de la correcta elección del psicólogo encargado de realizarla. Ahora la pregunta es ¿quién es el experto?.

Como ya he tenido ocasión de exponer en trabajos previos (Diges y Alonso-Quecuty, 1995), ese experto debe ser un psicólogo experimental, cuya formación haya profundizado en el estudio avanzado de los procesos psicológicos (percepción, atención, memoria, pensamiento, lenguaje y aprendizaje), así como en la experimentación en alguno o varios de esos procesos. Así, el calificativo de experimental expresa la especialización de su formación, diferente de la de otros expertos que intervienen también en el ámbito forense, como el psicólogo clínico o el evolutivo.

Estas diferencias en formación tienen como consecuencia lógica una diferenciación en términos de las áreas de actuación forense. En el caso de los delitos contra la libertad sexual de los menores, la argumentación que subyace a la evaluación de la credibilidad de la declaración del niño siempre utiliza como referencia lo que sabemos sobre el funcionamiento de la memoria humana y del lenguaje. El psicólogo forense experimental toma como punto de partida el funcionamiento normal de la memoria de los niños para tratar de verificar si el relato de memoria en cuestión se ajusta, y en qué grado, al curso que se podría esperar desde ese funcionamiento normal. En la medida en que se aparte del perfil de un relato verdadero de memoria puede hacer surgir dudas sobre su origen (ej: un relato inducido por un adulto, una mentira...). Asimismo, se toma en consideración su nivel de lenguaje y de metalenguaje que posee el menor: su capacidad para comunicar lo que recuerda del incidente y cómo se realiza esa comunicación (ej: tono emocional).

En ningún caso, la no disponibilidad inmediata de un psicólogo cualificado debería suponer la aceptación de cualquier psicólogo, médico o trabajador social más accesible en el momento. Hay un grave peligro en la aceptación como experto del psicólogo "doméstico", es decir, aquél que está más cerca del tribunal por pertenecer a alguna otra institución relacionada con la Justicia (e.g.: el psicólogo de la prisión cercana, el psicólogo del juzgado de menores, etc.), y aún más peligroso es confundir la cualificación profesional en un campo (ej: la categoría dentro de la universidad) con la cualificación profesional en un área tan específica, como lo es ésta de la evaluación de la credibilidad de declaraciones.

En última instancia, es el COP quien debe garantizar la cualificación de estos profesionales, una tarea a la que espero haber contribuido desde estas páginas.

Bibliografía

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Alonso-Quecuty, M.L. (1993): Psicología Forense Experimental: El efecto de la demora en la toma de declaración y el grado de elaboración de la misma sobre los testimonios verdaderos y falsos. En M. García Ramírez (comp.): Psicología Social Aplicada en los Procesos Jurídicos y Políticos (pp. 81-89). Madrid: Eudema.
Alonso-Quecuty, M.L. (1994a): Psicología del testimonio: el niño testigo y víctima. En S. Delgado (comp.): Psiquiatría Legal y Forense (pp. 483-496). Madrid: Colex.
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Bull, R. (1992): Obtaining evidence expertly: The reliability of interviews with child witnesses. Expert Evidence, 1, 3-36.
Diges, M. y Alonso-Quecuty, M. (1995): El psicólogo forense experimental y la evaluacion de la credibilidad en las declaraciones en los casos de abuso sexual a menores. Revista del Poder Judicial. 35, 43-66.
Esplin, P.W., Boychuk, T. y Raskin, D.C. (1988): A field validity study of criteria-based content analysis of children`statements in sexual abuse cases. Trabajo presentado al NATO-Advanced Study Institute on Credibility Assessment. Maratea. (Julio).
Kassin, S.M. y Wrightsman, L.S. (1988): The American jury on trial: Psychological perspectives. Londres: Hemisphere Publishing.
Pérez Conchillo, M. y Borrás, J.J. (1996): Sexo a la fuerza. Madrid: Aguilar.
Sauzier, M., Saltz, P. y Clahoun, R. (1990). The Effects of Child Sexual Abuse. En B. Gomes, J.M. Horowitz y A.P. Cardarelli (eds.): Child Sexual Abuse: The Initial Effects. Londres: Sage.
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Undeutsch, U. (1957): Aussagepychologie. En A. Ponsold (ed.): Lhrbuch der gerichtlichen medizin (pp. 191-219). Stuttgart: Thieme.
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Kassin, S.M. y Wrightsman, L.S. (eds) (1988). The American Jury on Trial: Psychological Perspectives. Londres. Hemisphere Publishing.

http://www.papelesdelpsicologo.es/vernumero.asp?id=829

sábado, 9 de abril de 2016

Sonambulismo

El sonambulismo es una parasomnia. Desorden o alteración del sueño también llamado noctambulismo, adonde el individuo desarrolla actividades motoras automáticas que pueden ser sencillas o complejas, ocurre cuando las personas caminan o realizan otra actividad estando aún dormidas.
Existen muchos mitos alrededor del sonambulismo, como el que las personas no recuerdan nada de lo que hicieron durante el tiempo que permanecen dormidos, o que pueden llegar a morir si son despertados durante un episodio. Los períodos de sonambulismo son, por lo regular, de unos minutos, pero existen casos documentados de quienes han llegado a los 30. El común denominador es que todos regresen a dormir en poco tiempo. El episodio de sonambulismo puede terminar de diferentes formas. En otros casos, el sujeto puede despertarse durante el mismo y presentar gran desorientación. Otra posibilidad es que acabe acostándose en otro lugar diferente.

Los síntomas del trastorno de sonambulismo varían desde simplemente sentarse en la cama y mirar alrededor hasta caminar por el cuarto o la casa, salir de la casa y aún manejar grandes distancias. 

Las causas del sonambulismo no están todavía muy claras y se apuntan, entre otros, causas psicológicas, genéticas y también de déficits en el desarrollo madurativo. No obstante, sí se conocen algunos factores que pueden aumentar la frecuencia de los mismos. Así, los estados febriles, la deprivación del sueño, sueño irregular, abuso de alcohol, ruidos externos y fármacos o trastornos que produzcan una desestructuración del sueño de ondas lentas, son factores de riesgo. Puede ocurrir a través de polimorfismos en los genes implicados en la generación de sueño de ondas lentas o la profundidad del sueño.

En si ocurre con mayor frecuencia durante el sueño profundo NMOR, en las primeras horas de la noche (denominado sueño N3). Si ocurre durante el sueño MOR, es parte del trastorno del comportamiento relacionado con el sueño MOR y tiende a suceder cerca de la mañana.

Respecto a la edad de inicio del trastorno tampoco hay unanimidad en los diferentes estudios. Algunos autores lo sitúan entre los 4 y 8 años, mientras otros apuntan el intervalo de 10 a 14. A este respecto hay que añadir que por experiencia propia y casos suficientemente documentados, el sonambulismo está presente, en algunos casos, a edades anteriores a los 7 u 8 años de edad, alcanzando su máxima frecuencia a los 11/12 años y desapareciendo progresivamente a partir de los 15/16 años.

Se apunta a que alrededor del 10 al 30% de la población puede haber tenido al menos un episodio de sonambulismo en la etapa infantil. Afecta por igual a hombres y mujeres. Las probabilidades de los niños de sonambulismo aumentaron según la historia de sonambulismo de sus padres.

El sonambulismo y los terrores nocturnos están muy relacionados entre sí y algunos autores los consideran variantes de un mismo proceso patofisiológico.

"La principal precaución que deben adoptar los padres es el asegurarse de que el niño no pueda hacerse ningún tipo de daño durante el episodio. Igualmente deberán evitar los factores de riesgo. Generalmente, no resulta conveniente intentar despertar al niño durante el episodio ya que puede causarle gran confusión o asustarle. La mejor opción suele ser la de acompañarle directamente hacia su cama para que vuelva a acostarse".

En psicoanálisis se  estima que el sonambulismo es una especie de válvula de seguridad. Es en todo caso la señal de que hay algo que te preocupa. Como por ejemplo la vivencia de un transcurrir temporal profundamente paradójico y veloz como para elaborar lo traumático. El sonambulismo contiene un punto de regresión libidinal, tópica y temporal.


Este trastorno se identifica después de haber analizado la historia clínica del paciente, puesto que aún no están claros los criterios de diagnóstico de los registros de los encefalogramas, determinar o no el problema se basa también en pruebas electroencefalogramas y mediciones de tensión arterial.

Tratamiento

Se ha encontrado al comparar con el grupo control, que los sujetos con sonambulismo tienen una alta frecuencia de somnolencia durante el día, fatiga, insomnio, depresión, ansiedad y una calidad de vida alterada. El sonambulismo se considera usualmente como una condición benigna, pero puede ser una condición realmente seria que no debe ser ignorada. Los episodios aislados no deben ser motivo de preocupación pero si se repiten con cierta frecuencia es aconsejable acudir al médico.

En algunos casos, especialmente los más graves, se ha recurrido a la administración de fármacos de la familia de las benzodiazepinas e incluso a anti-depresivos tricíclicos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Pero la a mayoría de las personas no necesita ningún tratamiento específico para el sonambulismo. En algunos casos, los tranquilizantes de corta duración ayudan a disminuir los episodios de sonambulismo.

Hay algunas patologías que se pueden confundir con el sonambulismo como por ejemplo, la epilepsia, las crisis parciales complejas durante el dormir, con automatismos ambulatorios, el despertar confusional, el comer y beber nocturno, el trastorno de comportamiento del sueño REM o MOR.

La aplicación de la psicoterapia tendrá como objetivo disminuir los factores de ansiedad que pueden actuar como disparadores del sonambulismo y ayudar al niño o al adulto a manejar esa ansiedad que le produce sentir que puede perder el control de su propio cuerpo.

Si el problema persiste, usted debe hablar con su médico o con un especialista del sueño. Esté preparado a discutir con su médico o pediatra cualquier factor, tal como fatiga, medicamentos o tensión, que pueda producir el sonambulismo. Existe evidencia que el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño, aun siendo leve, puede eliminar el sonambulismo.

Prevención

Alejar del durmiente objetos peligrosos, asegurar puertas y ventanas, que la familia conozca el problema y tenga una actitud conveniente, darle poca importancia al fenómeno, tanto por el que lo experimenta, como por parte de los demás, evitando de esta manera que aparezca sensación de inseguridad, vergüenza y angustia que por sí mismos aumentan la frecuencia de las crisis. El sonambulismo se puede prevenir haciendo lo siguiente:
  • Si presenta sonambulismo, no consuma alcohol ni antidepresivos.
  • Evite la privación de sueño y trate de prevenir el insomnio, ya que estos factores puede desencadenar el sonambulismo.
  • Evite o minimice el estrés, la ansiedad y los conflictos, los cuales pueden empeorar la afección.
  • Se recomiendan establecer una rutina relajante antes de la hora de acostarse, dormir en forma regular y que el paciente adquiera el hábito de respetar los horarios para acostarse y levantarse.

sábado, 26 de marzo de 2016

Maltrato Animal

Cuando un caso de crueldad animal aparece en los medios de comunicación, la mayoría de la gente se cuestiona el por qué alguien haría algo así, siendo mucho más impactante cuando el autor es un menor de edad. Así, es normal que aparezcan multitud de incógnitas sobre el tema.
Las personas altamente delictivas tienen antecedentes de maltrato animal. La educación y el respeto desde pequeño son fundamentales para el futuro. 

Los actos violentos hacia los animales han demostrado no ser únicamente reflejo de una psicopatía exclusiva hacia los animales. "Cualquiera que esté acostumbrado a menospreciar la vida de cualquier ser viviente, está en peligro de menospreciar también la vida humana"Un asesino comienza matando y torturando animales cuando es menor de edad. Esto puede ser la primera alerta de una patología violenta que incluirá víctimas humanas. Nota:“No todo individuo que haya maltratado a animales acabará siendo un asesino en serie, pero casi todos los asesinos en serie cometieron actos de crueldad con animales".

El maltrato a los animales es una característica común en violadores y asesinos y los procedimientos de diagnóstico y tratamiento de psiquiatría en listan esta práctica dentro de desórdenes de la conducta. La persona que agrede a los animales pudo haber sido un niño maltratado o víctima de abuso y no sólo en el sentido sexual, también físico o psicológico. En ciertas ocasiones los padres que son restrictivos, figuras autocráticas, castrantes que reprimen los impulsos naturales de sus hijos, llegan a generar en ellos tanta agresividad reprimida que éstos la canalizan o desahogan a través de la violencia a seres inferiores. Esta ya puede ser catalogada como una personalidad psicótica, que puede llevar al individuo a la agresión no sólo a los animales sino también hacia personas más débiles como son los niños o las mujeres. Es importante destacar que la crueldad hacia animales se relaciona con la violencia doméstica, con el abuso sexual infantil y con el bullying, entre otros.

Los padres, maestros y comunidades que no dan importancia al abuso animal y que lo califican como un "crimen menor", en realidad no están conscientes de que es una bomba de tiempo. La  gran mayoría de los maltratadores de animales o personas comparten una historia común de castigo parental brutal, negligencia y rechazo. "La crueldad hacia los animales no es una válvula de escape inofensiva en un individuo sano...es una señal de alarma"

¿Qué es exactamente lo que puede ser calificado como crueldad hacia los animales? La definición más aceptada en la literatura científica es la de uno de los más reconocidos investigadores de esta área, Frank R. Ascione: “comportamiento socialmente inaceptable que causa de manera intencional un sufrimiento, dolor o distrés innecesario y/o la muerte del animal”.

La definición de crueldad hacia los animales también debería incluir, según varios autores, los actos de maltrato por negligencia cuando existe la intencionalidad de causar daño.

¿Por qué algunos niños maltratan a los animales?

De acuerdo con estos autores, los niños/adolescentes que maltratan a animales lo hacen básicamente por estos motivos:
  • Para satisfacer su curiosidad/exploración (p. ej., el animal es dañado o matado en el proceso de ser examinado).
  • Presión del grupo de iguales (p. ej., como un proceso de iniciación ritualístico para introducirse en un determinado grupo de jóvenes).
  • Para subir el estado de ánimo (p. ej., para combatir el aburrimiento y/o la depresión).
  • Gratificación sexual 
  • Abuso forzoso (p. ej., el menor es obligado a abusar del animal por otra persona más poderosa, muy frecuente en casos de Violencia Doméstica, donde el menor puede llegar a ser el agresor del animal para prevenir una muerte más dolorosa/lenta del mismo por parte de la persona poderosa).
  • Fobia animal (el menor mata o hiere al animal como un ataque preventivo).
  • Juego Postraumático (el menor recrea escenas de alta carga violenta a modo de descarga emocional).
  • Entrenamiento para la violencia interpersonal con humanos (p. ej., el menor practica sus técnicas con animales antes de atreverse a dañar a personas).
  • Vehículo para el abuso emocional (p. ej., dañar a la mascota de un familiar para asustarlo). 
  • Para controlar al animal (se pretenden eliminar comportamientos del animal que no agradan, por ejemplo, dar una patada a los testículos a un perro para que pare de ladrar).
  • Para vengarse del animal (p. ej., vengarse de un gato que ha arañado el sofá quemándolo vivo).
  • Para satisfacer un prejuicio contra alguna especie o raza en concreto (muy común el odio a los gatos).
  • Para expresar la propia agresividad humana a través del animal (por ejemplo, infligir daño al animal para preparar al perro para peleas con otros animales.
  • Por diversión y para conmocionar a los demás (p. ej., atar a dos gatos de la cola y quemarlos para ver como corren de forma desesperada).
  • Sadismo no especificado (deseos de herir, torturar y/o matar a un animal sin haber percibido ningún tipo de provocación y sin ningún sentimiento a priori hostil contra el animal; se mata por placer, por disfrutar del proceso de muerte). Estos niños serían los que peor pronóstico presentarían.
La Asociación Americana de Psiquiatría incluyó la crueldad animal como uno de los 15 síntomas del conocido trastorno de conducta infantil. Además, los niños que cometen actos de crueldad hacia los animales tienen mayor probabilidad de tener problemas de conducta más severos que los que presentan otros síntomas. 

¿Cómo se puede prevenir el maltrato animal?

Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que educar a los menores transmitiendo valores positivos hacia todos los seres vivos del planeta es un elemento muy importante de cara a la prevención de actos crueles contra animales y el tratamiento, facilitando el desarrollo de la empatía inclusive hacia los humanos. Estos programas educativos ayudan a desarrollar el sentido de la responsabilidad, de preocupación por los demás, además de colaborar en el desarrollo de la autoestima, la socialización y cooperación. Las implicaciones que esto tiene a escala global son claras: si se tuviera en cuenta la crueldad hacia los animales como una forma más significante de agredir o de muestra de comportamiento antisocial, se avanzaría en la comprensión y prevención de la violencia infanto-juvenil y adulta.

Como puede contribuir
  • Sin duda, los padres de familia tienen la gran responsabilidad de orientar a sus hijos cuando observen este tipo de conductas en el hogar. Como toda enfermedad, el maltrato hacia los animales se debe detectar a tiempo, de lo contrario los niños y los adolescentes pueden desarrollar patologías que afecten su vida futura y su relación con otros seres humanos.
  • Por ello resulta indispensable el considerar las condiciones existentes en el hogar a la hora de decidir la adopción de una mascota. Desde los aspectos básicos de manutención del animal, sus cuidados, salud, así como los espacios de convivencia con la familia, que deben ver a la mascota como una responsabilidad compartida y no como una carga o castigo que pueda llevar al maltrato animal.
  • Exija a la escuela de sus hijos y al sistema judicial que tome muy en serio el maltrato hacia los animales. La ley debe enviar un mensaje a la población advirtiendo que la violencia contra cualquier ser vivo -humano o no-, es inaceptable.
  • Revise cuidadosamente cualquier señal de maltrato o descuido ya sea a niños o a animales.
  • No pase por alto esos actos de crueldad a un animal por mínimos que sean ocasionados sobre todo por un menor. Hable con el menor y con sus padres. Hay que romper el círculo de la violencia.
  • Una de las cosas más peligrosas que le pueden pasar a un niño es matar o torturar a un animal y salirse con la suya. No permitas la crueldad de un niño con un animal puede ser los ensayos de una vida cruel para todos.
  • Sólo nuestro repudio y rechazo social puede detenerlos, así como el desarrollo de leyes mucho más estrictas sobre el tema.
¿Hasta qué punto somos cómplices silenciosos de la tortura y maltrato a los animales? Piénsalo….

"La Cultura de una Nación se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales". (Gandhi)

jueves, 24 de marzo de 2016

Asexualidad

Aunque la definición del término asexualidad es muy ambigua, algunas personas asexuales tienden a tener parejas solamente para una relación de tipo emocional. Quieren y pueden vivir sin sexo.
Una persona asexual es una persona que no experimenta deseo o atracción sexual y que por lo tanto no se siente movida a tener relaciones sexuales de ningún tipo. Es la falta persistente de deseo sexual que no está motivada ni alimentada por hábitos de raíz religiosa o cultural.

Normalmente son personas que sí se enamoran aunque no necesitan del coito, comparten actividades, gustos, aficiones, e intereses. Incuso en ocasiones se ha confundido con personas que sí sufren  del deseo sexual hipoactivo pero esto es diferente. Muchas personas asexuales son socialmente muy activas y tienen un gran grupo de amistades que les brindan compresión y apoyo. Las personas asexuales tienen tendencia a establecer un lazo afectivo con su pareja, aunque dicho lazo no lleve aparejado la práctica del sexo. Algunos asexuales llegan incluso a involucrarse sentimentalmente con otras personas, aunque en este caso la frontera entre amistad y relación no queda muy bien definida resultando muy confusa. La principal característica de estas personas es que no sienten atracción sexual ni tampoco sienten deseo por el placer sexual.

La asexualidad no puede ser considerada una forma de orientación sexual, porque consiste justamente en la ausencia de una preferencia de este tipo, pero tampoco es una ideología que lleve a reprimirse sexualmente de manera más o menos consciente. Actualmente es normal que hombres y mujeres que se identifican como asexuales reivindiquen la necesidad de construir un mundo en el que el deseo sexual no sea algo que se presupone y en el que no sea obligatorio tener sexo para recibir aprobación social.

El espectro de la asexualidad abarca un gran abanico de posibilidades de sentir o no la atracción sexual.  Algunas personas asexuales se involucran en actividades sexuales a pesar de carecer de un deseo sexual hacia otras personas, debido a una variedad de razones, tales como el deseo de complacer a parejas románticas o un deseo de tener hijos. Los asexuales a pesar de no sentir atracción sexual, sí pueden experimentar atracción romántica, ésta puede ser dirigida hacia uno o ambos géneros. Desean generalmente relaciones románticas (que pueden ir de vínculos informales al matrimonio) con su género o géneros preferidos, pero a menudo desearían que dichas relaciones no incluyeran actividad sexual.

A lo largo de nuestra vida nos podemos tropezar con etapas, en las cuales el sexo por unas razones u otras deja de estar presente. Por ejemplo cuando padecemos algún tipo de enfermedad, que nos obliga a tomar medicamentos cuyos efectos secundarios afectan al apetito sexual o los problemas que acarrea la propia enfermedad será la que haga complicado mantener relaciones sexuales (enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes, depresión, hormonales, menopausia). Tanto en las depresiones como en las cardiopatías, suele ser común la falta de libido.

En los hombres, esta falta de deseo sexual, puede causar mucha ansiedad y preocupación, lo que les llevará, en algunos casos, a dejar de tomar su tratamiento para recobrar una vida sexual normal, poniendo en riesgo de esta manera su salud.

Además de los problemas psicológicos que pueden aparecer en esta etapa, el déficit de estrógenos en ocasiones provocan problemas en la salud genital, tales como sequedad e irritación lo que provoca que en la mujer se cree una conexión entre sexo y dolor que le lleva a renunciar o dejar muy apartada su sexualidad. 

De la perspectiva del psicoanálisis me parece apropiado este artículo y análisis: 
http://asexuality.org/sp/wiki/index.phptitle=An%C3%A1lisis_sobre_asexualidad_y_libido_por_Lic._Patricia_Pomatti

La asexualidad es una identidad emergente y apenas está siendo un tema de discusión serio en las comunidades de medicina y psicología. Hay muy poca comprensión acerca de la manera en que la asexualidad coincide con condiciones médicas y psicológicas existentes y como la aparición de una comunidad asexual podría afectar a cosas como el tratamiento del desorden de deseo hipoactivo, aversión al sexo, la inhibición sexual, anorexia sexual, algunas fobias sexuales y la depresión.

La falta de deseo sexual, especialmente en personas quienes han sentido deseo sexual en el pasado, puede a veces ser un síntoma de una condición fisiológica de mayor alcance, tales como la anemia, depresión, diabetes, obesidad en hombres, hemocromatosis, problemas de la pituitaria o hiperprolactinemia. Sin embargo, estas condiciones fisiológicas tienden a tener otros síntomas además de solamente una falta de interés en el sexo.

Se ha planteado alguna vez si puede ser ¿asexual?
  • ¿Le desconcierta el tiempo y el interés que otras personas ponen en las relaciones sexuales?
  • ¿Se sentiría aliviado si le dijeran que nunca más tendría que tomar parte en ninguna clase de actividad sexual?
Piénselo, tómese su tiempo en responder y como siempre, si la duda le afecta de manera grave, le aconsejamos acudir a un psicoterapeuta para despejarla.

Conclusión

La aceptación de la asexualidad como una orientación sexual y como campo de investigación científica es relativamente nueva. Por este motivo, mientras que algunos investigadores afirman que la asexualidad es una orientación sexual, otros investigadores no están de acuerdo.

En contraste, la sociedad de hoy  presenta una hipersexualización, todo lo que se mueve en la sociedad, tiene que ver con ello, y más desde que se apoderó el marketing del mundo del erotismo y la sexualidad, parece que lo relacionado con la manipulación social, a todos los niveles, está relacionado con el sexo. 

Ante las evidencias de lo diferente o lo nuevo queda el respeto, la ampliación de la mente y sobre todo asimilar que el mundo y la sociedad está sufriendo una rápida transformación y los cambios no tienen por qué ser malos o peligrosos. Una vez más existen desacuerdos en cuanto a la clasificación y la necesidad de buscar factores causales, probablemente para tratar de definirlo como enfermedad, a veces es difícil asumir que lo diferente no tiene obligatoriamente que ser consecuencia de algo. En todo caso, es el conjunto de la sociedad quien debe luchar por hacer que en él quepan todas las sensibilidades.