jueves, 7 de mayo de 2015

La Psicología del Secuestro

Crece este modo delictual en nuestro país y aumenta el miedo. La paranoia se multiplica de la mano de los medios masivos. Cambia el mapa social y deja secuelas psicológicas importantes. Se re-definen las relaciones interpersonales alejando al ser humano de su condición como sujeto social.
Este tipo de delitos se extiende a toda la sociedad. Y los daños no son sólo materiales. Importantes estudios dan cuenta de las graves secuelas psicológicas que padecerá el secuestrado, su familia y en última instancia la sociedad toda.

Una sociedad que, a consecuencia de la multiplicación de este delito y el constante bombardeo mediático que sensibiliza a la opinión pública, altera su cotidianidad, reduce sus relaciones diarias y termina por empujar a sus componentes a la individualidad y no relación. Es decir, conmina al ser humano a distanciarse de su condición intrínseca como sujeto social. En los casos de secuestro la negación como defensa psicológica parece estar activada por la angustia, la ansiedad y la impotencia generada por la probabilidad de perder la vida la libertad y los bienes.

La amenaza de secuestro es un componente previo importante que determina la manera como se desarrolla un secuestro posteriormente, tanto para el cautivo como para la familia de éste. Se desarrolla una dinámica psicológica individual y familiar algo diferente, que vale la pena tener en cuenta; entre otras razones, porque el ex-secuestrado después de recuperar la libertad o presenta siempre con mayor o menor intensidad el temor a ser secuestrado nuevamente, temor que guarda una gran similitud con la simple amenaza. Frente a un proceso prolongado de temor y ansiedad, como es el caso de la amenaza de secuestro, las personas tienen múltiples y variadas formas de reacción psicológica. Estas dependen, básicamente de la circunstancia social y Económica que les son propias y de los rasgos de personalidad previos que fueron configurados a través del tiempo. Los amenazados de secuestro sufren la violencia de una agresión permanente que se basa en la posibilidad de ser raptados en cualquier momento de su medio natural y de perder su familia, sus amigos, su trabajo. Para la familia esa agresión se da porque puede ser mutilada temporal o definitivamente por la sustracción de uno de sus miembros.

"En el secuestro hay maltrato psicológico en la medida en que el secuestrado es privado arbitrariamente de su libertad, colocado en una situación límite de proximidad real con la muerte y sometido a la condiciones degradante de ser convertido en objeto de negociación pecuniaria, con todas las secuelas negativas que ellos tienen para su autoestima".

La negación, el aislamiento y la involución social, como mecanismo de protección ante este tipo de amenaza suelen ser las respuestas inmediatas en la gran mayoría de los casos. Por ello las posibles víctimas abandonan ciertas actividades sociales y se alejan de los lugares que frecuentaban habitualmente. Estas reacciones varían dependiendo de la intensidad con que se presenten y de las características que adopten en cada caso en particular y que no necesariamente implican que otros tipos de reacciones, como contra atacar avisando a las autoridades, no se presenten también. La paralización, aislamiento e involución son reacciones adaptativas a la amenaza vital que representa un secuestro. Pero implica una adaptación autodestructiva en el sentido existencial, ya que las personas dejan de desarrollarse de acuerdo a su proyecto vital, se sacrifican en este sentido para poder sobrevivir físicamente. Reduce sus relaciones cotidianas al espacio mínimo para conjurar el peligro.

El secuestro está siempre presente: en los diálogos que el individuo mantiene con sus pares, en la comida familiar, las reuniones con amigos y toda aquella situación dialógica que se manifieste en torno a la realidad. En definitiva es algo instalado en la psiquis de la gente. El secuestro también forma parte de la agenda mediática y así el efecto multiplicador genera una paranoia que afecta a la sociedad en su conjunto.

El maltrato psicológico se expresa especialmente por medio de las reiteradas amenazas de muerte. El amedrentamiento, la manipulación de los estados emocionales de la víctima y la vigilancia permanente, aun para llevar a cabo las necesidades fisiológicas; también se da con desinformación sobre el desarrollo de las negociaciones y sobre el conocimiento que tienen de la vida familiar del secuestrado. El maltrato psicológico estimula el miedo, aumenta la aflicción y se transforma en un factor paralizador e inhibidor de respuestas físicas y psicológicas orientadas a la búsqueda de soluciones de huida, negociación, resistencia y más bien facilita y estimula respuestas de sumisión, como ser condescendiente con los captores e intentar ganarse la confianza con el objeto de obtener un mejor trato. A partir de allí, el secuestrado logra conjurar parcialmente el temor a morir y obtiene un mínimo control sobre sí mismo y sobre la situación a la que está sometido. Esto lo distancia de la situación de peligro de muerte.

El secuestro es quizás uno de los flagelos más terribles y desgarradores que pueda soportar un ser humano, el perder la sensación de autonomía puede acabar con la salud mental de una persona. En el cautiverio no se tiene poder de decisión ni de actuación, se está inerte a la espera de que el secuestrador al mando de las instrucciones. El ser humano se somete no sólo a estar privado de su libertad sin ninguna explicación sino a maltratos, vejámenes, humillaciones y al temor constante de ser sentenciado a morir.

"El secuestro es una enfermedad mental inducida" la mayoría de los secuestrados si no todos, presentan síntomas post traumáticos y ansiedad, depresión y ataques de pánico fruto de la imposibilidad de vincularse con su entorno y de tomar sus propias decisiones. Aún la mente más fuerte frente a una situación como el secuestro, se debilita y presenta síntomas de depresión, falta de sueño, pérdida del apetito, etc. E incluso puede llegar a tener ideas suicidas y desarrollar un cuadro psicótico, lo que comúnmente y erróneamente llamamos locura. La depresión mayor, alimentada por sentimientos de desesperanza y rabia llena de tristeza a los cautivos quienes pierden la sensación de tiempo y espacio y pueden confundir lo que pasa con lo que dicen.

Algunos de ellos en un arranque de valor se lanzan a la idea de escapar en busca de la libertad a sabiendas de que esto les puede ocasionar la muerte, pero para ellos la muerte es una opción que contemplan a diario, minuto a minuto mientras ven como el paso de los días y el flagelo des secuestro les está arrancando la vida a pedazos

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