Crece
este modo delictual en nuestro país y aumenta el miedo. La paranoia se
multiplica de la mano de los medios masivos. Cambia el mapa social y deja
secuelas psicológicas importantes. Se re-definen las relaciones interpersonales
alejando al ser humano de su condición como sujeto social.
Este
tipo de delitos se extiende a toda la sociedad. Y los daños no son sólo
materiales. Importantes estudios dan cuenta de las graves secuelas psicológicas
que padecerá el secuestrado, su familia y en última instancia la sociedad toda.
Una
sociedad que, a consecuencia de la multiplicación de este delito y el constante
bombardeo mediático que sensibiliza a la opinión pública, altera su
cotidianidad, reduce sus relaciones diarias y termina por empujar a sus
componentes a la individualidad y no relación. Es decir, conmina al ser humano
a distanciarse de su condición intrínseca como sujeto social. En los casos de
secuestro la negación como defensa psicológica parece estar activada por la
angustia, la ansiedad y la impotencia generada por la probabilidad de perder la
vida la libertad y los bienes.
La
amenaza de secuestro es un componente previo importante que determina la manera
como se desarrolla un secuestro posteriormente, tanto para el cautivo como para
la familia de éste. Se desarrolla una dinámica psicológica individual y
familiar algo diferente, que vale la pena tener en cuenta; entre otras razones,
porque el ex-secuestrado después de recuperar la libertad o presenta siempre
con mayor o menor intensidad el temor a ser secuestrado nuevamente, temor que
guarda una gran similitud con la simple amenaza. Frente a un proceso prolongado
de temor y ansiedad, como es el caso de la amenaza de secuestro, las personas
tienen múltiples y variadas formas de reacción psicológica. Estas dependen,
básicamente de la circunstancia social y Económica que les son propias y de los
rasgos de personalidad previos que fueron configurados a través del tiempo. Los
amenazados de secuestro sufren la violencia de una agresión permanente que se
basa en la posibilidad de ser raptados en cualquier momento de su medio natural
y de perder su familia, sus amigos, su trabajo. Para la familia esa agresión se
da porque puede ser mutilada temporal o definitivamente por la sustracción de
uno de sus miembros.
"En
el secuestro hay maltrato psicológico en la medida en que el secuestrado es
privado arbitrariamente de su libertad, colocado en una situación límite de
proximidad real con la muerte y sometido a la condiciones degradante de ser
convertido en objeto de negociación pecuniaria, con todas las secuelas
negativas que ellos tienen para su autoestima".
La
negación, el aislamiento y la involución social, como mecanismo de protección
ante este tipo de amenaza suelen ser las respuestas inmediatas en la gran
mayoría de los casos. Por ello las posibles víctimas abandonan ciertas
actividades sociales y se alejan de los lugares que frecuentaban habitualmente.
Estas reacciones varían dependiendo de la intensidad con que se presenten y de
las características que adopten en cada caso en particular y que no
necesariamente implican que otros tipos de reacciones, como contra atacar
avisando a las autoridades, no se presenten también. La paralización,
aislamiento e involución son reacciones adaptativas a la amenaza vital que
representa un secuestro. Pero implica una adaptación autodestructiva en el
sentido existencial, ya que las personas dejan de desarrollarse de acuerdo a su
proyecto vital, se sacrifican en este sentido para poder sobrevivir
físicamente. Reduce sus relaciones cotidianas al espacio mínimo para conjurar
el peligro.
El
secuestro está siempre presente: en los diálogos que el individuo mantiene con
sus pares, en la comida familiar, las reuniones con amigos y toda aquella
situación dialógica que se manifieste en torno a la realidad. En definitiva es algo
instalado en la psiquis de la gente. El secuestro también forma parte de la
agenda mediática y así el efecto multiplicador genera una paranoia que afecta a
la sociedad en su conjunto.
El
maltrato psicológico se expresa especialmente por medio de las reiteradas
amenazas de muerte. El amedrentamiento, la manipulación de los estados
emocionales de la víctima y la vigilancia permanente, aun para llevar a cabo
las necesidades fisiológicas; también se da con desinformación sobre el
desarrollo de las negociaciones y sobre el conocimiento que tienen de la vida
familiar del secuestrado. El maltrato psicológico estimula el miedo, aumenta la
aflicción y se transforma en un factor paralizador e inhibidor de respuestas
físicas y psicológicas orientadas a la búsqueda de soluciones de huida,
negociación, resistencia y más bien facilita y estimula respuestas de sumisión,
como ser condescendiente con los captores e intentar ganarse la confianza con
el objeto de obtener un mejor trato. A partir de allí, el secuestrado logra
conjurar parcialmente el temor a morir y obtiene un mínimo control sobre sí
mismo y sobre la situación a la que está sometido. Esto lo distancia de la
situación de peligro de muerte.
El
secuestro es quizás uno de los flagelos más terribles y desgarradores que pueda
soportar un ser humano, el perder la sensación de autonomía puede acabar con la
salud mental de una persona. En el cautiverio no se tiene poder de decisión ni
de actuación, se está inerte a la espera de que el secuestrador al mando de las
instrucciones. El ser humano se somete no sólo a estar privado de su libertad
sin ninguna explicación sino a maltratos, vejámenes, humillaciones y al temor
constante de ser sentenciado a morir.
"El
secuestro es una enfermedad mental inducida" la mayoría de los
secuestrados si no todos, presentan síntomas post traumáticos y ansiedad,
depresión y ataques de pánico fruto de la imposibilidad de vincularse con su
entorno y de tomar sus propias decisiones. Aún la mente más fuerte frente a una
situación como el secuestro, se debilita y presenta síntomas de depresión,
falta de sueño, pérdida del apetito, etc. E incluso puede llegar a tener ideas
suicidas y desarrollar un cuadro psicótico, lo que comúnmente y erróneamente
llamamos locura. La depresión mayor, alimentada por sentimientos de
desesperanza y rabia llena de tristeza a los cautivos quienes pierden la
sensación de tiempo y espacio y pueden confundir lo que pasa con lo que dicen.
Algunos
de ellos en un arranque de valor se lanzan a la idea de escapar en busca de la
libertad a sabiendas de que esto les puede ocasionar la muerte, pero para ellos
la muerte es una opción que contemplan a diario, minuto a minuto mientras ven
como el paso de los días y el flagelo des secuestro les está arrancando la vida
a pedazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario