Se propone seis claves para mantener la complicidad, la pasión y el cariño a lo largo de los años.
Las relaciones de pareja sufren un desgaste con el tiempo que no siempre se puede evitar, pero que, en la mayoría de los casos, puede repararse. Lo más importante, en este sentido, es prestar atención a los síntomas, ya que cuanto antes los detectemos y actuemos para mejorar la relación, más probabilidades tendremos de evitar que escale el conflicto.
«Después de unos años,
comienza a haber un malestar en la pareja que los lleva a estar desconectados y
plantearse si hay cosas que pueden hacer para estar mejor. Es el malestar de la
convivencia, de sentir que el otro se encuentra muy lejos, no sentirle
disponible emocionalmente y cada uno irse a un espacio solitario a intentar
sobrevivir a esa situación con una consiguiente sensación de soledad y de no
encontrar sentido»
Lo que tenemos que hacer en el día a día para que la pareja supere estos problemas:
Apertura emocional
Cuando una pareja lleva
cierto tiempo conviviendo, hay cosas que pueden empezar a darse por sentadas, lleva
a que se lleguen a descuidar aspectos fundamentales como la comunicación y el
hecho de expresar lo que sentimos. Por eso, la importancia, como principal
tarea para regar la planta de la relación, de mostrarnos disponibles a nivel
emocional para la otra persona.
¿Qué significa esto? En
gran medida, implica no cerrarnos y evitar estar a la defensiva si surge una
discusión. «No entrar en reproches, intentar hablar no de lo que ha pasado,
sino de las dificultades que tenemos en el momento actual. Si no, esas
conversaciones se pueden convertir en un campo de batalla de antiguos rencores».
«Hay que hablar de los
problemas actuales que tenemos y hacerlo con una comunicación clara y directa.
A veces cuesta trabajo, porque tenemos como hábito pensar que si hablamos de lo
que necesitamos vamos a volvernos vulnerables o débiles. Esto es una mentira.
En la vulnerabilidad es donde nos encontramos».
Decir lo que necesitamos
Muchas veces, evitamos
pedir cosas para no sobrecargar a nuestra pareja con nuestras demandas, o bien,
hablamos en tono pasivo agresivo o indirecto. En el momento en el que nos hacemos
conscientes de que tenemos estas conductas, tenemos que esforzarnos por
modificarlas.
«Cuando yo no tengo una
comunicación clara, el otro lo puede sentir como un reproche. Muchas veces,
pensamos que el otro tiene que saber lo que nosotros necesitamos, pero lo
importante es que nosotros seamos capaces de pedirlo. Si quiero que mi pareja
me acompañe al mercado, lo tengo que decir. Y si el otro me dice que ya ha
quedado para ir a pasear en bicicleta, tenemos que negociar. Una comunicación
clara de las necesidades permite esa negociación, mientras que no ser claro y
esperar que el otro sepa lo que a mí me hace falta va a dar lugar a equívocos,
distanciamientos y suspicacias».
Revisar periódicamente el
reparto de tareas domésticas
El equilibrio en las
tareas que cada miembro de la pareja desempeña en el hogar es uno de los puntos
de conflicto más frecuentes una vez que la relación pasa a la etapa de la
convivencia. En este sentido, solemos reproducir las dinámicas domésticas que
hemos visto en nuestras familias de origen.
«¿Cómo se rompe esta
inercia en el reparto de tareas? Teniendo en cuenta que nuestra pareja no tiene
por qué ser como la de nuestros padres. Tendremos que negociar en base a lo que
cada uno de los dos considera que necesita la familia» Esta negociación tiene
que estar siempre abierta, porque lo que en un momento ha funcionado puede
dejar de ser suficiente a medida que el tiempo pasa y la vida familiar se va
modificando. «No es lo mismo, para una pareja, organizar su semana con un hijo
que con dos o con tres».
Besarse
¿Hace cuánto que no besas a tu pareja? Un beso de verdad, no uno de saludo. Este es un aspecto que en muchos casos se va dejando de lado con los años, pero mantener esos pequeños gestos tiene más relevancia de lo que podríamos pensar. «El afecto es importantísimo. La sexualidad no es el acto sexual, es cogernos la mano, abrazarnos cuando estamos viendo la tele, hablar desde lo positivo, decirnos te quiero y expresar lo bien que nos sentimos juntos».
«Esto hace al cuidado de
la pareja, las cosas que nos unieron y nos hicieron estar bien juntos, mantenerlas
a lo largo del tiempo en la medida de lo posible. Si algo funciona mal en la
sexualidad, hay que poder hablarlo desde las necesidades y no desde los
reproches. Hablar claramente de lo que nos está pasando, de la necesidad que
tengo de estar cerca de ti o de por qué no estoy disponible para ti. No dejar
que eso se enquiste».
Cocinar juntos
Compartir momentos en los
que solo participen los miembros de la pareja, sin los hijos, los amigos o la
familia, no es algo que podamos relegar al terreno de lo ocasional. Tenemos que
priorizar el poder hacer actividades juntos de forma semanal o mensual, «Lo
fundamental para que las relaciones perduren es que se dediquen tiempo solo
para la pareja: para salir a cenar, para tomarse vacaciones o fines de semana
juntos, tiempos donde puedan encontrarse fuera de las rutinas diarias que
queman tanto».
«Es muy importante
hacerlo desde el principio de la pareja, porque si no, dejamos abandonada la relación.
Tenemos que poder hacer esto una vez a la semana o al mes. Puede ser una salida
gastando dinero, pero también puede ser cocinar juntos o montar en bicicleta
los sábados mientras los niños están en sus actividades»
Sobre todo, cuando se ha
instalado esta desconexión entre los dos, «empezar a ser cómplices de nuevo en
pequeñas actividades que nos gusten a los dos, aunque cada uno luego tenga sus
momentos de esparcimiento privado, nos va a ayudar a encontrar nuevas formas de
estar juntos. Compartir esos pequeños momentos y volver a retomar el cenar
juntos cuando hay tiempo, hacer pequeños viajes, salidas al campo u otras
actividades en común que nos gusten es fundamental».
Practicar la gratitud
Cuando nos enfocamos
constantemente en lo negativo y en lo que falta, es posible que se instaure una
dinámica de críticas constantes de la que será difícil salir. Por eso es
importante mostrar gratitud en la pareja en el día a día. Esto no significa que
no podamos intentar corregir los aspectos con los que no estamos satisfechos e
intentar mejorar juntos. De lo que se trata es de encontrar la forma más
adecuada de hacerlo, manteniendo la capacidad de agradecer al otro todo lo que
hace por nosotros y por la familia que hemos construido.
«Es muy importante tener
momentos de cogernos la mano, mirarnos a los ojos, reconocer las cosas que
hemos compartido, lo que hemos sacado adelante y recordar los momentos buenos
que hemos tenido. La relación es como un diamante que ha quedado escondido
debajo de todo lo negativo, entonces podemos volver a encontrarlo y seguirlo
puliendo con la madurez que dan los años».
Cuando pedir ayuda
Si hemos llegado a un punto
de la relación en el que solo nos comunicamos de manera negativa, es momento de
pedir ayuda profesional. «Cuando estoy constantemente criticando al otro es
porque hemos entrado en una lucha de poder y buscamos tener la razón en este
conflicto que se nos plantea. Si el conflicto es hacer las cosas de la casa, yo
quiero convencerle de que no es suficiente lo que hace y el otro quiere
convencerme a mí de que yo soy una obsesiva de la limpieza. A la hora de romper
este ciclo negativo, yo recomendaría ir a terapia, porque muchas veces es
difícil salir de estas dinámicas solos, porque no somos conscientes de ellas,
aunque tengamos buena voluntad e intentemos muchas cosas para salir de esto».
«Desde luego, cuando se
empieza a notar esto, es mejor pedir la ayuda de un profesional que estar
acumulando malestar hasta que llegue un momento en el que ya no nos
reconozcamos en la relación con la persona que elegimos. Para salir de estas
dinámicas del reproche, hay que hacer un ejercicio de reflexión. Parar y pensar
en qué es lo que nos está generando malestar. En el momento en el que estoy
enojada, si empiezo a hablar, lo voy a hacer desde el reproche. Pero si me he
tomado el tiempo para pensar en lo que necesito del otro, voy a hacer un
análisis mucho más racional y no tan emocional, y vamos a poder comunicarnos
sobre lo que realmente necesitamos».
Laura Miyara La Voz De La
Salud