Uno de los momentos más
difíciles es cuando una relación termina y no estamos listos para dejar ir, ya
sea porque no somos nosotros quienes terminamos la relación, o porque a veces
decidimos separarnos porque sabemos que es la mejor decisión, aunque nos duela.
Alguna vez esta
situación nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas. Cómo puede
él o ella alejarse así de mí? cómo pudo haber sido capaz de haberme lastimado
tanto? cómo no siente ni un poquito de remordimiento? qué hice yo para merecer
este castigo? por qué parece odiarme tanto? por qué me desprecia si yo le di
todo de mí? sacrifiqué mi tiempo, mis amigos, mi profesión, mi familia hasta a mí
mismo/a, para que él/ella sea feliz, no merezco este dolor, este sufrimiento que
fulmina mis entrañas, que me está matando de a poco, me siento morir, no tengo
ganas de comer, no quiero salir, no quiero hablar con nadie, no puedo dormir,
necesito algo que me ayude a olvidar, que algo ocurra y que
esta agonía se acabe porque no aguanto más. Estas preguntas o similares alguna
vez te has hecho, no es exageración, o justo tal ves ahora estás pasando por esta dolorosa situación.
Insistir en conservar
un vínculo que se ha terminado, únicamente provoca insatisfacción y
resentimientos innecesarios. Alargar situaciones desagradables solamente
empeora lo que debió terminarse. Se requiere de nuestra valentía, de ser
honesto con uno mismo, de ser fiel a sí mismo.
En mi consulta he
tratado a pacientes con este tipo de dolencias o similares, incluso se han incrementado
en atención primaria. Las que más me ha llamado la atención han sido aquellas
personas que a pesar de estar casadas en la actualidad, tener una familia,
hijos, buena posición económica y una nueva vida, parecen no haber podido
desprenderse de ese alguien que alguna vez formo parte de sus vidas, que en su
momento sintieron amar profundamente y así como fue tan intenso ese amor
también lo fue la ruptura, parece como si ese alguien no salió completamente de
sus vidas, ese otro que se ha convertido ahora en un fantasma que los persigue
en sueños, les confunde, les duele, atormenta su vida presente, parece increíble
que aun en la actualidad después de tanto tiempo él/ella, está tan presente y
parece imposible pensar que haya pasado mucho tiempo, lo recordamos como si
fuera ayer, y mientras lo hacen los ojos se llenan de lágrimas, sienten fracaso
por no haber podido olvidar, creemos que el otro también está sufriendo por
nosotros, buscamos saber de él/ella, terminamos creyendo que nada tiene
solución estamos injustamente destinados al dolor.
Personas que creen
tener un alma gemela y que por mala suerte o mala elección, no pudieron seguir
juntos y su recuerdo se ha vuelto un tormento en el presente, siendo imposible
poder decir adiós o desprenderse de ese recuerdo que solo causa dolor y es
como ancla que no permite avanzar, la
clave está en la inmadurez emocional, en el apego afectivo patológico, suelen
ser personas que tuvieron escasa atención paternal o maternal en la infancia,
personas que buscan en otros aquello que no encontraron en sus progenitores en
su más tierna infancia y a lo largo de su desarrollo infantil y adolescente,
solo se puede avanzar hacia adelante cuando se encuentra la verdadera causa de
lo que ata, por lo general la respuesta siempre está dentro de uno mismo.
Separarse es una
decisión dolorosa a la que se llega exhausto después de muchos intentos de
acercamiento, discusiones, desacuerdos, dolor y frustraciones. Tristemente, nos
vemos en la tesitura de decir adiós. Seguir juntos no hace más que añadir más
dolor a la herida que la pareja lleva tiempo infringiéndose mutuamente.
Ahora ha llegado el
momento de decirle adiós a una persona. La relación se desgastó o simplemente
terminó su ciclo de vida. Las relaciones como las situaciones son círculos que
tienden a cerrarse cuando ha llegado su fin. Y sí, se llegan a terminar, nadie
nos dice que debían ser eternas. A veces, para continuar nuestro camino de
crecimiento es necesario dejar partir a algunas personas. Es un acto de amor
entre ambas partes, por lo que la culpa no ocupa un lugar en el escenario.
En ocasiones, es
necesario que suceda algo sorpresivamente decepcionante para darnos cuenta que
terminó una relación. Nuestra primera reacción tal vez esté empañada de ira.
Después sobreviene la tristeza o la negación. Sin embargo, sabemos en el fondo
de nuestro corazón que la relación se terminó.
"Cuando podemos cerrar
un círculo armoniosamente, en amor y gratitud, hacemos uso de nuestra capacidad
de soltar y desapego que lleva a la libertad y liberación".
Cuando se cierra un
círculo, liberamos energía que nos permitirá iniciar nuevos ciclos o nuevas
relaciones. Hacer lugar en nuestra vida para que entren nuevas personas más
afines a nosotros enriquece nuestra vida social y afectiva, permitiendo crear
la vida que soñamos. Arrastrar con vínculos caducos por aferrarse al pasado o a
recuerdos muertos ya inexistentes, impide lograr un bienestar verdadero. La
flexibilidad permite la novedad en nuestras vidas.
Aprende a valorar las
situaciones y a distinguir lo que es bueno para ti y para los demás, no tengas
miedo a dar un paso más y cambiar tu vida cuando estas mal viviéndola. Toma
decisiones, medítalas, evalúalas y adelante, si es necesario cerrar un ciclo de
tu vida, hazlo, siempre hay una parte positiva en todo cambio. No niegues tu
realidad.
El proceso de
separación tiene varias etapas: shock, pena, culpa, resignación, reconstrucción
y resolución. Recuerda por último que cada persona decide cómo sobrellevar su
proceso, pero es importante que detectemos si estamos llevando a cabo conductas
destructivas como descuidar nuestro trabajo, tratar mal a nuestros familiares,
alejarnos de amigos, caer en drogas o alcohol para olvidar, tener actitudes
descuidadas en cuanto a la sexualidad, en fin, date cuenta si empiezas a recaer
en este tipo de actitudes para que sea una auto alarma personal de que algo
está pasando, algo no está fluyendo y no tengas pena en pedir apoyo. Decir
adiós no es más que la aceptación de lo que nos sucede en un presente que no
nos agrada.
La ayuda psicológica es
indispensable en esta como en otras situaciones, el profesional sabe cómo guiar
estos casos que no difieren mucho de las adicciones. Si te identificas con este
artículo la ayuda está disponible solo depende de ti. Decir adiós no es fácil
pero siempre será mejor un volver a empezar que intentar resucitar una relación
que ha muerto.
“Labora tu proceso de
duelo y déjate fluir con las emociones y sentimientos que se van presentando,
con la confianza interna de que se va a superar, de que vamos a salir
adelante, y que traerá consigo un significativo crecimiento interior. Ese es el
regalo implícito en la separación: brindar una buena oportunidad para empezar
de nuevo”.
Finalizando, despedirse
es un acto valiente, humano, casi siempre doloroso, pero si aprendes de eso
siempre será para bien. Tendemos a convertir un deseo, un sueño, una fantasía,
en una necesidad, cuando hacemos esto, nos estamos generando fuentes de
sufrimiento emocional. En la vida, para llevar
a cabo nuestros sueños, "debemos soñar y saber despertar a tiempo”.