jueves, 18 de octubre de 2012

Niños Adictos a la Televisión


En muchas familias, la televisión es un miembro más e incluso puede llegar a tener mayor presencia e influencia que los padres. Decidirse a limitar y regular su uso es clave para aprovecharla bien y evitar consecuencias negativas.
El teleadicto “se halla sumido en un desierto mental de pasividad e inercia con erupciones de violencia, semejante a las características propias del mundo nirvánico de los adictos a la heroína”

 La afición desmedida por ver la televisión constituye un riesgo de dependencia por el encarcelamiento interno que anula la capacidad de libertad y decisión.

 Las personas más susceptibles de sufrir esta adicción son los sujetos de carácter inestable, carentes de iniciativa, los que se sienten solos o poco realizados, los enfermos depresivos y las personas impulsivas con dificultad de autocontrol.

 Los niños en edad escolar son los que con mayor facilidad se vuelven adictos a la televisión, debido a un abuso de la pantalla no tutelado por los adultos

¿Cuántos de nosotros podemos evitar mirar una pantalla aunque estemos gozando de una brillante conversación o entretenida lectura? La pantalla transmite un misterioso magnetismo, que nos obligará a dirigir nuestros ojos en esa misma dirección.

Al igual que el adicto necesita imperiosamente una nueva dosis, nuestro “TV adicto” requiere sentarse por X cantidad de horas (lo “normal” estadísticamente son 2 a 3 horas diarias, por lo que una “dosis” arriba entra al campo de la adicción) provisto de su control remoto – maravilloso invento que nos otorga el superlativo poder de hacer aparecer o desparecer de nuestra vista las imágenes mas maravillosas ó las más aburridas.
Esta "paternidad pasiva" trae consecuencias, una de tantas como lo que paso en Japón con resultados de que muchos niños presentaron un cuadro de “convulsiones epilépticas por estímulos visuales".


Aunque la tv parezca la distracción ideal, a los padres le entra la duda y empiezan a preocuparse con razón. Durante el tiempo que el niño esta viendo la tv, esta inmóvil, pasivo y en silencio, no se mueve, ni juega, no crea, no se relación, etc. Las investigaciones coinciden en que demasiado tiempo delante de la tv da lugar a la aparición de problemas infantiles, como ejemplo:

1.- Perdida de la capacidad creativa.
2.-Favorece a la obesidad: Al tratarse de una actividad totalmente sedentaria con lleva la falta y ausencia de ejercicios físicos.
3.- Disminución del rendimiento escolar: Se altera su capacidad para razonar, al niño le da pereza, pierde agilidad y soltura para hacerlo y lo más normal es que lo evite. Aparece una menor fluidez de expresión verbal y un retraso en la escritura y en la lectura.
4.- Perturbación del sueño: Ver mucha la tv afecta a su calidad del sueño, pero si además el contenido es violento, aumenta los miedos y las fantasías agresivas.
5.- Fomenta la agresividad: Imitarla. El contenido agresivo esta inmerso en muchos programas y eso hace quien se perciba como algo natural. El niño es muy susceptible a estos mensajes agresivos por que tienen menos capacidad de critica y da por bueno lo que sale en la tv (siempre y cuando lo entienda medianamente) incorporando la agresividad a su personalidad.
6.- Frena la Imaginación: La Tv lo da todo hecho, las secuencias se suceden unas a otras rápidamente, sin que el niño participe, no tiene que inventar ni imaginar nada.
7.- Puede Estimular una sexualidad precoz en adolescentes.

8.- Puede Promover dependencias a estilos de vida poco saludables como el beber o fumar, etc...

9.- Suelen ser propensos a enfermarse.


De entrada la tv se representa como nociva para el desarrollo intelectual y afectivo del niño. Sin embargo, esta ahi y no se puede evitar. Además, se ha demostrado que los niños que no tienen tv en su casa se sienten desplazados de sus compañeros. La solución no es eliminarla del hogar, si no que su valor depende del uso que hagamos de ella. Existen programas que son susceptibles de ayudar en el desarrollo de los niños, por lo que es responsabilidad de los padres o cuidadores del niño en seleccionar cuales y como se ven esos programas y desechar aquellos que les perjudique. Se trata de vigilar y guiar a los niños en su relación con este medio de comunicación. Acompañar a los hijos cuando ven TV, para comentar y reflexionar en conjunto sobre los contenidos.

  • Censurar los programas que promueven la violencia y contenidos no apropiados para su edad.
  • Educar para ver TV y desarrollar un espíritu crítico. Enseñar a los niños que se trata de un producto, no de la realidad, y que podemos tener una opinión propia o personal al respecto. Lo mismo con la publicidad.
  • Ofrecer otras alternativas de recreación: juegos, deportes, lectura, actividades con amigos y familiares.
  • Mirar los programas con los hijos.
  • Escoger programas apropiados para el nivel de desarrollo del niño.
  • Poner límites a la cantidad de tiempo que pasan ante la televisión (tanto a diario como  por semana
         Apagar el televisor durante las horas de las comidas y del tiempo de estudio
  • Apagar los programas que no les parezcan apropiados para la edad de su hijo.
  • No usar la televisión como distracción o como “niñera” en los niños de edad prescolar.
  • Enseñarles a elegir los programas con discernimiento; enseñarles a consultar la guía de programación para elegir los programas más adecuados.
  • Estimular a los hijos para ver programas educativos o que enseñen los valores humanos.
  • Prohibir los programas violentos.
  • Discutir los anuncios publicitarios con sus hijos, ayudarles a identificar cuales exageran y cuales no.
  • Hablar sobre la programación que ven, explicándoles las diferencias entre la realidad y la ficción.
CONCLUSIONES
Dentro de los medios de comunicación, la televisión es el más accesible para los niños, ya que está presente en la mayor parte de los hogares y no requiere de habilidades muy complejas para recibir la información, como sería, por ejemplo leer, en el caso de los libros y los periódicos.

"Es un medio de comunicación de masas, que por tener la facilidad de llegar a la mayoría de la población, se ha transformado en un arma de doble filo dada la calidad de programación que transmite sin considerar que, en la mayoría de los casos, sus espectadores son niños y jóvenes que no tienen un adulto que los oriente con relación a los temas que allí se desarrollan".

La importante y creciente cabida de la televisión en la sociedad, ha influido en la vida de todos sus miembros, sobre todo de los niños que son quienes pasan más horas frente al televisor y son más vulnerables ante sus efectos.

Al ver nuestra sociedad, podemos comprobar la importancia que tienen los medios de comunicación en nuestra vida, y a la vez, lo perjudicial,  que, en ocasiones, pueden llegar a ser para los niños, ya que en algunos casos  evidencian hechos de la vida sobre  sexo, dogas, violencias, guerras, discriminaciones y alcohol,  analizados sin ningún rigor científico ni ético.

Hechos que  perjudican a la mayoría porque los valores reales, estilo de vida y manera de vivir de cada uno está  “manipulados" por modelos , valores y tipos de comportamientos, algunos de los  cuales están bastante fuera del alcance de la mayoría de los hombres, pero otros pueden ser imitados y ejercer influencia directa sobre nuestro comportamiento y sobre todo sobre la conducta infantil.

Al decir que la TV tiene gran impacto en el desarrollo de los niños, no se refleja ninguna novedad, pero hay que admitir que las influencias no son todas  negativas,  también pueden llegar a ser positivas.

Con respecto a las influencias positivas se puede decir que son más débiles, pues los programas de este tipo son escasos y/o no están bien estructurados. En caso contrario, favorece al niño dándole una base más sólida en su aprendizaje, pero todo depende de cómo adquiera e interprete la información. También es importante destacar que la televisión permite, a través de este tipo de programas culturales, el conocimiento del mundo, de los diferentes países y sus culturas.

Por ultimo, es importante resaltar la enorme responsabilidad de los padres en la cantidad y calidad de televisión a la que están expuestos sus hijos, ya que los padres o adultos  deberían poner ciertos  límites y normas, edemas de promover una vida familiar con más comunicación e interacción entre sus miembros.

Los padres deberían utilizar todas las medidas que estén a su alcance para prevenir los efectos dañinos que la televisión puede tener en sus hijos. Aparte del contenido del programa de televisión, el tiempo que los niños dedican a esta actividad debería limitarse- actualmente están más tiempo viendo la televisión que en el colegio- estimulándoles a que se dediquen más a  otras actividades como son: la interacción familiar, el estudio y la lectura o el juego.

Si los padres tienen dificultades serias estableciendo controles y límites, o preocupación genuina en cuanto a la reacción del niño ante la televisión, deberían consultar con un psicólogo clínico especialista en niños.

Anímese a dosificar la televisión en su casa. Cuando compartan algún programa hablen sobre el tema, reflexionen. Alienten a sus hijos a tener más tiempo de juego, lectura, dibujar, modelar, construir, inventar historias delimitando bien la realidad de la fantasía. Estaremos forjando mentes lúcidas, ágiles, creativas. Estaremos permitiendo que se desarrollen mejor físicamente, que coman mejor, que duerman mejor. Estaremos dándoles espacio para lo trascendente, para que dialoguen, pregunten, expresen sus sueños, angustias y ansiedades.

"Es importante predicar con el ejemplo; los padres no pueden ser adictos de la televisión y deben saber discriminar los programas que ven en casa"

lunes, 15 de octubre de 2012

El síndrome de Jerusalén

El síndrome de Jerusalén (Jerusalem síndrome) es una enfermedad psíquica que afecta a un turista o un habitante de Jerusalén. La enfermedad tiene el carácter de una psicosis y se exterioriza con signos de delirios: el afectado se identifica completamente con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o del Nuevo Testamento y actúa como tal.
El Muro Occidental (de los Lamentos) es uno de los sitios turísticos más visitados de Israel. A cualquier hora del día o de la noche, afluyen visitantes al Muro, a orar, a tomar fotos, a participar en una manifestación o en una ceremonia de jura de la bandera, a asistir a una bar-mitzvá, o simplemente a absorber algo del ambiente histórico y espiritual del que está imbuido este lugar antiguo.
Ciertos individuos se sienten atraídos a ese lugar, en busca de una experiencia sobrenatural. Entre ellos están los que se creen mesías, los inadaptados, los turbados, los espiritualmente implicados. Son quienes padecen del síndrome de Jerusalén y están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los deleita la atmósfera especial del Muro pasada la medianoche. Su psique se inflama con la santidad histórica en la que se sienten inmersos. Aunque otros sitios de Jerusalén también los atraen, el Muro es el lugar predilecto de tales individuos, en especial de los judíos. Los períodos críticos son las festividades religiosas como la Navidad.

Descripción
El primero en identificar clínicamente el síndrome de Jerusalén fue el Dr. Yair Bar-El, ex director del hospital psiquiátrico de Kfar Shaúl y actualmente psiquiatra de distrito en el Ministerio de Salud. El Dr. Bar-El examinó a 470 turistas, declarados temporalmente dementes, que fueron atendidos en Kfar Shaúl entre 1979 y 1993, y extrajo de su estudio algunas conclusiones fascinantes. De los 470 visitantes del mundo entero que estuvieron internados allí, 66 por ciento eran judíos, 33 por ciento cristianos, y el 1 por ciento no tenía afiliación religiosa definida.
En el hospital Eim Karem hay un departamento de psiquiatría especializado en extranjeros que presentan este síndrome que en términos médicos es un trastorno disociativo histérico: los enfermos generan otra personalidad que luego no serán capaces de recordar. Se trata de una quiebra del sentido común ante la sobrecarga espiritual que flota en el ambiente, ante tanta religión, ideología, historia, mitología, concentradas en cada piedra de esta ciudad, y sus evidentes consecuencias: guerras, cruzadas, conquistas, masacres, éxodos, martirios, milagros, caridades, tiranía, intolerancia, arte y destrucción.

El Dr. Bar-El señala que el síndrome de Jerusalén es análogo al "síndrome de Florencia" identificado por los psiquiatras italianos, que hace tiempo observaron una tendencia entre los turistas y visitantes de la ciudad a actuar de modo raro e irracional. Sin embargo, en Florencia, son las obras de arte y la belleza de la propia ciudad las que provocan, al parecer, la aparición del síndrome, más bien que la religión.
Síntomas
 "De pronto algo me ocurrió" suelen decir esos turistas cuando inician su tratamiento psicoterapéutico. Suelen manifestar pautas muy similares de deterioro mental. Los síntomas aparecen al día siguiente de su llegada a Jerusalén, cuando empiezan a sentir un nerviosismo o una ansiedad inexplicables. Si vienen en grupo o con familiares, sienten de pronto la necesidad de estar solos y se apartan de los demás. Pronto comienzan a realizar actos de purificación y abluciones, como baños y duchas, o inmersión en un baño ritual. A menudo se cambian de ropa, con clara preferencia por las túnicas blancas, a fin de parecerse a personajes bíblicos, porque en su mayoría deseaban identificarse con alguna figura bíblica del Nuevo o del Antiguo Testamento.
Muchos personajes de la Biblia son objeto de una identificación de este tipo, como por ejemplo Moisés o el rey David del Antiguo Testamento, o Jesús de Nazaret y Juan el Bautista del Nuevo Testamento. Habitualmente los hombres emulan personajes masculinos de la Biblia y las mujeres, personajes femeninos. La confesión religiosa también es importante, puesto que los judíos imitan a personajes del Antiguo Testamento y los cristianos suelen imitar a los del Nuevo. No es exclusivo de una sola religión y afecta por igual a judíos, cristianos, musulmanes e incluso a otras creencias.
Individuos aparentemente equilibrados se vuelven psicóticos al llegar a Jerusalén. Son personas que se sienten atraídos por este lugar y buscan una experiencia sobrenatural. Quienes padecen de este síndrome están literalmente embriagados por la Ciudad Santa. Los deleita la atmósfera, los embelesa el hálito místico que perciben allí. Su psique se inflama con la santidad histórica en la que se sienten inmersos.
A los cuatro o cinco días, los pacientes responden al enfoque de retorno a la realidad que preconizan los psiquiatras. "Me siento como un payaso", dicen algunos, avergonzados y no logran explicar el por qué cuando les dicen que les dio por sumergirse en un estanque en el parque o cantar aleluyas en plena noche encaramados en las murallas de la Ciudad Vieja.
Existe la convincente teoría de que aquéllos que sufren el síndrome venían predispuestos a ello en forma de un trastorno mental latente que se vio precipitado al llegar a la ciudad santa.