lunes, 26 de abril de 2021

Niños de Alta Demanda

¿Cómo son y cómo se gestiona su crianza? Son críos muy intensos, movidos y sensibles, con una personalidad arrolladora que a menudo agota y desconcierta a los padres.

Los bebés de alta demanda crecen y sus características cambian. Aquí puedes consultar las más representativas para los niños de alta demanda

«Un término poco conocido que describe a niños de temperamento fuerte, intensos, muy sensibles y también movidos. No tienen ningún problema psicológico, ni tampoco son malos ni consentidos. Son personitas maravillosas, pero con una personalidad agotadora que suele complicar mucho su crianza»

No se trata de etiquetar a los niños con el fin de colgarles un sambenito. Se trata simplemente de conocer por qué se comportan de una determinada manera para que nosotros sepamos cómo actuar. Y también para que nos liberemos de la culpa y entendamos que el comportamiento de nuestro hijo no se debe a que no sepamos educarle. 'Hijos de alta demanda' (Ed. Toromítico).

Los padres de niños muy demandantes suelen sentirse a menudo «cansados, estresados y agobiados». Lo que les funciona un día ya no vale al siguiente. Sus hijos les absorben. No les dan tregua y «encima todo el mundo les da consejos que no piden porque la realidad es que ya lo han probado absolutamente todo sin éxito». Cuando son bebés son muy llorones, solo quieren estar en brazos, sobre todo en los de su madre, reclaman pecho continuamente y apenas duermen. «Es una crianza muy dura, desesperante en muchos aspectos. Son niños absolutamente normales, pero con ellos todo es muchísimo más intenso. No pueden estar solos, no se entretienen con nada, protestan en la cuna, en la hamaca, en la trona, en el coche... Los padres no viven, sobreviven como pueden», coinciden los expertos.

La pelea es continua. Pasa de la risa al llanto en dos segundos. Vive todo con muchísima intensidad, tanto lo bueno como lo malo.

¿Cómo es un niño de alta demanda? ¿Qué lo distingue de otros de su misma edad? «Su comportamiento es muy característico y lo dejan bien claro desde las primeras semanas de vida».

Perona identifica en su libro al menos una docena de rasgos representativos de esta manera de ser, que tanto exaspera a las personas que los rodean.

  1. Tienen problemas de sueño. No necesitan dormir demasiado, por eso les cuesta mucho conciliar el sueño, sobre todo si no está presente un adulto. Tardarán meses, incluso años, en hacerlo del tirón. «Leyre se plantó en el año y medio sin dormir más de media hora seguida. Ni ella, ni nosotros, claro. Parecía que la cuna tuviese pinchos. Solo se dormía a ratos en el pecho o en brazos»,
  2. Dependencia del adulto. Su ansiedad por separación es intensa. «Necesitan mucho contacto físico. Estar cerca de sus padres, que les cojan la mano, que los sujeten en brazos, pecho a todas horas... Agotan a cualquiera. Cuando algunos padres se quejan de que su hijo es muy 'inquieto' y tú lo ves todo tranquilo en su carrito, te dan ganas de decirles 'vosotros no sabéis lo que es un bebé movido de verdad'. Ahora mismo estaría berreando sin consuelo solo por estar metido en la silla»
  3. Poseen un temperamento muy fuerte. «Quieren salirse con la suya a cualquier precio, lo que les lleva a tener grandes berrinches cuando se les niega lo que piden. Suelen ser considerados por su entorno como unos malcriados y caprichosos».
  4. Son impredecibles. «Puede que durante un tiempo te sirva una determinada estrategia para que coma o duerma, pero al día siguiente deja de ser efectiva. Resulta muy estresante».
  5. Son hipersensibles. «Experimentan las emociones con mucha intensidad. Son vulnerables, intuitivos y perspicaces. Les afecta cualquier minucia y no le gustan las malas caras o cualquier pequeña riña» «una actriz de comedia romántica. Es muy melodramática y me preocupa que si no aprende a gestionar la emociones de otra manera, lo va a pasar muy mal».
  6. No saben calmarse solos. Suelen necesitar a un adulto para tranquilizarse porque «les cuesta contenerse y autorregularse».
  7. Se alimentan con frecuencia, sobre todo durante la lactancia. «No lo hacen únicamente por hambre sino porque necesitan el contacto y sentirse protegidos», señalan los expertos en crianza.
  8. Tampoco saben jugar solos. Necesitan un adulto continuamente a su lado para entretenerse. Además, se aburren con facilidad.
  9. Tienen muchísima energía. Son movidos e inquietos. «Parece que no conocen el cansancio y siempre tienen ganas de más. Nada los agota».
  10. Son inteligentes, despiertos y curiosos. «Esta característica es muy evidente desde los primeros meses». Son niños que no pierden detalle de lo que pasa a su alrededor, aprenden deprisa y preguntan mucho.
  11. Son ansiosos y preocupadizos. «En el niño de alta demanda a menudo se dan dos condiciones que le predisponen a la ansiedad: la inteligencia y la sensibilidad. Esto tiene que ver con la agudeza de su sistema sensorial y con su capacidad de análisis, lo que les suele llevar a preocuparse y darle muchas vueltas a las cosas».
  12. Son obstinados, testarudos y repetitivos. La perseverancia es una cualidad muy presente en la mayoría de los niños, pero en el caso de los de alta demanda la llevan «a otro nivel».

Y la pregunta del millón que se hacen los padres ¿Cómo se gestiona la crianza de un niño tan absorbente? «El primer paso es asumirlo. Debemos interiorizar la idea de que no lo estamos haciendo mal y que al niño no le pasa nada malo. Sencillamente y debido a su naturaleza, necesita más atención y cariño. A partir de ahí, el camino es más fácil. Porque no todo es malo. El niño de alta demanda será un adulto muy interesante. Todas esas características que en sus primeros años de vida nos desbordan harán que se convierta en una persona apasionada, inteligente, curiosa, perseverante, sociable y muy cariñosa».