martes, 13 de noviembre de 2018

Trastorno Afectivo Estacional

¿Qué es?

En estaciones del año como otoño e invierno, la sensibilidad a los cambios estacionales y la reducción de luz solar pueden afectarnos tanto físicamente como anímicamente. Este cuadro clínico se conoce como Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Cursa con síntomas de distimia (bajo estado de ánimo), irritabilidad y alteraciones del sueño, que suelen remitir con el cambio de estación, cuando aparece el buen tiempo y los días son más largos.
¿A quién afecta?

El TAE se presenta aproximadamente en 6 de cada 100 personas. Aunque puede presentarse durante la niñez y al inicio de la adolescencia, es más común en los adolescentes mayores y al inicio de la etapa adulta, comenzando normalmente poco después de los 20 años. Como otras formas de depresión, las mujeres tienen una probabilidad 4 veces mayor de desarrollar TAE que los hombres, los mismo que las personas con parientes que han experimentado depresión. Además, la biología, la química cerebral, los antecedentes familiares, el medio ambiente y las experiencias de vida individuales pueden hacer que ciertas personas tengan más propensión a desarrollar TAE y otras formas de depresión. Estudios abalan que el 15% de la población general padece este trastorno.

Causas

Se desconoce la causa concreta de este trastorno, pero los estudios actuales lo relacionan con dos factores fundamentales:
  • La luz ambiental
  • La regulación hormonal
Aunque se han estudiado diversas teorías, los investigadores en este campo coinciden que la aparición de esta bajada del estado anímico es desencadenada por la respuesta del cerebro a la disminución de la luz natural. Concretamente, se le ha relacionado con hormonas clave tales como la melatonina y la serotonina que ayudan a regular los ciclos del sueño-alerta, la energía, y el estado anímico. Los días más cortos y el incremento de las horas de oscuridad en otoño y del invierno pueden causar un aumento de los niveles de melatonina y una disminución de los niveles de serotonina, pudiendo así crear condiciones biológicas para un bajo estado anímico.

Explicación: La melatonina es una hormona que se encuentra de forma natural en el cuerpo humano cuya función principal es regular los ciclos de sueño y vigilia, antioxidante, combate los radicales libres y está estrechamente vinculada al estado de ánimo. Nuestros niveles naturales de melatonina comienzan a aumentar por la tarde, se mantienen altos durante casi toda la noche y disminuyen cuando sale el sol. Con la serotonina, ocurre lo contrario, ya que ésta aumentará cuando la persona esté expuesta a la luz solar por lo que en invierno estos niveles suelen ser más bajos y ello está asociado a la tristeza e incluso a la depresión. La luz natural activa la serotonina, la dopamina y la noradrenalina, todos ellos son neurotransmisores encargados de estimular las neuronas o células cerebrales. Si estos neurotransmisores no reciben suficiente luz solar, su actividad disminuye siendo deficitaria la transmisión de mensajes químicos intercelulares. Ello puede provocar tristeza, irritabilidad y en algunos casos incluso un cuadro depresivo. La luz solar también controla la glándula pineal, que segrega melatonina, hormona responsable de las emociones y del control biológico del organismo según sea de día o de noche, así como en los cambios de estación. Por ello si la luz disminuye, como ocurre en otoño e invierno, pueden aparecer desequilibrios hormonales que nos afectan de forma directa a nuestro estado anímico.

Los síntomas del TAE pueden ser:
  • Tristeza, desesperanza, irritabilidad y ansiedad
  • Aumento de sueño
  • Aislamiento social
  • Fatiga
  • Reducción del ejercicio físico, movimientos lentos
  • Problemas físicos, como dolores de cabeza
  • Menor tolerancia a la frustración (mayor sensibilidad a lo negativo)
  • Pérdida de interés en el trabajo y otras actividades
  • Cambios en la dieta, normalmente asociados con una mayor ingesta calórica.
Nota: Estos leves síntomas pueden deberse no sólo a la reducción de luz solar, sino a una sensibilidad a los cambios estacionales.

En los casos de depresión de invierno, los síntomas más comunes son: cambios en el apetito, aumento de peso, fatiga, somnolencia (poco común en otros tipos de depresión), desesperación, irritabilidad, ansiedad y anhedonía.  En la depresión de verano existe falta de apetito, pérdida de peso, insomnio, irritabilidad y ansiedad.​

¿Cómo combatir el estrés estacional?
  1. Dieta variada y equilibrada.
  2. Los hidratos de carbono, principal fuente de energía que proporciona glucosa, son indispensables para el sistema nervioso.
  3. También ciertos aminoácidos como el triptófano aumentan la producción de serotonina y tiroxina, para ello se amplían en la dieta, la Vitamina B y el Magnesio que pueden ser también un buen complemento en las estaciones otoñales e invernales.
  4. Ejercicio físico de día, a poder ser expuesto al sol.
  5. Mantener una vida social activa.
  6. Establecer unos buenos hábitos de sueño.
  7. Pasear al aire libre.
  8. Reír más y ocuparse en actividades creativas.
  9. Suplementación con melatonina.
  10. En casos más acusados donde los síntomas sean más marcados luminoterapia, psicoterapia y/o farmacoterapia.
¿Cuál es el tratamiento para el trastorno afectivo estacional?

El tratamiento se basa en antidepresivos, psicoterapia y fototerapia. Esta última es para que el cuerpo reciba el balance de luz normal que necesita y por tanto todas las vitaminas se vuelvan a desarrollar en el organismo. Por otra parte los síntomas psíquicos también deben ser tratados para no derivar en una depresión severa que impida el funcionamiento cotidiano de la persona.

Nota: Se ha comprobado que la exposición repetida a luces brillantes (como el caso de lámparas fluorescentes) es efectiva como tratamiento, probablemente por la implicación de la luz en la restauración de los niveles de serotonina.

Como prevención, quiero recordar a aquellas personas que han padecido durante el curso de su vida depresión, ansiedad y otros trastornos afectivos, que los síntomas de bajo estado de ánimo estacional pueden desencadenar cierto temor a recaídas. Si tales síntomas se agravan o bien persisten en el tiempo, recomiendo consultar con su especialista.




lunes, 12 de noviembre de 2018

Drogas en el Embarazo

Cuando está embarazada, es importante que preste atención a lo que pone en su cuerpo. Consumo de drogas ilegales no es seguro para el feto o la madre. 
Los estudios han demostrado que el consumo de drogas ilegales durante el embarazo puede resultar en aborto espontáneo, bajo peso al nacer, parto prematuro, desprendimiento prematuro de placenta, muerte fetal e incluso muerte materna.

Nota: Si está embarazada y está consumiendo cualquiera de estas sustancias, busque ayuda.

Lo que hacen:
  1. Tabaco. Fumar durante el embarazo traspasa nicotina, monóxido de carbono y otras sustancias dañinas al bebé. Esto puede causar muchos problemas para el desarrollo del feto. Aumenta el riesgo de que su bebé nazca con bajo peso, prematuro o con defectos congénitos. Fumar también puede afectar a los bebés después de nacer. Podría estar en mayor riesgo de desarrollar enfermedades como asma u obesidad. También puede tener mayor riesgo de morir de síndrome de muerte súbita. Disminuye los movimientos respiratorios fetales, altera la frecuencia cardíaca y representa un mayor riesgo de parto prematuro y de abortos espontáneos, así como de retardo del crecimiento fetal.
  2. Marihuana. Los estudios sobre su consumo por embarazadas no aportan datos concluyentes, ya que esta droga siempre se usa en combinación con tabaco y alcohol; sin embargo, puede estar relacionada con bajo peso al nacer y parto prematuro. Provoca que llegue menos oxígeno y nutrientes al feto, por lo que es común que nazca con un alto riesgo de desarrollar desórdenes de atención y problemas de aprendizaje que no pueden ser detectados hasta la edad escolar.
  3. Alcohol. Se registra desde un ligero a grave retraso mental, distracción, falta de concentración, retraso al hablar, problemas para oír o ver, problemas al relacionarse con otras personas y en controlar su comportamiento.
  4. Inhalables. El solvente orgánico utilizado en pinturas y pegamentos industriales causa deformidades semejantes a las ocasionadas por el alcohol.
  5. PCP Y LSD. Uso de PCP durante el embarazo puede llevar a bajo peso al nacer, control muscular deficiente, daño cerebral y síndrome de abstinencia si se utiliza con frecuencia. Los síntomas de abstinencia incluyen letargo que alterna con temblores. LSD puede provocar defectos de nacimiento si se usa con frecuencia.
  6. Cocaína. Reduce el apetito de la madre y causa contracción de los vasos sanguíneos; en consecuencia, se perjudica el desarrollo del feto y existe mayor posibilidad de parto prematuro o de que la placenta se separe de la pared del útero, causando hemorragia. Interfiere con el flujo de oxígeno y nutrientes que recibe el feto. Al nacer suelen tener un peso y tamaño mucho menor que el que tendría un bebé cuya madre no consumió drogas en el embarazo. Además, tienden a tener la cabeza más pequeña, lo que puede indicar que el cerebro también lo es.
  7. Heroína. Puede causar nacimiento prematuro, escaso desarrollo fetal, problemas neurológicos y de comportamiento e, incluso, la muerte del bebé. Los pequeños desarrollan la adicción desde que están en el vientre, por lo que durante los primeros días o semanas de nacimiento presentan síndrome de abstinencia, que causa irritabilidad, disminución de los estados de alerta, temblores, movimientos anormales, hipertonía (tensión exagerada del tono muscular) y alteraciones del sueño. Durante el primer año de vida son frecuentes los trastornos de coordinación motora y altos niveles de actividad, además de poco auto-control.
  8. Metanfetaminas. Elevan la presión arterial de la mujer y su ritmo cardíaco, lo que puede derivar en daño cerebral en el feto, nacimiento prematuro, crecimiento lento y aborto espontáneo.
  9. Abuso de medicamentos recetados. Si está tomando medicamentos recetados, siga cuidadosamente las instrucciones de su proveedor de atención médica. Puede ser peligroso tomar más dosis que lo debido, usarlos para drogarse o tomar los medicamentos de otra persona. Por ejemplo, el uso indebido de opioides puede causar defectos congénitos, abstinencia en el bebé o incluso la pérdida del bebé.
Casi todas las mujeres deben cambiar su estilo de vida durante el embarazo, lo que en algunos casos sólo requiere actividad física y dieta equilibrada.

Hacer frente a una adicción requiere de varios factores como la decisión para superarla, el apoyo de los seres queridos y de manera fundamental, recibir atención especializada. Si bien el panorama se ensombrece cuando existe alguna adicción, es posible seguir tratamiento de desintoxicación y control prenatal estricto para que la gestación sea lo más sana posible.


Articulo para revisión: www.mysu.org.uy/wp-content/uploads/2015/07/Consumo-de-drogas-durante-el-embarazo-Revision-MSP.pdf