sábado, 24 de mayo de 2014

Preocupación Patológica

Sentimiento de inquietud, temor o intranquilidad que se tiene por una persona, una cosa o una situación determinada. Cuando surgen problemas, es habitual sentirse preocupados. La preocupación está considerada como el modo de intentar buscar soluciones para aquello que supone obstáculos o proyectos a realizar en nuestra vida.

Sin embargo, la preocupación también forma parte de los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada, y puede generarlo. Esa dicotomía, convierte un mecanismo defensivo de nuestra mente (la preocupación) en algo patológico que hay que evitar.

La preocupación se vuelve una constante del individuo, que teme desastres futuros por cualquier circunstancia puntual o, incluso, imaginaria. La persona teme continuos problemas, o el aumento de ellos, e intenta prevenirlos desarrollando una actividad cognitiva en la que aparece la preocupación patológica, es decir, la ansiedad crónica. Generalmente, sus temores no se ven cumplidos, pero su intolerancia a la incertidumbre le hace seguir temiendo lo peor ante una nueva situación hipotética.

La preocupación patológica

La preocupación es una reacción automática para resolver nuestros problemas, pero se convierte en patológica cuando nos preocupamos por sucesos de baja probabilidad o damos vueltas a los problemas sin resolverlos nunca. Puede ser debido a que no aceptamos la incertidumbre inherente a la vida o porque preocupándonos nos justificamos de no resolver un problema y así rebajamos nuestra ansiedad. Finalmente nos llegamos a preocupar por estar preocupados.

El hecho de que se haya identificado como el elemento característico para el diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada ha disparado los estudios sobre ella, sobre todo en los últimos 20 años. Ello ha permitido entender algunas de sus características y plantear alternativas que abren nuevas perspectivas en el tratamiento cognitivo conductual de ese trastorno.

La preocupación aparece, en general y sin que se pueda considerar patológica, como un intento de resolver un problema que amenaza fijando un curso de acción adecuado y se convertirá en problemática cuando no llegue a buen término su función. Cuando detectamos la presencia de un problema, comenzamos de inmediato su afrontamiento. Si las circunstancias lo permiten, nos ayudamos del lenguaje interno (pensamiento) para resolverlo. Nuestro lenguaje nos sirve para simular nuestro comportamiento futuro y prever sus consecuencias sin necesidad de actuar. Comenzamos a planificar nuestra reacción y la preocupación surge dentro del proceso cognitivo que tiene como función determinar el curso de acción más conveniente para nosotros. Por tanto, la preocupación aparece asociada a la planificación de nuestras acciones y como tal entra dentro de la normalidad más absoluta y se puede estudiar junto a otras conductas de planificación en el contexto de la toma de decisiones y la resolución de problemas.

"La preocupación se incluye en la actividad cognitiva que prepara la reacción al peligro, por tanto, la preocupación asociada a la ansiedad es un factor que interviene en el enfrentamiento de cualquier amenaza y por eso se puede detectar frecuentemente en cualquier persona y como un elemento relevante en todos los sujetos que presentan un trastorno de ansiedad".

Cuando se piensa de forma rígida que la preocupación es buena y que hay que implementarla en todo momento, porque es imprescindible para resolver problemas o para evitar amenazas, aparece la preocupación de tipo 1. La persona inicia el desarrollo de planes de acción hasta que encuentra uno que le satisface. La forma de saber que le satisface es cuando siente o bien que es capaz de afrontar el problema o bien que ha contemplado todas las alternativas posibles; pero estos criterios suelen ser arbitrarios o supersticiosos. La persistencia y repetición de este proceso es la causa de que se implante una preocupación patológica. Finalmente se llegan a activar las creencias negativas, como considerarla incontrolable o dañina para el cuerpo o la mente de las personas, con lo que se dispara la preocupación tipo 2. En este caso se establece la meta-preocupación, ya que se llega a estar preocupado por el hecho de estar preocupado, se cree que la preocupación puede volver loco o llevar a hacer locuras, o a causar un estrés tan grande que produzca finalmente una enfermedad física.

La creencia en que la preocupación es dañina se confirma a sí misma. En efecto, el análisis de la situación confirma las previsiones, porque uno comprueba que cuando se preocupa, su cabeza da vueltas y su nivel de ansiedad es muy grande lo que le hace temer por su salud pero la primera alternativa que toma es preocuparse para encontrar la solución a su malestar, para asegurarse de que no le va a pasar nada, se establece así un círculo vicioso que incrementa la ansiedad y la creencia en la malignidad de la preocupación que se siente como incontrolable.

También la preocupación como afrontamiento de los problemas dentro de la normalidad está asociada a creencias de que es positivo preocuparse, puesto que colabora en la solución. Sin embargo la preocupación patológica no reduce la probabilidad de resultados negativos ni aumenta la probabilidad de un afrontamiento exitoso ni es efectiva para resolver problemas concretos. Pero las personas con trastorno de ansiedad generalizada se preocupan de sucesos con baja probabilidad y lo hacen de forma continuada. Como cuando se preocupan no ocurren los sucesos temidos, debido en realidad a su baja probabilidad, se refuerza la preocupación y la creencia en su eficacia. Es una confirmación supersticiosa, porque la no ocurrencia del suceso no está relacionada con preocuparse o no. Por ejemplo, cuando se preocupan con el objetivo de conseguir reducir la probabilidad de un accidente, como el accidente no ocurre, se refuerza la conducta de preocuparse.

Quien se preocupa patológicamente ve los pensamientos como sucesos reales en lugar de considerarlos como sucesos internos que no tienen necesariamente que reflejar una realidad objetiva. De esta forma, una amenaza pensada se convierte en real en lugar de ser solamente un pensamiento, y en consecuencia se establece el objetivo de eliminarla, evaluándola e intentando establecer estrategias y conductas para reducirla, acabar con ella o vigilarla, como si fuera totalmente real. Se ha dejado a un lado el funcionamiento meta-cognitivo que permite que se vean a los pensamientos como procesos que se tienen que evaluar y contrastar. Funcionar en modo cognitivo supone que la persona toma una cierta distancia de sus pensamientos y creencias, que no se consideran obligatoriamente como una representación verdadera de la realidad.

Tratamiento

La preocupación es controlable, el objetivo para solucionar el problema sería potenciar el modo cognitivo de pensar de forma que se pudieran evaluar los pensamientos, contrastar su realidad, suspender la preocupación o redirigir la atención a sucesos más probables. Funcionando en un nivel cognitivo se conseguiría tener un conocimiento más estructurado y desarrollar planes nuevos y efectivos y sería menos probable caer en una preocupación patológica. Si estamos preocupados, la tensión muscular aumenta, la mente se bloquea- creyendo más en los pensamientos negativos que enfocando sobre las posibles soluciones- y el creciente negativismo genera ansiedad.

Por eso, lo mejor ante la preocupación es quitarle poder de convicción a ese arquetipo mental del miedo. Actuar en vez de reaccionar. Pensar en lo que podemos hacer para enfrentar la situación paso a paso, y seguir esos pasos a uno por vez, sin adelantar acontecimientos. Eso es “ocuparnos” del problema, y no solo “pre-ocuparnos”.
  • El tratamiento cognitivo conductual plante como objetivo abordar los síntomas cognitivos y fisiológicos
  • Controlar los pensamientos empleando un método de entrenamiento en atención que nos ayude a tomar distancia de ellos.
  • Desarrollar una conciencia plena para no rumiar.
  • Incrementar la conciencia plena para aumentar la creatividad.
  • Aceptación de las sensaciones propias.
  • Meditación para conseguir la conciencia plena
  • Vivir en ahora: Precisamente porque no podemos acertar en nuestros pronósticos sobre el futuro, lo más conveniente es prevenir y actuar donde únicamente podemos: el momento presente. Es inútil y contraproducente dejarse llevar por los malos presagios o cualquier tipo de pensamiento negativo. Solo nos frenan.
Es importante comenzar a recapacitar si realmente vale la pena preocuparse por tantas cosas que tal vez tienen una importancia relativa, ser capaces de aprender a jerarquizar las prioridades y a reconocer y renunciar a mandatos internos que los obligan a ocupar la mente inútilmente, dejando de lado experiencias presentes que jamás se repetirán y que pueden ser mucho más importantes. Dar los pasos convenientes hacia una resolución positiva, manteniendo la calma y sin agobiar nuestra mente por hacer caso de malos presentimientos o temores innecesarios, no es solo saludable sino efectiva. Evidentemente, hay que desterrar de nuestra estructura mental el preocuparse y sustituirlo por el ocuparse cuando el obstáculo surja, no antes de tiempo.

martes, 20 de mayo de 2014

Asesino Serial: Perfil Psicológico Criminal

¿Qué es un asesino serial? También conocido como asesino múltiple. Es la persona que asesina a tres o más víctimas en un lapso de 30 días o más, con un período de enfriamiento entre cada asesinato y cuya motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona dicho crimen.

Perfil

Para entender el perfil de un asesino, es muy importante conocer el tipo de asesinato que comete. La violencia en la conducta agresiva con el fin de causar un daño físico o psicológico a otra persona puede ser de diferentes tipos. Puede tratarse de una violencia impulsiva o de una violencia premeditada. La mayoría de los asesinos en serie tienen antecedentes enfermizos. Se sabe que, frecuentemente, fueron víctimas de abusos durante su infancia, ya sea física, sexual o psicológicamente, toda vez que existe una correlación entre los abusos de su infancia y los crímenes que cometen.

Esta clase de homicidas utilizan su ingenio para atraer a sus víctimas o desarrollan sofisticados métodos de tormento y ejecución. Se destacan por poseer una inteligencia por encima del promedio, poseen muchos recursos intelectuales y casi siempre son dueños de una fuerte personalidad. Seductores, disfrutan al construir artefactos, habitaciones e inclusive casas completas, que acondicionan como cámaras de tortura. Disfrutan con el dolor y el miedo de sus víctimas y van perfeccionando sus técnicas.

Se ha observado que la mayoría de ellos han sufrido golpes en la cabeza, episodios de violencia o abuso sexual en su infancia. Cuando son niños, frecuentemente padecen enuresis (micciones incontroladas) y además maltratan, torturan y matan animales (insectos, aves, roedores, gatos o perros). También suelen mutilar muñecas, presentar tendencias pirómanas y practicar juegos que concluyen con un supuesto asesinato o una muerte actuada. Gustan de desafiar lo establecido, presentan conductas audaces y delinquen con facilidad. No respetan las leyes ni las jerarquías, aunque a veces, por conveniencia, se apegan a ciertas reglas sociales. Son grandes fingidores, mienten con facilidad y son mitómanos. Por lo general, presentan conductas sexuales atípicas o patológicas (parafilias). Muchos consumen y coleccionan pornografía (libros, revistas y películas).

El elemento de fantasía en el desarrollo de los asesinos en serie es extremadamente importante. A menudo fantasean acerca de asesinar durante y aún después de la adolescencia. Sueñan despiertos de manera compulsiva sobre dominación, sometimiento y asesinato, usualmente con elementos muy específicos de sus fantasías que después aparecen en sus crímenes reales. Otros disfrutan leyendo historias de sadismo, llenos de violación, tortura y homicidio. En algunos casos, estos rasgos no están presentes.

Una variedad de impulsos psicológicos pueden llevar a matar al asesino serial o asesino en serie, como también se lo conoce, especialmente se destacan las obsesiones sexuales y las desmedidas intenciones de poder. La metodología, es decir, el modus operandi (el modo de actuar, las acciones características al cometer un crimen) que sigue un asesino de este tipo “suele” ser siempre la misma, porque los crímenes más o menos se realizan en las mismas condiciones y los blancos escogidos comparten características, entre ellas, profesión, sexo, edad, raza.

Sus motivaciones al matar incluyen la necesidad de calmar un impulso homicida, el cumplimiento de ciertas fantasías, casi siempre de contenido sexual, el deseo de ejercer poder y dominación sobre las víctimas, perturbaciones o enfermedades mentales que provocan alucinaciones y una profunda distorsión en la percepción de la realidad y la satisfacción al causar dolor y muerte. Carecen de empatía y cosifican a sus víctimas, a quienes consideran objetos y no sujetos, cosas y no personas. Poseen, en cambio, la denominada empatía utilitaria, encaminada a analizar y manipular a los demás. Casi nunca se arrepienten de sus crímenes e inclusive presumen de los mismos ante los medios de información.

La relación de los asesinos en serie con los restos de sus víctimas es muy simbólica algunos son:

Necrófilos (mantienen contacto sexual con el cadáver o con trozos de él)
Necrófagos (comen pedazos del cuerpo, a veces por varios días)
Necrómanos (guardan partes como recuerdo)
Necrógrafos (le toman fotografías a los restos)

Unos más visitan los lugares donde han sepultado o abandonado los cadáveres, e inclusive llegan a desenterrarlos. La mayoría de los asesinos son extremadamente fetichistas: guardan “trofeos” o “recuerdos” físicos de sus crímenes (fotografías, prendas de vestir, joyas, credenciales o inclusive miembros de las víctimas), que los ayudan a revivir sus acciones y sirven como parte de una colección, cuyo significado es claro únicamente para ellos. Otros también recortan y guardan notas aparecidas en periódicos y revistas, e inclusive graban noticiarios que informan sobre sus crímenes.

El mayor porcentaje de asesinos seriales son hombres, caucásicos, de entre veinte y sesenta años de edad, hay muy pocos casos de asesinas en serie. Casi siempre matan dentro de su grupo racial y sus víctimas tienen semejanzas entre sí (de sexo, apariencia, ocupación, nacionalidad, edad, clase social, etc.). También suelen limitarse a un área geográfica determinada, cerca de sus lugares de trabajo o vivienda. Pueden llevar una vida aparentemente normal, lo que se conoce como máscara de cordura. Muchas veces escriben cartas a la policía, a los medios de información masiva o a las familias de sus víctimas. Necesitan ser reconocidos y gustan de la publicidad y la difusión que se le brinda a sus acciones. Algunos de ellos regresan al lugar de sus crímenes o intentan colaborar con las investigaciones de sus casos. Otros acuden a los funerales o sepelios de sus víctimas.

Es importante hacer una distinción entre varios término, no es lo mismo un asesino en serie, uno en masa y, lo que los científicos han llamado, un Spree Killer.

Un asesino en serie es alguien que comete tres o más asesinatos durante un extenso período con un lapso de enfriamiento entre cada crimen. En medio de sus delitos ellos parecen bastante normales, de coeficiente intelectual elevado, violentos, sádicos evitan la captura, durante años cometen una serie de asesinatos, actúan durante años entre periodos intermitentes de violencia y normalidad "máscara de cordura." A menudo existe, pero no siempre, un elemento sexual en este tipo de asesinos. Los asesino en serie en general son organizados a diferencia de los spree killers y los en masa

Un asesino en masa, por otra parte, es un individuo que comete múltiples asesinatos en una ocasión aislada y en un solo lugar. Los autores algunas veces cometen suicidio, por consiguiente, el conocimiento de su estado mental y qué los motiva a actuar de esa manera, se deja muchas veces a la especulación. Los pocos asesinos masivos que han podido ser atrapados afirman que no recuerdan claramente el evento. Suelen ser violentos su motivación es una gran cantidad de ira acumulada la cual explota por un detonante como la muerte de un familiar, pérdida del empleo o de la pareja sentimental, asesinan a un gran número de personas en un único atentado en el que generalmente mueren. No planean a largo plazo.

Un spree killer comete múltiples asesinatos en diferentes lugares, dentro de un período que puede variar desde unas cuantas horas hasta varios días. Entre el asesino en serie y el de masas asesinan a un grupo de personas en un corto tiempo y en diferentes lugares, carecen de la máscara de cordura, no vuelven a su comportamiento normal entre asesinatos.

Los asesinos en serie atraviesan por varias fases cada vez que cometen un crimen:

1. Fase áurea. El asesino se refugia en sus fantasías, que casi siempre giran alrededor de muerte, sexualidad y violencia. Su contacto con la realidad se debilita.
2. Fase de pesca. El homicida comienza a acechar a víctimas potenciales. Con frecuencia vaga por las calles, a pie o en un vehículo, seleccionando.
3. Fase de seducción. El criminal atrae a sus víctimas potenciales, se gana su confianza o provoca encuentros fortuitos con ellas. Esto le produce placer.
4. Fase de captura. El asesino ataca. En este punto, puede secuestrar a su víctima. Es también el momento en que ejerce la crueldad: viola, maltrata, amenaza, golpea, tortura, mutila, y si corresponde a su perfil, documenta sus acciones en vídeo o fotografía.
5. Fase del asesinato. El homicida consuma la muerte de la víctima, siempre por medios violentos. Para ello utiliza un método preferido, que varía según el perfil del asesino: estrangular, disparar, desangrar, ahorcar, quemar, asfixiar, ahogar, golpear, envenenar.
6. Fase fetichista. El criminal elige el “trofeo” o “recuerdo” de su acto. Pueden ser las fotografías o vídeos que haya tomado, o algún objeto relacionado con la víctima. Es también el momento en el cual mutila el cadáver para guardar uno o varios trozos. Muchos aprovechan este momento para violar los cuerpos, descuartizarlos, enterrarlos o tirarlos en algún lugar.
7. Fase depresiva. Algunos investigadores equiparan esta etapa con el relajamiento post coital. Muchos agresores tienen pensamientos suicidas.
8. Fase de meseta. El asesino se tranquiliza, recuerda sus crímenes, contempla los objetos obtenidos, reúne recortes de prensa sobre el suceso, se dedica a escribir cartas, se acerca a los sitios donde ha matado, intenta establecer contacto con familiares de sus víctimas y autoridades policíacas, e inclusive asiste a las exequias. Este periodo de supuesta calma dura hasta que las fantasías y la necesidad de matar retornan.

Ciertas clasificaciones dividen a estos criminales en “organizados” y “desorganizados”:

1. Organizados.
  • Tienen un coeficiente intelectual normal o alto.
  • Llevan una vida social activa.
  • Provienen o pertenecen a la clase social media o alta.
  • Pueden ser casados o tener una pareja estable.
  • Poseen un vehículo propio, en el que se trasladan para cometer los crímenes.
  • Tienen un trabajo estable y gozan de cierta solvencia económica.
  • Planean sus crímenes con antelación.
  • Con frecuencia, conocen a su víctima.
  • Portan un “kit de asesinato”, con los instrumentos que utilizarán para cometer el crimen (cuerdas, linterna, armas de fuego o armas blancas, esposas, etc.)
  • Acostumbran violar y torturar antes de matar a su víctima.
  • Son cuidadosos; eliminan las pruebas o tratan de no dejar indicios sobre su identidad.
2. Desorganizados.
  • Tienen un bajo coeficiente intelectual.
  •  Llevan una vida social mediocre.
  •  Provienen o pertenecen a la clase social media-baja o baja.
  •  Por lo general son solteros.
  •  No eligen el escenario del crimen y cometen los asesinatos en el sitio donde encuentran a la víctima.
  •  Improvisan sus actos.
  •  No portan armas y con frecuencia utilizan objetos que se encuentran en el lugar del crimen.
  •  No conocen a las víctimas.
  •  Se trasladan a pie o utilizan el transporte público; y si utilizan un vehículo, es prestado, robado o se encuentra en malas condiciones.
  •  Matan a su víctima, a veces con crueldad, pero no la violan mientras vive, ni la torturan.
  •  Dejan pruebas de su identidad en el lugar (ropa, documentos, huellas digitales, cabellos, restos de fibras, sangre, semen, saliva, orina, excremento, etc.)
México tiene su lado oscuro, ese que no quiere ser recordado. La historia de las muertes hechas por celebres asesino seriales no le es ajena a nuestro país.

lunes, 19 de mayo de 2014

Cosas que Debes Dejar de Hacerte a ti Mismo

Necesitamos dejar espacio a las nuevas y mejores cosas de la vida. “Nadie puede volver atrás y comenzar de nuevo, pero cualquiera puede comenzar hoy mismo y hacer un nuevo final.” M. Robinson. 
1. Deja de pasar tiempo con las personas equivocadas.

La vida es muy corta como para gastarla junto a personas que succionan tu energía y felicidad. Si alguien te quiere en su vida, harán espacio para ti, no deberías pelear por un lugar. Nunca jamás insistas con alguien que te pasa por alto. Recuerda que los verdaderos amigos soy aquellos que te dan la libertad de ser tú mismo y en especial la libertad de sentir, no son necesariamente aquellos que se quedan contigo en los buenos tiempos, sino los que permanecen en las peores situaciones.

2. Deja de huir de tus problemas.

¡Enfréntalos! No será fácil, nadie es capaz de salir ileso de todos los problemas. No siempre se puede salir instantáneamente de un problema cuando se presenta, no estamos hechos para eso. De hecho, lo normal es que sintamos tristeza, enojo, dolor, incertidumbre, derrota. Este es el propósito de la vida: Enfrentar los problemas, aprender de ellos, adaptarse y, finalmente, resolverlos con el paso del tiempo. Es lo que nos convierte y moldea a lo largo de la vida.

3. Deja de mentirte.

Puedes mentirle a cualquiera en el mundo, pero no puedes mentirte a ti mismo. Nuestra vida mejorará sólo cuando aprovechemos las oportunidades y la primera y más difícil es ser realmente honestos con nosotros mismos.

4. No dejes tus propias necesidades para lo último.

La cosa más terrible es perderse a sí mismo mientras amas a alguien más, olvidándose de lo especial que es uno mismo. Esto no significa que dejes de ayudar a otros, sino que debes ayudarte a ti mismo también. Si existe un momento para seguir tu pasión y hacer algo que te importa, ¡Ese momento es justo ahora!.

5. Deja de intentar ser alguien que no eres.

Uno de los grandes retos de la vida es ser uno mismo en un mundo que quiere que todos sean iguales. Siempre habrá alguien más listo, más guapo, más joven o más viejo, pero NUNCA serán TÚ. Jamás cambies para agradar a las personas, sé tú mismo y las personas correctas te amarán por ello.

6. Deja de aferrarte al pasado.

No puedes comenzar un nuevo capítulo en la vida si sigues leyendo y releyendo el anterior.

7. Deja de tenerle miedo a los errores.

Hacer algo y equivocarse es, al menos, diez veces más productivo que no hacer nada. Cada éxito trae una historia de fracasos detrás y cada error es un paso más cerca de la victoria. Uno termina arrepintiéndose de las cosas que no hizo más que de las cosas que hizo.

8. Deja de culparte por errores pasados.

Quizá amamos a la persona equivocada y lloramos por errores cometidos, pero no importa cuántas cosas hemos hecho mal, algo es seguro: los errores nos ayudan a encontrar a la persona y a las cosas correctas para nosotros. Todos cometemos errores, tenemos problemas e incluso nos arrepentimos de cosas de nuestro pasado. Pero tú no eres tus errores, no eres tus problemas y estás aquí y AHORA con el poder de moldear tus días y tu futuro. Cada cosa que te ha pasado en la vida te está preparando para algo que aún está por venir.

9. Deja de intentar comprar la felicidad.

Muchas de las cosas que deseamos son caras. Pero la verdad es que las cosas que en verdad nos satisfacen son totalmente gratis: el amor, la risa y trabajar en nuestras pasiones. Si te permites vivirlo intensamente vivirá en tu corazón y mente por siempre.

10. Deja de buscar la felicidad exclusivamente en otros.

Si no eres feliz con quien eres por dentro, no serás feliz en una relación de largo plazo con cualquier otra persona. Primero tienes que crear estabilidad en tu propia vida, antes de que puedas compartir la vida con alguien más.

11. Deja de ser pasivo.

No pienses demasiado las cosas o crearás un problema que ni siquiera estaba ahí en primer lugar. Evalúa las situaciones y toma acciones decisivas. No puedes cambiar cuando te rehúsas a confrontar las cosas, el progreso implica riesgo, ¡Punto! No puedes llegar a segunda base si tienes un pie en la primera.

12. Deja de creer que no estás listo.

Nadie se siente 100% preparado cuando una oportunidad se presenta. Es porque las oportunidades en la vida nos empujan fuera de nuestras zonas de confort, lo que significa que nunca nos sentiremos completamente cómodos en un principio.

13. Deja de envolverte en relaciones por las razones equivocadas.

Las relaciones deben ser escogidas sabiamente. No hay necesidad de apresurarse, si algo debe ser lo será a su debido tiempo, con la persona adecuada y el momento debido. Enamórate cuando estés listo, no cuando te sientas solo.

14. Deja de evitar nuevas relaciones sólo porque las pasadas no funcionaron.

En tu vida te darás cuenta de que hay un propósito para cada persona que conozcas. Algunas personas te pondrán a prueba, otras te enseñarán grandes lecciones, pero lo más importante es que algunas sacarán lo mejor de ti.

15. Deja de competir contra todos.

No te preocupes si a otros les va mejor que a ti, concéntrate en romper tus propios récords cada día. El éxito es una batalla entre tú y tú mismo, sólo eso.

16. Deja de lado los celos.

Los celos son el arte de contar las bendiciones ajenas en vez de las propias. Pregúntate esto: “¿Qué es lo que tengo yo que todos los demás quieren?”

17. Deja de quejarte y de sentir pena de ti mismo.

La vida tiene sus altibajos por una razón: para moldear tu camino en la dirección correcta para ti. Puede que no veas o entiendas todo en el momento en que sucede, eso puede ser muy duro. Pero recuerda los momentos difíciles que ya has pasado: Casi siempre nos llevan a mejores lugares, personas, estados mentales o situaciones, eventualmente. Así que sonríe y practica todos los días 5 minutos en hacerlo veras que al final saldrá natural. Deja que todos sepan que hoy eres mucho más fuerte que ayer, y así continuarás.

18. Deja de guardar resentimiento.

No vivas tu vida con odio en el corazón. Terminarás lastimándote a ti mismo más de lo que las personas que odias podrían. El perdón no es sólo decir: “Está bien lo que me hiciste”, es poder decir: “No voy a dejar que lo que me hiciste arruine mi felicidad para siempre”. El perdón es la respuesta, déjalo ir, encuentra la paz, ¡Libérate! Y recuerda, el perdón no es sólo para las demás personas, también es para ti mismo. Si debes, perdónate a ti mismo, supéralo e intenta hacerlo mejor la siguiente ocasión.

19. Deja de permitir que otros te bajen a su nivel.

Niégate rotundamente a rebajar tus estándares para adaptarte a quienes se niegan a elevar los suyos.
20. Deja de desperdiciar el tiempo explicando tus razones a los demás.
Tus amigos no lo necesitan y tus enemigos ni siquiera lo creerán. Sólo haz lo que tu corazón te dice que es correcto.

21. Deja de hacer las mismas cosas una y otra vez sin tomarte un descanso.

El tiempo perfecto para tomarte una pausa es justo cuando no tienes tiempo para ello. Si continúas haciendo lo mismo, seguirás obteniendo los mismos resultados. Hay veces que necesitamos un descanso para ver las cosas más claramente.

22. Deja de pasar por alto la belleza de los pequeños momentos.

Disfruta de las cosas pequeñas porque un día mirarás atrás y descubrirás que eran, en realidad, las cosas más grandes. La mejor parte de tu vida serán las cosas pequeñas, momentos innumerables que invertiste sonriendo a quien te interesa de verdad.

23. Deja de intentar que las cosas sean perfectas.

El mundo real no recompensa a los perfeccionistas, recompensa a las personas que hacen las cosas en tiempo y forma.

24. Deja de seguir el camino más fácil.

La vida no es fácil, especialmente cuando planeas realizarte en algo que vale la pena. No tomes la alternativa más fácil siempre, haz cosas extraordinarias.

25. Deja de actuar como si todo estuviera bien cuando no lo está.

Está bien quebrarse de vez en cuando, no tienes que pretender ser fuerte, no hay necesidad de probarle a nadie que todo está perfectamente todo el tiempo. No debería preocuparte lo que los demás piensan. Llora si lo necesitas, es saludable dejar fluir esas lágrimas. Cuanto más pronto lo hagas, más pronto serás capaz de sonreír de nuevo, sonreír de verdad.

26. Deja de culpar a los demás de tus problemas.

La capacidad de alcanzar tus sueños depende de tu capacidad de hacerte responsable de tu vida. Cuando culpas a los demás de lo que te pasa, estás rechazando esta responsabilidad: Le das poder a otros sobre una parte de tu vida.

27. Deja de hacerlo todo por todos.

Eso es imposible, y solamente terminarás exhausto. Pero hacer sonreír a una persona, a esa persona especial sí puede cambiar el mundo. Quizá no el mundo entero, pero sí una parte de él: enfocarse es el secreto.

28. Deja de preocuparte demasiado.

Preocuparse no le quita problemas al día de mañana, le quita felicidad al día de hoy. Una manera de saber si vale la pena preocuparse es plantearse la siguiente pregunta: “¿Importará esto dentro de un año? ¿Tres años? ¿Dentro de cinco años?” Si la respuesta es negativa, entonces no vale la pena darle más vueltas al asunto.

29. Deja de enfocarte en lo que no quieres que suceda.

Mejor, enfócate en lo que sí quieres que pase. Pensar positivo es el preámbulo al éxito rotundo. Si despiertas cada mañana con el pensamiento de que algo maravilloso sucederá ese día y pones suficiente atención, descubrirás que estabas en lo correcto.

30. Deja de ser ingrato.

No importa lo bien o lo mal que te ha ido, levántate de la cama agradecido por tener vida. Hay quienes, en algún lugar, luchan por ella desesperadamente. En lugar de pensar en lo que te hace falta, intenta pensar en lo que tienes y que a muchos les hace falta.