viernes, 21 de marzo de 2014

Liberar Emociones Negativas

¿Podemos elegir libremente qué tipo de emoción experimentar? ¿Ante un mismo estimulo podemos elegir experimentar varios tipos de respuesta?
Ya no somos meramente sujetos pasivos  que experimentan aquellas sensaciones que el estímulo externo dispara en nosotros. Ante un mismo estimulo externo podemos libremente elegir entre sentirnos de una manera o de otra. ¿Pero debemos rechazar sistemáticamente aquellas emociones que denominamos como negativas? El dolor, la tristeza, la melancolía, la rabia o el miedo existen porque, sin duda, son emociones útiles que nos pueden ayudar a superar determinados estados. No es saludable obligarnos continuamente a sentirnos bien y a reprimir nuestros estados “negativos”. Debemos valorar que las llamadas emociones negativas tienen también su función.

EL dolor y la tristeza son emociones negativas que provocan una bajada de energía y que estimulan una reflexión profunda. Nos ayudan a superar momentos difíciles de nuestras vidas. Pueden llegar a ser necesarias para establecer un periodo de transición entre un estímulo negativo externo y una recuperación emocional saludable. Ante la muerte de un ser querido es saludable sentir dolor o tristeza como trampolín a superar la situación.

La ansiedad o la rabia son, por el contrario, emociones negativas pero cargadas de energía. Esta sobrecarga de energía es, en ocasiones, imprescindibles para superar determinadas situaciones adversas para reaccionar contra ellas, para mantenernos alerta y en tensión. Eso no es malo en sí. Si lo sería si mantuviéramos esa misma tensión cuando el estímulo externo ya hubiera pasado, cuando la amenaza o el peligro ya no existieran.

Culturalmente llorar se ha asociado a debilidad, por ello muchas personas intentan reprimir el llanto, sobretodo públicamente. Cuando lloramos, en la mayoría de los casos, encontramos como primera reacción el intento, por parte de nuestro entorno, de aplacar nuestro llanto. Si bien estas expresiones buscan el consuelo en nosotros, ejercen el efecto contrario, dado que nos sentimos frustrados al no ser comprendidos. 

El llorar es beneficioso para la salud. Se produce una liberación de adrenalina, hormona segregada en situaciones de estrés y noradrenalina, hormona que actúa como neurotransmisor que contrarresta el efecto de la adrenalina.

El efecto de ambas hormonas produce en el organismo una sensación de desahogo y tranquilidad, el cuerpo se relaja y en muchas ocasiones la persona se queda dormida después de un episodio de llanto.

Ante una amenaza es saludable sentir miedo, porque esa emoción dispara en nosotros los resortes necesarios para superarla con éxito. La mayoría de las emociones negativas  tiene la misión de llamar nuestra atención sobre las cosas que no van bien en nuestras  vidas, nos proporcionan un estado para evaluar esas situaciones y encontrar soluciones para superar las dificultades. En ocasiones debemos permitirnos el lujo de experimentar esas emociones negativas, siempre y cuando respondan estímulos externos apropiados y nos sean realmente útiles para la superación.


El dejar liberar todas estas emociones negativas que nos sobrepasan en determinados momentos de nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje propio sobre cómo gestionarnos emocionalmente.

Podrás sentirte más valorado, aceptado, y tener paz y armonía en tu interior, aumentando así tu autoestima, esto lo puedes lograr liberando las emociones negativas que estás acostumbrado a mantener y alimentar.

jueves, 20 de marzo de 2014

Relaciones que Enferman: Mileva y Einstein

"Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”. Mileva Maric
Mileva Maric (1875-1948) pertenecía a una familia serbia en la que abundaba el  talento y un profundo respeto por la inteligencia en todas sus formas. Su padre tuvo que solicitar permisos especiales para que  su hija pudiera seguir estudios a nivel de instituto, que estaban reservados solo para hombres,  Mila  logrará a los 15 años, las mejores calificaciones en física y matemáticas en el Instituto de Secundaria de Zagreb, al que asistían sólo dos mujeres.

En 1896 ingresa  en la Universidad de Zurich, una de las más prestigiosas de Europa en el S. XIX  y se matricula en la Escuela Politécnica de Zurich para estudiar matemáticas y física. Allí conocerá a Einstein.

Ambos compartían su amor por la ciencia y la música y se cuenta que a menudo abandonaban sus clases regladas para dedicarse a sus propias investigaciones. Planeaban dedicarse a la docencia una vez acabados los estudios, incluso optar por un puesto en la universidad, pero estos planes se verán frustrados.

Einstein no consigue acceder a un puesto de profesor ayudante debido a su mala relación con el catedrático de física matemática y técnica H. Weber y Mileva no logra pasar el examen final de Licenciatura  y desarrollar el proyecto de investigación que tenía pensado para su tesis doctoral  debido a que queda embarazada. El paradero de esa hija-Liserl- es desconocido, su rastro se pierde un año y medio después de su nacimiento.

Mileva y Albert se casarán en 1903 y se instalarán en Berna iniciando un período sumamente prolífico de producción científica. El matrimonio es, en esta época, una fuente de felicidad para ella.  Lleva toda la carga de la vida cotidiana y además aporta al trabajo de su marido su brillante visión como matemática y una actitud de fé en su trabajo y energía sin límites. En 1904 nacerá su  hijo Hans Albert y en 1910 su hijo Eduard “Tete”  quién con el tiempo desarrollará esquizofrenia.

Mileva no participaba en la creación de las ideas de Einstein pero las sometía a prueba, las discutía con él y le daba una expresión matemática a sus razonamientos. Sin Mileva es probable que Einstein nunca hubiera desarrollado su teoría; era indeciso, vacilante, le costaba decidirse y cambiaba continuamente de opinión, también pasaba por crisis en las que dejaba de creer en él. Mileva, por el contrario, nunca dudaba de su genio.

1905 es un año de inflexión que marca el comienzo de la fama de Einstein y también  de una serie de cambios que terminarán con los proyectos profesionales de Mileva. Cuando  le preguntaban  por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: “Wir sind ein Stein!” (Somos Ein stein), que en alemán significa “somos una misma piedra”.

Aunque su casa sigue siendo punto de encuentro de científicos y de debates estimulantes, la actitud de Einstein hacia Mileva cambia. Mientras él es un científico reconocido mundialmente, Mileva deja de ser la mujer excepcional con la que se relaciona como amiga y colega y con la que comparte sus proyectos.

Las sucesivas mudanzas, primero a Praga y luego a Berlín detrás de las cada vez más suculentas ofertas de trabajo de su marido- solo aumentan su malestar, su enojo y su ensimismamiento y el sentimiento de sentirse  rechazada por el entorno laboral y familiar de Albert.

La madre de Albert, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia le decía a menudo : “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer” Por esa época, Einstein inicia una relación sentimental con su prima  Elsa Löewenthal, cinco años mayor, divorciada y con dos hijas, amante del lujo y acostumbrada a frecuentar círculos influyentes.

Mileva comienza a descuidar su aspecto exterior, se vuelve cada vez más callada y se vuelca a sus hijos, en los últimos tiempos de convivencia ya no inicia por iniciativa propia ninguna conversación, pierde los nervios con frecuencia y se vuelve obsesiva con el orden y las rutinas.

Cuando decide cortar esta situación y regresar a Zurich con sus hijos,  lleva ya varios años trabajando más allá de sus fuerzas  y en una total renuncia de cualquier interés personal. Su salud física no es buena, coja de nacimiento, hacer frente al día a día es cada vez más complicado.

El divorcio llegará en 1916  y se hará efectivo en 1919. Ella reacciona cayendo gravemente enferma, con repetidas crisis cardíacas pasa sus días en completa soledad y aunque sus amigos permanecerán a su lado, nadie podrá trabar verdadero contacto.

Todavía en 1920 Mileva cosía ella misma toda su ropa y la de sus hijos a partir de reciclar prendas en desuso, sus amigos ignoraban sus penurias económicas y ella seguía defendiendo a capa y espada la reputación de su ex-marido, leyendo mucho y asistiendo a conferencias y conciertos cuando su salud se lo permitía. En 1922 Einstein recibe el Premio Nobel y entrega toda la dotación económica del premio a Mileva, cumpliendo así una de las clausulas del divorcio.

Llega una relativa calma económica pero en 1929 la conducta errática de su hijo Eduard desemboca en un brote psicótico. A partir de ese momento y durante los siguientes 20 años, su vida transcurre entre enfermeros y sanatorios.

Vivirá sumida en una constante preocupación por Tete, su cuidado, los enfermeros y las estancias en el Sanatorio Burghölzli le ocasionarán grandes gastos, de modo que deberá impartir más clases de matemáticas y música, su vida social se reducirá a unas pocas personas de confianza, alguna salida al cine y sus placeres serán cuidado de su terraza de cactus y  la música.

Quizás haya encontrado otra forma de identificación narcisista en ese hijo brillante, estudiante de medicina,  que ha pasado de una amor y admiración sin límites por su padre a un odio abierto. En una carta de 1930 Tete se quejará a su padre de que su sombra pesa sobre él más que una roca que lo va hundiendo poco a poco. ¿Era también el sentimiento de Mileva?

La salud de Mila se resiente aún más, tiene repetidos infartos cerebrales que van dejando secuelas, finalmente muere en 1948 luego de un derrame cerebral que la deja paralizada del lado izquierdo. Su caso mezcla lecturas relativas a cuestiones de género sobre la incapacidad de elección para una mujer de la que se espera que sea esposa y madre y apoyo de su pareja  con otros temas menos claros ligados a su subjetividad.

La relación con Einstein basada en una comunicación complementaria nunca se resolverá, Mileva será siempre una mujer reservada con muchas dificultades en la gestión  de sus  emociones. Sus escasos recursos para expresar su deseo y definir su proyecto vital se transformarán en una capacidad ilimitada de renuncia, un tipo de relación de objeto basado en el sobre investimento y en un inexorable empobrecimiento del YO en favor de ese objeto. La enfermedad física será entonces una consecuencia inevitable de este proceso.

En este caso, la relación afectiva de Albert y Mileva no solo interesa como ejemplo de una relación que enferma a una de las partes sino que la pregunta final es ¿Cuál habría sido el destino de la Física contemporánea si  aquel otoño de 1896 no hubieran coincidido en el mismo curso de matemáticas y física en la Universidad de Zurich?

Fuente:
Trbuhovic-Gjuric Desanka: “A la sombra de Albert Einstein”, Ed. De la Tempestad- Barcelona- (1988)

Publicado en psicoterapia de pareja, relaciones que enferman. Blog Sobreviviendo a Freud.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Cómo Superar Emociones que nos Causan Dolor

El dolor nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Esencialmente es algo bueno, pues nos  hace atender a las demandas del cuerpo físico o nos señala situaciones en las que podemos aprender, obrar adecuadamente y convertirnos en mejores personas. Pero ceder al dolor psicológico y convertirlo en sufrimiento no es el más genuino de los caminos que podemos tomar.

 El dolor es la realidad, pero dejarse llevar por el sufrimiento es una opción. El sufrimiento es un sentimiento de pena, aflicción, que invade y debilita nuestro estado de ánimo.

Conviene que sepamos identificar el dolor, no para resignarnos a su sufrimiento, sino para comprenderlo, aprender y permitir que se disipe. En términos que emplea la psicología podríamos hablar de superación.

En el ámbito de las relaciones humanas se pasa del amor al dolor con cierta facilidad. No es verdad que cuanto más grande sea el dolor, mayor es el amor que lo provoca. Un amor grande es generoso, comprensivo, razonable, lleno de afecto y cariño hacia la persona amada, y ese amor, salvo cuando se termina, no debe producir dolor. Cuando un amor tan sentido se acaba, es lógico que suframos su ausencia, pero lo haremos por un tiempo limitado, el que necesitamos para reponernos y volver a llenarnos del amor que llevamos dentro, de nuestro propio amor, que siempre nos seguirá acompañando.

El problema surge cuando no hemos alimentado ese amor interior y profundo por nosotros mismos. Ese amor que nos sirve para querernos por encima de todo, para elevar nuestra autoestima y protegernos ante el desamor que puede rodearnos. Cuando no sentimos amor por nosotros, entonces estamos en situación de auténtico desamparo, a merced de las circunstancias y las personas que nos encontremos en nuestro camino.

Hay personas que se pasan la vida buscando desesperadamente de quién enamorarse; esas personas están siempre en el filo de la navaja, pendientes de un hilo que mueven los demás.

"Cuando a alguien que dice querernos parece no importarle el dolor que nos produce esa relación, o lo justifica por las circunstancias, los cambios de humor, las dificultades que surgen, esa persona no nos quiere, en todo caso se quiere a sí misma, pero no ha aprendido a querer a los demás. En estos casos, lo mejor que podemos hacer es alejarnos cuanto antes, al menos alejarnos afectivamente".

Cuando una persona no sabe vivir el amor, cuando no sabe amar desde el respeto y la aceptación de la otra persona, cuando no actúa desde la generosidad, antes de embarcarse en una relación afectiva, que provocará dolor, debería encauzar todas sus energías al aprendizaje del amor, y volcarse en esa vivencia de querer por encima de uno mismo a la otra persona.

Desafortunadamente, no se piden diplomas o certificados que nos habiliten para el amor; no se exige ningún aprendizaje previo que garantice nuestro conocimiento profundo del amor; ninguna evaluación que nos proteja de las personas que no saben amar. Para lo que más dolor puede producir, paradójicamente, es para lo que no se pide preparación previa.

Con frecuencia tenemos un pensamiento catastrofista en relación al dolor; sin embargo, podríamos evitar gran parte del dolor y del sufrimiento que sentimos. Es imprescindible "Conocer para evitar el sufrimiento"

El sufrimiento nunca es inútil o estéril, pues antes o después nos despertará del sueño de la inconsciencia y la ignorancia...Sin embargo es necesario andar el camino del conocimiento y evitar disgustos.

Ciertas crisis pueden marcar nuestra existencia. A veces en nuestra vida hay un antes y un después de determinados hechos especialmente amargos o dolorosos. Aunque ya sabemos que lo importante de las dificultades y de las crisis es extraer las enseñanzas que encierran, no hundirnos en el dolor que provocan.

Las dificultades y las crisis son necesarias en la escuela de la vida, y cada uno tiene las que necesita para aprender las lecciones que debe superar. Por ello es tan importante vivir espiritualmente, lo que quiere decir ser consciente, conocer, amar y obrar apropiadamente en la vida de cada día, sólo así las crisis y las dificultades se alejaran de la propia vida, pues ya no habrá un núcleo magnetizado que las atraiga: la ignorancia y la inconsciencia.

Así, viviremos las dificultades y las crisis desde la consciencia “la atención, el ver, el darse cuenta” para que surja luego una profunda reflexión y el análisis de los errores que no debemos volver a cometer. Sólo así pueden disiparse las ideas limitadas y equivocadas que nos llevaban al dolor

Si una persona se afianza en el presente, en al ahora y ve lo que es “lo que surge para luego desaparecer” jamás le hundirán ni humana ni emocionalmente, ninguna dificultad afectará a su seguridad ni a su estabilidad personal.


Con este conocimiento básico de la vida, nos resultará apasionante adentrarnos en las dificultades, en las pruebas que nos encontramos en la vida cotidiana. Y si andamos por este camino veremos con claridad que en realidad no hay ninguna crisis que superar, ni ningún estado emotivo que controlar...ni siquiera dominar ninguna situación que nos cause dolor psicológico. Sencillamente habrán enseñanzas que debemos aprender y obras adecuadas que deberemos realizar.