domingo, 23 de abril de 2017

"Un monstruo viene a verme": Retratos de la Psicología Infantil.

Dirigida por el español Juan Antonio Bayona y basada en la novela homónima de Patrick Ness.
Este articulo contiene spoilers de la pelicula, si aún no la has visto o quieres verla, no continues leyendo.
Demuestra una gran profundidad psicológica al tratar algunos temas con los que todos nos enfrentamos en la vida: la culpa, las relaciones humanas, la aceptación, el proceso de duelo y la gestión de las emociones.

Esta película en realidad es una historia de aceptación. Como dice una de sus frases, muchas veces nos mentimos a nosotros mismos por no querer o no ser capaces de aceptar algo que nos duele: “A veces la gente necesita mentirse a sí misma más que ninguna otra cosa”. Hasta que no se de una aceptación de lo que no estamos queriendo ver, no podremos ocuparnos de nosotros mismos e incrementaremos el dolor que, por otro lado, intentamos evitar.

En la película se hace patente que sólo después de reconocer y vaciar sus emociones, Conor puede finalmente aceptar la enfermedad de su madre. La aceptación de una circunstancia dolorosa sólo puede llegar después de hacernos conscientes, expresar y descargar las emociones que nos provoca.

El personaje del árbol es una clara figura terapéutica que acompaña y ayuda a Conor en su proceso de duelo. Igual que un profesional de la psicoterapia, el árbol le ayuda a aceptar, expresar, tomar conciencia y despenalizar las intensas emociones que le generan las situaciones que está viviendo. “No vine a curar a tu madre, vine a curarte a ti”

Otra lectura que se le puede dar al personaje del árbol es que representa una parte de Conor, que sería la verdad de sus pensamientos, emociones y acciones, la parte sana y consciente que es capaz de sostener, transitar y gestionar lo que le sucede. Tenemos que decir, no obstante, que es casi imposible que un niño de esa edad pueda realizar solo esa tarea, ya de por sí muy compleja para la mayoría de personas adultas.

A veces se cuenta con pocos recursos para gestionar lo que nos sucede. A veces por juventud como le pasa a Conor, otras porque simplemente no disponemos de herramientas para hacerlo, tengamos la edad que tengamos. En estos casos un soporte profesional será clave para ayudarnos a actuar de la manera más sana posible. 

Todos tenemos un instinto de supervivencia que en momentos de crisis nos empuja a dar, dentro de nuestras posibilidades, la mejor respuesta posible. Aunque esa primera reacción defensiva nos ayude a sobrevivir, a salir adelante y a (supuestamente) aliviar el dolor, puede no ser la más saludable para nosotros y acarrearnos consecuencias muy negativas.

En la película Conor reprime sus emociones, y a pesar de ser la mejor respuesta que puede dar en ese momento, es una actitud que le perjudica a muchos niveles. El monstruo le enseña a expresar sus emociones, le da el permiso que el niño no se da a sí mismo para que por fin pueda aceptarlas, transitarlas y, finalmente, vaciarlas.

En algunos momentos, el monstruo se convierte en esa parte oculta de Conor que tanto necesita mostrar y aceptar, esa parte que él niega y oculta y que está llena de rabia, frustración y miedo. Con el acompañamiento del árbol por fin puede descargar la rabia que tanto tiempo lleva reprimiendo (dónde y cómo la descarga quizá no sea la mejor de las elecciones, pero dadas las circunstancias se hace comprensible que encontrándose al límite, Conor hace lo que puede…)

“Lo que callamos nos puede llegar a matar” Como dice esta frase del árbol, la represión o negación de las emociones tiene consecuencias negativas a muchos niveles. El darnos permiso a expresar en un espacio terapéutico o de confianza incluso aquellas que nos parecen más censurables, nos permitirá liberarnos de la carga neurótica que conlleva su negación.

De no haber contado con la ayuda del monstruo, Conor habría acarreado una gran mochila llena de culpa, miedo, tristeza y rabia que sin duda le habría impedido realizar una buena gestión del duelo de su madre y habría tenido consecuencias negativas durante toda su vida.

Para soportar la culpa, para expiar su terrible secreto, Conor quiere ser castigado. (Bullying) Tan terrible es la culpa que siente, que busca su castigo en todas partes: cada vez que se porta mal, pregunta si le van a castigar, a lo que le suelen responder “¿para qué serviría?”. Creemos que la respuesta interna de Conor es “¡para aliviar mi culpa!”. Por eso, en realidad es él quien acosa a su agresor mirándolo fijamente, buscando sus agresiones. El matón del colegio es el ejecutor del castigo que Conor cree merecer, y por eso, cuando el niño se niega a seguir pegándole, Conor entra en cólera.

Cuando nos sentimos culpables, a veces tendemos a proyectar nuestra culpa fuera buscando el responsabilizar a otros de ella. Otras, buscamos inconscientemente como Conor el castigo que creemos merecer, castigándonos nosotros mismos o a través de otros (como quien, después de ser infiel, lo confiesa a su pareja para aliviar su culpa en un intento de ser “castigado”).

La abuela además, ejerce el rol de controladora ante Connor: es quién se encarga de poner reglas, establecer límites y organizar la vida del niño.

“No siempre hay un bueno. Ni siempre hay un malo. Casi todo el mundo está en algún punto intermedio” Ése es el mensaje que el monstruo quiere que Conor entienda antes de que el niño revele “su gran verdad” en la cuarta historia.

Cuando por fin llega el momento de enfrentarse a “la verdad”, Conor revela que “quería que todo acabara”, que una parte de él deseaba la muerte de su madre. El árbol despenaliza ese pensamiento para que el niño pueda aceptar que es una reacción natural fruto del profundo dolor que siente: “Tu vida no la escribes con palabras, la escribes con acciones.Lo que piensas no es importante.”

Reconocer que en la pesadilla que lo martiriza noche tras noche, en realidad Conor “suelta” a su madre para dejar que caiga al abismo, es una metáfora de que por fin acepta lo que está sucediendo. Una catarsis demasiado artificial para mi. Cuando la suelta, finalmente puede descansar en la realidad de que su madre tiene que marcharse y él no puede hacer nada al respecto más que estar a su lado.

En una de las escenas finales, el monstruo invita al niño a decirle a su madre la “verdad más sencilla”, que no es otra que “no quiero que te vayas”. Detrás de todos los pensamientos contradictorios y aparentemente incompatibles, lo que queda es lo más sencillo, la emoción real.

Esta historia da para analizar y profundizar en muchos más temas, pero para terminar el artículo nos quedamos con esta otra frase de “Un monstruo viene a verme” que de alguna manera, creemos que lo resume casi todo: “Si dices la verdad, podrás enfrentarte a todo lo que venga”.

Nota: No debemos olvidar que se trata de una película y por lo tanto, no todas las actitudes y devoluciones se darían tal cual en un espacio real de terapia.


Fuentes: 
Articulo publicado por, http://psicopedia.org/6743/monstruo-viene-a-verme/: