miércoles, 23 de enero de 2013

La Egolatria

Culto, adoración, amor excesivo de sí mismo. Es la visión distorsionada de la realidad que nos lleva a creer que los demás están obligados a querernos y a demostrarnos generosamente su cariño, es pensar que el mundo no podría arreglárselas sin nosotros, que todo cuanto suceda a nuestro alrededor requiere de nuestro protagonismo, que los hechos no son importantes en sí mismo si nosotros no participamos en ellos, con nuestras opiniones, juicios y respuestas emocionales.
La egolatría es un sentimiento muy ligado a la sobre valoración de las cualidades de uno mismo y a la firme creencia de estar por encima de todos y cada uno del resto de los mortales.

La egolatría es puro egoísmo y nos incita a creer que los demás no podrían arreglárselas sin nosotros: el ególatra no ve más allá de sí mismo, se cree un genio capaz de llevar a buen puerto cualquier proyecto que se proponga ya sea convertirse en un actor irresistible, un artista divino o un militar invencible.

Los egocéntricos presentan actitudes y conductas arrogantes, imperiosas, pedantes y altaneras.

Quien profesa la egolatría practica un culto, una adoración y un amor excesivo de sí mismo. En psicología, el egocentrismo es una exaltación de la propia personalidad, auto-considerándose como centro de la atención de los demás. El egocéntrico o la egocéntrica, atiende desmedidamente sus propios intereses antes que ocuparse de terceros, si es que lo hace.

El problema fundamental que sufren los ególatras es que miran la realidad a través del cristal de la propia "infalibilidad". Para ellos, los demás deben aceptar sus puntos de vista y generalmente no aceptan estar equivocados. Tienen una marcada tendencia a menospreciar a las personas y son hipercríticos de quien piense o actúe diferente a su forma de comportarse. Sus opiniones y sus intereses son lo más importante en la vida y todos los seres que le rodean deben supeditarse a ellos.

Más que personas provistas de una necesaria y adecuada autoestima, los egocéntricos manifiestan una exagera grandiosidad y pretenden considerarse  admirados al menos, Esta circunstancia los hace vulnerables, porque los aduladores pronto se dan cuenta que una forma de manipular a los ególatras es sugiriéndole ideas como si fueran sus propios pensamientos.

Pensando que nunca mienten y siempre tienen  la razón, no son aptos para profundas reflexiones y no escuchan lo que se les dice o advierte. Por ello, cometen graves errores a lo largo de su vida y poco a poco, de grandilocuentes se van quedando solitarios, conviviendo con su propia "grandeza" y algunas fantasías de supuestos éxitos, de poder o de excepcionalidad.

En las relaciones personales, los egocéntricos o egocéntricas se comportan como aprovechadores. Sus cónyuges, hijos y entornos íntimos deben subyugar sus proyectos de vidas a ellos. Igual ocurre en el ámbito laboral, siempre usarán a los demás para alcanzar sus propósitos.

Cuando cometen evidentes faltas o un traspié, no lo reconocerán y ante los comentarios dirán que los envidian. Así construirán una "realidad" de perfección donde los otros tendrán la culpa de sus desatinos.

Al ser "especiales" y "únicos" presentan actitudes y conductas arrogantes, imperiosas, pedantes y altaneras.

En psicoterapia la dificultad radica en que el egocéntrico o la egocéntrica en muy contadas ocasiones aceptarán acudir por ayuda porque quienes se lo propongan, nunca tendrán la razón o como decía una paciente ser de esta manera es divertido y reconocer a gente así más.

La egolatría, el culto a sí mismo, es una de las características que mejor define al individuo de finales del siglo XX: el individualismo y la falta de compromiso social.