jueves, 21 de agosto de 2014

Dr.Strangelove: Sindrome de la Mano Ajena o Extraña

Es una enfermedad mental, un trastorno neurológico en la cual una de las manos de quien lo padece parece adquirir vida propia.
El SMA es una alteración provocada por golpes o cualquier otra lesión que afecte el cerebro. El paciente pierde el control de una de sus manos, creyendo que esta ha adquirido vida propia y puede realizar acciones autónomas, desde desabrochar los botones que la otra mano intenta abrochar, hasta hacer señas o intentar estrangularlo o lesionarlo con un cuchillo. No es raro que el paciente piense que su mano ha sido poseída por algún espíritu maligno y a menudo puede pelear o castigarlo en su intento por controlarlo.

Se cree que este padecimiento resulta de la desconexión entre las distintas partes del cerebro con control sobre el cuerpo. Como resultado, diferentes regiones del cerebro son capaces de controlar los movimientos corporales sin ser conscientes de lo que están haciendo las otras partes del mismo.

El síndrome de la mano ajena fue descrito por primera vez en 1908 en un paciente que había sufrido un infarto cerebral en el hemisferio cerebral derecho. Tras recuperarse de la experiencia, sentía que su mano izquierda “no le pertenecía”.

En 1945 otro paciente comenzó a sufrir esta dolencia tras ser sometido a una cirugía radical para tratar una epilepsia.  En 1972 los franceses Brion y Jedynack acuñaron la frase “le signe de la main étran- gère” (el síndrome de la mano extraña) para referirse a este trastorno. Hasta 1992 se describieron 37 casos de este síndrome; en todos ellos el paciente siente que una de sus manos ha dejado de pertenecerle, actúa por cuenta propia, trata de incomodarle, se enfrenta a su otra mano, etc.

Causas

El síndrome es más común en casos de personas que se han sometido a una cirugía de separación de hemisferios cerebrales (comisurotomía), un procedimiento usado en ocasiones para relajar los síntomas de casos extremos de epilepsia. También ocurre en algunos otros casos de neurocirugía, golpes cerebrales o infecciones.

Existen diversos subtipos del síndrome de la mano extraña asociados con tipos específicos de daño cerebral. 

El daño al cuerpo calloso puede producir acciones involuntarias e inteligentes en la mano no dominante del paciente (por ejemplo, en el caso de una persona diestra, su mano izquierda aparentará cobrar vida propia), mientras que un daño en el lóbulo frontal puede provocar acciones involuntarias e inteligentes en la mano dominante.

Daños en la corteza cerebral pueden provocar movimientos involuntarios, aunque descontrolados, de cualquiera de las manos del paciente y movimientos más complejos de la mano extraña son generalmente asociados a tumores cerebrales, aneurisma o golpes.

Se cree que el síndrome de la mano extraña resulta de la desconexión entre las distintas partes del cerebro con control sobre el cuerpo. Como resultado, diferentes regiones del cerebro son capaces de controlar los movimientos corporales sin ser conscientes de lo que están haciendo las otras partes del cerebro.

Tratamiento

No existe actualmente ni un tratamiento conocido para el síndrome de la mano extraña, aunque los síntomas pueden ser reducidos ocupando la mano extraña con alguna tarea, por ejemplo sosteniendo con ella algún objeto.

Fenológicamente los movimientos del miembro ajeno pueden ser sujetos a control intermitente y voluntario ocasionalmente. Desde el punto de vista neurocomportamental puede incluir desarrollos de programas especializados en rehabilitación, con el objetivo de minimizar la sintomatología y disminuir la interferencia de los movimientos anómalos en la vida diaria de los pacientes.

Desde su descubrimiento se han registrado un poquito más de 50 casos por lo que sigue siendo un misterio para la comunidad médica.

Conclusión

El SMA es un fenómeno neurocomportamental. En la cual una de las manos interfiere con las acciones de  mano opuesta, desarrollando movimientos ajenos a su voluntad.  Se ha asociado al daño de cuerpo calloso desde los primero casos descritos, sin embargo posteriormente se demostró que la aparición de dicha sintomatología podría  acompañar a síndromes nosológicos diversos.

A nivel  sindrómico se han descrito históricamente 2 subtipos de SMA, siendo el más frecuente el “SMA frontal”  que resulta del daño de ciertas áreas cerebrales: en el área motora suplementaria, el giro singular, el córtex prefrontal  y la aparte anterior del cuerpo calloso del hemisferio dominante.  Y el segundo subtipo, la forma callosa se ha descrito en pacientes que sufren de lesiones del cuerpo calloso con o sin asociación de lesiones frontales  del hemisferio no dominante, específicamente el área  motora suplementaria. Clínicamente se observa conflicto intermanual o apraxia del miembro no dominante.

Sin embargo diversos autores han adoptado una nueva forma subsindrómico del SMA y han descrito casos del subtipo “posterior”,  que es menos frecuentes que los anteriores y se presenta con comportamiento autónomos y con la personificación de la extremidad afectada, que además es de naturaleza egosintónica. La falta de uniformidad, sin embargo, en los métodos de diagnóstico y clasificación a la hora de estandarizar la publicación de casos contribuye sobre manera que a que persista la dificultad para establecer claros subtipos de SMA.

lunes, 18 de agosto de 2014

Alcoholismo y Psicoanálisis

Consideraciones

En su mayoría, los estudios psicoanalíticos encaminados a la comprensión de las manifestaciones adictivas se han centrado en encontrar los mecanismos psíquicos subyacentes a la conducta adictiva, así como también en la comprensión psicodinámica de la personalidad adicta, lo cual ha dado lugar a verdaderas tipologías o “retratos de adictos”, que sólo han conseguido reducir el aporte freudiano a descripciones fenomenológicas y clasificaciones estereotipadas.
Mucho se ha hablado ya de las complicaciones técnicas derivadas de la aplicación del método psicoanalítico al tratamiento de los pacientes adictos, razón por la cual el presente trabajo no pretende continuar con esa polémica, sobre todo sabiendo que el tratamiento de las adicciones se ha transformado en un campo de batalla de las diferentes corrientes de pensamiento de psicología y psicopatología, que han venido disputándose la primacía de los procedimientos técnicos más apropiados para abordar los cuadros adictivos.

La mayor parte de la literatura psicoanalítica disponible sobre alcoholismo se centra en el hecho de que los adictos al alcohol consumen con el fin de sedar la angustia de castración, así como para aliviar los sentimientos de culpa, alcanzar una sensación de poder que les permita vencer un sentimiento de inferioridad, aumentar la estima personal y elevar el estado de ánimo, para neutralizar la función superyoica o para dirigir hacia sí mismos sus tendencias destructivas. Suele decirse que el alcohólico es un individuo pasivo-dependiente, esto es, de carácter oral, a consecuencia de lo cual el alcoholismo no sería más que la no superación de una etapa del desarrollo psicosexual.

El alcoholismo es una relación que se establece con una sustancia inanimada a partir de una  transformación de un vínculo objetal. El paciente Alcohólico intenta prescindir del vínculo amoroso con el objeto para abolir los factores que pueden conducirlo a la dependencia, mediante la fantasía de que el amor del objeto puede ser sustituido por la euforia y fenómenos sensoriales que produce la droga. Sin embargo, el resultado alcanzado es precisamente el opuesto, ya que mediante las perturbaciones emocionales que genera el objeto, la relación de dependencia resulta incrementada.

Sobre la patología de la adicción Lacan establece  una diferencia entre objeto de la necesidad y el deseo, y considera que la relación del objeto ligada a la experiencia intersubjetiva, no se satura en el registro de la satisfacción de las necesidades. En relación a este concepto, la observación de los mecanismos del yo que intervienen en la adicción permite establecer una reconstrucción de la fantasía inconsciente que interviene en esta patología, mediante la cual se intenta prescindir del vínculo amoroso por el objeto. Mediante esa fantasía se sostiene la creencia que el desarrollo libidinal, ha podido establecerse de toda otra condición de que el objeto que no fuera la satisfacción de las necesidades primarias. Por otra parte se niega también  que la satisfacción como la gratificación libidinal proviene de la madre en tu totalidad y son atribuidas solamente al pecho, estableciendo así otro nivel de incisión,  que consiste en la separación del objeto parcial, pecho, y el objeto total que lo contiene. De este modo, la madre resulta sustituible por el pecho como entidad independiente: el biberón aislado de quien lo suministra o el recipiente que contiene las bebidas alcohólicas. 

El objeto es reconocido tan solo en lo que respeta sus funciones nutricias, en tanto es adecuado  para satisfacer una necesidad primaria. Pero la satisfacción es aislada de los aspectos de ternura, amor y sensualidad que constituyen la experiencia amorosa con la madre en el acto de amamantamiento y a su vez es vivenciada como intoxicante.

Fenichel  ha señalado en los adictos que “Los objetos no son para ellos otra cosa que proveedores de suministros”.

Un rasgo llamativo y característico de los alcohólicos es la pasividad y el carácter oral de la misma. Sin embargo, dicha pasividad es sólo aparente, en tanto el paciente alcohólico se encuentra en estado de actuación permanente y utiliza el beber con distintos significados inconscientes que están, de alguna manera, destinados a producir determinados efectos emocionales en las relaciones con los objetos. De este modo, el uso de la ingesta alcohólica en la interrelación con los objetos con una finalidad proyectiva es uno de los factores que determinan la fijación a la adicción. En realidad, en ciertos casos, la adicción persiste como tal porque es el instrumento privilegiado para incidir sobre el objeto con el cual ha sido establecida la verdadera fijación.

Abraham examinó las relaciones psicológicas entre la sexualidad y el alcoholismo. El autor sugiere que el alcohol, al suprimir inhibiciones, incrementa la actividad sexual, no solamente de tipo normal sino también perverso, tal como el incesto, la homosexualidad, la escoptofilia y el exhibicionismo. Destaca que las perversiones como el sadismo y el masoquismo se hacen tan manifiestas que muchos crímenes brutales se perpetran en estados de intoxicación alcohólica. Al referirse al alcoholismo como evasión dice que el alcoholista utiliza el alcohol como medio para obtener placer sin problemas. Renuncia a las mujeres y abraza la bebida. Luego proyecta sus sentimientos de culpa sobre su esposa y la acusa de serle infiel. Abraham considera que la disminución de la potencia es causa principal de los celos del alcoholista. En su artículo "La primera etapa pregenital de la libido" Abraham destaca la importancia en todas las adicciones del deseo oral insaciable. Observó a pacientes que sufrían de alimentación compulsiva y excesiva y notó que si sus deseos no eran satisfechos sufrían una tortura similar a la de los "morfinómanos y a la de muchos dipsómanos". En el mismo artículo examina la adicción a los medicamentos y dice que el neurótico deprimido o excitado es a menudo favorablemente influido, aunque sea en forma pasajera, por el solo hecho de ingerir medicamentos aunque ellos no posean una acción sedante. Es interesante señalar que Abraham destacó sólo el factor oral de las adicciones sin vincularlas a los estados maníaco-depresivos.

Ferenczi contribuye a la psicopatología del alcoholismo con la descripción de un caso de paranoia alcohólica con delirios de celos. Piensa que entre los deseos heterosexuales conscientes y los deseos homosexuales inconscientes del paciente había un conflicto insoluble, pero sugiere que en este caso el alcohol sólo desempeñó el papel de agente destructor de la sublimación. Señalaba que el alcoholismo no es la causa de la neurosis, sino su consecuencia. El alcoholismo tanto individual como social sólo puede curarse con la ayuda del psicoanálisis, que revela las causas de la huida hacia el narcotismo y las neutraliza.

Juliusburger realizó varias contribuciones a la psicología del alcoholismo: destaca la importancia de los impulsos homosexuales inconscientes en la dipsomanía, combinada con una tendencia al autoerotismo y a la masturbación. Considera a la homosexualidad inconsciente sólo como uno de los factores del alcoholismo. Examina las tendencias sádicas de los homosexuales a menudo observables en quienes sufren de delirios celotípicos, y cree que el deseo de intoxicarse responde al deseo de perder totalmente la conciencia individual, subrayando la tendencia al suicidio.

Pierce Clark pone el acento en la importancia de las regresiones profundas en el alcoholismo, tales como las  primitivas identificaciones con la madre combinadas con un intenso amor a sí mismo (narcisismo).

Kielholz realizó muchos aportes a la psicopatología del alcoholismo y la psicosis alcohólica (delirium tremens). Considera al alcoholismo como una neurosis narcisista relacionada con la psicosis maníaco-depresiva.

Rádo realizó una cantidad importante de contribuciones acerca del problema de la drogadicción. En 1926 destacó la predisposición a la adicción sugiriendo que "algunas manifestaciones del erotismo oral están siempre presentes en forma marcada, incluso en aquellos casos de toxicomanía en los que la droga no es ingerida por vía oral". Piensa que el "orgasmo alimenticio" experimentado primeramente por el lactante en el pecho es revivido en la adicción a las drogas, y la excitación sexual perteneciente a las fantasías de la situación edípica se descarga no por medio del onanismo sino a través del orgasmo alimenticio. El sugiere que en la drogadicción crónica "toda la personalidad mental representa un aparato de placer autoerótico.

Simmel realizó numerosas contribuciones a la psicopatología y al tratamiento de la drogadicción y el alcoholismo. En 1928, al examinar la drogadicción, sugiere que los adictos sufren de neurosis narcisistas (enfermedad maníaco-depresiva) que evitan utilizando mecanismos de la neurosis obsesiva. El cree que el efecto de la droga se focaliza en el superyó. También tiene en cuenta la importancia del sadismo en la drogadicción y piensa que, por causa de los impulsos asesinos y de la necesidad de autocastigo el tratamiento del drogadicto está plagado de peligros, en particular el suicidio. Intenta clarificar la relación de la drogadicción con la enfermedad física, la neurosis obsesiva, los estados maníaco-depresivos y la perversión. Por ejemplo, vincula la drogadicción con los ritos obsesivos y la masturbación y sugiere que el deseo de drogarse es sólo una nueva edición del conflicto de la masturbación, de la misma manera que en la neurosis obsesiva. A menudo las drogadicciones comienzan con psiconeurosis bajo el dominio de mecanismos obsesivos, pero ante la vivencia de la intoxicación se convierten en neurosis narcisistas de tipo maníaco-depresivo. Observa que en la enfermedad física, en la depresión y la drogadicción, los instintos agresivos y destructivos se vuelven contra el yo.

Glover realizó su aporte más detallado acerca de la drogadicción. Intenta arrojar luz sobre el desarrollo del abordaje psicoanalítico de la drogadicción y el alcoholismo, examinando críticamente el trabajo de otros analistas desde el punto de vista histórico. Por ejemplo, destaca la imposibilidad de sostener la relación de la drogadicción con una etiología libidinal y una regresión a la oralidad y a la homosexualidad.

Knight contribuyó con varios artículos acerca de la dinámica del tratamiento del alcoholismo, sosteniendo que la adicción alcohólica más que una enfermedad es un síntoma. En muchos casos se descubren tendencias psicóticas, en particular rasgos paranoides y esquizoides. Durante el período de excesiva ingestión alcohólica el paciente entra temporariamente en un estado psicótico y a menudo se registra un acting out regresivo de pulsiones inconscientes libidinales y sádicas. Opina que el alcoholismo representa un intento de encontrar alguna solución o cura al conflicto emocional, e intentó definir el carácter del alcohólico y describió lo que él considera una constelación familiar típica de los pacientes alcohólicos. “La madre por lo general parece ser sobreprotectora e indulgente en exceso. Trata de apaciguar al niño satisfaciéndolo contantemente, de tal manera que el eventual destete del niño sólo puede significar la traición de la madre que lo condujo siempre a esperar indulgencia, y el niño intenta por todos los medios recapturar esta experiencia perdida. A lo largo de su vida tratará de obtener de la gente una indulgencia pasiva y desarrollará modos orales característicos de tranquilizarse cuando sus deseos sean frustrados, deseos que por ser tan inmensos lo más probable es que a menudo se frustren. A esto reaccionan con rabia, la cual es vivida por lo común como una insatisfacción inquietante y un agitado resentimiento interno. Toda aflicción psicológica resultante de los sentimientos de inferioridad, de la pasividad del paciente, de la frustración y de la rabia, y de la culpa o rencor, es mitigada por el pacificante alcohol.

El padre del alcohólico es casi siempre frío y nada afectuoso, más bien dominante respecto de su familia e inconsistentemente severo e indulgente hacia su hijo. Por lo general hay un resentimiento y una rabia reprimidos contra esta poderosa figura paterna y a menudo la bebida represente una parte de una rebelión adolescente no resuelta contra el padre. Knight destaca que el paciente restaura al beber la profunda perturbación de su autoestima. Relaciona el deseo de beber con el antiguo deseo infantil insaciable del pecho, pero este deseo se refuerza por el desafío del paciente a la sociedad, a sus padres y por su protesta masculina. Después de beber está deprimido, con intenso arrepentimiento y asqueado con sigo mismo. También se ve aterrorizado por la peligrosa destrucción que importa la conducta a la que se ha entregado. Pero a pesar de ello conserva una confianza suprema en la magia del alcohol. El paciente se siente traicionado por el alcohol pero sufre su atracción, del mismo modo como se sintió traicionado por su madre y sin embargo la deseó con vehemencia por sus indulgencias”.

Son muchos los analistas que investigaron la relación de la drogadicción y el alcoholismo. Los estudios de investigación llevados a cabo por el psicoanálisis han mostrado que toda persona que hace uso excesivo del alcohol, es para llenar o compensar alguna carencia dentro de su persona. Las carencias guardan relación con sentimientos de frustración en el amor, en la sexualidad, con la falta de ambición, inseguridad, etc., que la persona trata de compensar con el uso del alcohol. En los casos de carencia afectiva, el alcohólico suele culpar a su pareja de no sentirse querido. Este tipo de personas suelen expresar su malestar afectivo con ira y violencia hacia la persona de la que se espera recibir un amor que nunca recibió. Otra variante es aquella de hombres y mujeres que viven su vida de manera insatisfactoria por no haber logrado alcanzar metas mejores que las conseguidas. Y otra variante, dentro de las más frecuentes, es cuando el alcohol esconde un estado de tristeza o depresión. Con mayor frecuencia, observamos que tras un estado de alcoholismo, subyace una gran depresión que la persona tapa con el uso del alcohol. Se debe ser muy cauto a la hora de hacer el diagnóstico de alcoholismo, porque no se han encontrado dos alcohólicos iguales ni son las mismas causas las que incitan a una persona a la búsqueda de un refugio en el alcohol. El psicoanálisis hoy por hoy vuelve a ser una terapia muy efectiva para entender las causas que originan el alcoholismo en hombres, mujeres y jóvenes. Podemos decir que incluso cambian su manera de amar y de posicionarse ante el mundo. Lo que llamamos una rectificación subjetiva.

Colette Soler nos explica que existen síntomas que son parcialmente desconocidos, que el sujeto queda cautivo de conductas de goce no percibidas como tales, no subjetivas hasta que el análisis le haga apreciarlas.

Sabemos que hay adictos neuróticos, psicóticos y perversos, sabemos también que desde el punto de vista de la clínica psicoanalítica, la adicción no puede percibirse como una enfermedad ni como una estructura clínica. El tratamiento psicoanalítico permite que el sujeto pueda ir articulando las causas que lo llevan a consumir drogas o alcohol. La clínica psicoanalítica de las adicciones tiene como objetivo que el sujeto logre construir la función que tiene el alcohol o las drogas en su economía libidinal, separándolo de las marcas y de las etiquetas con que se los identifica.

“Al beber hay un goce más allá del goce fálico, el goce que suple la no existencia de la relación sexual”.  Parece que el tratamiento psicoanalítico está permitiendo que el paciente neurótico obsesivo logre visualizar que el alcohol lo impulsa a cometer actos que están insertos en su fantasma fundamental. "La diferencia entre un neurótico y un perverso es que allí donde el neurótico goza al imaginar que lleva a cabo sus fantasías más recónditas (tanto sexuales como sádicas), no pasa al acto. En cambio, el perverso si lo hace. El perverso pasa al acto esas fantasías sádicas, sexuales y retorcidas. Decimos que el neurótico no pasa al acto, siempre y cuando no esté alcoholizado. Cuando el neurótico bebe y se emborracha, pierde la conciencia, entra en un estado de ebriedad y generalmente, pasa al acto esas fantasías prohibidas, dejándose arrastrar por la voz superyoica obscena y feroz que le ordena hacerlo. Cuando el sujeto vuelve a estar consciente (cuando está sobrio) y se da cuenta de lo que hizo en estado de ebriedad (pasar al acto esas fantasías que se encuentran siempre en el campo de la perversión), no soporta muchas veces ni mirarse al espejo. Siente vergüenza, arrepentimiento, remordimientos. Muchos de ellos tienen tal insoportabilidad que pasan al acto e intentan suicidarse; algunos lo consiguen, otros son rescatados de la muerte".

El psicoanálisis está allí para poder analizar, observar, reflexionar y articular la historia de cada uno. Pasar por la palabra ese goce que forma parte de nuestros más grandes sufrimientos y temores, para hacer algo con ello. El psicoanálisis contemporáneo de las adicciones puede enriquecer la comprensión y el proceso de recuperación de las personas que sufren dependencia a sustancias.




Referencias: 
Sobre la patología del alcoholismo y la drogadicción
en la experiencia psicoanalítica
Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer.
Lacan, Jacques. Kant con Sade. Escritos II
Soler, Colette. Lo que Lacan dijo de las mujeres.
Desarrollo post-freudianos sobre adicciones.