miércoles, 2 de diciembre de 2015

Errores que comenten los Padres sobre el Abuso Sexual Infantil

En este blog les comparto un artículo sobre Starishevsky autora del libro “My Body Belongs to Me”.
Jill Starishevsky es un asistente del fiscal de la ciudad de Nueva York, donde ha procesado cientos de delincuentes sexuales y dedicado su carrera a la búsqueda de justicia para las víctimas de abuso infantil y delitos sexuales. 

El abuso sexual es uno de esos temas que como padres no deseamos tener que enfrentar. Sin embargo es precisamente hablar sobre este tema con toda naturalidad lo que educará y probablemente resguardará a tu niño de otros que quieran hacerle daño cuando tú no estés para defenderlo. Dice que el primer paso para resguardar la salud sexual de tu niño es que los padres rompan con sus propios tabús sobre el hablar de sexualidad a sus niños y den el paso de conversar con ellos sobre el abuso sexual como una extensión del tema.

En su libro "Mi cuerpo me pertenece", uno de los pocos libros que trata el tema del abuso sexual, pero adaptado para una audiencia de niños entre los 3 a 8 años de edad, Jill presenta una de las primeras herramienta para prevenir el abuso sexual, es decir enseñarles a los niños desde temprana edad que su cuerpo es suyo.

El planteamiento de Jill y otros expertos sobre el abuso sexual es una reflexión al cuestionar cómo los padres pretenden que los niños compartan y comuniquen las agresiones que han vivido, si no son los padres los primeros en hablar con ellos sobre el tema llanamente. Para iniciar la reflexión de por qué debes hablarle a tu niño sobre el abuso sexual desde temprana edad, Jill ofrece los 10 principales argumentos que los padres usan para convencerse a sí mismos que no deben abordar el tema con sus hijos.

Los 10 errores según Jill Starishevsky que comenten los padres sobre el abuso sexual:

1. Rara vez son los niños víctimas de abuso sexual. Según cifras del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos, 1 de 4 niñas y 1 de cada 6 niños habrán padecido de abuso sexual al cumplir los 18 años de edad. Estas son cifras alarmantes y devastadoras. Solamente las cifras debería motivar a cualquier padre a aplicar estrategias de prevención en su hogar.

2. Este tipo de cosas no pasa donde yo vivo. El abuso sexual no discrimina porque no tiene fronteras socioeconómicas. No le importa si eres negro, blanco, Latino, rico o pobre, o qué religión prácticas, según lo establece las cifras del Website del Departamento de Justicia Dru Sjodin National Sex Offender Public Website  que ofrece la ubicación de los agresores sexuales a nivel nacional.

3. Nunca dejamos a nuestro niño con personas extrañas. La triste realidad es que el 93% de los casos abuso sexual ocurren bajo el cuidado o cuando están con alguien que conoce al niño o es de confianza de los padres, según cifras del Departamento de Justicia. Incluso si el niño nunca está con personas extrañas, él o ella puede ser víctima de un vecino, un entrenador de algún deporte, alguien en la iglesia, un miembro de la familia, e incluso un maestro o maestra.

4. Mi niño no tiene suficiente edad para hablar sobre este tema. Puedes iniciar una conversación sobre el abuso sexual con tu niño a los 3 años de edad, al comenzar a enseñarle sobre su cuerpo y sus partes privadas, pero la Academia Americana de Pediatría  incluso recomienda comenzar a hablarle de sus genitales a los niños, con su respectiva terminología de la anatomía del cuerpo a partir de los 18 meses de edad. Puedes iniciar la conversación con la pregunta: ¿sabías que tus parte privadas están cubiertas por tu traje de baño y son privadas y nadie debe verlas o tocarlas? Dile que le debe decir a mamá, papá o a un maestro si alguien lo toca en sus partes privadas. Explíquele cuales son las excepciones a la regla, tales como cuando se le está enseñando usar el baño, cuando se asea, o durante las visitas médicas.

5. No quiero asustar a mi niño. Cuando se maneja de forma apropiada, los niños no sienten miedo con la información y por el contrario se sienten en control y en dominio de sus cuerpos, lo confirma el Dr. Robert D. Sege, miembro del comité de la Asociación Americana de Pediatría sobre Abuso Infantil y Negligencia. Los padres normalmente no se abstienen de enseñarles a sus niños sobre las normas de tránsito, por el simple hecho que sus niños vayan a tener miedo de cruzar la calle. Nos corresponde como padres también afrontar el tema de cómo resguardar el cuerpo.

6. Yo sabría si algo le pasa a mi niño. La realidad es que el abuso sexual es difícil de detectar porque frecuentemente, no hay señales físicas del abuso, según lo confirma la Red Nacional para el Estrés Traumático Infantil. Sin embargo, las señales emocionales y de comportamiento que acompañan al abuso también pueden confundirse con otros factores que alteran la conducta de tu niño.

7. Mi niño me diría si algo le pasa. La mayoría de los niños no dicen o informan inmediatamente cuando han sufrido del abuso sexual. Es probable que el agresor lo haya convencido que no le diga a nadie porque nadie le creerá, que la gente dirá que es su culpa, que su confesión ocasionará gran daño y tristeza a la familia y le insistirá que el abuso es "su pequeño secreto", así lo confirma la Dra. Esther Deblinger, miembro de la Red y directora adjunta del Instituto de Educación y Servicios de Investigación sobre el Abuso Sexual de la Red Nacional para el Estrés Traumático Infantil.

8. Yo nunca dejo a mi niño solo con adultos. Otros niños pueden abusar sexualmente de otros menores. La misma lección que puede salvaguardar a tu niño de agresores adultos, lo puede hacer de agresores infantiles. Enséñale a tu niño lo que es un contacto apropiado y qué es un contacto inapropiado, ambas conceptos e ideas planteadas por Childhelp.org, organización defensora de los niños abusados. Enséñale a tu niño cuáles son los nombres correctos de sus genitales y que puede hablar contigo si cualquier persona los toca de una manera que los hace sentir incómodos.

9. No quiero sembrarle ideas innecesarias sobre el tema a mi niño. No existe ningunos datos que indiquen que hablarle a un niño sobre qué es el abuso sexual lo haga más propenso a inventar que ellos hayan sido agredidos sexualmente. "Es cierto que los niños mienten, pero rara vez mienten sobre ser víctimas de abuso. Todos los seres humanos pueden hacerlo y mienten, pero es difícil que los niños mientan sobre el sexo porque ellos no pueden mentir de algo que no tienen conocimiento…los niños no aprenden sobre el sexo oral en Sesame Street" Victor Vieth, director del Centro Nacional de Entrenamiento para la Protección de Niños, en la Universidad Estatal de Winona.

10. Nunca le va a pasar a mi niño. Según las estadísticas oficiales, le puede pasar a cualquiera, así lo confirma StopitNow.org con sus testimoniales de los niños que han sobrevivido el abuso sexual. Padres educados, que son afectuosos con sus niños me han dicho, ningún padre cuyo niño haya sido abusado sexualmente pensó que le pasaría a ellos. Nadie desea pensar que esta agresión le puede pasar a su niño. Es importante reconocer que hay formas de prevenirlo. Toma la decisión de hablar sobre el abuso sexual con tu niño.

martes, 1 de diciembre de 2015

Pesadillas y Terrores Nocturnos en el Niño

Normalmente se engloban dentro de los trastornos del sueño, en la Parasomnias. Se denominan a aquellos trastornos del sueño caracterizados por acontecimientos o conductas anormales asociadas al sueño, a sus fases específicas o a los momentos de transición sueño-vigilia.
Normalmente no constituyen trastornos importantes pero si pueden ser objetos para asesoramiento e intervención psicológica por los efectos secundarios que suelen producir en el niño como: Miedo al dormirse, a conciliar el sueño solo, a la noche, irritabilidad, ansiedad, etc...

El niño que no quiere acostarse.

Un niño se resiste a acostarse por diversos motivos. Puede tener miedo de la oscuridad o de no despertarse o se siente inseguro cuando está solo. Indudablemente, le gustaría más jugar o ver la televisión y en realidad, preferiría la compañía y atención de sus padres. Cuando los niños se hacen mayores, su vida social adquiere preponderancia. No obstante, todos los niños deben tener su hora de acostarse y si se quiere paz en casa, los padres no pueden transigir en esta cuestión. Los padres que dicen  ¿no crees que ha llegado el momento de acostarte?, han declinado su responsabilidad y sus hijos no se acostarán a la hora adecuada. Los padres que siempre permiten al niño permanecer levantado «sólo un poco más», tendrán siempre problemas con el momento de acostarse.
Para los padres novatos, seguir los consejos que se explican aquí, puede zanjar los problemas nocturnos antes de que empiecen. Si la hora de acostarse ya es un problema, será necesario planificar nuevas iniciativas para conseguir que el niño duerma. Es importante decidir lo que se hará, que el niño sepa que el cambio es inminente y que el día 1 hay que poner el plan en marcha.


Decidir cuando hay que acostarlo.
Se debe decidir el momento preciso en que el niño debe acostarse y una vez decidido, proceder con firmeza. Esto no significa que los padres deban ser absolutamente rígidos e insistir en que el niño debe estar siempre en la cama a las ocho en punto, aunque justo en aquel momento acabe de llegar papá o esté en casa el tío José. Sin embargo, cuanto más capaces sean los padres de concretar el momento de acostarse, más fácil será conseguir que el niño se duerma a una hora fija.
Importante: No utilice la palabra «oscuro» para indicar el momento de acostarse, porque en verano con la luz de día esto será causa de problemas.
Crear hábitos para acostarlo.
Los niños encuentran seguridad en la rutina. Les gusta la seguridad de lo habitual y es importante disponer de ciertos objetos con los que pueden contar. Por ejemplo, tener su martillo azul en la cama, junto a él, cada noche. Besar a todo el mundo antes de irse a su habitación y después todo el mundo tiene que ir a darle un beso cuando ya está en la cama; a otros les puede gustar colocar todas sus muñecas bajo la manta, junto a ellos.
Tanto los rituales como los detalles reconfortantes de seguridad, tales como mantas viejas o perros de trapo, de los que dependen algunos niños, les sirven para separarse de los seres queridos y pasar del estado de vigilia al de sueño.
Los padres no deben reírse de los hábitos del niño, pero por otra parte, tampoco deben consentir que se vuelvan demasiado pesados. Se ha de limitar el número de juguetes que el niño se lleva a la cama, por ejemplo, se puede llevar un libro y un juguete, que escoja. Algunos niños alargan esto demasiado, lo que comporta quince minutos adicionales para conseguir que, por fin, se vayan a la cama. A los niños siempre les gusta saber lo que ocurrirá un instante después de ahora.
Unos hábitos nocturnos regulares conseguirán que el niño sepa que el momento de acostarse se acerca y que ha llegado el momento de parar.
¿Como afrontar los terrores nocturnos?
Permitir que el niño duerma regularmente en la habitación de los padres puede provocar problemas graves. En muchos casos, los padres lo consideran un hábito difícil de interrumpir cuando se ha iniciado.
Orientaciones para devolver al niño a su cama:
1.- Si el niño va hasta la habitación de sus padres, hay que hacerle volver a su cama y meterlo en ella sin demasiadas contemplaciones. Los padres han de ser firmes.
2.- Se puede utilizar la "táctica de los apretujones", la finalidad es hacer que el niño se sienta incómodo en la cama ajena y que la suya vaya siendo más atractiva. Consiste en empujarle hacia fuera de la cama, dejándole cada vez menos espacio en la cama, apretujarle sin hacerle daño, darle una patada suave.
3.- Utilizar recompensas por el hecho de dormir solo o los progresos hacia esa meta. Asegúrese de expresar lo orgulloso que se está de él y que es un "chico mayor". Préstele una atención especial y sea cariñoso con él durante el día.
4.- Hacer su habitación más atractiva, no significa redecorarla sino cambiar algunos aspectos y que el niño sea participe de ellos.
5.- Establecer un horario regular de sueño.
Los niños con terrores nocturnos
Las pesadillas y los terrores nocturnos son dos cosas distintas. Al contrario que las pesadillas, los terrores nocturnos no son sueños que produzcan miedo ni el resultado de la actividad del sueño. En su lugar, se cree que reflejan etapas inmaduras del sueño, en las que el niño tiene dificultad para hacer la transición del sueño profundo al sueño más superficial.
Aunque el niño con terrores nocturnos no los recuerde, estos episodios nocturnos pueden ser sumamente preocupantes para los padres. Muchos niños sollozan o gritan, se agitan o corren por toda la casa con los ojos abiertos, pero sin ver y sus oídos parecen no percibir las palabras tranquilizadoras de los padres.
Poco es lo que se puede hacer para ayudar al niño durante un terror nocturno. Se debe simplemente esperar a que cese y recordar que no ha sido causado por las tensiones y que no tendrá efectos traumáticos ni duraderos para el niño.
Tranquilizarle: Abrace al niño, cálmele y pásele una toalla refrescante por la cara. Los padres sentirán que están haciendo algo útil y esto tranquilizará al niño mientras pierde su mirada perdida y empieza a volver a la realidad, preguntándose qué pasa.
Regule los horarios de sueño: Para ayudar al niño a desarrollar un patrón de sueño más maduro. asegúrese de que tiene un horario regular de sueño y que descansa lo suficiente.
Consulte a un profesional: A pesar de que los terrores nocturnos no son en general significativos existe sin embargo la posibilidad de que sean síntomas de alteraciones neurológicas. Para verificar este extremo, al mismo tiempo que las pesadillas muy molestas, habría que comentarlo con el médico. Si los terrores se producen con mucha frecuencia, el médico puede sugerir aliviarlos con una medicación cuidadosamente controlada.
Los niños que tienen pesadillas
Las pesadillas, al contrario que los terrores nocturnos, pueden ser aterradoras para el niño y también para los padres y son resultado de sentimientos de inseguridad, ansiedades, miedos o preocupaciones. Son reacciones de miedos comunes y normales a los sueños desagradables que se inician normalmente a los tres años de edad, teniendo su punto máximo a las edades de cuatro y seis años.
Las niñas son susceptibles de padecerlas más tarde que los niños. Un 28% de los niños con edades comprendidas entre los seis y doce años, tenían pesadillas. Alrededor de los diez años, la frecuencia de estos sueños desagradables se incrementa otra vez, para remitir más tarde. Las pesadillas difieren de los terrores nocturnos en otros aspectos: mientras que el niño transpira, grita y respira agitadamente al experimentar una pesadilla puede ser despertado rápidamente y se acordará del sueño o de partes del sueño.
Los sueños pueden estar inducidos por enfermedades y por el dolor, sobre excitación, miedo v ansiedad, programas violentos de televisión o por amenazas enfermizas por parte de los padres. Aunque el niño puede no ser capaz de indicar exactamente qué le está afectando, pueden sacarse algunas claves a partir de su comportamiento conversando con él. Cualquiera que sea la causa, los niños inseguros, preocupados o con ansiedad tienen más probabilidades de tener pesadillas.
Tranquilícele y dé le seguridad: Lo que los padres pueden hacer por un niño que sufre pesadillas es despertarle, tranquilizarle y darle seguridad, decirle que todo va bien, que no ocurre nada. Acariciarle y mecerle, pero no dar demasiada importancia a la pesadilla, puesto que de otro modo podría aprender a utilizarla como mecanismo para atraer la atención. No es importante, en este momento, comentar el contenido del sueño.
Evite la excitación excesiva: Los niños deben tener un periodo de calma y relajación antes de acostarse, no permitirles que vean programas de televisión violentos o de terror, no contarles historias de miedo ni permitir que realicen actividades físicas violentas. Las experiencias de muchos padres sugieren que es de gran ayuda limitar la TV.
Comente problemas, miedos y acontecimientos que produzcan tensión: Use la conversación y los sueños como datos de cualquier problema que esté sufriendo el niño. Háblele durante el día de sus pesadillas, e intente aliviar sus miedos e inquietudes. Sea previsor y prepare al niño con antelación para acontecimientos que sean susceptibles dc causarle tensión, tales como la vuelta a la escuela después de las vacaciones o el salir de viaje. Los miedos en los niños son muchas veces causados por la falta de información.
Tome medidas para las pesadillas repetitivas: Si el niño tiene el mismo sueño una y otra vez, puede estar seguro de que siente ansiedad por algo. Anímale a que hable de su sueño y lo represente despierto, pero con un final feliz.
Prepare una estrategia nocturna: El saberse defendidos de la pesadilla ayuda normalmente a los niños más mayores. Proporciona seguridad el dejar la luz encendida por las noches. Algunos niños pueden luchar mejor contra sus pesadillas rezando una oración determinada cada noche pidiendo protección contra los monstruos; abrazar y dormir con el peluche favorito, etc.
Diferencias entre Pesadilla y Terror Nocturno

PESADILLAS TERRORES NOCTURNOS
Normalmente el niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido del sueño. A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará nada.
Los contenidos del sueño recordados son muy elaborados. Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. En el caso de que aparezca alguna palabra o grito indica el final de la pesadilla. Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular.
Al despertarse: sensación de miedo y ansiedad asociadas al recuerdo de las imagenes oníricas. Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación autonómica.
Aparecen en la fase de sueño REM. Aparecen en el sueño No REM.
Suelen darse en la segunda mitad de la noche. Se dan en la primera mitad de la noche.
Inicio entre los 3 y 6 años. Inicio entre los 4 y 12 años.
Suelen remitir a medida que el niño se hace mayor. Suelen desaparecer con el tiempo y normalmente no precisan tratamiento farmacológico.
Cada individuo, incluyendo los niños, tiene temores que tienden a manifestarse de noche. Los padres deben animar al niño para que hable de sus problemas y preocupaciones, a fin de poderlos solucionar, ayudándolos a que se duerma.
En situaciones mas severas en el niño, por trastornos del estado del animo, enfermedad mental, neurológica, conductas desafiante, negativista, perturbadoras, agresivas y maltrato infantil consultar inmediatamente con un profesional.