jueves, 27 de junio de 2024

Epilepsia y Accidente Cerebrovascular

La Epilepsia y el Accidente Cerebrovascular son dos condiciones del sistema nervioso central que, aunque distintas en su origen y manifestaciones, comparten la capacidad de alterar significativamente la vida de quienes las padecen.

El enfoque interdisciplinario es esencial para el manejo eficaz de estas condiciones, dado que involucran múltiples aspectos físicos, psicológicos y sociales que deben ser abordados de manera holística.

La relación entre la Epilepsia y el Accidente Cerebrovascular

La Epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por episodios recurrentes de actividad eléctrica anormal en el cerebro, conocidos como crisis epilépticas. Estas crisis pueden variar desde breves y casi imperceptibles hasta prolongadas y severas, afectando la conciencia, el movimiento y la percepción del individuo.

Un ejemplo específico es la epilepsia parcial compleja, que puede provocar episodios en los que el paciente no reconoce su entorno o a las personas a su alrededor, generando confusión y angustia. Por otro lado, el Accidente Cerebrovascular, también conocido como derrame cerebral, ocurre cuando el suministro de sangre a una parte del cerebro se interrumpe o se reduce, impidiendo que el tejido cerebral reciba oxígeno y nutrientes.

Esto puede resultar en daño cerebral inmediato y duradero, afectando las funciones motoras, el habla y la percepción del paciente. La recuperación de un ACV a menudo implica un largo proceso de rehabilitación para recuperar las funciones perdidas o deterioradas.

La importancia del trabajo interdisciplinario

El manejo de la Epilepsia y el Accidente Cerebrovascular requiere la colaboración de un equipo interdisciplinario de profesionales de la salud, incluyendo neurólogos, neuropsicólogos, psicólogos, psiquiatras y terapeutas ocupacionales. Cada uno de estos especialistas aporta una perspectiva única y un conjunto de habilidades necesarias para abordar los múltiples desafíos que enfrentan los pacientes.

Los neurólogos son esenciales para diagnosticar y tratar las condiciones subyacentes del sistema nervioso. En el caso de la Epilepsia, determinan el tipo de epilepsia y prescriben la medicación adecuada para controlar las crisis. Para los pacientes con ACV, los neurólogos ayudan a identificar el área del cerebro afectada y planifican el tratamiento médico inicial.

Los neuropsicólogos, por otro lado, evalúan las funciones cognitivas y conductuales del paciente, identificando áreas que requieren rehabilitación. Trabajan para fortalecer las capacidades cognitivas afectadas por la epilepsia o el ACV, como la memoria, la atención y la capacidad de resolver problemas.

La salud mental es un componente fundamental en el tratamiento de estas condiciones. Los psicólogos y psicoterapeutas ayudan a los pacientes a manejar el Estrés y la Ansiedad asociados con sus condiciones, proporcionando estrategias para afrontar las crisis epilépticas y las secuelas emocionales de un ACV.

En algunos casos, es necesario el apoyo de un psiquiatra para manejar los síntomas de Ansiedad y Depresión que pueden acompañar a la epilepsia y el ACV. Los psiquiatras pueden recetar medicación para estabilizar el estado de ánimo del paciente y prevenir la exacerbación de las crisis epilépticas.

Apoyo a la familia del paciente

Un aspecto fundamental del trabajo interdisciplinario es el apoyo a la familia del paciente. Es vital que la familia entienda las condiciones del paciente y cómo pueden ayudar en su recuperación y manejo diario. La educación familiar incluye enseñarles sobre los síntomas, el manejo de las crisis y la creación de un entorno seguro y de apoyo.

Epilepsia Parcial Compleja: Un caso de estudio

Imaginemos el caso de Manuel, un paciente con epilepsia parcial compleja. Manuel a veces no reconoce a las personas a su alrededor y puede sentirse desorientado. Su tratamiento involucra a un equipo interdisciplinario que trabaja conjuntamente para proporcionarle un entorno seguro y comprensivo.

Neurólogo: Identifica el tipo de epilepsia y prescribe la medicación adecuada para reducir la frecuencia de las crisis

  • Neuropsicólogo: Evalúa las áreas cognitivas afectadas y diseña un plan de rehabilitación
  • Psicoterapeuta: Ayuda a Manuel a entender y manejar sus crisis, reduciendo su ansiedad
  • Psiquiatra: Proporciona medicación adicional para estabilizar su estado emocional

Este equipo, junto con la familia de Manuel, trabaja para crear un ambiente que minimice el estrés y maximice las oportunidades de recuperación y adaptación.

El trabajo interdisciplinario sobre la Epilepsia y el Accidente Cerebrovascular es esencial para proporcionar un tratamiento integral y efectivo. Al combinar las habilidades y conocimientos de diversos profesionales de la salud, y al involucrar activamente a la familia del paciente, se puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes padecen estas condiciones.

Entender que cada paciente requiere un enfoque personalizado y comprensivo es clave para su recuperación y bienestar a largo plazo.

 

 

Psic. Norma Angélica Rosas Villaseñor, Psicología en Miguel Hidalgo


lunes, 24 de junio de 2024

Ansiedad y Depresión: Diferencias

Consideraciones.

La ansiedad y la depresión son los dos trastornos más comunes en nuestra sociedad. Todos hemos pasado por momentos malos que han mermado nuestro estado de ánimo, pudiendo haber caído en las garras de la depresión. 


También todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos sufrido una pérdida o adversidad que nos hemos sabido afrontar no gestionar, haciendo que nuestros niveles de estrés se elevan tanto que nos lleve a padecer la temida ansiedad. Y aunque a veces pueda padecer lo contrario, tenemos que tener en cuenta las grandes diferencias entre ansiedad y depresión para poder afrontar cada trastorno del modo más efectivo posible.

Los resultados del Instituto Americano de estadística sobre las enfermedades mentales afirman que, el 81% de la población adulta ha sufrido alguna vez en sus vidas un cuadro depresivo o algún episodio ansioso, viéndose incrementado la incidencia en un 6% más durante la pandemia que hemos sufrido por el Covid-19 en el año 2020. Estos dos trastornos son muy comunes en nuestras sociedades, pero realmente sabemos muy poco de ellos, como por ejemplo cuáles son sus síntomas, sus causas, o sus tratamientos, y eso es algo que debemos reparar o solucionar por el bien de todos.

Es esencial que aprendamos las características de cada uno de estos dos trastornos. Hay muchas personas que por desinformación piensas que la depresión y la ansiedad se entremezclan, llegando a ser parte del mismo trastorno, cuando cada una de dichas patologías tiene unas características muy diferencias como podremos ver a continuación. La información es la vía que da paso a la búsqueda de un tratamiento efectivo, porque solo podemos afrontar aquello que podemos identificar.

Si sufres ansiedad o depresión, o ambas a la vez, debes saber a qué te enfrentas. Son dos patologías que ataca a cada persona de un modo diferente, pero cada una tiene unas características que se repiten en cada paciente. Sabiendo como nos puede atacar cada una de estas patologías mentales, podemos saber cómo debemos afrontarla, y que ayuda tenemos que pedir para poder hacerles frente con éxito. En este artículo veremos las grandes diferencias entre ansiedad y depresión.

 Las grandes diferencias entre ansiedad y depresión

Entre las grandes diferencias entre ansiedad y depresión que podemos encontrar son:

Tipo de trastorno

La depresión corresponde a un trastorno del estado de ánimo, mientras que la ansiedad es un trastorno de tipo ansioso. Es decir, los cuadros depresivos se centran en la falta de motivación, la apatía y una profunda tristeza que nos paraliza y no nos permite tener una vida normal. La ansiedad es producto de un miedo irracional cuando nos enfrentamos a algo que nos sobrepasa. El estrés que eso nos genera hace que nos sintamos realmente nerviosos, y nos paralicemos por completo. La ansiedad se alimenta de nuestro miedo, y de nuestra incapacidad de afrontar las cosas de un modo constructivo.

Las causas de la ansiedad y de la depresión

La depresión puede tener dos causas bien diferenciadas. La primera es una causa biológica, es decir, una alteración cerebral y hormonal que puede llevarnos a sufrir una tristeza tan profunda que nos paralizará por completo. Esta clase de depresión se le denomina: depresión endógena. Después está las depresiones cuya causa se centra en estímulos negativos externos, como sufrir una gran pérdida, o pasar por un mal momento personal. Esas experiencias que no podemos gestionar nos puede llevar a sufrir una bajada del estado de ánimo, y por tanto sufrir un cuadro depresivo. En esta clase de depresión se le denomina: depresión exógena.

Las causas de la ansiedad no tienen tanto que ver con alteraciones de tipo biológico, sino que surge por no saber como enfrentarnos a un estímulo adverso externo. Es decir, cuando no somos capaces de afrontar un problema, una adversidad, o una pérdida, nuestros niveles de estrés se elevan, y ese hecho prolongado en el tiempo, da paso a la ansiedad. La ansiedad es la respuesta de todo nuestro organismo a padecer una gran presión ocasionada por un problema que no podemos resolver. Podemos decir que la ansiedad patológica es una reacción a un miedo incontrolable.

Sus síntomas principales

Entre los principales síntomas de la ansiedad y de la depresión encontramos:


Como podemos observar, existen algunos síntomas comunes entre la ansiedad y la depresión, como es la alteración del sueño o del apetito, pero lo cierto es que tiene una sintomatología muy diferenciada. Cada psicopatología ataca de un modo diferente, y nos ataca a cada persona de un modo distinto, todo dependerá de nuestras características personales. Es decir, hay personas que sufrirán algunos síntomas, y otras personas que sufren el mismo trastorno puede sufrir otros distintos. 

Por ello es importante conocer todos los síntomas que podemos llegar a sufrir si padecemos alguno de estos dos trastornos.

También me gustaría remarcar la duración de los síntomas de cada uno de estos dos trastornos, para poder diagnosticarlos. Para poder diagnosticar la ansiedad, la persona que puede padecerla ha debido sufrir sus síntomas durante al menos seis meses. En cambio, para poder diagnosticar la depresión, solo basta con que la persona haya sufrido sus síntomas durante al menos dos semanas. Esta es un de las grandes diferencias entre ansiedad y depresión.

Los pensamientos y sentimientos

La depresión hace que nos sumerjamos en una terrible y profunda tristeza, donde la apatía y la desmotivación están totalmente presentes, haciendo de nuestra vida un auténtico infierno. Estar mucho tiempo atrapados en ese pozo oscuro puede destruirnos por completo. Cuando nuestro estado de ánimo es muy bajo como ocurre en los cuadros depresivos, nuestra mente solo se centrará en lo inútil que nos sentimos, y todo lo que se nos ha escapado de nuestra vida. Es decir, nos centraremos en el pasado, y en nuestra incapacidad para poder salir de esa tristeza que nos envuelve y nos oprime.

En cambio, la ansiedad hace que nos centremos en el futuro, y en el miedo que nos produce la incertidumbre de aquello que sucederá. La ansiedad se alimenta por completo del miedo, y no hay nada que podamos temer más que aquello que no podemos controlar, como es el futuro. Por ese motivo, las personas que sufren ansiedad siempre están pendientes de lo que ocurrirá, siempre intentando prevenir algún posible peligro. El miedo se hace dueño de las personas que padecen este trastorno. Pero aun así, las personas que sufren ansiedad tienen la suficiente motivación para hacer cosas, e incluso plantearse luchar contra el trastorno ansioso que padecen.

Las emociones predominantes

La emoción predominante en la depresión es la tristeza. Padecer un cuadro depresivo lleva a las personas a padecer un profundo estado de tristeza continua y persistente. La aparición de esta emoción es fruto de una caída de nuestro estado de ánimo. Sufrir este tipo de emociones hace que toda nuestra vida se vea alterada. Las personas que sufren depresión sufren tal grado de tristeza que eso les lleva a padecer otra sintomatología intensa como la apatía o la desesperanza. También añadir que una persona que sufra depresión puede sentirse incapaz e inútil, ya que no puede tener un ritmo de vida normalizado. Un estado anímico afectado nos incapacita, generándonos una gran apatía, y una dificultad importante para hacer cualquier actividad.

En la ansiedad la emoción predominante es el miedo. Padecer ansiedad hace que nuestros temores más primitivos afloren, percibiendo todo como un peligro potencial. La ansiedad se alimenta del miedo, y el miedo hace que nuestra ansiedad se haga cada vez más fuerte. Es el pez que se muerde la cola, al final si no controlamos aquello que tanto miedo nos produce se convertirá en nuestros dueños, y nuestra vida quedará limitada por ello. Normalmente quien padece un cuadro ansioso suele sentir un gran sentimiento de culpabilidad por no poder controlarse y enfrentarse a las adversidades. Ese sentimiento puede tener un lado positivo, y es la voluntad por combatir este trastorno buscando la ayuda que necesita esa persona.

Recuerda que para afrontar tanto la ansiedad como la depresión no existen los atajos, ni hay medicamentos mágicos que te sanen sin más. Para afrontar cualquier problema emocional o psicológico siempre es necesario la terapia. Gracias a la terapia podrás obtener todas las herramientas que necesitas para poder superar cualquier obstáculo. Así que, si sufres ansiedad o depresión no lo dudes más y busca ayuda terapéutica. La solución está en tu mano. ¡Adelante! 

Conclusión

Tanto la ansiedad como la depresión paralizan al individuo y son consideradas enfermedades que restan calidad de vida y el placer de realizar actividades que antes eran placenteras. Son trastornos que van de la mano, pero cada uno tiene sus síntomas y un tratamiento adecuado. la mayor diferencia es que la ansiedad se caracteriza por el miedo y la angustia constante, mientras que la depresión suele ser un trastorno en el que la persona se siente deprimida y no tiene motivación ni interés para realizar tareas que antes eran satisfactorias.

En general, la presencia de un trastorno de ansiedad se considera un factor de riesgo de depresión y viceversa. ¿Pero por qué?

Según un grupo de ocho investigadores de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, existe la perspectiva de una red interconectada en el área de la psicopatología (el brazo de la ciencia dedicado a la salud mental). Explican que un trastorno psiquiátrico tiende a generar síntomas que desencadenan nuevos trastornos. Por ejemplo, sentirse letárgico dificulta mantenerse activo durante el día, lo que luego se traduce en mayor tristeza e inquietud porque la persona no logró lo que pretendía hacer", detalló el grupo de investigadores en un artículo publicado en 2020

Los investigadores sugirieron la posibilidad de que exista una especie de puente de estados mentales que conectaría la ansiedad y la depresión. Además, hay varios síntomas comunes (y superpuestos) en estos dos trastornos que pueden ayudar a comprender la comorbilidad entre los dos. Como es el caso del dolor.

Según la Universidad de Harvard, los estudios científicos muestran que existe una relación anatómica entre la ansiedad, la depresión y el dolor, especialmente en pacientes con afecciones crónicas como fibromialgia, síndrome del intestino irritable, lumbalgia, migrañas y dolor neuropático (causado por daño nervioso).

La corteza somatosensorial (la parte del cerebro que interpreta sensaciones como el tacto) interactúa con la amígdala, el hipotálamo y la circunvolución del cíngulo anterior (áreas que regulan las emociones y la respuesta al estrés) para generar la experiencia mental y física del dolor. Estas mismas regiones también contribuyen a la ansiedad y la depresión.

Además, dos neurotransmisores, la serotonina y la noradrenalina, contribuyen a la señalización del dolor en el cerebro y el sistema nervioso. Estos neurotransmisores también están relacionados con la ansiedad y la depresión.

Los trastornos mentales comórbidos (como la ansiedad y la depresión) ocurren en el 60% al 90% de los casos y que hay un aumento en las tasas de trastornos depresivos y, en menor grado, de trastornos por uso de sustancias psicoactivas en los primeros años del trastorno de ansiedad.

La presencia de estas condiciones en la infancia, adolescencia o adultez temprana aumenta el riesgo de trastornos depresivos y la probabilidad de un curso de depresión grave con cronicidad e intentos de suicidio.

Además, los estudios científicos indican que todos los trastornos de ansiedad, en particular el trastorno de pánico, la agorafobia y el trastorno de ansiedad social son fuertes factores de riesgo para el desarrollo de trastornos depresivos y abuso de sustancias. 

Psic. Cl. Alexandro A R