viernes, 20 de marzo de 2015

Enfrentar tus Miedos

Aunque es una emoción fuerte, sentir miedo es algo natural, positivo e inherente. Su función primigenia es alertarnos del peligro y las amenazas para asegurar la supervivencia, evolucionar y poder enfrentar distintos retos vitales. Cuando un individuo se ve amenazado siente angustia, inseguridad, temor, impotencia y desconfianza. Incluso se manifiesta físicamente: se acelera el pulso, se dilatan las pupilas y se suda frío. Esta artillería fisiológica prepara para la huida o la lucha, pero cuando el miedo no se puede controlar, asoma entonces el miedo patológico o enfermo. Lo importante, es identificar la fuente de lo que nos da temor, crear herramientas y habilidades para enfrentar aquellas cosas, que muchas veces, puede resultar un obstáculo o conflicto.

“El miedo es ese pequeño cuarto oscuro donde los negativos son revelados”

Si hay algo de lo que podemos aprender en esta vida, es de nuestros propios miedos. Ellos son una importante fuente de sabiduría y nos orientan hacia donde debemos enfocarnos para conocernos mejor. Las causas por las que preferimos seguir jugando con lo seguro y evitamos el éxito es el temor al ridículo, a parecer tontos, salir heridos, enfrentar el rechazo o fallar. Quien se enfrenta a un miedo, se conoce mejor y tiene más opciones de respuesta ante futuros temores.

Los miedos son una reacción natural, instintiva al peligro y es necesario sentirlos para sobrevivir como especie. Este sentimiento puede provenir de varias fuentes. Miedos existen muchos, tantos como tu imaginación sea capaz de crear. Pero hay varios que nos bloquean y nos impiden vivir de forma plena, porque en lugar de estar aquí y ahora, disfrutando de la vida, te dedicas a anticipar, proteger, prevenir algo que igual o no llega a pasar nunca, o si pasa no será algo que tú puedas controlar. A partir de hoy puedes cambiar la forma que tienes de reaccionar ante ellos. Te sentirás mucho mejor y con control sobre la situación.

Sufrir de ansiedad a causa de nuestros miedos puede afectar nuestras vidas de manera terrible, ya que nuestros temores pueden evitar que vivamos nuestra vida de manera normal. Lo cierto es que la mayoría de los miedos que tenemos son irracionales y creados por nuestra mente, que no siempre es la mejor aliada. Observamos lo que nos rodea de forma negativa, hacemos  malas interpretaciones. 

Los costos de reprimir o mantener latente el miedo: Distorsiona la percepción de los eventos, consume energía física, espiritual y emocional. En la vida personal, en nuestras relaciones, en el trabajo, en nuestros sueños y metas, genera gran intranquilidad, angustia y ansiedad, puede desatar fobias o paranoias, apaga nuestro sistema racional y nos hace actuar desde el sistema límbico o de supervivencia.

En este caso, es necesario encontrar una solución que nos permita identificar si lo que realmente sentimos es miedo, y con ello, saber el grado de ansiedad que puede llegar a generar en nosotros.

1.- Admítelo: Debes reconocer tus miedos. Sabes que existen, así que acepta que los padeces. La clave es actuar para comenzar a construir tu confianza.

2.- Investiga el origen: Es muy probable que sientas vergüenza por tus miedos, que te sientas culpable o trates de castigarte por ser tu propio saboteador.  Haz una autoevaluación. Lo primero es encontrar la fuente de los miedos, hacer una autoevaluación es un acercamiento a las respuestas que necesitamos. Plantear preguntas como, ¿por qué tengo miedo?, o ¿qué me causa ansiedad?, son el principio de una buena reflexión.

3.- Encuentra una solución: Ahora que sabemos qué nos causa miedo, el segundo paso es encontrar soluciones para resolver el problema. Visitar a un profesional es una opción, o también hacer una lista de posibles fuentes de miedo, de cómo manejarlo y el camino a una solución.

4.- Desafía los pensamientos negativos: Es más fácil enfrentar los miedos, cuando ya se sabe la fuente de los pensamientos negativos. Al cuestionarlos se puede mantener la objetividad que se necesita, y con ello, dejarse guiar por el sentido común.

5.- Atrévete: El truco para combatir tus miedos es sencillamente lanzarte a hacer las cosas. La cantidad de oportunidades que pierdes por sucumbir a ellos son muchas. Para afrontarlos hay que practicar, es decir, intentar hasta que funcione, si quieres cambiar de carrera investiga que habilidades y hábitos vitales que sean necesarios, haz un plan e impleméntalo.

6.- Sé inteligente al manejar los miedos y ansiedades No debemos tratar de atacar todo al mismo tiempo. Enfrentar un miedo y lidiar con la ansiedad se hace poco a poco. El completar pequeñas metas de vez en cuando, hará que el estrés se pueda administrar de mejor manera, y con ello, las posibilidades de tener éxito serán mayores.

7.- Vive el momento: Casi todos los miedos están proyectados hacia el futuro. Nos preocupan las cosas que pueden pasar. Mejor decidir no pensar en el futuro o en el pasado porque solamente existe el ahora.

8.- Apegarse a los hechos: Algunas veces nos encontramos con miedos y nos molestamos con algunas situaciones. Cuando esto ocurre, siempre es mejor revisar todos los hechos de la situación. Al hacerlo, se puede prevenir el exagerar y asumir miedos de cosas que aún no existen. Así, es posible diferenciar entre lo real y lo imaginario.

9.- Aprende de la experiencia: En cada situación de ansiedad, la experiencia es la mejor herramienta que se puede utilizar. Recordar cómo se manejó en el pasado, saber lo que funciona y lo que no, ayuda a manejar los momentos de miedo. En el caso de que haya un buen grado de ansiedad, lo mejor es caminar y tranquilizarse. Saber cómo sobrellevar la ansiedad brinda mayor confianza para próximas situaciones.

10.- Crea escenarios mentales placenteros, positivos: No pienses en posibles escenarios de fracaso. Mantén una actitud y pensamientos positivos, así tendrás una mejor calidad de vida y gozarás tus éxitos. Recuerda siempre que los miedos pueden superarse. Como también trata de aprender en llevarlo un día a la vez ya que cada día que pasa brinda una mejor perspectiva y tiene diferentes oportunidades para aprender otras cosas.

Si arrastramos los miedos durante mucho tiempo y les permitimos crecer y ocupar un amplio espacio en nuestro día a día, se pueden convertir en un hábito que nos llevará a ver la vida de forma negativa. Caeremos en una falta de fe en nosotros mismos y en los demás. Otro de los grandes inconvenientes del miedo es la duda. Partiendo desde el miedo podemos acabar en un estado agobiante y estresante en el que no somos capaces de crear ni creer en soluciones ni respuestas válidas. La incertidumbre se puede apoderar de nosotros y provocarnos una parálisis por análisis en la que estaremos bloqueados mental y emocionalmente. La mente se embota y nos podemos llegar a sentir totalmente aturdidos y desorientados. El miedo provoca mucha tensión, por lo que si lo mantienes no serás ni receptivo ni tendrás una buena disposición para afrontar la situación en la que estés inmerso. Para poder solucionar situaciones como éstas es muy conveniente que partas desde ti mismo. Como ya sabes, respira hondo, relájate y reflexiona. Te conviene actuar saliendo desde una posición de seguridad, confianza y buena predisposición.  Lo fundamental es que reconozcas a ti mismo que tienes miedo, y a partir de ahí ya serás capaz de transformarlo en algo más útil para tus intereses. Una vez llegado a este punto tenemos la clave de la cuestión: Comprometerte contigo y actuar. La acción te llevará a disipar el miedo y las dudas y hará que aumentes la confianza en ti mismo como mayor tolerancia. Cuando actúes te estarás demostrando que eres capaz de pasar a la acción a pesar de tus miedos y que tú eres más grande que tus temores.

"La valentía no es ausencia de miedo, sino el control del miedo con maestría".


Aunque tengas miedo, ¡hazlo! Es la mejor forma de conquistarlo y de hacerte cada vez más apto en controlarlo y que el miedo se convierta en emoción que te empuja a hacer las cosas en lugar de hacerlas a un lado. Confronta y el miedo desaparecerá.

miércoles, 18 de marzo de 2015

El Síndrome de Cotard: Zombies

También llamado delirio de negación o delirio nihilista, es una enfermedad mental relacionada con la hipocondría. El afectado por el síndrome de Cotard cree estar muerto (tanto figurada como literalmente), estar sufriendo la putrefacción de los órganos o simplemente no existir. En algunos casos el paciente se cree incapaz de morir. Es una rara patología psiquiátrica. Más raramente, puede incluir ideas delirantes de inmortalidad.
Jules Cotard, un neurólogo francés, le dio nombre a este trastorno que fue descrito por primera vez por él y que nombró como “le délire de négation” (“el delirio de negación”) en una conferencia en París en 1880.

En dicha conferencia, Cotard describió el caso de una paciente, a la que dio el apodo de Mademoiselle X una mujer de 43 años, que negaba la existencia de Dios y el diablo, así como de diversas partes de su cuerpo y de la necesidad de nutrirse. Más adelante, creía que estaba eternamente condenada y que ya no podría morir de una muerte natural.

“Afirma que no tiene cerebro, ni nervios, ni pecho, ni estómago, ni intestinos; que sólo posee la piel y los huesos de un cuerpo en descomposición. No tiene alma, para ella Dios no existe y el Diablo tampoco. Dice que no tiene necesidad de comer para vivir y que no puede morir naturalmente. Sólo dejará de existir eternamente si es quemada. El fuego será su única salvación.”.

Los pacientes llegan a creer que sus órganos internos han paralizado toda función, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late, que no tienen nervios, ni sangre ni cerebro e incluso que se están pudriendo, llegando a presentar algunas alucinaciones olfativas que confirman su delirio (olores desagradables, como a carne en putrefacción), inclusive pueden llegar a decir que tienen gusanos deslizándose sobre su piel.

En sus formas más complejas el paciente llega a defender la idea de que en realidad él mismo está muerto e incluso que han fallecido personas allegadas a él. Junto con esta creencia de muerte el paciente mantiene una idea de inmortalidad, como si se hubiera convertido en un "alma en pena".

Cotard afirma que los pacientes que padecen esta enfermedad, no creen que vayan a morir..."ya están muertos”.

Principales síntomas del Síndrome de Cotard:
  • Depresión
  • Pensamientos suicidas
  • Creencia que no existe su cuerpo. Es un delirio el paciente cree estar viviendo algo de forma real cuando solo se da en su imaginación
  • Creencia que se están quedando sin sangre.
  • Pensamientos negativos
  • Creencia que ya están muertos- Con delirios olfativos ellos incluso huelen que se están pudriendo
  • Creencia que los gusanos están bajo su piel
  • Creencia que son inmortales
  • Creencia que se están descomponiendo
  • Creencia que no tienen órganos internos.
  • Analgesia o ausencia de dolor
  • Automutilaciones
Aunque es un delirio típico de las depresiones más graves (psicóticas o delirantes) se puede ver en otras enfermedades mentales severas (demencia con síntomas psicóticos, esquizofrenia, psicosis debidas a enfermedades médicas o a tóxicos).

Caso 1: Entrevista con un Muerto

El doctor Steven Laureys está en su despacho de la Universidad de Lieja, en Bélgica, cuando recibe una llamada de su secretaria. "Es realmente importante que venga a hablar con este paciente", le dice muy agitada. "Me está diciendo que está muerto". El paciente se llama Graham, tiene 48 años y un buen día de 2004 se levantó de la cama con la convicción de que había fallecido. Unos meses antes había intentado suicidarse por electrocución, metiendo un cable de la luz en la bañera, y el episodio le provocó una depresión que desembocó a este síndrome.

"Es difícil de explicar", asegura. "Me siento como si mi cerebro ya no existiera. Les insistía a los médicos que las pastillas no iban a funcionar porque yo ya no tenía cerebro. Me lo freí en la bañera". Su estado alcanzó tal extremo que Graham salió un día de su casa y se dirigió al cementerio para quedarse. "Solo sentía que debía estar allí", explica. "Era lo más cerca que podía estar de la muerte".

El caso llegó hasta Adam Zeman, de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, y Steven Laureys, de Lieja, quienes le sometieron a una prueba de imagen cerebral para ver qué estaba pasando en su cabeza. El concreto, realizaron una tomografía por emisión de positrones (PET) y lo que descubrieron les dejó impresionados: la actividad metabólica de su corteza cerebral se parecía más al de una persona en estado vegetativo o anestesiada que al de una persona despierta.

"Nuestros datos", escriben en el estudio publicado en la revista Cortex, "sugieren que la profunda alteración del pensamiento y la experiencia, expresados en el síndrome de Cotard, refleja una profunda alteración en las regiones cerebrales responsables del 'núcleo de la conciencia. Su hipótesis, a falta de más estudios sobre el fenómeno, es que la reducción del metabolismo produjo en Graham esa experiencia alterada del mundo, en la que él creía no existir.

Graham se ha recuperado gracias a la psicoterapia y la medicación y ha dejado de sufrir el síndrome. "Ya no siento que mi cerebro está muerto", confiesa. "Las cosas se ponen un poco extrañas algunas veces".

De acuerdo con un trabajo publicado en la Revista Mental Nº2: Un caso de síndrome de Cotard, se desconoce el nombre de la paciente, estos son algunos pensamientos publicados:
  • "Mis piernas y mis manos se volvieron de vidrio. Las lastimo y no siento dolor. No soy ni hombre, ni mujer, no hay más sexo para mí. El mundo exterior es completamente diferente de antes. De hecho estoy ya muerta, no tengo más necesidad de comer. Para mi no hay más necesidades, ni voluntad, ni sentimientos. Estoy muerta, mientras le hablo, las piernas, las manos y el cuerpo entero están por desaparecer, sólo queda la boca que habla".
  • "Por más que reconozca su presencia, no tengo nada que decirle, soy incapaz de pensar. No tengo información para darle"
  • "Me vuelvo inmensa, enorme, sin medida y después me retraigo de golpe hasta casi nada, como si estuviera en el otro mundo"
  • "Todo es culpa mía, es por mi culpa que resultan todos los daños"
  • "No puedo morir, soy eterna, en tanto que muerta viva"
  • "Para mí no hay más necesidades, ni voluntad, ni sentimientos. Estoy muerto"
José Ramón en su libro La nariz de Charles Darwin:

Las personas con el síndrome de Cotard experimentan algunos cambios cerebrales y mentales llamativos: tienen una atrofia cerebral marcada en el lóbulo frontal medial, se desconectan visualmente, no tienen memoria emocional de los objetos ni del mundo que les rodea. Se piensa que en el síndrome de Cotard intervienen distintos componentes cerebrales. Además de la corteza cerebral, estaría la amígdala, relacionada con las respuestas emocionales, con las secreciones hormonales, con las reacciones del sistema nervioso autónomo asociadas con el miedo o con el llamado “arousal”, un término inglés de difícil traducción y que implicaría alerta, excitación, interés.

Recientemente, el neurólogo Steven Laureys, de la Universidad de Lieja, en Bélgica, comentó sobre un paciente con este síndrome: “He estado analizando las lecturas PET durante 15 años y nunca he visto a nadie que estuviera de pie, interactuando con la gente, con un resultado de exploración tan anormal. Su función cerebral se asemeja a la de una persona durante la anestesia o el sueño. Ver este patrón en alguien que está despierto es bastante único”.

Científicamente aún se siguen estudiando sus causas, aunque la neurología actualmente establece al mal funcionamiento de la amígdala u otras estructuras límbicas del cerebro –aquellas encargadas de las respuestas emocionales– como las razonas más probables. De todas maneras, no deja de ser una enfermedad inusual.

Antes que Cotard lo describiera ya se  habían encontrado casos clínicos similares aunque no descritos con tanto detalle.

Se desconoce con certeza qué provoca el síndrome de Cotard, aunque aparece relacionado con la depresión y con la esquizofrenia. Habitualmente aparece de forma repentina. Se han descrito diversos niveles del síndrome de Cotard, desde síndrome parcial a síndrome completo.

¿Tiene cura? Con tratamiento psiquiátrico y medicamentos antidepresivos, antipsicóticos y terapia electro convulsiva, se logran disminuir los síntomas. 

Así que la próxima vez que te quieras parecer a un Zombi, piénsalo dos veces.