miércoles, 5 de abril de 2017

Mitomania: La Mentira como Forma de Vida

La mentira compulsiva no es un trastorno en sí mismo. Es una manifestación clínica, una sintomatología que forma parte de otros trastornos.
Quien sufre este mal, muy pronto es rechazo por los de su entorno
El mitómano suele ser narcisista, tener baja autoestima, deficiencias en habilidades sociales, y desconfianza en las personas y sus relaciones entre otros. Algunos autores hablan incluso de que podrían existir cierta predisposición genética, aspecto todavía en controversia.

Los mentirosos patológicos falsean la realidad como vía de escape, para obtener atención e incluso admiración y entran en un círculo vicioso que les acaba dejando solos en el laberinto de sus mentiras.

El mitómano o mentiroso compulsivo crea un personaje de sí mismo porque su imagen no le satisface, no la tolera y no la soporta. Lo que hay de base es un problema de autoestima bien serio. Ej: “Yo necesito decirte que soy alguien que realmente no soy. Necesito presentarme delante de ti como ese ideal de lo que yo quisiera ser”. En realidad,  proyectan  falta de aceptación.

En la mitomanía puede existir o no intención de engañar o estafar, aunque el verdadero fin es deformar la realidad para contar una historia personal más llamativa. Al principio esas narraciones logran su efecto, cautivando a quien le escucha, obteniendo atención, respeto y hasta admiración, que es lo que en definitiva mantiene esta conducta, además del miedo a ser descubierto.

Los mentirosos compulsivos mienten porque hay un beneficio psicológico, de placer, de relajación, de construcción de una realidad alterna. Se dan unas dinámicas neuroquímicas, una liberación de adrenalina que hace que la persona experimente placer en esos procesos de mentir. Y “no necesariamente” sienten culpa al mentir. Ahora bien, si los descubren en sus mentiras, tal vez puedan sentir vergüenza o pasen por un proceso de reflexión.

La situación que puede originar un comportamiento mitómano suele estar relacionada con el estrés, cuando la persona se encuentre en un momento comprometido y piense en recurrir a la mentira como una salida fácil a dicha tensión, precisamente esa liberación que va a sentir cuando salva la situación con la mentira va a ser el motivo para que se vuelva a repetir en otras ocasiones. Como también presenta un alto nivel de ansiedad cuando se encuentra en situaciones propicias para el acto.

La mitomanía puede estar presente en otros problemas mentales, como el trastorno límite de la personalidad, trastorno facticio, trastorno bipolar o el trastorno de esquizofrenia, incluso es habitual que se presente junto a otras adiciones como la del consumo de sustancias ilegales o la ludopatía. Por ello, es imprescindible un buen diagnóstico diferencial para establecer prioridades a la hora de realizar el tratamiento, dando preferencia a aquellos síntomas más graves, como una desintoxicación, antes de proseguir con otras intervenciones terapéuticas.

Los mentirosos se pasan mucho tiempo cubriendo sus rastros, especialmente si son retados y cuando se encuentran bajo fuerte sospecha suelen usar gestos grandiosos para reforzar sus comentarios. Pero los gestos que usualmente son achacados a los mentirosos son los llamados auto adaptadores que son usados por las personas que se sienten expuestas o vulnerables, no por los mentirosos. Si los mitómanos se tocaran mucho la nariz ya hubieran dejado de hacerlo, la gente que miente se concentra mucho en la información que maneja para poder continuar ocultando la verdad.

A menudo suelen escrutar la reacción de la otra persona ante sus afirmaciones, intentan leer si le estás comprando la historia. Las personas sinceras no se molestan si hablan despacio, pero los mentirosos suelen pensar que un discurso lento puede parecer sospechoso y es que cuando se dice la verdad “no se altera dramáticamente la velocidad del discurso.

De acuerdo con los investigadores en Neurología el mentiroso usa mucho lo que se llaman gestos metafóricos, especialmente cuando su mentira se encuentra bajo fuertes sospechas. Un gesto metafórico sería tocarse el corazón como una forma de decir amor o abrir las manos para señalar el tamaño de algo. Los mentirosos usan estas señas un 25% más que los honestos. También usan más gestos rítmicos, como repetir alguna frase para enfatizar su declaración.

O como decía mi abuela, el mentiroso cuando se ve descubierto se enoja o se hace la víctima J

Recuerda que un verdadero mentiroso planea su discurso cronológicamente, mira directamente a los ojos, no pierde ningún detalle y jamás mira hacia el lado, este es un recurso de la memoria real. Lo que sí hace es tocarse el pelo como si quisiera alisarlo y mueve las manos como si le molestaran los dedos. Una forma de pillar una mentira es pedirle a la persona que relate el mismo discurso pero al revés. Como no existe memoria, tiene que inventarlo todo de nuevo, por lo tanto, se pierde y no puede hacerlo.

¿Es posible la rehabilitación de un mitómano? Sin tratamiento se espera un incremento progresivo de la magnitud de las mentiras con el tiempo. Requiere procesos de terapias, como terapia cognitiva y técnicas de comunicación, y puede requerir medicación.

Si tienes un familiar mitómano, adicto a mentir, comunícale que lo sabes, y que actúas conforme a ello, e igualmente indícale que piensas que sería bueno que buscase ayuda para poder superarlo, pero sin querer obligarle y sobre todo muéstrale los problemas presentes y futuros que le puede acarrear seguir mintiendo: problemas legales, de separación o divorcio de su pareja, o el alejamiento o rechazo de amigos y familiares.

domingo, 2 de abril de 2017

Errores que Destruyen al Amor

Es difícil renunciar a una ilusión, pero más difícil aún es desligarse de una relación peligrosa.

La vida y la experiencia nos enseñan que no se puede vivir de ilusiones y que hay que aprender a tomar decisiones más saludables. La ilusión (idealización) puede hacer que una persona se enamore sin tener en cuenta lo que le dice la razón y lamentablemente esto es lo mismo que arrojarse al vacío sin red.

Algunas mujeres de pronto se enamoran, creen que les gusta alguien desesperadamente y en esas condiciones se entregan a él sin querer verlo como realmente es. No les importa que tome demasiado alcohol, que consuma drogas, que no trabaje, que sea inestable, que no tengan nada en común, que tengan objetivos distintos y también actitudes violentas.

Cada persona es responsable de su destino, porque aunque es probable que sus circunstancias ayuden a forjarlo, el resto, que es mucho, dependerá de sus decisiones. Una vez que se comete un error, es difícil volver atrás y borrar todo lo que hicieron, porque se desencadena una serie de acontecimientos que no se pueden evitar pero que se podían haber previsto y que seguramente obligue a pagar un alto costo y haga sufrir a las personas que se aman.

Los costos de las ilusiones perdidas son altos y provocan sufrimiento, depresión, desesperanza y desconfianza en cualquier otra posible relación, que aunque sea diferente va a ser el vínculo que pagará injustamente por la desilusión anterior. Una relación compromete a una persona tal vez por mucho tiempo, porque si decide terminar con ella no será fácil si el otro no está de acuerdo y es imposible hacer borrón y cuenta nueva sin pensar en las consecuencias.

La baja autoestima hace creer a ciertas mujeres o hombres que no tienen opción, que tienen que aceptar al primero que se presenta sin demasiadas pretensiones, sin embargo, en esa elección puede estar en juego su propia vida. Parecen no darse cuenta que no siempre a un armonioso cuerpo físico le corresponde un alma noble y que precisamente esa condición puede predisponer a aprovecharse de esos atributos y jugar con las mujeres.

Por esta razón, saber elegir es un don muy preciado, porque garantiza mayor estabilidad y bienestar duradero y porque además, aleja la desilusión y el dolor y previene la desesperanza.

Muchas mujeres creen que pueden cambiar la forma de ser de un hombre y esa creencia es su mayor riesgo, o en el caso de los hombres querer que sea ella como uno es, porque nadie puede cambiar a otra persona, sólo se puede cambiar uno mismo; simplemente porque el cambio tiene que ser con convicción y nunca lo provoca algo externo, sino que tiene que venir desde adentro.

Lo primero que debes evitar es ser infiel, algo que todos sabemos que es el principal motivo por el que muchas relaciones se destruyen. Una infidelidad es el error más grande que se puede cometer dentro de una relación, ya que inclusos en la pareja más liberal, esto tiende a lastimar y crear la desilusión por la traición de la persona que amas.

Otro aspecto muy importante a cuidar en una relación es el de evitar ser indiferente, ya que esto conduce a que ese fuego se apague y la relación colapse definitivamente. También es importante que consideres no reprimir tus emociones, es decir si hay algo que te molesta sencillamente hazlo saber, no le ocultes nada, así sea por evitar alguna discrepancia, recuerda que hablando todo se entiende. No reprimas tus emociones, pues sencillamente harás una acumulación de ellas que tarde o temprano dejará que salgan, y muchas veces no es de la mejor manera.

Otro aspecto que trae muchos problemas en una relación y frecuentemente lo veo en mis consulta es cuando te vuelves extremadamente celoso (a), tanto así que no puedes tolerar que se junte o salga con sus amigos e incluso familiares. Recuerda que los celos matan, crean desconfianza y elaboran supuestas historias que solo tú ves y por las que sufres y haces sufrir a tu pareja.

Analiza si tu relación verdaderamente te hace feliz, de lo contrario reconsidera terminar la misma, ya que el fin de toda relación es ser feliz, mas no hacer una acto de caridad o estar con alguien por lastima. 

Nota: Para “las mujeres” evita ser rencorosa, pues generalmente guardan cierto resentimiento de las discusiones con la pareja, y les encanta recordar detalles de la misma, como si estuviera pasando en ese momento.

Apreciable lector, una relación de pareja pasa por diferentes etapas y con el paso del tiempo, se va conociendo a la otra persona, de esta forma decidimos si estamos dispuestos a compartir nuestra vida con ella o no. Si estás buscando cómo mejorar tu relación, hacerla más sólida y verdadera, procura no hacer cosas que puedan dañarla.

Qué NO hacer:

1. Olvidar que la pareja es una persona individual con sus propios sentimientos y necesidades y que no es de nuestra propiedad. Al paso del tiempo la relación se hace tan cotidiana que tendemos a confundirnos y pensar que el otro es prácticamente de nuestra propiedad. Un signo de ello son los celos excesivos, la violencia, las recriminaciones y exigencias.

2. Utilizar el chantaje emocional como forma de comunicación para conseguir lo que deseo del otro. Esta actitud es igual de común en hombres como en mujeres y, en general, es aprendido de un padre o madre muy manipulador. Frases como: "sin ti no soy nada", o "si tú no me amas nadie más me amará"; son un chantaje directo para mantener dominado al otro.

3. Criticar constantemente a tu pareja. Muchas veces estamos esperando que el otro cometa un error para "caerle encima" con una lluvia de críticas. Lo peor de esta actitud, es que jamás se soluciona algo. Al contrario, destruye la espontaneidad y creatividad en la pareja e impide que el que critica, exponga las cosas positivas que hace su pareja.

4. No pasar tiempo de calidad junto a tu pareja. Muchas veces nos quejamos de que  no nos queda tiempo para nada, pero probablemente te pasaste una o dos horas en internet o viendo televisión. Intenta aprovechar cada instante con tu pareja y ojo con no caer en la rutina. Disfruten del tiempo que pasen juntos.

5. No escuchar a tu pareja. Todos sabemos lo fundamental de una buena comunicación en las relaciones. Una buena comunicación se inicia dando importancia a lo que te dice el otro. Escucha a tu pareja con total atención y no cambies el tema o lo interrumpas. Esta es la mejor forma de demostrar al otro cuánto lo amamos.

6. Tener una mala relación con los padres de tu pareja. En general nuestras relaciones son el reflejo de las relaciones de nuestros padres. El no tener una buena relación con los padres refleja nuestra incapacidad de aceptarlos como personas, con defectos y virtudes. Cuando criticamos a los padres, es porque esperamos que sean perfectos y sabemos que eso no es posible, y esto es algo que debemos superar porque si no, será muy difícil que puedas aceptar y valorar tu propia relación de pareja.

7. No saber reconocer cuándo nos equivocamos y, en consecuencia, no saber pedir perdón. El orgullo y el temor a sentirse cuestionados son uno de los principales motivos por los cuales no reconocemos nuestros errores. Pedir disculpas o perdón requiere de una gran fortaleza. Tu pareja te agradecerá una disculpa sincera.

8. Estar de mal humor todo el tiempo. Una de las cosas que más fortalecen una relación de pareja es tener la capacidad de reír, bromear y de disfrutar la compañía del otro. El buen humor es sinónimo de inteligencia. El mal humor puede terminar con tu relación.

9. Decir mentiras. Las mentiras son la contracara de los celos. Si uno descubre que el otro miente, se instala y corroe el vínculo de tal manera que lo puede destruir irremediablemente. "La mentira aparece cuando faltan otros recursos en la pareja. Uno debería preguntarse qué quiero obtener o qué no me animo a perder y, además, saber que cuando uno de los dos miente, la situación se vuelve en contra, como un búmeran".

10. Perder la comunicación. Cuando una pareja pierde la capacidad del diálogo o de, simplemente, intercambiar miradas cómplices, denota serios problemas en la relación. Aristóteles dijo: "Debemos expresar lo que sentimos a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el propósito justo y de la forma correcta".  La incomunicación es “el origen de todos los errores” porque cuando una pareja pierde la capacidad del diálogo o de simplemente intercambiar miradas cómplices. Por su parte, atribuye la incomunicación al querer evitar peleas, algo que puede devenir en la infidelidad. El antídoto infalible es el diálogo constante y fluido.

11. La rutina podría ser un veneno mortal: los horarios, el cuidado de los hijos, los compromisos laborales y familiares, todo contribuye a mecanizar el día a día. Por eso, el antídoto para ese veneno es encontrar un espacio propio de la pareja, “divertirse de a dos”.

12. La saturación es el veneno que hace a las personas “esquivas a la dedicación indispensable para solidificar una relación de amor”, El mejor antídoto es buscar los  momentos de intimidad entre la pareja, sin trabajo ni familia de por medio, para “tener comprensión frente a las necesidades o dificultades del otro”.

13. Bloqueos Psicológicos: Cargamos con barreras mentales y emocionales que nos impiden completar el desarrollo humano y alcanzar una verdadera madurez. Banalizamos el nexo existente entre las experiencias de la infancia y el comportamiento del adulto, producto de heridas muy concretas que vulneraron la dignidad e integridad en los momentos clave de la estructuración psíquica. Una profunda empatía con nuestra historia y con nosotros mismos puede devolvernos la vitalidad perdida y estabilidad emocional.

14. Otras consideraciones: 
  • Sentimiento de pertenencia: Creer que tu pareja es de tu propiedad sin importarte sus sentimientos y necesidades.
  • Idealizar a la pareja.
  • Exigir más de lo que se da.
  • Dramatismo, capacidad de maximizar los problemas.
  • Diferencias: generan fuertes conflictos en la pareja, que se van sumando uno a uno y que van desgastando la relación.
  • Insatisfacción sexual, el sexo tiene gran peso en una relación amorosa, se aconseja una vida sexual activa, placentera y cómoda, para garantizar en gran proporción, fuerte unión en la pareja.
  • El descuido personal y apatía.
  • Hacerles reproches: Porque no te entiende, porque consideras que se equivoca o no es lo bastante cariñoso según tu criterio.
  • Ignorar a tu pareja: Dejarle fuera de las decisiones importantes en tu vida e incluso de las que les atañen a ambos.
  • Agresiones físicas y verbales.
  • Etc…
En el amor sano no cabe el tener que resignarse a vivir el martirio de la insatisfacción.